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Wakalandia, primera comunidad latina de NFT que creará un espacio en el metaverso
Quien adquiere una waka no solo tiene una obra de arte digital con características únicas y elementos venezolanos; sino que también se convierte en una suerte de accionista de esta organización descentralizada y autónoma, e incluso, puede recibir regalías a largo plazo por lo que generen los productos audiovisuales de su contenido

En marzo de 2022, comenzó a anunciarse un nuevo proyecto de Meollo Criollo, Crack Estudio y VIVOPlay. Wakalandia no es solo una bandada de 10.000 wakas que vuelan por el mundo compartiendo su cultura. También es la primera comunidad latina de NFT que creará una serie animada, una productora audiovisual descentralizada de un país (DAO) y un espacio en el metaverso. 

Las wakas, habitantes de Wakalandia, son tókenes no fungibles conocidos como NFT. A través de ellos, este proyecto pretende crear contenidos que difundan la venezolanidad en el mundo. 

Wakalandia fue fundada por Carlos Hulett, CEO de VIVOplay, Leonardo Nieves, ilustrador de los libros de Meollo Criollo, y Nacho Palacios, director general de Crack Estudio y escritor de los libros de Meollo Criollo. 

Cada una de las 10.000 es un NFT único. Un NFT es un activo digital único, respaldado por el blockchain, que no puede ser reemplazado, dividido o intercambiado por ningún otro. Traen certificado de propiedad atado a contratos inteligentes que garantizan su autenticidad, identifican al autor, su valor inicial de adquisición y su trazabilidad. 

“Estamos generando una comunidad que se gobierne a sí misma dentro del mundo blockchain y que permita, de alguna manera, obtener beneficios por el simple hecho de ser poseedor de un NFT”, explicó Carlos Hulett a la Voz de América.

Los NFTs fueron presentados el 27 de julio de 2022 a la prensa. En el evento, los fundadores informaron que los NFT de Wakalandia funcionarán a través de la red Ethereum.

De guacamayas a wakas

Las habitantes de Wakalandia están inspirados en las guacamayas que suelen observarse en los cielos venezolanos. Según su página web, las wakas se divisaron originalmente en 2017 en los cuentos «¿Dónde está Venezuela?» de Meollo Criollo. 

«Las wakas representan a los venezolanos y Wakalandia representa la Venezuela que queremos», dijo Hulett en una entrevista con VIVOPlay.

La Voz de América reseñó que quien adquiere una waka no solo tiene una obra de arte digital con características únicas y elementos venezolanos; sino que también se convierte en una suerte de accionista de esta organización descentralizada y autónoma, e incluso, puede recibir regalías a largo plazo por lo que generen los productos audiovisuales de su contenido.

La tierra de las wakas se plantea los siguientes tres objetivos para conectar con los venezolanos:

Tener un NFT representativo. Un avatar único que exhibir con orgullo en redes sociales.

Establecer una comunidad que impulse la creación de contenidos que promuevan la venezolanidad, comenzando con la serie animada Wakalandia.

Wakalandia en el metaverso. Un punto de encuentro para todos los venezolanos donde puedan asistir a eventos, conciertos y fiestas exclusivas. 

¿Cómo unirse a la bandada?

Hay varias opciones para ser parte de la bandada de Wakalandia:

  • Llenar el formulario en www.wakalandia.com para reservar una de las 10.000 wakas en la preventa.
  • Comprar una de las 10.000 wakas, una vez anunciado el lanzamiento.
  • Unirse a Wakalandia a través de Discord
  • Seguir sus cuentas en redes sociales. 
#PasandoLaCuarentena | Meollo Criollo estrena nuevo libro ilustrado para niños
La tercera entrega de la trilogía de “¿Dónde está Venezuela?” ya está disponible en todas las librerías del país

Fotos: Meollo Criollo

La colección de libros de la editorial Meollo Criollo, realizados por Nacho Palacios y el ilustrador Leo Nieves, estrenó un nuevo libro para niños llamado “Tercer Viaje”, que forma parte de la secuencia “¿Dónde está Venezuela?”, convirtiéndose en una trilogía.

Se trata de una producción literaria que tiene el objetivo de sembrar en los niños venezolanos un sentimiento de compromiso por su país.

En conversación con Runrun.es, Nacho Palacios, guionista y escritor venezolano, señaló que este cuento fue escrito en diciembre del 2019, pero el proceso de ilustración, diseño e impresión, por parte de Leo Nieves, “ha sido a distancia”.

Para esta nueva entrega, Papapa y Lela llevan al lector en un viaje muy especial para enseñarles los motivos que tienen los venezolanos para sentirse orgullosos y responsables del futuro de su tierra.

La novedad en este nuevo libro “¿Dónde está Venezuela? Tercer viaje”, es que es coloreable y, como lo señala el ilustrador Leo Nieves, “la misma historia invita a las familias a que sean ellos quienes terminen los dibujos, como representación de la tarea pendiente que tenemos todos de ponerle color a Venezuela”.

 

Otra particularidad del material es que cuenta con el epílogo de Elisa Vegas, directora de la Orquesta Sinfónica Ayacucho, con la que Meollo Criollo ha unido fuerzas junto a Crack Estudio para un próximo espectáculo.

La tercera entrega de la trilogía de “¿Dónde está Venezuela?” ya está disponible en todas las librerías del país, bajo pedidos directos a través de ventas@meollocriollo.com y también en Amazon.

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¡Nos vamos de viaje otra vez por Venezuela! ?? Los dos primeros viajes, por los paisajes y las tradiciones del país, fueron tan increíbles, que cuando Alesia y Jose ahora preguntan: ¿Por qué Venezuela?, Papapa y Lela los llevan en un tercer viaje muy especial que les enseña los motivos que tenemos todos los venezolanos para sentirnos agradecidos, orgullosos y responsables de nuestra tierra. ? Y como el futuro de Venezuela está en manos de todos, este cuento tiene una particularidad: ?‍♂️ ¡Es coloreable para que sean los niños quienes lo llenen de color! ? Estamos muy felices con este nuevo cuento, escrito por @nachopalacios e ilustrado por @leornieves, que habla de solidaridad, compromiso, trabajo, unión y esperanza; y que además tiene el honor de contar con un epílogo escrito por nuestra querida y admirada amiga @elisa.vegas, directora de la @sinfonicayacucho. ? El libro ya está disponible en Amazon (link directo en la bio) y estará llegando a las librerías a partir de esta semana. ? Así que vente, viaja con nosotros y #PonleColorAVenezuela. ? ? ❤️ ¡Gracias a todo nuestro equipo de @meollocriollo y @crackestudio por apoyarnos y hacerlo posible! @aileenpalacios @verogutierrezart @ivettovar @nataliarasquin @paulina_pimentel @alexkment @rhaynelvictoria @gabrielvasquezlml @carollelena @josempalacios ¡y a todos los demás, son unos cracks! ?⚡️?

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Sobre Meollo Criollo

Es una editorial que cumplió 10 años este 2020, desde que debutaron con caricaturas con las que se alzaron con el Premio Pedro León Zapata. Más adelante, incursionaron en la publicación de libros de tiras cómicas y cuentos infantiles.

Algunas de las producciones de Meollo Criollo son la trilogía de “Dónde está Venezuela?”, “La Carta de Navidad” y los de “¿Qué pasa en el mundo?”, sobre el coronavirus, que se hicieron virales en marzo y abril de este año, siendo traducidos a 12 idiomas.

Por ahora, Meollo Criollo se prepara para próximamente realizar un espectáculo virtual que está pronto a estrenarse.

 

“Teníamos planteado hacerlo en el Paraninfo de la Unimet, como hicimos en Navidad pasada con nuestros cuentos de Navidad, con Elisa Vegas y la Sinfónica Ayacucho, pero dadas las circunstancias lo transformamos en un espectáculo virtual”, contó Nacho Palacios.

Para mayor información sobre la editorial, la invitación es a seguir la cuenta de Instagram @meollocriollo.

Cuentos de cuarentena | Relatos de cuando el mundo se paró V

Una rumba sin distanciamiento social, una carta para alguien que jamás la leerá, un pedido por Amazon que pasó por demasiadas manos: estos son algunos de los Cuentos de Cuarentena que leerás en Runrun.es, El Pitazo, Tal Cual y las rrss de El Bus TV. Todos ilustrados por Crack Estudio y Meollo Criollo.

Este es el quinto lote de relatos verídicos sobre el momento en el que el mundo se detuvo.

¿Quieres formar parte de este recuerdo colectivo? Echa tu cuento. Haz click aquí 

 

 

Querida F:

 

Escribo esta carta sin pretender que la recibas o que la llegues a leer de algún modo. Esto de la cuarentena me afecta las fibras, la calle se ha vuelto un universo paralelo, pareciera que el asfalto se torna personal y con las mascarillas parecemos sospechosos. 

En este encierro «voluntario» me he leído a Ossott, Cadenas y Rojas Guardia en pro de afectar mi lenguaje: te doy las gracias por haberme acercado a la poesía, con tu voz.

Los labios se han vuelto tabú, la policía molesta en mi cuadra a los comerciantes, cobran vacuna, cierran temprano, ya es cotidiano todo esto: Venezuela es casi un guion de Mad Max.

Quedé esperando la respuesta de la vacante como fotógrafo en esa ONG que te había comentado. Me hicieron la entrevista unas semanas antes de caer en cuarentena; ahora me quedan las dudas acerca de cuándo terminará este exilio y de si habré obtenido el trabajo.

He ayudado más a mi mamá, que no ha podido dormir y tampoco trabajar como antes en su consultorio. Abren el edificio como si fuera por selección natural. Ella ha podido entrar, atender a uno que otro paciente y de ahí se va a trabajar a un bodegón de una de sus amigas. He estado cuidando a Juan, mi hermano, ¿te acuerdas de él? Toma el sol por la ventana y la luz que atraviesa los barrotes forma una especie de prisión de sol en la casa.

Ha llegado el Día de las madres, feliz día a tu mamá. ¿Sigue yendo a tu casa a darle comida a Clara? ¿Cómo está ella? ¿Has dormido mejor? Mi mamá ha estado haciendo arreglos para este día, la he acompañado hacer entregas, una locura total: nos hemos ido en moto hasta Caurimare y con todo ese perolero luchando contra el viento. Esa mañana me queme las manos con el agua del colado, así que fue una odisea mantener el arreglo en toda la carrera.

Christian Mijares.

 

Desayuno, almuerzo y rumba

Cuentos de cuarentena

 

Día 45, sábado: me despierto a las 7:20 am, no por gusto sino porque me llegó el mensaje del pago móvil de alguien que quería comprar cinco cigarros. Me visto rápido, abro la puerta y hago la entrega. Prendo el televisor para ver qué hay (todavía no me familiarizo con la programación de la Televisión Digital Abierta). Desayuno, almuerzo, ceno. Otro pago móvil, otra venta en efectivo y el correspondiente “fiao” que no puede faltar. El café de la tarde, revisar el Twitter, el Facebook y el Instagram. Conversar con el nuevo cliente acerca de los beneficios de una marca de cigarrillo o del otro. 9:30 pm, sacar el colchón a la sala por  que se dañaron el aire acondicionado y el ventilador. Tener todo listo para dormir y escuchar a la vecina prender su equipo de sonido que suena como si estuviese en mi sala. Abortar la misión, cambiar la sala por el patio en vista de que la rumba será hasta el domingo en la noche. La fiesta incluye 15 invitados, sin distanciamiento social ni tapabocas. 

Repetir todo este procedimiento de lunes a domingo, hasta el infinito y más allá. 

Birmania Rondón

 

Amazon

 

Dos cajas que llegan de China, con cuatro clics previos, descansan en Miami, mientras Trump revuelve el discurso de la higiene. Ocho manos cansadas se rotan el empaque de un pedido en espera. Doce horas en un buzón, encerrado, como gran parte del mundo, separado por paredes oscuras. “Nuestro servicio garantiza manos limpias» y sin embargo, qué miedo. 

El señor alto y negro acaba de dejar a su mujer obesa y triste, cansada en un sofá malherido; mientras ella escucha el discurso de Trump, él recorre varios kilómetros con la caja a cuestas y abraza la baranda con una angustia ancestral. 

El paquete vuela a Bogotá. En la oficina de recepción cuatro personas miran las noticias sobre el aislamiento, mientras empujan sin ganas el pedido casi cerca a su destino; esta noche los cuatro empleados llegarán sin fuerzas a sus casas, se sentarán en otros sofás malheridos y pensarán en un salario mermado, con virus o sin él. Un puente aéreo, dos oficinas más, otras diez manos cansadas y cinco tapabocas cuestionados. 

El señor del piso 2 no recuerda si necesita aquello que solicitó desde su computador; la incertidumbre llegó más rápido, sin régimen fiscal. De pronto se imagina la llegada de un virus advertido, anunciado. Suena el timbre. Llega el paquete. Qué miedo.

Ysabel Briceño

 

De kaijus y gotículas

 

Podría decir que gran parte de mi infancia la pasé en cuarentena: pocas veces me dejaban jugar en la calle así que lo del distanciamiento social fue casi que una regla para mí. Ahora entiendo que, como todo aislamiento, era para mantenerme al margen, protegerme de algo, cuidarme; sin embargo, no crean que eso evitó que sorteara ciertos peligros, que me enfrentara al miedo, que sintiera la cercanía de presencias malignas en mi reducido entorno.

Cada tarde, al alejarme del televisor, iba con cuidado, revisando al extremo cada rincón, oteando el ambiente, poco a poco, atento. Sentía miedo de ser tomado por sorpresa desde la retaguardia por Gomora, flanqueado por Zetton y Keronia, o encontrarme de frente con el mismísimo King Galtan.

Claro que esperaba que pudiera, luego de ciertos gestos, convertirme en un ser del espacio, alcanzar gran tamaño y arremeter con un poder letal contra cualquiera de esos kaijus. Y si no podía, pues que apareciera el propio Ultraman y me salvara.

Hoy día me veo nuevamente encerrado, limitado. La sentencia “¡Quédate en casa!” ha vuelto a ser parte de mi cotidianidad, de mi rutina. Son tantas las advertencias e informaciones que llegan a través de cualquier pantalla que han regresado los temores, el peligro.

Vuelvo a andar con cuidado, y no solo en casa. La extrema precaución la llevo también a la calle. Las pocas veces que salgo recurro a una vestimenta seudo espacial para enfrentar cualquier malignidad: gorra, lentes, máscara, guantes y pistola que arroja líquido anti kaijus.

Sí, esta cuarentena impuesta otra vez para cuidarme, para protegerme de algo, me ha transportado a mi infancia. Acá estoy, resguardándome, porque a la ciudad han llegado la temible Gotícula y la cruel Covid-19, cuyos poderes infernales podrían ocasionar la muerte. Y al parecer todavía no llega un Ultraman para enfrentarlos, quizás aún no sale de Nebula un ser capaz de derrotarlos.

Juan Carlos Zamora

 

La aventura del optimista

 

En la acostumbrada tertulia mañanera mi vecino me decía: “No tenemos DirecTV, no tenemos trabajo, no tenemos nada qué hacer y, si nos quedamos en la casa, vamos acabar con el poquito de comida que queda en la nevera”.

Esos eran los argumentos que esgrimía para luego invitarme cordialmente a que lo acompañara hacer la cola para la gasolina. De verdad no estaba muy convencido, pero al final accedí. Me dijo entonces: “Nos vamos esta noche como las 8”. Y así fue. Nos preparamos con un termo de café, unos pancitos y un potecito con agua.

Al llegar a la cola entendimos que muchos habían pensado como nosotros y que la noche seria larga.

Hicimos muchos amigos. Hablamos de política y de mujeres, tomamos café, nos comimos los panes, dormimos por turnos, empujamos carros, hasta llegamos acordar lo primero que haríamos cuando esta tormenta terminara.

Regresamos a la casa al día siguiente como las 4 de la tarde sin haber logrado echar gasolina. En el camino no cruzamos palabra. Al llegar, el siempre optimista de mi vecino alcanzó a decirme, en voz baja, que no todo se había perdido: por lo menos lo menos nos ahorramos la comida de la nevera.

José Modica

 

Cuentos de Cuarentena | Relatos de cuando el mundo se paró III

Un maleteado en cuarentena, una muerte sin gasolina, una epidemia de talleres online, una cotidianidad con más ciclos que una lavadora: estos son algunos de los Cuentos de Cuarentena que leerás en Runrun.es, El Pitazo, Tal Cual y las rrss de El Bus TV. Todos ilustrados por Crack Estudio y Meollo Criollo.

Este es el tercer lote de relatos verídicos sobre el momento en el que el mundo se detuvo. ¿Quieres formar parte de este recuerdo colectivo? Echa tu cuento. Haz click aquí.

 

Necrosis 

El paraíso, eso parecía aquel país. En unos pocos años trabajando duro y con un mínimo de conciencia que escaseaba en la mayoría de los locales, podías tener lo que quisieras y más. La inseguridad siempre fue un problema, pero para quien huye de guerrillas, carros bomba y la violencia desmedida de carteles, cuidarte las espaldas es un hábito y los atracos no asustan. 

En 40 años había logrado su meta económica: una empresa textil tan grande como para viajar a la casa materna cuando quisiera y alinearse a la absurda obsesión caribeña por el buen escocés, pero tan pequeña como para tener tiempo de hacerlo. Sin embargo, las cosas habían cambiado y este paraíso que lo recibió se convirtió en el nuevo gueto de Varsovia con él adentro, un Pablo Escobar dando órdenes y una costosísima moneda extrajera circulando. 

Desde hace años su esposa tenía cáncer y, a pesar de la necrosis social incontenible, visitaban regularmente el oncólogo a 300 kilómetros de casa. Se había agarrado con uñas y dientes a la vida; «es una arrecha», solía decir, más por la necesidad de alimentar la esperanza que el orgullo. Pero como todo lo que no tiene mucho sentido en el territorio de lo absurdo, la gasolina escaseó y ya no pudo viajar a tratarse su mal. 

La tarde más negra de su vida, después de decirle adiós a su mujer, se sentó en la mesa sin ella y por primera vez tuvo la respuesta exacta a la pregunta que se repitió durante 20 años: “¿Y qué es lo peor que puede pasar?».

Adriana Pérez Manzano

Venezuela

 

El exilio de Zapato 

 

 

La decisión de exiliar a Zapato no fue tomada de un plumazo. Horas antes estuve reunida con Aspiradora buscando la solución que le permitiese vivir dentro de casa. Ambas discutimos sobre la posibilidad de limpiar su suela con cloro cada vez que regresara del mercado, pero concluimos que era una tarea muy laboriosa. Otra propuesta que pusimos sobre el tapete fue la de permitirle quedarse en el vestíbulo, pero Aspiradora alegó que Zapato era muy confianzudo: sin darnos cuenta lo encontraríamos instalado en el dormitorio. Al final, estuvimos de acuerdo en que lo más sensato era enviar a Zapato a vivir al pasillo de afuera. Desde el closet, Calcetín Blanco aplaudió nuestro veredicto. Día 18.

Isabel Elena Manrique

Venezuela

 

Adiós, Miami / Hola, Miami 

 

Durante la cuarentena, una furia de aprendizaje se apoderó de la gente. Innovaciones tecnológicas, arte culinario y “coaching”. Una misteriosa compulsión nos lanzó a inscribirnos en una gran variedad de cursos. “Busca y encontrarás”, dice la Biblia, ¿o es @LaDivinaDiva? 

Busqué y encontré un grupo: Escritura Terapéutica. Sonaba bien y me uní a ellos para participar. La moderadora propuso como ejercicio contar qué haríamos al terminar la cuarentena. Y esto es lo que yo dije: “Cuando termine la cuarentena iré a Miami a ver a los amigos y a ese amor por el que, como cantaba Gardel, ‘guardo escondida una esperanza humilde / que es toda la fortuna de mi corazón’”. 

Vivo en Atlanta y hace un tiempo pensé que, para romper la rutina del trabajo, recordar viejos tiempos y examinar opciones de futuro, me convenía viajar a Miami. Completé los preparativos del viaje y esperé a que llegara el día. Pero dice la sabiduría popular que “el hombre (y la mujer, por aquello del lenguaje inclusivo) propone y Dios dispone”. Y dispuso que un huracán, monstruo climático, se acercara a la ciudad de Miami. Planes cancelados. Otra vez sería. 

Nueva oportunidad, ya acercándose la primavera: búsqueda de vuelos, pasaje y, de repente, #Quédateencasa. Un virus peligroso se contagia por secreciones, se sospecha que se mantiene vivo en los metales, se transmite si te miran feo y si te abrazan mucho. Y, como aquella película del cine venezolano de los ochenta, Adiós, Miami. 

Para el tercer intento prepararé todo en absoluto secreto, no vaya a ser que el destino o Bill Gates, o el cambio climático, Greta Thunberg, el gobierno chino o Donald Trump den al traste con mis planes haciendo aparecer extraterrestres criaturas precedidas por la voz de Orson Wells, como en La Guerra de los Mundos, o al estilo de un episodio de Perdidos en el espacio, serie que acostumbraba ver en el querido televisor a blanco y negro tomando un gran vaso de Toddy.

Lucienne Beaujon

Venezolana en Estados Unidos.

 

Maleteado en cuarentena 

 

 

El lunes pidió delivery de carne, pollo, frutas, vegetales, cerveza, artículos de limpieza, medicinas, etc, etc.
Pidió todo a casa de su novia: para él y para la novia.
El martes salió de su casa a las 8:00 am
Estuvo en casa de la novia hasta la 1:00 pm.
Volvió a su casa con abundante mercado y muchas historias de fruterías, farmacias panaderías y estación de gasolina.
Llegó directo a bañarse, por seguridad. Dijo que, además, estaba cansado del ajetreo en la calle.
Al quitarse las medias, conocidas de su esposa -de esa de ligas poderosas que marcan la piel en la pierna- no tenía ni una pequeña línea de presión después de pasar toda la mañana en la calle.

Pedro Álvarez. 

 

Hacer de todo y de nada

 

 

En estos días me han preguntado: “Y ¿qué más? Cuéntame qué has hecho». Al responder me he sorprendido de todo lo que he hecho. Todo depende de si tengo agua, Internet o luz. Trabajo, arreglo y disfruto mi casa. Salgo una vez por semana al supermercado, practico la distancia social. Veo películas y series. Pido cuando puedo un delivery de comida preparada. Tomo sol y ya tengo color. No he ido a trotar y engordé unos kilos. He “ido” a misa en línea o por la tele. Me reúno con mi familia y amigos por WhatsApp o Zoom; nos enteramos de todo, nos reímos y disfrutamos a distancia. Resiembro plantas y cambio otras de sitio. He hojeado en el celular varias revistas gratuitas. Leí un muy buen libro y ahora disfruto por tercera vez Cien años de soledad del gran Gabriel García Márquez. No he ido a una coronarumba. Pongo música y bebemos lo que tenemos. En línea veo conciertos, obras de teatro, paseo por museos y, en Semana Santa, hasta visité los siete templos. 

Aprendí a lavarme bien las manos, quitarme los zapatos cuando entro a casa, limpiar el volante y las manillas del carro con alcohol, a lavar bien las frutas y dejarlas como si fueran de plástico. Me cubro bien la boca cuando estornudo o toso, me quito bien guantes y tapabocas sin tocar la piel ni la cara. He visto y borrado sin ver una pila de empalagosos videos de autoayuda, los buenos días con florecitas y tazas de café (que no sé de dónde sacan tantos), las ocurrencias de la gente desde sus balcones y los memes de los negros funerarios de Ghana. 

Si estás aburrido u obstinado de estar en casa, recuerda todo lo que has hecho desde el día uno. Necesito poco para sentirme bien. Después de que esto pase nos echaremos los cuentos y nos preguntaremos: “¿Cómo pasaste la COVID-19?

Alfredo Graffe. 

Venezuela.

 

Meollo Criollo presenta “Vuela Valentina”, un cuento con un propósito especial

EL SELLO EDITORIAL MEOLLO CRIOLLO, del escritor Nacho Palacios y el ilustrador Leo Nieves, publica su cuarto cuento infantil titulado “Vuela Valentina”, esta vez con un texto del mismo del mismo Palacios, pero contando con las ilustraciones de Marianne Rivas.

Luego del éxito alcanzado con sus tres últimos cuentos “¿A quién se le escribe la Carta de Navidad?”, “¿A dónde se fue la Carta de Navidad?” y “¿Dónde está Venezuela?”, Meollo Criollo presenta esta nueva historia acerca de una oruguita que, cuando sale de su capullo convertida en mariposa, descubre que sus alas no funcionan bien, por lo que sus amigas deciden armarle unas con palitos, pétalos y hojas. Al colocárselas, algo mágico sucede gracias al poder de la amistad que hace que Valentina pueda volar feliz por los aires.

“Pero lo más importante de esta historia es que no es del todo ficción”, recalca Nacho, “porque Valentina no es una mariposa sino que es una hermosa niña venezolana que nació con parálisis cerebral y a pesar de que ha evolucionado mucho, aún tiene por delante el sueño de poder caminar”. Y así como las verdaderas amigas de Valentina colaboraron pintando las mariposas que Marianne utilizó para las ilustraciones del cuento, todos podemos ayudar a Valentina a alzar su vuelo, pues cada libro vendido estará contribuyendo a costear el tratamiento de células madres que ella necesita para poder caminar.

“Vuela Valentina” está disponible por ahora solamente en Amazon, tanto en versión impresa como en digital. Meollo Criollo espera publicarlo en Venezuela en el 2019, cuando también tiene planeado presentar su nuevo cuento “¿Cómo es Venezuela?”, la secuela de su conocido cuento “¿Dónde está Venezuela?”.

 

Sendai Zea Mar 16, 2012 | Actualizado hace 12 años
Meollo Criollo ahora también en El Nacional

El dúo que le pone picardía y humor a los runrunes, con sus caricaturas, emprende un nuevo proyecto editorial, esta vez de la mano de El Nacional.

Y es que a partir del domingo 25 de marzo los lectores del mencionado diario de circulación nacional podrán disfrutar  de divertidas historias, como Ale y Lelita, Ramón el Sangrón, Cero rollo, y más.

Nota de prensa.- El trabajo de este dúo compuesto por Nacho Palacios y Leo Nieves, será publicado por El Nacional a partir de este 25 de Marzo. Con casi 2 años en el mercado de las caricaturas a través de su twitter @MeolloCriollo, y sobre la palestra de la crítica directa pero humorística de la política venezolana Meollo Criollo ha, sin duda, marcado gran trascendencia en su propuesta, pues sin reservas evocan lo autóctono de la realidad venezolana con contundencia y sin remordimientos para generar la reflexión a través del humor.

Estos singulares representantes de la diversión gráfica han sido galardonados con el reconocido premio “Pedro León Zapata 2010”, otorgado por el diario El Nacional, en el marco de su 68 aniversario, a sólo 3 meses de haber puesto al ruedo sus propuestas.

El Nacional siempre apoyando el talento venezolano circulará, cada día, los comics de Meollo Criollo, así como todas las publicaciones que con marca humorística este dúo ha desarrollado:

Ale y Lelita, es la historia de la niña Ale que aprovecha inteligentemente las situaciones con su abuela Lelita, para darle la vuelta y salir siempre airosa y triunfante. También publicarán a Ramón el Sangrón: Un completo amargado que expresa sin “pelos en la lengua” todo lo que piensa. Otra de las tiras cómicas que publicará El Nacional se titula Desde el Espacio: un par de extraterrestres desde una nave espacial, con la imposible misión de estudiar la raza humana; y, finalmente Cero Rollo, personificada por Olinto, un común motorizado venezolano con extraordinario sentido del humor. Éste junto a su mejor amiga, su moto: Magaly disfrutarán la libertad en medio del infernal tráfico de Caracas.

No pueden perderse lo ácido, lo crítico y lo jocoso que Meollo Criollo desde el próximo 25 de marzo traerá en El Nacional. De Lunes a sábado en el espacio de comiquitas y de igual forma, los domingos, en el cuerpo de escenas, en el encartado especial de comics.