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Optimismo

¡No somos sopas de nadie!, por Orlando Viera-Blanco

 

«Quieren convertirnos en Zombis, en lager, en cenizas. Despertemos. No somos sopa de nadie. Parafraseando a Pascal: predispongamos al corazón y sacudamos a la razón…»

Pascal predijo: “Antes de convencer al intelecto es necesario tocar y predisponer al corazón”. El escepticismo nos invade. Si alguien se atreviera a lanzar el augurio de un pronto regreso a casa y una rápida recuperación [Venezuela], no dudo la réplica: Eres un soñador, un idealista…un optimista sin remedio. Pero aunque la realidad es tenebrosa, no es tan irreversible como nos la pintan. Hoy quiero apelar al corazón pero también predisponer la razón…

Más irreal por manipulador es la propaganda de los regímenes totalitarios para asegurar la hegemonía absoluta. Arendt apunta que el totalitarismo, “se basa en la destrucción de la realidad social no-totalitaria”. Si el objetivo no fuese antagonizar y eliminar, el régimen totalitario estaría estancado y amenazado de perder los logros conquistados. Su razón de ser es suprimir el pasado y rehacerlo a la medida del poder total. Fue la metamorfosis-histórica implementada por Chávez a la mesure. Un doloroso esquema de liquidación de todo lo que no corresponda a “la nueva historia”, al nuevo taita. Así borraron la imagen real de Bolívar haciéndolo “fundador” del partido V República o PSUV. Lo convirtieron [Bolívar] en menos mantuano, más zambo, mulato; más Aguirre, Boves o más Zamora…Han escrito una fábula de  Simón Rodríguez como padre del “socialismo robinsoniano”, a Páez lo ponen de felón, a Miranda de oligarca; y más recientemente a CAP de traidor o Caldera de godo [habiendo sido precursor de la reforma laboral en Venezuela]. ¿ Quien indultó a HCHF? Para el totalitarista eso nunca pasó. Como tampoco confiscaron RCTV o CNB. Del quiebre de PDVSA dirán que fue obra del imperio. Y en medio de los batiburrillos, llegaron las apostasías de sepulcros, la excomulgación bolivariana y la hegemonía comunicacional.

El totalitarismo utiliza todos los recursos del Estado para el dominio total. Es glorificar sus ideales en el país y estados satélites. El totalitarismo trajo los campos de concentración como una especie de “laboratorios”. Para Arendt el totalitarismo son los horrores del holocausto y su conversión en las cenizas del Lager del mundo concentracionario-Dixit Alberto Sucasas-quien lo define (lager), como la transformación el hombre-sujeto en cuerpo sin alma ni subjetividad; sin yo, sin inteligencia. “Una sopa que se le mete agua con un tubo y luego se expulsa”. Nada más. El régimen totalitario va más allá del poder despótico sobre el ser humano. Necesita al hombre inútil y superfluo. Una sopa…

El método totalitario destruye nuestra capacidad de concebir un mundo mejor por estar reducidos a una “granja de cerdos”. No vemos salida. No somos nadie. No valemos nada. Liberarse, salvarse, regresar o recuperarse son  quimeras. Pero la verdad es que por ser una sociedad devastada, de producirse el cambio de régimen-como lo estudia Leonard Birden en su obra Reconstruyendo economías devastadas, la recuperación sería extraordinariamente restauradora, vertiginosa y sólida.

L.Birden analiza casos de Libia, Irak, Angola, Nigeria, Los Balcanes. También EL Salvador, Honduras o Panamá (Post Noriega). Economías que registraron una pérdida hasta del 45% del PIB siendo Estados Fallidos, y rebotaron de un 20% a un 30% al año siguiente del cambio de modelo. Venezuela sería un caso sin precedentes. Iraq pasó de una producción de Petróleo de 2.250.000 B/D (1999) a 4.850.000 B/D en 2.016. [Ver trabajo de Leonardo Vera/Venezuela podría recuperarse de la debacle económica mas rápido de lo que algunos suponen (Prodavinci 8/3/17). Con más de 450 mil millones de dólares en el exterior, cultura no-migratoria, en la mira de la Convención de Palermo sobre Delincuencia Organizada trasnacional a la saga de capitales sucios y repatriación forzosa; con un parque industrial ávido de reapertura y modernización; infraestructuras ansiosas de reinversión, tierras ociosas de siembra y zafra y jóvenes con voluntad de reinserción, harían del rescate país ¡un verdadero record Guinness!.

Otro método de la propaganda totalitaria es el de profecías autorrealizadas. A partir de la lógica inevitable de la lucha de clases, habilitan el exterminio. Por ejemplo en el Reichstag Alemán (Enero de 1939), Hitler declaró que debió recurrir a una profecía: “si los judíos arrastraban a los pueblos a la Guerra Mundial, el resultado sería su aniquilación total en Europa”. Stalin también apeló a otra “profecía inexorable”. En su discurso ante el Buró del Partido Comunista (1930) tachó a sus adversarios de “ideológicos divisionistas de izquierda”, justificando una de las mayores carnicerías humanas. Tan pronto como ejecutó a sus víctimas uso la “profecía” como coartada retrospectiva: “Ha sucedido lo que historia disponía fatalmente”. Fidel profetizó muerte y éxodo con su “Historia me absolverá”, y Chávez con su refrito “Patria, socialismo o muerte”, la consagró [muerte]. La “excusa” fue la misma. Yo no fui, fue la historia.

Quieren convertirnos en Zombis, en lager, en cenizas. Despertemos. No somos sopa de nadie. Parafraseando Pascal: predispongamos al corazón y sacudamos la razón. En nuestra consciencia está la salida y el rescate de Venezuela. A fin de cuenta una misión mucho más posible de lo que suponemos…y aceptamos.

 

@ovierablanco

Carlos Dorado Ene 07, 2018 | Actualizado hace 6 años
La piedra y el hombre, por Carlos Dorado

2018

 

Entre todos los mensajes de felicitación que recibí por el año nuevo, hay uno que me llamó la atención. Su título: “La piedra y el hombre”, y decía: “El distraído tropezó con ella, el violento la utilizó como proyectil. El emprendedor construyó con ella. El campesino cansado la utilizó de asiento. Drummond, la poetizó. David la utilizó para derrotar a Goliat, y Michelangelo le sacó la más bella de las esculturas. En todos los casos la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre. Este nuevo año es el mismo para todos; pero depende de nosotros lo que hagamos con él”.

Mi madre, solía decirme: “Carlos ayúdate, que Dios te ayudará”. Como aquel que quería ganar la lotería, pero nunca la compró. Todos tenemos un potencial y una fuerza creadora que nos puede llevar a lo mejor de nuestro mundo, pero también a lo peor. Buscar lo mejor de cada uno, y alejar lo peor, deberían ser lecciones a aprender desde nuestros primeros pasos.

El ser humano tiene un cerebro distribuido en partes; una de ellas es la parte consciente que utilizamos constantemente a través del uso de los sentidos, y es la que hace una “lectura” sobre la realidad que nos rodea, y nos lleva a tomar decisiones de lo que queremos y lo que no queremos.

Pero hay otra parte de nosotros: El subconsciente. Esa parte que realiza funciones que no se ven, no se tocan, pero que están ahí; como el sueño, el flujo sanguíneo, los sentimientos, las emociones, la influencia de los alimentos en nuestra salud, etc. Este subconsciente realiza funciones seguramente más complejas que las dictadas por el consciente. El hecho de que no podamos verlas o palparlas, no significa que no existan.

Lamentablemente, nadie nos enseña a tener una actitud positiva, a creer en nuestros sueños, a perseguirlos utilizando lo mejor de nosotros mismos. Más bien los medios de comunicación nos bombardean por un lado, con noticias nefastas y violentas, crisis, ataques terroristas, corrupción; y a la vez nos sobrecargan con publicidades de carros, teléfonos, lujos, vacaciones.

Nos llevan a un sentimiento de pesimismo, donde el futuro siempre va a ser peor que el presente, y donde le destruyen la autoestima a la mayoría que no puede lograr todos esos bienes materiales que supuestamente todo triunfador debería tener. ¡Inducen a la hostilidad, en un mundo per se muy hostil!

Cada uno es arquitecto de su propia vida, y lo primero es estar preparado y creer en uno mismo, para poder construir una buena vida. Tenemos que comenzar por conocernos, y descubrir dónde están nuestros problemas para mejorar (sin engañarnos), y así sacar todo el potencial que tenemos, con mucha autodisciplina, trabajo y pasión. ¡Así, sólo será una cuestión de tiempo!

Pero también debemos buscar el buen ambiente, y a la gente positiva que también lucha y cree en lo mejor de sí misma. Que tengan sueños y que crean en un futuro mejor. Pero sobre todo, la persona adecuada a tu lado que te ayude, que te impulse, que crea en tus sueños como algo posible, y no esas personas tóxicas, envidiosas, que no dejan que sueñes, y menos aún que los logres. ¡Esas personas que todo el tiempo te están llevando al desánimo y apostando a tu fracaso!

Por eso la actitud con que trabajemos esa “piedra” en este 2018 será la que determine nuestro éxito, sin olvidar en todo momento, que hay  muchas variables jugando al mismo tiempo, y cada vez que una de ellas tenga un peso exagerado en la ecuación, terminará por destruir el resultado.

cdoradof@hotmail.com

May 04, 2017 | Actualizado hace 7 años
Soy optimista, por Jesús Roldán Zozaya

Optimismo

 

Toda mi vida he sido pesimista porque siempre he pensado en los peores escenarios posibles de las cosas para que cuando llegue la realidad, me afecte lo menos posible. Es un pesimismo preventivo. Es la forma de protegerme de cualquier eventualidad que yo no pueda controlar. Pero algo pasó estos meses y a mi pesar me convertí en un optimista. Honestamente lo odio porque ser pesimista es mucho más cómodo. Si pasa lo peor, no me importa porque ya me lo esperaba. Pero ser optimista significa que puedo desilusionarme con algún escenario futuro y ya he sufrido bastantes desilusiones en este país.

Tampoco quiero ser optimista como la mamá que le dice al hijo que se va a convertir en astronauta cuando en verdad su hijo no sabe ni decir una oración y su hijo en verdad es un poodle. Quiero ser un optimista que ve la posibilidad de un futuro digno. Ni siquiera un futuro estilo Noruega, sino uno donde pueda tener una vida normal, ganar dinero en billetes de verdad y conservar mis amistades por más de dos años antes que se vayan del país. Quiero ser ese tipo de optimista.

De nada sirve ser un optimista de esos que dicen que el universo va a conspirar a su favor y luego se quedan sin hacer nada viendo episodios viejos de La Mujer de Judas en Youtube porque el universo no conspira en favor de nadie. El universo solo conspira para que yo me quede sin dinero en el Tolón con todos los cajeros malos y tenga que ir a decirle al señor del estacionamiento que no tengo plata para sacar el carro. Para eso sí conspira el universo. Para cosas buenas no. Por eso prefiero ser un optimista que trata de modificar las cosas para cambiar el futuro.

El chavismo no nos quiere optimistas. Los meses más cómodos para Maduro fueron enero, febrero y marzo cuando no pasaba nada y todo el país estaba desesperanzado. Ellos intentan que seamos pesimistas. Por eso nos desmoralizan todos los días, por eso nos tiran bombas, por eso Nicolás baila y por eso Diosdado juega a ser Voldemort en televisión. Y con todo y eso, la gente no deja de protestar. Todavía prefieren ser optimistas.

No sé cuándo ni cómo se va a resolver esto, y quien diga que lo sabe es porque miente o es una cadena de Mr. Popó. Solo sé que del lado de los civiles estamos haciendo nuestro deber modificando el futuro y se está notando. Cada día la dictadura responde más agresiva porque es el único camino que les queda y si algo les aseguro es que se pondrá peor. Cuando estemos en el foso más foso de todos, será justo el momento cuando saldremos de ahí. Lo fastidioso es que no sabremos cuál será ese momento.

Yo sigo creyendo que esto terminará pronto y si me equivoco, al menos fue un lujo que me di por ser optimista.

@ChuchoRZ

¿El triunfo de la desesperanza?, por Brian Fincheltub

desesperanza

 

En momentos de crisis lo peor que le puede pasar a un pueblo es perder la esperanza, a partir de ese momento poco queda por hacer. Si usted en lugar de luchar decide entregarse, le está dando la victoria al contrario y quizás ese sea el triunfo menos costoso que este pudiera lograr. El oprimido, el que se había convertido en una piedra de tranca al resistir, se rinde, no lucha más, se le caen los brazos y se apodera de él la resignación. Mientras que el opresor celebra y no dejará de oprimir, pero ahora con el componente humillación, porque el pisoteado no será capaz, ni siquiera, de levantar la cabeza para defenderse.

Ustedes se preguntarán “¿Acaso uno come con esperanza y con toda esa verborrea?” Indudablemente que no, pero de cómo nos sintamos depende todo lo demás y en lugar de acabar con el problema, la desesperanza lo único que logrará es perpetuarlo. Por eso muchos sistemas se preocupan fundamentalmente por quebrarle la moral a su pueblo, convirtiéndolo en seres de mirada perdida, sin ganas prácticamente de vivir, subsistiendo día por día y haciendo de lo anormal una rutina.

Cuando uno escucha el discurso oficial repitiéndonos «no podrán jamás»,  hay que analizar esto desde dos puntos de vista. Uno cierto y otro que quieren convertir en un hecho. Hay un escenario que nadie niega y es que en una confrontación el pueblo está en condición de desventaja cuando uso de la fuerza se trata, pero está en condición de poder cuando hablamos de cantidad. Quiere decir, unos pocos, que no por eso son menos poderosos, dominan a una gran mayoría desesperanzada y lo hacen principalmente a través del discurso. En términos de la psicología social pudiéramos hablar de la profecía auto cumplida: terminas siendo lo que tu entorno afirma que eres.

Les digo la verdad, hay que estar loco para no tener días donde uno amanece contra el suelo por la situación país y razones tenemos de sobra, pero no será  desde el poder que nos dirán de qué soy capaz y de qué  no. Que nos retén debe generar el efecto contrario y afianzar nuestras posiciones: mantenernos firmes.

Dijo una vez un pensador, «la esperanza hace que el naufrago agite sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado». Que veamos tierra y llegaremos a costa sin ahogarnos en la resignación depende de nosotros, respondamos al «No podrán» con un somos más y lo vamos a lograr.

 

@Brianfincheltub

Encontacto@brianfincheltub.com

No los voy a complacer ... por Orlando Viera Blanco

NolosvoyacomplacerOrlandoVieraBlanco

 

«Es lo que desean, quienes nos desgobiernan: Sembrar la frustración como hábito. Aniquilar el amor como antídoto y plenar nuestro espíritu de carencias, odios y derrotismos…

Acumulo casi tres décadas como columnista. Me reinicié en El Universal (1995), recién me mudaba de casa editorial donde hice escuela (Momento, 2001, Bohemia/Bloque De Armas/1987-1995). Como lo expresó el escritor zaragozano Félix Romeo, «escribo para ser feliz, escribo por fascinación, escribo para saber lo que pienso, para saber que existo, para seducir, para ser visible”. Es como viajar… Viajo para recordar, para recordarme, para vivir historias que de otro modo, no podría contar. Y viajo por mi trabajo, porque de eso vivo. El tema es que un pariente presentó queja de lo exhibido. Pues nada. Tiene su punto. Y lo deseo escribir, debatir…

Me comenta Luis: «Orlando, no veo apropiado que mientras Venezuela atraviesa momentos tan difíciles, vayáis por el mundo echando en cara lo bien que lo pasáis…». Confieso que eliminé el comentario. Pero quedé enganchado en la pertinencia o no de la sugerencia. ¿Por qué no puedo «fotografiar mi felicidad»? ¿Publicar «una postal» me hace ajeno e insensible a la maledicencia de mi país? ¿Resta mérito a mis denuncias? ¿Un close up en el Lago Bled, me inculpa, me responsabiliza, me banaliza, me condena?  ¿De cara a las calamidades que sufre Venezuela, debemos vestir (y actuar) en permanente luto?  Al rompe me vino a la cabeza la muletilla: no los voy a complacer. ¿A quién? ¿Por qué? ¿De qué? Al morbo y perversión de un modelo político, que busca anular nuestra cotidianidad, nuestra humanidad, nuestra autoestima,  forzándonos a vivir en un eterno duelo -culpables, además- de  un muerto que ni ha fallecido (Venezuela), y que en todo caso languidece por la ineptitud y maldad de otros.

Precisamente contra la opresión y la habituación: resiliencia. Voluntad de reponerse a las adversidades. Reprochar a quienes comparten sus vivencias en Twitter, Facebook o Instagram, es caer en el absurdo del apocalipsis refractario y solidario. Es lo que llamó Freud, el subconsciente destructivo colectivo. No los voy a complacer. Reclamar a quien escapa de Caracas a disfrutar otros aires, otros horizontes, otras vivencias -normales y agradables- o hablar mal de quien estando en Venezuela, se arriesga y va a cenar, a un juego de pelota o a Los Roques, Mérida o Margarita, retratando un Snapchat de su aniversario, de una victoria de los Leones o un atardecer en Porlamar, no sería más que colaborar con la histeria colectiva, levantando oda al encarcelamiento material y espiritual al que nos han sometido. No los vamos a complacer… Que un terrorista ponga una bomba en un aeropuerto y que la gente suspenda su viaje, es haber logrado [el terrorista] su cometido. Las barricadas intelectuales y las tiranías, se vencen con más aptitud libertaria y victoriosa. Si el Papa -máxima autoridad de la fe cristiana- se ataviase de negro por cada muerte de los justos, la palabra de Dios quedaría en el sepulcro. Si anulara sus periplos por los hambrientos de Etiopía, Zimbabwe o Venezuela, la miseria hubiese triunfado sobre la bondad. En la oscuridad, cada quien tiene que brillar más viviendo más, encendiendo más sus ideas, sus ilusiones, su espíritu triunfal y soñador. Y qué mejor forma de visualizarlo que retratar el amor que sentimos por los nuestros, retratando amor (valoración) por nosotros mismos. Así logramos una mejor representación del mundo que queremos (Durkheim/Representation of the will), seduciendo la felicidad, cambiando mi ambiente e invocando un futuro mejor, una sociedad más orgánica, no mecanizada, que no vive sino sobrevive. Por eso escribo historias y las acompaño de mil fotografías. Para hacer visible lo que ellos (un gabinete de resentidos), quieren invisibilizar: la pertinencia de que otra vida existe y que Venezuela merece ser otra. Y no lo voy ocultar, no los voy a complacer.

El hambre, la violencia y la miseria son males que nos inmovilizan. Es lo que desean, Luis, quienes nos desgobiernan. Sembrar la frustración como hábito. Aniquilar el amor como antídoto y plenar nuestro espíritu de carencias, odios y derrotismos. No los voy a complacer, porque quienes exhiben dignamente una vida sana y buena, distante a la que ellos nos ofrecen en Venezuela; rinden tributo al mérito por lo que han luchado consciente, sacrificada y honestamente. Y todo esfuerzo legítimo intitula el legítimo derecho a sentirse mejor, presentarse satisfecho, olvidar lo peor, superar el letargo y transmitir que mi fe mueve montañas.

Es cierto, Luis. No es «la mejor imagen» exhibirse con barriga llena y corazón contento, cuando cada 18 minutos muere un venezolano impunemente o un niño en manos de la anomia. Pero sumergirse en la nada, en el guayabo pesimista, en la turba melancólica del desamor país, nos dejará abrazando «la botella en el botiquín o el formol en la morgue. No los voy a complacer. Pido disculpas a quienes mis selfies les causan escozor. Pero seguro estoy que compartir con mis hijos, amigos, parientes y lectores, un instante de paz y alegría, es una expresión de amor que les elevará el espíritu.

Otra historia está a punto de escribirse. Los tiempos no se equivocan.  Y  contarla   -esa otra historia de resurgimiento de Venezuela- será un placer escribirla y retratarla. !Lo haremos juntos.!

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com

O lloramos o vendemos pañuelos por José Domingo Blanco

Optimismo

 

Gerardo Antonio, en la plenitud de sus 67 años, me confiesa que aún en las circunstancias actuales, a pesar de lo que ocurre en Venezuela, vive el mejor momento de su vida porque decidió ser feliz. Se siente mejor que nunca. Y en todos los planos. Su afirmación, debo confesarles, me tomó por sorpresa. Pero, también me generó mucha curiosidad. Una curiosidad que debe haberme notado en el rostro. Por unos segundos pensé que iba a confesarme que hacía negocios con el gobierno –porque, si a ver vamos, y muchos tal vez coincidan conmigo, los únicos que en este momento pudieran asegurar que son felices, que viven sin preocupaciones ni apremios de ningún tipo, son los que están aferrados como parásitos, chupando de la teta del poder. Luego, imaginé que me revelaría una aventura amorosa, a lo Caballo Viejo, con una joven de esas que parecen de mentira de lo tan perfectas que son; de esas que contemplas como si fueran diosas y que no entiendes qué les atrajo de ti: si las canas, la sensibilidad o la billetera. Pero, también descarté esa “confesión” rápidamente cuando vi la cara de María Luisa, su esposa, sentada -sonriente y apacible- a su lado. La confesión de un affair, delante de la esposa, por muy modernos que fueran, quedaba definitivamente desechada.

Así de malpensados somos cuando vemos que alguien confiesa que es inmensamente feliz; nos parece una rareza que solo es atribuible a esas dos razones: un flirteo otoñal de esos que suenan a cliché o una comisión jugosa por algún chanchullo con el gobierno. La verdad me costaba creer que alguien, en este momento, sin pertenecer ni trabajar para el régimen, consciente de todo lo que está pasando en Venezuela, me dijera que hoy está mejor que nunca.

Lo primero que me espeta es que todo lo que podía pasarle, le pasó: perdió su negocio, lo estafaron, se quedó sin dinero y prácticamente en la calle, tuvo un primer divorcio traumático… calamidades que, lejos de anularlo y hundirlo en la más profunda de las depresiones, lo alentaron a levantarse, sacudirse las derrotas y comenzar de nuevo. Resiliente, diría mi apreciado amigo el doctor Ricardo Montiel.  Pero, Gerardo Antonio asegura que llegó a una etapa en la vida en la que se decidió apostar a la felicidad ¡y ganar! A pesar de todo: a pesar del país –del que no piensa marcharse-, a pesar del régimen, de la escasez, de la inseguridad. Está consciente, como cualquier venezolano, de la terrible situación que atravesamos; pero adoptó una filosofía muy antigua, en donde la capacidad de rectificar para mejorar y ser feliz, es clave. Metanoia, me explica que se llama la técnica psicológica que le permitió salir adelante. Confieso que era la primera vez que escuchaba el término, por lo que me aseguré de retenerlo bien en la memoria, para buscar su significado apenas llegara a casa. Trae a colación la frase de la legendaria diva mexicana María Félix: “A hombre ido, tres días de duelo. Al cuarto, tacones y vestido nuevo”. Como para que no me queden dudas de que sentirse abatido tiene un tiempo límite, el que cada quien le otorga; pero que, luego de transcurrido ese tiempo, hay que levantarse y dejar de llorar.

Casualmente –aunque hay quienes dicen que nada es casual y que el tiempo de Dios es perfecto- en esos días también conversé con un destacado profesor de la Unimet quien me aseguró que, para poder vivir con tranquilidad en el país que actualmente tenemos, se repite como mantra: “soy lo que pienso”; por tanto, se asegura de pensar sólo en opciones que lo hagan sentir bien. “Y el cerebro les obedece, Mingo. Eso es pura Programación Neuro Lingüïstica. La gente que piensa de esa manera, obtiene todo lo que quiere porque no malgasta energías en pensamientos autodestructivos, compasivos o de derrota; sino todo lo contrario” me dice otra amiga, después de que le echo el cuento de la filosofía de Gerardo Antonio y del profe de la Unimet.

Sé que, a simple vista, no parece fácil. Mucho menos, la recomendación de mis amigos apunta hacia la construcción de una burbuja -que parezca la réplica de Disneyland-  y vivir dentro de ella. La realidad está ahí, y disfrazarla, causa más daños que beneficios. De pronto, me acuerdo de esas entrevistas que le hice a Jazmín Sambrano, una pionera en eso de la resiliencia, el superaprendizaje y las técnicas de relajación. Recuerdo que ella siempre hacía énfasis en la respiración (inhalar, retener, exhalar y esperar para volver a comenzar). Con distintos nombres, en esencia, todos convergen en una misma recomendación: somos nosotros los responsables de labrarnos nuestros éxitos o fracasos.

Y todas estas filosofías de vida -la metanoia, la resiliencia, la programación neurolingüística o los otros nombres que se le puedan dar a teorías similares- me parecen excelentes recomendaciones para que comencemos a aplicarlas a nuestra nación entera. Unirnos todos los venezolanos en un pensamiento que nos impulse a salir de esta situación en la que estamos encallados. O lloramos, o vendemos pañuelos… Yo me decidí por los pañuelos.

 

@mingo_1

mingo.blanco@gmail.com

Mar 07, 2016 | Actualizado hace 8 años
Perdonar para avanzar por María Elena Arcia Paschen

Avanzar

 

Abstraerse de lo que vivimos a diario para pensar en positivo se me ha convertido en un desafío algunas veces muy cuesta arriba; sin embargo intento por disciplina y convicción dedicar momentos del día a reflexionar, leer, recabar ideas o experiencias que me permitan escribir unas notas equilibradas en el ánimo de hacer aportes que puedan ayudar en la tan ansiada búsqueda de la reconstrucción del país.

Son muchos los problemas que nos agobian y angustian y de muy distintas índoles, económicos, sociales, políticos, morales que nos han deteriorado de una forma antes inimaginable nuestra calidad de vida, llevándola a niveles de increíble precariedad y las razones que nos han llevado como país a estos umbrales también han sido variadas y muy complejas.

Preguntaba recientemente a un grupo de amigos si en Venezuela, ¿en los últimos 17 años hubo Revolución? Las respuestas también fueron muy variadas; en mi opinión, aún cuando quizás sea prematuro hacer esa afirmación,  sí hubo una Revolución si entendemos como ésta un cambio social fundamental en la estructura de poder con dudosas posibilidades de consolidarse en el tiempo y que podría, si es bien entendida su génesis que no su desenvolvimiento, convertirse en el inicio de una transformación racional a un sistema de convivencia civilizada y que produzca resultados positivos para la sociedad venezolana.

Si pudiéramos trasportarnos a un futuro no tan lejano y con serenidad observáramos hacia atrás, partiendo entonces de la premisa que si hubo Revolución y que ésta dejó muchas heridas en la sociedad pero quizás fue necesaria,  obligatoriamente tendríamos que hacer un ejercicio de perdón de unos a otros para poder avanzar y superar de la forma menos traumática el presente para ver hacia delante.

Aquí entonces se presenta un dilema entre perdonar y olvidar. Cuando la sociedad experimenta situaciones extremas el perdón no debe implicar el olvido pero sólo con el único propósito de evitar que se repitan las mismas situaciones. Perdonar es una acción noble y heroica que sana heridas.

Hay muchos ejemplos en la historia reciente de la humanidad de esfuerzos colectivos por entender el pasado, respetarlo y superarlo. Y hablo de pasado porque estoy convencida que estamos en una nueva etapa, si se quiere de muchas dificultades porque supone el cambio de un momento histórico a otro todavía poco dibujado que genera incertidumbres.

Aún cuando el concepto genera notables discrepancias, la utilización de la Memoria Histórica como mecanismo para asegurar la preservación del pasado sin incurrir en el error de convertirlo en una verdad oficial o pensamiento único, es la forma de concientizar lo ocurrido, despojándolo de la emocionalidad propia de lo vivido para progresar.

¿Sería posible entonces aglutinar a personas sensataz, equilibradas con mucho amor por el país, desprendimiento y sabiduría en torno a un “partido de paz” que haga acopio de valor y pase a la acción con la certeza de que será muy cuestionado?

En momentos como los actuales se requiere de mucho coraje para perdonar y avanzar y ello requiere hacer un esfuerzo para ver más allá de los protagonistas, quienes nos podrán gustar o no, para no ignorar las ideas que subyacen detrás de su actuación, porque esto podría ser un error muy costoso para el futuro. Ver nada más el caos y no el bosquejo del nuevo orden sería lamentable y nos impediría aprender para el futuro.

Lech Walessa, admirado por muchos y recientemente cuestionado por otros, lo que considero mezquino y de muy limitada capacidad para interpretar los hechos, señaló en su reciente visita al país lo siguiente: “Los radicales te van a decir traidor porque quieras perdonar. A mi me llamaron traidor también, pero si yo no hubiera tomado la ruta que tomé, no hubiéramos triunfado. Si yo hubiera sido radical las autoridades me hubieran combatido sólo por temor”

Entonces avancemos en la senda de recuperar al país entendiendo el pasado, respetándolo, superándolo y aprendiendo de éste para el futuro. Debemos evitar más traumas y para ello tendremos que tener coraje, tenacidad y talento, aptitudes que sobran por lo que nos queda ahora es actuar!!

@malarcia

malarcia@icloud.com

“El 6D rescató la esperanza que moviliza al país”

Opo celebra

El triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias significó no sólo un cambio del poder legislativo sino también del ánimo colectivo nacional. Expertos coinciden que el optimismo adquirido será una fortaleza para enfrentar las dificultades del 2016

@boonbar

Ana V. salió a la calle a celebrar con sus vecinos en una urbanización en Caracas apenas supo que la Mesa de la Unidad Democrática (Mud) había ganado la mayoría en el Asamblea Nacional. No podía creer que después de 17 años, la oposición había derrotado al poderoso partido de gobierno. Que votar había valido la pena. Ahora “ya no se irían del país”, como había estado pensando con su esposo en los últimos meses, y su hijo, que estudiaba un posgrado en Francia, podría regresar a Venezuela.

Desde la madrugada del 6 de diciembre, la emoción se desbordó por las redes sociales de los venezolanos. Los muros de Facebook y timeline de Twitter se  llenaron de risas y lágrimas, banderas tricolor, loas a la democracia, bienvenidas a la Navidad, declaraciones de amor a Venezuela y felicitaciones desde otras tierras. Una algarabía digital que se mantuvo encendida días después de unas elecciones que, por primera vez desde la llegada del chavismo, otorgaron la mayoría calificada a la oposición en el parlamento.

Más allá del cambio del poder legislativo, expertos coinciden que el 6D ocurrió un cambio en el ánimo nacional.

“Ganar las parlamentarias produjo un cambio de expectativas muy grande dentro proceso de transformación que vive el país. La gente estaba tan pesimista y acostumbrada a sentirse subyugada por el poder que fue la primera sorprendida por los resultados”, observa el psicólogo social y doctor en ciencias económicas Axel Capriles.

Para el especialista, ese cambio de expectativas, de ver luz en el horizonte y de comprobar que la sociedad puede expresarse y tener posibilidades de acción es extraordinario. “Abre opciones que se habían descartado desde hace tiempo en un país que pasó de ser territorio de oportunidades a uno lleno de pesimismo y adversidades que obliga a la gente a emigrar”.

Sin embargo, Capriles recuerda que el actual momento de transformación y luminosidad ocurre en un momento diferente al período anterior. Atrás quedó el período de abundancia y petróleo a precios altos. “Obliga a los venezolanos a cambiar la forma de relacionarse y concebir el país que no serán fáciles de asumir. Hay que tener conciencia de que 2016 será un año extremadamente duro por la crisis económica y política”.

El psicólogo social considera que va a haber un aprendizaje. “Nadie puede pensar que luego de 17 años de profunda destrucción de la red institucional y productiva haya una recuperación de la noche a la mañana. El venezolano, habituado al cortoplacismo, tiene que acostumbrarse a ver más hacia el futuro, plantear todo a largo plazo. Es una nueva circunstancia”.

Capriles resalta como uno de los aprendizajes más significativos del venezolano es que luego de más tres lustros, con un gobierno que siempre ha achacado la culpa de todos los problemas a otros -norteamericanos, oligarquía, adecos y copeyanos-, la gente va entendiendo que todo lo que sucede es responsabilidad no solo del gobierno sino de cada persona. Piensa que por primera vez en la historia reciente, en la que se ha llegado a un grado de hundimiento absoluto de la nación, el mecanismo de atribución de culpas a terceros muestra señales de agotamiento. “Cuando cada uno de nosotros se asuma como el verdadero actor de su destino, empieza a cambiar la sociedad”.  

La acción colectiva es una de las lecciones fundamentales del 6D para el estudioso del comportamiento del venezolano. “Cuando los partidos de la Mud deciden trabajar juntos enfocándose en un objetivo común, se logran objetivos nacionales y sociales que están por encima de cualquier diferencia”.

El discurso de confrontación del chavismo se va a ir diluyendo, a criterio de Capriles. “El resentimiento como móvil de acción social y política está agotado, no lleva a ninguna parte y envuelve a una sociedad en un ardor emocional que a la larga la anula. Después del 6D, observo una reacción colectiva extraordinaria: no hay afán de venganza ni retaliación sino más bien el ánimo de trabajar en conjunto para recuperar la vida en democracia y bienestar”.

La euforia de las primeras horas es una reacción normal y de carácter momentáneo, pero de gran importancia para la movilización de un país, subraya el especialista. “Las expectativas positivas son un factor dinamizador de la economía, uno de los problemas que más golpea al venezolano en la actualidad. El simple hecho de darse cuenta de que si hay posibilidades de reconstruir la democracia y la vida en sociedad en Venezuela, abre el horizonte de manera fundamental. Después del 6D, mucha gente está pensando en retornar. Conozco personas que apenas Tibisay Lucena anunció el primer boletín, salieron a las fachadas de sus casas a quitar los avisos de “se vende”. Muchos han retomado viejos proyectos culturales y de negocios”.

Para el analista, existe una explicación de lo que ocurrió el 6D en términos psicológicos: existía un bloqueo energético en el venezolano que concentraba las emociones más destructivas, como el odio, miedo, resentimiento. Las elecciones abrieron una puerta que permitió que fluyera toda esa energía creativa reprimida y encontrara formas para alcanzar progresivamente logros para el funcionamiento de la sociedad. Y da fuerzas para enfrentar momentos difíciles”.

 

Desesperanza aprendida fue derrotada

El ánimo del venezolano se tornó positivo y esperanzado después del 6D. La “línea de optimismo” de un país es medible a través de encuestas. Lo explica el sociólogo Ángel Oropeza, quien aclara que es posible elaborar el perfil anímico de la población entre negativo y positivo, optimista y pesimista.

Por ejemplo, Hugo Chávez disfrutó durante mucho tiempo del ánimo positivo del país, salvo tres de los 14 años que estuvo mandando. En cambio Maduro,  desde que llegó al poder, lo ha acompañado un ánimo pesimista por parte de la población, observa Oropeza.

“Eso cambió con las parlamentarias,  no tanto porque haya ganado la oposición, sino porque en esta contienda electoral participaron todos los sectores. Se habla de un cambio de ánimo nacional porque votaron ambos bandos contra el gobierno, lograron un objetivo común”, afirma el sociólogo.

La desesperanza aprendida o indefensión aprendida sufrió un duro revés el domingo 6 de diciembre, considera Oropeza. Se trata de una convicción de que hagas lo que hagas, nunca lograrás los objetivos. Lo vemos en personas que repiten frases como “aunque ganemos no lo van a reconocer”, “los militares no van a dejar”, “el gobierno hace lo que le da la gana”.

También, la anticipación negativa fue derrotada el 6D. “Son las  personas que sufren estrés durante mucho tiempo y piensan que lo positivo nunca llega. Son los típicos que dicen que no va a haber elecciones, y si las hay no la vamos a ganar, si las ganamos no las van a reconocer. Algo malo siempre impedirá que se cumplan los deseos u objetivos”, describe Oropeza.

“La euforia, por concepto, va a disminuir con el tiempo, pero la esperanza es más permanente”, afirma el sociólogo. “Si la oposición en la Asamblea defiende su palabra de representar a los venezolanos, la esperanza de cambio continuará. La gente entiende que esto es un triunfo importante para continuar el camino del cambio. Es apenas el principio de una serie de eventos que vendrán, como por ejemplo exigir al gobierno que rectifique sus políticas porque el país está harto de la crisis económica”.