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La crisis agiganta la desigualdad en Venezuela
La quiebra del Estado y el colapso de la economía dan paso a una sociedad de extremos:muy pocos arriba, muchos descolgados por debajo y la proletarización de la clase media. Se instala una distribución más regresiva de la riqueza.

@vsalmeron

 

Tras el colapso del socialismo del siglo XXI emerge una economía despiadada y contrastante. Se consolida una cotidianidad de pensiones simbólicas, trabajadores públicos con salarios precarios y ausencia de garantías sociales; pero al mismo tiempo, en Caracas, crecen las opciones para el consumo: tiendas repletas de productos importados, nuevos restaurantes y servicio de internet por fibra óptica.

Discretamente, sin modificar leyes, Nicolás Maduro aplica un severo ajuste con recorte sin precedentes del gasto público, liberación de precios, apertura de espacios a la empresa privada y libre circulación del dólar. Quienes pueden subirse al tren de la nueva economía respiran, pero la mayoría siente que la cadena de la prosperidad está rota.

Los pobres se quedan sin oportunidades, la clase media retrocede y aumenta la distancia con los grupos privilegiados.

La moneda oficial es el bolívar, pero luego de tres años en hiperinflación y el fin del control de cambio los precios y las transacciones giran alrededor del dólar. Las empresas usan sus divisas libremente para importar materia prima, cancelar a proveedores y en algunos sectores de la economía, los trabajadores reciben parte del salario o bonos en divisas.

Además, una capa de la población tiene ahorros en dólares que utiliza para complementar sus ingresos, mientras otros obtienen remesas o ayudas de familiares en el exterior.

El acceso al dólar es el ticket para mayor consumo y bienestar. Un estudio de Datanalisis con cifras a diciembre de 2020 precisa que 68,8% de las familias tiene acceso a divisas y 31,2% permanece al margen y solo cuenta con ingresos en bolívares, una moneda moribunda al punto que el nuevo billete de un millón de bolívares equivale a 0,5 dólares.

Pero hay una gran disparidad en los montos de acceso al dólar: según Datanalisis de la porción de la sociedad que obtiene divisas 2,7% de las familias dispone para sus gastos en el país de un promedio de 1.614 dólares al mes, es la capa de alta renta. El 66,1% restante dispone de solo 191 dólares al mes.

Nuevos proletarios

Tras siete años consecutivos de recesión, la economía venezolana se volvió enana y el cierre de empresas, la salida de trasnacionales, una industria que trabaja a la cuarta parte de su capacidad y la destrucción de puestos de trabajo bien remunerados ha desatado un proceso de proletarización de la clase media.

En el recuerdo queda la clase media que viajaba al exterior, compraba vehículos, no tenía problemas para reponer electrodomésticos y cubría sin sobresaltos el costo de las clínicas privadas. Este segmento se empobreció y mira desde más abajo a las familias de alta renta.

“Soy ingeniero de sistemas, tengo 37 años y vivo con mi madre. La empresa para la que trabajo me paga un bono en dólares que complementa mi salario en bolívares, que alcanza para muy poco. Si se daña la nevera no podría comprar otra, tampoco podría pagar una operación quirúrgica en una clínica privada y me queda muy poco de mis ahorros” dice Oswaldo Gutiérrez quien vive en El Cafetal, una zona de clase media en Caracas.

 

El estudio de la firma ORC Consultores con alcance nacional, con datos a diciembre de 2020, es elocuente: el 76% de quienes se califican como clase media afirma que en el último mes el dinero no le alcanzó para reparar el vehículo, a 92% para cambiar o reparar electrodomésticos y a 40% para pagar el servicio de televisión por cable o internet.

En Residencias Lorena, un conjunto de tres edificios situado en Chuao, otra zona de clase media en Caracas, un tercio de los propietarios se atrasa todos los meses en el pago del condominio y por falta de mantenimiento el cerco eléctrico para reforzar la seguridad está roto, las luces de emergencias se fundieron y en las paredes se está cayendo el friso.

Un estudio de la firma Anova Policy Research, publicado en febrero de este año por el Banco Interamericano de Desarrollo, basado en distintas fuentes como el Censo Nacional de Población y Vivienda, la Encuesta de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) que tiene datos hasta marzo de 2020, concluye que hay una “caída abrupta y sistemática en el tamaño de la clase media venezolana”.

Anova utiliza distintas metodologías para cuantificar el retroceso de la clase media. Una de ellas, con alcance relativo, determina que la porción de la población que vive en la franja intermedia de la distribución del ingreso se redujo desde 64,5% en 2012 hasta 41,7% en 2020, es decir, el reparto de la renta desmejoró en la última década. (1)

Otra considera que la clase media son familias en una franja de ingresos que provee protección frente adversidades y cierto grado de estabilidad económica. De acuerdo a este criterio el porcentaje de la población que se ubica en este rango se redujo desde 62% en 2010 hasta 15,5% en marzo de 2020. (2)

Una tercera metodología considera que la clase media son las familias que no son pobres y tampoco son ricas. De acuerdo con este criterio la clase media se redujo desde 72,0% de la población en 2010 a solo 5,3%. (3)

Omar Zambrano, economista principal de Anova, explica que “en la reducción de la clase media tenemos que mencionar el colapso del salario y la mortandad de puestos de trabajo. El sector industrial es el mejor remunerado, allí se concentraba 18% del empleo en Venezuela y hoy es 2% del empleo; eso ilustra lo que ha pasado en el sector productivo”.

Brecha sideral

Una cascada de decisiones desafortunadas produjo un resultado trágico. Tras no ahorrar durante los años en que el barril de petróleo se cotizó a niveles récord, no invertir para mantener la producción petrolera, endeudarse masivamente, malbaratar el dinero y perder el crédito internacional, la revolución Bolivariana evaporó el ingreso de divisas y hundió a la economía en una profunda recesión.

Entonces, ante la caída en la recaudación de impuestos y el declive de los petrodólares el gobierno recurrió a la creación de dinero y estalló la hiperinflación que destruyó la capacidad de compra de la moneda. Luego las sanciones de Estados Unidos, que junto a una larga lista de países considera fraudulentas las elecciones en las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente en 2018, profundizaron la debacle.

Quienes dependen del Estado sienten que caen al vacío desde la cima de una montaña rusa, la brecha con los grupos privilegiados ahora es sideral. La bancarrota del gobierno pulverizó las pensiones y el salario de los trabajadores públicos. La supervivencia de las universidades gratuitas está en jaque y se agrava el deterioro de la salud pública.

Los profesores de las universidades públicas reflejan la destrucción del salario. Claudio Briceño es doctor en historia y profesor titular en la Universidad de Los Andes. Explica que “este mes mi sueldo equivale a dos dólares. Para sobrevivir he trabajado como taxista y con un emprendimiento de venta de hamburguesas. Quiero emigrar a Argentina, donde hice mi doctorado, o a Chile”.

De acuerdo con la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) en enero de 2001, cuando Hugo Chávez apenas iniciaba la Revolución Bolivariana, el salario de un profesor titular equivalía a 2.659 dólares.

 

El 8 de marzo FAPUV afirmó en un comunicado que “al no remunerar el trabajo, el Estado ha roto unilateralmente la relación de trabajo, razón por la cual declaramos la emergencia laboral en las universidades venezolanas y llamamos a nuestros agremiados a no aceptar trabajar en condiciones de oprobio”.

La seguridad social es simbólica. Cinco millones de ancianos cobran una pensión mensual que equivale a menos de un dólar, cantidad que el gobierno complementa con bonos que reparte todos los meses y cajas de comida que principalmente tienen carbohidratos como harina de maíz, arroz y pasta.

De acuerdo con Datanálisis 28,4% de las familias no tiene acceso a divisas y mediante salario, bonos y cajas de comida cuenta con un ingreso equivalente a aproximadamente 34 dólares mensuales.

Pero hay quienes viven en peores condiciones: 2,8% de las familias no tiene acceso a divisas y tampoco recibe ayuda del gobierno, por lo que dispone de un ingreso mensual que equivale a menos de 20 dólares proveniente de salario y dádivas.

Tiempos bárbaros

La producción petrolera cayó a niveles de 1940 y el otrora poderoso petroestado se desmoronó. El Estado pobre se traduce en peor educación pública, menos acceso a una sanidad digna, deterioro de las carreteras y mínimas oportunidades para los pobres.

Luis Pedro España, director del Proyecto Pobreza de la Universidad Católica Andrés Bello, señala que “el gobierno no tiene cómo planificar la transición de una economía que dejó de ser petrolera, el gasto público es mínimo”.

“Pasamos del control de la economía y la sociedad mediante la distribución de la renta petrolera a un proceso de liberalización obligada donde el Estado no puede controlar nada. No hay políticas de compensación para los perdedores del mercado, para los que no pueden pagar una escuela privada o un seguro privado en dólares”, agrega Luis Pedro España.

Apoyándose en los datos de la última Encovi afirma que el índice de Gini, un número que va de cero, la igualdad perfecta, a uno, la máxima desigualdad, se ubicó en 2020 en 0,51 el más elevado en la región después de Brasil. En 2015 el coeficiente era de 0,42.

Alejandro Grisanti, quien se ha desempeñado como analista de Barclays Capital para Latinoamérica y formó parte de la junta directiva de Pdvsa por el gobierno interino, considera que “los mecanismos de redistribución de la riqueza están muy deteriorados, prácticamente no hay compensación, en alimentación, educación y acceso a la salud”.

“Pasamos de una economía que perseguía al sector privado bajo la consigna del socialismo del Siglo XXI a una de la supervivencia del más apto. El Estado ha sido incapaz de crear arreglos sociales para aminorar la desigualdad”, dice Alejandro Grisanti.

 

Añade que “este año la economía no va a seguir cayendo, debería estabilizarse en el foso, pero un tercio de la población va a mejorar un poco y dos tercios seguirán empeorando. Tendremos una sociedad donde un tercio de la población va a llevarse una porción mayor de la torta y dos tercios se quedarán con una porción más pequeña”.

Los cimientos están destruidos. La magnitud de la debacle apunta a que sea cual sea la salida a las dificultades, lleguen cuando lleguen, por mucho tiempo los venezolanos no volverán al punto anterior al colapso del socialismo del siglo XXI. Toma forma una sociedad de extremos que se alejan del centro: muy pocos arriba y muchos descolgados por abajo.

(1) La franja intermedia son hogares con ingresos per cápita en una banda entre 50% y 150% de la mediana de los ingresos per cápita de la economía.

(2) Este rango tiene un piso de 10 dólares per cápita por día y un techo de 50 dólares per cápita por día, ajustados por un tipo de cambio de paridad de poder de compra que permite comparar cuánto dinero se requiere para adquirir una canasta de bienes y servicios en distintos países.

(3) Esta metodología utiliza como límite superior el utilizado por el Banco Mundial de 50 dólares per cápita por día, ajustados por un tipo de cambio de paridad de poder de compra y como umbral inferior la línea de pobreza moderada oficial de Venezuela hasta 2015 y su ajuste por inflación para los años posteriores.

Enobu Virtual 2020: Universitarios venezolanos más empobrecidos y desiguales
En Venezuela, 39 % de los profesores y 47 % de los estudiantes no tienen computadora portátil

Ladeshu

Los sociólogos Yelena Salazar y Carlos Meléndez, coordinadora y director del Observatorio de Universidades (OBU), respectivamente, presentaron a la opinión pública los resultados de la encuesta Enobu Virtual 2020, en la que se da cuenta de la realidad de la educación universitaria en línea desde que se declarara el estado de alarma por la pandemia en Venezuela.

El Ministerio de Educación Universitaria anunció en marzo la activación del plan Universidad en Casa, para la prosecución de las actividades académicas a través de plataformas electrónicas, aunque las precarias condiciones de los servicios de electricidad e Internet hacen poco probable la efectividad del referido plan.

La Enobu Virtual 2020 fue levantada entre los meses de agosto y septiembre y abarcó un universo de 3.815 estudiantes de pregrado, 133 de posgrado y 1.918 profesores. En total, fueron consultados docentes y alumnos de 77 instituciones de educación superior públicas y privadas ubicadas en los 24 estados del país.

El OBU diseñó la consulta considerando tres de los Objetivos del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas: Educación de Calidad (4), Trabajo Decente y Crecimiento Económico (8) y Reducción de Desigualdades (10). Las variables evaluadas de la encuesta son:

  • Recursos tecnológicos y servicios públicos
  • Desigualdades por regiones
  • Educación virtual en pandemia (clases virtuales, aulas virtuales, acompañamiento de la universidad y aplicaciones y herramientas más utilizadas)
  • Educación virtual y motivación
  • Calidad de la educación virtual
  • Educación virtual y presencial
  • Condiciones de trabajo y estudio en casa
  • Formación en educación virtual
  • Plan Universidad en Casa

Rezago tecnológico según la Enobu Virtual 2020

En Venezuela, 39 % de los profesores y 47 % de los estudiantes no tienen computadora portátil; apenas 24 % de los docentes y 27 % de los alumnos tiene un ordenador de uso compartido.

En relación al acceso a internet, solo 52 % de los educadores y 54 % de los estudiantes consultados tiene servicio ABA de Cantv. De igual manera, 45 % los profesores y 58 % de los estudiantes encuestados deben usar los datos móviles de sus teléfonos inteligentes para las actividades académicas en línea.

Otra forma de tener acceso a internet es a través del servicio privado. Al respecto, 24 % de los docentes y 18 % de los alumnos cuentan con este servicio, lo que evidencia una desigualdad de oportunidades entre quienes hacen vida académica. Las regiones del occidente y nororiente de Venezuela son las que tienen más deficiencias de conexión a la red.

Las fallas eléctricas, otro obstáculo para las clases en línea

Al consultarles acerca de si tienen servicio eléctrico continuo, 62 % de los profesores y 55 % de los estudiantes dijeron que no. A 47 % de los docentes y 48 % de los alumnos les cortan la electricidad diariamente entre tres y seis horas. La situación se torna más dramática si se toma en cuenta que 95 % de los educadores y 94 % de los estudiantes no tienen plantas para el suministro alterno de energía.

Como es sabido, la región del país que más padece el racionamiento eléctrico es el occidente, con más severidad en los estados andinos y en el Zulia. En este contexto de pandemia y privación de los servicios de electricidad e internet, 56 % de los profesores y 44 % de los estudiantes no tuvieron actividades académicas desde que se inició la cuarentena hasta septiembre, cuando terminó la Enobu Virtual.

Hace falta más capacitación y recursos tecnológicos

Las deficiencias en el manejo de herramientas tecnológicas es otro de los óbices para la educación virtual en Venezuela. A 51 % de los profesores de las universidades públicas no se les ha creado aulas virtuales en su institución.

El 62 % de los profesores ha usado WhatsApp y el correo electrónico para sus clases virtuales, casi el doble de los que utilizan las aulas virtuales (32 %) de  los cuales en gran parte son los de las universidades privadas.

A los estudiantes no les convence la formación en plataformas virtuales

Otro factor que atenta contra los estudios vía internet en Venezuela, es la desmotivación: 88 % de los profesores no encuentran razones para incorporarse a las clases virtuales por sus condiciones salariales y de trabajo. A 63 % le desmotiva los equipos rezagados que tienen, pero 64 % de los docentes de las universidades públicas dicen estar satisfechos por el apoyo tecnológico que les brinda su institución.

Llama la atención que a pesar de que se trata de una población joven, solo 28 % de los estudiantes manifestó que se siente muy motivado con las clases en línea, mientras que 63 % considera que el sistema de educación virtual en el país está entre mala y deficiente.

A 62 % de los estudiantes de las universidades públicas y a 59 % de las privadas, les parece que la educación virtual es peor que la presencial, mientras que solo 14 % del total de los consultados cree que es mejor la modalidad en línea.

Resulta significativo que 7 1% de los profesores y 84 % de los estudiantes haya manifestado que desconoce el plan Universidad en Casa, incluso los de aquellas instituciones controladas por el Ejecutivo nacional y pertenecientes a la Asociación Bolivariana de Rectores (Arbol), 58 % de los estudiantes de estas instituciones no conoce el plan.

Como lo ha reseñado el OBU mediante el monitoreo de medios digitales que también lleva, en las cuentas del ministro César Trómpiz y del propio ministerio, no se hizo mención de este plan salvo cuando se anunció su creación y en los días de la entrega de las tabletas a los profesores del sector público.

Los voceros del OBU destacaron que la educación virtual ha ampliado las desigualdades en el país. “En las universidades públicas se evidencia un notable retroceso en el desarrollo de esta modalidad educativa, dada la crisis multidimensional que atraviesa el sector. Solo los que pueden pagar una matrícula en las instituciones privadas tienen garantizados sus estudios”, asegura la profesora Yelena Salazar.

“La pandemia aceleró procesos que han obligado a todos a aprender. Lo ideal es que a la virtualidad se  acompañe con condiciones óptimas de trabajo y estudio, pero los problemas de precarización salarial, malas condiciones de infraestructura en las universidades públicas, el empobrecimiento de los universitarios, la desactualización de equipos y fallas de los servicios de electricidad e internet, definen un contexto de violaciones al derecho a la educación que limita el desarrollo de calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje. La crisis del país también ha traído una merma en las matrículas de ambos sectores. Mientras los que detentan el poder, que son los que deciden por muchos, no entren en el carril institucional y democrático, difícilmente habrá cambios en la universidad venezolana”, dijo el profesor Carlos Meléndez.

Sin embargo, y pese a las dificultades, los representantes de OBU hicieron un llamado a los universitarios a pensar en la prosecución académica como una forma de defender el derecho a la educación y garantizar la sostenibilidad de la educación superior, frente a un Gobierno que por su accionar refleja un nulo interés por la educación libre y de calidad.

Venezuela es el tercer país más pobre de Latinoamérica y el Caribe
El producto interno bruto per cápita en dólares a precios corrientes está actualmente en 2.427 dólares

 

Venezuela pasó a ser el tercer país más pobre de América Latina y el Caribe.

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el producto interno bruto per cápita en dólares a precios corrientes  está actualmente en 2.427 dólares.

Le superan en pobreza Haití y Nicaragua con 765 y 1.869 dólares en la primera y segunda posición, respectivamente.

El país descendió 13 escalafones en comparación con el año 2013, cuando comenzó el régimen de Nicolás Maduro.

Para el momento estaba en 7.869 dólares su PIB per cápita, una contracción por más de 5.000 dólares per cápita, señaló el economista Jesús Casique en su cuenta de Twitter

También indicó que esto trasladaría al país al siglo pasado, debido a que para el año 1950 dicho cálculo se fijó en 4.500 dólares.

 

Venezuela: una bomba social, por Antonio José Monagas

LA POBREZA SE VOLVIÓ UN ENIGMA. Es así. Aunque distintas son sus causas. Algunas, quizás, más capciosas y letales que otras. Pero de algún modo, cualquiera de ellas, bien sea por razones de deuda nacional, por especulación alimentaria, por falta de soberanía alimentaria, por modelos económicos retrógrados, por la erradas prácticas de grandes corporaciones multinacionales y transnacionales o por la campante corrupción, ponen al descubierto o desnudan -inmisericordemente-  una realidad llamada “pobreza”. 

Desgraciadamente es el problema que azotó a Venezuela. Particularmente, luego que las prédicas electorales pronunciadas por furibundos militantes del militarismo reaccionario que había pintado de sangre el espectro político en diciembre de 1998, aun que con mayor odio en febrero de 1992, unos seis años atrás, estigmatizaron las calles del país. De esa manera, jugándole unos pasos adelante a la muerte convirtiéndose en criterio de gobierno, la pobreza se apoderó de una población de la cual no se apiadó el sarcasmo de un régimen que prometió lo imposible al decretar que el Estado venezolano actuaría en “defensa y desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad”. Tal como fue suscrito por la Constitución sancionada en Diciembre de 1999, luego de la mofa política que permitió el arribo al poder de un militar de segunda categoría, quien apostó todo su mando a desplazar al Libertador Simón Bolívar del sitial que la historia le brindara. 

El mal llamado “socialismo del siglo XXI”, bien supo lograr que la pobreza se impusiera cual lúgubre realidad. La gestión militarista de quien mucho presumió de lo que careció, dejó una pobreza como su efectivo legado, que nadie se habría imaginado de su dimensión, proporción y secuela. Fue tal la crisis que su incidencia desató apenas iniciándose la gestión de gobierno, arrancando el siglo XXI, que de nada valieron los esfuerzos de una economía que se vio oscilante frente a los desmanes que el desbarajuste gubernamental incitó. 

El régimen no atendió ni tampoco entendió la esencia del problema que siempre configuró la pobreza. Ya entrado el nuevo siglo, la tasa de desocupación o desempleo, comenzó a hacer estragos. La pobreza de larga duración se enquistó, mientras se compenetraba con un discurso político para el cual el proselitismo de inmediato impacto era el elemento central de una estrategia que buscaba empobrecer al venezolano. Para eso, el régimen estimó de inmediato un accionamiento político que vapuleaba sus propios compromisos políticos. Para ello, se recreó desfigurando y desvirtuando la institucionalidad económica del sistema político venezolano mediante el establecimiento de ley-decretos que dieron al traste el relativo crecimiento económico que venía forjándose. Aún cuando el mismo, se mostraba todavía incipiente, es indiscutible que su determinación hacía de él una ruta de decidido raigambre sociopolítico y socioeconómico.

Como prueba del fiasco que signaba la supuesta revolución, se intentó expandir la economía de trueque. De hecho, llegó a creerse que de esta forma, que el venezolano podría sobrevivir, entregar servicios o producción casera a cambio de otros similares. Pero todo ello fue un craso fracaso. 

La realidad demostraba así el carácter contradictorio de tan equivocadas medidas que sólo identificaban la soberbia de quienes buscaban acabar con la Venezuela que se había distinguido, pocos años atrás, en virtud de indicadores que reflejaban el avance de una economía soberana, propio de políticas públicas con sentido de crecimiento y desarrollo. 

Mientras las economías colaterales emergieron de manera saludable, la economía que se instaba en Venezuela acentuaba horriblemente la pobreza. Peor aún era lo que sucedía en su entorno toda vez que las corporaciones académicas hacían notar su desempeño en pos de contrariar la tendencia que se imponía. Al mismo tiempo, elevaron su voz de protesta contra la inercia de una revolución que asfixió el desarrollo alcanzado, Incluso, comparativamente, décadas atrás. 

Hoy la pobreza se apoderó del país al invertir drásticamente el eje político y así cambiar su sentido social y económico. El Estado de Bienestar del cual se sirvieron países vecinos, que la misma historia política destaca, en Venezuela no fue comprendido como referente de significación. Ni en tiempo, ni en calidad de efecto. Casi todos los derechos sociales y económicos conquistados, progresivamente fueron consumidos por la pobreza que arrasaba la tierra, las instituciones y la familia venezolana. 

Sólo queda, sin duda alguna, el enardecimiento de la población. Pero no para fijar pautas de socarrona gracia para buscar condolerse de la situación mediante algún jocosidad de baja calaña. Es hora de abstraerse de todo aquello que desvíe la atención hacia orillas de impúdica condición. 

Con la suerte que Venezuela merece luego de vivir tantas tragedias juntas en veinte años de sumisión y espanto político, no se juega. Menos, se traiciona, se vende o se permuta. Más, tratándose de que el país está al borde de su definitivo hundimiento de seguirse con el actual modelo de contubernio político-económico que el régimen anima grosera e impunemente. Más, porque con todo esto detrás, el país está reaccionando. Y cuidado si no es de modo peligroso ya que ahora es, innegablemente, Venezuela: una bomba social. 

Encovi: Crecimiento de la pobreza en hogares alcanza 51%

LA ENCUESTA NACIONAL DE CONDICIONES DE VIDA (ENCOVI) presentó con los resultados de 2018 este miércoles en la Universidad Católica Andrés Bello. El estudio indicó que 51% de los hogares del país viven en una situación de pobreza. El índice aumentó 3% en relación al 48% registrado 2017.

El evento estuvo encabezado por el rector, Francisco José Virtuoso; el diputado, Juan Andrés Mejía; la coordinadora de la ENCOVI, Anitza Freitez; y el sociólogo e investigador, Luis Pedro España.

“Queremos brindar desde los datos y aprendizajes de ENCOVI aquellos elementos estructurales que nos permitan enfocar adecuadamente los esfuerzos de la ayuda humanitaria, los programas de protección social y los lineamientos de política social a largo plazo”, afirmó el rector de la UCAB.
De 51% de los hogares que atraviesan un grado de pobreza, 43% tiene un estándar de vida. 14% cuenta con protección social y un empleo. Solo 10% de ellos tiene acceso a la educación, 18% a servicios y 15% a viviendas.

“En los últimos tres años la pobreza multidimensional creció 10 puntos y en 2018 alcanzó a la mitad de los hogares (51%), mientras 80% de los hogares presenta riesgo de inseguridad alimentaria, debido a que 90% de la población no tiene ingresos suficientes para comprar alimentos”, señaló la directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB y coordinadora de la ENCOVI, Anitza Freitez-

El informe reflaja que la pobreza se estaría haciendo más amplia y severa dependiendo de la región del país. En la Gran Caracas el 33,8% de la población es pobre (399 mil hogares) en ciudades pequeñas esta situación alcanza al 75% de los habitantes (más de 1 millón de hogares).
Por otro lado, Encovi destacó el deterioro de los servicios de electricidad, agua y saneamiento. En el informe se indicó que 25% de los hogares se ven afectados por interrupción del servicio eléctrico durante varias horas diariamente. El estudio aseguró que la carencia de fuentes de agua mejorada es de 23% y la ausencia de un servicio de saneamiento mejorado es 13%.

Además, la encuestadora nacional indicó en su informe que la mortalidad al comienzo de la vida, es decir, en neonatos, ha aumentado y a su vez los años de esperanza de vida ha disminuido.

El estudio estima que desde que entre 2017 y 2019 el volumen de muertes infantiles a causa de la crisis alcanzará 20.000 fallecimientos en menores de un año. Venezuela también perdió 3,5 años en la esperanza de vida al nacer-
Desde 2017, 70% de los hogares se encuentran en inseguridad alimentaria. En 2017, fue el 89% de los hogares venezolanos los que se vieron afectados por no contar con los ingresos suficientes para la compra de alimentos.

Seguidamente de estas cifras, se presentó el Plan País. Esta estrategia planea identificar los hogares que están expuestos a condiciones más vulnerables. El Plan País se divide en cuatro dimensiones: Demográfica, Salud y Nutrición, Educativa y Laboral. A su vez cuenta con tres fases: Fase de emergencia, fase de estabilización y fase de reforma.

Investigadores de la UCAB propusieron un programa de acción cuya primera fase, llamada de emergencia, que está concebida para desarrollarse durante nueve meses a un año y dirigida specialmente a los sectores más vulnerables.
Luis Pedro España explicó que el plan contempla un subsidio monetario directo a 51% de la población durante tres meses para garantizar su acceso a alimentos y medicinas. La ayuda estaría focalizada geográficamente: 75% de los hogares de las ciudades pequeñas, 46,3% de los hogares de las ciudades medianas y 40,6% de los hogares de las ciudades medianas.

Morral de ausentismo escolar, por Edward Rodríguez

@edwardr74

LLEVO VARIOS MESES TRATANDO DE ESCRIBIR sobre los populares “morrales tricolor” que regaló el gobierno a niños, niñas y jóvenes de la patria en condición escolar; uno va por la calle y de pronto ve que una madre carga en su espalda el morral, un obrero lo lleva para guardar su muda de ropa, un indigente lo carga para guardar lo que recoge de la calle, un vigilante lo usa para guardar su uniforme; en fin, una gran parte de la población venezolana carga a cuestas el morral que almacena la pobreza que se refleja en los rostros de sus usuarios.

Uno que otro alumno aún conserva el bolso, pues seguramente sus padres lo tomaron prestado por tiempo indefinido, pero quienes sí se beneficiaron del “morral tricolor” fueron el importador o fabricante de los millones de piezas esparcidas en todo el territorio nacional y hasta internacional, porque también los hemos visto cruzar las fronteras en la diáspora.

Este lunes 17 de septiembre inició el año escolar 2108-2019, los grandes ausentes fueron los niños y los morrales “bussines”. A diario me encuentro  con más padres y representantes que me comentan que aún no han inscrito a sus hijos por falta de dinero, que no les han comprado los útiles ni mucho menos un par de zapatos. Ir a clases era alegría para los niños, pues ese primer día estrenarían pantalón (o falda), camisa, zapato, morral y útiles;  eso quedó en la historia y en el recuerdo hasta el período de Chávez y toda la Cuarta república.

La miseria de un gobierno como el venezolano cuyo mandatario, de regreso de su visita a China se dio un banquete en uno de los restaurantes de alta categoría mundial en Turquía como el de Nusr- Et Sandel Bedesteni, quedará para la posteridad. Eso es lo que muchos llamarían “pornografía del poder”: buenos restaurantes, buen reloj, disfrute de un habano; esto es como la tos: no se puede ocultar.

Señor Nicolás, tome nota, por citar unas cifras serias le doy estas que ofreció Gualberto Mas y Rubi, aguerrido defensor de los derechos de los maestros, secretario general de Fetramagisterio y del Sindicato Único del Magisterio, en 153 planteles en el Zulia sólo asistieron 232 alumnos, o sea, 97% de ausentismo escolar; y esto es sólo una muestra de un estudio realizado el mismo día de regreso a clases.

¿La razón? Infinitas: los padres no tienen cómo comprarles el uniforme a los muchachos, mucho menos los útiles escolares, tampoco tienen para darles la merienda, los maestros no tienen efectivo para el pasaje, tampoco tienen para un bocado de comida, y a los dependientes de la Gobernación del Zulia por ejemplo, no les han pagado desde el 8 de septiembre cuando les depositaron la última quincena de agosto.

Según el recién nombrado, por segunda vez, ministro de Educación, Aristóbulo Isturiz, la matrícula de prescolar y primaria es de siete millones y medio de estudiantes; en Zulia sería de 450 mil, pero si sólo asistieron 232 alumnos a 153 escuelas, algo grave está pasando.

A estas cifras que alarman, hay que sumarle las ofrecidas por Susana Raffalli  en un tuit, la cual refleja que 4.444 alumnos (Fe y Alegría), han visto partir a sus padres, 3.500 maestros han renunciado (AVEC), 400 escuelas privadas cerrarán sus puertas (ANDIEP) en el 2018; y en las escuelas de Fe y Alegría menos del 50% de la matrícula escolar del 2017 se han inscritos.

En resumen, podemos concluir que vivimos un ausentismo escolar histórico y sin precedentes. En Venezuela la educación que fue de primera y competitiva de la que gocé y me formé, hoy está a punto de fallecer, el modelo socialista implantado ha fracasado y de no revertirse se llevará por delante dos generaciones de venezolanos que no serán los que hoy salen en manada emigrando a otros países con un título bajo el brazo.

El morral del ausentismo escolar tiene un origen, el “hombre nuevo” ha llegado para quedarse sin estudios, sin alimentos y sin oportunidades.

 

 

Codevida: 61% de la población venezolana vive en pobreza extrema

 

El 87 % de la población venezolana vive en la pobreza y el 61 % en pobreza extrema, según afirmó este jueves el director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y a la Vida (Codevida), Francisco Valencia.

«La crisis que sufre Venezuela tiene consecuencias devastadoras para el bienestar de la población y en el disfrute de sus derechos», enfatizó Valencia tras denunciar la dramática situación junto a otros representantes de la ONG venezolana y del Centro de Derechos Humanos (CDH) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), ante la ONU.
«Los niveles de inseguridad alimentarios son altísimos. El 55% de los niños menores de cinco años sufren malnutrición», agregó el activista citando datos gubernamentales de Cáritas y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Por su parte, el integrante de la CDH de la UCAB, Eduardo Trujillo, aseguró que «más de 8 millones de venezolanos solo comen dos veces por día o menos, y lo que ingieren no es nutritivo. De media, los venezolanos perdieron 11 kilos de peso solo en 2017».
El acto en el que participaron los activistas fue organizado por la ONG defensora de las libertades fundamentales Human Rights Watch y llevado a cabo en paralelo a la trigésimo novena sesión regular del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Ambos activistas intentaron explicar a la audiencia cómo es vivir «sin una distribución regular de agua potable y de electricidad y con una inflación del 233%», en palabras de Valencia.
El representante de Codevida explicó que ante esta desesperada situación era entendible que 2,3 millones de personas hayan abandonado el país, «entre ellos, el 50% del personal sanitario de los hospitales públicos».
«Una sola enfermera tiene que ocuparse de 80 pacientes en un día», explicó Valencia, y denunció que «16.000 enfermos renales tienen su vida amenazada porque se han clausurado los centros de diálisis; 5.000 pacientes hemofílicos no reciben tratamiento de coagulación; 33.000 enfermos de párkinson no obtienen medicinas, y 80.000 seropositivos no perciben tratamientos antiretrovirales desde 2017″.
Agregó que en los últimos años el número de muertos a causa del sida o enfermedades relacionadas aumentó de 1.600 al año hasta los 5.000, según reseñó Efe.
Además sostuvo que 55.000 personas enfermas de cáncer no obtienen quimioterapia o las medicinas necesarias y que la mayoría de los centros de tratamiento del cáncer han clausurado.
Valencia expresó que se estaban presentando brotes de enfermedades que ya habían sido controladas en el país, como el sarampión (más de 4.000 casos) o la malaria (500.000), y que las cifras de infectados sigue aumentando.
Trujillo, por su parte, hizo énfasis en la urgencia de solicitar a la comunidad internacional y a la ONU que se defina a los que huyen del país como «refugiados o emigrantes forzosos», porque abandonan su tierra natal forzados por la crisis.
«Es por ello que necesitan protección internacional», afirmó y dijo que según datos recogidos en Perú y Brasil por la Organización Internacional de la Migración, los venezolanos que huyen lo hacen por cuatro razones: falta de alimentos, falta de medicamentos, por la inseguridad y por la situación económica.
Laureano Márquez P. Sep 12, 2018 | Actualizado hace 4 semanas

 

Querido Jim:

Te admiro mucho, pero a veces parece que la incapacidad de las estrellas de Hollywood para entender la política es directamente proporcional a su talento escénico. Reagan siempre fue un actor de muy poco talento, gracias a Dios. Leí que te invitaron al programa “Real Time with Bill Maher” de HBO- donde dijiste: “Tenemos que decir sí al socialismo, a la palabra y todo”. Quizá para ti, como para la humanidad entera, la palabra “socialismo” es una palabra que suena bonito. Todo el mundo quiere definirse como socialista, hasta los de derecha: a Rajoy lo tildan de “socialdemócrata” y seguramente lo es.

Socialismo es entendido en términos cotidianos como antítesis de egoísmo, sinónimo de preocupación por los demás, de distribución equitativa de la riqueza, de apoyo a los más débiles y sus necesidades, de procurar salud y educación para todos, etc. Y eso es bueno, eso lo quiere hasta la derecha primermundista. Parece que esa tradicional división entre derecha e izquierda en términos ideológicos ha ido mutando, ya lo que más inquieta a la gente es que sus gobiernos sean eficientes, honestos, que cumplan con sus obligaciones constitucionales y casi todas las constituciones contemplan un profundo contenido social.

Así pues, al menos en los países desarrollados, lo que hay son socialismos, con matices de izquierda o de derecha. Uno supone que es a eso a lo que te referías cuando señalas: “tenemos que decirle sí al socialismo” y pones como ejemplo a esa magnífica nación que es Canadá. En tal sentido, no habré de caerte encima como si hubieses grabado una cuña para el Saime.

Sin embargo, menester es decirte, que bajo el nombre de “socialismo” se ocultan hoy profundas amenazas, curiosamente, en contra de lo que suele considerarse como socialismo, escondiendo un autoritarismo intolerante puro y duro, cuando no una abierta dictadura. No es casual, Jim, que el neofascismo esté floreciendo justo en la Alemania que era socialista.

Si evaluamos el caso que más cercano tenemos nosotros, el de Venezuela, lo que encontramos es justamente eso: nuestro régimen no es -válgame Dios- la antítesis del egoísmo. Muy por el contrario, no hay nada más egoísta que apropiarse de lo que es de todos, desde el poder, hasta los dineros públicos, en esa forma de gobierno que padecemos y que, desde que pasó el gran cometa Haley, ha dado en llamarse “cleptocracia”.

En Venezuela, querido Jim, -por lo que te acabo de contar- no hay distribución equitativa de la riqueza, ésta se ha concentrado, como pocas veces en nuestra historia en muy contadas manos.

Los más débiles en Venezuela están a la buena de Dios, huyendo del país como pueden, sin salud, sin medicamentos y sin alimentos, tragedia a la que se le suma la negación de un régimen que afirma que nunca la población había estado tan bien y que incluso habría que cobrarle al gobierno colombiano el bienestar del que disfrutan sus ciudadanos acá. O sea. En Venezuela, querido Jim, los niños están dejando de ir al colegio, bien porque tienen que buscar cómo sobrevivir y ayudar a sus familias o porque no tienen fuerzas para ir al colegio por falta de alimento.

En Venezuela Jim, le hemos agarrado tirria a la palabra socialismo, representa la opresión contra un pueblo, la destrucción de una nación floreciente y la desesperación de sus ciudadanos.

 

@laureanomar