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#NotasSobreLaIzquierdaVenezolana | Los historiadores y la izquierda venezolana en la hora actual (I)
Sin negar la responsabilidad que parte de los sectores políticos de la izquierda venezolana ha tenido en el proyecto chavista, reducir la explicación solo al régimen instaurado a partir de 1999 no parece una postura histórica

 

@YsaacLpez

El analista e investigador mexicano Jorge G. Castañeda, en su indispensable libro de 1994 La utopía desarmada, señala: “Aunque al igual que cada dos o tres décadas, se ha puesto de moda despreciar la importancia de términos como izquierda o derecha en el ‘nuevo orden mundial’, no todos los interesados comparten este punto de vista. En buena medida porque no es cierto. Como Carlos Fuentes ha dicho: “Lejos de disolverse en la euforia del capitalismo triunfante, la significación de derecha e izquierda se hace cada vez más neta… Pero donde la distinción entre izquierda y derecha se vislumbra más necesaria, es en nuestra América Latina”. (p. 24). Ante la debacle de la izquierda latinoamericana que presenciamos comparto la opinión del canciller de Vicente Fox y autor de la mejor biografía del Che Guevara.

En Venezuela son escasos los esfuerzos que tanto bibliófilos, como historiadores dedicados al tema, han realizado para la construcción de obras de referencia y valoraciones de conjunto sobre la extensa historiografía y bibliografía existentes en torno a la izquierda nacional. Trabajos que nos permitan conocer −más allá de radicalismos, fanatismos y sectarismos de la hora− el devenir de las ideas, sucesos fundamentales, propuestas y proyectos, entronques y vinculaciones entre quienes ayer y hoy se autocalifican como comunistas y socialistas.

En un país donde la madurez de los estudios de historia puede calibrarse –entre otros asuntos– por la escasez de repertorios bibliográficos sobre temas específicos, donde los catálogos e índices de los centros bibliotecarios se encuentran desfasados respecto a la producción y no existen boletines periódicos del ingreso a depósito legal, hacer investigación rigurosa y sistemática comporta cada día más graves limitaciones. Además de una obra pionera como la de Germán Carrera Damas (UCV, 1967), no existen trabajos dirigidos a hurgar en la historiografía marxista venezolana, aspecto fundamental en el panorama de la historia de las ideas en el país.

Lejos del trabajo que se espera, imbuidos en el presentismo, afán exhibicionista y de notoriedad, muchos de nuestros historiadores han optado por una postura intelectual oportunista, aun en el frágil sistema de libertades en el cual vivimos: hacer oposición política al régimen desde su oficio como garantía de reconocimiento en sectores que antes les desdeñaron y dieron preferencia a opinadores provenientes de la ciencia política o la literatura. Eso, partiendo del supuesto interés de los venezolanos por la historia.

Una operación que, si bien ha favorecido la proyección de nombres ya destacados por la calidad profesional y la amenidad, ha permitido también la profusión de historiadores-opinantes sobre la realidad política nacional en medios y redes, que despiertan la atención al solo nombrarse su profesión, pero que al poco de su comparecencia hacen se abra paso la decepción y el aburrimiento. Si bien es cierto que los medios de aquí y de allá exigen divos del espectáculo, que no reflexión y análisis.

Dejando de lado a veces la rigurosidad del oficio, los historiadores venezolanos –fieles o adversos al régimen– se juegan la carta de la exhibición, lo cual comporta no pocos riesgos para la Historia.

Nada más alejado del hacer profesional que la construcción de un relato o una interpretación acomodados a la militancia partidista o a la demanda de los medios.

La Lucha que no acaba. Vida política de Rafael Guerra Ramos, de María Teresa Romero, es un testimonio de principal interés para la historia de la izquierda vernácula. Esa izquierda de prosapia, que quizás se sienta compelida a contar su verdad frente a los desmanes del régimen chavista, apoyado también por una parte de esa izquierda y por sus descendientes. De Diego Salazar a Diego Salazar. Una veta de la historiografía marxista que ya requiere también ajustada definición y caracterización.

El libro se divide en nueve partes, a saber: De entrada, un político de los que quedan pocos; Érase una vez un campesino de los llanos orientales que resolvió convertirse en comunista en la capital; La política en serio: cárcel, exilio, clandestinidad; Perdidos en el laberinto de la lucha armada; Un nuevo político en el juego democrático; A manera de epílogo, mirando al futuro; Fotografías; Testimonios; y Agradecimientos.

Miembro del Partido Comunista de Venezuela y luego del Movimiento al Socialismo, es Rafael Guerra Ramos un político de fina madera, un político de honor, que sí los hubo en este país. Su consecuencia y verticalidad ética son un ejemplo para un tiempo donde todas las brújulas están extraviadas, donde a la gente cada vez más le cuesta distinguir entre las actitudes de los representantes del régimen y las de la oposición, donde todo parece negociable, la actividad política se pretende en redes y maquinarias publicitarias, y no junto a la cotidianidad de la gente.

Alejado siempre del espectro publicitario de la política, Rafael Guerra Ramos participó en variedad de procesos de nuestra historia reciente.

Uno de sus desempeños que más llamó nuestra atención, entre los expuestos en este libro, fue el de diputado al Congreso Nacional durante las décadas de los setenta, ochenta y noventa del siglo XX, es decir en el preludio de este amargo hoy. Aspecto importante, pues a veces pareciera que la izquierda venezolana en el siglo XX solo fue guerrilla, conspiración y veneración a Fidel Castro.

Guerra Ramos fue miembro de comisiones legislativas cuyas investigaciones llevaron al esclarecimiento, apresamiento y juzgamiento de los ejecutantes de acciones como: el asesinato del joven abogado masista Ángel Alberto Aguilar Serrada, torturado por agentes de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) en 1974, cuando trataban de implicarlo en la muerte de Carlos Alberto Núñez Tenorio, exguerrillero, exconfidente del DIM y en ese momento inspector de ese cuerpo (pp. 211-212); el asesinato en 1976 de Jorge Rodríguez –padre de dos figuras fundamentales del régimen chavista: Jorge y Delcy Rodríguez–, secretario general de la Liga Socialista, torturado por miembros de la Dirección General Sectorial de Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) para hacerlo confesar su participación en el secuestro del industrial norteamericano W.F. Niehous (pp. 212-213); y el crimen del inspector Luis Alberto Ballarales en 1984, en el cual se evidenció la “inescrupulosa corrupción y descomposición moral” que permeaba a la Policía Técnica Judicial (PTJ) (pp. 213-214).

También fue parte de la Comisión del Congreso Nacional investigadora del “caso de los pozos de la muerte” en 1986, en la cual se estableció la responsabilidad de la PTJ en el ajusticiamiento de delincuentes y la desaparición de sus cuerpos en el estado Zulia. Proceso que fue cerrado sin llegar a conclusiones finales por el “entonces juez quinto de primera instancia Iván Rincón Urdaneta, con fuertes vínculos amistosos con la PTJ”, y quien con el correr de los años se haría “ficha esencial del régimen chavista”, siendo embajador de Venezuela en la Santa Sede y en Colombia, “desde donde ha denunciado varios intentos de golpe de estado contra Nicolás Maduro”. (pp. 214-217). Aquí el retrato de unos cuerpos policiales que ayer y hoy parecen actuar igual.

Rafael Guerra Ramos participó también en la investigación del llamado “Caso Tablante” de 1991, cuando se verificó que el diputado del MAS, Carlos Tablante, sostenía vínculos de subordinación con altos funcionarios de la DISIP y en particular con su director Porfirio Valera, recibiendo a cambio “dinero, vehículos y otras prebendas”, asunto que fue sellado por la mayoría de los diputados, pero que ocasionó el disgusto y fraccionamiento dentro de la organización política a la cual pertenecían Tablante y Guerra Ramos. Este último sostuvo posición contraria a lo que consideró una falta de ética y honor de su compañero de partido. Como sabemos, producto de la “coherencia y verticalidad” de Carlos Tablante –Ybéyise Pacheco, dixit, p. 216– es el texto El Estado delincuente: cómo actúa la delincuencia organizada en Venezuela, escrito junto con Marcos Tarre y publicado por Editorial Melvin en 2013, informe de acusaciones contra altos personeros del régimen chavista con prólogo del juez español Baltazar Garzón.

Casos como los concisamente descritos muestran la descomposición policial y política de un país.

Casos que habría que sumar a los muy difundidos en los medios como: la adquisición de un conjunto de rústicos en la cual se vieron involucrados entre otros el ministro J. A. Ciliberto y la secretaria privada del presidente Jaime Lusinchi; los vicios en la licitación de repotenciación de dos fragatas misilísticas de la armada venezolana por la empresa Margold; los vínculos de las policías venezolanas en el tráfico de estupefacientes que llevaron a la detención del exgobernador y exviceministro del Interior Adolfo Ramírez Torres; los tratos ilícitos en el otorgamiento de divisas de RECADI; la denuncia de Camilo Lamaletto contra Braulio Jattar y Douglas Dager, presidente de la Comisión de Contraloría del Congreso, por extorsión; o el tráfico de influencias y contrabando de oro en el caso Cecilia Matos, exsecretaria del presidente Pérez, todos de los finales de los 80 e inicios de los 90, los cuales configuran el antecedente inmediato para que gruesos sectores de la población, hastiados de corrupción e impunidad, optaran por llevar a la dirección del país al vengador de Sabaneta.

Hay diagnósticos y señalamientos puntuales en este libro: “Con gran capacidad actoral y de manipulación, Hugo Chávez tuvo la insuperable habilidad de utilizar los gigantescos recursos que tuvo a la mano para lograr su obra maestra: desarrollar el parasitismo social al máximo, corromper a fondo a sus servidores militares y civiles, convirtiendo las instituciones del Estado en instrumentos al servicio de sus fantasías ‘revolucionarias’. Repartió adulancia y dinero para todo el que se sentía herido y menospreciado. No es difícil con poder, dinero, maldad y astucia hacer lo que hizo ese militar con los chavistas…” (p. 114).

La crisis del chavismo

La crisis del chavismo

Algunos de los pasajes son terribles, como cuando Rafael Guerra Ramos relata las torturas en la cárcel en 1966, en pleno gobierno de Raúl Leoni: “-Quedé adolorido con los golpes sobre las costillas y el estómago. Había oscuridad total. Sentí las paredes heladas, igual que el piso…” (p. 151); o “-Me quedé callado un rato. El militar insistió. Lo vi de frente y le dije que si mi vida estaba en sus manos mi deseo era terminar de una vez, porque era un deshonor militar hacer lo que están haciendo conmigo, y le mostré las quemaduras y las llagas en las nalgas, el pubis, la entrepierna y en el pene. Nos volvimos a ver a los ojos. Se paró y llamó al teniente Bajares y al civil. Me subí lentamente los pantalones. Le ordenó al civil que me examinara y salió con el teniente Bajares y otro militar…” (p. 155).

Mientras frente al chavismo y sus excesos hay críticas y cuestionamientos, en estos casos solo hay narración de parte de la politóloga María Teresa Romero. Asunto del que se hacen desentendidos también muchos otros investigadores.

Conforta saber que en este país ha existido gente como Rafael Guerra Ramos, cuando pareciera que toda nuestra historia reciente es fraude, corrupción, artimaña. Este texto es una invitación a la comprensión del proceso político en el cual estamos sumergidos, proceso que no comienza precisamente con las intentonas golpistas de 1992 y con la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999.

La memoria no puede ser corta, no para los historiadores que deben ser faro en medio de tanta oscurana. Flaco favor le hacen muchos historiadores al país cuando por ganarse el favor de ciertos medios y aparecer en sus espacios se empeñan en señalar el origen del desastre que vivimos en la construcción de un proyecto socialista o en la izquierda nacional.

Sin negar la responsabilidad que parte de los sectores políticos de la izquierda venezolana ha tenido en el proyecto chavista, reducir la explicación solo al régimen instaurado progresivamente a partir de 1999 no parece ciertamente una postura histórica.

La comprensión seria del devenir político venezolano es un asunto de sobrevivencia para la democracia en el país, de allí que no consideremos impertinente la participación de los historiadores en el debate público; el problema es cuando dejan de serlo para convertirse en militantes complacientes de los sectores en pugna.

Intentar comprender lo que el sociólogo Miguel Ángel Campos denomina el origen más cercano es una obligación para los historiadores venezolanos verdaderamente comprometidos con su oficio y con la grave realidad de su país.

Esperamos que la discusión necesaria siga abierta más allá de la mediocracia, oportunismo, trepadorismo y vaciedad que caracterizan también esta hora. A todos nos toca abrir caminos a debates y reflexiones que colaboren al entendimiento del porqué llegamos a la terrible situación venezolana actual. Estas entregas son, también en su torpeza, angustia y deseo de comunicación, parte de una preocupación sostenida e intentos de reflexión surgidos en el trabajo de investigación. Ojalá contribuyan a seguir cuestionándonos. Gracias por sus lecturas.

(María Teresa Romero. La lucha que no acaba. Vida política de Rafael Guerra Ramos. Caracas, Fanarte, C.A. Primera edición, 2017. 279 págs.// La imagen es una postal: «Revolucionarios de La Habana«.)

* Historiador. Profesor. Universidad de Los Andes. Mérida

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Humano Derecho #228 con Aurora Hernán, de la Fundación Educando en Salud   
La Fundación Educando en Salud es un equipo multidisciplinario especializado en intervenciones de salud y nutrición que busca empoderar a través de la educación   

 

@_humanoderecho

¿Cuándo se creó la Fundación Educando en Salud? ¿Quiénes son los «Nutrichicos» y «Odontochicos»? ¿Cuáles han sido las brechas más recurrentes que han tenido que enfrentar para trasladarse de un estado a otro? Conversamos de estos y otros temas con Aurora Hernán, presidenta de la Fundación Educando en Salud.

La Fundación Educando en Salud es un equipo multidisciplinario especializado en intervenciones de salud y nutrición que busca empoderar a las comunidades a través de la educación sanitaria.

El proyecto nace en la Facultad de Medicina de la UCV, donde un equipo de profesores asumió la formación sanitaria en las comunidades. Ciertamente forma parte del trabajo de extensión universitaria a la que están obligados como docentes del alma mater.    

Hernán, quien también nos hablará de los proyectos de la organización, explica: “Nosotros no somos una organización que va, hace el trabajo, se toma foto, la publica y se va; nosotros le hacemos seguimiento a los pacientes, ellos tienen nuestros teléfonos y siempre estamos al pendiente de cada uno de ellos».

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

Más contenido en humanoderecho.com

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En las profundidades de las distorsiones
Cuando la política se descarría, hasta el tiempo luce confuso

 

@ajmonagas

Cuando la política se descarría, hasta el tiempo luce confuso. Las perturbaciones e imprecisiones de la política depravan su ejercicio. Tanto, que hasta el hombre equivoca el camino y pierde el sentido de orientación.

Ahora, las realidades son radicalmente diferentes de las que estimaba el discurso político de mediados del siglo XX. ¿Qué sucedió para que se atascara la trayectoria pautada por los criterios de la teoría del desarrollo? Posiblemente, sus respuestas darían un conglomerado de apreciaciones cuya explicación superarían expectativas capaces de desvelar algunas de las verdades que se ajustaran a la realidad.

Sin embargo, el problema no pareciera resolverse en tan extenso recorrido epistemológico. Es posible que una de las verdades que sabrían responder al desenlace de tan complicada maraña metodológica resulten más próximas a la teoría política.

El problema en sí lo encubre la situación sociopolítica y socioeconómica que caracterizó la mitad del siglo XX. Una situación que confrontó serias contradicciones. Y aunque resultaron en extrañas panaceas políticas, compensaron las realidades con concepciones y formulaciones de distinta naturaleza.

Conflictos que en el siglo XX ocasionaron serias crisis, desembocaron en transformaciones e importantes arreglos. Muchos de los cuales, para los años posteriores, nivelaron abismos que, en lo social, político, económico y hasta militar, adquirieron definidas formas. Aunque de peligrosas magnitudes.

Pero que, de todos modos, tuvieron resultados que determinaron cambios significativos. Cambios que a su vez incitaron reacciones que favorecieron el advenimiento de proyectos que afianzaron el andamiaje del desarrollo económico y social buscado por trascendentes fuentes políticas y geopolíticas de tono democrático.

El final de la Guerra Fría, y la extinción de la Unión Soviética, entre otros eventos fundamentales acaecidos el siglo pasado, motivaron sustanciales cambios. Aunque las dudas e incertidumbres han acompañado las dos últimas décadas.

No obstante, haber pisado el siglo XXI, las realidades expusieron otra realidad cuya caracterización se ha alejado profundamente de la que modeló el mundo del siglo XX.

¿Cambios que dejan huellas?

Se ha generado una situación completamente distinta de la anterior, en la que las diferentes ideologías políticas, económicas y sociales que polarizaron al mundo durante el siglo XX, extrañamente no se muestran enfrentadas entre sí. Tienden ahora a compaginarse alrededor de intereses que, en otrora, antagonizaban y, por tanto, actuaban como razones en competencia por objetivos semejantes, no tan dispares. Al menos en su forma de ser concebidos.

En la actualidad se pugna por alcanzar un “Nuevo Orden Mundial” que procura configurar una sociedad más sosegada. Aunque subyugada a las pautas dictadas por un “hegemón”. O por las medidas impuestas en aras de los intereses de una entidad constituida por corporaciones o naciones que poseen el mayor potencial económico, militar y político.

Pese a serias contradicciones cuyos ecos alcanzan plataformas sociales, políticas y económicas regadas por el planeta, se ha escuchado que buscan dar con una sociedad erigida en la bondad natural del ser humano. Tanto como en el sentido constructivo de la historia y en la posibilidad de acceder a una felicidad que abarque la mayor parte de los individuos del mundo. Lo cual suena a “irónica paradoja”.

Según el profesor de la Escuela Claremont de Postgrado, California, USA, Peter Drucker, “(…) son distintas de las cuestiones sobre las cuales siguen escribiendo libros y haciendo discursos los políticos, los economistas, los eruditos hombres de negocios y los dirigentes sindicales”. Es el escenario que ha permitido la incidencia de experimentos de toda procedencia.

Es ahí cuando surgen mecanismos y dispositivos relacionados con la digitalización que ha intrincado la funcionalidad del mundo. Quizás para bien o no, del desarrollo humano al inducir nuevas y hasta inconsistentes razones para erigir el llamado “nuevo hombre”. O sea, el “homodigital”. Un individuo sin mayores sentimientos ni valores, atrevido en su temperamento para inmiscuirse en proyectos para los cuales su concurso no coincide con exigencias básicas.

Los negocios se desvían de su naturaleza social y buscan afincar sus objetivos solamente en la causa económico-financiera. Asimismo, la educación está dejando de apuntalar sus procesos de enseñanza aprendizaje en paradigmas apegados al sentido más íntimo de lo que engloba el concepto de magisterio. El ejercicio de la política pretende dislocarse de la filosofía a partir de la cual los procesos de gobierno consideran la sociedad como pivote de su accionamiento.

Estas nuevas realidades ya comenzaron a invalidar muchos de los supuestos alrededor de los cuales se perfiló la política que rige naciones y su relación entre ellas. Aunque muchas de las consideraciones que hoy pretenden moldear las realidades del siglo XXI, continúan perdidas o imprecisas. O que, como presunciones, muchas siguen inadvertidas.  Muchas que todavía reposan en las profundidades de las distorsiones.

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Entre la adaptación y la adaptación
El fetichismo electoral excluye lo más importante para que el voto sea efectivo: la movilización ciudadana en su defensa, en caso de desconocimiento por el régimen

 

@AAAD25

Creo que muchas personas le deben una disculpa a Henri Falcón. Démosle el asiento del piloto a Mnemósine para que ponga la palanca en retroceso (la única marcha en la que puede manejar, obviamente) y nos lleve a 2018. Falcón lanzó su quijotesca campaña presidencial contra Nicolás Maduro. Los partidos de la MUD, convencidos por las horriblemente arbitrarias elecciones regionales de 2017 de que el voto ya no podría ser un instrumento para el cambio político, se abstuvieron de participar. Sus seguidores en aquel entonces denunciaron a Falcón como inepto, en el mejor de los casos, o como cínico actor en la simulación chavista de democracia, en el peor de los casos.

La MUD se inclinó por un plan rebelde y antisistema, totalmente divorciado del statu quo diseñado por el chavismo para que su autor jamás pierda su hegemonía, aunque la voluntad ciudadana se oponga. La apoteosis de dicho plan ocurrió en Chacao en enero de 2019, cuando Juan Guaidó se juramentó como “presidente interino”. Están por cumplirse tres años de aquel día, sin que el interinato cumpla su objetivo fundamental. El plan antisistema de la MUD no dio frutos. El resultado ha sido la desilusión de las masas deseosas de cambio político como preludio para la recuperación económica y social del país.

Todo bien hasta ahora… Bueno, no. Mal, pero comprensible. La frustración es comprensible. Lo que sigue, no tanto. Y es que, aunque la rebeldía de la MUD y del interinato terminó llevando a una calle ciega, algunos conciudadanos dieron media vuelta para ir a… Otra calle ciega ya conocida. A saber, el callejón sin salida del fetichismo electoral. La creencia de que lo único que pueden hacer los adversarios del chavismo es ganar elecciones y esperar por el milagro de que al chavismo le dé la gana de respetar el resultado (y con esto no me refiero solo a los números; también a los efectos del resultado, como permitir que un ente conquistado por la oposición actúe de forma autónoma).

En varios casos, el salto de la rebeldía antisistema al fetichismo electoral se dio de forma muy brusca, y con desparpajo para efectos de justificación. Sobre todo a partir de la decisión de la MUD de tomar parte en las regionales del año pasado y, más aun, tras la victoria de Sergio Garrido en Barinas, cuyos méritos y límites discutí la semana pasada en esta columna. De manera que personas que en 2018 condenaron a Falcón por “medirse” con Maduro, ahora repiten los mismos argumentos esgrimidos por aquel hace cuatro años. Dudo que lo admitan, aunque deberían.

Pero por más que estos individuos hagan en público como si no vieran la montaña de evidencia de que el voto por sí mismo no se traduce en cambios políticos bajo el sistema chavista, no creo que en su fuero privado de verdad lo hayan olvidado. No soy psicólogo social, pero me parece que estamos ante una especie de mecanismo colectivo de defensa. Un intento de racionalizar la disonancia cognitiva entre la necesidad de sentir que se está haciendo oposición efectiva y el hecho de que en realidad no se está haciendo.

En otras palabras, estas personas se rindieron. Desistieron de la lucha opositora y su objetivo de restaurar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela.

Ven como algo inevitable que el chavismo siga gobernando hasta quién sabe cuándo y se conforman con adaptarse al sistema y vivir lo posiblemente mejor en él. Pero no lo quieren admitir, vaya usted a saber por qué. De ahí que necesiten racionalizar la disonancia. Sin embargo, la realidad es terca, y cada vez que insiste en presentarse, en vez de admitirla, se redobla el esfuerzo por racionalizar la disonancia, tal como sostuvo Leon Festinger, autor de esta teoría. No importa cuán descabellado sea el argumento.

Es así como la adaptación al sistema chavista por arte de magia se convierte en «oposición» al mismo. Administrar las migajas de poder y recursos que el chavismo tolera, a cambio de someterse a él, es «ocupar espacios de lucha». Los nuevos prohombres de este ethos son los políticos del G4 que se están «falconizando»: Manuel Rosales, Sergio Garrido, etc. Curiosamente, el propio Falcón y sus aliados no reciben el mismo reconocimiento, sospecho que por razones de sectarismo.

Pero, repito, la realidad insiste. Adaptación y oposición nunca serán lo mismo. Sé que es difícil mantener la aspiración de vivir en democracia luego de tanto esfuerzo y sacrificio sin llegar ahí, pero no me parece correcto tirar la toalla. Porque creo que merecemos algo mejor. La adaptación, tener a gobernadores como Garrido, solo nos permitirá en todo caso gozar de una calidad de vida un poco menos mala. Jamás cuestionaré que alguien quiera vivir menos mal, pero vivir menos mal no es vivir bien, ni ser libre.

Así que yo le sugiero a todos los interesados en el porvenir de la nación que sean firmes exigiendo a los políticos y líderes de opinión claridad en sus propósitos. ¿Quieren adaptarse u oponerse? No pienso increpar a nadie si se inclina por la adaptación, pero que no la disfrace, con ribetes épicos, de esfuerzo para lograr un cambio político. Eso es burlarse de la gente y darle falsas esperanzas.

Lamentablemente pareciera que, en la medida en que la MUD retoma la participación electoral, son los creyentes en la adaptación los que dictan pauta, sin reconocer ante el público, y quizás ante ellos mismos, su limitada visión de progreso. Esto es un problema porque su fetichismo electoral en esencia excluye lo más importante para que el voto sea efectivo: la movilización ciudadana en su defensa, en caso de desconocimiento por el régimen. Si así va a ser la agenda opositora en 2022 y más allá, está condenada. En el mejor de los casos, será un fracaso con buenas intenciones. En el peor de los casos, una farsa descarada.

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Roberto Patiño Ene 20, 2022 | Actualizado hace 1 mes
La respuesta popular en Barinas
Barinas no es la meta, es apenas el inicio de un largo y complejo recorrido por recuperar la democracia en Venezuela

 

@RobertoPatino

Lo ocurrido en el estado Barinas el pasado 9 de enero, con el triunfo de Sergio Garrido en la elección regional, fue una victoria política y sobre todo popular, que hemos celebrado todos los demócratas en el país. Los venezolanos necesitábamos una buena noticia y el 2022 decidió comenzar de manera generosa, con un hecho que nos convoca a todos a la reflexión para tratar de ponerla en su justa medida.

El empeño del régimen de desconocer los resultados en Barinas el pasado 21 de noviembre del 2021, convirtieron una elección regional en un hecho extraordinario, para sorpresa de muchos barinenses. La entidad se convirtió en un símbolo de la resistencia política de un pueblo organizado que parece no querer renunciar a todos los mecanismos que tiene a la mano para confrontar el carácter autoritario del régimen y para hacerles pagar, políticamente, años de abandono y pérdida en la calidad de vida.

El triunfo en el estado llanero fue una victoria de la madurez de unos líderes que supieron entender el ánimo de los ciudadanos y unirse; de una organización política que mantuvo el pulso en la calle; y, sobre todo, de una población que se hizo protagonista de su destino al enfatizar su rechazo a las arbitrariedades dictadas desde Miraflores y al vano intento por comprarles su voluntad.

La organización popular, en medio de las más complejas dificultades logísticas, inmersa en una elección con evidentes signos de ventajismo oficialista, supo dar la cara para hacer de la oportunidad inédita que ofrecía el voto un recurso para la protesta política y el empoderamiento popular.

En nuestras comunidades organizadas, ya lo hemos venido señalando en los últimos años, existe un reservorio democrático, un liderazgo verdadero que se construye de abajo hacia arriba y que se funda en los valores de la solidaridad, el emprendimiento y la democracia.

Estamos conscientes de que el sistema electoral que ha impuesto el régimen aún no da garantías suficientes para el cambio político y pacífico al que aspiramos los venezolanos; pero sabemos, de primera mano y gracias al trabajo que hacemos en nuestras comunidades, que la organización popular es el mecanismo necesario para lograr que el voto recupere su lugar en la política venezolana.

Aunque no debemos sobredimensionar lo ocurrido en Barinas, esta buena noticia nos compromete a seguir trabajando con la gente, organizándola, apoyando el trabajo de sus líderes, reconectando el valor de la democracia con el derecho a una mejor calidad de vida. Barinas no es la meta, es apenas el inicio de un largo y complejo recorrido por recuperar la democracia en Venezuela.

Este es nuestro compromiso.

* Cofundador de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive | rpatino.com

Cuando sopla el barinés

Cuando sopla el barinés

Dueños de nuestro futuro

Dueños de nuestro futuro

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Laureano Márquez P. Ene 20, 2022 | Actualizado hace 1 mes
La Delpiniada
A 137 años de La Delpiniada, la adulación y los elocuentes discursos vacíos siguen siendo –tal vez más que en ningún otro tiempo– costumbre de la política nacional

 

@laureanomar

Un par de tweets del compatriota Oswaldo Guerreiro (@ojguerreiro) en los que mostraba tanto el “afiche” como el programa del homenaje que se rindió el 14 de marzo de 1885 en el Teatro Municipal de Caracas al “poeta desquiciado” –como lo alude una reseña de Olga Santeliz–, Francisco Antonio Delpino y Lamas, invitan a reflexionar sobre ese gran acontecimiento humorístico, con indiscutibles consecuencias políticas para el país, que constituyó La Delpiniada.

Eran los tiempos del general Antonio Guzmán Blanco, una figura política tan afecta a las adulaciones, que llegaba al extremo, como diría Zapata, de adularse a sí mismo. Se autohomenajeó con sendas estatuas, una ecuestre lo que cuestre, ubicada entre la antigua sede de la Universidad Central de Venezuela y la entrada del Congreso. La otra, pedestre, no por ramplona, sino porque lo representaba a pie, con actitud que le hacía parecer una suerte de émulo tropical del gran Pericles griego, estaba ubicada en lo alto del paseo de El Calvario, por él también construido y bautizado con el nombre –como era de esperarse– de “paseo Guzmán Blanco”, aunque le hubiese cuadrado mejor el nombre de: “El Calvario de Guzmán Blanco”. Hubo un estado Guzmán Blanco, un teatro Guzmán Blanco. En fin, fue un hombre dado a recibir siempre elogios y adulaciones, entre las cuales figuraban la de vastos sectores intelectuales de la época que acudían a sus veladas en su casa de campo de Antímano.

En este contexto, un grupo de jóvenes estudiantes caraqueños decide rendir este homenaje bufo al popularmente conocido como “el chirulí del Guaire”, el lunático pseudopoeta Delpino y Lamas. Para ello realizaron una parodia que, aunque no hacía referencias explícitas al presidente, aludía de manera evidente al único personaje destinatario de homenajes en el país en ese tiempo y a las formas y discursos alabanciosos con los cuales usualmente se le rendía pleitesía. El acto se celebró en el teatro Caracas y tuvo hondas repercusiones en las protestas posteriores en contra de Guzmán Blanco.

Del acto humorístico salió un movimiento y un periódico. Demás está decir que los organizadores del evento fueron encarcelados.

En el programa del acto en honor al poeta, además de lectura de poemas salidos de la florida pluma del protagonista del evento, hubo música, representación de una comedia, ofrendas literarias y naturalmente un discurso laudatorio pronunciado por “un diserto prosista y elocuente orador”. Se colgó al cuello de Delpino, al final, una exagerada corona y fue conducido en carro descapotable por las calles de Caracas hasta su residencia en El Guarataro.

La-Delpiniada, por Laureano Márquez. Dibujo de Zapata
Programa de La Delpiniada, en el Teatro de Caracas, 1885.

 

Guzmán Blanco, que se encontraba en ese momento en Europa, era megalómano, pero no bruto, inmediatamente se dio cuenta de que un país ya harto de él, le sometía al inapelable revocatorio del humor, cuyo poder y alcance seguramente no le era ajeno a un hombre acostumbrado a la cultura europea y particularmente a la francesa. Así, seguramente, debió percibirlo al regresar al país al año siguiente para ejercer su último mandato, conocido como el bienio, que no llegó a concluir. Frente a la fuerza de la protesta humorística, se encontraba Guzmán demasiado indefenso, solo contaba con armas, soldados y cárceles. Su desventaja era evidente. Así pues, harto de tanta guachafita en un país que era como un “cuero seco”, decidió renunciar a la presidencia para irse definitivamente a París, donde murió rodeado de sus Corots.

A 137 años de La Delpiniada, la adulación y los elocuentes discursos vacíos siguen siendo –tal vez más que en ningún otro tiempo– costumbre de la política nacional. Así pues:

Cuando por tu vergel vaya un canario

Y entre flores te cante divino

No lo espantes, que es mi humilde emisario

Tu cantor, Francisco Antonio Delpino.

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Castromadurismo y bases militares
Puede ser o no que estemos invadidos, pero la terrible, dolorosa e insólita realidad es que somos un ejemplo de reparto en pleno desarrollo

 

@ArmandoMartini

Hubo un tiempo, más largo del que tránsfugas políticos soñaron, más corto de lo que se necesitaba por culpa de conductores, durante el cual tuvimos una Venezuela que llamamos “suya”, “tuya” y siempre mía. El chavismo devenido en madurismo ha puesto en ejecución otro viejo concepto de cosechas pasadas, “Venezuela para todos”.

Ahora el Estado gobierna, comparte y maneja en sincronía. La isla de Margarita es cada día más musulmana fanática. Cubanos y rusos disfrutan cuarteles, se uniforman, oprimen, realizan labores de inteligencia, reciben honorarios y saborean amenidades. Chinos, turcos y otros intervienen en la importación de alimentos, finezas, exquisiteces, elegancias, comerciando cuanta vaina hay. Los narcoguerrilleros en el sur se roban los minerales, y, además abren camino al sucio e inmoral negocio del narcotráfico.

Se ha armado un zafarrancho, alboroto -decían las abuelas-, con declaraciones sobre la introducción de Venezuela en una travesura geopolítica de la cual no forma parte ni tiene arte. Los rusos, presionados por su afán ucraniano, conscientes de que son mucho pero no tanto como Estados Unidos, levantan banderas descoloridas. La despliegan al viento con argumentos que hacen creer que son capaces de enfrentarse, a pesar de su economía mediocre y un único anticuado portaaviones, a la primera y más rica potencia del mundo.

Rusia no quiere que se respalde ni con el pétalo de una rosa a una Ucrania que al mismo tiempo es poblacional parcial, frustración, y único argumento de amenazar con establecer bases militares en Cuba y Venezuela. La presencia rusa en la “isla de la felicidad” es de vieja data y en nada impresiona, aunque siempre vigilada. Y, su representación en Venezuela es cosa de añosos asesores, remanentes sobrevivientes del pensamiento de posguerra, que se reduce a la venta de equipos militares envejecidos y caducados, en buena parte aún no cancelados por el régimen.

Con una fuerza armada de última generación, alcance mundial y mejor dotada tecnológicamente, no cabe la menor duda de que USA es una potencia poderosa, definitiva. Ya pasaron aquellos tiempos de la paridad militar de la Guerra Fría. Estados Unidos puede acabar con Rusia, pero los rusos no con los estadounidenses. Hoy día, contundente realidad. Por eso los chinos se preparan pacientes e insistentes. Son potencia económica de primera magnitud, pero plagada de problemas internos. La estadounidense sufre la inflación después de mucho tiempo, pero deslumbra con el observatorio espacial James Webb; y China puede desmoronarse en cualquier momento. Pueden trabar al mundo con el coronavirus que la frena a ella misma.

Para Estados Unidos, América y en particular el mar Caribe, son mucho más que zona de influencia, es de expansión, soporte económico y certeza militar. Es lo que aterroriza al régimen cubano-venezolano. Cualquier base militar sería detectada de inmediato. Ensamblarla es pesado problema económico que solo puede hacerse mediante sucesivos pasos pequeños y enormes costos de instalación; y su mantenimiento es tan elevado que una economía de bajo nivel y poca monta no soportaría. Además, la avanzada realidad de tecnología en drones y satélites, olvidaron aquellos tiempos de los misiles rusos en Cuba.

Amenazar con instalarlas en Venezuela y Cuba es alarde de la arcaica guerra fría en busca de un compromiso estadounidense de no meter sus potentes -a veces torpes, hay que reconocerlo- narices en Ucrania. La realidad es que, semejante atrevimiento bélico, por demás estulto, es imposible de cumplir. Porque sin un solo soldado estadounidense en tierra venezolana, somos parte de las responsabilidades del Comando Sur, orgullo y prevención.

El régimen bolivariano es generoso en la distribución del territorio, el castromadurismo entiende que sería egoísta ser los únicos que aprovechen los cada vez menores recursos, y han abierto las puertas a bandidos nacionales y extranjeros, sinvergüenzas, bolichicos, enchufados, cómplices y cooperantes para que se enriquezcan, importándole un carajo Venezuela.

No se termina de entender el proyecto revolucionario. Estamos invadidos por el criminal comunismo, la afrenta del Foro de Sao Paulo, el ultraje del Grupo Puebla, la ofensa castrista y el insulto oficialista que reparte soberanía, confiando en que sigan su ejemplo Perú, Chile, Brasil, Colombia y otros países. Excepto la cínica Cuba que no se reparte, ellos son todo para adentro especialmente miseria y represión.

Puede ser o no que estemos invadidos, pero la terrible, dolorosa e insólita realidad es que somos un ejemplo de reparto en pleno desarrollo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Reuben Morales Ene 20, 2022 | Actualizado hace 1 mes
Mis Crocs cumplen 15 años
Ustedes se preguntarán cómo llegaron a cumplir quince años unas Crocs, aquí les cuento la cantidad de vivencias que marcaron nuestras vidas por siempre

 

@ReubenMoralesYa

No soy vidente profesional, pero una predicción que sí les puedo dar es que cuando llegue el Apocalipsis, lo único que seguirá existiendo serán las pirámides, la muralla china y mis Crocs. En este año 2022, mis Crocs cumplen quince años. Una proeza que celebraremos yo, alguien que lea esto en el departamento de mercadeo de Crocs y alguna ballena que jamás se terminó comiendo este par de evidencias de que el plástico es menos biodegradable que el comunismo.

Y ustedes se preguntarán cómo llegaron a cumplir quince años unas Crocs (cosa que también se pregunta mi esposa, quien las quiere botar desde que me conoce). El primer secreto es que soy de esas personas que usa las cosas hasta que ya no sirven, como una chequera que todavía tengo del año 1999. El segundo secreto, es que calzo 49 y no consigo zapatos con facilidad. Y el tercer secreto, es uno jamás revelado: uso mis Crocs con medias.

Por eso no quise que mi par de Crocs negras dejaran de tener su fiesta de quince años (fiesta por demás barata, pues las cumpleañeras no comen, no bailan y con las mangas del vestido de una quinceañera, salen dos vestiditos para ellas). La gran oportunidad para bailar el vals con ellas puestas, pero en las manos porque están tan lisas que no me quiero dar una matada. Incluso me imagino bailando el clásico tema de Chayanne: “Tiempo de Crocs, un, dos, tres al revés…”.

Por supuesto, como en toda fiesta de quinceañera, también proyectaré un video de los momentos más icónicos de mis Crocs en estos quince años de vida. Como el momento en que las compré, allá en el 2007. Recuerdo cómo supe que, de entre todas las Crocs expuestas en el mostrador de la zapatería, esas eran. Claro, eran las únicas que me quedaban.

De ahí en adelante, experimentamos una cantidad de vivencias que marcaron nuestras vidas por siempre. Como la primera vez que usé mis Crocs negras con medias blancas. La gente creía que estaba caminando sobre dos pingüinos. También las usé cantidad de veces en la ducha como jabonera. Luego conformaron la primera cuna de mi hijo para después ser el Titanic de sus muñequitos en la bañera. También estuvo la vez que les amarré una cuerda y sirvieron de salvavidas para rescatar a alguien que se cayó de una lancha. Mismo fin de semana cuando acampamos en una playa, nos sirvieron como colador de pasta y luego para defendernos de unos malandros cuando se las lancé como búmeran. Con una sola Croc neutralicé a veintiocho de ellos.

Han sido recuerdos muy gratificantes. Como la vez cuando emigré a Colombia, que media maleta se perdió nada más en llevar mi par de Crocs. Aunque lo positivo fue el momento cuando el Guardia Nacional me revisó la maleta a ver con qué se quedaba. Cuando vio dos Crocs me dijo “No, hombre… siga”.

¡Qué orgullo siento! Mis Crocs dejaron de ser unas niñas para convertirse en todas unas mujeres. Aunque envidio la lentitud con la que envejecen. Ahorita de quince, se ven más jóvenes que un renacuajo. De hecho, creo que ya di con la tasa de envejecimiento de las Crocs. Así como los años de perros son siete años de humanos, el año de una Croc equivale a -2 años de humano.

Así, cuando yo cumpla cien años, mis Crocs tendrán -73. Entonces las donaré a un museo de historia y allí quedarán expuestas. De hecho, me las imagino ahí colocadas en una muestra con las pirámides egipcias y la muralla china. El nombre de la exposición será: “Las únicas cosas que sobrevivieron al cambio climático”.

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