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La política no sabe a casabe ... por Orlando Viera-Blanco

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«El 2016 será la era de la moral republicana. Innegable, innegociable, intransferible y racionalmente intransigente»

 

El intento del gobierno ‎de «desproclamar» a diputados electos a la AN, no cuenta con el porte arrollador que tuvo HCHF. Pretender torcer la voluntad popular a través de artificios manifiestamente inconstitucionales, con la aquiescencia de magistrados elegidos entre gallos y media noche, lejos de ser un acto eficiente de neutralización institucional, es un gran favor a la causa restauradora de la nueva AN, que no tardará desconocer pretensiones de apariencia judicial contando con la gente en la calle.

Hasta el 6D el uso de la justicia como herramienta política venía teniendo la solidaridad automática de los poderes públicos. Pero ahora una nueva AN es símbolo de rescate democrático.  Antes el  pueblo imbuido de la borrachera revolucionaria, se daba por entendido. Ahora el escenario es otro. Maduro carece de poder de emplazamiento para intimidar y aplastar al adversario. El gobierno perdió la calle, y su capacidad de mando y empoderamiento. Intenta recuperarlo con burusas milicianas. Pero no logra agregar. Imponer gazapos judiciales pasándole por encima a la recién electa AN, es un desafío peligroso. La realidad es inversa. Es la AN la que cuenta con el apoyo y reconocimiento del pueblo. De 8 millones de electores que decidieron el 6D -plebicitariamente- impulsar el cambio, la restitución de los poderes, la revisión del modelo económico (a fondo), la rendición de cuentas, la amnistía, y no menos importante, la decisión de vivir en paz y con justicia. Decir que la nueva AN «sabe a casabe», es tragarse una mazorca sin masticarla. Y eso asfixia. Es provocar tensiones irreversibles sobre el poder constituido. En ese terreno quien pone sus bardas al horno es El Ejecutivo. La AN de nada tiene que preocuparse. La CBV le asiste y el termómetro ciudadano la respalda. Cualquier sentencia del TSJ que pretenda destituir o cuestionar la inmunidad de los diputados electos (lo cual compete solo al parlamento), burlando la soberanía del pueblo, es una provocación que inevitablemente reactivará la desobediencia civil (Art. 350-C). Un derecho ciudadano (diputados incluidos), que fue satanizado por voceros políticos y demoscópicos (quienes irresponsablemente lo tildaron  de violento y radical),  pero que hoy dejó de ser un tema tabú. Exigir la  defensa de la integridad democrática y de los poderes públicos, ya no podrá ser etiquetado como un asunto violento, radical, ni prohibido.

 

La política decanta en Venezuela

 

En eso consistirá el 2016‎. Estamos a las puertas de una transición, bien transaccional o confrontacional. La consensuada exige un enorme esfuerzo de concertación ideológica. Es el careo de Jacobinos Robesperrianos revolucionarios y radicales de la VR (Heinz Dieterich: «El oficialismo ha sido incapaz de renovar el proyecto de gobernanza») vs. una oposición variopinta, a ratos liberal y bien trajeada o a ratos difusa, que quiere ser más zurda de lo que viste… Este es el reto de Ramos Allup, quien será el jamón del pan de jamón. El experimentado parlamentario queda en la mitad de quienes están cazando güiro, apostando el desgaste de Maduro y su supervivencia política hasta el 2019, y los que saben que de seguir con este modelo, no tendremos país para las presidenciales. Quien gana con la tesis del «desgaste» es quien necesita tiempo para un segundo aire y levantarse de la lona: el gobierno. La tesis «resiste Nicolás, que yo te doy pulmón porque después os relevo yo», es la preferida de Cuba. Un escabroso esquema político que comporta una peligrosa estratagema, ausente de contraste y vocación inmediata de cambio y de una vida nueva para Venezuela. Ahí queda Ramos Allup: entre rojos, aurinegros, blancos, azules y naranjas, para respetar por lo que se votó el 6D: libertad, giro económico, paz y seguridad. ¿Lo posibilitará el gobierno? ¿Lo viabiliza su credo revolucionario? ¿Lo comprenden políticos de oposición de «nueva generación»? El 2016 no escapará de un careo en varias direcciones: una clase política comprometida con la necesidad impostergable de cambio de modelo vs. otra zurciendo «el camino al 2019» vs. un oficialismo radicalizado y arrinconado. En este escenario el consenso es la mejor opción. De lo contrario nos traga la crisis a todos. El árbitro electoral tendrá vigencia si se activa a tiempo a la zafra del fervor de cambio. Si el gobierno se resiste a la agenda de la AN, el RR será el centro de lo político, garantizando una transición no violenta y moderada. Ramos Allup será la cara civilista, humanista, libertaria y modernista del mandato de reforma que se parió el 6D. El 2016 va a la dualidad de poderes entre la decadencia revolucionaria vs. la reemergencia institucional, donde la gente sin duda, pedirá ir a referéndum.

El 2016 es la era de la moral republicana. Innegable, innegociable, intransferible y racionalmente intransigente. Quien enarbole esa bandera, será el nuevo líder de la nueva Venezuela. El cambio llegó para quedarse. Nada de segundas partes. Nada de imitaciones. Nada de resurrecciones. ¡La política no sabe a casabe…! De hecho no sabe a nada. Es lo que es. Es seria, evolutiva y mutante. En eso andamos, y así decanta…

 

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com

 

2016: confrontación o cooperación por Milos Alcalay

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Han transcurrido más de tres lustros desde que la “Revolución Bolivariana” asumió las riendas del Poder, durante cuyo periodo la radicalización produjo una confrontación cada vez más profunda. El terremoto político ocasionado con la votación del 6 de Diciembre evidencia el rechazo a esas actitudes de confrontación del Gobierno para trasladar su confianza y esperanza a 112 diputados de la oposición, quienes a partir del 5 de Enero están llamados a asumir el reto de realizar el cambio a través de la aprobación de leyes, controles y disposiciones que sirvan  de base para lograr  una cooperación a través del dialogo y lograr de esa manera, una mejor calidad de vida en libertad, progreso y democracia para todos los venezolanos corrigiendo tantos desaciertos producidos por la crisis económica y social existentes. Las previsiones sobre cómo debemos vislumbrar el 2016 no son nada fáciles. Si el Poder Ejecutivo con Maduro a la cabeza, pretende Gobernar con el garrote de la conflictividad y no le da la lectura correcta a la decisión del pueblo que le impone al Presidente y a las instituciones del Ejecutivo la obligación de negociar, dialogar, conversar con la Asamblea, tendremos un 2016 incierto y catastrófico.

Por su parte, la mayoría calificada debe imponer con firmeza pero con lucidez el camino de la cooperación para asegurar el destino positivo de Venezuela. Ya los nuevos diputados han fijado sus prioridades al pronunciarse a favor de la Ley de Amnistía para poner el libertad a los presos políticos arbitrariamente detenidos; proyectos de leyes económicas y sociales para hacer valer la Justicia Social; disposiciones para asegurar la separación de Poderes; enfrentar el desabastecimiento, la inseguridad, la inflación y otros graves problemas. Pero si optan por morder el anzuelo de la provocación del Poder Ejecutivo y se lanzan a la guerra de poderes, el resultado sería lamentable porque se  profundizaría aun más la crisis económica, política, ética y social que han puesto a Venezuela en una situación grave de crisis humanitaria.

Tanto el Gobierno como la oposición deben entender el mensaje de estas elecciones: El venezolano quiere  unidad; rechaza la radicalización y el uso de un lenguaje confrontacional y grosero; quiere que cese el abuso del poder central en detrimento de las regiones y del Estado de Derecho. Los venezolanos exigieron con su voto que los autócratas enquistados en el Poder entiendan que el abuso y la prepotencia deben ceder a la construcción de un ambiente de tolerancia amplio que incluya a todos- sin excepción.

Al mismo tiempo el elector quiere que se den soluciones mediante la aplicación de una responsabilidad compartida entre el Gobierno y el Poder Legislativo, que respete la independencia del Poder Judicial; que cese el Golpe Parlamentario designando a militantes del PSUV en el TSJ y usarlo para impugnar a 8 diputados de la MUD; que deje sin efecto los atropellos para imponer un “Poder Comunal”  no establecido en la Constitución con el fin de arrebatar las funciones de la Asamblea Nacional, de los Gobernadores y de los Alcaldes y todo tipo de medidas totalitarias y fraudulentas similares

Si no se logra unificar al país en base a los parámetros establecidos en la Constitución Bolivariana a través del dialogo, se agravaran las consecuencias del colapso existente: los reclamos de los sindicalistas se multiplicaran; las quejas de los damnificados en reclamo de viviendas dignas aumentaran; las amas de casa protestaran por el desabastecimiento; los presos políticos y exiliados exigirán con mayor vehemencia su libertad; los universitarios irán a la calle: todos reclamaremos mayor seguridad y lucha contra la corrupción desmedida venga de donde venga. Este es el momento para que el Gobierno y la Asamblea actúen en apego al mensaje contundente que dio el pueblo. Si no operan las bases de una cooperación real, la confrontación será inevitable y lamentable en el 2016.

 

@milosalcalay

La Ley (y la importancia del órgano legislativo)  por Andrés E. Hobaica

Asamblea-Nacional

 

¡No fue la mejor semana para el gobierno venezolano! En la cumbre anual de la OPEP el 04-12-15 (el viernes pasado), el gobierno venezolano vio como su propuesta de recorte fue rotundamente descartada, y en su lugar se aprobó un aumento del output de producción diario del cartel. Como si fuera poco, el domingo tuvo que asumir la aplastante derrota (electoral) que ya todos conocemos.

Estos resultados del 6D implican un doble triunfo para la oposición, pues no se limita a la victoria electoral de prácticamente 2/3 de los curules parlamentarios, sino que resalta la aceptación pacífica de esos resultados por parte del oficialismo. Que una tendencia política distinta al oficialismo tenga un control prácticamente absoluto sobre un Poder Público (y de tal envergadura como el Legislativo), es un evento no tiene precedente en las últimas décadas del escenario político venezolano. Sin duda alguna el 6D representará un hito en nuestra historia política contemporánea. Sin embargo, la materialización de un cambio, a corto y largo plazo, dependerá en gran medida de la manera en que los diputados recién elegidos desempeñen sus funciones, y sobre todo, en su concepción de la finalidad que debe cumplir un órgano legislativo.

El órgano legislativo es la pieza fundamental de cualquier Estado democrático de Derecho. A través del órgano legislativo (AN) se manifiesta el poder del Estado, canalizado a través de leyes. Estas leyes deben producirse cumpliendo una doble garantía: (i) un procedimiento parlamentario que garantice el pluralismo, es decir, que maximice la representación de las distintas tendencias políticas en dicho proceso de formación de leyes; y (ii) que el contenido de la Ley cumpla con ciertas garantías, principalmente que se ajuste al contenido de la Constitución, en pocas palabras: no puede desconocer o restringir arbitrariamente derechos y libertades constitucionales.

La AN, a manos del oficialismo ha estado totalmente desviada de su finalidad, pues se transformó en un órgano que no garantiza el pluralismo, sino que más bien busca eliminar (hasta por la fuerza) cualquier tipo de disidencia política dentro de su seno. Desviación que también abarca la garantía del contenido de las leyes, pues si bien la labor legislativa de la AN, en los últimos años, ha sido prolífica cuantitativamente, no lo ha sido cualitativamente.

La misión de la oposición es enrumbar nuevamente a la AN a su verdadera función. El proceso legislativo debe promover, dentro de lo posible, que las decisiones sean producto de un consenso, es decir, que haya espacio al disentimiento, al pluralismo. La inclusión es la clave, pues si se acentúa la polarización se presentará un escenario de ingobernabilidad y de pugna entre poderes. Además, el fruto de ese procedimiento parlamentario deben ser normas que enaltezcan los derechos de los ciudadanos, que respeten las libertades económicas, en fin, que promuevan la paz social, el pluralismo y la existencia de iniciativa privada para suministro constante de bienes y servicios en el mercado.

Un verdadero cambio político, económico y social solo será posible en la medida que la oposición logre que nuestro órgano legislativo recupere su verdadero propósito. Primero, que procure el pluralismo y la inclusión; y que produzca leyes de contenido material, cuya finalidad sea resolver los problemas que acechan día a día a los venezolanos y no ajustar cuentas políticas. En la medida en que la AN se mantenga fiel a su finalidad es que empezará la recuperación paulatina de nuestra delicada situación política, económica y social, y que se presentará, eventualmente, la oportunidad de una transición política pacífica.

No sé cuales serán las consecuencias inmediatas de este resultado, pero en definitiva ya se puede vislumbrar una salida a este largo régimen que tantas vidas y sacrificio económico ha causado.

@ahobaica