premio nobel de la paz archivos - Runrun

premio nobel de la paz

Muere a los 90 años el Nobel de la Paz Desmond Tutu
Fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1984 por su lucha contra la brutal opresión racista del apartheid. A Tutu se le considera una de las figuras clave de la historia contemporánea sudafricana

 

El arzobispo emérito sudafricano Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz de 1984 por su activismo contra el régimen de segregación racista del «apartheid», murió este domingo a los 90 años en Ciudad del Cabo (suroeste), informaron fuentes oficiales.

En un comunicado emitido por el Gobierno sudafricano, el presidente del país, Cyril Ramaphosa, confirmó el fallecimiento del respetado religioso anglicano y envió sus condolencias a la familia Tutu.

«La muerte del arzobispo emérito Desmond Tutu es otro capítulo de pérdida en el adiós de nuestra nación a una generación de destacados sudafricanos que nos legaron una Sudáfrica liberada», señaló el mandatario en el texto.

El presidente describió a Tutu como un «patriota sin igual» y un «hombre de un intelecto extraordinario» que mantuvo su integridad en la lucha contra las «fuerzas del apartheid».

Incluso en democracia, destacó Ramaphosa, Tutu mantuvo el «vigor» y la «vigilancia» del liderazgo para exigir responsabilidades a las instituciones.

Galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1984 por su lucha contra la brutal opresión racista del apartheid. A Tutu se le considera una de las figuras clave de la historia contemporánea sudafricana.

Su trayectoria ha estado marcada por una constante defensa de los derechos humanos, algo que le llevó a desmarcarse en numerosas ocasiones de la jerarquía eclesiástica para defender abiertamente posiciones como los derechos de los homosexuales o la eutanasia.

 

Con información de EFE

Premio Nobel de la Paz ofrecerá conferencia en Venezuela

ESTE VIERNES 28 DE JUNIO, a las 10:30 a.m, en los espacios de Foro XXI (ubicado en la Torre Letonia de La Castellana) se llevará a cabo la conferencia La Paz en Túnez: ¿un escenario posible para Venezuela?

Se trata de una de las actividades planificadas en torno a la visita a Caracas de Hassine Abassi, ex Secretario General de la Unión General Tunecina de Trabajo, y a quien en el año 2015 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz. Esto tras ser pieza clave en la resolución de la coyuntura que enfrentaba su país, luego de la salida del dictador Zine El-Abidine Ben Ali.

Túnez, gracias al trabajo liderado por Abassi, terminó por ser un ejemplo de transición política para otros países árabes, y por qué no, para más territorios a nivel mundial.

Esta conferencia forma parte de la articulación de un movimiento que Reacin (Red de Activismo e Investigación por la Convivencia), en aras de reducir la violencia, preside a favor de una salida pacífica y de la construcción de una democracia plural. 

La conferencia tiene convocatoria pública y es totalmente gratuita.

Muere exsecretario general de la ONU y Nobel de la Paz Kofi Annan

Kofi Annan, uno de los más célebres diplomáticos del mundo y un carismático símbolo de Naciones Unidas que llegó a convertirse en el primer secretario general africano de raza negra, murió. Tenía 80 años.

Su fundación anunció la muerte a través de su cuenta en Twitter el sábado, señalando que Annan falleció luego de una corta enfermedad que no fue revelada.

«En todo lugar donde hubiera sufrimiento o necesidad, él acudió y tuvo un impacto en muchas personas con su profunda compasión y empatía», afirmó la fundación.

Annan pasó prácticamente toda su carrera como funcionario de Naciones Unidas. Tuvo dos periodos como su secretario general del 1 de enero de 1997 al 31 de diciembre de 2006, y su desempeño fue reconocido a mediados de su mandato cuando él y la ONU recibieron el Premio Nobel de la Paz en 2001.

Malala incluyó a Venezuela en su discurso en parlamento canadiense

malala3

 

Malala Yousafzai, activista y bloguera pakistaní, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2014 a los 17 años y  la mujer más joven en hablar ante el Parlamento canadiense, agradeció a Canadá el liderazgo a favor de miles de refugiados en el mundo y confió en que «sus vecinos» sigan este ejemplo.

«Oro porque ustedes continúen abriendo sus hogares y sus corazones a los niños y sus familias más indefensos del mundo. Deseo que sus vecinos sigan su ejemplo», dijo la defensora de la educación de niñas, quien aplaudió el apoyo de Justin Trudeau a los derechos de las mujeres.

Senadores y diputados de la Cámara de los Comunes de Canadá aplaudieron por varios minutos y en repetidas ocasiones poniéndose de pie las palabras de Malala Yousafzai, defensora de la educación de niñas, correceptora del Premio Nobel de la Paz en 2014 y la sexta persona y la más joven en recibir la Ciudadanía Honoraria de Canadá.

Vestida con mascada y pantalón naranjas y un vestido verde la joven paquistaní de 19 años, marcada por la bala que entró en su cabeza cuatro años atrás, comenzó su discurso en el Parlamento Federal recordando que hace dos años y medio un ataque terrorista en esta misma sede legislativa le impidió recibir su Ciudadanía Honoraria.

El 22 de octubre de 2014 un extremista mató a un soldado canadiense y luego abrió fuego en la sede legislativa donde fue abatido.

«El atacante no compartía mi fe sino el mismo odio del atacante de Quebec contra una mezquita musulmana. El mismo odio que mató civiles en Londres y el mismo que mató 132 niñas en Paquistán, el mismo odio que me disparó junto con mis dos amigas».

Hablando en un inglés pausado y colocándose el velo que se le resbalaba en la abundante cabellera negra, Malala señaló que este odio «quiere dividirnos y destruir nuestra democracia, nuestra libertad de religión, nuestro derecho a ir a la escuela, pero nosotros hemos rechazado ser divididos».

La autora del libro «I am Malala», cuyo ejemplar donó a la Biblioteca del Parlamento, aplaudió las acciones de Canadá por recibir a más refugiados de Colombia, Uganda, Paquistán y otros países, que han encontrado en Canadá «la tierra prometida».

Recordó que como refugiada conoce el miedo que provoca el no saberse segura. «Recuerdo que cada noche leíamos un verso de Corán para sentirnos protegidos», dijo la joven paquistaní mirando a su madre quien se secaba las lágrimas y era consolada por su padre, quien le enseñó el valor de la educación.

«Cuando iba a la escuela escondía mis libros debajo de mi mascada porque sabía que alguien me podía hacer daño. El ruido de las bombas me despertaba y leía en las noticias que más gente inocente había muerto».

Malala dijo que diariamente familias de Paquistán, Somalia, Venezuela, Irak, el Congo se ven forzadas a dejar sus hogares debido a la violencia, por lo que el lema «Bienvenido a Canadá», más que un hashtag, es un espíritu de humanidad que desean todas las familias que están en crisis.

Tras referir que Trudeau es feminista, practica yoga y «tiene tatuajes», la nueva ciudadana honoraria se dirigió a los jóvenes canadienses y les dijo: «No esperen a llegar a ser como el primer ministro Trudeau para ser líderes, lo pueden hacer desde ahora».

«Las niñas con educación están menos expuestas a matrimonios jóvenes, a contraer Sida, y podrán tener niños más saludables y educados. Invertir en secundarias para las niñas es la mejor inversión contra el cambio climático. La educación es vital para la seguridad del mundo», finalizó.

Associated Press Dic 10, 2016 | Actualizado hace 7 años
Santos recibe el Nobel de la Paz

juanmanuelsantos

El presidente colombiano Juan Manuel Santos recibe el Premio Nobel de la Paz por su trabajo para poner fin a medio siglo de guerra en Colombia, el sábado 10 de diciembre de 2016, en el Ayuntamiento de Oslo, Noruega. (Haakon Mosvold Larsen/NTB scanpix via AP)

ESTOCOLMO, Suecia (AP) — El presidente colombiano Juan Manuel Santos recibió el sábado el Premio Nobel de la Paz, diciendo que esto le da un impulso al «sueño imposible» de poner fin a medio siglo de guerra en Colombia.

En un discurso preparado, el mandatario dijo que el galardón es «un regalo del cielo» y lo dedicó a todos los colombianos, en particular a las víctimas de la guerra, en particular a los 220.000 muertos y casi 8 millones de desplazados en el conflicto más antiguo en América.

«Muchas gracias por este voto de confianza y de fe en mi país», dijo al recibir su premio.

«Con este acuerdo, podemos decir que el continente americano —desde Alaska hasta la Patagonia— es una tierra de paz», dijo el mandatario desde el Ayuntamiento de Oslo, Noruega.

Santos alcanzó un histórico acuerdo de paz con los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a comienzos de año. Un acuerdo inicial fue rechazado por un estrecho margen por los electores colombianos en un referendo realizado unos días antes de que el comité del Nobel se anunciara en octubre.

La semana pasada, un acuerdo de paz que incluía modificaciones, fue aprobado por el Congreso de Colombia.

Muchos pensaron que Santos ya no ganaría el premio este año, pero el Comité del Nobel «vio las cosas de forma diferente», dijo la vicepresidenta del organismo Berit Reiss-Andersen durante su discurso para presentar al ganador.

«Nuestro punto de vista era que no había tiempo que perder. El proceso de paz estaba en riesgo de colapsarse y necesitaba todo el apoyo internacional que pudiera recibir».

Varias víctimas del conflicto asistieron a la ceremonia de entrega, incluyendo Ingrid Betancourt, quien pasó seis años secuestrada por las FARC, y Leyner Palacios, quien perdió 32 familiares, incluso sus tres hermanos y sus padres, por una bomba de la guerrilla.

«Las FARC han pedido perdón por este hecho atroz, y Leyner, que ahora es un líder comunitario, los ha perdonado», dijo Santos. Palacios se puso de pie para recibir un aplauso de los presentes en la ceremonia.

Los líderes de la guerrilla, quienes no pudieron viajar porque enfrentan órdenes internacionales de arresto en Estados Unidos, no estuvieron presentes en Oslo. Enrique Santiago, un abogado español que fue encabezó las negociaciones para las FARC, representó al grupo en la ceremonia.

Los colombianos han reaccionado con poca emoción al galardón entregado a Santos debido a las profundas divisiones por el controvertido acuerdo de paz. Hubo una enorme abstención en el referendo de octubre. Para muchos en Colombia, el exagerado enfoque de Santos en poner fin a un conflicto que llevaba años perdiendo presencia, ha desvaído la atención a preocupaciones económicas apremiantes.

Santos también aprovechó su discurso para reiterar su llamado a «replantear» la guerra contra las drogas «en la que Colombia ha sido el país que más muertos y sacrificios ha puesto».

Agregó que la guerra contra las drogas que lleva décadas promoviendo Estados Unidos ha producido enorme violencia y daño ambiental en naciones productoras de cocaína y necesita ser suplantada por un enfoque global donde se flexibilicen las leyes que prohíben el consumo de narcóticos ilegales.

«No tiene sentido encarcelar a un campesino que siembra marihuana, cuando —por ejemplo— hoy es legal producirla y consumirla en ocho estados de los Estados Unidos», señaló.

¡Quiero ser premio nobel!, por Carlos Dorado

premionobel

 

Yo nunca me sentí un escritor, y jamás se me pasó por la cabeza el hecho de que algún día pudiese ganar el Premio Nobel de Literatura, y menos aún el de La Paz.

Pero viendo a Bob Dylan, que siempre lo reconocí como un excelente cantautor americano, y creador de canciones inolvidables (pero muy lejos de llegar a la categoría de escritor); yo también, tendría derecho a albergar unos gramos de esperanza de recibirlo algún día, aunque tenga que aprender a tocar guitarra como requisito adicional.

Si no logro el de Literatura, quizás pueda aspirar al de La Paz, ya que si lo logró un hombre que dividió en tres a Colombia: unos que quieren la paz, otros que quieren la justicia, y la mayoría que no les importa ninguna de las dos; pues a mí que nunca me gustó la guerra, y siempre busco la conciliación, también tengo derecho a soñar.

Yo siempre creí que el Nobel de La Paz se lo daban a alguien que logra unión sobre una causa noble, y no al que desune, a los que consolidan y no a los que des-consolidan. Llevar a un pueblo ensangrentado que quiere la paz, a uno dolido que quiere justicia, y a otros donde la sangre y la justicia no le dicen nada, no creo sean méritos suficientes para merecer tan importante distinción.

Muchos son los que aplaudieron, y se deshicieron en elogios con el jurado que eligió al Nobel de Literatura, argumentando que finalmente rompieron con los muros que separan la alta cultura de la literatura clásica con la cultura popular, mediante la creación de canciones, y la palabra cantada. ¡El problema radica en que el Premio Nobel no fue creado para que termine siendo un Grammy de la Literatura!

Es como si terminase otorgándosele el mismo a: Zadie Smith, Mary Gaitskill, Jennifer Egan, Anne Carson, Warsan Shire; o a tantos otros que se lo merecen, por el hecho de que alguna vez actuaron en un festival de música en sus pueblos natales.

Yo me imagino que Bod Dylan, que ha probado de todo en esta vida, todavía le quedan suficientes dosis de vergüenza, como para esconderse, y no comentar, ni festejar el hecho de que le hayan otorgado el Nobel, ya que seguramente en el fondo de su corazón estará pensando lo que solía decirme mi madre: “Es mejor preguntarse por qué no le han dado una medalla, que el por qué se la han dado”. Se le caerá la cara de vergüenza con Walt Whitman y Emily Dickinson (creadores de muchos de los versos de sus canciones), al no haber recibido nunca el Nobel por escribirlos, y a él sí, por cantarlos.

El Presidente Santos, que seguramente en sensibilidad debe estar muy lejos de Bob Dylan, demostrándolo al consultar al pueblo su proceso de paz, seguramente convencido de que iba a ganarlo; ni se le ocurre pensar por qué se lo han dado; simplemente lo festeja, ya que viene a ser la capa que cubre los muros de un fracaso.

Pero el verdadero perdedor es el prestigio del Nobel, donde quizás comienzan a vérsele las costuras; y esa rigidez objetiva con la que evaluaban a cada uno de los candidatos, comienza a dar qué pensar cuando empresarios relacionados con el jurado terminan siendo beneficiarios de obras de infraestructura en Colombia.

A lo mejor no falta mucho, para que algún día se lo otorguen a uno que tenga muchos seguidores en Twitter, aunque su currículum literario se resuma a unos pocos caracteres, o a uno de ISIS por el hecho de que se arrepintió y depuso las armas.

¿Acaso yo, no tengo derecho a soñar con un Nobel? ¡Quiero ser Premio Nobel!

 

cdoradof@hotmail.com

 

Esa tristeza que somos por Gonzalo Himiob Santomé

venezolanostriste1

 

La frase la escuché de Naomi Tutu, hija del laureado Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, ante la Asamblea Nacional. Hablaba ella de sus impresiones en estos días en los que visita nuestra nación, y de pronto nos soltó este disparo al alma: “…en Venezuela reconozco una tristeza que nos demuestra que Venezuela no es todo lo que podría llegar a ser…”.

 

Tal cual, y eso que somos, según algún desubicado, el “país más feliz del mundo”.

 

Los venezolanos estamos muy tristes, y se nos nota. Llevamos sobre los hombros cargas muy pesadas: La desazón que nos genera la inseguridad, la ansiedad que nos produce la inclemente escasez de alimentos y de medicinas, el agotamiento que nos causa luchar día a día por la supervivencia en un país en el que la moneda cada día vale menos, y por si fuera poco, también vivimos con miedo. Miedo a que un malandro nos desgracie la vida, miedo a enfermarnos y a morir de mengua y miedo a que un mal día, por alzar nuestra voz y quejarnos, al gobierno le dé por convertirnos en sus “enemigos” y nos haga dar con los huesos en la cárcel sin que tengamos posibilidad alguna de justicia verdadera. Le tenemos miedo al que camina detrás de nosotros, al policía que medio nos mira en cualquier calle y también al motorizado que se detiene a nuestro lado en una cola unos segundos más de lo normal. Le tenemos miedo a las noticias, a abrir cualquier periódico o a navegar por la red solo para recibir sin pausa, especialmente desde el poder, bofetadas e insultos descarados a nuestra inteligencia. Tememos ponerle punto final a la agonía marchándonos de aquí, pero también nos da mucho miedo quedarnos. No la tenemos fácil.

 

No hay peor cosa que asomarse al futuro con la indecisión y la prudencia con la que se atisba por el breve resquicio de una puerta entreabierta cuando no se sabe qué mal o qué ingrata sorpresa puede estar esperándonos al otro lado de ella. La incertidumbre permanente en la que estamos sumidos nos agota, pero también nos entristece.

 

Cada día un rumor distinto, una profecía o un  “dato” de “un amigo de alguien que es primo de alguien” en el poder, que nos pone en guardia, nos infla o nos desinfla de un golpe las esperanzas y nos mantiene en angustiosa alerta. En todo caso no se nos permite el reposo, todo nos roba la paz. Cada día una mala nueva, cada vez más cercana, nos quita el sosiego. Con cada paso el cuidado extremo, con cada palabra, un bozal preparado. Todo ello, es evidente, nos pasa factura. Nos acongoja pero a la vez, por momentos, nos paraliza, y nos confirma, como lo dijo Naomi, que parte del problema, quizás la parte más dolorosa, es que todo lo anterior, en contraste con lo que en nuestra más cruda esencia sabemos propio y luminoso, nos recuerda a cada minuto que estamos enajenados, “en ajeno”, tal como debe leerse, es decir, siendo lo que no somos, pero por encima todo sin ser ni poder ser, al menos por ahora, lo que podríamos llegar a ser. Es la consecuencia de habernos sometido tanto tiempo, más de diecisiete años ya, a la distorsión obligada, por las malas, de nuestra historia, de la imagen que nos devolvía el espejo cuando éramos país.

 

Pero no todo está perdido. Las palabras de Naomi no llegan a ser tan lapidarias. Ella misma nos dice que Venezuela no es, hoy por hoy, lo que todavía “puede llegar a ser”. No nos dice que la Venezuela que añoramos es un imposible, no nos dice que no somos “lo que ya nunca más podremos llegar a ser”. Por el contrario rescata, sobre todo tomando en cuenta los últimos acontecimientos, en los que los venezolanos le hemos plantado la cara a la represión sin miedo, dando pasos contundentes hacia el cambio necesario, nuestro sabor a posibilidad, a libertad y a futuro. Naomi también nos confirmó la esperanza.

 

¿O no es prueba de ello que por primera vez en muchos años en la Asamblea Nacional se escuche su voz, y la de Lech Walesa, y la de Óscar Arias, ambos ganadores del Premio Nobel de la Paz? Venezuela, definitivamente, ya es otra.

@HimiobSantome

VIDEO Premio Nobel de la Paz se bajó del vehículo y habló con gente que hacia cola para comprar comida

OscarArias-

 

El expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, se estacionó en la cola de un supermercados de Caracas para conocer personalmente el tema de la escasez de alimentos que atraviesa Venezuela.

Las personas que se encontraban en la escena, le relataron la situación y explicarle lo que viven a diario. «La venta es por número de cédula, si no te toca hoy, tienes que esperar la otra semana», dijo una mujer. «El sueldo no da más», apuntó otra que también estaba en la fila.

Ante estas historias, Arias afirmó que «¿No pueden comprar más? (…) ¡Qué barbaridad! Es agotador esto».