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Régimen

Laureano Márquez P. Ago 29, 2019 | Actualizado hace 1 mes
En defensa de la UCV

COMO EGRESADO DE LA Universidad Central de Venezuela, no puede uno permanecer impávido e indiferente ante este nuevo atropello a nuestra alma mater

La democracia es el mejor sistema de gobierno que se ha podido dar el ser humano a lo largo de la historia, es el que iguala a los ciudadanos, confiriendo a cada uno el mismo derecho a opinar sobre los asuntos que a todos nos conciernen en un complejo equilibrio entre justicia y equidad. Así como es el mejor sistema de gobierno, es también el más débil, si no hay tras él una visión ética de la política y un proceso de preparación creciente y sistemático de la población para la exigente tarea del ejercicio de la ciudadanía. 

La mayor debilidad que la democracia presenta es que democráticamente se puede optar por la extinción de la democracia al escoger una opción cuyos postulados sean la negación de la misma. Sucedió en la Italia fascista, en la Alemania nazi, también en la Venezuela chavista. Los caudillos no democráticos, lo primero que hacen al llegar al poder es desnaturalizar la democracia, convenciendo a la población -y a ellos mismos- de que la  aclamación popular sustituye a la democracia, de que al encarnar ellos la auténtica voluntad del pueblo, las votaciones son intrascendentes, por ello, cuando se hacen -si se hacen- deben blindarse los sistemas electorales para que no permitan que triunfe una opción diferente.

La existencia de la democracia no significa que todo deba ser sometido al voto popular. Por ejemplo, se cuestiona mucho en los últimos tiempos que se convocara, en el Reino Unido, a un referéndum para decidir la salida de la Unión Europea. Someter un tema de tal trascendencia a las pasiones del momento no fue una buena idea. Terminó ganando una opción que dividió al país y complicó las cosas para todos, incluido el propio Reino Unido. El liderazgo democrático debe implicar también un ejercicio de formación ciudadana. La enemiga principal  de la democracia es la demagogia. 

Hay temas e instituciones que requieren de una ponderación que también es democrática.  ¿Se imaginan los lectores -por ejemplo- qué consecuencias tendría para la justicia que los jueces fuesen electos con campañas electorales? Aunque los jueces sean electos, se busca para ellos un sistema de elección que pondere su capacidad académica, jurídica y profesional para el cargo. Se busca -en teoría- que lleguen los más capaces y justos y no los más populares. Ideal sería una democracia en la que el pueblo eligiese también a sus mejores jueces, pero en la realidad no es usualmente así.

Algo similar sucede con las instituciones académicas. Su democracia es de una naturaleza diferente porque se intenta que en la elección de sus autoridades, la preparación, la capacidad, la trayectoria académica tenga un peso específico en función de la propia esencia de la institución. Por eso, en las elecciones universitarias se da mayor peso en la votación al académico e investigador de larga trayectoria que al estudiante recién inscrito. Tiene lógica, se supone en teoría, que el primero debería tener un mayor conocimiento de los requerimientos y necesidades de la universidad. Dicho en otras palabras: en ciertas instituciones es más democrático (para su existencia y supervivencia) que haya algo menos de democracia, aunque suene contradictorio.

Los togados que se hacen pasar por Tribunal Supremo de Justicia, consideran que en las elecciones de la Universidad Central de Venezuela debe haber voto igualitario. Es su último desesperado intento  de destruirlo todo, se pretende también acabar con nuestra universidad. Las instituciones académicas de Venezuela, con la UCV a la cabeza no se han doblegado ante el régimen, han sido por el contrario centros de resistencia, casualmente en defensa del sistema democrático.

Es comprensible que la universidad represente el principal enemigo para un régimen que en su esencia y existencia es contrario a la razón.

 

@laureanomar

 

Laureano Márquez P. Ago 20, 2019 | Actualizado hace 1 mes
Emilio Lovera

CONOZCO A EMILIO LOVERA desde mis inicios en Radio Rochela, allá por el año 1987. Más que amigos y compañeros de trabajo, somos hermanos, nos tenemos cariño y confianza. Hemos sido socios en diversas actividades humorísticas que no nos han vuelto millonarios -como mereceríamos serlo-, pero que nos han dado la inmensa alegría de dar alegría a nuestro prójimo y también de hacerle pensar un poquito. Aunque suene un poco alabancioso, cuando nos reunimos en el escenario se produce una mágica combinación de dos estilos de humor que -juntos- hacen un tercero, que es nuestro sello como pareja de humor.

Desde que conozco a Emilio, hace más de treinta años no le he visto hacer otra cosa que trabajar honestamente en los escenarios, llevar una vida modesta y decente, comportarse como ciudadano ejemplar. Ha metido la mano para ayudar a todas las causas y personas que ha podido, sin hacer alarde de ello. Como hombre del espectáculo, ha hecho lo posible por dignificar la profesión del humorismo en el país, propiciando el respeto por los artistas. Es pionero en esto de hacer del humor un trabajo serio y tratado con justicia. En este transitar, ha ayudado a muchos compañeros a lo largo de su vida -entre ellos a este servidor de Internet- y lo ha hecho con generosidad, sin ese temor que suelen tener algunos artistas de que otros brillen y les desplacen. Se goza con el talento de sus compañeros y con su éxito, les da ideas y les anima. Cuando le han confiado espacios para la comedia, ha involucrado a nuevos comediantes, algunos le han pagado de mala manera, como aquel que le robó un terrenito en Mérida.

En fin, conozco la vida de Emilio desde las durezas de su infancia. He visto su evolución, su progreso, que, aunque ha sido meteórico en talento, ha sido modesto, gradual y lleno de complicaciones y altibajos en lo material. Este último año ha sido especialmente duro para él, por las razones que ya él ha explicado suficientemente. No ha podido trabajar y por tanto no ha tenido ingresos que declarar.  Esta semana el organismo tributario ha suspendido los espectáculos con los que volvía a los escenarios y a su único “modus vivendi”: el del humor. 

Emilio Lovera, quien suscribe, muchos periodistas y personas incómodas para el régimen por sus opiniones, hemos sido declarados contribuyentes especiales desde hace muchísimos años, desde los tiempos del intergaláctico.   Dice el dicho: “cree el ladrón que todos son de su condición”. Como esta gente piensa que el dinero es lo más importante para nosotros, están convencidos de que nos amedrentarán y silenciarán con la amenaza tributaria. No lo han logrado a pesar de múltiples investigaciones  y multas a las que hemos sobrevivido y seguiremos sobreviviendo. En Venezuela aún hay muchas personas trabajando digna y decentemente. Ser honesto en nuestra tierra te coloca en situación de minusvalía. Serás castigado y perseguido por ello. A pesar de lo cual, hay que seguir insistiendo para que algún día en nuestra tierra el esfuerzo, el talento y la probidad desplacen el “vivamos, callemos y aprovechemos” del que hablaba Picón Salas y sean tenidos como un valor y no como un defecto que te convierte en pendejo.

Por lo demás, nada de raro tiene que en un país regido por  choros, el mal ejemplo de un trabajador decente sea sancionado. En honor a la verdad, hay persecuciones que reconfortan. Llama la atención que esta misma semana una investigación de un diario español habla de la sociedad de la primera familia del país con la explotación delincuencial -y destructora del frágil equilibrio ecológico- del oro en el llamado arco minero, un espectáculo nada divertido al que -curiosamente- nadie se atreve a poner fin.

 

@laureanomar

 

Juan Guaidó denunció que el régimen pretende disolver la Asamblea Nacional
JUAN GUAIDÓ, PRESIDENTE ENCARGADO de Venezuela denunció a través de sus redes sociales que el régimen de Nicolás Maduro pretende disolver la legítima Asamblea Nacional. 
 
“Quiero decir con mucha responsabilidad que hemos recibido información importante sobre las pretensiones de una nueva locura; una locura que hemos visto en una dictadura, en un régimen que no tiene escrúpulos. Pretenden clausurar ilegalmente el Parlamento venezolano; por eso la convocatoria del día de mañana (lunes) de manera casi irregular de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC)”, dijo Guaidó.
 
El jefe del parlamento también alertó que el día de mañana se pretende disolver el parlamento, convocar ilegalmente elecciones parlamentarias y hasta perseguir masivamente a diputados de oposición. “Solamente convocan cuando van a perseguir o cuando van a allanar inmunidades parlamentarias”, dijo.
 
Guaidó aseguró que no solo ha advertido a la comunidad internacional sobre los planes del gobierno de Maduro, también pidió a los venezolanos prepararse para una ofensiva política como se ha venido haciendo. 
 
“Hemos enviado los mensajes pertinentes de alerta a la región, hemos enviado y recibido información importante tanto de la comunidad internacional como de parientes militares de la Fuerza Armada que no están de acuerdo con ninguno de estos elementos. Hemos recibido de actores del régimen, incluso, que están buscando mejores alternativas”.
 
Juan Guaidó además anunció que este lunes 12 de agosto hará algunas designaciones de Gobierno para avanzar en la ofensiva clara y política, para seguir transitando el camino establecido desde el principio y que pasa por el cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. 
 
Finalmente refirió que si el régimen intenta secuestrarlo como ocurrió en enero “poco funcionará” porque cada acto de represión que han tomado solo ha generado mayor presión internacional, mayor rechazo popular, mayor división entre el régimen.
 
“Si mañana hacen lo pretenden hacer, resultará una fase de conflictividad superior para todos nosotros porque vamos a ejercer nuestra reivindicaciones propias, vamos a ejercer nuestros derechos. Pueblo de Venezuela estemos alerta a los próximos acontecimientos porque si la dictadura decide seguir el camino que proponen llevar quienes sumieron al país en el caos, por su puesto que nuestra respuesta va a venir con nuestra gente, con la FAN, con la comunidad internacional”. 
Laureano Márquez P. Ago 06, 2019 | Actualizado hace 1 mes
El sentido del ridículo

DICEN QUE EL SENTIDO DEL RIDÍCULO “es aquello que nos hace estar pendientes por no hacer nada que pueda causar molestia o provocar risas por parte de los demás”. Hay personas que tienen un alto sentido del ridículo y otras en las que escasea, es decir, personas que tienen una mínima preocupación porque aquello que dicen o hacen mueva a la risa. Hay muchos tipos de risa. Para un comediante, por ejemplo, la risa de los demás constituye la mayor satisfacción, vive para ello. Esto no quiere decir que él haga el ridículo, pues si alguien tiene un elevado sentido del ridículo es el comediante. La risa que el ridículo produce es diferente: no es humorística, sino que se convierte es una expresión de lástima o vergüenza.

Recuerdo, hace muchos años, haber asistido al montaje de una versión de Otelo en la que trabajaba un querido compañero de Radio Caracas Televisión. Durante la representación del clásico teatral, los asistentes reíamos de buena gana al ver el divertido montaje cómico que un elenco de actores dramáticos había conseguido de la célebre tragedia de Shakespeare. Cuando al final de la obra acudí a felicitar a mi compañero –que era, casualmente, el que daba vida al moro de Venecia–, el ambiente en el camerino sí que era de verdadera tragedia. Él, con los ojos vidriosos de llanto, me preguntó: “¿pero por qué se reían?”. La pregunta me puso al tanto de que la auténtica desgracia se desarrollaba detrás del escenario: esa divertida obra, la que yo como cómico habría querido montar, constituía para estos actores dramáticos una verdadera fatalidad: habían hecho el ridículo. De hecho, la única función de una anunciada larga temporada fue la del estreno. Es curioso la delgada línea que a veces separa las cosas: al serio le angustia la risa y al cómico la seriedad.

Todas estas reflexiones sobre lo que significa hacer el ridículo vienen a cuento por la noticia que hoy, 6 de agosto de 2019, aparece reseñada por la agencia de noticias EFE: “El Gobierno de Maduro sugiere a los venezolanos postergar los viajes a EE.UU. por los tiroteos”. El régimen alude a las trágicas masacres acaecidas en los Estados Unidos en los últimos días: la de El Paso, que dejó un saldo de 22 personas fallecidas y 24 heridos y la de Ohio, con 9 fallecidos y 27 heridos, lo que, sin duda, constituye una catástrofe lamentable, una nueva muestra de la locura enfermiza que evidencia el tema de los tiroteos en los Estados Unidos y el delicado tema del control de armas, siempre polémico en la sociedad norteamericana.

Ahora bien, dicho lo anterior, hay que decir esto otro: que un régimen que asesina, tortura, quita la vista a adolescentes, lanza a presos políticos del décimo piso, asesina a jóvenes manifestantes en las calles, un régimen responsable de lo que de seguido se describe:

  • “En las últimas dos décadas más de 300.000 venezolanos fueron asesinados, lo que arroja un promedio de al menos 41 homicidios por día” (es decir: Venezuela tiene 2 El Paso cada día) (O.V.V.).
  • “Más del 60% de los asesinados en los últimos 20 años (cerca de 200.000) tenían entre 14 y 29 años cuando perdieron la vida, en tanto que el 90% eran hombres y más del 80% vivían en la pobreza.” (O.V.V.):
  • “Otra consecuencia de esa falta de respuesta por parte de las instituciones es el uso de la “justicia privada”, que ha incrementado en los últimos años los casos de linchamiento y de asesinatos por encargo, “que ocurren en situación de impunidad y pérdida del Estado de derecho”. (O.V.V.).
  • “Entre 2016 y 2018, los funcionarios de seguridad mataron a 18.339 personas, equivalentes a 509 ciudadanos por mes, y «en lo que va de 2019 los cuerpos policiales han asesinado a 15 personas a diario bajo el argumento de haberse resistido a la autoridad» (Briceño León)

La lista seguro es más larga y dolorosa. Pero repito: que un régimen responsable del agobio de sus connacionales por todos los crímenes descritos, les sugiera que no visiten a los Estados Unidos de América por el peligro que esta visita podría acarrear para su seguridad, es muestra inequívoca de que se ha perdido todo sentido del ridículo.

En nuestro caso, la desnudez del rey es patéticamente pornográfica.

 

@laureanomar

Ya apagaron las luces, ¡ahora váyanse!, por Armando Martini Pietri

CONOCEN LA EXPRESIÓN CUANDO las cosas llegan a extremos y no hay posibilidad de arreglo, “¡apaga la luz y vámonos!”. Sucede que el castro madurismo en vez de gobernar desbarra; ha apagado luces en varias oportunidades en medio año -sin contar apagones locales-, pero no termina de irse. Ni tampoco de arreglar el problema, empeorado por quienes manejan el sector eléctrico sin saber qué hacer y quienes se han robado miles de millones de dólares que nunca llegaron, sino a billeteras de ladrones bolichicos.

Al régimen se le volvieron a extinguir las luces y ni sus jefes sabían qué decir, qué explicar, más allá del desgastado recurso del ataque electromagnético con ondas de no sé qué lavativa; de la agresión estadounidense, de no poder comprar equipos ni hacer adecuado mantenimiento por culpa de sanciones imperialistas, como si el desastre eléctrico fuera problema de dos o tres años.

Tan mal va el país que más de uno se aguantaría otro mega apagón si a cambio el usurpador termina de irse, y lo de aplicar justicia será cosa posterior que, no pierde vigencia en gran parte del mundo, incluso en países que puedan prestarse a recibirlos a cambio de una tajada de las fortunas y, aún con protecciones, en momentos logran ser alcanzados por los tribunales.

El mundo está al corriente que los apagones continuarán, la única respuesta del oficialismo -aparte de las excusas de comiquita- es poner preso al que tenga la osadía de ejercer su derecho democrático y constitucional de advertir los riesgos que corremos los venezolanos. 

No sólo los que se jueguen neveras y artefactos eléctricos, sino los miles que quedan atrapados en ascensores o tienen que subir y bajar escaleras a oscuras. Salir de los vagones del Metro a pie, los que no tienen capacidad económica para cambiar un equipo dañado ni aire acondicionado para los calores que padecemos, sino que encima se les estropea el ventilador. Los enfermos hospitalizados, quienes están siendo operados -si la suerte ha permitido conseguir medicina e insumos médicos; los que pierden alimentos guardados, que no siempre aguantan con firmeza los embastes del castro socialismo. 

Piden no realizar llamadas telefónicas mientras solventan fallas, solicitan no encender aparatos domésticos, ruegan no usar gas, recordando tiempos pretéritos, kerosene o leña. Se implora retirar solo 6 mil bs por día, tratar no comer nada o una vez al día, no consumir agua ni bañarse, y un inmenso etcétera; para luego darles gracias por la atención y rematan insultándonos con la bolsería, ¡sigamos haciendo patria!

Lo que advierten especialistas experimentados, incluso trabajadores, es que la red termoeléctrica casi no funciona y todo el peso se le cuelga a la energía hidroeléctrica que viene de Guri, cuyos equipos, están semiparalizados y a los cuales se les demanda más del máximo.

Ya que apagaron la luz venezolana, ¡váyanse de una vez!

Pasando lo que no está sucediendo, sorprende el silencio horrorizado. Mutis sobre las delicias de Barbados y Foro de São Paulo, como aquella niebla londinense de novelas y películas dentro de la cual podía pasar cualquier cosa, desde Mary Poppins llegando en paraguas, hasta los brutales asesinatos de Jack el Destripador.

Mudez que llama la atención. Políticos, siempre ansiosos de anunciar buenas nuevas fuesen reales o no. El silencio pesa mucho en un mundo abierto por las redes sociales, que en Venezuela son frenadas por la censura y confusión, mientras alimentos son cada vez menos, los que quedan cuestan más y el régimen, en vez de bajar -o al menos disimular- la guardia, incrementa la represión y descaro.

El silencio destaca, la crisis devastadora castro madurista, habla mucho a través de sus voceros, pero nada dice, a tal punto que incluso países y organismos internacionales hasta no hace mucho miraban hacia otro lado, ahora se fijan en esta Venezuela despedazada y sin luz.

Hay silencio que en realidad es una densa expectativa ciudadana, muy pocos creen que el oficialismo en el poder pueda arreglar nada, y ese escepticismo no beneficia al país. Hay silencio y niebla, pero también iluminación difusa que señala un punto de origen, y crecimiento en la convicción ciudadana concluyendo inevitable: el madurismo tiene que irse. 

La bruma apaga incluso voces de advertencia de la conciencia de quienes no transigen posiciones. Otros suavizan entendimientos entre el madurismo y socios opositores en defensa de intereses y prosperidad, opacan furias de quienes no olvidan fraudes, delitos políticos, económicos y sociales.

Neblina y afonía que preocupan, desconciertan, pero también dejan claro. Es imposible devolverse.

@ArmandoMartini

México congela cuentas de empresas que vendieron alimentos de baja calidad a Venezuela

LA SECRETARÍA DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO DE MÉXICO (SHCP), informó este miércoles que fueron congeladas 19 cuentas bancarias de personas y empresas involucradas con la venta de alimentos de mala calidad al régimen de Venezuela, el cual los reparte entre la población más vulnerable, manipulando de igual manera el precio de los mismos.

El gobierno mexicano ha presentado también tres denuncias judiciales vinculadas a este caso que la Fiscalía investiga desde el año 2016, y por el cual, en octubre del año pasado, ya había impuesto sanciones monetarias por tres millones de dólares a algunos responsables.

Por otro lado, el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda (UIF), Santiago Nieto, afirmó ante varios periodistas que «el monto de las primeras irregularidades detectadas» en las cuentas congeladas de los involucrados «era de más de 150 millones de dólares». Por ello, la Fiscalía mexicana estableció que las empresas y personas investigadas obtenían recursos del régimen venezolano para, de igual forma, adquirir alimentos y especular comercialmente con ellos. 

Como un intento anticipado de cubrir la evidente crisis económica alimentaria, política y social, el gobierno  de Nicolás Maduro instaló únicamente desde el año 2016 en las zonas populares los llamados «Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP)», un sistema de distribución de alimentos básicos de mala calidad, que en muchas ocasiones se encuentran vencidos y no llegan a su destino. Estos vienen en paquetes con leche en polvo, harina de maíz, aceite, arroz, y frijoles.
 
Son evidentes las constantes denuncias a estos productos, los cuales no cumplen con estándares mínimos de nutrición; y las investigaciones periodísticas las respaldan asegurando que detrás de estas despensas se teje una red de corrupción y lavado de dinero entre empresarios cercanos al a Nicolás Maduro. Según las autoridades del Estado mexicano, los intermediarios adquieren productos de baja calidad y los exportan a Venezuela con sobreprecio a través de los CLAP
 
La crisis venezolana ha forzado a migrar desde el año 2015 a unos 2,7 millones de ciudadanos (de una población de 30,6 millones de personas), según cálculos de la Organización de Naciones Unidas. La espera de aquellas zonas más vulnerables que solo dependen de una de estas bolsas de comida para saciar el hambre, continúa. Y el cuadro de desnutrición de los venezolanos, que es un hecho irrefutable, se encuentra en estos momentos en un constante incremento del que, la población no puede valerse de su propia voluntad para disminuirlo.
 
 

 

Rusia apuesta por negociaciones en Barbados como solución a la crisis

EL MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES DE RUSIA, Serguéi Lavrov, afirmó este martes que su país respalda las negociaciones entre los representantes del Presidente Interino de Venezuela, Juan Guaidó, y el régimen de Nicolás Maduro. Asimismo, está interesado en que se pacte una solución que permita superar la crisis que hoy sufre Venezuela.

Lavrov recalcó que Moscú saluda las negociaciones que se llevan a cabo en el llamado proceso de Oslo, al referirse a las conversaciones en Barbados entre la delegación de Guaidó y el régimen, las cuales se desarrollan con mediación en Noruega.

«El pueblo y el gobierno de Jamaica quisieran que todas las partes del conflicto venezolano pudieran solucionar lo antes posible los problemas existentes. Quisiéramos que en Venezuela se restablezcan la paz y la estabilidad», dijo por su parte Johnson.

En cuanto a las relaciones entre Kingston y Moscú, la ministra de Jamaica destacó el interés de su país en firmar con Rusia un memorándum de entendimiento y de consultas regulares para asuntos económicos y comerciales.

 

*Con información de EFE

Víctor Maldonado C. Jun 25, 2019 | Actualizado hace 5 días
2021 el año de la distopía
 
 
 
A David Moran, el amigo
 
A VECES NUESTRA ORACIÓN NO ALCANZA los oídos de Dios. Los venezolanos estamos inmersos en la terrible circunstancia de no poder alcanzar la salida a una trampa laberíntica, llena de falsas salidas y consignas fraudulentas. La gente tiene razón en sus dudas, porque lleva veinte años de lucha inútil, en los cuales se ha intentado casi todo, y sin embargo, todavía nos resulta imposible desasirnos de esta pesadilla, de este castigo similar al absurdo de hacer sin sentido alguno, tal y como Mercurio decidió castigar a Sísifo, amante de la vida por la vida misma, a quien condenó a llevar una piedra hasta la cima, simplemente para verla caer hasta la llanura. Y esto, una y otra vez.
 
Los totalitarismos son sistemas institucionalizados de represión. No tiene rostro aprehensible, tiene vocación de omnisciente omnipresencia, supuestamente capaz de estar en todos lados, de saberlo todo, de construir un gran expediente de cada uno, que le permite golpear allí donde duele más. Para ellos su ocupación primordial consiste en practicar el juego del gato con el ratón. Sus garras encajan allí donde se asoma la disidencia. Se trata de reducirlo todo a una incidencia estadística con el fin de reducir al individuo a una categoría superflua, inhabilitado para construir e imaginar proyectos de vida. Los totalitarismos niegan el derecho elemental de soñar, tratando de que nuestra vivencia sea un fatal e indoblegable insomnio.
 
A diferencia de la tiranía, que se personaliza en el tirano, o de las dictaduras convencionales, con su junta de comandantes y el estamento militar como titular del poder ejercido, el totalitarismo es un intento de copar toda la trama, ser a la vez protagonista, antagonista, y todos los personajes secundarios. No acepta desvío alguno de una narrativa predeterminada. Tampoco tolera improvisaciones en el libreto. Todo, absolutamente esta pautado, incluso esos brotes de rebeldía que al final se disuelven entre la frustración y el desasosiego. Y también las esporádicas huidas.
 
Hannah Arendt, la creadora del término, señaló preocupada que en las fauces del totalitarismo la política deja de tener su sentido original como “búsqueda afanosa de la libertad del hombre”. Todo lo contrario, en este tipo de regímenes la política se convierte en su antítesis, porque el poder se practica para tratar de esquilmar a los ciudadanos toda posibilidad de actuar como gestores del propio progreso, pero todavía peor, evita por todos los medios que el ser humano pueda compartir una visión del mundo, dinamita los consensos y nos coloca a todos en la infeliz circunstancia de intentar la mera supervivencia, donde el otro se vuelve fatalmente irrelevante.
 
El totalitarismo nos somete a la agonía política, al jadeo constante, a la inaccesibilidad del otro, reducidos a lo mismo, la mirada nublada por una oscuridad que se cierne sobre el todo, que pesa y abruma. Se pierde interés por la vida con propósito, que parece un esfuerzo imposible. Se pierde interés en el otro, no hay fuerza suficiente. Nos incapacita para luchar contra la imposición de un paisaje de hambre, enfermedad, violencia, cárcel y muerte. Lo vemos y nos parece normal. Nos castra la indignación y nos transforma en impertérritos espectadores de nuestro propio exterminio. Por eso es obvia la respuesta al por qué muchos se reducen a la servidumbre mas abyecta sin poder resolver a favor el conflicto. Sin dar la pelea.
 
La gente tiene derecho a sentir esta frustración generalizada. Está permanentemente bombardeada por los sinsentidos y las paradojas que tienen como propósito el horadar el sentido de realidad de la mayoría, que no logra entender la escasez de relaciones causales cuando se trata de buscar fórmulas para intentar la liberación. No entienden por qué nunca se logra salir del laberinto, y cuales son las razones que les tocó en suerte el ser parte de esta devastación. Los totalitarismos transforman a los países en campos de concentración donde la única conducta valiosa es la huida, o el encaramiento de los costos crecientes del colapso.
 
Vivimos la verdadera antipolítica, engendro natural de la violencia, que a su vez provoca tantos desencuentros. Porque ellos se encargan de descuartizar la disposición a la convivencia entre los que son diversos. Porque ellos son los verdaderos inventores del unanimismo impracticable, una versión especular del mismo totalitarismo excluyente que se paga y se da el vuelto, perfectamente pautado para que nada extraordinario ocurra, y siempre el régimen termine siendo el que rige, mientras que los que gravitan a su alrededor deban conformarse con el rol de oposición apaciguada. La antipolítica se mueve dentro de los confines del mal. Benedicto XVI afirma que “la violencia siempre tiene en sí algo de bestial y sólo la intervención salvífica de Dios puede restituir al hombre su humanidad”. Pero hay que pedir su ayuda. ¡No podemos solos!
 
Para que el régimen no termine engullido por el final de la historia, se provee a sí mismo de una narrativa novelesca donde las cosas ni son ni ocurren como parecen. Pero allí están, con la provisión de estímulos intermitentes, para que sigamos jugando una partida trucada por anticipado. Ellos solo quieren un buen espectáculo. Solo los muy esclarecidos aprecian la trampa y renuncian a seguir jugando.
 
Por eso, por su dimensión sistémica y su vocación de control total, no tiene ningún sentido creer que sea posible una negociación para su desalojo ni un esquema de convivencia entre propuestas tan antitéticas. Una significa la total anulación de la otra, tal y como ocurre entre la libertad y la servidumbre. Tampoco se puede esperar que una forma arbitraria de regir tenga la disposición de cumplir sus compromisos. Y finalmente, es imposible que coexistan la lógica del saqueo y la devastación con una que propenda a la reconstrucción productiva y del sistema de mercado. Dicho de manera más clara. Una rotación del presidente del ejecutivo, dejando indemne el resto del sistema, no perturba el carácter totalitario de lo que vivimos. No tenerlo claro nos hace perdedores perpetuos. Ya llevamos veinte años.
 
Entonces, ¿Cómo nosotros logramos combatir la desolación generalizada? Si al régimen le conviene la desolación, a nosotros nos debería convenir la moralización del país. Solamente un país devastado en su autoestima se conforma con la escasez de resultados genuinos y la falta de impacto político para lograr su liberación. Tener la moral en alto significa mantener el sentido de realidad para hacer lo que se deba hacer con el fin de destruir un sistema perverso y sustituirlo por otro que garantice derechos y libertades.
 
Necesitamos tener una versión de lo que significa liberar al país. Que no es solamente cambiar al presidente sino derrotar un sistema de opresión y servidumbre que se ha instaurado desde el poder arbitrario y que niega garantías, derechos, seguridad y justicia. Liberar al país significa entonces instaurar una república civil que resguarde al ciudadano y le permita vivir y progresar en libertad, sin miedo a la violencia, y sin temor al regreso del totalitarismo.
 
Necesitamos un discurso de ruptura. No podemos seguir cohonestando un juego perverso que nos condena a la servidumbre mientras vemos cómo saquean al país y lo convierten en tierra agreste y violenta. No podemos seguir participando en una relación arbitraria que nos quiere reducir a ser las fichas desechables de un actor que presume de ser todopoderoso. No podemos seguir sosteniendo, ni siquiera con nuestra indiferencia, un orden social y político que nos condena al exterminio. No podemos jugar a ser los sumisos miembros de un campo de concentración, pero tampoco aspirar a seguir siendo los que colaboran con el régimen que nos tiene en condición de reclusos.
 
Necesitamos comunicar mejor que si es posible la liberación del país. Y que por lo tanto es irrelevante pensar en una imposible connivencia con un régimen que no puede sobrevivir con injertos de democracia. Los sistemas totalitarios se especializan en comunicar sus mentiras. Son expertos en propaganda, y en comprar voceros formalmente independientes que amplifican y le dan credibilidad a lo que ellos quieren “informar”.
 
Necesitamos mantener el foco en la realidad. Un país que ha visto arruinar sus empresas públicas, que vive las consecuencias del saqueo más brutal y que ha sido sometido a la devastación de su economía no puede creer en la eficacia de un régimen tan incapaz. Ellos viven la crisis de los rendimientos decrecientes. Ellos han quebrado su sistema simbólico. Nosotros no podemos mantenerlo vigente, ni con el beneficio de la duda, ni con esa práctica de la evasión que se niega a tratar el presente tal y como es.
 
Necesitamos articular medios y fines. El cómo es importante. Implica calibrar las fuerzas y pedir ayuda de ser necesario. Lo hemos dicho anteriormente, pero vale la pena repetirlo. Si encaramos un régimen totalitario, solos nunca vamos a poder, por nuestra condición de víctimas civiles, que no pueden enfrentar con éxito un régimen armado y sin pudor a la hora de usar la fuerza pura y dura. Necesitamos pedir ayuda hasta que consigamos los mejores medios para nuestro rescate. Y concentrarnos en ese curso estratégico sin caer en la tentación de volver a desempeñar el rol de actores de reparto en el guión totalitario.
 
Necesitamos transformar el enfado y el desinterés fatalista en capacidad para actuar a favor de la liberación del país. Implica arrebatar al régimen totalitario el resentimiento y el odio funcional y volverlo contra ellos. Eso solo es posible mediante contraste radical, sin concesiones, sin la impostura de la falsa compasión política. Mientras la gente considere que no hay cambio real entre las alternativas disponibles, no será posible el cese de la usurpación. Hay que habilitar los significantes de integridad versus corrupción, libertad versus represión, mercado versus estatismo, propiedad versus colectivismo, estado de derecho versus arbitrariedad, soberanía del ciudadano versus autoritarismo del funcionario, sobriedad republicana versus prepotencia caudillista, visión de libre desarrollo versus servidumbre totalitaria. Hay que vivir y difundir el contraste. No se puede vivir como corrupto y proponer honestidad.
 
Necesitamos desmontar el engranaje totalitario que acumula poder sin otro fin que concentrar todo el poder. Ese esfuerzo está íntimamente relacionado con la trampa, el ventajismo, la corrupción y el saqueo. No se puede negociar la liberación del pais teniendo como socios a los que han condenado al pais a un proceso tan brutal de devastación. La política alternativa debe comprometerse a un proceso radical de multiplicación de los poderes a través de esquemas de delegación, descentralización y ampliación de los procesos genuinos y autónomos de participación, para garantizar diversidad, pluralidad y respeto. Este es el objetivo de la libertad.
 
Si el régimen sobrevive aún es porque su narrativa y sus procesos de comunicación y retroalimentación están intactos. Y lo están porque la oposición es funcional, piensa de la misma manera y tiene los mismos fines. Esa relación simbiótica no está concebida para liberar al país sino para sobrevivir, independientemente de las condiciones ecológicas. De mantenerse, el 2021 será nuestro 1984, porque tal y como lo decía Orwell, los que desean libertad “hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán, y hasta después de haberse revelado, no serán conscientes. Ese es el problema”.
 
No olvidemos que por todas estas razones, la liberación del pueblo venezolano es una cruzada espiritual. Hemos sufrido los embates del mal. Necesitamos restaurar el bien. A veces nuestra oración no parece ser escuchada. Por eso la desolación de sentirnos abandonados. Ojalá podamos decir con Benedicto XVI que, llegado el momento “ell Señor acudió en nuestra ayuda, salvó al pobre y le mostró su rostro de misericordia. Muerte y vida se entrecruzaron en un misterio inseparable, y la vida ha triunfado, el Dios de la salvación se mostró Señor invencible, que todos los confines de la tierra celebrarán y ante el cual se postrarán todas las familias de los pueblos. Es la victoria de la fe, que puede transformar la muerte en don de la vida, el abismo del dolor en fuente de esperanza”. Que así sea.