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Los Runrunes de Bocaranda de hoy 09.08.2018: ALTO: ¿Democracia, pues?
ALTO
¿FARSA O FALSA?: 
Me refiero a la democracia de la que Maduro pontificó, haciéndola suya, en la cadena tras el frustrado magnicidio donde “vio la muerte cerca”.  Habló de elecciones en procesos limpios, respeto a los ganadores, aceptación de derrotas sin chistar y muchos otros galimatías que todos sabemos son falsos. Engañaron a todos negando el referendo revocatorio en 2016. No respetó el resultado de la contundente victoria opositora en la Asamblea Nacional de 2015. Trampearon resultados de Amazonas y aún no ha dicho la última palabra el rojo CNE; la declararon en desacato, nombraron un Tribunal de Justicia a su medida cuando les dio la gana; han escogido a sus rivales; han acabado con los principales líderes opositores que jugando democráticamente salieron victoriosos en diferentes elecciones; usan al CNE, TSJ, Contraloría, Procuraduría y otros entes oficiales para cercenar, disminuir, apresar, amenazar e irrespetar a los demócratas. Aquí señalamos hace dos meses que acabarían con PJ, comenzando por Julio Borges, tal como lo hicieron con VP y dirigentes de otros partidos. Usan el SEBIN y el DGCIM cuando les da la gana. Los temores de las elecciones de diciembre los mueven a las últimas escaramuzas con la careta quitada. Usan los encapuchados para comprometer, sin pruebas, a diputados y dirigentes que andan, temerosos de las garras rojas, únicamente por el camino constitucional. Se ufanan de haber lanzado a la diáspora a un alto número de diputados de la legítima AN. ¿La que debe aprobar el programa económico rojo para ser aceptado en organismos globales? ¿Democracia, pues?
La autodeterminación de los pueblos, por José Toro Hardy

 

El principio de libre determinación de los pueblos  se basa en el derecho internacional público y se encuentra en la Declaración de las Naciones Unidas.

El derecho a la autodeterminación  permite a los pueblos decidir libremente su condición política, sus propias formas de gobierno, desarrollo económico, social y cultural, al igual que estructurar libremente sus instituciones, sin intervención externa, siempre y cuando los derechos esenciales de las personas sean respetados y los gobiernos emanen de la voluntad popular.

Antiguamente los príncipes alegaban tener derechos de origen divino y por tanto se consideraba que podían ejercer plenamente la soberanía en los territorios que gobernaban. Su voluntad era la ley.

Eso cambió con la Revolución Francesa. Hoy en día la soberanía proviene del pueblo, tal como lo establece nuestra Constitución en su artículo 5, el cual reza textualmente:

“La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”.

Mal puede un gobierno alegar el principio de autodeterminación frente a otros Estados cuando le niega a su pueblo el ejercicio de esa soberaníaconforme a lo establecido en su Constitución.

Cuando el derecho al sufragio -claramente previsto en el Art 63 de la Constitución- queda restringido al encarcelar, inhabilitar o exiliar a los líderes opositores, al ilegalizar a los partidos de oposición, al permitir  concurrir sólo a los candidatos opositores que le conviene, cuando un gobierno usa indebidamente y de manera ventajista los recursos públicos para favorecer a su candidato o a sus propuestas o cuando no existe transparencia ni credibilidad en los mecanismos para contar los votos y por el contrario hay la percepción generalizada de fraude, ya no es factible decir que tal gobierno emana del pueblo.

Por eso tanto la OEA como la Unión Europea y muchas otras naciones desconocieron las elecciones del 20M.

Cuando esas cosas ocurren deja de existir la democracia y surgen gobiernos autoritarios que se transforman en dictaduras que, para mantenerse en el poder, se valen cada vez más de la fuerza.

En su “Contrato Social”, Rousseau afirmaba: “ la fuerza no constituye derecho, y  únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos” .

John Locke -Siglo XVII- señalaba que la soberanía emana del pueblo y que el Estado tiene como misión principal proteger las libertades individuales de los ciudadanos. Abordaba también Locke al principio de la separación de los Poderes. La autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El poder no es absoluto sino que ha de respetar los derechos humanos.

En Venezuela ya nadie cree que se respeten ni los DDHH ni la separación de los poderes. No hay legalidad de origen ni de desempeño. El régimen no tolera poderes que no le sean leales y subordinados, así hayan sido el resultado de la voluntad popular

De hecho, ante la continua violación de los DDHH, el presidente electo de Colombia, Iván Duque, ha afirmado que al asumir el poder presentará una denuncia ante la Corte Penal Internacional. Posiblemente lo hará también el presidente Macri de Argentina. El Parlamento Europeo ha anunciado que apoyará tales acciones.

Bajo tales condiciones se entiende el aislamiento progresivo de un régimen que cada vez se aleja más de la democracia y reprime a sus ciudadanos, pretendiendo tener el derecho de hacerlo -como suelen hacer los regímenes totalitarios- invocando para ello razones de soberanía y apelando al principio de autodeterminación de los pueblos, a la vez que acusan de injerencia en sus asuntos internos a los Estados que les exigen respetar los DDHH.

En el mundo de hoy, la soberanía no es absoluta. Está condicionada por Tratados Internacionales, como es el caso de la Carta Democrática Interamericana, que los gobiernos que los suscriben están obligados a respetar.

Una cosa es evidente. Como su nombre lo indica, el principio de la autodeterminación se aplica a los pueblos y no a los gobiernos que pretenden robarles la libertad.

 

@josetorohardy

Maduro anunció que en 48 horas fiscales comuneros supervisarán los precios en la calle

 

El presidente Nicolás Maduro informó que designará en 48 horas a fiscales comunales que se encargarán de tener el control en los precios de los productos en la calle.

Este jueves, durante una intervención en una jornada de Diálogo Nacional donde participaron Consejos Comunales y Comunas, en la Plaza Bicentenario del Palacio de Miraflores, el primer mandatario nacional dio a conocer dicha información.

Además aseguró que iniciará un proceso en el cual le hará llegar los petros a las comunidades. Indicó que otro de sus planes, a parte del “Petro”, es implementar los productos de higiene personalen lo que se conoce como cajas Clap.

Asimismo, se refirió al plan textil comunal el cual a su juicio, debería ser acelerado, para así implementar lo ofrecido. También aprovechó la oportunidad para anunciar que en los próximos días continuarán con las medidas de libertad para los presos políticos.

 

El despotismo jamás triunfará sobre la libertad, por Armando Martini Pietri

 

La libertad es la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según propia voluntad de la persona. Facultad y también un derecho natural -es decir, intrínseco a la condición humana- para elegir de manera responsable su forma de actuar dentro de una sociedad, sólo con las limitaciones de las leyes libremente decididas. Incluso quienes estén sujetos a restricciones judiciales por delitos cometidos, pierden la libertad de desplazamiento, pero conservan plenamente las de pensamiento y opinión.

El despotismo fue una forma de gobierno que tenían las naciones -todas monárquicas (reyes, tiranos, faraones, emperadores) casi desde el inicio de los tiempos en la que las majestades tenían poder absoluto, salvo ligeras excepciones griegas más bien de corta duración. Es el Gobierno absoluto, no limitado por las leyes.

El despotismo jamás ha funcionado porque nunca ha sido justo ni equitativo sino necesariamente represor. Siempre expresión del dominio de unos pocos sobre la mayoría, y convenientemente lo aplicaron grupos privilegiados, que se justificaban hablando de necesidades extremas y hasta de esa distorsión político religiosa que fue siempre el llamado “derecho divino de los reyes”, y el menos justificable y más injusto de la sucesión automática de padres a hijos o a familiares muy cercanos.

Siempre minorías con riquezas y armas escogían -alguna que otra vez, no sin repugnancia masculina, una mujer, casi siempre como regentes mientras llegaba a la mayoría de edad el hijo heredero- que recibía todo el poder para resolver el problema de turno, aunque siempre fue poco lo que resolvieron, desde imperios colosales como el breve de Alejandro Magno, los divinizados como el egipcio de los faraones o el agresivo y muy completo romano.

Pero para resolver -y casi nunca lo lograba excepto por muy breves lapsos- abusaba, encarcelaba, ajusticiaba. Casi todos los grandes nombres que leemos, excepto filósofos y artistas, fueron déspotas, y la historia del ser humano ha sido una sucesión de derramamientos de sangre, cárceles injustas, torturas, silenciamiento. Un ejemplo conocido fue Napoleón Bonaparte. Sin duda un gran general, hoy en Francia su monumental tumba es lugar de admiración. Ganó grandes batallas contra los más poderosos países de Europa, incluso promovió la redacción y aplicación de hitos del derecho como el famoso Código Napoleónico que todavía hoy estudian y aplican los sistemas judiciales de muchas naciones en el siglo XXI.

Pero sus triunfos, llenaron de cadáveres los campos de Europa, arruinó economías completas, fue derrotado y regresó porque su soberbia era superior a su humanismo y le faltaban cuerpos por sembrar. Busque usted su déspota preferido, y será más o menos la misma historia. Abuso, grandeza sobre esqueletos, monumentos sobre ruinas, armas y ferocidad para atemorizar a quienes no estaban de acuerdo y exigían libertad.

La libertad es exigida, el despotismo impuesto.

La libertad, espíritu natural del ser humano, genera héroes y mártires, pero su objetivo es la justicia, y respeto al pensamiento de cada ciudadano honrado. El despotismo, aprovechamiento limitado a un jefe, sus cortesanos y nobles aprovechadores como representantes autorizados por el déspota, genera cobardía, injusticia, desajuste social, cárceles, torturas, ruina.

Adolfo Hitler construyó una descomunal Alemania para convertir a Europa, a su propia Alemania y a él mismo, en tierra de nadie, muerte, ciudades y campos devastados. Stalin y Mao, levantaron grandes potencias argamasadas con dolor humano; más cerca en tiempo y distancia, el recuerdo fantasmal sostenido como pretexto de Fidel, a la piedra rasposa e inexpresiva que es Raúl Castro, general de ejércitos invasores, represores de pueblos, o también ¿por qué no? los recuerdos de uruguayos, chilenos y argentinos conducidos a las cárceles, torturas, asesinatos, exterminios en sus propios países por déspotas que se justificaron a sí mismos por arreglar las cosas.

Los despotismos y déspotas son similares, pero especialmente tienen algo en común. Nunca, jamás en toda la historia de la humanidad, hayan construido países monumentales o cementerios abonados con sangre, han podido derrotar al espíritu de libertad que hace humanos a los hombres y mujeres, militares, civiles, científicos y campesinos analfabetos.

Porque la libertad no es una condición creada ni un objetivo que se impone. La libertad es parte del alma de las personas, es la sangre y convicción de las almas. Los diez mandamientos que trajo Moisés de la montaña, no son reglas políticas despóticas, sino normas de conducta social.

Hasta las religiones e iglesias, que en sus orígenes fueron despotismos auto-justificados por presuntas órdenes de Dios, se han ido democratizando con el tiempo. Los votos de los sacerdotes de las diversas religiones, y en el catolicismo de los miembros de órdenes religiosas, como en los grupos militares, son decisiones personales voluntarias. El individuo, por propia voluntad, renuncia a libertades naturales y jura obediencia. No jura por obligación sino por propia decisión -lo cual hace repugnante y antinatural a la recluta militar, por ejemplo. Hoy en día renunciar después a esa renuncia voluntaria inicial, ya no es anatema, es sólo otra expresión de voluntad libre.

El despotismo hoy en día, en medio de un universo que ha reivindicado la libertad desde hace siglos, se disfraza de democracia, enmascara su control con justificaciones retóricas y siempre, no falla, con las armas en la mano, explotando las emociones y confianza de los ciudadanos.

Hasta que esa fe se resquebraja, desmorona y la libertad plena sale nuevamente a la luz. Es sólo cuestión de tiempo, porque el despotismo es tan antinatural como natural es la libertad.

 

@ArmandoMartini 

Detenidos (1)

 

Lo primero que hay que destacar es que un excarcelado no es lo mismo que un liberado. Desde el punto de vista práctico, “liberar” es darle o concederle su libertad a alguien, mientras que “excarcelar” es sacarlo de la cárcel, lo que no implica, necesariamente, concederle su libertad, al menos no su libertad plena.

Hago el comentario desde la base de los acontecimientos recientes en Venezuela, tras el anuncio de Maduro referido a los presos políticos de nuestro país. El pasado jueves destacó Maduro: “Yo espero que todos los sectores involucrados en la violencia política del 2014, del 2015, el 2016, el 2017 saquen lecciones del proceso histórico y se vayan a las calles aquellos que cometieron delitos violentos contra la cosa pública y contra la paz del país, se vayan a las calles a hacer política, quiero una política de pacificación, de reencuentro, de reunificación y reconciliación de Venezuela”. Y luego añadió: “Así que anuncio una amplia política de reencuentro y pacificación que permita que los factores que estuvieron en la violencia se incorporen a la lucha política legal, constitucional, sin armas y sin violencia, al país”.

Tras estas afirmaciones, que corresponde analizar en frío, se señaló que se había instruido a la ANC, para que, a través de la “Comisión de la Verdad”, evaluara cada caso y articulara lo que fuera necesario para que algunos presos políticos (aún no está claro quiénes o cuántos serían, ni cuáles serían los criterios que se utilizarían para determinarlos) salieran de su injusto encierro.

Ese mismo jueves pudimos tener noticia de que, cumpliendo de manera expedita la orden presidencial (lo cual demuestra la nula independencia de nuestro poder judicial) ya se habían emitido las primeras boletas de excarcelación, a saber 26, de las cuales 20 estaban referidas a presos políticos. Como es lamentablemente costumbre, no fueron ejecutadas de inmediato, como lo ordena la Constitución, sino al día siguiente, progresivamente, hasta que se completó un primer lote de excarcelaciones de veinte personas. Un poco más tarde, el mismo viernes, fueron excarceladas dos personas más, y el día sábado (no el viernes, como algunos lo afirmaron) fueron también excarcelados también el norteamericano Joshua Holt y su esposa. En total, hasta el momento en el que escribo estas líneas, habían salido de la prisión, por órdenes de Maduro, 24 personas.

Salvedad hecha de Joshua Holt y de su esposa, que fueron enviados de inmediato a los EEUU, ninguno de los otros excarcelados obtuvo su libertad plena. A todos se les mantuvo el proceso penal abierto y a todos se les impusieron medidas cautelares, que implican, en diferentes modalidades, una libertad restringida o limitada. Esto implica que, si bien ya no están presos, no han sido en realidad liberados, sino excarcelados. Las investigaciones contra ellos se mantienen abiertas y, en cualquier momento, podrían volver a prisión si el poder así lo desea. Así están las cosas, lo reitero, al menos hasta el momento en el que preparo esta entrega.

Maduro ha promocionado su propuesta como un “gesto” de “buena voluntad”, pero varios elementos nos permiten dudar de tales “buenos propósitos”. Como punto previo, cabe destacar que concederle la libertad a quien nunca debió estar encarcelado no es un “gesto”, un “beneficio”, una “gracia” ni un “regalo” presidencial, por el contrario, es una obligación del gobierno. Partir de una premisa distinta significa aceptar lo inaceptable pues, aunque en nuestro país no exista el Estado de Derecho, según nuestra Carta Magna el poder está sometido a la Constitución, a las Leyes y a los Tratados Internacionales sobre DDHH vigentes en Venezuela, no al revés.

El primer elemento que genera dudas ya lo hemos mencionado: El gobierno no está en realidad aceptando sus culpas ni el error que supone haber enviado a la cárcel injustamente y por razones políticas, no jurídicas, a tantas personas durante los últimos lustros. A algunos presos políticos los ha sacado, hasta ahora, de la cárcel, sí, pero mantiene sobre sus cuellos la espada con la que puede, cuando así lo desee, cortarle de nuevo la cabeza a su libertad. Es, en realidad, y como decimos en Venezuela, un “sí, pero no”, una amenaza, un “sales de cárcel, pero no te resbales” y, al final del día, una trampa muy peligrosa que juega cruelmente con el deseo, natural, humano y comprensible, de todo preso político de salir de su injusto encierro como sea.

En segundo lugar, insiste Maduro en la consolidación de una narrativa falsa y “justificante” de su indebido y sistemático proceder represivo, que por cierto ha sido ya calificado en varias instancias internacionales como un grave crimen de Lesa Humanidad. Según Maduro, los presos políticos no están en la cárcel por haber cuestionado de manera legítima al poder, por haber manifestado pacíficamente o por haberse opuesto al gobierno, sino por haber incurrido, en su decir, en “actos de violencia política” y en “delitos contra la cosa pública y contra la paz del país”. En otras palabras, y paradójicamente, mientras da la orden política de que sean excarcelados (porque políticas son las razones de su encierro) Maduro les niega la condición de presos políticos e insiste en estigmatizarlos y en categorizarlos como simples “delincuentes”.

En tercer lugar, resulta sospechosa la opacidad con la que se ha manejado cuál sería el alcance total, cuáles serían los criterios de selección, y quiénes los eventuales destinatarios de la jugada. De acuerdo a nuestros registros en el Foro Penal, al día de hoy tenemos certificados 346 presos políticos en Venezuela, algunos de los cuales ya tienen más de 15 años privados injustamente de su libertad, y nadie puede adelantar con exactitud quiénes terminarán excarcelados y quiénes no, ni por qué unos serán “seleccionados” mientras que otros, nadie sabrá en realidad las razones, tendrán que seguir padeciendo injusta prisión.

A esta opacidad, a este hermetismo (obtuso e inexplicable, si se toma en cuenta que la movida está supuestamente “llena” de “buenas intenciones”) se suma que ni los abogados o los familiares de los presos, ni las ONG que manejan con seriedad este tema, han sido convocados a expresar su parecer, a brindar su apoyo técnico ni han sido llamados a facilitar los datos que manejan sobre la realidad de la prisión y persecución política en Venezuela, y también que entre los supuestos factótums del “gesto” están, primero, Rodríguez Zapatero, cuyo saldo, cuando se involucra en estos temas, siempre termina en rojo, y después un excandidato presidencial que nunca mostró, que se sepa, la más mínima preocupación ni interés alguno por los presos y perseguidos políticos de nuestra nación y que ahora pretende equipararse a Moisés liberando a los hebreos de la opresión de los egipcios.

En cuarto lugar, destaca que la propuesta de Maduro habla de quienes están injustamente encarcelados, pero nada dice de las más de 7000 personas sujetas, bajo medidas cautelares o de libertad restringida, a procesos penales injustos por motivos políticos ni de los miles de exiliados que, al día de hoy, no pueden poner pie en Venezuela pues de inmediato serían enviados a prisión. La persecución política tiene muchas facetas, de las cuales la prisión política, aunque prioritaria, no es más que una sola de ellas. Abarcar solo a unos cuantos presos, seleccionados unilateralmente al capricho del poder, dejando a muchos otros en las mismas, o hasta en peores, condiciones, y sin tomar en cuenta las otras caras de lo que ha sido la sistemática persecución penal injusta y por motivos políticos en nuestro país, ya lo he dicho, no es más que un “paño caliente”, un “maquillaje” que, al final del día, más allá de la alegría, lógica e irreprochable, que pueda generarle a los que terminen coyuntural y provisionalmente fuera de la cárcel, puede terminar siendo peor como remedio que la propia enfermedad.

Por último, lo que más genera suspicacias y desconfianza, al menos en quien suscribe, es que mientras se habla de “gestos de buena voluntad”, de “reconciliación” y de “reencuentro”, la máquina represiva gubernamental no ha dejado de actuar ni un segundo. Mientras esta semana que pasó algunos eran en efecto excarcelados, en el Foro Penal, nada más desde el anuncio de Maduro de este jueves, registrábamos ya al escribir esta columna, dos días después, al menos 14 nuevos arrestos por motivos políticos. Es lo que Alfredo Romero ha denominado, con acierto, la estrategia de la “Puerta Giratoria”, en la que, mientras a algunos se les excarcela entre bombos y platillos, así como para parecer (que no ser) “amplio” y “generoso”, a otros se les lleva a esas mismas celdas que ya habían quedado vacías, repitiendo un ciclo, al parecer, de nunca acabar. Esto demostraría que la distancia entre lo que se hace y lo que se dice, entre la proclama y los hechos, es muy larga. Si lo que se hace con las manos se destruye con los pies, no se está en realidad construyendo nada, ni mucho menos se está abriendo un espacio honesto y sincero para el “reencuentro” y para la “reunificación” del país.

La única medida verdaderamente efectiva y amplia, el único “gesto” que en realidad sería acorde con una verdadera intención de reencuentro y de reconciliación, pasa por el reconocimiento oficial, sin medias tintas ni triquiñuelas, de la existencia verdadera de un grave cúmulo de sistemáticas y reiteradas violaciones a los DDHH, específicamente a la libertad de las personas, que deben cesar de inmediato, sin condiciones, y de otras, algunas de efectos permanentes, sobre las cuales no cabe ni se puede aceptar impunidad alguna. Con respecto a las primeras, solo una Amnistía plena, amplia, y que abarque todas las facetas de la que ha sido esta oscura página de nuestra historia reciente puede, en realidad, generar los espacios necesarios para la paz y para la reconciliación en Venezuela.

 

@HimiobSantome

 

¿A qué se dedica Acceso a la Justicia? ¿Cuáles son las demandas que exige la sociedad civil? ¿Por qué en Venezuela no hay Estado de derecho ? Estos y otros temas los estaremos conversando con Laura Louza, abogada y directora de Acceso a la Justicia, una organización encargada de sistematizar, monitorear y difundir información sobre la administración de justicia en Venezuela, además velan por la democracia, la libertad, los derechos humanos, el estado de derecho, la separación de poderes, y la independencia judicial en Venezuela.

“El problema no es solo que estamos en un Estado que no es de derecho, sino que no hay Estado, pues éste no da respuesta… Lo que sucedió en el Helicoide es una buena demostración de esta ausencia, sumándole a esto que no deberían haber presos políticos en una democracia”

Iniciaremos acompañados de la banda Holy Hands y el tema “Nada”, continuamos con buena música acompañados de la banda Le’ Cinema, la agrupación ganadora del Nuevas Bandas y su canción “Re’sistencia”; finalmente cerraremos junto a la banda Cardiel y el tema “GNB”. Estas son las pausas del rock planeadas por @romontesdeoca para este Humano Derecho.

En esta oportunidad contaremos con Rodolfo Montes de Oca (@romontesdeoca) como presentador, el cual le estará haciendo la suplencia a @fanzinero y @MelanioBar.  Somos el radioweb show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por Redes Ayuda y Provea. Más contenido en www.humanoderecho.com

Mientras buena parte del planeta se prepara para disfrutar del Mundial de Fútbol Rusia 2018, en Venezuela nos aferramos a las redes sociales para conocer el desenlace de la confusa situación que viven cientos de presos recluidos en El Helicoide. Esta dicotomía me permite recurrir a un lugar común para explicar la  gravedad de la barbarie que está ante nuestros ojos.

Me referiré a un juego de fútbol como el medio para conseguir un trofeo, la libertad. Esta metáfora ha inspirado novelas y películas, todo en torno a un hecho que tuvo lugar en Kiev, Ucrania, en 1942 durante la ocupación Nazi: un partido de fútbol conocido como El Partido de la Muerte entre prisioneros de guerra y miembros de las fuerzas armadas del Tercer Reich. La versión cinematográfica más reciente de este mito es un filme de 1981 llamado Victory en el que aparecen leyendas del balompié como Pelé, Bobby Moore y Osvaldo Ardiles junto a Sylvester Stallone, Max Von Sydow y Michael Caine.

Derecho a la Libertad

Aunque no sepamos el porqué, todos estamos seguros de que tenemos derecho a ser libres, ese es el trofeo de este juego, la libertad. Libres, así nacimos y además hay un montón de papeles que así lo indican. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, por ejemplo, es el reflejo de otros tantos papeles; decenas de tratados y acuerdos internacionales suscritos por muchísimas naciones del mundo que dicen de una manera u otra que nadie puede ser detenido a menos que exista una decisión judicial que así lo indique. Esa regla tiene una excepción: ser sorprendido con las manos en la masa, es decir durante la comisión de un delito o poco después de haberlo cometido, que es lo que se conoce como flagrancia.

Ganadores hasta que se demuestre lo contrario

Seamos francos, la gente hace cosas malas y algunas personas merecen perder su libertad por ello. El problema de esta afirmación es establecer a ciencia cierta quién ha hecho algo suficientemente malo como para ir preso. Por esto es que a todos se nos presume inocentes, porque las sociedades democráticas prefieren a culpables libres que a inocentes presos. Por esto es que todos gozamos de la libertad por el solo hecho de ser seres humanos, dicho de otra manera: disfrutamos del trofeo antes de jugar y es nuestro desempeño lo que podría convertirnos en presos.

En los regímenes autocráticos, por el contrario, la libertad hay que ganársela. Por ello la gente va presa por ser enemiga del poder y por poner en riesgo la hegemonía de la clase gobernante. Dicho de manera clara, quienes se oponen al Gobierno terminan presos para evitar que consigan su cometido, aún y cuando intentarlo sea un derecho legítimo.

¿Cómo se le gana el juicio a un inocente?

Para responder esta pregunta es imprescindible entender cómo funciona en la práctica la presunción de inocencia. Imagine un juego de fútbol, con las mismas reglas que usted conoce. Como siempre, el equipo que anote más goles gana. La diferencia es que a su equipo llamado Los inocentes la liga lo presume ganador y por ello le concede al inicio del partido un gol a favor; llamemos a esa ventaja “presunción de inocencia”. Además de este “handicap”, en caso de que al terminar el tiempo reglamentario el equipo contrario, llamado Fiscalía, haya anotado más goles, su equipo Los inocentes puede pedir un tiempo extra llamado “apelación” y, si luego de esa prórroga la Fiscalía sigue arriba en el marcador, su equipo Los inocentes podrá exigir una tanda de penales conocida como casación. Si y solo si la Fiscalía gana también en los penales, es que será declarada vencedora. Pero aún si la Fiscalía gana bajo estas reglas, su equipo podrá ganar el juego gracias al control antidopaje que llamaremos “revisión”, el cual por cierto sólo aplica a favor de Los inocentes.

Juego desigual

Usted seguramente debe pensar que es muy difícil ganar un partido con las reglas que he descrito, ya que se requiere que la Fiscalía sea muy superior a Los inocentes. En efecto, los procesos penales a diferencia de cualquier otro están diseñados para que siempre ganen Los inocentes. Esas son las reglas que imponen los Derechos Humanos, la Constitución y la Ley. Sobre estas reglas hay consenso absoluto y universal. Nadie, absolutamente nadie, cuestiona estas reglas, excepto por supuesto los regímenes totalitarios que las desconocen abiertamente y juegan siempre bajo sus propias reglas, las que les permiten asegurarse la victoria. La conclusión evidente es que las reglas de este juego -el deber ser- favorecen a los ciudadanos comunes, es decir a Los inocentes y ello es así, insisto, porque la sociedad acepta que haya culpables sin castigo, siempre que no haya un solo inocente sancionado por algo que no hizo. Esto último es el estándar mínimo de la más elemental noción de Justicia.

Arbitraje Justo

Aunque la cruda realidad nos indique lo contrario, en caso de duda el árbitro de este singular juego debe interpretar el reglamento que he descrito a favor de Los inocentes. Esto que está en nuestra Constitución, como en varios tratados internacionales, se le llama in dubio pro reo lo que en latín quiere decir que, en caso de duda, el árbitro -llamado juez penal– debe inclinarse a favor de Los inocentes. Dicho de otra forma, si el árbitro no está seguro acerca de una jugada en especial, debe tomar la decisión que beneficie a Los inocentes. Tenga presente que es el sentido de Justicia (inocentes libres) lo que se promueve en este juego del que escribo.

El trofeo

Perder un juego en condiciones tan ventajosas merece un reproche, una sanción. Si Los inocentes pierden deben devolver el premio que recibieron al nacer, mucho antes de haber jugado siquiera una vez, la libertad. Por su parte, la Fiscalía solo recibe, por ganar ese partido en condiciones tan adversas, una simple autorización; una decisión judicial que permite detener a Los inocentes, pero nada más. En contraste, si ganan Los inocentes no recibirán un trofeo que no tengan ya, excepto por la reafirmación de su inocencia y la posibilidad de continuar siendo libres.

La excepción que confirma la regla

Excepcionalmente y en condiciones muy precisas, la Fiscalía puede conseguir iniciar el juego en una posición menos desventajosa. La Fiscalía puede presentar al árbitro una petición especial antes del comienzo del juego para que se mantengan todas las reglas a favor de Los inocentes excepto una: el gol de ventaja. La Fiscalía debe convencer al árbitro de que va a ganar el partido fácilmente y debe tener pruebas de que Los inocentes harán trampa durante el juego. Esta excepción se llama “prisión preventiva” y permite mantener preso al imputado durante el juicio, antes de que se compruebe su culpabilidad. La “prisión preventiva” procede solo cuando hay evidencias contundentes de que el imputado cometió un delito que merece cárcel y que además se escapará u obstaculizara el proceso para evadir la justicia.

Inocente y perdedor

Si cualquiera de estas reglas se incumplen, la victoria de la Fiscalía, más que fraudulenta será una gravísima y grosera violación a los derechos fundamentales y a las garantías procesales de Los inocentes. Recuerde que el reglamento de este peculiar juego de fútbol son tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, la Constitución Nacional y la Leyes. Las victorias fraudulentas son frecuentes tristemente, hay cientos de presos que no han sido nunca derrotados conforme a las reglas que he descrito, y muchos de ellos hoy están clamando por su libertad desde los calabozos del Helicoide.

Árbitros parcializados, barras bravas y pena máxima

Nada más reprochable que un juego amañado, nada peor que un árbitro vendido. La trampa, en el fútbol como en la vida, son el cruel reflejo de la ambición y la corrupción que obra a favor del poder, como en el mito del Juego de la Muerte. Cualquiera esperaría que un acusado, culpable o inocente, haga cualquier cosa para evitar el peso de la ley, pero saber de jueces y fiscales dispuestos a torcer el derecho para encarcelar a un inocente es sorprendente y repugnante.

Cuando Los inocentes pierden el juego producto de violaciones al reglamento, el equipo favorecido -la Fiscalía– y el árbitro -juez penal-, deben ser sancionados de forma ejemplarizante. De igual forma merecen un castigo, muchísimo más severo, aquellos que ni siquiera participan en el juego, llamémoslos hinchas, quienes -a veces para satisfacer sus propias pasiones- deciden desconocer la victoria de los inocentes. Me refiero a aquellos que ignoran decisiones judiciales y boletas de excarcelación manteniendo privados de libertad a inocentes, que no solo jugaron y ganaron el juego macabro de la libertad, sino que vencieron la adversidad de haber sido encarcelados por lo que son y no por lo que hicieron.

@LoretoJA

Presos políticos en El Helicoide piden libertad y garantía del debido proceso

 

Tras 24 horas de la toma de la sede del Sebin El Helicoide, los presos comunicaron sus exigencias e indicaron que la protesta seguirá hasta que sus peticiones sean escuchadas y ejecutadas por los tribunales y funcionarios.

Abogados defensores señalaron que para la resolución hace falta la creación de un comisión mixta conformada por: el Ministerio Público, la iglesia, familiares y defensores de derechos humanos.

Los privados de libertad afirman que no tienen armas y dicen que la protesta se debe a dos exigencias:

* Liberación de todos los presos políticos de Venezuela. «Ningún venezolano debe estar preso por su pensamiento y mucho menos venezolanos que ya tienen una boleta de liberación emitida por un tribunal. La dictadura arbitrariamente los mantiene secuestrados.

* Se garantice el debido proceso, traslados de los presos comunes, y libertad a todos según el listado: 

Presos con boleta libertad: 10

Presos secuestrados, nunca presentados: 3

Presos en espera de examen psicosocial: 4

Presos con fianza: 9 

Presos con boleta de traslado: 43

Presos políticos sin juicio y sin traslado: 56

Presos menores de edad: 4

Presos con orden de extradición: 5

Presos con retardo procesal de más de dos años: 103

Total de presos en El Helicoide: 265. Todos con problemas de salud