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“La gente lo que quiere es construir”, por Roberto Patiño

ESTEBAN FARÍAS ES UNO DE nuestros líderes en La Vega, en Caracas. Esteban tiene 38 años y desde los veinte ha venido trabajando en su comunidad en contacto directo con sus habitantes. Hace cuatro años se sumó al Movimiento Caracas Mi Convive y ha sido un actor imprescindible en los distintos proyectos que hemos llevado a cabo, desde la apertura de comedores de Alimenta la Solidaridad, hasta la realización de talleres contra la violencia y la articulación de la Red de Apoyo a las Víctimas, así como la recuperación de espacios y la realización de actividades de convivencia, culturales y deportivas.

En semanas pasadas Esteban, junto con distintos líderes de las comunidades de El Valle, El Recreo, Antímano, Caricuao, Artigas, Santa Rosalía y La Vega participaron en un Pleno Comunitario. Esta actividad la realizamos con vecinos de los sectores, para mostrar los logros y las acciones que se vienen realizando, es una forma de auditoria abierta en la que las comunidades conocen sobre el trabajo que se está haciendo en contacto directo con los líderes. A la vez, los vecinos expresan necesidades y problemas a abordar; en estos encuentros las comunidades generan propuestas y se desarrolla el importante trabajo de organización y articulación, indispensable para la concreción y sostenibilidad de soluciones.

Esteban ve su trabajo en lo social y lo político tanto en la participación de proyectos y acciones que tengan un impacto positivo en su comunidad como en la generación de un tipo de liderazgo novedoso, con una relación directa con las personas y la muestra de logros reales y sostenibles. 

Basado en los valores convivenciales, esta visión política busca superar las taras del personalismo, clientelismo, asistencialismo y sectarismo, que se han exacerbado en las últimas décadas. Como bien cuenta Esteban “la gente lo que quiere es construir. En nuestros proyectos participan todos: el deportista, el chavista, los evangélicos, la iglesia, las madres, los jóvenes. Todos reconocen que lo que hacemos es por el bien de la comunidad y trabajan juntos sin importar lo que piense cada quien. Se produce un encuentro verdadero”. 

En línea con nuestra visión productiva, solidaria y democrática, Esteban ve el trabajo del líder no como el de una persona que busca el poder, sino como la figura articuladora que integra a la comunidad, a distintos grupos sociales entre sí, para generar mecanismo de desarrollo y empoderamiento para las personas. El poder no es para el líder, es para la gente. Las soluciones son para todos. La persona no debe ser sólo beneficiaria, sino, también, protagonista y participante de las soluciones.

En este sentido, la experiencia de Esteban es un ejemplo de constancia y trabajo, en medio del contexto de crisis, colapso y caos producido por el régimen. Es también, la expresión de un cambio que ya se está produciendo y al que estamos apuntando a través de la formación de nuestros líderes comunitarios de la Red Solidaria. Una expresión que debe ser visibilizada, porque señala las vías posibles para la transformación que está demandando el país.  Cuando se habla de una nueva Venezuela, no debemos pensar en un hecho futuro. El trabajo de Esteban, de los líderes que hacen vida en las comunidades del país, de las ONGs y grupos de la sociedad civil, muestra que esa nueva Venezuela, a pesar de las dificultades y sacrificios, ya se está construyendo.

 

@Robertopatino

El verdadero reto del día después, por Armando Martini Pietri

LAS INMENSAS POSIBILIDADES pronosticadas sobre la Venezuela que comenzará después del cese la usurpación, pueden ser ciertas, siempre y cuando se extinga la cohabitación con quienes demolieron y arrasaron la nación. Lo más importante no será la reconstrucción de obras, agilización de la economía, redimensionamiento de escalas salariales, relanzamiento de servicios públicos con acento en los suministros de electricidad, agua y gas. Las telecomunicaciones para sacarlas del ruinoso y vergonzoso atraso, rescate a fondo de la industria petrolera, reorganización de las relaciones internacionales, re-institucionalidad de instituciones, devolver la independencia a los poderes, todo al mismo tiempo, porque todo, es prioritario y nada tiene tiempo que perder. Labor colosal, para gigantes, habrá que hacerla, incluso la delicada y comprometedora tarea del refinanciamiento de la indescriptible y no auditable deuda externa e interna que tiene lo que el castro-madurismo llama Estado, más bien, vergonzosa catástrofe, para no comentar la compleja labor de coordinar el regreso de millones de ciudadanos, de todas las edades, oficios, experiencias y necesidades que se han ido a otras latitudes en busca de vida, quienes no pueden regresar a pasar trabajo, hambre y carencia, hay que prepararles una patria digna a la cual valga la pena retornar para reconstruirla.

Pero hay dos condiciones que deberemos poner en práctica.

Una de las ventajas fundamentales de la democracia es que todos estamos en el deber de meter el hombro, aunque pensemos diferente. Para levantar una gran nación no importa cómo se delibere si empujamos, y sumamos esfuerzos para estimular, influir y provocar una patria libre, democrática, satisfecha, plena de oportunidades. Así creció la Venezuela que tuvimos, criticamos, amamos hasta hace veinte años. Partidos políticos con ideologías diferentes, líderes que tenían interpretaciones y propuestas, buscando respaldo popular, unas veces en el poder, otras en oposición. Para todos, la patria era una, el propósito central el sostenimiento de la democracia y desarrollo del bienestar. Fue así como Rómulo Betancourt, por ejemplo, derrotó conspiraciones civiles y militares, creadas en el país, e importadas de la Cuba castrista y República Dominicana del dictador Rafael Leónidas Trujillo.

La otra actitud, y así, “actitud”, es la educación.

No es ir a los planteles, a estudiar gramática, historia, geografía, matemáticas, química, física y demás exigencias, guías y bases necesarias, ni es sólo ir a la escuela primero, al liceo después y luego a institutos, academias, universidades porque necesitamos médicos, ingenieros, abogados, economistas, periodistas, científicos, biólogos, informáticos y el amplio etcétera profesional moderno.

Es todo eso y la formación personal, entrenar nuestras mentes, pensar, razonar para tener principios, objetivos, analizar y no dejarnos convencer por palabreríos insulsos, demagogia barata, charlatanes embusteros sino por razonamientos, convicciones, hechos.

Con una ciudadanía así educada, que cruce calles por donde se debe hacerlo, que no expectore en el piso, no bote desechos en cualquier lugar, sienta y cultive la convicción de la limpieza no sólo personal sino de su entorno, vecindario, ciudad, país. Que ceda el paso a menores, damas, y ancianos, cuando vaya a ingresar al vagón del Metro, entre en un ascensor. Ciudadanos que sepan racionalizar la paciencia y el orden en una cola; empleados públicos y privados que entiendan que no son amos del tiempo de las personas en fila. 

Ciudadanos con convicción de servir bien y adecuadamente, que tengan a orgullo esmerarse en sus obligaciones, entiendan el concepto real de “servidor público”, que no es bajar la cabeza sino levantar la dignidad y el mérito de servir.

Ésa es la labor que comienza en el primer segundo de la nueva Venezuela. La violación a los Derechos Humanos y usurpación deben cesar y llevarse con ella ese concepto perverso de “pájaro bravo” que tanto daño nos ha hecho. No podemos seguir siendo el país del Tío Conejo astuto, tramposo y aprovechador, sino el del Tío Tigre fuerte, trabajador, empeñoso. Ciudadanos que entiendan, razonen la necesidad y justicia. 

No se trata de ser ricos o pobres, se trata de ser, de verdad, buenos ciudadanos capaces de votar, elegir con inteligencia, no con emociones rudimentarias, que analicen propuestas y personalidades de los diferentes candidatos, porque en política y elecciones se mezclan emociones con razones igual que en la vida.

El trabajo más importante desde que se inicia el día después no es celebrarlo -y lo celebraremos, es un derecho que nos hemos ganado-, sino asumir la decisión de no volver a ser jamás sólo el país rico con mujeres bellas, desorden y picardía, sino el país de las buenas costumbres ciudadanas, de principios y valores, de mujeres y hombres educados para serlo.

Se agota el tiempo, las bases en las que se sustenta Venezuela se derrumban a punto de colapsar. El presidente interino caduca y no puede darse el lujo derrochando oportunidades, por el bien de la nación, debe deslastrarse de individuos inconvenientes. Comienzan a flaquear los apoyos, hay descontento, más grave, desconfianza en su entorno, por cierto, algunos bajo investigación. 

 

@ArmandoMartini

¿Dialogar? mucho reunir y poco resultar, por Armando Martini Pietri

INEVITABLE PREGUNTARSE QUÉ Y CÓMO SE DISCUTE en reuniones de los opositores a la dictadura. Es vieja historia, a los políticos les encanta un cenáculo, y aún mejor si es a puertas cerradas para después cada uno dar su versión y contar su interesada interpretación.

Es tema primitivo, viene de tiempos antiguos, cuando Pericles en Atenas y Jonia, por ejemplo, Filipo en Macedonia, Julio César en Roma, para sólo citar tres muestras históricas, les dieron sendas lecciones a sus políticos siempre reunidos hablando pomposidades, que son los mismos en griego antiguo, latín o cualquier idioma de estos tiempos.

Hoy se está al corriente que las reuniones abundan, las disculpas “estuve reunido” sobran, lo malo es que después de años de tertulias no se observan resultados que hagan pensar, “valió la pena”. Es un mito, con excepciones, lo de la astucia política, en realidad van preparando sus planteamientos a tambor de conversadera, cada palabra le llega al cerebro, da vueltas, choca, se entrecruza y vuelve a salir diferente de como entró.

No se modifica por ideología, lo único que cambia es quién y qué son los perjudicados por las reuniones sin tregua y diálogos que en realidad son “multiálogos” siempre hay mucha gente -partidos y representantes de la MUD (años atrás, Coordinadora Democrática), hoy Frente Amplio o del Polo Patriótico, y comprenderán lo que son, multitudes reformando, distorsionando ideas y propuestas.

Llevamos al menos treinta años desde que se deshizo aquél bipartidismo escueto y eficiente que diseñó Rómulo Betancourt, adaptó y adoptó Rafael Caldera en medio de la habitual confusión de Jóvito Villalba, y los enamoramientos suicidas de la izquierda. Fueron tiempos, en los cuales se consolidó en el país una democracia con fallas pero con eficiencia y resultados, a tal punto que las posteriores equivocaciones y confusiones que terminaron con la peor de todas, apoyar al grupo de fracasados populistas sin más pensamiento que sus propias ambiciones y errores de interpretación, que no han podido borrarla del todo, más bien están vigorizando nuevamente la esperanza en ella, y la convicción de que los llamados “notables” sólo lo eran por su soberbia y desconocimiento de la realidad popular venezolana.

De nuevo se pretende -irresponsablemente- regresar improvisados sin método ni procedimiento, a una negociación cuyos participantes son los mismos que sin consentimiento, ni apoyo ciudadano y ninguna representatividad, insisten en sentarse con quienes los han engañado y burlado una y otra vez, despreciando el clamor popular por comida y medicinas, que más de un 85% quiere cambio ya. No importa, las obsesivas estupideces sólo están pendiente de reuniones y viajadera, sin considerar que los tiempos de los políticos no son los mismos tiempos del hambre.

La gran mayoría coincide que la solución del conflicto que vive Venezuela no será con diálogos, negociaciones o elecciones convenidas, porque ésta no es una dictadura convencional, sino una banda de delincuentes que se apoderó del poder. Y ése sí es un problema para cuya solución todos deberían unirse no en base a qué nos puedes dar sino a qué podemos aportar. No es “dando y dando”, sino dando todos como se quita uno de encima a los enemigos venenosos y con las garras aferradas al poder.

El dialogo no se realiza entre timoratos, sino entre los dispuestos a pelear. El diálogo, propuesto por quienes han profanado la ley, sólo buscan convertir ese delito en un derecho. Pedir diálogo es una forma de decir que no tengo valor para aceptar me equivoqué, y mucho menos para reconocer que los otros tenían razón. Es una forma de salir corriendo a esconderse detrás de una palabra que los pueda salvar de la vergüenza dadas las connotaciones positivas en la sociedad, todos entienden el dialogo como algo bueno.

El diálogo en política implica cesiones por ambas partes para llegar a un acuerdo, a la salida negociada, como la vende el establishment, supone transar con muchos y exige un nivel de impunidad, que hará difícil cualquier cambio hacia un país de ley sea irreversible. ¿y qué más vamos a ceder? si ya todo está cedido.

El diálogo entre el régimen y la supuesta oposición durante años ha sido una farsa donde unos vivos ególatras saciaban sus ansias de tener un predio propio para salvaguardar sus oscuros y mezquinos intereses. Y unos tontos cedían hasta la camisa por miedo y aquella infame tesis de los espacios. Hoy son los mismos que piden diálogo; porque necesitaban legitimar los votos para amigos, militantes, gobernar concejalías y mantenerse en el poder de sus parcelas, y claro, donde esté el poder para negociados partidistas y personales; quítense la paja y tontería esa de ser estadistas y anteponer los intereses del país a los del partido.

Si partimos del principio que las competencias están todas cedidas, entonces dialogar de qué, ¿del concepto de nación? ¡Por favor! esa excusa para pendejos, Una nación tiene su origen en la historia, es algo que viene dado, que no pueden ponerse a discutir cuatro rufianes. Una nación es el fruto de años de vida en común. Aquí cualquier borracho pasado de cerveza, cocuy, anís, ron o whisky se pone a pintar un trapo, se inventa una bandera y un país.

Dialogar ahora con los que han llevado a Venezuela al abismo, con quienes están jugando con el futuro de millones de personas y su bienestar, con quienes se llenan los bolsillos mientras mandan a la calle a buscar comida y medicinas, a mujeres, niños y ancianos es de cobardes.

Para finalizar un ejemplo: llegas a tu casa y te encuentras con el ladrón que forzó la puerta, agredió, humillo a tu familia y se robó el dinero producto del trabajo honesto, y ¿qué haces? ¿Lo invitas a comer? No, les das un coñazo, y luego llamas a la policía.

Imagínate que se asoma el vecino chavista de afiliación castrista, y te llama agresor, asesino y te pide diálogo, o mejor, se ofrecerse ser mediador entre las dos partes. ¿Qué haces? Darle otro coñazo, por entrometido y hablador de pendejadas.

Al día siguiente, viendo televisión, aparece en el noticiero tu vecino con el ojo morado entrevistado y con la inscripción en pantalla: «Vecino agredido por radical sólo por querer mediar en una disputa». ¿Cómo lo ves? Nos guste o no, eso es Venezuela en estos momentos.

 

@ArmandoMartini 

La importancia prioritaria de lo social, por Roberto Patiño

LA TRAGEDIA QUE ESTAMOS VIVIENDO en el país ya afecta a todos los niveles de nuestra sociedad y nos impacta en lo individual y colectivo. Los graves problemas que padecemos se expresan en todos los resquicios de nuestra vida y nada de la terrible crisis que se sucede es ajeno a ninguno de nosotros.

Se produce una gran carga de desesperanza e impotencia, que son reacciones naturales ante la magnitud de la crisis. Pero estas reacciones no pueden mantenerse en el tiempo indefinidamente. Porque no solo tenemos que sobrevivir de cualquier forma a esto que nos pasa, debemos también superar la tragedia y lograr nuevas condiciones de vida, distintas a las actuales, positivas y de desarrollo.

Se produce así un proceso de resiliencia, en el que las dificultades, con su innegable costo de dolor y sufrimiento, dan paso a un proceso que supone el enfrentarlas haciéndonos mejores y más fuertes.

Este proceso exige de nosotros una gran reflexión. Tomar conciencia de nuestros aspectos más oscuros, pero también de los más luminosos. Reconocer errores, debilidades, ideas preconcebidas y falsas certezas, pero desarrollar nuevas capacidades, ampliar nuestra visión del mundo, reconocer valores que ignorábamos o a que llegamos incluso a menospreciar.

La crisis que atravesamos está precipitando este proceso, haciéndonos reflexionar sobre todos los aspectos de nuestra vida como personas, como sociedad, como país. Y una de las consecuencias de ello es la revisión que, desde distintos sectores, se está dando sobre nuestro sentido de lo social y de la importancia que debe tener para nosotros.

Ahora se vuelve evidente la necesidad del restablecimiento de mecanismos efectivos de convivencia, civiles, democráticos, inclusivos, de participación y vinculantes, ante la falta de alimentos y medicinas, el colapso de servicios, la debacle económica, la deriva dictatorial del Estado. Ahora el reconocimiento, la solidaridad y el encuentro de todos los sectores del país, son valores, herramientas, necesidades, todas vitales para la supervivencia y la superación.

A la par de las expresiones de tragedia que vivimos a diario, se producen igualmente otras expresiones de individuos y grupos que, desde este reconocimiento de la importancia de lo social, actúan sobre esa realidad dura y difícil, transformándola. Si nombramos a grupos como Provea, Fe y Alegría, o Foro Penal, o a personas como Susana Rafalli o Ana Rosario Contreras, tan sólo estaremos hablando de algunos de los múltiples ejemplos que se están produciendo en todo el país.

En nuestra experiencia particular, en el Movimiento Caracas Mi Convive y la organización Alimenta la Solidaridad, iniciativas en contra de la violencia y frente a la crisis alimentaria van sumando cada vez a más personas y sectores, para apoyarlas, participar en ellas y reproducirlas. El abordaje de estos proyectos no se da desde el oportunismo, la condescendencia o el asistencialismo, sino por el contrario, desde el respeto, el empoderamiento y el encuentro.

Hemos conocido casos de víctimas que han perdido hijos y padres por la violencia criminal o del Estado, que no solo se han superpuesto a la pérdida rehaciendo sus vidas y las de su familia, sino que también se han convertido en líderes influyendo positivamente en sus comunidades. Son un ejemplo para todos nosotros de cómo afrontar esto que estamos viviendo.

Quizá el sentido que debamos darle a esta terrible crisis que padecemos es el de que nos está dando la oportunidad de entender y asumir plenamente la importancia de lo social y el valor prioritario que debe tener en nuestras vidas y la de los demás. La crisis no puede servir para victimizarnos y ser doblegados, sino revalorizar lo mejor que hay que en todos nosotros y poder salir adelante.

 

@RobertoPatino

Jaime López-Sanz: “Los lados oscuros de la historia están más presentes en el psiquismo moderno de lo que creemos”

@diegoarroyogil

Jaime López-Sanz es profesor de literatura y psicoterapeuta. Su actividad docente se ha desarrollado, principalmente, durante varias décadas, en la Escuela de Letras de la Universidad Central, pero también ha dado clases en el Centro de Estudios Junguianos, en Caracas, y en otras instituciones. Renuente a conceder entrevistas para la prensa, el profesor López-Sanz es un conversador excepcional.

Gracias a una manera muy suya de proceder, en la que a veces hay bajones de voz inesperados, o, por el contrario, énfasis que ponen en alerta, el intercambio con él resulta bastante animado en tanto que siempre está presente la guía de una emoción. Lo fundamental, en todo caso, es que López-Sanz habla asomando imágenes o relatos que, a primera vista, pueden hacer preguntarse al interlocutor “¿A dónde va esto?”, pero que luego se revelan como dadoras de otro suelo para la reflexión y, por descontado, para la vida. (Cuestión de profesor de literatura y de psicoterapeuta, se supone). Es quizá por esto, por el valor que él atribuye a las indirecciones en la conversación, que al plantearle la posibilidad, ¡a quemarropa!, de explorar “la relación entre historia y psicología”, a ver si la psicología nos ayuda a comprender un poco más asuntos que competen al venezolano (dada la crisis en que estamos, que por momentos parece inabordable y nos lleva a la psique o al alma), López-Sanz diera inicio a la entrevista con una salvedad: “La invitación que me haces me suena demasiado académica. Hablas de ‘Historia’ y de ‘Psicología’, dos grandes disciplinas, pero el tipo de psicología que a mí me interesa es la que procura acercarse a lo que nos ocurre de la manera más espontánea y natural posible con lo que sentimos”.

–Comprendo, pero para ubicarnos permítame una pregunta que creo ineludible: ¿puede la psicología abordar la historia de un pueblo?

–Bueno. Sí, y la palabra crucial en ese abordaje es la palabra complejo. Los complejos históricos son importantes. En Venezuela, por ejemplo, la Independencia es un complejo muy tenaz en el laberinto de la psique venezolana. Todos sabemos de qué se trata la Independencia como episodio histórico que damos por obvio desde que estudiamos en la escuela primaria, pero entrar en el complejo ya es otra cosa. Tal vez una de las acepciones de “enterarse” sea “haber entrado”.

–¿Qué es un complejo?

–Pero ¿esto es una entrevista o una clase de psicología?

–Hay que poner en claro ciertos términos para entendernos mejor, para tratar de despejar.

–Claro… Un complejo es un núcleo de energía vital, del que estamos poco o nada conscientes, que compromete el funcionamiento de la psique personal o colectiva. En el caso de nuestra psique colectiva, la Independencia es una barrera que nos dificulta entrarle a lo que hay detrás de la propia Independencia desde un punto de vista histórico y humano… Pienso en todo lo que heredamos de la Colonia: los afectos familiares, de todo tipo; la relación viva con la tierra y con el paisaje, asuntos que con el complejo independentista se volvieron un lío y, desde entonces, el venezolano lo que quiere es libertad, pero no sabe libertad de qué, ni frente a qué, ni con qué elementos cuenta para ser libre. Pero eso habría que concretarlo más. Yo he insistido, durante años, mediante la literatura, la venezolana y la europea, en la necesidad que tenemos de explorar el complejo heroico venezolano, que está asociado con la Independencia.

–Es un asunto que usted ha estudiado y, precisamente, quería tocarlo: nuestra relación con el heroísmo…

–Discutir sobre eso es difícil. Una vez la profesora María Fernanda Palacios me dijo: “Yo no sé si se trata de heroísmo o de titanismo lo que nos pasa a nosotros”. Pero es que una cosa está muy cerca de la otra, aunque parte de la tarea consista justamente en diferenciarlas, siempre con la ayuda básica de la literatura. Fíjate que una vez un médico con cierto prestigio en Venezuela fue interrogado en un programa de televisión sobre la diferencia entre un héroe y un psicópata… Déjame apuntar que titanismo y psicopatía, según los estudios de la psique que siento más cercanos, se vuelven muy afines… La respuesta de este médico, quien fungía de consejero del gobernante de turno, fue que “un héroe es un psicópata que la pegó”. Para mí era obvio que, sin darse cuenta, se estaba refiriendo a su paciente. Yo sentí indignación, pues me cuesta creer que aquel médico desconociera la Ilíada, cuyo gran planteamiento es la conciencia del destino heroico, o siquiera al Cid Campeador, que cualquier estudiante sabe que es todo menos un psicópata. Debo añadir, sin embargo, que cuando yo llegué a estudiar en el Instituto Jung, en Zúrich, hace años, uno de los asuntos del que más oía hablar, en conversaciones fuera de clases, era por qué, en la psique moderna, el héroe no aparece sin que enseguida se deslice hacia la psicopatía. Tenía yo frescos episodios muy recientes y dolorosos de mi formación, de mi adolescencia y primera juventud.

–¿Cuál es el problema con el heroísmo entre nosotros?

–Me estás planteando una cuestión que me cuesta abordar así nomás. En todo caso, creo que el problema con el héroe y con lo heroico entre nosotros, los venezolanos, es que el héroe y lo heroico se disparan mucho hacia el mundo paradisíaco del poder mágico de las ideas. El héroe hace abstracción de donde está él como cuerpo: se abstrae del lugar en el que se encuentra. Entonces toda esa zona, cuerpo y lugar, abandonada a su suerte, se le hace un monstruo: la tierra convertida en una furia, o bien en un paraíso. El ejemplo más evidente, o más a mano, en nuestra literatura, es el caso de Santos Luzardo y Doña Bárbara. Las ideas de Santos Luzardo son de una virtuosidad sin savia vital, es decir, decadente. O, al menos, esa es la impresión que tengo.

–Es paradójico, porque desde el colegio se nos enseña que Santos Luzardo es el ideal de hombre al que debemos aspirar. Santos Luzardo es el hombre llamado a acabar con Doña Bárbara, con la barbarie que no nos permite avanzar.

–Es parte del asunto. Es obvio que Rómulo Gallegos está parcializado por Santos Luzardo, lo cual, desde el punto de vista novelesco, es un gran delito. Quiero decir, identificarse totalmente el escritor con sus personajes. Todo el mundo sabe que hay mucho de Cervantes en Don Quijote, pero uno no puede decir que Don Quijote sea enteramente Cervantes, o viceversa. Gallegos se le monta encima al personaje y no lo deja en libertad, en libertad incluso de que se estrelle, porque toda novela se supone que tiene un toque de “adiós al héroe”. Novelar es bajar al héroe del pedestal. No se trata de ignorar al héroe, ni de olvidarlo, sino de darle su lugar adecuado en la memoria sin identificarse con él. El héroe es una fuente de identificaciones literales del Yo.

–¿Y eso es peligroso?

–¿Cómo que si es peligroso? ¡Es terrible! Terrible para el vivir, para lo que Ortega y Gasset llamaba “el quehacer”. Julio César, en la obra de Shakespeare, dice que los cobardes mueren muchas veces antes de morir y que los valientes mueren una sola vez. El valiente es el héroe, claro. La muerte del héroe es una muerte única y sola, algo que inspira un enorme respeto, respeto que empieza por no permitir la identificación con él. El héroe muere una vez, sí, pero en la novela como género literario el personaje tiene que aprender a morir varias veces y, en ese sentido, a pasar por cobarde, incluso y sobre todo ante sí mismo. En toda novela auténtica el héroe se humaniza, es a lo que me refiero. Odiseo, que viene de la guerra de Troya, va aprendiendo poco a poco que él ya no puede sacar la tarjeta de presentación para cualquier cosa y decir: “Yo fui quien tomó Troya”. Es eso lo que nos cuenta la Odisea. Porque al terminar la guerra de Troya, Odiseo tiene que ir entrando en límites, aprender con dolor a dejar atrás la luminosidad heroica, y a vivir en una tonalidad más mediada por sus propias oscuridades.

–A ver si entiendo: ¿lo que usted plantea es que a los venezolanos nos cuesta pasar, psíquicamente, de la épica a la novela?

–¡Sí, eso! Pasar de lo luminoso heroico furioso, o bien lo paradisíaco, que en nosotros está puesto en la Independencia y en la palabra mágica “revolución”, al mundo cada vez más gradualmente humano, con sus límites. Porque el héroe es una criatura sobrehumana, una criatura que no está hecha para la vida común, que es la del presente inmediato, sino para el pasado fundacional, que en efecto ocurre una sola vez. Identificarse con el héroe es vivir en permanente actitud inflada y belicosa con los demás. Ve solamente lo que ocurre hoy, en Venezuela, en las redes sociales.

–¿Qué es lo que se frustra cuando aparece el complejo heroico?

–Las oportunidades de movimiento hacia algo más humano, más democrático, más abierto y más prudente e incluso piadoso… Ahora, tampoco es que lo que nos pasa a los venezolanos sea tan único nuestro. ¿Qué está pasando en Estados Unidos con Trump y su supuesta mayoría blanca original y olvidada? ¿Por qué Putin se embolsilla a los rusos? ¿Qué está pasando en España, en Italia, en Alemania? Los lados oscuros de la historia están en el psiquismo moderno más presentes y en la superficie de lo que creemos. No nos han bastado los horrores del siglo XX. Pensemos, por ejemplo, en la ideología nazi. Bueno, no podemos perder de vista que la “ideología” nazi no fue sino el constructo más simplista de complejos muy oscuros del alma alemana y, por lo tanto, esos complejos rebasan los límites del nazismo histórico. En ese caso específico hay que leer a Thomas Mann, quien, de paso, también nos puede ayudar a nosotros con lo nuestro.

–Eso da mucho miedo.

–¿Y no es esa la pregunta que Lorenzo Barquero le hace a Santos Luzardo en un momento crucial de la novela de Gallegos?

–¿Cuál?

–Acuérdate. Lorenzo Barquero, ese personaje que es un degredo humano, que tiene un conocimiento de la miseria muy verdadero porque la vive, le pregunta a Santos Luzardo: “¿No te das miedo, Santos Luzardo?”. La pregunta toca tanto lo vivo que hay ediciones de la novela donde ha sido alterada: “¿No te da miedo, Santos Luzardo?”. Santos replica: “Miedo ¿por qué?”. Y Barquero le responde: “¡No! No te pregunto para que contestes”, y le dice que aquel Lorenzo Barquero de la juventud que Santos admiraba, un hombre que había sido aparentemente genial, era una mentira, y que la verdad era la que veía ahora: un hombre reducido a la miseria. Barquero remata con algo muy duro: “Tú también eres una mentira que se desvanecerá pronto, Santos Luzardo. Esta tierra no perdona. Tú también has oído ya la llamada de la devoradora de hombres”. Lorenzo Barquero le dice a Santos todo eso que es tan importante y, sin embargo, Santos no oye. Piensa que Barquero está borracho.

–¿Qué es lo que esa conversación con Barquero pudo haberle dado a Santos?

–Ese es el punto. Le pudo haber dado una incipiente curiosidad por lo que podría convertirse en Santos Luzardo, más adelante, en conciencia de fracaso. Tomo la expresión “conciencia de fracaso” del título de un ensayo de Rafael López Pedraza que conviene releer periódicamente y que, no por nada, se basa en “Fracaso”, un poema de Rafael Cadenas.

–¿En qué consiste esa conciencia de fracaso?

–Te voy a responder con una historia. Hay un momento, en la Odisea, en que Odiseo desciende al inframundo, al Hades, la región de los muertos. A pesar de haber sido un combatiente de la guerra de Troya, va con pánico. Odiseo baja al inframundo no porque haya muerto, de hecho, está vivo, sino porque, por alguna misteriosa razón, dado que anda errante en los mares, sin hallar el regreso a su tierra, debe ir. Entre las figuras que se encuentra allá abajo está, nada menos, Aquiles, el máximo héroe épico de la guerra. Homero pone Aquiles en el Hades. Al verlo, Odiseo le dice: “Ningún hombre es más feliz que tú, Aquiles, pues antes, cuando vivo, te honrábamos igual que a los dioses, y ahora imperas sobre los muertos aquí abajo”, y Aquiles le responde: “No intentes consolarme de la muerte, noble Odiseo. Preferiría estar sobre la tierra y servir en casa de un hombre pobre, aunque no tuviera gran hacienda, que ser el soberano de los muertos”.

–Es lo que usted llama pasar de lo heroico a lo humano.

–Conciencia de fracaso, es decir, sentido de límites. Aquiles dice que prefiere ser un campesino, pero estar vivo, que ser un héroe entre los muertos. De allí que Lorenzo Barquero, quien a su manera está ya, también, en el inframundo, le recomiende a Santos que tenga una actitud más cautelosa con Doña Bárbara, que es como la tierra que te traga.

–El problema, a fin de cuentas, es que Santos Luzardo se enreda al querer luchar, con actitud heroica, contra eso que es oscuro y que, por esa misma actitud heroica, se lo lleva por delante. ¿Es eso?

–Eso es. Pero esa lucha, en Gallegos, no adquiere la forma de la guerra, del combate bélico. La lucha tiene que ser ahora de otro modo, a través de la imposición de la ley, porque el Gallegos novelista sigue siendo civil y abogado al escribir, y Venezuela está harta de rencillas armadas. La rectitud y la obediencia a la ley, a rajatabla, sin transición, allí se convierte, no obstante, en otro acto de violencia heroica… El título de la novela, Doña Bárbara, lo dice todo: lo da Ella, no él. Digo Ella con E mayúscula.

–Pero qué lío, profesor.

–Por eso te hablaba de la dificultad de hablar sobre este asunto para un medio de comunicación… Bien, hay otro diálogo muy importante en la novela, que se da entre Santos y un llanero ayudante suyo, un hombre leal. Un día él se acerca al patrón, a Santos Luzardo, y le pregunta si es verdad que él piensa ponerle una cerca al Llano. Esa es la cosa: cómo ponerle límites a la madre tierra. La empresa civilizadora, para Gallegos, consiste en cercar, alambrar, ese poder desmesurado. Es lo que yo siento que está detrás, como tema profundo, mítico, en Doña Bárbara. La traba, digamos, es que el método, la fórmula que plantea Gallegos obedece al mismo esquema de la tierra devoradora, y entonces nos quedamos dando vueltas, atrapados en ese cercado. Y ahí andamos. Que cada uno de nosotros vea a su alrededor: vivimos cercados. Nuestro complejo independentista, en el fondo, toma así el aspecto de una obediencia a la madre tierra salvaje, bárbara, de unos hombres que, como hijos suyos, fabricados por ella misma, se sienten también con poderes ilimitados, incluso al necesitar limitar los de ella.

–A propósito de este asunto se dice mucho en Venezuela que hay que “salir del héroe”, ¿usted está de acuerdo con eso, dicho así?

–No, no, no. ¡No! Cuidado. Lo que hay que hacer es escuchar la pregunta que nos fue propuesta a todos por boca de Lorenzo Barquero, quien no quiere respuestas precipitadas, sino que estamos atentos al miedo. Dejar que nuestro cuerpo hable, sin porqués, sin precipitación con el habla y las ideas. Eso de que “hay que salir del héroe” responde al mismo lenguaje de la tierra devoradora, es parte de su retórica. Odiseo no olvida a Aquiles, tal como, literariamente, la Odisea no sería posible sin el recuerdo vivo de la Ilíada. La memoria heroica necesita un lugar. Ese lugar se llamó siempre, entre nosotros, el Panteón Nacional, por ponerlo afuera, porque eso debería equivaler a un lugar interior en el que están sepultados nuestros héroes y siendo objeto de un ritual específico, periódico, que es el culto a los héroes. Eso siempre existió en Grecia y en el mundo occidental en general gracias a Grecia. Sin ese culto cívico los héroes muertos realizan una de sus tendencias más inquietantes, según los griegos, la tendencia a salir de sus tumbas. Y hay que recordar que todos nuestros muertos, nuestros ancestros, se “heroizan” en nuestros recuerdos. A los héroes se los rememora con mucho respeto y la población se educa, para la vida cívica, en ese culto. Eso es lo único que puede permitir que los héroes no anden por ahí saboteándonos la vida. El Panteón Nacional lo construyó Guzmán Blanco, y para mí Gómez dio otro paso en ese sentido. A pesar de todo su salvajismo, Gómez sembró el país con plazas con el nombre de Bolívar y con el busto del prócer. Una manera de darle al héroe, en cada pequeña población, un sitio, un culto urbano, un lugar de convivencia transeúnte. Ahí está el héroe: honrado y tranquilo… ¿Por qué yo discrepo de algunos historiadores que se refieren al culto a los héroes como algo nefasto e incluso se burlan de la palabra liturgia? Porque no se dan cuenta de que todo pueblo necesita de ese culto, y lo necesita porque en él toma forma un instinto legítimo de protección de la psique colectiva. Tú no le puedes quitar al pueblo el sueño heroico, ¿qué es eso? Ese sueño reaparece en períodos de vida colectiva agotada. Como personaje novelesco, Don Quijote está loco, pero como arquetipo del alma española, es un héroe al que Cervantes, gradualmente, va llevando a la humildad de su muerte, a la conciencia de su fracaso. Lo que nos queda, indeleble, a sus lectores, es la paradójica idealidad, no idea, de la emoción caballeresca.

–Me parece que los historiadores llaman “culto” a lo que no es un culto.

–Desde luego. No se puede prescindir del culto al héroe. Otra cosa es que se eduque el pueblo en darle un lugar debido a la figura psíquica del héroe. No se trata de prescindir racionalmente del héroe, sino de ir constituyendo el culto al héroe como la única manera de dejarlo en paz, de que se transforme en una figura si se quiere totémica de la cual no tengamos necesidad de hablar tanto, como si en realidad lo odiáramos. Decía López Pedraza que el culto a los héroes sigue el patrón del culto a los muertos, porque el héroe es el ancestro del colectivo. Los héroes son figuras protectoras que están en el Hades, pero que si son maltratadas porque el culto se equivoca o se plantea mal, se hacen destructoras. Sacar al muerto de su tumba: lo que se hizo aquí literalmente hace poco y que deshizo los dos momentos históricos en que, tengo la impresión, se iba elaborando en Venezuela ese culto.

–En esa acción de sacar los huesos de Bolívar, ¿no hubo culto al héroe?

–No, en absoluto. Eso fue un atentado contra lo sagrado en un grado extremo. Barbarie pura. Se respondía de esa manera a una visión totalmente regresiva de lo heroico. Con la exhumación de Bolívar se tocaron niveles muy profundos y oscuros que hicieron aparecer, incluso, lo supersticioso. Quien no sintió eso en ese momento estaba desatinando completamente, no tenía psique. A un alto funcionario le escuché decir, hace poco, que cuando él vio aquello sintió un estremecimiento como si estuviera ocurriendo algo tremendo… ¡Claro que estaba ocurriendo algo tremendo! Él lo refería como una maravilla, y resulta que era algo terrible, algo posesivo… “¿No te das miedo, Santos Luzardo?”. Cuando se desentierran arbitrariamente los muertos, los muertos se vengan, y no me refiero a nada esotérico sino a un hecho psicológico efectivo. De allí que la gente sienta que ese acto fue pavoso, como se decía antes en Venezuela. Ahí se incurrió públicamente en un trato irreligioso a los muertos, a todos.

–Entiendo que la diferencia entre las plazas Bolívar y la reciente exhumación de los huesos del héroe es la misma que existiría entre tener un portarretrato del abuelo fallecido o ir al cementerio, abrir la tumba y sacar su esqueleto.

–Bueno, bueno, espera…, es que hablar así ya es pavoso… Pero sí: sacar el esqueleto y llevártelo para tu casa para hablar con él. Comprenderás que eso lanza sobre cualquiera una fuerza psicológicamente nefasta. Sentir la emoción de lo religioso es lo que le pone un freno a lo sagrado. Lo sagrado por sí mismo es tanto dador de fuerzas extraordinarias como destructivo. A la humanidad le costó mucho darle imágenes a lo sagrado. Y cuantas más pudiera haber, mejor. Porque de esa manera el hombre se pone a salvo de lo que puede, desde su propio interior, acabar con él y, entonces, construye un espacio humano… No sé si nos damos cuenta de que estamos hablando del culmen del horror, de algo que la psique no puede procesar y que, por eso, la manda al territorio de la superstición. Aquí se cometió un sacrilegio, en el sentido original de esa palabra: una intromisión en el territorio destructivo de lo sagrado.

–¿Qué reacciones causa algo así en una psique colectiva?

–Para empezar, el shock de estar encantados por la mirada de la Gorgona, que mitológicamente es la señora del horror. ¿Tú crees que esos ojos que están pintados por todas partes en el país son accidentales? Esa mirada significa: “Te atreviste a abrir lo que debe permanecer oculto. Has visto lo que no se debe ver”. Esa mirada, que se pretende políticamente eficiente para controlar a la ciudadanía, a quien controló de una manera literal y definitiva fue a quien tuvo el atrevimiento de ver lo que no debía verse. El culto adecuado a los héroes, a nuestros ancestros, reside en el hecho de mantenerlos en el plano de lo que no debe exponerse a la vista pública. El culto a los muertos en Grecia consistía en lo que se ha llamado rituales de aversión, porque en ellos no se les daba la cara frontalmente, sino de un modo oblicuo. Y lo hacía un individuo en soledad. Otra manera de incurrir en esa insolencia salvaje consiste en pretender acabar con el apego a los ancestros de una manera solo racional. Ahora bien, ese colmo de nuestros excesos históricos en relación con el complejo del héroe no puede limitarse, entre nosotros, a una determinada persona o gobernante, que a fin de cuentas sería un instrumento inconsciente de lo que todos llevamos dentro, como riesgo, sin que podamos oír la pregunta de Lorenzo Barquero. A lo largo de estos años he mantenido la inquietud de qué fue lo que hizo con su paciente aquel médico que interpretaba el heroísmo como un azar psicopático.

–¿La mirada del horror nos puede llevar también a todos nosotros?

–¿A ti no te da temor hacer preguntas tan tajantes? No te olvides de que estamos hablando de algo tan frágil y delicado, a la vez tan fuerte, como la psique.

–Tiene razón. La cuestión, de solo plantearla, lo pone a uno un poco raro.

–Como cuando leemos una buena novela o un buen poema, ¿no? El caso es que, para un público culto medio de hoy, el horror es solamente una metáfora, y no es así. Una metáfora de cualquier cosa social, económica, política, y no es así, repito. No entendemos que el horror es una fuerza capaz de mover el psiquismo de un individuo y de un colectivo, pero también de paralizarlo. Por lo demás, no estoy inventado nada. Eso lo han dicho siempre los escritores y los artistas: el horror es algo vivo y actuante, y ellos lo saben porque se baten con eso, tomando más o menos precauciones, aun a riesgo de enloquecer. El horror es contaminante justo porque afecta a un nivel psicofísico. No creas que al responder a tus preguntas como lo estoy haciendo lo hago sin ese temor que te menciono.

–Se ha referido a los artistas. Uno es dado a pensar que están sufriendo de una manera tremenda.

–Tremenda es poco. A los artistas les toca lidiar con todo esto. Lo que, de paso, no es ningún privilegio. Sufriendo estamos todos.

–¿Qué pueden darnos los artistas?

–La conexión imaginal con los hechos. Digo “imaginal”, no imaginaria, porque no es una conexión caprichosa, ni fantástica, ni subjetiva. Es que la imaginación del artista da con certezas profundas y con objetividades que por otra vía no alcanzaríamos. Aristóteles decía que la poesía es más verdadera que la historia. Creo que aludía a esto de lo que estoy hablando… Mira, Enrique Bernardo Núñez escribió una vez que nuestra historia, en punto a lo que se llama “escribir historia”, está bastante bien elaborada, y que las lagunas y los vacíos que persisten no puede llenarlos el historiador: quien debe llenar esas lagunas y esos vacíos es el novelista. Solo el artista puede dar la conexión imaginal, y esa conexión no tiene que consistir, literalmente, en narrar sobre hechos históricos. Tampoco, necesariamente, sobre nuestras familias. También allí, con harta frecuencia, se han estrellado tantos escritores latinoamericanos, al querer hacer novela histórica. No se puede decir que todos, desde luego.

–¿El artista es una psique al servicio de los otros?

–Se puede decir así, pero no olvidemos que el artista trabaja, en primer lugar, en el saneamiento de su propia psique, trabajo en el cual van a aparecer los demás. Si no los vemos dentro de nosotros, esos que llamas “los otros” no van a ser abrazados o antagonizados, sanamente, afuera. La función del artista es ser mediador y servidor, y tener ojo para el peligro, conciencia del miedo. Los artistas son, pero no los únicos, sacerdotes de esa religión sin ortodoxias ni iglesias que es el trato habitual con las imágenes del alma. Les toca ir a lo hondo y regresar, para traernos nuevas imágenes, y así se nos educa el alma. Joseph Conrad dice, en el prólogo de una de sus novelas, que el escritor y el lector deben “sumergirse en el elemento destructivo”, el mar en el caso de esa novela, como en la Odisea. A nosotros se nos quiso sumergir en “el mar de la felicidad”, y mira donde estamos… Cuidado. No es que tenemos que hacer lo que dice Conrad en nuestra vida cotidiana, no se trata de una tarea en la agenda del Yo, sino en tanto lectores, es decir, como aprendices con el artista. El artista sabe, como dice James Hillman, que sin la fealdad no veríamos a los dioses. Al artista le toca hacerlo casi a diario por todos nosotros. Se entiende que no me refiero solamente al nivel de lo que a todos nos afecta: la carestía de la vida, los graves riesgos de salud, las colas para el pan, la inseguridad, etcétera. Ningún pueblo merece ser obligado a vivir en el horror o en el encantamiento cotidiano, sean cuales hayan sido sus errores.

–Según su experiencia como psicoterapeuta, ¿los sueños de los venezolanos deberían estar arrojando imágenes muy fuertes? Lo pregunto por la importancia que la psicoterapia atribuye a los sueños en la vida psíquica.

–Muy fuertes, sí. Y yo mismo, si “profesionalizo” el trato con esas imágenes, arriesgo perder aquel miedo del que hablaba Lorenzo Barquero.

–Disculpe. No le entiendo.

–Es muy importante que la psique elabore, y la psique siempre elabora porque la psique, en realidad, es muy noble. Al presentarnos imágenes terribles en los sueños está manteniendo vivo el miedo a la vez que conformándolo en imágenes. Es decir, la psique nos ayuda a que esas fuerzas que nos sacuden pasen a imágenes con las que podamos vivir. Porque resulta que esas fuerzas nos buscan para que les pongamos límites acogiéndolas conscientemente y pese, o gracias, al mismo miedo.

–¿Cómo nos ayuda la psique además de con los sueños?

–Con la estampida, que es el cuerpo básico defendiéndose, el instinto de huida física, corporal. La reacción animal ante lo repelente.

–Lo que no significa necesariamente huir del país, ¿o sí?

–Puede consistir en irse del país, y las terribles imágenes del éxodo que hemos visto últimamente nos hablan del asunto. Pero también puede consistir en eso que, en una conversación, Rafael Cadenas llamó “insilio”, que es otra forma en que el dios del cuerpo básico, el cuerpo más rústico, el dios Pan, nos protege del encantamiento del horror mediante el pánico. Pan no vive en el Olimpo sino encuevado. Esa huida hacia el exterior o hacia el interior hay que diferenciarla de las exageraciones histéricas, pues Pan es el dios en el que el cuerpo primordial actúa, por decirlo así, en legítima defensa. En cambio, encantamiento es estar privados de la conexión con nuestro cuerpo: lo que hace la Gorgona. No en vano es la cabeza de la Gorgona la que encanta, porque es la cabeza despegada del cuerpo. Es decir, es una cabeza consistente solamente, por ejemplo, en ideas, sin conciencia del cuerpo y del lugar que este ocupa, como lo sugerí al comienzo.

–Pero quiero insistir en esto: hay salida.

–Sí, claro que la hay. Y el cuerpo es el “religante”. El cuerpo es el único capaz de hacer del horror de lo sagrado algo religioso. La psique asimila un hecho crudo y devuelve una gestualidad, una imagen, haciendo con ese hecho lo que llamamos, normalmente, cultura. Y por eso es tan hermoso que en los sueños aparezcan imágenes incluso horrendas, porque es la psique tratando de expulsar el núcleo enfermo en un momento dado, como si nos dijera: “Esta es tu materia prima en este momento, ocúpate en esto, transforma esto en tu propio lugar y cuerpo”. Todos recordamos que los griegos antiguos llamaron a eso catarsis, un término médico, es decir, del arte de curarse, que por cierto no consiste meramente en una descarga ocasional sino en una elaboración artística, o sea, que requiere de un trabajo del lado consciente de la psique.

–Es importante, porque la gente necesita oír que hay salida.

–Sí, pero solo podemos oír eso bien y, en consecuencia, responder adecuadamente a las circunstancias, en defensa de la vida, si primero vemos la dimensión del horror en el que estamos. Si nos sentimos desesperados por una salida es porque todavía no hemos tomado suficiente conciencia de ese horror, y es la misma ansiedad por hallar una salida la que cierra las puertas. No me estoy refiriendo a una salida política, que sería, en última instancia, la consecuencia imprevisible de la otra a la que sí me estoy refiriendo, a la que entendí que aludía tu pregunta.

–Sí, cuando hablo de una salida quiero decir salida a una crisis psíquica.

–Ya… La psique también nos puede ayudar haciendo que nos demos cuenta de que la palabra crisis es un comodín vacío del lenguaje. La psique siempre vive en crisis, es un reiterado llamado a no olvidar el trasfondo de horror sobre el que se mueve el vivir… ¿Sabes que Atenea, la diosa de la polis, de la ciudad, lleva la imagen de la Gorgona en su escudo? Hay un vínculo entre el horror y la polis, entre el horror y la vida organizada de la ciudad. De todas las divinidades que ayudan a Perseo, que es quien le corta la cabeza a la Gorgona, Atenea es la principal, y ella se queda con el trofeo. Ella, no el héroe que llevó a cabo la tarea. De manera que Atenea es la Gorgona transformada en un poder benéfico. Ese es el meollo de la psicología profunda: trata sobre procesos de transformación de lo mismo en otra cosa que era su posibilidad oculta sana. Un remanente de aquel horror permanece, y entonces la ciudad, la polis, cuando tiene que protegerse, asoma su lado horrendo, que provoca prudencia, la mayor de las virtudes en momentos en que se nos proponen aventuras desmesuradas.

–Esas fuerzas actuantes, que se transforman en poderes benéficos, ¿funcionan igual tanto a escala personal como a escala colectiva?

–Nada que ocurre en una psique individual deja de ocurrir en una psique colectiva, y viceversa: lo que le ocurre a la polis le ocurre al individuo. Nada de lo que existe, como dice Jung, ha dejado de estar antes en el alma. Entre el alma del individuo y el alma colectiva hay, como ya dije a propósito del artista, un continuo subterráneo eficaz: eso que algunos llaman Ánima Mundi, el Alma del Mundo. Necesitaríamos más tiempo para entrar en eso y ahondar un poco más, pero podemos ver esa conexión entre lo individual y lo colectivo en las imágenes de horror de que venimos hablando y que propone la psique mediante los sueños… Una mujer de edad mediana sueña que, sobre la ciudad de Caracas, la polis, camina una gigantesca araña, y que todo el mundo huye corriendo. Ella misma entre todos, aterrada. Su huida la dirige hacia una antigua colina de Caracas, de una Caracas de hace muchos años, donde está un viejo hospital psiquiátrico… Bien, en la discusión sobre ese sueño la mujer recordó que, por motivos profesionales, ella trabajó intensamente una vez, tiempo atrás, en ese hospital. Es decir, la misma pesadilla le daba, como salvación del monstruo, una conexión entre su memoria personal, la memoria de la ciudad y el trabajo. A eso me refiero cuando hablo de la nobleza de la psique. Es bueno apuntar que historia es como hacer memoria mediante la imaginación.

–Ese sueño con la araña es un sueño que podría tener hoy cualquier venezolano.

–Sí, ese sueño no le concierne solamente a la persona que lo tuvo. Es el sueño de lo que estamos viviendo todos, pero fíjate que el mismo sueño orienta a una salida tanto en la historia personal como en la historia colectiva, salida que a su vez tiene la consistencia de un lugar preciso y perenne: un cuerpo urbano.

Venezuela es el cuarto país con más solicitudes de asilo en el mundo

 

El número de nuevas solicitudes de asilo presentadas por los venezolanos a causa de la crisis política, económica y social en su país se triplicó en 2017 frente al año anterior con 111.600 peticiones, lo que coloca a Venezuela en el cuarto país con más demandas de protección de sus ciudadanos en el exterior.

Según el Informe Mundial de Tendencias de desplazamientos publicado este lunes por la Agencia de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) para los Refugiados (Acnur) en vísperas del Día Mundial de los Refugiados, solo los afganos, sirios e iraquíes presentaron el año pasado más solicitudes de asilo nuevas que los venezolanos.

La cifra de peticiones presentadas por venezolanos el año pasado es más de tres veces superior a las 34.200 peticiones registradas en 2016 y casi once veces la observada en 2015.

El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, señaló en rueda de prensa que en 2018 los números no van a reducirse, sino que «van a aumentar».

La mayor parte de las solicitudes de asilo de venezolanos fueron presentados el año pasado en Perú (33.100) y en EE UU (29.900).

Otros países que también recibieron un importante número de peticiones fueron Brasil (17.900), España (10.600), Panamá (4.400), México (4.000) y Costa Rica (3.200).

Desde comienzos de 2015 más de 166.000 venezolanos han pedido asilo, 75% de ellos el año pasado.

Acnur estima que en los últimos años más de 1,5 millones de venezolanos han abandonado su país debido a la «compleja situación socioeconómica y política».

El año pasado 345.600 venezolanos fueron registrados bajo la categoría «otros grupos de preocupación». No son solicitantes de asilo, refugiados o desplazados pero necesitan aún así protección y asistencia cuando abandonan su país, en este caso por «el complicado entorno de seguridad, la pérdida de ingresos por la actual situación económica y la escasez de alimentos y medicinas».

A principios de 2018 medio millón de venezolanos había accedido a otras formas legales de acogida bajo legislaciones nacionales o regionales en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay.

Se trata de permisos temporales de residencia, y visados humanitarios, y de trabajo para inmigrantes, por ejemplo.

«América Latina tiene una variedad de instrumentos institucionales para proteger a las personas que vienen a los países de la región, que quizás sea la mejor del mundo», sostuvo Grandi.

Con un mayor número de venezolanos llegando a otros países de la región, estos instrumentos están bajo presión y algunas comunidades de acogida empiezan a registrar problemas como la discriminación y la xenofobia, que Acnur trata de contrarrestar con campañas de solidaridad y aceptación.

En el mundo hubo 1,9 millones de solicitudes de asilo el año pasado, menos que los 2,2 millones del año anterior.

Por primera vez desde 2013 Siria ya no fue el país de origen con más solicitudes de asilo presentadas, sino Afganistán que hizo 124.900 peticiones en 80 naciones.

Le siguieron Siria, en su séptimo año de guerra, con 117.100 solicitudes en 104 países, Irak con 113.500 y Venezuela.

EE UU, por delante de Alemania e Italia, fue el año pasado por primera vez desde 2012 el mayor receptor de nuevas aplicaciones de asilo con un total de 331.700, 27 % más que en 2016.

La dureza contra la inmigración mostrada por el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, que incluye medidas como la denegación de la posibilidad de solicitar asilo a inmigrantes víctimas de violencia doméstica o de pandillas, entre otras, no frena sin embargo a las personas que sufren en sus países.

El número de solicitudes de asilo de centroamericanos alcanzó el año pasado «niveles no vistos desde los años 1980» y aumentó  44%, siendo la mayoría de salvadoreños (49.500), guatemaltecos (35.500), y hondureños (28.800).

«Los centroamericanos (…) sufren violencia de la mano de pandillas y experimentan una falta de protección nacional. El modus operandi de estas pandillas, que controlan territorios, reclutan a niños y violan a mujeres es equivalente a situaciones de guerra, por lo que nosotros ciertamente consideraríamos a las víctimas refugiados», dijo Grandi.

Sobre el problema de la separación de familias y especialmente de niños en procesos de detención y deportación en EE UU, Grandi indicó que su oficina aborda este problema y otros muchos de la política migratoria estadounidense con las autoridades.

«Consideramos que los solicitantes de asilo no deberían ser detenidos en general y especialmente no si son separados de sus hijos. En el pasado siempre hubo un elemento de separación, pero al menos los niños podían quedarse con sus madres. Ahora en algunos casos esto no ocurre y esto no es humano y puede provocar también la desaparición de niños», sostuvo el italiano.

Venezuela entre los peores países del mundo en la lucha contra el tráfico ilícito

 

Venezuela es uno de los cinco países del mundo peor valorados en la lucha contra el tráfico ilegal de mercancías, revela un estudio global publicado este jueves en Panamá.

Presentado por del semanario británico The Economist, el Consejo Empresarial para el Entendimiento Internacional (BCIU) y la ONG Alianza Transnacional Para Combatir el Comercio Ilícito (TRACIT), el informe coloca a Venezuela, país sumido en una grave crisis económica, política y social, en el puesto 80 sobre un total de 84 países analizados.

Estas organizaciones presentaron un índice con el que pretenden mostrar qué países posibilitan o previenen el tráfico de drogas, personas, animales, piratería y mercancía falsificada.

Los índices están basados en una serie de indicadores relacionados con políticas de gobierno, transparencia, comercio, eficiencia aduanera y corrupción, entre otros.

Venezuela, de un ranking sobre 100, tiene una puntuación de 28,1, sólo por encima de Laos (26,8), Myanmar (22,6), Iraq (14,4) y Libia (8,6).

“Venezuela es un Estado fallido. Los países necesitan instituciones, y si no son instituciones legales son instituciones ilegales”, dijo Irene Mía, Directora Editorial Global de la Unidad de Inteligencia de The Economist.

“Cuando hay una situación de crisis el comercio ilícito también aumenta porque la gente trata de comprar por donde pueda”, añadió Mía.

Según el estudio, Venezuela comparte con el resto de países de baja puntuación la baja calidad de sus instituciones estatale”.

El informe indica también que el país sudamericano, junto a Rusia y China, no cumple los estándares mínimos para la protección de víctimas de la trata de personas ni están haciendo los esfuerzos para revertir la situación.

“Lo que es importante es tener instituciones fuertes y capacidad para implementar las leyes. La corrupción es uno de los elementos más facilitadores del comercio ilícito”, señaló Mía.

– Alerta con zonas francas –

Con un promedio mundial de 60, Finlandia encabeza el índice (85,6), seguido de Reino Unido (85,1), Estados Unidos (82,5), Nueva Zelanda (82,3) y Australia (81), en un listado donde en sus primeras 20 posiciones hay 13 países europeos y ningún latinoamericano o africano.

En el caso de América Latina, Chile (69,1), Argentina (64), Uruguay (63), Colombia (61,6) y Costa Rica (60,6) son los países mejor preparados para combatir el tráfico ilícito, al contrario que Paraguay (43,3), República Dominicana (42,7), Trinidad y Tobago (38), Belice (34,7) y Venezuela (28,1).

Cindy Braddon, Jefa de Comunicación y Políticas Públicas de TRACIT, dijo en un comunicado que el comercio ilícito “está inundando esta región y ahogando las oportunidades de desarrollo económico”.

El informe también pone el ojo en las zonas francas e incluye como casos de estudio a la Zona Libre de Colón en Panamá, a la Zona Libre de Corozal en Belice, y a la Zona Especial Aduanera de Maicao en Colombia.

“El comercio ilícito está desenfrenado en la región, como un destino para productos ilegales y falsificados desde Asia, y como un centro de distribución notorio que prospera con una gobernanza limitada en las tres Zonas de Libre Comercio más grandes”, aseguró Braddon.

Las prácticas de trasbordo engañosas, el mal etiquetado y facturas fraudulentas estarían permitiendo a comerciantes ilegales evitar sanciones, tarifas comerciales y regulaciones al ofuscar la identidad del país de origen o la naturaleza ilícita de los bienes.

A las zonas francas “se les considera valiosas por su contribución a facilitar el comercio” pero por otro lado los gobiernos de todo el mundo han creado dentro de sus fronteras “paraísos no monitoreados” que pueden facilitar las actividades del crimen organizado transnacional, advierte el informe.

Para combatir el comercio ilícito los expertos recomiendan mejorar las estructuras regulatorias, definir sanciones disuasorias, hacer cumplir las leyes, racionalizar las políticas impositivas y fortalecer la cooperación internacional.

Después te llamo... Por Orlando Viera-Blanco

 

 

«Los venezolanos hemos perdido nuestros arraigo, nuestra plaza, nuestra nación, nuestro sentido de pertenencia. Pero no el país, ni nuestros  amigos, ni parientes. Mientras recuperamos y encontramos el país perdido acerquémonos mas los unos a los otros». 

Mamá tiene el don de la omnipresencia. Está en todo momento y aparece en cualquier episodio de nuestra vida.  Llama si me siento mal porque lo sabe. Si estoy contento, porque lo celebra. Si las finanzas van bien o la cosa va ajustada. Si tengo ansiedad o estoy relajado. En el estrés me alivia. En  la sinuosidad me consuela y acaricia. No existe decisión que no cuente con la opinión de mamá. Su intuición o conectividad parece mágica, inalámbrica, infalible. Y este es el tema:  ¿Somos recíprocos a esa hermosa omnipresencia?

Cuidado: el amor no está garantizado

En estos días mamá me envió un video que todos deben ver. Se titula “Después te llamo…” Trata precisamente del “después” que continuamente le damos a la vida.  El “ahora no, más tarde, mañana”… Ulterioridad que estampamos a pequeñas-grandes ocasiones que por creer se repetirán, dejamos de hacer y pasar. “Después le digo, después lo hago, después cambio, vamos, te busco o lo vemos.  Dejamos todo para después como si después fuese lo mejor…”Así lo anticipa en su reflexión el gimmick de marras. Una cascada de sabiduría y sana amonestación de lo que dejamos de hacer por banalidad, pereza, desgano, displicencia o simplemente descuido. Lo delicado es que lo hacemos con aquellos que más nos quieren y necesitan, y que a pesar de estar siempre ahí, no le concedemos el tiempo, el gesto de contestarle de inmediato una llamada, de decirles cuanto nos importan; prolongar una conversación o simplemente llamarles para que al rompe de la bendición o los buenos días, le digamos un te quiero…

Damos todo por hecho cuando creemos que tenemos el amor y la solidaridad del amigo, del hermano, del hijo o nuestros padres asegurado.  Creemos que ese afecto y fraternidad, es imbatible, incólume, garantizada. Pero hay que tener cuidado. Cada una de nuestras ausencias, cada uno de nuestros “después”, no sólo duelen sino pueden significar un consejo, un alerta, una ratificación de afecto o consentimiento a tiempo, que puede cambiar la vida de nuestros incondicionales a quienes torpe e injustamente le dedicamos un después en vez de un ahora…

Lo que no entendemos-nos dice Sabio-es que “después’ el café se enfría, la prioridad cambia, el encanto se pierde. Después lo temprano se vuelve tarde, la añoranza pasa, la cosas cambian, los hijos crecen…Después la gente (nuestros padres) envejecen, [se nos van]”, y perdemos la más hermosas de las ocasiones por irrepetibles e inolvidables.  Es dejar en la almohada, el espejo, el teléfono o el ordenador, una sonrisa alentadora, una lágrima de consuelo, un buen sermón o un déjalo, después lo resolverás…Porque hasta para aconsejar un después hay que estar. Es compartir un café con quien no frecuentas. Es decirle [a tiempo] a quien amas, quiero compartir el resto de mi vida contigo. Es priorizar una ilusión que por privilegiar la «infatigable» rutina, te impide darle rienda suelta al sueño que cambiará tu vida Es compartir con tu hijo su primer gol, su primer hit, su primera cinta, medalla o llegada, que no es más que ser testigo de sus primeros triunfos. Es verles leer por primera vez. No porque lo aprendió de su maestra sino porque antes le enseñastes sus primeras letras, de la misma manera como aprendió a caminar o montar bicicleta de tu mano. Y es vivir y dusfrutar a nuestros padres que es aprovechar su vejez por ser derroche de sabiduría, paz y solidaridad, vital cuando la ausencia es inevitable, bien porque nos vamos, bien porque se van…

Después la vida es noche. Después la vida termina…

Los venezolanos hemos perdido nuestro arraigo, nuestra plaza, nuestra nación, nuestro sentido de pertenencia. Pero no el país, ni nuestros amigos ni parientes. Mientras recuperamos y encontramos el país perdido (que nadie lo dude), tenemos que acercarnos más los unos a los otros. Y no sólo a nuestros familiares, vecinos o amigos. También a los desposeídos, a los humildes, a los decentes. Civiles y militares. Hagamos hoy lo que toque hacer porque mañana es tarde. El ser humano es un misterio cuando se le deja ausente. Y todo un advenimiento cuando se le da participación. La presencia es afecto y afecto es paz. Llamémonos, hablémonos, busquémonos, cambiemos, asumamos lo impostergable y seamos omnipresentes con quienes lo son con nosotros…La mejor manera de decretar el fin del sufrimiento es redimir el dolor y conciliar. No hablo del adversario (con quien también habrá que hacerlo). Hablo de hacer las paces con los nuestros mismos…

Tengo la dicha de tener a mamá y a papá conmigo. No a mi lado pero si de cuerpo presente. Este ensayo trataba sobre las elecciones en Colombia. Pero al comenzar me llegó el mensaje de mamá, “Después te llamo…” Deje el “análisis” sobre Duque y Petro para otro día. Total, ellos pueden esperar…Ni les conozco. Tomé el teléfono, marqué a mi madre y le dije: «Que manera tienes de decir las cosas con la sutileza de quien tanto ama desinteresadamente, sin esperar nada a cambio…Y perdona por no haberte llamado, pero estaba rindiendo tributo [con este ensayo] al ser que más amo en esta vida. A ti. Porque eso es amar. Decirlo y escribirlo. Saber lo que significa porque otro te lo hace sentir…

Pd: Venezuela, ya te llamo. Después será tarde, será de noche…

 

@ovierablanco