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Papa Francisco pide a curas en México no resignarse ante la violencia

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El papa Francisco celebra misa en el estadio Venustiano Carranza de Morelia, México, martes 16 de febrero de 2016. (AP Foto/Rebecca Blackwell)

MORELIA, México (AP) — El papa Francisco llamó el martes a sacerdotes y monjas a no paralizarse ni resignarse ante la violencia y el narcotráfico que a veces enfrentan en sus comunidades y los convocó a encontrar inspiración en otros que lucharon contra la injusticia.

El vocero del Vaticano, el padre Federico Lombardi, estimó en 20.000 el número de curas, monjas y seminaristas que asistieron al estadio con el papa, además de que alrededor de 300.000 personas salieron a las calles para recibirlo en Morelia, capital del estado occidental de Michoacán que se ha visto marcado por la violencia y la penetración del narcotráfico.

«El papa está muy feliz», dijo el portavoz.

El pontífice preguntó: «¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad?».

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Monjas agitan banderas miebtras aguardan al papa Francisco en el estadio Venustiano Carranza de Morelia, México, martes 16 de febrero de 2016.  (AP Foto/Rebecca Blackwell)

El mismo papa respondió que esa tentación puede resumirse como «resignación», la cual «nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino». Pidió hacerle frente y seguir el ejemplo de otros, como Vasco de Quiroga, un obispo español que en el siglo XVI enfrentó las injusticias que vivían los indígenas.

El encuentro con los religiosos fue un guiño a la Iglesia después del sonoro regaño que lanzó el sábado a la alta jerarquía católica mexicana, cuando pidió a los obispos estar más cerca de su pueblo.

Calificó la resignación como «una de las armas preferidas del demonio» y dijo que caer en ella «nos frena para arriesgar y transformar».

La violencia que diversas zonas de México han padecido ha dejado desde 2006 más de 100.000 muertos y unos 27.000 desaparecidos. Michoacán llegó a ser uno de los estados más afectados por la presencia del narcotráfico, uno de cuyos carteles penetró incluso actividades como la minería y la producción de limón y aguacate.

Algunos sacerdotes también han sido víctimas de la violencia.

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Un obispo toma fotos durante una misa del papa Francisco en el estadio Venustiano Carranza de Morelia, México, martes 16 de febrero de 2016. (AP Foto/Rebecca Blackwell)

«A veces la violencia nos ha hecho bajar los brazos, bien por desánimo, por costumbre, o por temor», dijo Fausto Méndez, un seminarista de 23 años de la orden de San Agustín que asistió a la misa. «Por eso el papa viene a decirnos que no tengamos miedo a hacer lo correcto», añadió.

Gerardo Sandoval, seminarista de 19 años de la misma orden, admitió que en ocasiones se sienten solos, pero el mensaje de Francisco les sirve para saber que no lo están. «Los tiempos son difíciles, pero nuestra fe no decae», dijo.

El papa fue recibido entre ovaciones de sacerdotes, monjas y seminaristas que callaron para la misa pero luego reanudaron los gritos y cantos.

«¡Se ve, se siente, el papa está presente!», gritaban. «¡Francisco, hermano, ya eres mexicano!».

La visita del papa a Morelia es vista también como un gesto hacia el arzobispo de Morelia monseñor Alberto Suárez Inda, hasta ahora el único cardenal mexicano nombrado por Francisco y quien -como Francisco- ha llamado a la jerarquía católica a dejar de lado sus cómodas vidas para convertirse en «pastor de sus ovejas» y acompañar a la gente en los momentos duros que pasa el país.

«Él comparte las exigencias del papa de alejarse de una mirada adormecida. Es un hombre crítico pero que puede dar respuestas», dijo a The Associated Press el padre Leopoldo Sánchez, vicario de pastoral y mano derecha de Suárez Inda los últimos 20 años.

«Tiene la habilidad para tender puentes y relacionarse de igual forma con el gobierno y con los indígenas», aseguró este sacerdote, quien también es el encargado de la visita del papa a Morelia.

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El papa Francisco celebra la misa en el estadio Venustiano Carranza en Morelia, México, el martes 16 de febrero de 2016.  (AP Foto/Gregorio Borgia)

Michoacán es cuna de sanguinarios cárteles y un importante centro de distribución de drogas que por años estuvo dominado por el cartel de la Familia y luego el de Los Caballeros Templarios.

Cansados de la violencia de los últimos años, habitantes de Michoacán se armaron en 2013 y crearon grupos de autodefensa para enfrentar a los narcotraficantes.

Este movimiento espontáneo, aplaudido inicialmente por la población, también extendió la violencia por decenas de municipios e incluso terminó dividido y penetrado por algunos narcotraficantes a los que antes combatía.

«Nunca va a haber paz en Morelia aunque venga el papa o quien sea, porque estamos en manos de la mafia, desde la policía a los políticos», dijo pesimista José Luis López, un hojalatero de 43 años.

Tras el surgimiento de las autodefensas, las autoridades federales iniciaron una nueva ofensiva contra el cartel de Los Caballeros Templarios y capturaron o mataron a sus principales líderes. También fueron arrestados funcionarios estatales y municipales que trabajaban para el grupo.

«La situación ahora se calmó un poco en los últimos meses pero los problemas siguen intactos», aseguró López a pocos metros de las cruces blancas pintadas en el suelo en recuerdo de los ocho muertos que dejó un ataque con granadas durante la celebración de la independencia en 2008.

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El papa Francisco arriba a una misa en el estadio Venustiano Carranza en Morelia, México, el martes 16 de febrero de 2016.  (Foto AP/Gregorio Borgia)

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Religiosos animan y cantan mientras esperan la llegada del papa Francisco al estadio Venustiano Carranza en Morelia, México, el martes 16 de febrero de 2016.  (Foto AP/Rebecca Blackwell)

 

México se prepara para el peor huracán de su historia

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Gente juega en la playa mientras el huracán Patricia se acerca a Puerto Vallarta, México, sobre el Pacífico, 22 de octubre de 2015. Meteorólogos dicen que Patricia es el huracán más poderoso que se haya registrado en esa región del Pacífico norte. (AP Foto/Cesar Rodriguez)

El huracán Patricia se ha convertido en menos de 24 horas en la pesadilla de México. Durante la noche del jueves alcanzó la categoría 5, suficiente para romper las estadísticas de cualquier fenómeno meteorológico ocurrido en el país. Se espera que el huracán toque tierra entre las 16.00 y las 18.00 de este viernes en la costa central de Jalisco, y es probable que se intensifique antes de llegar.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM), de la ONU, ha alertado que Patricia es el huracán más fuerte registrado en el Pacífico y sus efectos pueden llegar a ser «potencialmente catastróficos”. El organismo considera que por su magnitud Patricia solo sería comparable con el tifón Haiyan, que azotó Filipinas en 2013 y se cobró la vida de 6.300 personas.

El director general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ha señalado que el huracán podría “levantar automóviles, casas que no estén cimentadas con acero y varilla, y arrastrar a la gente que camine por las calles”. El ojo del huracán tiene un diámetro de 18 kilómetros.

Las lluvias acumularán, en 48 horas, el 40% de lo que se registra todo el año en las entidades afectadas y no se descarta la interacción del huracán Patricia con el frente frío número 8, que desciende por el norte de México. Así lo ha señalado la Conagua en un comunicado. Y añade que como consecuencia de ello se pueden producir inundaciones y deslizamientos de tierra.

A primera hora de la mañana, Patricia se localizó aproximadamente a 235 kilómetros al sur de Manzanillo, Colima, y a 345 kilómetros al sur de Cabo Corrientes, Jalisco, con vientos máximos sostenidos de 325 kilómetros por hora, rachas de hasta 400 kilómetros y desplazamiento al noroeste a 19 kilómetros por hora.

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Varias personas observan a voladores de Papantla en el balneario mexicano de Puerto Vallarta, en la costa del Pacífico, el jueves 22 de octubre de 2015, mientras se aproximaba el huracán Patricia. (Foto AP/Cesar Rodríguez)

Conagua avisa de que existe la posibilidad de que se formen trombas marinas, torbellinos y tornados momentos antes de que toque tierra. Las olas podrían alcanzar los 12,5 metros en la costa central de Jalisco, y 8 metros en Michoacán y Colima. Nayarit, Guerrero, Sinaloa y Baja California Sur también tendrán oleajes fuertes de hasta 3,5 metros.

La zona de prevención se mantiene desde San Blas, en Nayarit; hasta Punta San Telmo, Michoacán. El área considerada de vigilancia se extiende desde el este de Punta San Telmo hasta Lázaro Cárdenas, Michoacán.

Se han suspendido los vuelos hacia Puerto Vallarta, en la costa de Jalisco, uno de los puntos turísticos más importantes del Pacífico mexicano. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Ossorio Chong, ha pedido a los habitantes de las zonas afectadas que “tomen medidas extremas” y ha señalado que los peajes de las carreteras se suspenderán para facilitar la evacuación. Se estima que habrá más de 50.000 desplazados en los seis Estados afectados.

Una de las evacuaciones más urgente es la de la población que vive bajo las faldas del volcán de + : “Tenemos ahí la preocupación ante el posible desprendimiento de bloques de ceniza que dejó la erupción en julio”, ha explicado el coordinador general de Protección Civil, Luis Felipe Puente. En esta zona se desplazarán unas 8.000 familias.

La odisea de una abuela secuestrada en México

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Yolanda Álvarez Antúnez sostiene una imagen de su esposo, Luis Alberto Castillo, en Iguala, México, en esta foto del 2 de junio de 2015. (Foto AP/Dario Lopez-Mills)

 

Le prometieron que no le pasaría nada y que después de pagar el rescate vería a su marido. Yolanda Alvarez Antúnez lo creyó. La madre de cinco hijos y abuela de 13 no vio otra opción.

Cerca de las 10:30 de la noche, ella y su cuñado manejaron hasta un pueblo en la zona montañosa del estado sureño de Guerrero. Dos camionetas llenas de hombres armados les cerraron el paso. Uno se acercó a pie.

«Es usted la del teléfono», le dijo.

Ella también reconoció la voz. Habían hablado por una semana. Ella le dio la bolsa de plástico llena de billetes.

En lugar de significar el regreso de su marido, fue el inicio de tres días de secuestro de Yolanda.

«Deme la mano señora», le pidió el joven. «Démela, no tenga miedo». Su amabilidad contrastaba con la agresividad de los otros. Comenzaron a subir por un pequeño camino que iniciaba en la carretera y subía por un cerro, en medio de la oscuridad.

Delante y atrás de ellos iban varios hombres armados que caminaban con cierta seguridad. Obviamente no era la primera vez que pasaban por ahí, pensó Yolanda.

Cuando llegaron al campamento a su cuñado le vendaron los ojos y le amarraron las manos; a ella sólo le taparon los ojos. A los dos les ordenaron que se acostaran sobre la tierra y les dieron una cobija.

Le habían dicho que su esposo, Luis Alberto Castillo, «Beto», había escapado y que ella no podría irse hasta que lo recapturaran o él volviera.

El 10 de enero de 2013, hombres armados se llevaron al hombre de 54 años y padre de cinco hijos de la pequeña tienda que tenían sobre la carretera en Ahuehuepan, una pequeña comunidad de cerca de 500 personas, una sola caseta telefónica y prácticamente ninguna señal de celular.

En cuestión de horas llegó la primera llamada a la caseta telefónica. El hombre exigió 500.000 pesos, o casi 40.000 dólares.

Después de una semana, Yolanda sólo había reunido una parte. El hombre le dio que les llevara lo que tenía. Y ahora, ella estaba ahí, en un campamento en las montañas de Guerrero, aún sin su marido.

Al paso de las horas la venda de los ojos se le cayó. Vio que en total había 18 hombres armados, la mayoría jóvenes, como de 20 años.

La primera noche, algunos de los jóvenes fumaban marihuana y oyó que algunos aspiraban con una pajilla algo de una olla. Se mostraban entre ellos imágenes de mujeres desnudas en sus celulares y de pronto algunos pelearon.

«Hubo una discusión muy fuerte entre ellos y me dio miedo», recordó Yolanda, una mujer de entonces 53 años. «Miedo de que ya estando drogados fueran a hacerme algo», dijo.

Yolanda tenía su rosario de plata en el bolsillo, pero temía que se lo robaran si lo sacaba. Por eso usó las puntas de sus dedos como misterios de un rosario improvisado y comenzó a rezar en silencio.

«Ellos diciendo tontería y media y yo rezando, yo rezando», dijo.

Los hombres solían hablar de enfrentamientos, de que tenían que cuidarse de la policía, del territorio que decían les pertenecía, de la zona que no debían pasar porque ya era del grupo rival. Decían que ellos eran «La Familia Michoacana», un cartel de las drogas que surgió en el estado vecino de Michoacán.

Hasta entonces, los cárteles de las drogas y la violencia del narcotráfico eran algo lejano para ella. «Nada más se oían rumores de que andaba todo eso mal, que había gente armada», dijo. Luego su marido fue secuestrado y ahora ella estaba ahí, cautiva.

Pronto le preguntaron quién negociaría el rescate de ella. El sábado por la mañana, ella y su cuñado fueron llevados en una camioneta.

«Ya se va a ir señora, parece que ya se va a ir si ya dan el rescate», le dijo uno de los hombres.

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Yolanda Álvarez Antúnez muestra fotos de su esposo, Luis Alberto Castillo, durante una entrevista en su hogar en Ahuehuepan, México, en esta imagen del 17 de junio de 2015.  (Foto AP/Dario Lopez-Mills)

Los llevaron a un cruce en una carretera donde estaba un viejo «vocho» blanco, un Volkswagen «escarabajo». Al volante estaba el hijo menor de Yolanda y al lado su sobrino. Llevaban el dinero, aunque sólo 100.000 de los 500.000 pesos que pidieron.

Pero los problemas aún no terminaban. El Nico, el hombre que negoció con ella el rescate de su marido, se acercó a ella. «Faltan 2.000 pesos», dijo. «¿Quién se queda, usted o los chavos?», preguntó.

En medio de su angustia, otro de los hombres se compadeció e intervino. «Ya, déjalos ir, ¿qué son 2.000 pesos? Total, déjalos ir», le dijo.

El Nico pensó un poco. «Ya váyanse», concedió.

Ella todavía se despierta por las mañanas en espera de un milagro, que Beto reaparezca. Pero eso no ha pasado.

A sus 56 años aún lucha para entender lo que pasó, de haber logrado volver a casa tras su secuestro, pero sufrir aún el de su marido. Después de su calvario, Yolanda se volcó hacia su fe.

«Me traté yo mismo de revalorizar y evaluarme su podía con esta situación sola. Y sí», dijo. «Yo dije: ‘tengo que poder con todo esto, porque por algo me pasó’ y como nos han hablado dentro de nuestra religión, Dios no nos manda (algo) a los corazones débiles. Cuando es un dolor tan grande el Señor sabe a qué corazones nos lo da, porque son esos que los podemos superar».

Yolanda no es la única con una historia así. Más de 25.000 mexicanos han desaparecido en años recientes y pocos han huido de sus captores. Muchos sobrevivientes no están dispuestos a contar sus historias. Ella es una de las pocas que se ha atrevido a hacerlo.

A continuación un interactivo con más detalles de estas desapariciones:

 

México: Enfrentamiento armado en Michoacán deja al menos 39 muertos

Jalisco

 

Un funcionario federal no autorizado a hablar con la prensa dijo que cerca de 40 personas, en su mayoría presuntos criminales, resultaron muertos en un enfrentamiento que tuvo lugar el viernes entre la frontera de los estados de Jalisco y Michoacán, al occidente del país.

Los hechos ocurrieron la mañana de este viernes en los límites del municipio de Ecuandureo y de Tanhuato, a 400 kilómetros de la ciudad de Morelia. En entrevista con Radio Fórmula, el gobernador Jara dijo que un «reporte preliminar» indica que el tiroteo comenzó luego de que las fuerzas federales intentaron detener una camioneta sospechosa.

«Después evolucionó, porque el informe preliminar que tenemos es que fueron muchísimos los que estaban atacando», dijo Jara.

Se ha informado que miembros del Consejo de Seguridad Nacional acudirán en breve a Tanhuato, debido a la gravedad de los hechos. Por el momento, la zona es resguardada por el Ejército mexicano, elementos de la Marina y Policía Federal.

Otro funcionario que pidió también el anonimato por no estar autorizado a hablar con la prensa, indicó que se trató de una emboscada de presuntos criminales contra miembros de la Policía Federal y el Ejército.

La zona limítrofe entre Michoacán y Jalisco es bastión del cartel Jalisco Nueva Generación que en las últimas semanas ha protagonizado fuertes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad oficiales.

 

* Con información de The Associated Press y CNN México