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Organización de Estados Americanos

Felipe González se ofreció como mediador entre gobierno y oposición venezolana

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El expresidente español Felipe González manifestó que sigue dispuesto a mediar entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, aunque con una condición: que Caracas acepte como punto de partida el cumplimiento de la Constitución venezolana.

En una entrevista con The Associated Press (AP), Gonzáles reveló que el 2016 Maduro lo invitó en dos ocasiones a visitar su país. «Yo para ayudar a Venezuela como para ayudar a la paz en Colombia estoy siempre disponible, pero para perder el tiempo no», remarcó el político.

Pese a sus conocimientos sobre Venezuela, no todos los ciudadanos creen que el exmandatario sería buen candidato para interceder en la crisis del país. Además de asesorar a los abogados que ejercen la defensa internacional del opositor preso político, Leopoldo López, González ha protagonizado duros argumentos con altos cargos del gobierno de Caracas y con el propio Maduro.

Por su parte, el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha protagonizado los últimos intentos de mediación que el Vaticano impulsó en el 2016. La irrupción de González en el escenario se podría interpretar como un desplante a Rodríguez Zapatero, cuyo papel siempre fue criticado por la oposición.

«El supuesto diálogo nunca lo fue porque no cumplía que la mediación fuera aceptable por las dos partes ni tampoco había puntos concretos de un acuerdo previo para empezar a dialogar», señaló González a AP. «Era una especie de diálogo por el diálogo que no consiguió sino malgastar un tiempo que Venezuela no tiene».

González dijo que no se habían celebrado encuentros entre los dos expresidentes españoles para conversar sobre Venezuela. «Después de que se veía fracasar el diálogo pero mucho antes de que se verbalizará, a mí Maduro me invitó a ir», afirmó González a AP.

«Yo le contesté que estaba dispuesto a ir a verle a él (a Maduro) y a la oposición, sobre un papel que ya le había entregado a la oposición y que le entregué a él, en el que constaban los puntos de crisis institucional, económico-social y de seguridad», dijo a AP.

La tensión en el país se ha recrudecido dado que Maduro ha convocado para el 31 de julio la formación de una Asamblea Nacional Constituyente que redacte una nueva carta magna para el país, González dice que “el tiempo se agota para Venezuela”. También afirma que no excluye viajar a Caracas durante las próximas semanas a pesar de la incertidumbre.

La tensión entre Gobierno y oposición se produce en un clima de protestas antigubernamentales que se han extendido durante casi tres meses y que han dejado al menos 79 muertos, 1.400 heridos y más de 500 detenidos, según AP.

El expresidente español dijo que ve tres posibles escenarios de salida a la crisis de Venezuela. Frente a la posibilidad de crear una nueva asamblea constituyente o un hipotético levantamiento de las fuerzas armadas que dé paso a un gobierno de transición antes de unas elecciones, González aboga por una solución similar a la que se barajó en el contexto de la última reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), con la creación de un panel mixto de países para la mediación.

De la apolaridad en Cancún a la “fórmula Trudeau”, por Kenneth Ramirez

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La Primera Sesión de la 29° Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA se inauguró en Washington el pasado 31 de mayo, con el propósito de hallar una respuesta a la crisis venezolana como el desafío regional más urgente del presente. Se presentaron sendos proyectos de resolución: uno de parte del G-14 –los Estados miembros más críticos hacia el régimen de Maduro– encabezado por Perú, quienes pedían retirar la iniciativa de Asamblea Nacional Constituyente en los términos en que está planteada, ofrecían ayuda humanitaria, y llamaban a la creación de un grupo de contacto; el otro más tibio, sólo llamaba al diálogo entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana, siendo presentado por Guyana en nombre de la CARICOM –al detentar la Presidencia Pro-Témpore. Desde entonces, la estrategia diplomática del régimen de Maduro ha sido presionar a CARICOM para obtener una minoría de bloqueo, a través de Estados afines como Surinam y Haití, y de los microestados de la Organización de Estados del Caribe Oriental (la cual agrupa la mitad de los Estados miembros de la CARICOM), a sabiendas de que estas pequeñas islas son las más vulnerables respecto al suministro petrolero y las deudas acumuladas, siendo por la misma razón menos gravoso mantenerlas –apenas 10 mil barriles diarios. Debido a la falta de acuerdo, se decidió dar un compás de negociación, apuntando a la Asamblea General de la OEA que tendría lugar en Cancún entre el 19 y el 21 de junio.

La tarea fue encomendada a una Comisión de Embajadores: EEUU, Brasil, y Perú, por el G-14; y Antigua y Barbuda, Barbados, y Guyana, por CARICOM. Se reunieron al menos en 4 ocasiones hasta que hallaron un texto de consenso, que si bien suavizaba el lenguaje, mantenía los aspectos esenciales del proyecto de resolución del G-14. En los márgenes, la diplomacia mexicana tendía puentes y llegaba a compromisos para apuntarse una victoria diplomática en Cancún; así por ejemplo, lograba cristalizar una Reunión de Alto Nivel entre EEUU, México y el Triángulo del Norte para asuntos económicos y de seguridad en Miami el 15 y 16 de junio, por lo cual El Salvador se habría comprometido a apoyar la resolución.

Al iniciar la Segunda Sesión de la 29° Reunión de Consulta en Cancún, el 19 de junio, todo transcurría según lo previsto. Primero, Delcy Rodríguez se dedicó a negar la crisis humanitaria en Venezuela que consideró una “falsaria”, señaló que había un supuesto “diálogo masivo” y presentó la Asamblea Constituyente como “solución”, además de atacar al Secretario General de la OEA, Dr. Luis Almagro, y rematar señalando que desconocería cualquier resultado de la reunión, para acto seguido, retirarse. Nicaragua y Bolivia le respaldaron. Empero, al solicitar la palabra el Canciller de San Vicente y Las Granadinas, Camillo Gonsalves, el consenso empezó a resquebrajarse. Señaló que no había sido consultado por el resto de CARICOM, lo cual tuvo que ser desmentido por los Cancilleres de Guyana y Barbados, y reintrodujo el proyecto presentado por CARICOM el 31 de mayo. El Canciller de Haití intervino alegando desconocer la propuesta y se quejó por no haber sido circulada en su idioma; mientras la Canciller de Dominica señaló que no se podía pedir a Venezuela retirar la Constituyente. El Canciller de El Salvador, Hugo Martínez, solicitó un receso, el cual terminó siendo aceptado por el resto de sus homólogos, quienes se mostraban perplejos por la división de una CARICOM que parecía no haber negociado de buena fe. Desde tempranas horas, Delcy Rodríguez acompañada de su grande y costosa delegación –un total de 28 funcionarios, lo cual no dejaba de ser paradójico considerando la crisis de Venezuela y el anuncio de su retiro de la OEA en abril pasado–, se dedicó a presionar a los países caribeños. Tras el receso, se decidió votar ambos proyectos. El proyecto “de consenso” obtuvo 20 votos a favor, 5 en contra, 8 abstenciones y 1 ausente (Venezuela), y por tanto, a pesar de recabar gran respaldo, no alcanzó la mayoría de dos tercios (23 votos). El proyecto presentado por San Vicente apenas obtuvo 8 votos a favor, 14 en contra, 11 abstenciones, 1 ausente. El Canciller de Guatemala, Carlos Raúl Morales, quien detenta la Presidencia de la Reunión, la dejó abierta al no haber tampoco votos para cerrarla.

Ya en rueda de prensa, el Canciller de México, Luis Videgaray, aclaró que algunos Estados caribeños que se habían comprometido a votar a favor del proyecto mayoritario, cambiaron de posición en último minuto. Por otra parte, trascendió que la abstención salvadoreña le había desagradado. Esta versión de los hechos, también fue confirmada en un relato que a modo de descargo público de responsabilidades, publicó el Representante de Antigua y Barbuda, Ronald Sanders, en el diario Kaieteur News, donde dejó claro la aviesa defección “pública y sin previo aviso” de parte de Surinam; dando a entender que le secundaron San Cristóbal y Nevis, Dominica y Haití. Según Sanders, Antigua y Barbuda, Granada y Trinidad y Tobago, se habrían abstenido debido a la división que dejó “una CARICOM gravemente herida” y con una credibilidad mermada; agregando que San Vicente nunca se habría sumado al consenso. En cualquier caso, abstenerse después de ser parte de la comisión negociadora no parece una postura seria.

De esta forma, culminó una nueva sesión de la 29° Reunión de Consulta sin resultados prácticos –a pesar de aumentar el número de países críticos con el régimen–, mientras la crisis venezolana se continúa agravando. Tras el sinsabor, 10 países del G-14 emitieron una Declaración que venía a reiterar los puntos del proyecto mayoritario. En resumen, una decepción que puede atribuirse tanto a un reminiscencia del considerable poder e influencia que detentó Venezuela en la región en la última década; a la falta de liderazgo de EEUU que no presionó ni incentivó suficiente a la CARICOM –sin olvidar que el Secretario de Estado, Rex Tillerson, no asistió a Cancún; mientras el Subsecretario de Estado, John Sullivan, que si estaba presente, no acudió a la Reunión de Consulta-; al parroquialismo de algunos países caribeños; así como a solidaridades ideológicas (Nicaragua, Bolivia, y en menor medida el Ecuador de Lenín Moreno que se abstuvo).

Pasada la página, y abierta la Asamblea General de la OEA, el G-14 encabezado por México, no pudo incluir el proyecto de resolución sobre Venezuela, ya que al estar fuera de plazo por confiar que se aprobaría en la Reunión de Consulta, requerían mayoría de dos tercios para hacerlo –¿estrategia poco asertiva del G-14 o estratagema exitosa del régimen de Maduro?–, aunque sólo 18 votos para aprobarlo. Sólo podían entonces incluir un párrafo en una resolución general de Derechos Humanos, pero concluyeron que eso sería una acción simbólica carente de la contundencia necesaria. Por otra parte, tampoco la delegación del régimen de Maduro logró que se aprobase ninguno de sus polémicos proyectos de resolución presentados a última hora, y que buscaran atacar a México, EEUU y el Dr. Almagro. La retórica incendiaria y la falta de majestad con que se condujo Delcy Rodríguez apenas logró entorpecer la Asamblea. Ya casi al final, la delegación parlamentaria encabezada por el Diputado Luis Florido como Presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional, la cual hizo grandes esfuerzos para transmitir la voz del pueblo venezolano en los pasillos y salones contiguos, realizó un acto de protesta pacífica.

Todo lo acaecido en Cancún, fue buen reflejo del momento apolar que atraviesa el Hemisferio; donde no hay un liderazgo claro de una, dos o varias potencias globales y/o regionales, sino que existe desorden, deriva e incertidumbre dado que el poder e influencia están muy distribuidos tras el quiebre de la hegemonía de la izquierda foropaulista, y la crisis que ha desdibujado a Brasil como potencia emergente. Incluso EEUU con sus grandes capacidades, bien sea por tener una Administración en sus primeros meses o tener otras prioridades, parece carecer al menos por ahora del liderazgo requerido. La existencia de tantos potenciales encargados de tomar decisiones dificulta su adopción. Esto genera dificultad para construir respuestas colectivas a desafíos apremiantes como la crisis venezolana, y para proporcionar bienes públicos regionales necesarios.

En contextos geopolíticos de apolaridad como el observado en Cancún, lo peor es asumir la inercia que sólo aumenta la gravedad de los retos y las crisis ante la falta de soluciones. Debe modelarse un orden a través de un multilateralismo flexible y pragmático, que más allá del formalismo institucional, coordine efectivamente a los actores más capaces. Ergo, más allá del marco institucional de la OEA, debe explorarse una respuesta a la crisis venezolana. El hecho de que los 20 países que representan más del 90% del PIB y la población del Hemisferio entiendan que la “crisis de Venezuela, no es sólo de Venezuela, sino de toda la región” como subrayó el Canciller de Costa Rica, Manuel González Sanz; y tienen claro qué debe hacerse para resolverla, implica un valioso punto de partida. Bien saben que ya no sólo se trata de las implicaciones normativas en materia de respeto a la democracia y los Derechos Humanos, sino de su potencial impacto estratégico: Venezuela va rumbo a convertirse en un Estado fallido debido al inútil intento de Maduro y su camarilla de aferrase al poder; y las ondas expansivas se sentirán en todo el Hemisferio vía flujo masivo de refugiados, violencia, epidemias y mafias.

A partir de aquí, debemos celebrar al menos que haya quedado abierta la Reunión de Consulta como espacio de presión y discusión; donde se requiere trabajo diplomático de parte del G-14 y la oposición venezolana para consolidar y aumentar apoyos en El Caribe. Empero, la política debe trascender los límites institucionales. Consideramos que ha llegado la hora de impulsar la “fórmula Trudeau” esbozada por el Canciller de Perú, Ricardo Luna, en Madrid el 12 de junio, donde señaló que “no hay que obsesionarse con la idea de que sea la OEA quien la resuelva la crisis venezolana”, agregando que se debe crear un “grupo de contacto” integrado por 3 países cercanos al régimen de Maduro y 3 países cercanos a la oposición, del que salga un mediador, sugiriendo al Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau. Creemos que dicha fórmula debe seguir el ejemplo del “Grupo de Contadora”, el cual fue creado al margen de cualquier organización regional. En esta línea, puede crearse un “Grupo de Ottawa” en apoyo a la mediación del Primer Ministro Trudeau, el cual estaría compuesto por Canadá, México, y Argentina (que ocupa la Presidencia Pro-Témpore de UNASUR y MERCOSUR, y tiene un diplomático de carrera como Canciller, Jorge Faurie), los cuales a través de Uruguay –país crítico con el régimen de Maduro, pero que a la vez ha sido invitado como acompañante de un hipotético diálogo– deben contactar a dos países que se abstuvieron en la votación del 19 de junio, y que también el régimen de Maduro ha invitado como acompañantes, República Dominicana y El Salvador (que ocupa la Presidencia Pro-Témpore de la CELAC). Estos últimos países, no pueden quedarse de brazos cruzados a menos que estén dispuestos a ser señalados como co-responsables de lo que ocurra en Venezuela. Más aún, al explicar su voto, ambos manifestaron apoyar la creación de un grupo de contacto.

Más adelante la “fórmula Trudeau” puede ser avalada en la Reunión de Consulta; y sus miembros deben coordinarse con otros actores clave como la Administración Trump, Colombia, Brasil, El Vaticano y la Unión Europea, para lograr incentivos apropiados que impulsen la negociación (desde préstamos, donaciones, asistencia técnica, salvoconductos y ofertas de asilo; hasta la apertura de investigaciones por crímenes de lesa Humanidad en la Corte Penal Internacional y sanciones).

Cabe destacar, que el Primer Ministro Trudeau goza de relaciones que lo convierten en una figura indicada para una tarea de mediación: por un lado, cuenta con el apoyo de la oposición venezolana –incluso recibió a Lilian Tintori en Ottawa–; por otro, tiene capacidad de interacción con Cuba, cuestión capital tomando en cuenta la considerable influencia de Raúl Castro sobre Maduro. La familia Trudeau tiene excelentes relaciones con la familia Castro, las cuales se remontan a 1976 cuando su padre, el entonces Primer Ministro, Pierre Trudeau, se convirtió en el primer líder de un país de la OTAN en visitar a la Cuba de Fidel, haciendo lo propio en 2016. A pesar de sus críticas al régimen de Maduro, Trudeau ha mantenido abierto el canal diplomático; invitando incluso a Rafael Ramírez –recibiendo críticas por esto– junto a otros Embajadores en la ONU, al musical canadiense Come from Away en Broadway que trata sobre la hospitalidad hacia los inmigrantes, donde llevó simbólicamente a Ivanka Trump en marzo.

Respecto a los intereses de Canadá, debemos señalar que el martes 6 de junio, la Canciller Chrystia Freeland, dirigió un importante mensaje a su Parlamento, donde subrayó que el Mundo está ingresando a una fase post-estadounidense y deben adaptarse rápidamente a las nuevas circunstancias. Esto reflejó el malestar que ha causado en Ottawa el cuestionamiento de la Administración Trump a la OTAN y el NAFTA –dirige a EEUU el 70% de sus exportaciones–, así como con su polémico bromance con Putin, más allá de la habilidad que ha tenido Trudeau en lidiar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Para Freeland, la seguridad y prosperidad de Canadá descansan en el orden internacional liberal, el cual se ha estremecido con un Trump que cuestiona el rol de EEUU como garante del mismo. Ergo, Canadá debe tomar medidas para proteger su soberanía y fortalecer el orden internacional. En este contexto, la crisis venezolana representa para Trudeau una oportunidad de apuntalar el liderazgo canadiense en un nuevo orden hemisférico, y para Freeland la ocasión de llevar su visión a la práctica.

El Primer Ministro Trudeau, junto al “Grupo de Ottawa”, debe impulsar una negociación de envergadura tendiente a una salida democrática para la crisis venezolana, mediante la retirada de la fraudulenta iniciativa de Asamblea Constituyente, la liberación de los presos políticos y cese de inhabilitaciones, la fijación de un cronograma electoral con observación internacional, el respeto a las competencias de la Asamblea Nacional y la Fiscalía General de la República, y el inmediato suministro de alimentos y medicinas con garantías de que no serán distribuidas de manera clientelar. Venezuela promete ser una faena complicada, pero Trudeau ha demostrado dotes para la tauromaquia. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

Doctor en Ciencias Políticas, MBA en Energía e Internacionalista. Profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI).

Informe Otálvora: Zapatero convalida represión en Venezuela

 

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Evo Morales, el vicepresidente boliviano Álvaro García, José Rodriguez Zapatero y Ernesto Samper en Tiquipaya, Bolivia el 20JUN17. Foto: ABI

El presidente boliviano Evo Morales hizo el 20JUN17, desde Tiquipaya, Cochabamba, un llamado para que Nicolás Maduro reprima las protestas populares que por casi tres meses tienen lugar en las calles de Venezuela y que arrojan decenas de muertos a manos policiales y militares. Ante un escenario de militantes castrochavistas de diversos países latinoamericanos, con el petulante nombre de “Conferencia Mundial de los Pueblos”, Morales afirmó y luego tuiteó: “Lo que está pasando en Venezuela es un golpe de Estado. Dale duro Maduro contra los golpistas, el pueblo latinoamericano está de tu lado”. La declaración que no se diferencia de otras del mismo Morales, adquirió relevancia política porque entre los que presidian el evento estaba José Rodriguez Zapatero.

El expresidente español, quien  por maniobras de Raúl Castro y Maduro ante la inacción internacional se convirtió en 2016 en “facilitador” supuestamente neutral entre Maduro y la Oposición venezolana, ese día se sumaba en Cochabamba al ecuatoriano Rafael Correa, a los colombianos Ernesto Samper y Piedad Córdoba y al “juez” Baltasar Garzón, entre otros,  para dar loas a los gobiernos castrochavistas del continente. Zapatero ese día convalidó la receta represiva que Maduro utiliza contra la oposición venezolana y reclamó apoyo para el gobierno chavista.

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El Secretario de la OEA, Luis Almagro, quien mantiene una férrea posición contra el régimen chavista, asomó en una entrevista con el internacionalista Mariano del Alba publicada el 15JUN17 que  “todo indica que las propuestas para definir la salida de la crisis van a venir a través de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández”. Almagro dejaba ver así que el papel de Zapatero como “mediador” aceptado por Maduro podría mantenerse en el tiempo. Sin embargo, según fuentes consultadas en Caracas, la presencia de Zapatero en el mitin de Morales sumó nuevas razones para que la oposición venezolana rechace cualquier intermediación del español.

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“El representante de Venezuela perdió no sólo sentido de la realidad sino el sentido del ridículo». La frase fue pronunciada por el embajador brasileño Marcos Bezerra Abbot Galvão durante la sesión plenaria de la Asamblea General de la OEA celebrada el 20JUN17 en Cancún. Bezerra Abbott cuenta con una carrera de tres décadas en el servicio diplomático de Brasil y actualmente ejerce como Secretario General de Relaciones Exteriores, el segundo a bordo de la prestigiosa cancillería de Itamaraty, la cual dirige a sus anchas. Debido al viaje del presidente brasileño Michel Temer a Moscú, el canciller Aloysio Nunes delegó en Bezerra Abbot la representación de Brasil en la Reunión de Consulta de cancilleres sobre la situación de Venezuela y en la Asamblea General anual de la OEA, eventos que arrancaron el 19JUN17 en el balneario mexicano.

El “representante de Venezuela” a quien se refería el brasileño es Samuel Moncada, quien formaba parte de la delegación oficial de treinta funcionarios que el gobierno de Nicolás Maduro inscribió para participar en el evento anual de la OEA. Pese a la decisión de Maduro de retirar a Venezuela de la OEA, su canciller Delcy Rodriguez y Moncada fueron enviados a Cancún para crear situaciones de choque contra representantes de países que mantienen una posición críticas ante el gobierno chavista. Rodríguez y Moncada se turnaron en la mesa de deliberaciones para atacar a los gobiernos cuyos representantes en la reunión de la OEA se atrevieran a censurar la inconstitucional Asamblea Constituyente que organiza Maduro o que se refirieran a la ruptura democrática o, a la existencia de presos políticos en Venezuela.

La delegación de Maduro viajó a Cancún buscando titulares de prensa de su confrontación con decenas de delegaciones presentes. Incluso Moncada, inscrito como “Viceministro para América del Norte”, protagonizó en el lobby del hotel sede del evento, un violento altercado contra un venezolano exilado en México. En sus intervenciones oficiales, por ejemplo, Moncada acusó a Colombia de haber movilizado “tres columna de tanques” a la frontera con Venezuela, hecho que no parece corresponderse con la realidad.

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El esquema decretado por Maduro para instaurar su Asamblea Constituyente incluye unas votaciones en las cuales serán electos los constituyentistas de entre una lista de “candidaturas” aceptadas por el Consejo Nacional Electoral. En las listas aparecen la esposa de Nicolás Maduro, un hijo de Maduro, parientes del fallecido Hugo Chávez, el cogobernante Diosdado Cabello y una larga lista de exministros del régimen chavista, incluyendo a la ahora exministra Delcy Rodriguez. El seleccionado por Maduro para reemplazar a Rodriguez, como Ministro de Relaciones Exteriores, es Samuel Moncada, el hombre que ganó imagen pública en los últimos meses por  ser el encargado de insultar reiteradamente a buena parte de los gobiernos y mandatarios del Continente en sus apariciones en la OEA. Obviamente la diplomacia chavista continuará, como lo hace en su política interna, valiéndose del ataque contra los que considera “enemigos”.

Moncada, historiador de profesión, no forma parte del chavismo originario. Recién egresado de la Universidad Central de Venezuela, en los años ochenta, fue profesor en la Academia Militar de Venezuela donde coincidió con Hugo Chávez y otros militares conspiradores de la época, a quienes calificaba como “golpistas”. Su ingreso a las nóminas del régimen, ya con Chávez en el poder, fue de la mano de jefes de la extrema izquierda, lo que le permitió escalar rápidamente a diversos cargos ministeriales y del servicio exterior.

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Tal como adelantara el Informe Otálvora del 17JUN17, eran bajas las posibilidades de que la OEA aprobara un documento sobre la situación de Venezuela en la reunión extraordinaria de cancilleres celebrada el 19JUN17 en Cancún. La aprobación de dicho documento que debía reunir una línea de acción y una declaración política, debía contar con un total de 23 votos del total de 34 países miembros de la OEA, pero un pequeño grupo de países aliados del castrochavismo lograron frustrar la posición de la mayoría. Desde el 31MAY17 representante de seis gobiernos mantuvieron largas reuniones para alcanzar un texto de consenso, que no fuera “injerencista” como lo exigían los países agregados en el Caricom, pero que hiciera expreso rechazo a la Asamblea Constituyente de Maduro, pidiera el fin de la represión y exigiera la libertad de los presos políticos y reclamara respeto a las autonomía de la Asamblea Nacional. Los negociadores en nombre de Caricom (Guyana, Antigua y Barbuda y Barbados) creían y aseguraban a sus contrapartes (Brasil, EEUU, Perú) que los restantes gobiernos caribeños los secundaban en la procura de un texto que pudiera contar con la mayoría de votos en la OEA. Esa promesa hizo que en la mañana del 19JUN17 existieran serias posibilidades de que la OEA finalmente se pronunciara sobre Venezuela. Una semana antes de la reunión en Cancún, la canciller de Maduro realizó visitas relámpago a varios países caribeños, entre ellos Haití para pedirles que rompieran el compromiso de Caricom. El gobierno de Maduro, con el directo apoyo del primero ministro de San Vicente-Granadinas, Ralph Gonsalves quien ese día permanecía en La Habana y, de su hijo Camilo Gonsalves quien presidía la delegación de su país en Cancún, presionaron a varios gobiernos caribeños para que no votaran el texto de consenso sobre Venezuela negociado por tres de los miembros de Caricom. El resultado final de la votación arrojó que veinte gobiernos, representantes de los países más grandes, políticamente influyentes y económicamente fuertes del Continente apoyaron la resolución sobre Venezuela.

La falta de un consenso en la OEA está abriendo las puertas para acciones unilaterales o grupales, por parte de gobiernos de la región, hacia el gobierno Maduro. En medios diplomáticos se da como un hecho que EEUU impondría  nuevas sanciones a altos jerarcas del régimen chavista.

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PompeyoMOtálvora

Pompeyo Márquez y Edgar C. Otálvora el 06SEP95 en Bogotá, durante la visita oficial del presidente Rafael Caldera a Colombia.

 

El 21JUN17 falleció, a los noventa y cinco años de edad, un gran venezolano: Pompeyo Márquez. En 1936, con catorce años de edad, su sed de política lo llevó a la sede de la Federación de Estudiantes de Venezuela, donde las grandes tendencias políticas del siglo XX venezolano nacían movidas por jóvenes dirigentes que veían, con la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, el inicio de un nuevo tiempo en Venezuela. Pompeyo fue de los que escogieron la vía de la izquierda y desde sus filas asumió la peligrosa clandestinidad para combatir la criminal dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez. Tras la fuga del dictador a finales de los años cincuenta, Pompeyo fue de los que sin darle oportunidad a la naciente democracia (como él nos confesara  décadas después) se alzó en armas emulando la vía castrista. Cáceles, clandestinidad, ruptura con el régimen soviético y la benevolencia de la democracia venezolana, le permitió reintegrase a la vida política, ser Senador de la República,  impulsar un experimento de partido de izquierda democrática y participar en importantes procesos de reformas políticas. Acompañó a Ramón J. Velásquez a quien el gobierno de Jaime Lusinchi le había encargado el diseño de una gran reforma del Estado venezolano. En 1989 durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, Pompeyo fue designado, nuevamente junto a Velásquez, para atender las delicadas negociaciones sobre temas fronterizos con Colombia. Rafael Caldera lo llevó a su gabinete ministerial en condición de Ministro de Fronteras. Férreo enemigo del chavismo, Pompeyo abandonó su querido partido MAS, cuando sus compañeros optaron por sumarse a los aduladores de Hugo Chávez. Murió convertido en uno de los últimos ancianos de la tribu a quien los políticos jóvenes iban a preguntarle sobre el pasado y el futuro.

 

 

Edgar C. Otálvora

@ecotalvora

Diario Las Américas

Alejandro Armas Jun 23, 2017 | Actualizado hace 2 semanas
Vergüenzas en la OEA

VenezuelaenlaOEA

 

 

Sin caer en patriotería ni cursilerías, quien escribe puede afirmar sin que le tiemblen los dedos sobre el teclado que se siente muy bien con su identidad cultural venezolana y, yendo un poco más allá, de habitante de esa región de las Américas a la que los venezolanos más sienten que pertenecen: el Caribe. Tenemos más en común con las naciones insulares de ese mar, que con el resto de Sudamérica. Así, por ejemplo, a la mayoría de nosotros le encanta ir a la playa y bailar ritmos acelerados con marcada percusión (todo comenzó con los tambores que vinieron con los esclavos africanos traídos en abundancia durante la colonia). Somos el único país sudamericano que, como Cuba y Puerto Rico, ha preferido tradicionalmente el béisbol al fútbol. Nuestra gastronomía tiene mucho en común con la de las Antillas españolas. Producimos un ron que con facilidad llega a las listas de los mejores del mundo. Guste o no, tenemos una reputación de ser parranderos y de buscarle el lado jocoso a casi todo, al igual que los boricuas, los dominicanos y la gente de la costa colombiana.

Son vínculos culturales muy fuertes. Por eso es algo doloroso que sea justo esa región la que más se ha esforzado por obstaculizar que la Organización de Estados Americanos adopte una resolución que reconozca y cuestione el horror al que están sujetos los venezolanos por exigir la restitución de la democracia y el Estado de Derecho, requisitos para poner fin de forma pacífica y constitucional a esta nefasta situación. No soy de los que desprecia a pueblos enteros, ni mucho menos quema banderas, pero criticar las actuaciones de gobiernos sí que puedo hacerlo. La de las islas caribeñas con respecto a Venezuela ha sido bastante miserable.

Una y otra vez los representantes de esas naciones, por acción u omisión, hacen de escudo contra las condenas al régimen chavista. No les ha importado cuánto se han agravado las cosas, cómo aquí avanza la aplanadora autoritaria, cómo se ha hecho uso de una violencia monstruosa para acallar a quien exija sus derechos, cómo la sociedad se hunde en un fétido e inmundo pozo de hambre y enfermedades. Más que las gríngolas ideológicas de los fanáticos que siguen gritando vivas a Maduro y compañía, lo que tienen, como dijera una amiga politóloga, es un bozal de petróleo. Cierto, debido a la ruina en que se ha convertido Pdvsa, los despachos de crudo casi regalado al Caribe se han reducido drásticamente, lo que ha obligado a Cuba a buscar fuentes alternas de hidrocarburo. Pero una cosa es suministrar a la tierra de Martí y Celia Cruz, con sus más de 11 millones de habitantes, y otra a Saint Kitts y Nevis, con solo 54 mil. La mayoría de los socios de Petrocaribe que diligentemente votan en contra de cualquier proyecto que enfurezca a sus proveedores en Caracas es de un volumen demográfico similar.

La abstención es tan reprobable como manifestarse en contra. Los de la eterna negativa se limitan a repetir como autómatas las proclamas burdas del chavismo. En cambio, quienes tratan de irse por la tangente con la abstención, aparte de justificarse apelando al principio de no injerecia (como si la defensa de los Derechos Humanos no se pudiera extender más allá de las fronteras de cada Estado), salen con barrabasadas como decir que la OEA se precipitaría al cuestionar las acciones del Ejecutivo venezolano, y que es necesario repetir fórmulas que se saben fracasadas, como el diálogo con mediadores escogidos a dedo por el chavismo. Ah, y nunca puede faltar el “estamos preocupados por la situación”. O sea, les preocupa pero no están dispuestos a hacer nada efectivo para ayudar.

De las delegaciones que más insisten con esta posición, llama la atención la de República Dominicana. Quisqueya, como la llaman a veces, no está gobernada por sujetos que compartan el dogma chavista, como sí pudiera decirse de la Bolivia de Evo Morales. A pesar de que el gobernante Partido de la Liberación Dominicana es parte del Foro de Sao Paulo, es una rara avis ahí, dada su doctrina socialdemócrata. Por otra parte, los dominicanos son de esos pueblos con los que los venezolanos tenemos mucho en común, como traté de dar a entender en el primer párrafo. Además, con ellos nos unen lazos de historia política bastante sólidos.

Empezemos por recordar que la Provincia de Venezuela, una de las colonias menos atractivas para los españoles dentro de su imperio americano, dependió legal y administrativamente de la Real Audiencia de Santo Domingo desde su fundación y hasta el siglo XVIII, cuando el centro político pasó a Bogotá y le otorgaron a Caracas sus propios tribunales.

Luego de la independencia de México, Centroamérica y las repúblicas sudamericanas, a los españoles solo les quedaron en el Nuevo Mundo sus posesiones insulares. Santo Domingo fue de las primeras donde se encendió la chispa de la independencia, no contra los europeos, sino contra el vecino haitiano, que había ocupado el territorio en 1822. Juan Pablo Duarte, considerado el padre de la patria dominicana, encabezó un exitoso movimiento a tales efectos, pero las posteriores desavenencias por el poder lo obligaron a exiliarse, ¡ni más ni menos que en Venezuela! Ahí pasó el resto de sus días.

No fue el último expatriado que estuvo por acá. Un siglo más tarde, Venezuela se convirtió en uno de los principales refugios para los perseguidos por la tiranía sanguinaria de Rafael Leónidas Trujillo, un monstruo que dejaba como niño de pecho a Pérez Jiménez. Aquí los opositores al despotismo se reunían y organizaban para mantener la lucha. Rómulo Betancourt, en su tenaz empeño de ver desaparecer las dictaduras militares latinoamericanas, tuvo en Trujillo un enemigo feroz, y uno de los más peligrosos. De ser acertada la acuarela pintada por Vargas Llosa en su novela La fiesta del Chivo, el mandamás de Santo Domingo profesaba, más allá de lo político, un odio personal hacia Betancourt, a quien llamaba “la rata de Miraflores” y “el negrito maricón”.  Maduro, que, al igual que su predecesor, denuncia a cada rato planes de magnicidio en su contra, jamás experimentó el horror de una bomba en su vehículo, como sí le tocó al adeco de Guatire el 24 de junio de 1960, en pleno desfile por el Día del Ejército. Esta operación fue planificada por el SIM, la terrible policía secreta de Trujillo. Luego de que casi lo mataran, un Betancourt herido se dirigió al país para señalar a los responsables y aclarar que no se dejará intimidar. Actitud valiente, y a la vez mucho más humilde que las de ciertos dirigentes que se sienten mártires porque les arrojaron unos tomates. En fin, hasta esos extremos llegaba la aversión de la dictadura dominicana hacia la democracia venezolana, por desnudarla ante el mundo y alojar a quienes luchaban para derrocarla.

Un año después el propio Trujillo fue asesinado, también en un carro, pero a tiros, y en un escenario mucho menos solemne que el tramado por él para Betancourt (rumbo a su casa de campo, adonde llevaba a cualquier mujer que le gustara para… bueno, es innecesario entrar en detalles). Danilo Medina era entonces un niño de 10 años. “Epa, ya va, ¿quién es ese?”, preguntará usted. Pues, Danilo Medina es el actual Presidente de República Dominicana. Traigo esto a colación porque no dudo que ese caballero está familiarizado con el terror que supuso para su tierra aquella dictadura, y con los aportes de Venezuela a la resistencia contra ella.

Es por eso que indigna la actitud del gobierno dominicano hacia nuestro país en la OEA, cuando somos nosotros quienes necesitamos ayuda para restaurar la democracia. Otros han reconocido abiertamente la magnitud del problema, y aunque saben que nada se logrará si los propios venezolanos no cumplimos con nuestra parte (la más dura de todas), están dispuestos a tomar cartas en el asunto. Más de la mitad de ellos cuestiona las pretensiones de una “constituyente” que, como el título de aquel disco de Eddie Palmieri, es una súper imposición. Sus víctimas en potencia han salido una y otra vez a las calles a rechazarla por injusta desde su misma concepción, con un coraje asombroso. Quisiera cerrar este artículo con las mismas palabras con las que el estimable Pompeyo Márquez solía terminar los suyos, y que espero que los venezolanos hagan suyas ante cualquier adversidad: Sí se puede.

 

@AAAD25

Almagro desea que nuevo canciller Moncada “cambie posición de Venezuela” ante la OEA

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Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), expresó este miércoles que espera que Samuel Moncada, designado por el Presidente como nuevo canciller de la República, dé un cambio a la posición de Venezuela ante el organismo.

“Nos gustaría que significara también un cambio de la posición venezolana a la hora de abordar estos problemas con mayor racionalidad, argumentos y una mejor tónica” con el sistema interamericano, dijo Almagro en la rueda de prensa de clausura de la 47 Asamblea General de la OEA celebrada en Cancún (México), al referirse a la situación que actualmente atraviesa el país

“Ojalá sea así porque la tónica apreciada en estos días de reunión es una tónica de negación de lo evidente”, apuntó.
Samuel Moncada “definitivamente tiene una experiencia de trabajo con nosotros y esperamos que esta sea utilizada en favor de los resultados que el país, que el pueblo, necesita”, concluyó.

El mandatario Nacional, Nicolás Maduro, nombró este miércoles como canciller del país al embajador ante la OEA, Samuel Moncada, reemplazando a Delcy Rodríguez, quien deja el cargo para presentarse como candidata a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

Moncada abandona su cargo como embajador de Venezuela ante la organización interamericana, que venía desempeñando desde el 27 de marzo de este año.

Diputados irrumpieron Asamblea General de la OEA para pedir por Venezuela

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La delegación de diputados de la Asamblea Nacional de Venezuela irrumpió este miércoles en la tercera sesión plenaria de la 47 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en demanda de apoyo para el pueblo venezolano que está en las calles exigiendo la restitución de orden constitucional.
La delegación estuvo conformada por los diputados: Luis Florido, Franco Casella, Carlos Lozano Parra, Lester Toledo, Winston Flores y William Dávila y el exiliado político Carlos Vecchio.
Los manifestantes se presentaron con una bandera de Venezuela en memoria de los 75 venezolanos asesinados en 82 días de protestas que lleva el pueblo en protesta, por los miles de heridos y pidieron a los países que conformen la OEA que «no sean cómplices de la masacre que está cometiendo Maduro contra los ciudadanos» gritó Florido.

«Venezuela vive una dictadura, que se ha apartado de los principios democráticos. Hemos hecho un llamado a la región, y este foro de la OEA, a buscar dentro de la comunidad un camino para que los venezolanos podamos reencontrar la democracia, esta organización no ha dado respuesta a la profunda crisis que vive el país», dijo Florido.
Destacaron que hay una mayoría amplia de países que reconocen las crisis y que es necesario buscar un mecanismo de entendimiento.
Asimismo, a los países que se abstuvieron en la votación para una declaratoria, a fin de encontrar una solución a la crisis venezolana, les solicitaron que recapaciten su postura, ya que las consecuencias pueden ser mucho más duras y graves.
Los diputados venezolanos dijeron que la OEA no puede abstenerse de dar respuesta al pueblo venezolano que hoy es asesinado en las calles, «mientras aquí discuten y cuentan los votos de los países, en Venezuela estamos contando muertos y balas».

 

España confía en resolución de OEA sobre situación de Venezuela

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El secretario de Estado español de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Fernando García Casas, confió hoy en que la OEA llegue a una resolución conjunta sobre Venezuela, que padece la “situación más dramática” del continente americano.

“No ha sido posible todavía encontrar un acuerdo sobre Venezuela, pero es claramente la situación más dramática en la región, y debemos concentrarnos en ella”, dijo en entrevista con Efe desde Cancún, en el Caribe mexicano, que acoge hasta el miércoles la 47 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

García Casas explicó que España -observador permanente en el organismo- acompaña “en los esfuerzos” que la región quiera hacer para “superar esta crisis”.

Asimismo, apuntó que Venezuela “tiene que terminar con la crisis humanitaria y la falta de alimentos y medicinas”.

Pidió también la liberación de los presos políticos, el respeto a la Asamblea Nacional y la celebración de elecciones libres y “profundamente democráticas”.

“Estas cosas llevarán al reencuentro de la familia venezolana”, indicó el secretario, que consideró que, en su “formulación actual”, la iniciativa de Asamblea Constituyente promovida por el Gobierno de Nicolás Maduro “no es una contribución actual a la paz”.

Para ello, vio “necesaria” una negociación entre Gobierno y oposición para lograr “una salida pacífica y con futuro”.

Asamblea General de la OEA busca concluir con acuerdo sobre Venezuela

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La 47 Asamblea General de la OEA concluye este miércoles en México, Cancún, acelerando esfuerzos en busca de acordar y votar una resolución sobre la crisis política en Venezuela, donde ya suman 74 muertos en más de 80 días de protestas convocadas por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

El caso Venezuela ha desatado intensos debates entre la delegación venezolana y países críticos del Gobierno de Nicolás Maduro, quien en abril ordenó el retiro de su país de la Organización de Estados Americanos (OEA), un proceso que se concretará en dos años.

Venezuela participa así en su última Asamblea General de la OEA, organismo del que «no aceptará nada, ni necesita nada», según dijo la canciller de la República, Delcy Rodríguez.

En la plenaria del martes, Rodríguez intercambió críticas y descalificaciones con delegados de distintos países al convertirse una eventual resolución sobre Venezuela en tema dominante de la reunión.

«Este es un momento de desafío para la OEA, para demostrar su relevancia, su compromiso con la Carta (Democrática), de hacer lo correcto por el pueblo de Venezuela, no es intervenir en Venezuela, es dar un modesto paso», dijo en la plenaria John S. Sullivan, subsecretario de Estado estadounidense.

Sullivan urgió a las delegaciones a aprobar una propuesta promovida por México que entre otros puntos busca crear un «grupo de contacto» para facilitar la negociación entre Gobierno y oposición de Venezuela, pero que el lunes no alcanzó los 23 votos de 34 delegaciones que requería en una sesión especial realizada al margen de la Asamblea.

«El grupo de contacto que usted está planteando me parece completamente inútil e innecesario (…) La única forma que podría imponerlo sería con sus marines que tendrían en Venezuela una respuesta contundente si se atreven a dar ese paso en falso», le replicó Rodríguez en una de sus varias intervenciones.

En rueda de prensa, Sullivan resaltó que ese «grupo de contacto» estaría formado por «países amigos que ayudarán a resolver la crisis en Venezuela» sin intervencionismo alguno.

El lunes, 20 países respaldaron la propuesta cuando se requerían 23 votos, pero ahora se abre la puerta para que el proyecto se someta a votación en la Asamblea General, donde se requiere una minoría simple de 18 votos.

«Aún está bajo la consideración de la Asamblea, bajo el liderazgo de México y esperamos que sea presentada para votarla de nuevo y pase», dijo Sullivan.

La canciller Rodríguez se presentó ante la prensa para proclamar que su país se retira «victorioso» de su última Asamblea General y lamentó que Estados Unidos viniera a «rogar que la OEA no se podía ir sin nada sobre Venezuela».

Los promotores de la resolución sobre Venezuela no consiguieron el lunes poner de su lado a todos los países caribeños de la Caricom, que suman 14 votos y que se benefician de las entregas de petróleo venezolano. Nicaragua, Ecuador y Bolivia son los más firmes aliados de Venezuela en la Asamblea General y se anticipa un voto en contra en caso de que se vote una resolución.

La noche del martes los promotores de la resolución seguían en su trabajo de convencimiento entre los caribeños y El Salvador, que ha mostrado sus reservas.

La sesión plenaria se reanuda este miércoles por la mañana y por la tarde se estarían votando los proyectos de resolución propuestos.

En la plenaria, los críticos de Venezuela demandaron que reconsideren su convocatoria a una Asamblea Constituyente, la liberación de presos políticos, el fin a la represión, establecer un calendario electoral, atender la crisis humanitaria que aqueja al país y aceptar la cooperación de un grupo de contacto.