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Empobrecimiento de los venezolanos redujo oportunidades para el crimen
Durante los últimos cinco años, la sociedad en su conjunto se ha adaptado y el crimen organizado también. Este último encontró actividades más lucrativas que robar celulares y carteras

La pérdida del valor de la moneda y del poder adquisitivo es de tal magnitud, que los robos comunes que afectaban a gran parte de la sociedad perdieron sentido, según el Observatorio Venezolano de la Violencia.

En 2017, el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) reportó un poco más de 26.616 homicidios y en 2021, este número bajó a un poco más de 11.082. La desaparición de ciertas oportunidades para el crimen que terminaban en desenlaces fatales es una de las razones a las que el Observatorio atribuye la disminución de las muertes violentas en más del 50 por ciento en un periodo de 5 años.

“En Venezuela se redujeron los robos a los cajeros automáticos, los secuestros exprés, los robos de la gente que iba a sacar un dinero al cajero automático; bueno, porque sencillamente lo que se puede sacar de un cajero automático es ridículo”, dijo a la Voz de América Roberto Briceño, director del OVV.

Las dificultades del transporte público en Venezuela, los apagones y el empobrecimiento de las familias, ha impactado las rutinas de los ciudadanos. Los que cometen delitos comunes enfrentan mayores retos para encontrar potenciales víctima en las calles. El 58% de las personas no sale por la noche y el 64% que sale, usa poco dinero en efectivo, según el informe de 2021 del Observatorio de la Violencia.

En un país donde la gente evita salir de noche y la moneda local no tiene mayor valor, los delincuentes se han movido a otro tipo de delitos que consideran más lucrativos.

“A las grandes empresas, hacia la extorsión, empresas que manejan dólares, empresas que manejan divisas, empresas que manejan grandes cantidades, entonces eso no afecta al ciudadano del común. Eso está afectando a un grupo. Entonces el ciudadano del común siente que en el barrio desapareció la violencia”, asegura Briceño.

Para Miguel Ángel Barón, taxista de profesión, y quien recorre las calles de Caracas ‘de arriba abajo’ sí hay una reducción de la criminalidad. “Yo diría que hay menos delitos, por lo menos para nosotros los taxistas ha estado más suave la inseguridad”, afirma.

Otra de las modalidades de robo que según el director del Observatorio de la Violencia son menos frecuentes, son los asaltos en el transporte público y el robo de celulares. “La gente perdió mucho el temor a que le roben el celular porque sencillamente ya no tienen celulares o son tan viejos que ya no tienen ningún valor para los delincuentes (…) El robo del transporte público prácticamente desapareció porque los delincuentes no tenían nada que robarles a las personas”, dijo Briceño.

Gabriela Romo, psicóloga clínica, considera que esa sensación de seguridad que podría estar dándose no es tan favorable“Las personas en esta sensación de que sí están seguros bajan la guardia y en realidad se están poniendo en una situación de mayor vulnerabilidad y se ponen también en más peligro”, asegura la especialista.

El director del OVV coincide en que de ninguna manera se puede ser optimista porque eso no quiere decir que haya aumentado el estado de derecho y la seguridad de las personas.

Explica Briceño, que entre las muertes violentas, hay un rubro muy alto atribuible a la policía. “Tenemos en los últimos años más de 20.000 personas que han sido asesinadas por los cuerpos policiales y catalogadas como “resistencia de la autoridad” y eso implica un exterminio, lo llamó la antigua fiscal, una acción de exterminio por parte de los cuerpos policiales”.

Crimen por sectores

Según el Observatorio, otro de los aspectos que ha reducido los delitos comunes es la consolidación de grandes bloques criminales que imponen su propia ley en las áreas que controlan.

“Hay zonas en las cuales han bajado los robos, lo delitos y no porque haya más presencia de la ley, del estado del cumplimiento de las normas, sino porque son zonas controladas por las bandas criminales (…) Impiden robar, me decían a mí, Mira aquí no se roba, aquí se cuida. Es una paz criminal la que se está imponiendo allí”, asegura Briceño, quien estima que muchos de los delincuentes que no se han unido a las grandes bandas se han visto obligados a irse del país.

“Llegan a nuevos países a hacer lo que hacían anteriormente: ser delincuentes y hay que decirlo con claridad, con menos ventajas porque su acento de voz y fenotipo los hace más referenciables,” explica César Restrepo, director de seguridad urbana de la fundación ProBogotá.

Uno de los países en los que más se habla de este tema es Colombia. Si bien la desventaja para los delincuentes que se mudan de país es el hecho de ser inmigrantes, por lo que sus delitos tienen mayor resonancia. Sin embargo, las cifras indican que del 100 por ciento de los detenidos por algún delito común en territorio colombiano, sólo el 3% son de nacionalidad venezolana.

Restrepo considera que, pese a que algunos delincuentes comunes se han movido de manera individual fuera de Venezuela, en el caso de Colombia no hay evidencia para creer que tengan la capacidad de controlar grandes mercados como bandas organizadas. «Lo que sí está pasando en mi opinión, es que las bandas colombianas se nutren de algunos migrantes que pueden haber tenido un pasado delincuencial en su país de origen”, comenta.

Durante los últimos cinco años, en los cuales las condiciones económicas de Venezuela han empeorado, la sociedad en su conjunto se ha adaptado y el crimen organizado también. Este último encontró actividades más lucrativas que robar celulares y carteras.

Los mensajes en el video para despedir a “El Conejo”

 

 

 

@GITIW

Un semiólogo, un cineasta y un sociologó analizaron para Runrun.es los videos que circularon hace una semana en las redes sociales, donde se muestra a los presos del Internado Judicial de San Antonio disparando ráfagas de balas bajo el cielo de la isla de Margarita. Coinciden en que las imágenes que causaron asombro, terror e indignación entre los venezolanos, contienen varios mensajes con diferentes destinatarios.

La tarde del domingo 24 de enero varios videos, que mostraban el hecho violento, pasaron de un teléfono a otro con la misma velocidad con la que llovieron las balas en la despedida que los reos le hacían a quien hasta ese día había sido su líder: Teófilo Rodríguez Cazorla, alias “El Conejo”. Humberto Valdivieso, semiólogo; Óscar Lucién, cineasta; y Roberto Briceño León, sociólogo, aseguran que las imágenes llevan un mensaje que no estaba dirigido dirigido a la población común, sino a las bandas rivales, al mundo del crimen.

Sin embargo, y aunque quizás no era el objetivo, la sensación de miedo generada por delincuentes que disparaban potentes armas a la vista de todos, se contagió entre los ciudadanos tanto como se viralizó el documento audiovisual.

 

Para marcar territorio

 

san antonio

 

“El video de los internos es muy parecido al de todos los grupos violentos. Veo ego en esas imágenes, hay algo de show off, de mostrar poder, unidad, control de un territorio; pero considero que no es un mensaje para el ciudadano común. A mí me parece que el mensaje de este video, aunque le llega a todo el mundo debido a la apertura de las redes sociales, está dirigido para un público específico que maneja esos códigos, por ejemplo, las bandas rivales que ante la muerte de un líder, disputarán un territorio. Es muy probable que lo hayan grabado para que fuese visto por sus pares, como un mensaje para los rivales”, explica el semiólogo e investigador de la UCAB, Humberto Valdivieso.

Valdivieso agrega que cuando hay grupos focalizados, los mensajes se dan con una determinada intención. “Dentro del código de conducta y de comunicación del submundo donde están encerrados estos individuos –me refiero al mundo de la delincuencia-, probablemente enfrentan la tragedia de perder a un líder mostrando poder para no perder territorio, buscan reunificar su espacio, demostrar que están presentes. No tiene sentido pensar que este fue un mensaje para la población, ellos ya tienen sus redes a ese nivel y seguirán operando como crimen organizado, insisto en que este debe ser un mensaje para los contrincantes. No sé ni siquiera si es un mensaje para el Estado, no debe serlo porque, quien permite esto, el Estado, eso es obvio. Yo diría que esta segunda mirada va hacia un código interno dentro del crimen organizado básicamente para enseñar los dientes. Estoy seguro de que está dirigido a esos grupos, indistintamente de que a través de las redes sociales el mensaje lo recibamos todos. Seguramente, alguien que esté inmerso en el mundo criminal verá en este video mensajes específicos que quienes estamos fuera no captamos o no entendemos”.

Óscar Lucién, comunicólogo, coincide en que se trata de un ritual de violencia que es frecuente en el mundo delictivo, el cual forma parte de su código de comunicación, no obstante, apunta que el problema se agrava cuando los hechos ocurren dentro de un recinto penitenciario. “Ver a unos sujetos con armas de alto calibre, dentro de una instalación carcelaria, disparando en honor de la muerte de un líder, evidencia que no hay control de las armas y que las cárceles están en poder de los delincuentes. Creo que esos videos son la expresión palpable y patética de la condición fallida con la que se califica al Estado venezolano”.

 

La inercia de la GNB

 

 

La incredulidad ante el video que mostró a los internos descargar al aire armas de guerra dio paso a la indignación, al ver otro video que mostraba a un grupo de GN inertes mientras se escuchan las detonaciones. En este caso, la ausencia, ineficacia e inacción del Estado es el mensaje.

“La Guardia Nacional representa al Estado que está inerte ante esta situación”, señala Lucién.

Roberto Briceño, director del Observatorio Venezolano de Violencia agrega: “El silencio de las autoridades, silencio de palabra y de acción, muestra la incapacidad del estado de derecho, la ingobernabilidad de los lugares  más controlables, como las cárceles. Muestra, además, la carencia absoluta de aplicabilidad de las políticas públicas. ¿No hay acaso una ley y un plan nacional de desarme… ahora, cómo podemos pensar que se logrará aplicar la ley de desarme en las calles abiertas, si no la pueden aplicar en la cárceles cerradas? ”.

Valdivieso considera que sobre el video que muestra a la Guardia Nacional habría que hacer un análisis político y ciudadano. “Está a la vista de todos la parálisis de los funcionarios -no sabemos las razones-, pero sí sabemos que están impedidos de actuar. Ellos reciben órdenes y obviamente la orden no llegó. Esta es una mirada de indignación, quien graba el video no dice nada, es como si el propio ciudadano también estuviera paralizado frente a la parálisis de la GN, no les reclama con palabras, no dice nada, es una mirada que ni siquiera interpela, únicamente está sorprendido ante lo que está viendo”, apunta el semiólogo.

Lucién agrega al análisis que la radiografía de esta realidad se completa al incluir la fotografía de la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, abrazada a “El Conejo”. Briceño León apunta sin ambages: “La gran pregunta sin respuesta en la sociedad, es cuánto hay de incompetencia y miedo, y cuánto hay de complicidad y lucro en la situación de las cárceles del país”.