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Crónica del perdón, por Orlando Viera-Blanco

«No hay mejor autoridad que la del Papa Francisco para que desde un territorio pastoral, demande magnanimidad al gendarme que no es más que el cese de la usurpación, el desquite y la soberbia.»

Venezuela está a punto de experimentar el retorno republicano y espiritual más importante de su historia contemporánea. Nunca había ocurrido en tierra de gracia un fenómeno de tanta elocuencia grupal y ciudadana en el cual después de una devastación social, política, cultural y económica sin precedentes, los tiempos nos devuelvan la paz, la prosperidad y la felicidad.  ¿Qué nos falta?

El escenario de la violencia sigue latente. Pero un desenlace no violento luce más plausible. ¿Lección aprendida? Nadie puede seguir creyéndose más que otro en términos ciudadanos. Veamos…

 

El perdón bendice dos veces…

Desde el referéndum revocatorio 2005 Venezuela no había salido de una dolorosa polarización. El discurso divisionista de la lucha de clases encolerizó y revolvió nuestros reflujos históricos. Una sociedad que por más de medio siglo vivió una sangrienta guerra federal (siglo XIX), cuyas montoneras acabaron con un tercio de la población [uno de tres millones de personas]. Llegamos al siglo XX con sensibles falencias, mutilados de afectos y quiebres sociales insoslayables.

El mestizaje no encontró alivio en la mantuanidad. Por el contrario. Nuestra independencia mantuvo una elevada carga de castas propia de la hispanidad. El siglo XX vino marcado por la era petrolera desde la cual vivimos el proceso de movilización social más importante de toda Latinoamérica. De los años 40 hasta los 80, no hubo país en la subregión que se des-ruralizara más.  Records en vialidad, liceos, universidades, hospitales y centros urbanos. Y todos migraron a Venezuela, al tiempo que exhibíamos el Bolívar como uno de los  tres signos monetarios más fuertes del mundo, a la par del franco suizo y al dólar.

Pronto el fantasma del minotauro (oro negro) aparecería. El confinamiento social. Una sociedad de reparto, rentista, populista, que filtró un Estado clientelar hacia el ostracismo. Una selectividad partidista bipartita y miliciana, sacaba de abajo a esa Venezuela de la decadencia mientras otros quedaban encallados en la indiferencia. Vivimos un inmenso proceso de profesionalización, empoderamiento y educación masiva, pero también de desprecio y banalización alejada  de todo pasado humilde y menesteroso. Brota entonces el rechazo, la exclusión, los nuevos ricos, los pijos. Y los des-queridos se van haciendo una  notable y peligrosa mayoría. Olvidados que pronto encontraron su “ángel” vengador: Hugo Chávez Frías…

 

El taita abusó

Chávez profanó una posición de poder- militar y política-para volcar a un pueblo mísero contra una sociedad desenfadada, presumida e inadvertida, que por no aprender a aliviar la carga del pobrecitismo, pagó el injusto precio de la revancha y el odio inducido.

Años de investigación nos han arrojado el por qué de la polarización: desprecio, clasismo, discriminación, rebote, mimetismo. Violencia pasiva. Al pobre ni lo ignoro, aun viniendo uno del mismo caserío. Fue elocuente la respuesta que muchos grupos focales Chavistas light o duros [2005] martillaban a la pregunta: “¿Qué debe hacer un opositor para que Ud. les vote? Respondían:“!Que me pidan perdón!” Un “abajo cadenas” que gritaba un pueblo en abandono hecho cenizas. Una sociedad barrida como desecho. El clamor de un país portátil que no tuvo la oportunidad de movilizarse, estudiar, emprender, cultivarse o salir del barrio como otros. Los reflujos y los reconcomios hicieron estragos. Violencia [pasiva] que trajo violencia…ultraje republicano.

El perdón que piden los miserables a los justos-diría San Agustín-es un llamado a la piedad, a la misericordia. Es la manera que el pueblo “hace justicia”. Compensa el olvido.  Sana una humillación generacional. Es el potaje para curar heridas muy profundas que arrastramos desde la colonia, pasando por montoneras, revoluciones multicolores; la Venezuela saudita y la opacidad de la Venezuela made in Cuba. El gesto de Maduro sería irse para viabilizar y visibilizar la conciliación espiritual y republicana de los venezolanos. Es la reivindicación del «buen salvaje».  Y no hay mejor autoridad que la del Papa Franciscopara que desde un territorio noble, feligrés y pastoral, le demande magnanimidad al gendarme que no es más que el cese la usurpación, el desquite y la soberbia. Ha sido suficiente…


Justicia, paz y libertad

Perdón no es amnistiar a la cadena de mando responsable de delitos de lesa humanidad y corrupción. Un tema es la redención del pueblo y la paz entre los ciudadanos. Otro es que los crimínales que nos condujeron a esta división histórica, que agitaron todos los demonios, desmantelaron el Estado y saquearon la república paguen por sus actos. Para ellos todo el peso de la ley y de la justicia republicana.

Una anécdota: En un conversatorio en Toronto se levanta de su asiento una Venezolana y me dice sentidamente: ”Embajador yo formo parte de esa Venezuela despreciada que aun va por ahí destilando suficiencia. Yo he sufrido los golpes de la indiferencia por venir de un barrio de la Guaira, del mismo de donde es Guaidó. Y todavía siento rabia por ese desprecio que muchos sudan por ser uno humilde. Gracias por llamar su atención contra esa dolorosa manera de ser, que aun no entienden fue el caldo de cultivo de la violencia y de los odios” Tomé el micrófono, y conmovido le dije: “Os pido perdón…”

@ovierablanco

Las cosas más bellas, por Carolina Jaimes Branger

LA MUERTE DE UN SER QUERIDO, paradójicamente, nos acerca a la vida. Porque tener la muerte tan cerca nos pone a reflexionar sobre las eternas preguntas: de dónde venimos, quiénes somos y adónde vamos.

El jueves pasado falleció mi tía Nancy Consalvi de Branger. Una mujer bella por fuera, pero mucho más bella por dentro. Generosa como pocos. Dejó cariño dondequiera que estuvo. Era sencilla en extremo. Le encantaba ayudar a la gente. Nunca nadie concurrió a ella sin salir con una solución, un abrazo y una sonrisa luminosa.

La vida de mi tía me hace pensar en qué es lo verdaderamente importante. No sé si ella alguna vez pensó en cómo quería ser recordada, pero yo quiero ser recordada como hoy la recordamos a ella: como una mujer que rompió paradigmas, que vivió a su manera y que hizo todo el bien que estuvo a su alcance. Que nunca tuvo miedo en decir lo que pensaba. Como una mujer que conoció y amó a su país profundamente. No hubo un rincón de Venezuela que ella no hubiera conocido. Teniendo la posibilidad de irse –por tener familia fuera- siempre dijo que ella no se iba de aquí.

Sin pretender dar consejos, quisiera animarlos a no esperar tener la muerte cerca para decirle a alguien querido que lo quieren. Aunque crean que lo sabe, díganselo. No hay cosa más reconfortante que sentirse amado. Tampoco pospongan el pedir disculpas. El perdón engrandece a quien lo pide y da paz a quien perdona. No gasten su tiempo en quejas… más bien ocúpenlo en buscar soluciones. Y no se empeñen en vivir algo grandioso: lo grandioso ocurre pocas veces a lo largo de la vida. Más bien, vale la pena hacer grandiosas las sumas de las pequeñas victorias y satisfacciones de cada día. Por último, es inútil buscar la felicidad por fuera, porque está dentro de cada uno de nosotros. Hay que aprender a buscarla.

Por eso, queridos lectores, a pesar de los difíciles momentos que estamos pasando, no vivamos esperando un futuro hipotético, sino más bien busquemos las cosas buenas que nos trae el presente. Cada día algo hermoso, algo alentador. En Venezuela hay gente maravillosa, trabajando desde ya en la reconstrucción del país. Eso tiene que llenarnos de esperanza. Muchos se sorprenderán de cuán cerca están esas cosas bellas. Sólo hay que enfocarse en encontrarlas.

@cjaimesb

Pido perdón, por Gonzalo Himiob Santomé

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Pido perdón a mis hijos, por este tiempo que he tenido que robarles para dedicarme a bregar por su futuro. A mi hijo pequeño le pido perdón, porque sabes que estás sumergido hasta la coronilla en otras ocupaciones, jamás más importantes, pero sí más urgentes, cuando una madrugada al pasar brevemente por su cuna a darle un beso de buenas noches, te das cuenta de que ha crecido mucho, con esa rapidez propia de los bebés, y de que no has estado allí lo suficiente como para que esos centímetros nuevos se te hagan imperceptibles. A mi hija le pido perdón por no haber podido jugar con ella como querría, y por haberme dejado ganar por el cansancio y dormirme esa noche en la que ella había dispuesto su cuarto como una especie de “cine” para ver, por fin, una película con su papá. Algún día, así lo espero, comprenderán que la ausencia y el desvelo eran necesarios, y que cuando al fin ellos puedan sentirse seguros y en paz, creciendo en un país libre, próspero y democrático, será en parte por el sacrificio que todos tuvimos que hacer en estos momentos.

Pido perdón a mi esposa, que ha tenido que soportar mi ausencia y mi ánimo, no necesariamente luminoso en estos días, y que ha tenido que llevar la casa sola estos días incluso cuando me ha tenido a su lado, pero pegado a una computadora o al teléfono, sacando cuentas o validando datos que jamás hubiese querido contar o validar. No me alcanzarán los años para agradecerle su inmenso amor y su apoyo.

Pido perdón a mis alumnos, que no veo desde hace tiempo porque he tenido que decidir, demasiadas veces para mi gusto, que era más importante estar en un tribunal o en una comandancia de la GNB o de la PNB, enarbolando (sin mucho éxito, por ahora) las banderas de la ley y de la libertad, que estar en el aula enseñándoles teorías y aforismos mientras el país, de la mano de los muy pocos que no entienden que ya su tiempo pasó, se nos cae a pedazos. Espero en Dios que sepan comprenderme, que no me juzguen con severidad excesiva y que, al final del día, cuando todo esto termine, puedan encontrar en mis acciones esos aprendizajes y lecciones vitales que no pueden enseñarse a ningún abogado en un salón de clases. Los hechos y el ejemplo, por modestos que sean, son a veces los mejores maestros.

Pido perdón a las madres y padres, a las esposas, a los esposos, a los hermanos y hermanas, y a los amigos, los novios y las novias a los que he tenido que transmitir, con el tono y la voz asépticos de un médico de urgencias, pero con el alma hecha pedazos, noticias y resultados de audiencias y gestiones que hubiera deseado no tener que transmitirles. Tristemente, la lucha en los estrados y ante los cuerpos de seguridad, hoy por hoy, es muy desigual, y poco tienen que ver con el respeto de las leyes y con el Estado de Derecho. La realidad actual es la que es, sin eufemismos, y a veces cuesta aceptarlo. Espero que cuando la pesadilla pase, que pasará, comprendan que nada ganaba atenuándoles la verdad o dorándoles píldoras que en situaciones como la que vivimos siempre serán muy difíciles de tragar, y que el mejor servicio que podía prestarles era el de mi mucho o poco conocimiento de las leyes y, por encima de todo, el de mi honestidad, asumiendo con responsabilidad tanto mis aciertos como mis fallas, sin recurrir a subterfugios ni a excusas.

También a ti, Venezuela, te pido perdón. Y al ver lo que estamos viendo, al vivir lo que estamos viviendo, me pregunto si habré hecho lo suficiente, durante todos estos años de oscuridad, para evitar que las cosas llegaran a este punto en el que nos encontramos hoy. A Dios le pido que me dé, que nos dé, las fuerzas que necesitamos para no rendirnos, para abrir las puertas que tengamos que abrir, para seguir adelante y para hallar, en paz (aunque algunos renieguen de ella y la vapuleen) el camino que nos lleve a ese destino mejor por el cual todos, cada uno en su parcela y desde sus posibilidades, estamos luchando como nunca antes lo habíamos hecho.

 

@HimiobSantome

Contrición y atrición, parecidos pero no iguales, por Armando Martini Pietri

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Que difícil lo ponen algunos dirigentes para no caer en la tentación de hacerles críticas. Cometen errores actuando en base a sus intereses, encuentran reacciones mayoritarias de rechazo, se quejan y dicen cuanta cosa se les ocurre, para luego indicar que son demócratas, respetan y aceptan la disidencia.

Algunos han decidido excusarse por las faltas cometidas, que muchos advirtieron y por hacerlo, fueron catalogados de radicales, traidores, contratados y pagados por el régimen. Se presenta la duda de aceptar reconcomios ¿fingidos? -aun continúan del timbo al tambo- por los ciudadanos que se consideran burlados, timados y engañados. ¿Habrá que celebrarlo? O, tratar de entenderlos. 

 La religión católica -y todas aquellas que valoran la confesión aunque no sea ante un sacerdote sino personal, como las protestantes, la judía y la musulmana- no sólo requieren contrición, es decir, arrepentimiento real por una culpa cometida, dolor y pesar sinceros por haber pecado. O, siquiera, atrición, que es la pesadumbre no tanto por la gravedad de la ofensa a Dios sino por el temor al infierno. Existe también la falsa compunción, afirmar que se avergüenza por una mala acción -o una estupidez con perjuicios para millones- sólo por cubrir apariencias y no estar realmente apenado ni dolido, como algunos que ocultan viejos comunismos. ¡Contrición y atrición, ni se escriben ni son iguales!

Tras errores cometidos –no necesariamente asumidos- y el reclamo airado, contundente y decisivo de la ciudadanía harta de falsedades y disimulos, algunos dirigentes han optado por acudir con aparente humildad a los medios de comunicación para dar explicaciones a la colectividad y hasta suplicar su indulgencia. Loable, pero deben ser más cuidadosos con las formas, la falta de autenticidad y credibilidad que se les sale por los poros, cuando se habla sólo de la boca para afuera suele notarse, se percibe, y la política se trata de percepciones.

Por otra parte, muchos hablan de arrepentimientos pero caen en negaciones que empeoran el problema, pues unos declaran una cosa hoy, mañana otros del mismo grupo piden un perdón diferente y al día siguiente algún trasnochado los contradice a todos. Es asombroso, el nivel de irresponsabilidad, el mar de contradicciones en que nadan con escasa habilidad náufragos de esta MUD que zozobra, cada quien jala para su lado, se dicen y desdicen, importándoles poco lo que piensen, sufran o padezcan los ciudadanos, se han convertido en irrespetuosos vocacionales del prójimo.

Todos estamos conscientes de que en la unidad esta el éxito. No obstante, aceptarla a cambio de chantajes, amenazas y arbitrariedad, son cuestiones diferentes. No necesariamente debe ser así, no siempre necesitamos una unión electoral como un enorme e inmanejable paraguas único. 

Los votos nacen de la esperanza y la fe, no son sólo de la unidad partidista sino cada día más de la absoluta coincidencia ciudadana en su frustración, indignación y hastío por las mentiras, fallas y carencias del régimen que le amargan la vida al 80% de la población, una creciente molestia abrumadora que paraliza al país. 

No es fantasía deducir que por la pérdida de fe en la MUD y especialmente en el Gobierno, una tercera vía u opción diferente tiene muchísimas posibilidades de éxito -y quizás en eso estén pensando dirigentes menos comprometidos con los cerrojos de los mandamases. No sería contra la MUD, sino además de ella. 

Una preocupante, a la vez realista verdad, es que la MUD y el Polo Patriótico, sumados, no representan a más del 50% de la población, incluso algo menos. En consecuencia, existe una mayoría sedienta de un nuevo liderazgo, una nueva dirección programática que refresque el ya muy cargado ambiente. Y no caigamos en la manipulación palurda, de que quien se salga de la unidad será arrasado por ella, eso mismo lo decían del PSUV y ahí están los resultados. Por el contrario, una vía opositora, distinta y paralela pero diferente a la MUD, podría ser una nueva forma de unidad contra el mal nacional.

Hay que ser respetuosos, considerados y, más importante, abrir la mente para oír, escuchar a todos los sectores. No hay que caer en la reiterada necedad partidista de creerse dueños de la verdad. Nadie lo es por completo, la realidad es una hidra con muchas cabezas, y quienes no se percaten de ello con claridad terminan dando palos de ciego.

Tampoco hay que seguir cayendo en el otro complejo de algunos líderes políticos, convencidos de que si no dicen cualquier cosa todos los días no serán tomados en cuenta. Creen esos politicastros parlanchines que los medios de comunicación y las redes sociales, son especialmente para ellos, y que los usuarios lo único que hacen en su vida diaria es esperar lo que digan de lunes a domingo. Cuidado con ese error de apreciación.

Hay algunos convencidos de que sus carreras dependen de un solo tema, o al menos es lo que creen; comprueban que otros líderes crecen en el interés público por circunstancias que ellos no disfrutan -o padecen-  y se desesperan. Agarran su tema y lo machacan todos los días sin parar, a tal punto que terminan convirtiendo la cuestión en pendejada y parecer pendejos en una forma de ser. No la mejor y más de uno ha perdido todas las posibilidades, en los diversos niveles, por caer en esa trampa. 

Es claro, por ejemplo, que una prisión conlleva el riesgo, intolerable para un político, del olvido; pero también la emocionante probabilidad de la dignidad y la seducción del martirio, de ser víctimas heroicas de la barbarie, mientras que por el contrario una gobernación o una alcaldía son victorias que, para fortalecer una imagen de liderazgo y popularidad, exigen trabajo y realizaciones concretas, y eso no es fácil ni todos lo logran.

Que muchos dirigentes de la MUD, particularmente de los partidos controladores, han cometido errores y han mentido descaradamente, es una constante irrefutable. No es extraño que empiece a comentarse más o menos por lo bajo -y no tanto- la posibilidad de una unidad alterna, integrada por líderes y partidos más frescos, menos contaminados, y que por ello tengan inteligencia y pragmatismo suficientes para dar cómoda y tentadora acogida a las mujeres que se han destacado con luces propias en la defensa de la libertad, los derechos humanos y presos políticos; que no son para ellas pretextos sino sentimientos y compromisos profundos. Muchos se sienten desplazados e ignorados, la alternativa debe ser incluyente, sin prepotencias ni desprecios.

Aún más allá, aparece una nueva y alarmante realidad que hasta la mayor institución del perdón, la Iglesia, tampoco se siente cómoda con ninguna de las partes en conflicto y empiezan a asomar señalamientos y reclamos. En la mente popular, la Iglesia puede terminar desgastada en esta batalla de insultos, mentiras y de compromisos que se acuerdan para ser arrinconados y relegados apenas salen de la sala de conversaciones. No es cristiano mentir, recuérdese. 

La contrición y atrición son actitudes opuestas, porque lo que está en juego para el perdón no es la comprensión sino la sinceridad en el arrepentimiento. Es lamentable que la franqueza no sea una virtud que practiquen con asiduidad los políticos.

@ArmandoMartini

 

 

Lo que no perdono por Carolina Jaimes Branger

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No perdono la división del pueblo venezolano y el odio y los resentimientos sembrados a lo largo y ancho del país. No perdono los programas de ideologización. No perdono que enseñen a los niños a manipular armas. No perdono la apología del malandro, auspiciada desde el alto gobierno.

No perdono la instauración del culto a una personalidad y las manipulaciones, mentiras e hipocresías emanadas de ella. No perdono el uso de las esperanzas y las ilusiones de los venezolanos más pobres. No perdono que millones de venezolanos hayan vuelto a niveles de pobreza de hace décadas, después de haber recibido los ingresos petroleros más altos de la historia y por más largo tiempo.

No perdono que se haya rechazado la ayuda de Estados Unidos cuando la tragedia de Vargas. No perdono que haya habido niños en esa tragedia que fueron entregados al gobierno para su rescate y que no aparecieron nunca. No perdono las decisiones unilaterales de entonces, que dañaron a tanta gente. No perdono los negocios que se tejieron alrededor del sufrimiento y la muerte de tantos inocentes.

No perdono las miles de hora de cadenas de radio y TV, un abuso de poder y una afrenta contra nuestra libertad. No perdono las fanfarronerías, los insultos, las falacias y la sarta de estupideces que allí se han dicho. No perdono la censura a los medios de comunicación. No perdono el ahorcamiento a medios impresos con la hegemonía del papel. No perdono que hayan cerrado Radio Caracas Televisión.

No perdono la politización de las Fuerzas Armadas ni a los militares que han deshonrado al país. No perdono la entrega del país a Cuba y que lo hayan permitido. No perdono a los que se arrodillaron ante Chávez y a los que se han arrodillado frente a Fidel y a Raúl Castro. No perdono la doble moral de acusar a la oposición de “responder a intereses del imperio”, cuando el gobierno no mueve un dedo sin consultar a Cuba. No, no perdono esa entrega de nuestra soberanía. No perdono los asesinatos de abril de 2011 y de febrero de 2014.

No perdono el saqueo del Tesoro Nacional. No perdono los negocios turbios de boliburgueses, bolichicos y toda esa fauna de corruptos. No perdono a los testaferros y cómplices. No perdono a los jueces, fiscales, rectores, contralores y defensores que responden a una parcialidad política y no al pueblo. No perdono a los “abogados” que “interpretan” la Constitución para beneficio del poder. No perdono la escalada de inseguridad y el reparto indiscriminado de armas. No perdono que haya presos políticos.

No perdono que hayan desvalorizado el trabajo. No perdono que en vez de crear oportunidades y fuentes de trabajo hayan repartido migajas, paños calientes que no resuelven lo que con tantísimo dinero se ha podido resolver. No perdono que hayan acabado con la majestad del magisterio. No perdono que hayan destrozado la educación y que nos digan que nunca hubo tantos institutos educativos en el país, como si la infraestructura educara.

No perdono el control de cambio por tan largo periodo y la inamovilidad laboral que tanto daño ha hecho. No perdono la promoción de la vagancia. No perdono la destrucción de la industria, el agro y el comercio nacionales. No perdono la escasez de alimentos. No perdono la escasez de medicinas, los miles de muertos por esta causa y que no se haya declarado la emergencia en salud. No perdono la ineptitud y la mediocridad que nos han llevado a la ranchización del país.

Pero lo que menos perdono es que hayan destruido Venezuela y se ufanen de ello como si fuera un logro.

 

@cjaimesb

Mar 07, 2016 | Actualizado hace 8 años
Perdonar para avanzar por María Elena Arcia Paschen

Avanzar

 

Abstraerse de lo que vivimos a diario para pensar en positivo se me ha convertido en un desafío algunas veces muy cuesta arriba; sin embargo intento por disciplina y convicción dedicar momentos del día a reflexionar, leer, recabar ideas o experiencias que me permitan escribir unas notas equilibradas en el ánimo de hacer aportes que puedan ayudar en la tan ansiada búsqueda de la reconstrucción del país.

Son muchos los problemas que nos agobian y angustian y de muy distintas índoles, económicos, sociales, políticos, morales que nos han deteriorado de una forma antes inimaginable nuestra calidad de vida, llevándola a niveles de increíble precariedad y las razones que nos han llevado como país a estos umbrales también han sido variadas y muy complejas.

Preguntaba recientemente a un grupo de amigos si en Venezuela, ¿en los últimos 17 años hubo Revolución? Las respuestas también fueron muy variadas; en mi opinión, aún cuando quizás sea prematuro hacer esa afirmación,  sí hubo una Revolución si entendemos como ésta un cambio social fundamental en la estructura de poder con dudosas posibilidades de consolidarse en el tiempo y que podría, si es bien entendida su génesis que no su desenvolvimiento, convertirse en el inicio de una transformación racional a un sistema de convivencia civilizada y que produzca resultados positivos para la sociedad venezolana.

Si pudiéramos trasportarnos a un futuro no tan lejano y con serenidad observáramos hacia atrás, partiendo entonces de la premisa que si hubo Revolución y que ésta dejó muchas heridas en la sociedad pero quizás fue necesaria,  obligatoriamente tendríamos que hacer un ejercicio de perdón de unos a otros para poder avanzar y superar de la forma menos traumática el presente para ver hacia delante.

Aquí entonces se presenta un dilema entre perdonar y olvidar. Cuando la sociedad experimenta situaciones extremas el perdón no debe implicar el olvido pero sólo con el único propósito de evitar que se repitan las mismas situaciones. Perdonar es una acción noble y heroica que sana heridas.

Hay muchos ejemplos en la historia reciente de la humanidad de esfuerzos colectivos por entender el pasado, respetarlo y superarlo. Y hablo de pasado porque estoy convencida que estamos en una nueva etapa, si se quiere de muchas dificultades porque supone el cambio de un momento histórico a otro todavía poco dibujado que genera incertidumbres.

Aún cuando el concepto genera notables discrepancias, la utilización de la Memoria Histórica como mecanismo para asegurar la preservación del pasado sin incurrir en el error de convertirlo en una verdad oficial o pensamiento único, es la forma de concientizar lo ocurrido, despojándolo de la emocionalidad propia de lo vivido para progresar.

¿Sería posible entonces aglutinar a personas sensataz, equilibradas con mucho amor por el país, desprendimiento y sabiduría en torno a un “partido de paz” que haga acopio de valor y pase a la acción con la certeza de que será muy cuestionado?

En momentos como los actuales se requiere de mucho coraje para perdonar y avanzar y ello requiere hacer un esfuerzo para ver más allá de los protagonistas, quienes nos podrán gustar o no, para no ignorar las ideas que subyacen detrás de su actuación, porque esto podría ser un error muy costoso para el futuro. Ver nada más el caos y no el bosquejo del nuevo orden sería lamentable y nos impediría aprender para el futuro.

Lech Walessa, admirado por muchos y recientemente cuestionado por otros, lo que considero mezquino y de muy limitada capacidad para interpretar los hechos, señaló en su reciente visita al país lo siguiente: “Los radicales te van a decir traidor porque quieras perdonar. A mi me llamaron traidor también, pero si yo no hubiera tomado la ruta que tomé, no hubiéramos triunfado. Si yo hubiera sido radical las autoridades me hubieran combatido sólo por temor”

Entonces avancemos en la senda de recuperar al país entendiendo el pasado, respetándolo, superándolo y aprendiendo de éste para el futuro. Debemos evitar más traumas y para ello tendremos que tener coraje, tenacidad y talento, aptitudes que sobran por lo que nos queda ahora es actuar!!

@malarcia

malarcia@icloud.com

Nov 06, 2015 | Actualizado hace 8 años
No tienen perdón por Marcelino Bisbal

No

 

Mucho se ha escrito y discutido sobre el tema del pecado y, por supuesto, también del perdón. Hay reflexiones ligeras que se dan a la luz de una conversación entre amigos y otras más profundas que se orientan en el campo de los estudios morales y teológicos. De ninguna manera pretendo entrar en esos terrenos. Mis palabras recogen una inquietud: la manera como últimamente se están dando los hechos y las acciones desde el gobierno hacia la sociedad, hacia los ciudadanos. Trato de ejercer el pensamiento en tanto crítica de lo visto, de la forma como se están ejerciendo las políticas públicas que deben ir orientadas a satisfacer las demandas sociales en pro de la felicidad y del bienestar.

Dentro de la narrativa cristiana, en su versión católica, el pecado tiene el significado de la mala voluntad de un ser libre. Hasta el mismo vocablo suena abominable. El pecado tiene que ver con la maldad. Es la trasgresión –nos dirá el humanismo cristiano– de la ley y “una ofensa libremente cometida contra el amor humano y divino, que el hombre no puede reparar”. Se nos dice también que el pecado no es más que un curso irregular de los acontecimientos.

¿El pecado, el mal, puede ser reparado? Aparece entonces el perdón. ¿Es posible reparar las consecuencias del pecado? Todo va a depender del tipo de pecado que se quiera perdonar. Para el evangelista Juan el perdón tendrá sus variantes: “A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos”. Todo pecado, aunque no sea muy grave, ocasiona daños al otro, al prójimo. Mucho más las acciones graves que involucran la vida del otro, su existencia, su desarrollo en cuanto ser humano, su futuro y el de todo un país… “No se trata principalmente de que el hombre haya pecado y esté corrompido. El hombre peca y se corrompe”, se nos dirá desde una cierta postura religiosa que el tiempo ha logrado conservar en casi todas las creencias.

El título de este escrito es la expresión que en ocasiones usaba mi padre para repudiar alguna acción pública o privada que se ejercía desde el poder en contra del país, o algún ciudadano en particular.

La reflexión, con la que arrancamos el texto y su título, viene a cuento porque en los últimos tiempos han aparecido un conjunto de resoluciones que emanan desde el poder, que involucran nuestras vidas presentes y futuras. Son decisiones que atentan gravemente contra la supervivencia del país. Determinaciones que vemos y sentimos como pecado porque sus consecuencias son mortales para la mejora moral y material de la sociedad. Así vamos…

1-Un país a la deriva

En el noticiero gubernamental (Noticiero de la Patria), difundido en todo el espectro radioeléctrico del país por disposición de la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, el ministro para la Defensa, Vladimir Padrino López, anunciaba con voz marcial que el presidente de la República le había aprobado la cantidad de 480 millones de dólares para potenciar y alargarle la vida útil a los aviones Sukhoi. Porque “a pesar de la debacle de los precios petroleros, de toda la guerra económica contra el país, que es un  hecho concreto y real, a pesar de eso, el presidente es consciente de la necesidad de nuestra FANB, para que esté equipada para cumplir su misión constitucional”. Seguía diciendo el ministro que de esta forma se garantizaba la protección a nuestro espacio aéreo, al igual que la soberanía e independencia.

Preguntas: ¿Cuál soberanía? ¿Cuál independencia? Respuestas: los anaqueles están vacíos; las colas para adquirir alimentos se multiplican por todo el país desde horas de la madrugada; aumentan las cifras de muertes por violencia e inseguridad; crece la impunidad; tenemos la más alta inflación del planeta; escasean las medicinas para todo tipo de dolencias y enfermedades, pero el ministro de Salud dice que “no hay escasez de medicamentos”; los pañales y las toallas sanitarias son un bien preciado por su inexistencia; estallan granadas contra sedes policiales a la vista de la Operación para la Liberación y Protección del Pueblo, se producen detenciones arbitrarias y allanamientos ilegales, pero la ministra Iris Varela declara que “somos campeones en derechos humanos”… También hemos sido sorprendidos por la huida y las declaraciones del ex fiscal nacional Franklin Nieves cuando dice que: “El 100% del caso Leopoldo López lo inventamos. Las pruebas y la investigación fueron inventadas. Todos los testimonios son falsos”.

Cuando vemos todo lo que está pasando y hacia dónde han llevado al país no podemos más que escribir aquello que nos recuerda el escritor José Saramago referido a Cicerón: “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”. Quiero pensar que el 6-D será el comienzo de la restitución democrática, no con armas; bastarán tan solo los votos.

2-Ilusiones perdidas

Hubo un tiempo en que cierta intelectualidad mundial se sintió atraída sobre lo que en Venezuela se quería instaurar con el llamado socialismo del siglo XXI. Este fue el caso, entre otros, del norteamericano Noam Chomsky, padre de la llamada gramática generativa y lingüista.  Recientemente Chomsky declaraba que “el modelo de Chávez ha sido destructivo” y se pregunta el por qué: “Hubo varios cambios instituidos desde arriba, bastante pocos relacionados con la iniciativa popular, con algo de participación, pero no. Venían desde arriba principalmente… Pero en este momento, de nuevo, la tremenda corrupción y la incompetencia del país nunca lograron liberarse de la dependencia casi total de una exportación única, el petróleo”. Cuatro años atrás este intelectual de izquierda había marcado sus diferencias en carta pública pidiendo la liberación de la jueza María de Lourdes Afiuni.

La voz discordante del presidente se hizo notar: “Yo creo que Noam Chomsky no está bien informado… es bueno conseguir el contacto… y conversar con él un rato porque no está bien informado, porque de pronto solo se informa con CNN o con algunas publicaciones estadounidenses”. Vuelve a repetir: “Conversar para informarle sobre la nueva realidad del país”.

Hoy, todas las encuestas coinciden revelándonos esa nueva realidad: “76% cree que la situación económica de su familia es mala; a 75% no le alcanza lo que gana y 21% dice que vive con lo justo; 81% considera que la cosa está empeorando; 36% echa de menos todos los productos; 87% cree que las colas son injustas; 46%, que los saqueos se deben a que la gente tiene hambre; 68% cree que vivimos en dictadura; 71% cree que el hobierno es mentiroso…”. Esta es la nueva realidad en la vida del venezolano.

Es tal el des-orden que no tienen perdón. Aquel sueño nacido a finales de los años noventa, se convirtió en pesadilla.

 

El Nacional

Colombia, te pido perdón por Brian Fincheltub

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Como un venezolano avergonzado por los excesos de un gobierno que no me representa y que estoy seguro no representa el sentir de la mayoría del país, no puedo hacer otra que pedir perdón al pueblo colombiano. Nuestros lazos con Colombia no son ideológicos o coyunturales, son históricos, nacimos del mismo padre y desde ese momento hemos vivido como dos naciones hermanas, que como todos los hermanos, han tenido sus peleas y desencuentros, pero no pueden escapar del origen común que los une para siempre.

Como nieto de inmigrantes que sufrieron en carne propia la persecución, el odio y el abandono a la fuerza de su hogar, no me queda más que sentir vergüenza que en pleno siglo XXI no hayamos aprendido la lección. Cuando las minorías son atacadas desde el poder las consecuencias son desastrosas. Todos conocemos en qué desembocó la idea de responsabilizar al pueblo judío de las desgracias de Alemania. El odio despierta las peores pasiones humanas y una vez despierto no hay forma de apaciguarlo, arrasa con todo a su paso y no conoce límites.

Siento vergüenza por un gobierno que se escuda en el nacionalismo para humillar a un pueblo que durante años ha sido víctima de una prolongada guerra y que no ha abandonado su país por gusto, sino desplazados por la violencia. Vieron hacia Venezuela, por lo que representamos siempre para el mundo: un país de oportunidades, que no preguntaba sobre condición política, social o racial para abrirle las puertas a los inmigrantes. Eso fuimos hasta hace poco, hasta que nos convertimos en la tierra de la desesperanza y donde la irracionalidad dirige los destinos de millones.

Que pena que sea el mismo gobierno que critica los muros en la frontera estadounidense, que levanta su voz contra las políticas migratorias europeas y que señala a Donald Trump por su tónica anti-latinoamericana, el que ejecute la peor razia contra inmigrantes de los últimos tiempos en nuestra región. Es la doble moral de unos gobernantes desesperados por buscar culpables de una guerra ficticia en la cual los colombianos solo vienen a engrosar una larga lista de señalados, que en nada tienen o han tenido responsabilidad de la ruina que ha hecho de Venezuela el llamado socialismo del siglo XXI.

Te pido perdón Colombia, hoy tu pueblo sufre las consecuencias de una nueva farsa que busca invisibilizar los graves problemas que sufrimos. Como ustedes, también son miles los venezolanos que se sienten expulsados de Venezuela por un gobierno que ha hecho de la vida en nuestro país un acto de valentía diaria. Nuestras penurias aumentan y no hay solución, solo nuevos shows y planes conspirativos.

Desviar la atención no es un escenario fácil cuando todos los días nos choca en la cara la escasez, la inseguridad y el alto costo de la vida. Por primera vez en 16 años la oposición llega a un proceso electoral con aproximadamente 20 puntos de ventaja sobre el gobierno, el gobierno con un petróleo palo abajo y sin brújula, sin estrategia, sin éxito para distraer a los venezolanos. Las cartas están sobre la mesa, todos sabemos quien busca patearla y evitar la derrota.

 

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