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Los Runrunes de Bocaranda de hoy 16.02.2017: MEDIO: Elecciones
MEDIO
¿RETORTIJONES ELECTORALES?:

Van en cascada desde Miraflores hasta los últimos condominios, juntas de vecinos y parrilladas de borrachitos. El culillo les recorre el espinazo pues saben que no ganan una elección ni comprando los votos. Al suspender las elecciones de mañana en la UCV quedó demostrado. El dirigente estudiantil Hasler Iglesias lo dijo claramente: “la decisión responde a un mandato del Gobierno de Nicolás Maduro que tiene pánico a contarse y por ello ha ordenado la suspensión de todas las elecciones que se deberían celebrar próximamente en el país. Los estudiantes de la #UCV queremos renovar nuestra dirigencia. ¡Una sentencia del bufete privado de Maduro no va a poder más que nosotros!”. Me pregunto: ¿Será que lo que les dijo el general Padrino López a sus conmilitones es una orden uniformada para todos los venezolanos? Se los recuerdo: “…la oposición usa el derecho al voto para desprestigiar al gobierno”. Si esa es la razón hay que aclarar que el desprestigio se lo ganan solitos. No pegan una en detener el deterioro acelerado que ya nos llevó a cifras peores de pobreza, alimentación, criminalidad y corrupción mil veces superiores a las encontradas en 1999. Y la complicidad uniformada se destaca a diario. Miserables y crueles al frente del país al que engañaron con el galáctico al frente…

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Mesa que más aplauda… por José Domingo Blanco

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“Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo «Yo tenía gran deseo de comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará”.  Juan 13:21… Así describe la Biblia la última cena de Jesús de Nazaret con sus doce discípulos. Una cena que, al terminar –al levantarse de la mesa, como diríamos en criollo- daría inicio a las persecuciones, calvario y crucifixión de quien fue llamado el hijo de Dios.

Esta mesa, donde tuvo lugar la última cena de Cristo, es quizá de las primeras de la historia que adquiere tanto protagonismo: allí se sentaron los apóstoles. Allí se sentó Judas Iscariote, el traidor; y Pedro, quien negó a su Maestro, no una sino tres veces. Y todos decían amar a Jesús. O por lo menos, eso es lo que nos cuentan las sagradas escrituras sobre este episodio: un episodio muy simbólico, profundo y de gran significado para el cristianismo.

La última cena de Jesús de Nazaret ha sido motivo de inspiración para los artistas a través de los siglos. No hay última cena sin mesa en torno a la cual se distribuyan los apóstoles. Quizá la más famosa de estas representaciones sea la de Leonardo Da Vinci, en cuyo mural la “mesa” ocupa un primer plano y pasa a ser tan importante como el resto de los personajes pintados magistralmente en esa obra. Una mesa con mantel blanco impoluto –más impoluto que las intenciones de algunos de sus comensales- sobre la que Da Vinci pintó hogazas de pan y copas de vino.

También me viene a la mente otra mesa mítica y legendaria: la de Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda, la que dio origen – gracias a que todos se sentaban en la misma mesa– a una orden de caballeros que se encargaba de decidir el destino de Camelot y emprender épicas cruzadas. En ese tablero redondo, presidido por el Rey Arturo, se sentó, por ejemplo, Sir Lancelot quien supuestamente, fue de los más fieles al Rey: su mano derecha, el más solidario y el que le siguió la corriente en la búsqueda del Santo Grial…el que también tuvo un tórrido romance con Ginebra, la esposa de su pana, el Rey…

Estas son sólo las más famosas mesas que me vienen en este instante a la mente. Indiscutiblemente, debe haber otras, más mundanas que divinas; pero, con igual importancia que las dos con las que abro este artículo. Ya en nuestros tiempos, hemos tenido la ocasión de presenciar mesas más paganas. Preñadas de buenas intenciones; pero, ocupadas por algunos Judas Iscariote, Pedros o Lancelot, con o sin justificadas razones, para actuar de esa manera.

En los últimos días, hemos sido testigos de cómo el Vaticano, a modo de maestro que reprende a los camorreros del salón, sentó en una misma mesa a dos bandos opuestos para que limaran asperezas, apartaran sus ambiciones y antepusieran las necesidades de una nación completa que clama por soluciones. Muchos aplaudieron el momento, tan cargado de simbolismo como la Última Cena de Jesús o la Mesa Redonda de Arturo… Pero, no tomaron en cuenta que esta mesa, la de diálogo que impuso el Vaticano y Zapatero, estaba infectada de termitas: esos bichitos que no se ven a simple vista; mas sin embargo, corroen y se devoran las entrañas de la madera.

Esta mesa de diálogo, de la Mesa de la Unidad y el régimen, la he interpretado de distintas maneras. Sin que falten los calificativos: mesa de ilusos, mesa sainete, mesa de reparticiones, mesa de la neodictadura de partidos, mesa de quienes creen sentirse los dueños absolutos de nuestro destino, mesa de quienes creen que los venezolanos somos ganado y Venezuela la gran hacienda que se reparten en parcelas. Recuerdo que cuando se anunciaban estas conversaciones de la Mesa de la Unidad y el desgobierno, no me hice mayores expectativas. A los pocos –o muchos- que me atreví a comentárselo, me tildaron de pesimista. Lo primero que alerté es que estas conversaciones no darían luz verde al revocatorio. Incluso, me atreví a cuestionar a los voceros de la MUD, a quienes desconocemos bajo qué criterios fueron seleccionados como representantes de una de las oposiciones. Esta mesa de diálogo, a mi juicio, oxigenó a un Maduro que –antes de sentarse a negociar- estaba perdido. Y no me cansaré de repetirlo. El régimen obtuvo lo que quería: afianzarse en el poder, prohibir las protestas en su contra y negar las posibilidades de que, amparados por la Constitución, salgamos de él.

Atrapado en el tráfico, enciendo la radio. De pronto, un ritmo contagioso llama mí atención: “mesa, mesa más aplauda; mesa que más aplauda le mando, le mando, le mando a la niña…za za za cha cu za, cha cu za. Za za za cha cu za, cha cu za…”. Llego a mi casa, aun tarareando el “za za za cha cu za”, voy directo a la computadora y la busco en Youtube (https://youtu.be/WTzHir-jmes). Al ver el video, y escucharla de nuevo, suelto la carcajada. No pude evitar pensar que la mesa de diálogo era como está canción: una rochela, que estará sonando por un tiempo y que pondrá a bailar a más de uno … Luego, irremediablemente, caerá en el olvido, sin que nada haya cambiado.

 

@mingo_1

mingo.blanco@gmail.com

 

Padre, écheme su bendición… por Orlando Viera-Blanco

claudiocelli

 

“Dialogar no es conversar. Es demostrar sentido de redención, sumisión y señorío…” 

 

Padre estoy un poco confundido. Nos hemos dejado arrebatar nuestra identidad y con ello nuestros valores, nuestras costumbres, nuestras ciudades, nuestra historia, nuestro espíritu de celebración. Con el cuento de ‘la revolución’ y su apellido libertad, igualdad y fraternidad, al decir de Juan Donoso Cortés (Diputado español, 1847), se justificaron horrendas masacres, los más conspicuos comités de persecución y los más exquisitos privilegios del poder. Entre historietas sobre poder popular, soberanía e independencia, la autoridad terminó en pocos, la soberanía reside en el crimen (que si paga) y nuestra dependencia es a la militancia, la mecanización de la consciencia  y a una vergonzosa ideología de apartheid y división de clases.

Padre, hemos perdido el concepto de la belleza. Tanto la espiritual como la estilista y material. Desde nuestras estructuras, monumentos, calles, ornamentos, edificios y avenidas hasta nuestras plazas, iglesias, parques o teatros, son una montonera desfigurada, ‎descuidada, avejentada, sucia y peligrosa. Da gusto ver como Bogotá, Montevideo o Quito, que apenas hace dos décadas eran centros urbanos hostiles, peligrosos y vetustos, hoy lucen recuperadas con programas eficientes de restauración. Padre, el modelo comunista ha hecho de Caracas y BBAA-las dos grandes capitales de Suramérica-sendos mega basureros, donde ha emergido una nueva dinámica de encuentro: hurgar para comer. Lo “novedoso” son cultos a la beligerancia representada en mausoleos o bustos a Chávez, Kirchner y Marulanda. Propaganda pagana. ¿Me equivoco Padre?

Nos hemos dejado arrebatar el país, su gentilicio y la educación. Para un buen revolucionario guerrear por TV, decir improperios, amenazar o denigrar es un ‘acto de fe y de paz’. Ya ni los buenos días nos damos, porque antes nos encomendamos a Dios, para regresar con vida a casa. Vestir de paltó y corbata es propio de oligarcas y «pelucones». Hablar con buen verbo o defender las ideas-con respeto y pluralismo-es de imperialistas o patiquines. El comunista Padre, se viste de traje de campaña, ataviado de armas y odas al gendarme. ¿Me equivoco padre?

El sagrado diálogo, por supuesto que esta herramienta propia de quienes cabalgan los caminos de la razón. Es práctica normal del demócrata o buen feligrés. Pero nuestro modelo de poder Padre, ‎es sub-normal, subterráneo y subyugante. El revolucionario no dialoga sino que pega lecos, impone, intimida y ofende.  Menos escucha. Esto Padre lo saben muy bien Uds. los Jesuitas, devotos de la  fenomenología del espíritu de vocación colectivista, ética  y pobrecitista. Premisas que se riñen con las del viejo Marx. Es decir, para un comunero de pensamiento proletario, el espíritu de la ley y de Dios, son un instrumento de dominación, que hay que resistir y destruir. Para el comunista la religión Padre, es un sacrilegio que le desplaza de las masas y la razón (la platónica o republicana), una lógica perversa que privilegia elites que someten al pueblo. Los curas al decir de ellos, son “diablos con sotana”… ¿Lo recuerda padre?. Por argumento en contra, el socialista es ateo, sin fe y sin misericordia.  El padre, hijo y espíritu santo del comunista, es la lucha de clases y el fundamentalismo. Para ellos no existen postulados nobles como la prudencia del Aquinate, la nobleza de Santo Tomas, la humildad de San Agustín o el pluralismo de Lutero.  El comunista Padre, sólo obedece al comité, al claustro, al partido, al pelotón, en fin, el politburó o al partkom.  ¿Me equivoco Padre?

Nos hemos dejado despojar por nuestra indiferencia y complicidad. Es el fenómeno del «burro que tira del monte» (la desagregación social denunciada por Ruth Capriles), que nos fragmenta. En medio de esta resaca padre, nos invitan a ‘dialogar’ y nos piden propósito de enmienda. Caramba. Soy católico padre, ¿pero acaso debo ser ciego? Pretender un diálogo no es conversar. Es demostrar sentido de redención, sumisión y señorío. ¿Quién lo exhibe cuando se mofan de la miseria del sometido? (dixit estaba en el odontólogo). Para un comunista es hermoso llamar a otro drogadicto u homosexual; mantener la ciudad oscura, criminosa y fea; jugar con la libertad del inocente, deleitarse del terror o destilar su desprecio por quien lee la Biblia. ¿Me equivoco padre?…Pero si para conservar el poder el comunista debe vestir de levita, pedir la bendición o rezar tres padres nuestros, jamás dejará  de hacerlo porque su dignidad es del tamaño ‎de sus egos. Eso lo sabe bien el Papa Negro…. ¿Cierto padre?

En conclusión, todos tenemos mucha culpa de habernos dejado arrebatar nuestra fe en nosotros mismos. Eso no quiere decir que estamos a tiempo de recuperarla. Una buena manera de entender el diálogo promovido por Ud. Padre, es tener claro que la MUD (no el gobierno), lo intenta como un acto de decencia, obediente y de introspección ciudadana, muy propio de los venezolanos educados. Pero no perdamos el foco. Históricamente los comunistas exhiben otros estilos: Jerarquía,  loa y hoz. “Patria”, socialismo o muerte. Y le confieso padre, no  me equivoco.. No son de palabra. A todo evento le pido, écheme la bendición…!y que Dios nos agarre confesados!

 

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com