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Reencuentro

Kristhyan Benitez invita a reencontrarse con las tradiciones
El pianista venezolano presentará el próximo domingo 20 de diciembre un concierto, vía streaming, con el que promete un nostálgico recorrido musical no solo por los sonidos de la navidad, sino también por un icónico repertorio que se paseará por obras clásicas hasta boleros

Fotografia: Anabella Padula

Luego de su muy exitosa presentación en la Concha Acústica de Bello Monte, Caracas, el pasado 8 de marzo junto a la Orquesta Gran Mariscal de Ayacucho, Kristhyan Benítez se reencontrará de nuevo con el público, esta vez, vía streaming, sorteando las limitaciones que la pandemia ha impuesto.

Benítez, considerado el mejor pianista venezolano de su generación, preparó un emocionante repertorio musical compuesto por aguinaldos, obras clásicas, boleros, tangos, folklore, jazz y algunas versiones pop, todo con la intención de que los espectadores reconecten con las tradiciones que se han ido perdiendo en los últimos años.

“La navidad es una época de unión, de reencuentro, de familia… El 2020 ha sido un año particularmente difícil, y en estas navidades muchas familias no podrán reunirse físicamente, pero sí en sentimiento, y es aquí donde la música juega un importante papel, un rol sanador que llena y transforma el alma”, aseguró Benítez.

“Además, creo que es una perfecta oportunidad para regalar una experiencia. Estamos acostumbrados a darnos cosas materiales, pero si algo hemos aprendido durante estos últimos meses es el valor de las vivencias”, agregó el pianista venezolano.

La última vez que Benítez se presentó en vivo fue el pasado 8 de marzo junto a la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho en un concierto por el Día Internacional de la Mujer en la Concha Acústica de Bello Monte, ocasión en la que se rompieron todos los récords de asistencia con más ocho mil espectadores presenciales.

Aunque espinoso, por la pandemia que paralizó al mundo, el 2020 ha sido prolífico para Kristhyan, quien publicó dos álbumes: «Nosotros», una recopilación de éxitos venezolanos de distintos géneros y épocas ganador en los Global Music Awards como mejor álbum. Y «Latin American Classics», un amplio repertorio de clásicos latinoamericanos, editado por la prestigiosa marca de pianos Steinway & Sons, del que es artista exclusivo.

La cita será el próximo domingo 20 de diciembre a las 8:00 pm hora Venezuela (7:00 pm Miami), cuando Benítez, residenciado en Nueva York, ofrezca un recital de más de 60 minutos completamente en vivo, pero que quedará disponible on demand hasta el viernes 25 de diciembre. Los tickets están a la venta en la plataforma ticketplate.com

Reencuentro con las tradiciones
Reencuentro con las tradiciones

Acerca de Kristhyan Benitez

“Es uno de los más brillantes lideres del proceso musical venezolano y del continente”, así lo calificó el maestro José Antonio Abreu, Fundador del Sistema de Orquestas y Coros de Venezuela. Y es que a sus 37 años de edad, este pianista caraqueño acumula una magnífica experiencia artística. Se ha presentado con la Sinfónica de Berlín, con San Francisco Symphony Orchestra, Sinfónica Nacional de la Habana, Miami Symphony Orchestra, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Orquesta de la Universidad Autónoma de Nueva León, Palm Beach Symphony, Orquesta Sinfónica Teresa Carreño, Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y con casi todas las orquestas venezolanas, bajo las batutas de los Maestros Claudio Abbado, Gustavo Dudamel, Piero Gamba, James Orent, Ramón Tébar, Giancarlo Guerrero, Eduardo Marturet, Carlos Riazuelo, Felipe Izcaray, Jose Luis Castillo, Alfredo Rugeles, Benjamin Zander, Patrick Lange, y Maestros de su misma generación como la mexicana Alondra de la Parra, y los venezolanos Christian Vásquez y Diego Matheuz.

Benítez inicio sus estudios de piano a los cuatro años de edad con la pianista venezolana Olga López. Ha recibido clases con Susan Starr, Judit Jaimes, Frank Fernández, Abraham Abreu, Marco Antonio D’Almeida, Walter Blankenheim, Elgin Roth, Lylia Zilberstein, Tamas Ungar, Solomon Mikowsky, Nelson delle Vigne, Cyprien Katsaris, Jerome Lowenthal, Jaques Rouvier, Jean-Phillipe Collard, Michael Lewin, entre otros.

Ha cursado estudios en Oberlin Conservatory of Music, Ohio; en Manhattan School of Music, Nueva York; L’Ecole Normale de Musique, Paris, y en Boston Conservatory at Berklee, donde recibió el Doctorado en Artes Musicales y el Artist Diploma con el que representó a dicha institución como Embajador Musical a nivel mundial.

En los tres últimos años, Benítez protagonizó una gira como solista por 11 ciudades de China, presentándose en importantes teatros como el National Center for the Performing Arts en Beijing, el Fuzhou Fujian Grand Theater, y el LIuzhou Art Center. Además de debutar en el Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, y contar con presentaciones periódicas en España, Miami, Newport, Nueva York y Boston.

El 2 de febrero de 2020 publicó “Nosotros”, su tercer álbum de estudio. Una recopilación de temas venezolanos de distintas épocas y géneros versionadas en piano clásico. El 7 de agosto de 2020 lanzó, de la mano de la disquera de Steinway & Sons, “Latin American Classics” un álbum con diferentes clásicos de la música latinoamericana para piano.

Página Web: http://www.kbenitez.com

E-mail: info@kbenitez.com

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Twitter: @Kristhyan

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Youtube: Youtube.com/kbenitez

Ago 19, 2017 | Actualizado hace 7 años
Primero lo primero, por María Elena Arcia Paschen

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En los últimos meses la turbulencia del momento político y la extrema sensibilidad originada por las circunstancias de la vida diaria aunadas a la conflictividad general han hecho estragos personales en muchos de nosotros hasta el punto, en mi caso personal, de encontrar severamente autolimitada no la producción de ideas sino la forma de expresarlas en el intento de no irritar.

Pero resulta que en esa  decisión «involuntaria» únicamente he logrado mantener amarradas  con cuerdas muy apretadas opiniones, comentarios, visiones, que en estricto apego a la libertad de expresión no son sino sólo eso, manifestaciones personales de mi posición en un momento concreto frente a hechos específicos, que pueden o no cambiar pero que son la fotografía de un instante.

Resulta que fui víctima de mi propia autocensura, de lo que me arrepiento enormemente. Mi intención nunca ha sido satisfacer a todo el  público ni agradar a la galería sino tratar de pensar e inducir a otros a pensar «out of the box», cosa que en estos días no sólo es indispensable sino que diría yo obligatorio si tratamos de buscar soluciones a la situación actual que, como pareciera estarse comprobando, por el «método tradicional» no se han encontrado.

Lamentablemente lo único estable en estos momentos en el mundo es el conflicto, entonces es desde el conflicto que estamos obligados a pensar soluciones y crear.

La innovación en el último milenio ha sido impulsada por el conflicto, no por gente filosofando en oficinas de paredes blancas, citando al historiador escocés  Niall Ferguson profesor en Harvard, Stanford y Oxford, sino por la gente que está buscando soluciones a sus problemas diarios procurando mejorar la calidad de vida. Esto me ha obligado a pensar ¿que es lo primero, recuperar la democracia extraviada o mejorar la calidad de la vida de la gente? Pregunta que seguramente nos podría plantear un enorme conflicto ético, pero que en mi opinión personal nos obliga a escoger entre 2 valores no excluyentes en el largo plazo: ¿para tener democracia necesitamos estabilidad o necesitamos estabilidad para tener democracia?

Esta no tan pequeña disyuntiva pudiera tener una fuerza indescriptible para generar grandes cambios por lo que el orden en  el cual las manejemos será crucial y aquí es donde me propongo hacer un planteamiento, que seguramente para algunos será peor que «escandaloso» sobre el cual he estado reflexionando ya que significa un cambio de paradigmas en la forma de enfrentar el conflicto que estamos viviendo.

Dejemos atrás el esfuerzo en buscar la salida ante tempus de quienes nos gobiernan -mas de facto que de jure – y propongamos una cruzada común para solucionar los problemas de la gente lo que pudiera permitir lograr los siguientes resultados:  1. Demostrar que nos importan más las personas que nuestras posturas ideológicas, resentimientos, heridas, etc 2. Iniciar un proceso de alianzas estratégicas (todos somos necesarios) para buscar soluciones concretas a asuntos económicos y sosciales de extrema sensibilidad. 3. Empezar un desmontaje progresivo de la intolerancia, el odio y de la superioridad moral de unos sobre otros. 4. Mejorar la precaria situación económica y social de la mayoría que clama porque nos ocupemos de ellos. 5. Reorientar las energías y esfuerzos comunes- no ya a atacarnos y defendernos políticamente- sino a buscar puntos de encuentro que nos permitan reentablar la comunicación perdida que tanto daño nos ha hecho como sociedad, algo así como un «alto al fuego». Obviamente este proceso requeriría de compromisos paralelos para ir desandando de forma progresiva, entre otras cosas, posturas radicales, acciones «extra legem», muestras de intolerancia teniendo como norte el reencuentro por el bienestar de todos.

En este conflicto no hay ni pueden haber vencedores ni vencidos y ésto es algo que debemos entender y pregonar y con ésto no quiero decir que vamos impedir que la justicia actúe, sin embargo  tendremos que ser muy cautelosos para evitar convertirnos en vergudos justicieros y alejar la reconstrucción…

Si nos centramos en atender las necesidades de la población de forma CONJUNTA pudiéramos reengranarnos como sociedad, reconociendo nuestras diferencias, admitiendo nuestros errores, y de esta forma ir sembrando las bases para poder reconstruir el país recuperando los valores democráticos extraviados. Es el momento de la realpolitik de los ciudadanos en las regiones, estados y municipios del país que habitan y sufren, allí deben enfocarse entonces nuestros esfuerzos!

 

@malarcia

Bienvenido 2017, que sea año de cambio, amada Venezuela, por Henrique Capriles Radonski

Bandera-Venezuela

 

Nuestro querido pueblo, hace escasas horas recibimos el 2017. Por mi parte comenzamos este año con la intención y vocación intactas de sacar a nuestro país adelante. 2017 tiene que ser año de cambio, año de la recuperación del sagrado derecho al voto, del ejercicio pleno de nuestra soberanía.

2017 debe encontrarnos con nuestro talante libertario, ese que nos ha acompañado por el camino de toda nuestra historia como nación. Es el momento propicio para recuperar nuestro espíritu de lucha, para reencontrarnos con nuestra irreverencia y alegría.

Debemos sepultar el pesimismo y dejar atrás ese sentimiento fatídico de que Venezuela no tiene solución, ese sentimiento de desesperanza que quieren que sintamos los venezolanos y nos acostumbremos a lo malo, eso hay que dejarlo atrás, porque nuestra Venezuela sí tiene solución y de ello estamos convencidos.

En este 2017 debemos ser de nuevo esa nación bendecida, pujante y decente que fue cobijo y suelo firme de muchos que dejaron sus países de origen en busca de oportunidades y progreso.

El año que acabamos de dejar atrás estuvo marcado por violaciones de un gobierno que se ha empeñado en robarnos todo. Recibimos más atropellos que nunca. Lo último que nos robaron fue el Revocatorio, un derecho consagrado en nuestra Constitución, y pese a que el gobierno se empeñe en pisotear nuestra Carta Magna, es nuestra obligación como venezolanos defenderla.

Los días finales del año estuvieron marcados por el desespero, desespero por los costos de los alimentos tradicionales, desespero por no poder brindarle a tus hijos el Niño Jesús que se merece, y se le sumó el desespero por la falta de liquidez, debido al último invento y locura de Nicolás Maduros de sacar de circulación el billete de 100 bolívares de golpe y porrazo.

Los especialistas recomiendan al gobierno que no siga improvisando en esa materia, más aún cuando el gobierno anunció que hay 60 millones de billetes de 500 bolívares en el territorio nacional que ahora dicen que serán distribuidos en la primera semana de enero, mientras se acorta la circulación del papel de 100 bolívares.

Ese papel moneda apenas significa 1,21% de los 4 mil 944 millones de billetes de 100 bolívares. Sencillamente, el país no está preparado para el retiro del billete de 100, se tiene que mantener hasta que entre en circulación el nuevo cono monetario para que el país se mantenga estable en esa materia.

El 2016 dejó demasiadas luces de la catástrofe que significa Nicolás Maduro en el ejercicio del poder. Los delitos por hambre recrudecieron. Cerca de 6 mil protestas se llevaron a cabo obviamente por violación de garantías, 71% por derechos económicos, sociales y culturales y 26% por alimentos y todas fueron espontáneas. El número de saqueos aumentó 200% con respecto a 2015.

Es inaceptable que junto a Somalia, seamos los únicos dos países del mundo en donde reapareció la malaria, enfermedad que fue erradicada en Venezuela entre los años 50 y 60. Y si de asistencia médica pública se trata, la mal llamada revolución tiene al pueblo desasistido, no solo por la escasez de medicamentos que ya ronda el 80% en muchos productos, sino porque además en los 240 hospitales públicos no funciona el 32% de las camas ni el 48% de los pabellones quirúrgicos, cifras conservadoras.

El caos estuvo presente por los cuatro costados del país. Los corruptos que momentáneamente mantienen el poder nos llevaron a cerrar 2016 con cerca de  28.500 personas fallecidas como muertes violentas. Eso significa, 91,8 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Es una completa desgracia que nos hayamos convertido en el segundo país más violento del mundo, antecedido por El Salvador y seguido por Honduras que registran 103 y 59 homicidios por cada 100.000 habitantes, respectivamente.

La violencia está acabando con el futuro del país. La impunidad nos come día a día y por eso la violencia es usada como mecanismo para resolver conflictos.  Van más 200 mil muertes en el país en los últimos años. El Gobierno lleva 17 años sin resolver el problema de la violencia. Han presentado innumerables planes de seguridad y todos han fracasado.

Lo más increíble es que el gobierno lejos de reconocer el caos, huya permanentemente hacia adelante y no acepte sus responsabilidades, si no hay agua es porque los venezolanos nos bañamos mucho, si no hay comida es porque los venezolanos comemos mucho, si no hay papel higiénico es porque los venezolanos vamos mucho al baño, es decir, ellos no son responsable de nada y los venezolanos o enemigos imaginarios del exterior son los culpables de todo.

Lo cierto de todo esto, es que el venezolano desarrolló conductas de supervivencia ante un entorno hostil y cambiante. A pesar de la insoportable incertidumbre y confusión, nuestra mayor fortaleza somos nosotros mismos. Ese venezolano que la llamada revolución quiso destruir, pero no pudo, y que ahora se convirtió en el mayor obstáculo para su permanencia. Ese pueblo que se ha convertido en la mayor amenaza a los corruptos que nos gobiernan. Ese pueblo que ve secuestrado su derecho a ejercer la soberanía, porque no lo quieren dejar votar.

En ese pueblo noble y trabajador confío en este año que acaba de comenzar. Apuesto a su fuerza para ese cambio de rumbo del país en 2017. Son la esperanza. Nuestra patria está esperando por todos y no debemos defraudarla. ¡Que dios bendiga a nuestra Venezuela! ¡Un abrazo grande de inicio de Año Nuevo!

@hcapriles

La tregua de Navidad por Carolina Jaimes Branger

Tregua

 

Yprès, Bélgica. Víspera de Nochebuena de 1914. Los soldados alemanes comienzan a decorar con pinos sus trincheras. De cerca, soldados escoceses y franceses -también atrincherados- sospechan que se trata de una trampa. Esperan un bombardeo de un momento a otro. Sin embargo, los alemanes estaban en realidad celebrando la Navidad.

Después de haber montado sus arbolitos, comenzaron a entonar villancicos, entre ellos Stille Nacht (Noche de Paz). Entonces ocurrió algo mágico: los soldados británicos comenzaron a cantarlo en inglés. Poco a poco y venciendo el miedo, salieron de sus trincheras y se acercaron unos a otros. Intercambiaron whisky, vino y chocolates. Cantaron juntos, rezaron juntos el Salmo 23, dirigidos por un sacerdote escocés que estaba en la trinchera:

 

“El Señor es mi pastor, nada me falta. Sobre pastos verdes me hace reposar, por aguas tranquilas me conduce. El Señor me da nueva fuerza, me consuela, me hace perseverar.

Me lleva por el buen camino, por el amor de su nombre.

Aunque camine por un valle oscuro no temeré mal alguno porque Él está conmigo”.

 A la mañana siguiente, jugaron un partido de fútbol.

 

Los comandantes eran tres capitanes. No había nadie de mayor rango. Tal vez por ello permitieron el acercamiento y se acercaron ellos también. Las guerras se declaran y se deciden en las mesas de los generales, pero quienes pelean y mueren son los soldados y sus oficiales jefes, de menor jerarquía. De hecho, cuando los oficiales  de más jerarquía se enteraron de lo que había pasado, destituyeron o trasladaron a los capitanes. Al contingente francés entiendo que lo enviaron a las estepas siberianas.

Igual suerte corrió el sacerdote escocés, quien fue enviado de vuelta a su pueblo, sermoneado por el obispo quien sí pensaba que “Cristo quería que mataran a los alemanes”. La verdad es que la religión también ha causado una cantidad de guerras y cada quien tiene su interpretación de los libros sagrados.

Reporta Wikipedia: “en los años subsiguientes se ordenaron bombardeos de artillería en la víspera de la festividad para asegurarse de que no hubiera más reblandecimientos en medio del combate. Asimismo las tropas eran rotadas por varios sectores del frente para evitar que se familiaricen demasiado con el enemigo. A pesar de esas medidas hubo encuentros amigables entre soldados, pero en una escala mucho menor que la de los encuentros del año anterior”.

Hay muchas historias que en cien años se han tejido alrededor de la tregua. Unas la extienden hasta febrero de 2015.  Otras relatan que cuando cesó el alto al fuego los soldados dispararon al aire y no contra las trincheras “enemigas”. ¿Cómo se podía ser “enemigo” de alguien con quien se había comido, bebido, celebrado y rezado?

El cine ha tocado el tema varias veces también. Hace poco vi la película francesa “Joyeux Nöel” que trata del tenor alemán Walter Kirchoff, alistado como soldado en la trinchera alemana, quien cantó para sus compañeros y “enemigos” la Nochebuena de 1914. Richard Attenborough dirigió “Oh, what a lovely war”.

Uno de los libros escritos sobre el tema es “Silent Night: The Story of the World War I Christmas Truce” de Stanley Weintraub, testigo presencial del hecho.

Pero en resumen, esto demuestra varias cosas: la primera es que los seres humanos tenemos más coincidencias que diferencias. Nuestra lista de cosas que queremos es muy parecida: ser felices, tener salud, vivir en paz, amar y sentirnos amados. Nuestros miedos también coinciden: que le pase algo a un hijo, perder la vida, la salud, la seguridad…

La segunda es que las guerras, las divisiones –y los conflictos en general- los crean los generales y la oligarquía de turno, no los pueblos.

La tercera es que no hay que pasar por una guerra para luego terminar en una mesa de negociación, firmando un armisticio y buscando un entendimiento. Se puede lograr antes.

Con este sentimiento, cien años después, deseo de todo corazón que los venezolanos nos reencontremos y perpetuemos la tregua. Feliz Navidad para todos.

 

@cjaimesb

Reencuentro y reconciliación por Luis Ugalde

Reconciliacion

 

Los dictadores no dialogan, imponen y excluyen. Por lo contrario, la democracia es diálogo permanente basado en derechos y deberes básicos, comunes entre diferentes, para juntos producir espacio público de vida y dignidad. En Venezuela la voluntad dictatorial anda desatada; para muestra, el medio centenar de leyes decretadas (aunque no elaboradas ni conocidas) en la  recta final de la habilitación presidencial, desplazando al Poder Legislativo. Ahora presenciaremos, nuevamente, el cuento del magnicidio.

¿Reencuentro y reconciliación en medio de brutales descalificaciones y persecución? Se trata de una poderosa invitación al esfuerzo común de construir entre todos una sociedad digna. Encuentro que está consagrado en la Constitución, aunque haya sido sistemáticamente violada por la discriminación y la exclusión por quienes buscan imponer una sociedad de partido-gobierno-Estado único y uniforme. Solo los “revolucionarios” tienen carta de ciudadanía y los demás son explotadores, conspiradores del imperio sin derechos ciudadanos y “si no les gusta, que se vayan”.

En esta situación de exclusión nacional, el diálogo, el reencuentro y la reconciliación constituyen una carta de identidad de todo demócrata frente a la dictadura presente o futura.

¿Qué reencuentro y reconciliación?

El que pone en acción todos los recursos y voluntades indispensables para producir y disfrutar un sistema público de salud desde la prevención y atención primaria, hasta eficientes hospitales públicos. Solo alcanzable si toda la sociedad y su gobierno se dan la mano para hacer realidad lo proclamado en la Constitución. Lo público no es sinónimo de estatal, fracasa si no está arraigado en las conciencias personales y en las iniciativas sociales emprendidas, combinando la responsabilidad ciudadana personal y las múltiples iniciativas sociales con la acción estatal.

La sociedad y su Estado, solo en sinergia, pueden producir una educación de verdadera calidad con acento especial en los sectores hoy educativamente más discriminados, es decir, los más pobres y atrapados en las lacras de la educación oficial partidizada.

Reencuentro de los venezolanos con el coraje necesario para liberar a los presos políticos y propiciar el regreso de los exiliados con todos sus derechos constitucionales; con separación y contrapeso de los poderes públicos (Legislativo, Judicial, Electoral, Ejecutivo…) sin sometimiento sumiso de todos ellos al poder presidencial arbitrario. Movilizados en la radical defensa de la vida y de la seguridad ciudadana, cuya constante violación es respaldada hoy con un lenguaje de exclusión, descalificación y criminalización contra todo el que “no es de mi partido o disiente dentro de él”.

Unidos contra la corrupción de quienes se apropian de los recursos públicos del Estado a favor de su bolsillo o de su partido-gobierno, con lo cual se roban el poder adquisitivo salarial de los más pobres y de sus oportunidades y capacidades productivas. Convencidos  de que no habrá economía sin el reconocimiento de la libre iniciativa productiva, en el marco de la Constitución, con garantías jurídicas y la sensatez política necesarias para generar una oleada de nuevas inversiones nacionales e internacionales, único modo (junto con más eficiencia y achicamiento del déficit fiscal y de la fábrica de dinero inorgánico) de reducir la inflación, producir abastecimiento y ofrecer trabajo. No hay espacio para completar la lista. Esta reconciliación anhelada por 90% de los venezolanos reclama liderazgos decididos y sin ambigüedades.

¿Reconciliación con quién? Con todos los que quieran encontrarse en esa tarea constructiva, no importa qué hayan creído y defendido ayer. Naturalmente, esa construcción exige la transparencia sobre los delitos y los delincuentes de estos años y el correspondiente castigo por la vía judicial, pero no de la venganza.

Una dictadura que excluye no debe ser suplantada por otra que discrimina. Hay que despertar y convocar a todas las fuerzas creativas, sin la ilusión perversa de que este reto sobrehumano pueda ganarse con media Venezuela contra la otra mitad, sino por millones de venezolanos movilizados hacia la reconciliación superando las exclusiones del presente y del pasado. Cada uno verá en su conciencia hasta dónde se siente movido a incluir a quienes consideró enemigos. Venezolanos somos todos y no solo yo y los míos.

Luis Ugalde 

El Nacional