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Luisana Solano | @LuisiSolano

Paola Martínez | @mpaolams 

UN GRUPO DE VENEZOLANOS QUE VIVE a miles de kilómetros de su país natal son la esperanza de sus muchos compatriotas para recibir la ayuda que el gobierno les niega. Ya sea con comida, medicina o asesoramiento legal, ellos no esperan a la apertura de un canal humanitario o la resolución de una nación vecina para aliviar la crisis.

Carlos y Kary Carrasco, Norma Camero, Javier Torres y Patricia Andrade viven en Florida, al sur de Estados Unidos, uno de los lugares que más emigrantes venezolanos ha recibido en todo el país americano, y desde allí han creado fundaciones y programas de solidaridad para ayudar a los que se quedan y a los que se van.

Carlos Carrasco: Un grandes ligas en cumplir sueños

Carlos Carrasco nació en Barquisimeto, pero ahora vive en Estados Unidos donde juega para los Indios de Cleveland como lanzador. Desde niño soñó con llegar a las Grandes Ligas y, ahora que está allí, quiere ayudar a otros niños a cumplir sus sueños de la misma manera en que a él lo ayudaron.

“Muchísimas personas pasaron por mi a ayudarme y eso me impactó. Y ahora, 26 años después, he podido dar esa ayuda a personas y niños”, dice Carrasco.

Con ayuda de su esposa Karelis creó la Fundación Carlos Carrasco para promover la educación temprana de los niños en Venezuela, pero también de República Dominicana, Puerto Rico, México y Estados Unidos.

Pero en Venezuela la educación temprana quedó relegada a un segundo lugar ante la falta de medicinas y alimentos en medio de una crisis económica, lo que empujó a la fundación a dedicarse al envío de ayuda humanitaria.

“Hemos enviado cerca de dos millones de dólares en medicinas a Venezuela”, afirma el beisbolista. Insumos médicos y odontológicos, antibióticos, medicinas, vitaminas, y hasta un monitor cardíaco son enlistados rápidamente como la clase de cosas que han llegado a enviar. Los alimentos también son uno de los envíos que realizan al país, en que al menos niños de 17 estados se han beneficiado de la fundación.

Aunque Carlos es la cara, su esposa Karry Carrasco es la encargada de la logística detrás de la operación. Ella se encarga de la logística y de estar en constante comunicación con el equipo de voluntarios en Venezuela.

La fundación es una cuestión familiar para los Carrasco. Junto a sus hijos empacan las cajas que envían a Venezuela, donde son recibidas por colaboradores de la fundación y repartidas a las comunidades necesitadas.

“Hemos salvados muchas vidas, y para nosotros eso es lo más importante. Lo vamos a seguir haciendo (…) Solo con ver las fotos de las personas sonriendo es suficiente para nosotros”, comenta Carlos.

Carlos y Karry se miran el uno al otro y con una sonrisa dejan un mensaje a todos los venezolanos: “Venezuela no está sola, no pierdan la fe. Estamos con ustedes”.

Javier Torres: justicia, cultura y política a nombre de los venezolanos

En lo que se presume era una tabaquería cubana, de esas edificaciones grandes, con ladrillos descubiertos y techo alto, en el medio de un hoy pujante vecindario en el downtown Tampa, tiene su oficina Javier Torres.

Este abogado y activistas político venezolano emigró en 2006 y con él sus ganas de ayudar y crear comunidad. Torres es director de Migrants Rights Foundation, una organización sin fines de lucro que realiza el acompañamiento legal a personas con bajos recursos en sus aplicaciones de refugios o asilo político. La fundación trata con casos delicados como el de víctimas del crimen, violencia doméstica, tráfico humano o perseguidos políticos.

El abogado revela que en los últimos dos años han recibido alrededor de 300 casos, la mayoría de militantes políticos y en menor proporción empresarios o comerciantes expuestos al tema político.

Torres recuerda que entre el 2006 y 2008 la cifra de venezolanos solicitando asilo era entre 1.000 y 1.200 al año. “Hoy en día llegan mensualmente cerca de 2.000 o 2.500 venezolanos solicitando asilo político”, haciendo referencia, explica Torres, solamente a los número en Florida.

Además de los datos, se asegura de resaltar las condiciones en la que llegan sus conciudadanos. Antes del 2013, indica, el venezolano planificaba con más detalle su salida del país. “Después de la llegada de Maduro y muy cerca de estos últimos dos años, el venezolano llega sin recursos ya. Llega totalmente en la indigencia”, afirma.

“Saliendo de una crisis y entrando aquí con un mal pie, no los ayuda. Es lamentablemente que cada día crece ese número de venezolanos”, sentencia.

Además de su labor como abogado, Torres fue elegido para presidir dos asociaciones de venezolanos en el área de Tampa Bay. La primera es “Venezuelan Suncoast Association”, fundada en 1999, se dedicada a la preservación de los valores, tradición y cultura venezolana. Y la segunda es Casa Venezuela Tampa Bay, creada más recientemente pero que surge como una necesidad de los venezolanos radicados en el área de la Bahía de Tampa de expresarse políticamente.

“La comunidad de venezolanos, al parecer, es la más activa políticamente aquí en los Estados Unidos, y especialmente en el área de la Florida”, explica Torres, agregando que sus connacionales utilizan todo los medios que tienen para poder expresarse políticamente.

Un ejemplo de ellos es que al poco tiempo de establecerse como organización, a los venezolanos líderes de la comunidad que forman para de “Casa Venezuela Tampa Bay” les correspondió organizar la Consulta Popular el 16 de julio de 2017.

Norma Camero: De venezolanos para venezolanos

Después de 30 años en EEUU, Norma Camero-Reno confiesa que ya es y se siente una ciudadana americana con todas las de la ley. Sin embargo, los detalles de su casa a las afuera de Tampa, como fotos, cuadros, su título de abogada y recortes revelan su verdadero origen: Venezuela.

La distancia no ha hecho que Camero se sienta más lejos de su país o esté menos pendiente de lo que ocurre. Es por ello que en 2013 creó MOVE (Movimiento Organizado de Venezolanos en el Exterior), una organización sin fines de lucro que se encarga de enviar ayuda humanitaria a Venezuela y de apoyar a los venezolanos que están llegando a los Estados Unidos.

“Cuando tu hablas de MOVE, tú estás hablando de una organización que nació por amor a la patria”.

En estos años Move, que nació en Tampa, se ha extendido a Miami y Nueva York. La labor de Camero como defensora de derechos humanos y activista político también ha sido reconocida con distinciones locales y estadales.

Carmero relata que cuando comenzó la organización, después de hacer la recolecta y enviar la caja con lo bienes que fuesen necesarios, era ella quien viajaba para poder hacer los contactos y decidir el destino de esa donación. Con el pasar del tiempo fue creando una red de colaboradores, tanto en EE.UU con en Venezuela, para poder manejar y agilizar los envíos.

A pesar de que no aceptan donaciones en efectivo, asegura que la recolección no es el problema, sino el envío por sus altos costos, por lo que siempre le explica a los interesadas en colaborar con MOVE que una forma puede ser llamando directamente a las empresas de envíos.

Como parte del activismo político de Torres y Camero, además de ayudar organizar y coordinar la Consulta Popular en Florida, ambos formaron parte del grupo de venezolanos que pudieron conversar con el vicepreside Mike Pence durante su visita a los líderes comunitarios y exiliados venezolanos en el Doral, Miami, en agosto de 2017.

Patricia Andrade: defensora de venezolanos ante todo

Todos los viernes, Patricia Andrade se monta en su carro y conduce hasta un depósito en Miami, donde al menos cinco familias venezolanas la esperan para aceptar donaciones. El auxilio a cientos de familias que han escapado de Venezuela viene en la forma de una cafetera, un coche para bebé, una hornilla para cocinar, un vaso de vidrio para sustituir los plásticos, y hasta un libro para leer cuando los pocos centavos que ganan los inmigrantes apenas alcanzan para sobrevivir.

Andrade es conocida por ser la abogada que llevó y ganó uno de los casos de violación de derechos humanos cometidos por el Estado venezolano a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), tras lo cual el fallecido presidente Hugo Chávez retiró al país de la instancia.

Sus actividades en el estado de Florida le han dado otra razón para ser conocida: la ayuda que su programa Raíces Venezolanas, de la fundación Venezuela Awareness, ofrece a miles de venezolanos que llegan improvisadamente a Estados Unidos mediante la entrega de objetos que facilitan su día a día.

En medio de un laberinto de depósitos, un grupo de seis mujeres revisan grandes bolsas y organizan sus contenidos mientras hablan entre ellas, cada una con un acento ligeramente distinto, pero todos reconocibles como venezolanos. Ellas, junto a Patricia, se encargan de que todos los objetos donados al programa estén limpios y en buen estado para ponerlos en uno de los siete compartimientos que alquila el programa, y quedar a la espera de personas quienes realmente necesiten de esas cosas.

En esos pasillos el eco ha transportado todo tipo de historias. Las de venezolanos escapando de la persecución política del gobierno, venezolanos enfermos o con condiciones especiales que buscan tener acceso libre a la compra de medicamentos y los que huyen en búsqueda del poder adquisitivo, la seguridad ciudadana y alimentaria que no encuentran en Venezuela.

“Hay algunos que al llegar no tienen suficiente dinero para pagar un alquiler. Como pueden compran un carro en el que duermen y pagan la mensualidad de un gimnasio para asearse”, explica Andrade.

La abogada, quien lleva varios años en Estados Unidos, en 2015 empezó a recibir mensajes de amigos venezolanos recién llegados pidiendo una que otra cosa de la que pudiera prescindir, y poco a poco las peticiones de ayuda, tanto de conocidos como de desconocidos, fueron en aumento y la empujaron a hacer algo al respecto. “El programa comenzó a principio de 2016 y no sabíamos que ese sería el momento en que comenzaría la gran salida de los venezolanos”, dice.

El programa funciona gracias a las donaciones de amigos, allegados, compañías, y personas que deciden apoyar la causa con algún objeto de la lista de deseos que Raíces Venezolanas tiene en tiendas en línea, porque “se dieron cuenta de lo que pasaban los venezolanos y quisieron ayudar”, explica Patricia.

Mediante la página web de la fundación, Andrade no solo recibe objetos, también recibe donaciones en dinero que usa para cancelar el alquiler mensual de los depósitos que usa como centro de operaciones.

 

Esta producción fue realizada en el marco del programa Media Co-Ops del Departamento de Estado de Estados Unidos y la Embajada de Estados Unidos en Venezuela.