Le rindieron honores en el cambio de guardia. Le pasearon en carroza camino del palacio de Buckingham. Fue recibido con gran despliegue de pancartas de «I love China». Y la Reina le regaló unos sonetos de Shakespeare (a cambio de los grandes éxitos de Peng Liyuan).
El presiente chino Xi Jinping ha recibido un tratamiento de auténtico rey a su llegada en Londres, en un viaje más que simbólico con el aspira a afianzar su desembarco económico en el Reino Unido (unos 45.000 millones de euros en acuerdos comerciales) y relanzar la imagen de su país en Occidente.
Los derechos humanos pueden esperar. Los carteles de «Free Tibet» fueron prácticamente eclipsados por el despliegue oficial. Tan sólo el príncipe Carlos -amigo personal del Dalai Lama- se ha atrevido a hacer un pequeño desplante al ilustre huésped chino con su ausencia en la cena oficial de Buckingham (aunque los dos se vieron discretamente antes en un hotel de Londres).
En la primera de sus cuatro intensas jornadas en suelo británico, Xi Jinping fue recibido por todo alto en una sesión conjunta de los Lores y de los Comunes, que escuchó con cierta estupefacción sus palabras: «Los parlamentarios son la crema de la crema de la sociedad».
«Les invito a que vengan a China más frecuentemente, para aprender más de mi país y experimentar sus cambios», dijo, sin necesidad de mencionar la polémica desatada por la delegación parlamentaria británica durante las protestas de Hong Kong. En su tarjeta de presentación en Westminster, Jinping eligió a conciencia una cita del filósofo y estadista Fancis Bacon, a modo de proverbio chino: «El hombre sabio crea más oportunidades que las que encuentra».
Jinping defendió el expediente político de su país, en la sección de su discurso titulada ‘Ley y orden’, como la famosa serie de televisión…
«El primer código legal de nuestro país fue recopilado hace más de 2.000 años. Hoy en día, el pueblo de China está avanzando en el Estado de Derecho, inspirándose no sólo en nuestras tradiciones, sino en las mejores prácticas de otros países«.
«Nuestra meta es asegurar que todos sean iguales ante la ley«, recalcó, antes de defender las «peculiaridades del sistema socialista en China», y antes de también de su elegía a la nueva era de intercambio capitalista entre los dos países: «Nos une un profundo aprecio mutuo».
El secretario del Tesoro, George Osborne, fue el primero en tender la alfombra roja a la llegada de Xi Jinping con un triunfal reconocimiento, fruto de su labor durante los últimos cinco años: «Queremos ser el mayor socio de China en Occidente».
Y el ‘premier’ David Cameron puso sobre la mesa no sólo la cuantía de los acuerdos comerciales (empezando por la construcción de la nueva central nuclear de Hinkley Point) sino la contribución china a la creación de 3.900 puestos de trabajo en el Reino Unido en sectores que van desde la energía a las industrias creativas, parasando por la industria aeroespacial, la educación o los servicios financieros.
«La relación comercial y la inversión entre los dos países está creciendo y nuestros lazos son cada vez más fuertes«, dijo Cameron. «Esta visita es también una oportunidad para ver en todos los asuntos en los que podemos trabajar a nivel global, desde el cambio climático a la lucha contra la pobreza. Es una gran ocasión para profundizar en nuestras relaciones».
En la cena de gala en Buckingham, y con el permiso de Kate Middleton (en su grandioso regreso a la platea tras el nacimiento de su hija), Cameron tenía previsto poner sobre la mesa la cuestión del acero. Y por si no se atrevía el primer ministro, ése fue el tema casi monográfico con el que entró en palacio el líder de la oposición laborista Jeremy Corbyn: se estima que la práctica del ‘dumping’ que practica China, inundando el mercado con acero barato, se traduce en una pérdida estimada de 5.000 puestos de trabajo en la industria británica.
La ralentización económica del gigante chino quedó también en segundo plano, así como las reservas recién expresadas en un informe interno sobre los riesgos para la seguridad nacional que puede suponer la entrada de China en el futuro nuclear del Reino Unido.
La nueva central de Hinkley Point, presupuestada en 33.000 millones de euros, será ejecutada por EDF Energy, con la aportación técnica de los dos grandes conglomerados nucleares chinos, CGN y CNNC. Según los planes iniciales, la central estará operativa en 2023 y China podría hacerse con una tercera parte de las participaciones.
La visita de Xi Jinping tendrá también un carácter educativo, con parada obligada en el Imperial College. No es de esperar, sin embargo, que el presidente chino y señora se dejen caer por la Royal Academy of Arts, donde el artista Wei Wei recrea sus 81 días de confinamento en una celda de aislamiento.
Madame Peng, ídolo de la música y la televisión en su país, mostró eso sí un gran interés por contemplar la Colección Real en Buckingham, donde se conserva un retrato del Emperador Quianlong fechado en 1795. Tan directo siempre en sus observaciones, Felipe de Edimburgo apuntó al retrato y le dijo a Xi Jinping: «Ahí tiene a uno de sus predecesores».
