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Rebelión

Lanzan panfletos en el Ipsfa llamando a rebelión dentro de la Fuerza Armada

Desconocidos lanzaron la tarde del sábado 18 panfletos dentro de la sede del Instituto de Protección Social de la Fuerza Armada (Ipsfa) Los Próceres, cerca de Fuerte Tiuna, en Caracas, con mensajes llamando a la rebelión dentro de los distintos componentes de la FAN.

En menos de un mes, es la segunda ocasión que se registra un hecho similar. El 11 de enero explotó una caja de resonancia cerca de la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) con falsificaciones de billetes de 100 dólares con la cara de dos funcionarios de alto rango de ese cuerpo de seguridad.

«El honor militar nos obliga a colocar los intereses de la patria sobre los intereses de un alto mando militar al servicio de una banda de delincuentes instalados en Miraflores», dice parte del panfleto que dispersaron en la sede del Ipsfa.

El régimen de Nicolás Maduro se ha enfrentado desde 2014 a varias revueltas y conspiraciones militares con el objetivo de lograr un cambio político en el país. La ONG Justicia Venezolana contabilizó hasta principios de enero de 2019 la detención de 200 militares por razones políticas.

La última rebelión pública se registró el 30 de abril de 2019, cuando unas decenas de funcionarios de la Guardia Nacional se alzaron en armas contra el gobernante con el apoyo de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional.

«Tú eliges, defender la voluntad de cambio de tu pueblo o seguir siendo cómplices de esa banda de delincuentes que saldrá del poder igual, convirtiéndote en la vergüenza de tu familia. Resistencia contra el socialismo», dice la otra parte del panfleto.

En diciembre de 2019 también se registró la llamada «Operación Aurora», compuesta por militares y civiles indígenas, que consistió en el asalto a cuarteles militares al sur del país y el robo de armas y municiones de alto calibre.

Los funcionarios Josué Hidalgo, Franklin Caldera y Ruso Cárdenas aseguraron que las armas robadas al batallón 513 en el sur del país “serán utilizadas para la protección del pueblo”.

Reflexiones en el silencio de la soledad, por Armando Martini Pietri

MEDITAMOS Y AL MEDITAR dudamos tratando de entender por qué nos pasó, qué hicimos o dejamos de hacer, para merecer esta ignominia que hoy sufrimos. Una actividad, aún con el habitual surgimiento de la autocompasión, nos lleva al desaliento, buscándole cinco y más patas al gato. Es cuando surge la que parece una luz al final del túnel, peligrosa e inconveniente porque, la desesperanza, puede encandilarnos, otra forma de enceguecernos. Iluminación con acento militar, ilusiones de películas, con desconocimiento de la realidad e historia como el que muestran los jefes de la tiranía cuando se llenan la boca hablando de resistencia hasta morir, “no pasarán”, o que Venezuela se convertirá en otro Vietnam; país que hoy es plenamente capitalista mientras siembra en las tierras que fueron arrasadas y envenenadas.

Se habla de la ayuda humanitaria como parte de la solución a nuestros problemas medicinales y alimenticios. El Gobierno interino de Juan Guaidó emplaza a miles de ciudadanos, la mayoría con hambre de alimentos y muchos con apetito de cambio político, ambos sedientos de libertad y mejor futuro.

Ingenuo y engañoso no entenderlo, como una forma de presión a los militares oficialistas, reacios a salir de su zona de confort y jugarse la carrera, hay que entender que demasiados son parte del régimen que sin ellos no hubiera sido posible. Así esa invitación y su conformación conlleva el alto riesgo de una masacre ciudadana, una división drástica, rencorosa entre ciudadanía y militares.

Lo cual llevaría a la verdadera tragedia, la intervención con activo respaldo y agresiva protección militar, intromisión a sangre y fuego que es -ejemplos sobran- una de las peores situaciones que puede experimentar cualquier nación. El daño será enorme, descomunal, para personas, familias, y, en general, la ciudadanía. La recuperación de la normalidad será embarazosa, compleja, dura y larga, de generaciones. Requerirá esfuerzo, sacrificio, trabajo y paciencia, no de años sino décadas. Pero la gran pregunta: ¿qué sería peor, continuar como estamos?

Un nuevo Estado en esas condiciones de tutelaje armado está obligado a abandonar las clientelas partidistas de todas las ideologías, bolichicos, enchufados y financistas del negocio politiquero, quienes desean prolongar la fiesta y el asalto al tesoro público, pero también a quienes simplemente traten de ser emprendedores, pero por cualquier matiz no sean gratos a los tutores. Ya nos está pasando con el castrismo cubano y otros terceros que además se chupan buena parte de la producción nacional, con una intervención que probablemente, con vietnames a la barinesa o inutilidades como la presencia castro cubana en Panamá y Granada, será rápidamente sustituida por la estadounidense con traje internacional.

Mientras dure el usurpador en el cargo, más se profundizará la crisis económica. Crecerá la escasez, hambruna y pobreza, lo que enfurecerá aún más a la ciudadanía, aumentando la probabilidad de un desafío violento, respaldado o no por militares. Y si bien el tiempo no está del lado oficialista, tampoco lo está de la oposición, donde pululan sectores de evidente complicidad que juegan al fracaso, son los mismos que no respaldaron asumir el artículo 233 de la Constitución y ahora se niegan al 187 numeral 11, de respaldo al principio de Responsabilidad de Proteger (R2P o RtoP), despilfarrando oportunidades, escudriñando iracundos el derrumbe del coraje.

La bisagra sobre la cual giran la opción de seguir empantanados en el desastre económico, social y político actual, o cambiar a un sistema democrático de libertades y aplicación de derechos, sigue siendo el Presidente armado, la opción entre permanencia o salida.

No habrá milagros, no se producen en política ni en economía de Estado. La intervención humanitaria es sólo un paliativo con valor de principio político, no de cura milagrosa. Sólo es la apertura al alargamiento de la agonía con curas limitadas en tiempo y espacio.

Diría el refranero popular que eso es mejor que nada, siempre y cuando los ciudadanos estén claros de que es así y no experimenten mayores expectativas ilusorias que conduzcan a la frustrante emoción de la desilusión y desconsuelo, que es uno de los riesgos que estamos teniendo ahora mismo. La prioridad es avanzar de manera simultánea entre lo institucional, y la protesta en la calle para lograr la restitución de la Constitución y la democracia, convocando elecciones presidenciales.

Entre la protesta y rebelión existe una línea muy fina que los separa, a veces confusa y casi imperceptible. La protesta nace de la carencia humana (escasez de agua, electricidad, comida, gasolina, gas y muchos etcéteras). La rebelión es la reacción explosiva contra la privación conceptual (libertad, democracia) y de la libertad de actuar trabajar, prosperar.

Los ciudadanos del país son los responsables y beneficiarios del cambio necesario, urgente, para revertir la condición de miseria y opresión a la que estamos sometidos. No es un invento de Juan Guaidó, él es sólo el hombre que levantó ahora la bandera.

Sólo la rebelión ciudadana y legítima consagrada en nuestra constitución, es garantía de soberanía y conducción hacia un país, una república liberal en el que reine el imperio de la Ley, bienestar, progreso, desarrollo productivo, salud, educación y vida.

Los devotos que defienden al genocida, la miseria y destrucción que representa, quienes lo apoyan los menos por convicción, los más por conveniencia de cualquier color, no lo hacen demostrando ingenuidad sino colaboracionismo de baja calaña, asqueroso y pestilente.

El régimen está asediado en lo externo e interno, y enfrenta con intensidad la presión económica por las sanciones. En poco tiempo el régimen castrista venezolano estará en situación de inviabilidad e insostenibilidad, lo que dará posibilidad, más bien imposibilidad, a un gobierno interino, una transición necesaria para reconducir la economía paralizada y frenar la corrupción desbordada.

Pero deben tener extremo cuidado porque en la sangre llevan el bacilo ponzoñoso de lo mismo con traje diferente cuando insisten en la inclusión de sectores practicantes del apoyo soterrado a cambio de beneficios.

Que es mucha de la historia venezolana.

 

@ArmandoMartini 

No hubo rebelión militar, ¿o sí?, por Carlos Blanco

 

En los días recientes se han anunciado detenciones, juicios, deserciones, persecuciones y torturas en el ámbito militar. Dicen que había una conspiración en marcha, detectada a tiempo, que condujo a una nueva razzia en contra de oficiales. Es obvio que no se produjo ningún alzamiento militar conocido y la rebelión fue aplastada, según los voceros del régimen. Ante esta afirmación propongo una hipótesis: la rebelión la hubo, pero de modo diferente, tal vez como una rebelión militar del siglo XXI.

Antes, una breve nota sobre el 4-F de 1992. Chávez y sus consocios iniciaron lo que su épica consignó como rebelión militar. No; no era un golpe según ellos, sino el vuelo de las buenas almas hacia el poder. Hubo centenas de muertos y heridos, y los militares leales derrotaron la jugada de los jóvenes oficiales. Sin embargo, aquel alzamiento fallido inició la demolición del gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez. El descontento tomó el rostro del oficial hablachento y audaz, y los “notables”, los partidos políticos –incluido el de gobierno–, la Corte Suprema y los medios de comunicación hicieron el resto. Lo que siguió es historia conocida.

Con este breve excurso quiero proponer que lo que ha ocurrido –¿sigue ocurriendo?– estos días en la Fuerza Armada es una rebelión que tal vez ha sido derrotada –como la del 4-F– pero cuyos efectos disolventes y críticos están en marcha sin que Maduro y Padrino López la puedan detener. No hubo alzamiento (por lo tanto, no hubo muertos como en el 92), pero hay una marea de persecución en la institución militar que la tiene en estado de implosión (como en el 92), y que anuncia una situación de implosión del propio régimen, al estallar, desde dentro, lo que por la vía de la represión se ha constituido en su casi única base de apoyo.

Sin un alzamiento y con centenas de oficiales perseguidos, la implosión militar parece estar en marcha y, por esa vía, la del propio régimen. El efecto político de un alzamiento derrotado es una onda expansiva sobre la estructura de un aparato de poder que perdió todo apoyo social doméstico y todo apoyo internacional político.

Las diferencias con el golpe de Chávez son obvias. Aquel fue un movimiento en contra de la Constitución y en contra de un presidente absolutamente legítimo, que desató una conspiración con la comparsa de los “notables”; el de hoy se muestra como un movimiento a favor de la democracia, cuyo retorno respalda ampliamente la comunidad internacional.

Sin embargo, ambos se desarrollan en la dinámica de la implosión: el régimen colapsa sobre sí mismo.

@carlosblancog

El Nacional

A un año de la rebelión de la gente, por Pedro Méndez Dáger

 

Vivimos estos días el primer aniversario de la heroica rebelión de los ciudadanos venezolanos, su juventud, sus trabajadores, sus amas de casa, sus estudiantes y casi todos los sectores de la comunidad nacional, frente a la opresión política y la desintegración del país que los venezolanos habíamos venido construyendo en altibajos, a lo largo de dieciséis décadas largas, pero un pequeño grupo de oportunistas y demagogos, se ha empeñado en demoler durante los últimos veinte años.

 

No pasará y no olvidaremos el entusiasmo de aquellas semanas, esos primeros pasos en la rebelión de toda la gente, que iluminó de esperanza la tristeza y desolación del pueblo, con la valiente juventud venezolana en primera fila, reclamando la reconstrucción de las instituciones pulverizadas por una tiranía al servicio de Cuba.

Fue una rebelión pacífica, que trajo de vuelta a nuestras calles, algunas de las más descomunales manifestaciones que hemos protagonizado los venezolanos, en el empeño de no dejar perder la República. Una rebelión desarmada, que puso en las autopistas y avenidas, a vibrantes multitudes de gente de todas las edades, pero, en especial, a los jóvenes que señalaron un rumbo al enardecido pueblo en ejercicio de su genuina voluntad democrática.

Por momentos, aún en medio de las neblinas asfixiantes, se apoderó de nosotros la sensación de que teníamos de verdad el destino en nuestras propias manos; de que estábamos muy cerca de reconquistar la libertad y la autonomía democrática que nos habían arrebatado, de que el gran objetivo estaba al alcance, de que valía la pena el riesgo y la infinidad de sacrificios de todas las dimensiones y de que unos cuantas movilizaciones más impondrían las condiciones para llegar, por fin, al logro de los objetivos.

Luego vino el andar y el desandar, en medio de las nubes de humo tóxico, penetrado por las luces relampagueantes de las motos usadas para la represión, en medio de las explosiones, el sonido de los diésel de las tanquetas adquiridas, con dineros que no fueron nunca a los hospitales, a los preescolares, a los comedores escolares, a las universidades, ni a los modestos salarios de la buena gente de la Administración Pública; el estar plantados frente a los fogonazos de las armas de fuego, los gritos de la multitud ante la caída de los heridos, la alternancia normal entre el coraje y el miedo, el entusiasmo y la sed, las intoxicaciones y los heridos, las escapadas y los regresos… Y el frenazo repentino del liderazgo, una vez que el entusiasmo empezó su normal declive, como efecto acumulado de una permanencia en la calle y en la protesta, portentosamente larga y poblada de víctimas, represión, pero, sobre todo, de héroes.

Para muchos de los marchantes, quizá con excepción de los muy jóvenes, el recuerdo de 2002, nos hizo creer que se repetiría el fenómeno y que las fuerzas decisivas –principalmente los restos de aquellas fuerzas que habitan los cuarteles, y que alguna vez fueron las Fuerzas Armadas de la República de Venezuela, se pondrían en marcha e impondrían la liberación de la tiranía y el retorno a la democracia, ante la evidencia de la masiva y constitucional rebelión pacífica de la gente.  No ocurrió. No se atrevieron. Ganó el control de los comisarios de Cuba.

Y con el frenazo de la gente en marcha, la decepción y la frustración. Algunos de cuantos estuvimos en casi todos los escenarios de Caracas y de aquel liderazgo callejero en todas las ciudades del interior,nos hacíamos pocas ilusiones acerca de lo que es capaz de hacer la tiranía, sometida como está a la presión de agentes externos aún peores que ellos, quizá porque supimos, en cierta medida, cuál era la magnitud de las dificultades, de las limitaciones propias y, sobre todo, de los incentivos de quienes se mantienen haciendo negocios a costas del estado venezolano.

Bajo las circunstancias, el fervor fue transitoriamente disminuyendo y llegó el final de aquella increíble cadena de manifestaciones. Nada quita, sin embargo, del ambiente posterior, la sensación de que, en conjunto, las direcciones superiores de los partidos de la Oposición, se fueron poniendo al margen y terminaron por imponer una retirada de las calles. “Ustedes apagaron las calles” es la frase que nos arrojan a la cara, a nosotros los políticos, muchos ciudadanos. Por el momento, un año después, llueve sobre los dirigentes jóvenes de los partidos democráticos, la crítica de que nos dejamos convencer y de que aceptamos reconocer la necesidad de una retirada táctica, de las calles. “Ustedes no se cuadraron con nosotros”, recriminan todavía muchos de los más fervorosos partidarios de las grandes marchas de la primavera 2017.

Es, además, correcto afirmar que no se ha terminado de hacer el balance de aquellas largas y heroicas jornadas, y quizá éste no sea todavía el mejor de los momentos para dar prioridad a la documentación y el estudio objetivo de lo ocurrido. Sin duda, es necesario dejar ahora el resto de aquella importante tarea a los historiadores y a los buenos científicos sociales.  Sin embargo, aquí, al borde de las trincheras, es imprescindible hacer el balance técnico de lo ocurrido, para afinar la estrategia, que es y debe ser una. Porque donde hay varias ¨estrategias¨, no hay estrategia.

La luz reencendida en abril de 2017 no se apagó y no se va a apagar. Éste es el primer cumpleaños, y de pronto para encender millones de luminarias, que ratificarán la decisión de conquistar la democracia republicana y de reemprender la construcción de una Venezuela libre, digna y justa para todos.

No le quepa duda al tirano y a su pandilla de asociados: los ciudadanos volverán a las calles. Volverá la juventud a llenar de coraje y alegría la marcha incontenible de la gente en la reconquista de la libertad. La sangre derramada no habrá corrido en vano. Con más y mejor información, con más ilustrados cuadros de dirección, mejor informados sobre la naturaleza y las dimensiones reales de la tragedia, ¡Volveremos! El proceso en marcha hará que la conducción política reconozca a fondo causas profundas y los ingredientes delincuenciales de la tiranía que nos oprime. Nuestro rol, el del liderazgo y el de todos los ciudadanos debe ser organizarnos, entendernos y unirnos en la solidaridad. Germina en las comunidades una rebelión descomunal, incontenible, reivindicante, redentora. ¡Volveremos!

 

@pedro_mendez_d

Privado de libertad el productor audiovisual Héctor Pedrosa

Ramo-Verde

 

El director de Foro Penal Venezolano, Alfredo Romero, informó que el productor audiovisual, Héctor Pedrosa, será recluido en la cárcel de Ramo Verde tras ser privado de libertad por el Tribunal Militar tercer de control de Caracas y acusado de instigación a la rebelión y terrorismo.

Pedroza fue detenido este martes por su presunta participación en la realización de la película Muerte Suspendida, en la que aparece el exfuncionario del Cicpc, Oscar Pérez, quien se sublevó contra el gobierno de Maduro.

 

Todos a votar el 15: “Rebelión en la Granja” por José Toro Hardy

CNE_Elecciones

 

Lo que ocurre en Venezuela nos recuerda la obra de George Orwell “Rebelión en la Granja”

Los cerdos que habían encabezado una rebelión vendieron a los demás animales de la granja la idea de que vendría una etapa de prosperidad y equidad para todos. Hicieron pintar en un muro su constitución que decía “todos los animales son iguales”.

Pronto los cerdos comenzaron a abusar y comérselo todo mientras otros animales  padecían penurias y escasez. Y si las bestias protestaban, el Consejo de Cerdos Sabios le daba siempre la razón a Napoleón, el líder de los cerdos.

Cuando otros animales alegaron que en el muro estaba escrito que todos los animales eran iguales, el Consejo decidió un recurso de interpretación constitucional que dictaminaba: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

Ese Consejo de Cerdos Sabios nos trae a la memoria casos y cosas que ocurren en casa. Por ejemplo, nuestra Constitución señala que para ser Presidente hay que “ser venezolano por nacimiento” y “no poseer otra nacionalidad”. Ante indicios de que el presidente pudiera no cumplir con ello, el TSJ  interpreta la norma diciendo que en caso de tener otra nacionalidad, prevalecería la venezolana. Viola así un postulado “ad litteris et verbis”  (letra por letra palabra por palabra) establecido en la Carta Magna que no se presta a interpretación

En las elecciones del 6 de diciembre de 2015 cuando el pueblo entregó las 2/3 partes de la Asamblea Nacional a la oposición, la Sala Electoral del TSJ decidió que se había producido un fraude en el Estado Amazonas, sin comprobarlo ni convocar nuevas elecciones. Lo mismo cuando robaron el referendo revocatorio o cuando birlaron atribuciones de la Asamblea Nacional.

Un nuevo caso ocurre ahora. Ante la convocatoria extemporánea por parte del CNE de elecciones para gobernadores, la oposición se vio en la necesidad de postular candidatos provisionales para cumplir con el Art 44 de la Ley de a Procedimientos Electorales que reza:

“Las postulaciones consignadas fuera del lapso previsto en el Cronograma Electoral, serán extemporáneas y se tendrán como no presentadas”

La MUD, que había decidido escoger sus candidatos en elecciones primarias, optó por inscribir candidatos provisionales, acogiéndose al derecho establecido en el Art 63 de la   citada Ley que dice:

“Las organizaciones postulantes podrán modificar las postulaciones que presenten y, en consecuencia, sustituir candidatos o candidatas hasta diez días antes de ocurrir el acto electoral”.

No obstante el CNE impidió la sustitución de los candidatos. Finalmente el mismo día que vencía el lapso, la Sala Electoral sentenció que dicha sustitución sí era procedente. En otras palabras lo que decidió la Sala de marras es que el CNE sí debía hacer lo que se negó a hacer, pero lo dijo una vez que venció el plazo para hacerlo. ¡Qué descaro!

Algo así como la sentencia del Consejo de Cerdos Sabios de Orwell: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

Las intenciones del régimen son evidentes. Convencido de la derrota que sufrirán sus candidatos, el gobierno pretende hacer lo que sea para desestimular a los opositores a que concurran a las elecciones. Siguiendo una cínica estrategia cubana, trata de convencer a los votantes de que no vale la pena votar porque el TSJ buscará los mecanismos para burlar la decisión de los electores.

La maniobra ha calado en algunos. “No voy a votar porque con ello estaría legitimando al régimen”.

En realidad lo único que legitimaría al régimen es que sus candidatos ganen porque la oposición se abstenga de votar.

¿Que harán trampa? ¡Claro que la harán! Pero esa trampa no haría otra cosa que agravar la severa pérdida de legitimidad de origen y de desempeño en que ya se revuelca el régimen y que terminará por dar al traste con el mismo.

No entendería la comunidad internacional (que ha conformado un militante consenso para ayudar a Venezuela a recuperar la democracia) que la oposición opte por favorecer con su abstención al despotismo imperante. El adversario común está en la acera del frente.

El 15 debemos ir a votar, aunque sea con un pañuelo en la nariz para tapar la fetidez del los cerdos de la granja.

@josetorohardy

 

Por traición, rebelión, robo y deserción han detenido a 123 soldados de la FANB desde el inicio de las protestas

FANB2

Al menos 123 miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela han sido detenidos desde que comenzaron en abril las protestas antigubernamentales por cargos que van desde traición y rebelión hasta robo y deserción, según documentos militares obtenidos ​​por Reuters.

La lista de detenidos –que incluye oficiales así como militares de bajo rango del Ejército, la Naval, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional– es la imagen más clara hasta la fecha de la insatisfacción y la disidencia dentro de las filas militares de Venezuela, de aproximadamente 150.000 hombres.

Los registros, que detallan a los prisioneros detenidos en tres cárceles venezolanas, muestran que desde abril casi 30 miembros de las fuerzas han sido detenidos por desertar o abandonar su puesto y casi 40 por rebelión, traición o insubordinación.

La mayoría de los prisioneros militares restantes fue acusada ​​de robo.

En medio de una profunda crisis económica, millones de venezolanos sufren por la escasez de alimentos y una elevada inflación. Incluso dentro de las fuerzas armadas, los salarios comienzan con el sueldo mínimo, equivalente a alrededor de 12,5 dólares al mes al tipo de cambio del mercado negro, y en privado algunos miembros admiten ser mal pagados y subalimentados.

Desde que la oposición comenzó sus protestas hace más de tres meses, un puñado de funcionarios de seguridad han hecho público su descontento.

El más expuesto fue un policía que robó un helicóptero y atacó edificios oficiales la semana pasada, alegando que una facción dentro de las Fuerzas Armadas se opone al Gobierno del presidente Nicolás Maduro.

Los documentos militares vistos por Reuters, que cubren las detenciones hasta mediados de junio, parecían apoyar las afirmaciones de los líderes de la oposición de que la ira y la disidencia entre los soldados que viven difíciles condiciones económicas está más extendida.

«Demuestra baja moral y descontento; y, por supuesto, necesidad económica», dijo un general retirado del Ejército sobre las detenciones, pidiendo no ser nombrado por temor a represalias.

Los venezolanos ven a las Fuerzas Armadas como el principal agente de poder en su nación sudamericana. Los líderes de la oposición han exhortado repetidamente a los líderes militares a romper con el presidente socialista Nicolás Maduro.

Maduro dice que es víctima de una «insurrección armada» orquestada por sus adversarios con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos que buscan ganar el control de la vasta riqueza petrolera de la nación miembro de la OPEP. Afirma que los altos mandos militares han estado de pie junto a él.

Las Fuerzas Armadas y el Ministerio de Comunicación de Venezuela no respondieron a las solicitudes de comentarios.

La Guardia Nacional ha estado enfrentando las protestas en todo el país. Ha usado gas lacrimógeno, camiones lanza agua y perdigones contra jóvenes enmascarados que a su vez le lanzan piedras, cócteles Molotov y excrementos. Alrededor de 90 personas han muerto desde abril.

En privado, algunos miembros de la Guardia Nacional en las calles han reconocido estar agotados, mal pagados y subalimentados, aunque la mayoría permanece impasible durante las protestas y evita conversar con los periodistas.

«Rambitos»

Los documentos, que identifican a los detenidos por su rango, enumeran a capitanes, sargentos, tenientes y tropas regulares repartidos en tres cárceles en diferentes partes de Venezuela.

Un grupo de 91 está en Ramo Verde, una prisión cerca de Caracas en la que también está arrestado uno de los líderes de la oposición Leopoldo López.

Otras dos decenas están en la prisión de Pica, en la ciudad nororiental de Maturín, y ocho en la cárcel de Santa Ana, en el estado occidental de Táchira, cerca de la frontera con Colombia.

Tres subtenientes huyeron a Colombia y pidieron asilo en mayo, y un hombre que dijo ser un sargento venezolano apareció en un video publicado por medios locales el mes pasado expresando su disidencia e instando a sus colegas a desobedecer a los superiores «abusivos» y «corruptos».

Maduro culpa de los problemas a una «guerra económica» que está librando la oposición con el respaldo de Washington, una posición respaldada en público por altos funcionarios militares.

«Hay muchos que están buscando (…) unos ‘rambitos’ aquí dentro de la fuerza armada, pero no lo van a conseguir», dijo el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, en un video publicado en las redes sociales el lunes, aludiendo a la especulación de un golpe de Estado militar.

El policía y actor Óscar Pérez, que protagonizó el ataque desde un helicóptero la semana pasada contra las sedes del Ministerio del Interior y del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas, apareció el miércoles en un video en línea prometiendo mantener la lucha.

«Estamos plenamente seguros de lo que estamos haciendo y si debemos dar hasta nuestras vidas, las entregaremos por el pueblo», declaró Pérez sentado en frente de una bandera de Venezuela y un rifle.

Cuero seco en rebelión, por Ramón Hernández

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FOTO: Carlos Garcia / REUTERS

 

Tanto quienes se ufanan de conocer de historia y saber interpretar el ser venezolano como los que simulan que saben, que siempre son muchos más, repiten en cualquier conversación la frase, atribuida a Antonio Guzmán Blanco, que compara a Venezuela con un cuero seco, “si se pisa en una punta, se levanta en la otra”. Germán Carrera Damas, que le tiene aversión a escribir novelas y a aventurarse en la psicología social, no se cansa de aclarar que esa frase que ponen en boca del Manganzón pertenece a un texto de Plutarco. En esos lejanos tiempos también había pueblos díscolos, retrecheros y renuentes a la disciplina impuesta.

Cuenta el historiador cumanés que Plutarco narra, en su biografía de Alejandro Magno, la preocupación del gran conquistador sobre dónde podía situar la capital de su imperio. Consultó a un sabio persa que, en lugar de responderle, extendió en el suelo un cuero seco de res. Se paró en una punta y después en otra, hasta que se paró en el centro y ninguna punta se levantó. Eso lo interpretó Alejandro como que el sabio le indicaba dónde debía poner su capital. Guzmán, que sí era leído, usó la frase con relación al país y los aduladores la repetían como demostración del conocimiento que tenía «el Ilustre Americano» de la sociedad venezolana.

Los levantamientos e insurrecciones populares que se han repetido en Barinas, Táchira, Lara, Carabobo, Mérida, Zulia, Bolívar, Anzoátegui, por nombrar algunos estados, además varias zonas del área metropolitana de Caracas, podrían indicar que el cuero seco sigue tan rebelde y díscolo como siempre, que el pueblo venezolano no ha dejado de ser un bravo pueblo. Y ahí no caben preocupaciones sino esperanzas, el vil despotismo será abatido, dado de baja, eliminado, para usar los participios preferidos del régimen.

El desasosiego tiene otro origen, en procederes que se relacionan con las atrocidades de Boves y sus hordas, con la sangre fría de los comandantes realistas y patriotas para ordenar la muerte de pueblos enteros, o con la sordidez con la que luego los caudillos federalistas y centralistas acabaron con un tercio de la población. El video de los integrantes de cuerpos de élite que complementan sus ejercicios aeróbicos con coros que incitan a degollar guarimberos, la saña y crueldad con que pandillas de uniformados maltratan a ciudadanos inermes, las amenazas de violar a las mujeres y los empalamientos con fusiles reflejan los demonios que andan sueltos y que conducen más al fallido Estado que ha sido Haití que a una revolución bonita de comeflores. Paren, gobernantes, oigan al pueblo. Cerrado por saqueo y hambre.

@ramonhernandezg

El Nacional