Plan Colombia archivos - Runrun

Plan Colombia

El triunfo del Plan Colombia, por Germán Carrera Damas

PlanColombia

 

*** El extraordinario acontecimiento internacional realzado por la presencia-participación del Papa Francisco, actualmente en curso en la República de Colombia, me ha hecho recordar un artículo que publiqué en el diario El Nacional, de Caracas, con ocasión de la firma del denominado Plan Colombia.

         Los especialistas en cuestiones de política internacional y diplomáticas, evaluarán con sus criterios e instrumentos profesionales su contenido. Mi enfoque fue el de un historiador convencido de que la prospectiva histórica permite enfocar la significación del hecho histórico ubicándolo en la plenitud del tiempo histórico, generándose con ello la certidumbre de su contenido probable; en función del cual cabe a la sociedad adoptar medidas que

         Me permito reproducir, sin enmiendas, el original de mi mensaje que intitulé ***

 

Crece la controversia acerca del Plan Colombia. Se le incorporan resabios ideológicos que ya sólo hablan eficazmente a los convencidos. Se intenta dar nuevo lustre a oxidados argumentos que parecían ser excedentes de la llamada Guerra fría. Se afilan a armas retóricas desgastadas en los reiterados fracasos del socialismo. Vuelven a estar de moda desplantes antiimperialistas que poca, si alguna, atingencia conservan respecto de la nueva escena internacional. Vuelven a meter en la palestra, como campeón contra el imperialismo yanqui, a un Simón Bolívar fabricado mediante una interpretación ahistórica de su pensamiento político. En fin, se inflama la retórica política prescindiendo de toda ponderación serena de circunstancias y objetivos.

Por su parte, los analistas políticos disputan sobre la eficacia y el alcance del Plan Colombia, en el supuesto de que éste sobreviva a la campaña electoral presidencial norteamericana, en la cual el Plan ha servido sobre todo para acreditar la voluntad del gobierno demócrata de combatir el narcotráfico, en medio de una puja entre legisladores por participar de esa acreditación al mismo tiempo que se rescatan de la acusación de negligencia respecto de la atención prestada a las fuerzas armadas, y abren el modesto inicio de alguna oportunidad empresarial para sus respectivas circunscripciones electorales.

Pasada la fase de discusión acerca de la conveniencia y utilidad del Plan, se debate sobre sus objetivos, expresos y mal disimulados u ocultos. Admitiéndose que tiene el Plan más de un objetivo político, se hace cuestión de la determinación del principal, para lo cual compiten tres: la determinación de combatir el narcotráfico en su fuente americana, la decisión de fortalecer al gobierno colombiano en la guerra civil que libra con tan escasa fortuna, y el encubrir la acentuación de la presencia norteamericana en la región mediante una intervención política y militar solicitada por el intervenido. Obviamente, este último objetivo es de amplio espectro, puesto que podría asumir formas que irían desde la participación reticente hasta el compromiso mayor, dependiendo estas posibilidades de cuántos “body bags” se requieran.

En otro nivel se ventilan las posibles repercusiones del Plan en los países vecinos de Colombia, y aun en toda Latinoamérica. Es obvio el propósito de volver continental la cuestión, lo que parece muy improbable en ausencia de un México atado por el TLC y sumido en la que será una grave crisis de desarrollo político; de una Argentina que parece alentar la aspiración de ingresar a la OTAN, y de un Brasil ya candidato a miembro permanente del Consejo de Seguridad ampliado, y los tres agobiados por gigantescas deudas externas.

Se debate con absoluto desdén de los declarados propósitos sociales y económicos del Plan, considerados para el efecto como poco más que el glaseado de la gran torta política y militar que colombianos y norteamericanos se empeñan en poner.

Escuché al Presidente Andrés Pastrana reiterar en la televisión, durante su visita de Estado a Ecuador, que los propósitos del Plan son de promoción del desarrollo económico, social e institucional (en esto último más valdría hablar de reconstrucción), si bien en una ocasión, al menos, llegó a decir (¿fue un desliz?) que combatiendo el narcotráfico sería debilitada la guerrilla, pues perdería su primordial fuente de financiamiento y, -esto no lo dijo-, sobre todo de la que ha sido denunciada como su principal fuente de aprovisionamiento de material de guerra.

En medio de tanto debate ha pasado inadvertido el hecho de que el Plan Colombia ya triunfó, y ello independientemente de su perdurabilidad e incluso de su eficacia sobre el terreno, pues el objetivo central para el gobierno colombiano ya ha sido logrado gracias a la diplomacia personal del Presidente Andrés Pastrana, quien ha tenido éxito en la empresa política que vio fracasar al Presidente César Gaviria. Se ha alcanzado el objetivo, por largo tiempo procurado, de internacionalizar el que hasta ahora había sido visto como un conflicto interno colombiano, y, lo que es aun más significativo, el narcotráfico se ha convertido en un problema internacional no ya en su distribución, lo que había sido admitido al menos de manera declamatoria, sino en su origen, allí donde la responsabilidad primaria pesaba sobre Colombia como una culpa irredimible y no compartida.

Al ceder espacio, el Presidente Andrés Pastrana acreditó hasta límite su determinación de negociar la paz. Al lograr la decisión aprobatoria norteamericana en la negociación del Plan Colombia, y la contribución, aunque reticente o indirecta, de la Unión Europea al financiamiento y la legitimación del mismo, el trataåmiento del múltiple conflicto colombiano fue elevado al rango de cuestión internacional.

Al mismo tiempo, al internacionalizar el conflicto por la vía de la lucha contra el narcotráfico en su nueva modalidad, el Presidente Andrés Pastrana ha conseguido situar a la guerrilla en el campo de la delincuencia internacional.

La única forma eficaz de que la guerrilla se despoje de este sambenito sería luchando ella misma contra el narcotráfico, lo que podría resultarle poco menos que suicida.

 

Germán Carrera Damas