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morgue de bello monte

#MonitorDeVíctimas | Estaba desaparecido y su papá lo halló en la morgue
A Gustavo Peña Rondón, la víctima, lo golpearon y luego le dispararon. Sus familiares tenían dos días buscándolo

 

Sandra Guerrero


Gustavo Peña Rondón desapareció el pasado miércoles 2 de junio y no fue sino hasta el viernes 4, cuando su papá, Gustavo Peña y un tío lo hallaron en la morgue de Bello Monte. Al hombre, de 28 años de edad, lo mataron a golpes y disparos, según le informaron a los familiares en la medicatura forense.

Peña Rondón vendía helados en un negocio ubicado en el kilómetro 7 de la carretera El Junquito y residía en un refugio del kilómetro 4 de esa misma vía. El padre de la víctima rompió en llanto cuando le informaron que el cadáver del joven estaba en la morgue.

En torno a la muerte de Peña Rondón se maneja la hipótesis, pues su moto no ha sido localizada, aunque también se presume que el homicidio tenga que ver con una relación amorosa que la víctima estaba sosteniendo con una mujer.

Murió en presunto enfrentamiento

César Alexander Julio Martínez, de 34 años de edad, murió en la emergencia del Hospital Domingo Luciani de El Llanito, adonde fue trasladado por una comisión de funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), el 24 de mayo pasado.

De acuerdo con la versión policial, Julio Martínez, apodado el Pitufo, se habría enfrentado a los  investigadores de la División contra Bandas, en un sector de la parroquia Petare.

El hombre estaba solicitado por el delito de homicidio y presuntamente era integrante de un grupo delictivo conocido como Los Pitufos, indicaron fuentes policiales.

Monitor de Víctimas - Cintillo

Morir en casa por COVID-19: el peor escenario
Algunas de las personas que fallecen por coronavirus en su hogar no consiguen cupo en hospitales, clínicas y CDI
Para retirar un cadáver de un domicilio es necesario contar un certificado de defunción expedido por un médico 
Solo servicios velatorios autorizados por el gobierno pueden recoger en casas cuerpos de muertos por COVID-19

@franzambranor

 

Cuatro días en la morgue de Bello Monte pasó el cadáver del esposo de Sandra* antes que esta pudiera cremarlo en el Cementerio General del Sur. Todo comenzó con una gripe que en pocos días pasó a una fiebre de 42 grados que no le bajaba con nada, eso encendió las alarmas ese jueves en la noche. Sandra buscó ayuda en hospitales centinelas y CDI y no la consiguió. A los que asistió le dijeron que no podían recibirlo. “En cada sitio que fuimos no encontrábamos la manera de hacerle pruebas ni que pudieran examinarlo para poder saber qué hacer, nunca le hicieron el test del COVID-19”, dijo Sandra. 

Con mucha impotencia y miedo, a Sandra no le quedó otra que quedarse en casa suministrando a su esposo infusiones e inhalaciones con eucalipto. 

Cuatro días después falleció. “Era un hombre de apenas 52 años, no tenía enfermedad preexistente, pero si era una persona con sobrepeso”.

Sandra sentenció que dentro de toda la tragedia que significó perder al padre de sus dos hijos, el procedimiento fluyó. «La misma noche que murió fueron a la casa miembros de Protección Civil, luego se presentó una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que me explicó el procedimiento, el cual consistía en esperar a los trabajadores del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf). El cuerpo lo vinieron a buscar al mediodía del día siguiente”.

“Hubo personas que me dijeron que había tenido suerte, porque conocían a familiares que esperaban hasta veinte días para que les entregaran el cadáver. La misma gente del Cementerio General del Sur estaba sorprendida”, añadió Sandra.

El único dinero que debió desembolsar Sandra fueron 20 dólares por concepto de la caja donde reposan las cenizas de su esposo. “Para mi eso fue mucho porque no tenía como costearlo, pero escuchando todo lo que conversaban las demás personas, creo que quejarme está de más. Corrimos con suerte de cruzarnos con personas de buen corazón tras la muerte de mi esposo, pero cuando estábamos peregrinando para que lo atendieran fue rudo, nos sentíamos con mucho miedo y abandonados”.

Una cruz a cuestas 

La madre de Carlos Guerrra no murió de COVID-19, pero igual tuvo que someterse a un largo peregrinar para conseguir tratamiento domiciliario y posteriormente efectuar la cremación en Caracas. Por tratarse de una enfermedad bronco respiratoria, Carlos se vio obligado a buscar oxígeno para su mamá. “La situación fue desesperante, el ‘no hay’, ‘estamos colapsados’ y ‘no podemos atenderla’ fue la constante”.

Finalmente consiguieron oxígeno, pero la saturación no subió a los niveles requeridos por lo que le indicaron una serie de exámenes que lamentablemente no pudo practicarse a tiempo porque muchos laboratorios estaban preparándose para el asueto de Semana Santa.

La mamá de Carlos murió en su hogar la madrugada del martes 30 de marzo. Una funeraria en El Rosal fue a recogerla la tarde de ese día y no fue sino hasta el domingo 4 de abril que pudieron cremarla. 

Carlos indicó que en todos los lugares donde fue a reportar el deceso de su madre le preguntaban con insistencia si la causa había sido COVID-19. 

“Fue una odisea por el colapso de funerarias y cementerios. En el Registro de Baruta nos tocó hacer cola desde las 4 de la mañana para agarrar uno de los cupos diarios que entregan en el Cementerio del Este. Al final fueron 6 horas y media solo para pagar la cremación en el cementerio y tres más, seis días después para retirar las cenizas. La verdad es terrible todo lo relacionado con los trámites. El dolor se va transformando en una mezcla de rabia, resignación e indignación ”.  

Carlos sostuvo que el desborde en el camposanto es notorio. “Allí había una cola para los casos que eran de COVID-19 y otra para los que íbamos por casos diferentes, ambas largas, pero la de coronavirus era impresionante”.

¿Qué hacer si un enfermo con COVID-19 muere en casa?

Todo un proceso 

Javier Montoya, presidente de la Asociación Profesional de la Industria Funeraria (Asoproinfu) sostuvo que retirar un cuerpo de un domicilio por cualquier causa es un asunto en extremo delicado. “Sin certificado de defunción no se puede buscar ningún cadáver, eso es una norma. En los casos de COVID-19, las funerarias deben esperar el certificado y llevarlos inmediatamente al crematorio porque no pueden permanecer allí, los crematorios comienzan a trabajar a las 7 de la mañana, incluso hay algunos que les ha tocado trabajar las 24 horas”.

El primer paso que debe dar el familiar de una persona que muere en casa es conseguir un certificado de defunción, firmado por un médico. 

“En teoría debería ser emitido por un infectólogo, inmunólogo o internista si el paciente murió por COVID-19”, dijo Jaime Lorenzo, director de Médicos Unidos por Venezuela.

Lorenzo sostuvo que con el informe médico, el cadáver del fallecido por COVID-19 no necesita pasar por una morgue para la autopsia de rigor. El documento es suficiente para que los trabajadores de la funeraria acudan a retirar el cuerpo. 

“Ese certificado médico lo dan clínicas, hospitales y CDI, ninguna funeraria lo puede expedir”, aclaró Montoya.

Una vez que se cuente con el certificado se debe acudir a una prefectura para solicitar el acta de defunción, en el caso de que la persona no disponga del certificado médico, entonces es necesario solicitar la intervención del Senamecf, porque son ellos los que deben constatar la causa del deceso. 

De acuerdo con Montoya, el gobierno ha exigido a las instituciones que aceleren la marcha en vista de la demanda. “Han puesto énfasis en que los procesos y trámites sean expeditos, tanto en las prefecturas como en los registros adscritos al Consejo Nacional Electoral, que son quienes dan los permisos para la cremación”.

Solo algunas funerarias designadas

De acuerdo a un trabajador de una funeraria que opera en las inmediaciones de la morgue de Bello Monte, quien no quiso identificarse, solo cinco servicios velatorios están autorizados en el área metropolitana y sus adyacencias para retirar cadáveres que hayan fallecido por COVID-19 en sus hogares: Cementerio del Este, Funeraria Vallés, La Loira, Jardines El Cercado y El Cristo en Catia.

“Ellos son los que tienen el equipo y el personal entrenado y capacitado para eso, el resto no nos metemos con eso porque es muy delicado. Nosotros para retirar un cadáver en un domicilio por causas naturales lo primero que pedimos es un informe de un médico debidamente autorizado para ver la causa, incluso hay quienes exigen una prueba de despistaje de COVID-19 al cadáver para cerciorarse”. 

Montoya indicó que las autoridades gubernamentales autorizaron a las funerarias que cumplen estrictamente con todos los protocolos de bioseguridad. “Son celosos para dar los permisos porque de eso depende la salud del pueblo”.  

Obligatorio tener dólares

“Pagamos 280 dólares por el traslado y el tiempo que estuvo en la funeraria y $326 por la cremación”, dijo Carlos Guerra, quien perdió a su madre a finales del mes de marzo. 

“El costo depende de la estructura de costos de cada funeraria. La cremación oscila entre 300 y 500 dólares”, sostuvo Javier Montoya, presidente de la Asociación Profesional de la Industria Funeraria.

Montoya manifestó que las funerarias debieron hacer una inversión considerable para atender a los fallecidos por la pandemia. 

“La carroza donde se traslada el cuerpo debe ser desinfectada en cada proceso, todo el personal tiene que estar protegido con mascarillas, trajes especiales, lentes, guantes dobles y botas de seguridad. Los costos de los productos que se utilizan son elevados, aquí no se produce ninguno de los instrumentos que son usados para la bioseguridad, son materiales que se consiguen en divisas y eso afecta la estructura de costos de cada funeraria”. 

De acuerdo a la Cámara Nacional de Empresas Funerarias, hay 18 crematorios a nivel nacional y Caracas cuenta con siete de ellos. 

Montoya sentenció que el mantenimiento de un horno crematorio es costoso. “La gente cree que eso es prenderlo y ya. Un horno cuesta entre 90 y 100 mil dólares, es decir, hay una inversión importante detrás de eso.Todos los hornos tienen planta eléctrica, la mayoría emplean gasoil o gasolina que obviamente es difícil de conseguir. Hay que desinfectarlos todo el tiempo. Aunado a eso, se necesita personal calificado, no cualquiera puede operar un horno crematorio”. 

Un riesgo quedarse en casa 

Lorenzo indicó que un paciente con síntomas de leves a moderados podría someterse a un tratamiento en casa. “Hay médicos que están atendiendo a domicilio a las personas con el debido protocolo”. Pero aseguró que los casos severos de COVID-19 no deben permanecer en sus hogares. “Es necesario hacer lo posible por hospitalizar”. 

El dilema es que algunas personas pasan de tener leves síntomas a agravarse de una manera acelerada y los familiares no saben cuándo actuar. También la preexistencia de otras enfermedades, especialmente de carácter respiratoria hacen que el pronóstico pueda ser de extremo cuidado.

El director de Médicos Unidos por Venezuela sostuvo que la escasez de personal calificado para atender a pacientes, especialmente en los hospitales es un problema de salud pública. “Hay que recordar que ha habido una migración de profesionales de la salud debido a los sueldos miserables, especialmente en los hospitales públicos. Y no solo estoy hablando de los que se van del país, también de aquellos que se ven obligados a dedicarse a otra cosa porque sencillamente el dinero no les alcanza, además que a diario exponen sus vidas y la de sus familiares”. 

La segunda ola de coronavirus que vive Venezuela ha provocado el colapso de los hospitales y clínicas debido a la inmensa cantidad de contagios. “Estamos a nuestra máxima capacidad, desbordados, a finales de 2020 la cosa había bajado, pero ahora retrocedimos, es horrible”, dijo una enfermera de La Clinica Floresta en Altamira, Caracas.

Desde el 1 hasta el 11 de abril murieron en Venezuela 176 personas, de acuerdo a cifras del gobierno de Maduro, un promedio diario de 16, alcanzando la cifra récord por día de 20, el pasado 10 de abril. 

* Nombre ficticio a petición de la entrevistada

#MonitorDeVíctimas | Mataron a vigilante dentro del Parque del Este
Lo apuñalaron en la habitación donde dormía. Dos crímenes más ocurrieron en Ciudad Tiuna y la carretera Petare-Santa Lucía 

Francisco Zambrano @franzambranor / Fotografías: Carlos Ramírez

 

Rubis Alfonso Correa Fandiño, de 60 años de edad, solía visitar a su familia en Petare los fines de semana cuando estaba libre de su trabajo como vigilante en el Parque del Este de Caracas. Pero el pasado sábado 4 y el domingo 5 de abril no lo hizo. 

Extrañados, sus familiares lo buscaron y se enteraron que el cadáver de Correa Fandiño había sido levantado por funcionarios del Cicpc el domingo, víctima de un ataque con arma blanca en su dormitorio del Parque del Este.

Su familia desconoce el posible móvil del asesinato. Alegan que Correa Fandino no tenía enemigos aparentes.

La víctima tenía cinco años trabajando en el Parque del Este y deja tres hijos.

También con arma blanca 

En otro suceso, a Javier Montiel lo apuñalaron por la espalda hasta matarlo frente a la torre 24 del complejo de la Gran Misión Vivienda Ciudad Tiuna, ubicada en Fuerte Tiuna, municipio Libertador, el pasado 5 de abril aproximadamente a la 1:00 am.

Montiel, de 19 años de edad, era oriundo de Maracaibo y pertenecía a la etnia wayúu, trabajaba como obrero en un vertedero de basura desde hacía cuatro meses.

Según la familia, Montiel regresaba de su trabajo cuando fue asesinado.

Lo mató un amigo por una deuda 

Dos tiros recibió Michael Istúriz, de 38 años de edad, por parte de un amigo luego de sostener una discusión por una deuda de dinero. El crimen ocurrió en el sector La Lagunita de la carretera Petare-Santa Lucía, estado Miranda.

Así lo expresó un familiar de Istúriz en la morgue de Bello Monte.

El suceso ocurrió el pasado 6 de abril a las 11 de la mañana.

Istúriz era comerciante y deja huérfanos a dos hijos menores de edad.

 

#MonitordeVíctimas | De un tiro en el abdomen lo mató comisión de Polisucre delante de un hijo
Su pareja niega que se trató de un enfrentamiento porque la víctima tenía una lesión en la mano derecha y no portaba arma de fuego

@SandraGuerrero1 / Fotografías Carlos Ramírez

 

Rosalba Mendoza, pareja de Carlos Alberto Guzmán Vilera, aseguró que su marido no se enfrentó a funcionarios de Polisucre, el miércoles 22 de enero,  cuando regresaba a su casa con su hijo de 15 años de edad, luego de haber comprado alimento para unos cerdos que estaba criando. 

De acuerdo a la versión suministrada por el adolescente, la moto que conducía su papá, de 53 años de edad, fue interceptada por 2 funcionarios de Polisucre, que sin intercambiar una palabra con Guzmán Vilera, uno de ellos le dio un tiro en el abdomen y luego los uniformados lo llevaron al Hospital de El Llanito. El crimen ocurrió entre la 1:00 y 1:30 pm, en el kilómetro 13 de la vía Petare-Santa Lucía, estado Miranda.

Mendoza negó que su marido se hubiese enfrentado a los Polisucre pues tenía una lesión en la mano derecha que se ocasionó, hace cuatro meses en un accidente de tránsito. Hacía 15 días le quitaron un tutor que tenía en esa mano, que no podía mover y la próxima semana iniciaría la rehabilitación

El hijo de la víctima dijo que los policías colocaron en la mano derecha de su papá una pistola e hicieron unos disparos para simular que hubo enfrentamiento.

La víctima dejó siete hijos, cinco de ellos son menores de edad.

Era mototaxista, pero debido al accidente sufrido no estaba laborando.

Rosalba Mendoza dijo que teme por su vida y que por eso hizo la denuncia de lo ocurrido en el Ministerio Público

Agregó que su esposo nunca estuvo preso, no tenía antecedentes ni tenía problemas con nadie.

«Nunca vi que tuviese un arma de fuego», dijo.

 

 

 

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#MonitorDeVíctimas | Mataron a mototaxista para robarle el vehículo y otras pertenencias
El crimen ocurrió cuando la víctima se dirigía a su residencia en la calle Zulia de La Vega

@SandraGuerrero1 / Fotografía Carlos Ramírez

 

Oscar Alexander Duarte Bastidas, de 23 años de edad, era el único hijo de Oscar Duarte y su pareja. El sábado pasado el hombre llegó a la morgue de Bello Monte para hacer los trámites legales a fin de retirar el cadáver.

Allí, Duarte relató que su hijo laboraba, desde hacía cuatro años, como mototaxista afiliado a la línea establecida en la redoma de La Vega. El joven vivía con sus padres en la calle Zulia de esa parroquia.

La madrugada del viernes pasado, el mototaxista regresaba a su domicilio cuando fue abordado por dos hombres que le dieron dos disparos en la cabeza para despojarlo de su moto, celular, cartera y se presume que también le habrían robado alguna cantidad de dinero que habría ganado trabajando ese día. El mototaxista murió en el sitio y una comisión de la policía científica de El Paraíso levantó el cuerpo y lo trasladó a la morgue de Bello Monte.

El padre de la víctima destacó que la moto de Oscar Alexander era una Jaguar, de modelo viejo.

 

El Cicpc encontró los restos enterrados y carbonizados en cuatro áreas distintas del relleno sanitario. Se conoció extraoficialmente que solo uno de los cadáveres tiene data de muerte reciente

Las 11 osamentas localizadas en el relleno sanitario de La Bonanza, el lunes 4 de noviembre, se encontraban carbonizadas y distribuidas en distintas fosas de la zona.

Según información policial dos estaban enterradas en un área boscosa del relleno. En otro lugar había una sola, de un tercer sitio desenterraron cinco osamentas y del último, las tres restantes.
En la morgue de Bello Monte trabajan para identificar a las víctimas. Se conoció extraoficialmente que solo uno de los cadáveres, en avanzado estado de descomposición, tiene fecha de muerte reciente.

La investigación comenzó luego de que en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) recibieran varias denuncias por robo de vehículos y personas desaparecidas.

En el relleno sanitario La Bonanza localizaron una camioneta marca Toyota modelo Pick Up blanca. También dos conchas de bala calibre .38 percutidos, un cartucho de escopeta sin calibre aparente, dos proyectiles deformados y un manojo con cinco llaves.

Encuentran en El Calvario a adolescente con cinco tiros en la cara

Iván José Salazar salió desde Valencia a Caracas para sacarse una cédula de identidad. Días después, su cuerpo fue localizado en El Calvario, municipio Libertador del Distrito Capital. El rostro del adolescente de 17 años estaba irreconocible. Lo mataron con cinco tiros en la cabeza.

Los parientes se dieron cuenta de que no estaba en casa al mediodía del miércoles. Su abuela notó que no se había despertado y fue a buscarlo al cuarto. No estaban él ni sus pertenencias.

Desde hace varias semanas, la mamá de Iván José lo dejó al cuidado de su abuela. Por falta de medicamentos e insumos, la mujer viajó a Colombia para optar por una operación de la vejiga.

Una vez que descubrieron la ausencia del adolescente, los parientes comenzaron a investigar qué había ocurrido. Al día siguiente, Iván José llamó a uno de sus tíos y avisó que estaba en Caracas, que estaba bien y que estaba sacando su cédula de identidad. Dijo que la quería para poder viajar a Colombia con su mamá. Prometió regresar el lunes, porque ese día le entregarían el documento.

A las 8:00 pm del domingo 16 de diciembre, una vecina de la familia en Valencia tocó la puerta. Avisó que había leído en Facebook que le escribieron al adolescente un mensaje de luto: “Iván José,  te queríamos mucho. Descansa en paz”.

La angustia apareció de nuevo entre la familia. “Yo no sé por qué el se fue a Caracas. No tenemos familia aquí y cuando su mamá venía iba era a El Junquito”, manifestó su abuela, en la morgue de Bello Monte.

La abuela viajó inmediatamente a Caracas y el lunes buscó en hospitales el cuerpo de su nieto. El martes 18 de diciembre, se acercó a la morgue de Bello Monte y allí le confirmaron su muerte. “Aquí hay un muchacho con esas características, pero está irreconocible. Le dieron cinco tiros en la cara”, fue la respuesta del funcionario forense que la atendió.

Los parientes del adolescente ya iniciaron los trámites fúnebres. Enterrarán al adolescente en Valencia, en presencia de su madre quien regresó de Colombia el martes. Era único hijo y dejó los estudios hace seis años.

Denuncian que ajusticiaron a un hombre por acompañar a otro que estaba solicitado

A juicio de Rosmira Chiquiza, a su hijo lo asesinaron por andar con un amigo que estaba solicitado por las autoridades.

A Antoni Manuel Moreno Chiquiza de 21 años de edad lo mataron entre el kilómetro 2 y 3 de El Junquito el lunes 26 de noviembre cerca de la 10 de la mañana.

Rosmira Chiquiza denunció que su hijo fue ajusticiado por funcionarios del FAES. Aseguró que este no poseía armas ni tenía antecedentes penales.

Chiquiza presume que al abordarlos y percatarse que su compañero era buscado por la justicia, los efectivos procedieron a ejecutarlo. “Yo hice la denuncia y quiero que se investigue”, dijo desde la morgue de Bello Monte.

Aseguró que al acompañante de su hijo igualmente lo mataron, pero dijo desconocer el nombre y el paradero del cuerpo.

Moreno Chiquiza trabajaba a destajo y dejó a su pareja embarazada de cuatro meses.