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Laboratorio de Ciencias Sociales

Seis años estudiando el fenómeno de la violencia tiene el OVV Mérida
Se enfocan en el estudio constante de la violencia interpersonal regional 

 

Era octubre del año 2016 y un primer equipo del Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida (OVV Mérida), iniciaba la misión de dedicar esfuerzos para el “estudio científico de la violencia, buscando establecer, bajo parámetros de análisis diseñados y orientados por metodologías válidas y confiables, un diagnóstico y propuestas generales para combatir este flagelo en el país”, según se indicaba en los primeros objetivos trazados.

Año y medio después de que el OVV Mérida iniciará su andar, en septiembre de 2018, un nuevo equipo de trabajo, coordinado esta vez por el geógrafo Gustavo Páez, profesor de la Universidad de Los Andes (ULA), asumió la continuidad de la organización que este 2022 sumará seis años de aportes en la comprensión de un fenómeno social tan cotidiano como complejo: la violencia. Este equipo de investigación, en los actuales momentos, está conformado, además del coordinador, por dos geógrafas (Karina Rondón y Yhimaina Trejo) y por el periodista Adelfo Solarte.

Si bien son variadas las formas en las que se puede manifestar la violencia, el interés del OVV en todo el país –y por ende, también en Mérida– es enfocarse con principal énfasis en la violencia interpersonal, más concretamente en los actos violentos cometidos por un individuo o un pequeño grupo de individuos en contra de otros, y que comprende la violencia juvenil, la violencia contra la pareja, otras formas de violencia familiar como los maltratos de niños o ancianos, las violaciones y las agresiones sexuales y la violencia en entornos institucionales como las escuelas, los lugares de trabajo, los hogares de ancianos o los centros penitenciarios.

Conocer y comprender

Para Gustavo Páez, coordinador del OVV Mérida, en estos seis años de trabajo hay al menos cuatro aspectos resaltantes en la labor que cumple esta organización: el primero es el estudio constante de la violencia interpersonal regional y el aporte que se ha hecho para avanzar en la comprensión de ésta. “No hay duda que a lo largo de seis años el OVV Mérida ha estudiado la violencia interpersonal de manera sistemática y con criterio científico-académico”, afirma el investigador.

Aunque exponer públicamente las cifras de la violencia es un aporte de gran utilidad social, los estudios emprendidos por el equipo regional del OVV Mérida, han permitido ir más allá de las cifras para, según Páez, “visibilizar el comportamiento de la violencia interpersonal, sus tendencias y los cambios que se han producido, además de haber hecho públicas las diferentes conjeturas o hipótesis explicativas del comportamiento temporal de esa violencia”.

En suma, la sociedad merideña ha recibido aportes para conocer y comprender la violencia interpersonal y todos los delitos enmarcados dentro de ésta, pero también, más allá de mostrar cifras, se ha intentado explicar las altas y las bajas, las tendencias al aumento o a la disminución o la fluctuación de tal o cuál tipo de violencia, o de tal o cuál tipo de delito de violencia interpersonal.

Suicidios: abordaje especial

El segundo aspecto mencionado por el coordinador es el particular abordaje que se ha hecho de la violencia autoinfligida (que incluye las muertes por suicidio), lo que ha derivado en que hoy día el equipo de investigación del OVV Mérida sea referencia regional, nacional e internacional sobre esta materia.

La violencia autoinfligida incluye no sólo la consumación del acto suicida, sino que también se refiere a la ideación suicida e incluso a los intentos de suicidio que una persona puede llegar a cometer.

Para Gustavo Páez, el OVV Mérida ha puesto el acento en los suicidios consumados “por algunas razones lógicas”. Mencionó, por ejemplo, primero, es la máxima expresión de la violencia autoinfligida; segundo, dentro de este tipo de violencia, es el suceso más reseñado en los medios de comunicación de Mérida, puesto que, ante la falta de cifras oficiales públicas actualizadas, esa ausencia ha llevado al equipo de investigación a usar los medios de comunicación y a los informantes clave como una de las fuentes para generar las cifras, conocer sus tendencias y desarrollar interpretaciones.

Páez también indicó que esas cifras que se generan usando como base esas dos fuentes aludidas, son comparadas y analizadas en conjunto con las estimaciones que el OVV genera, empleando cifras oficiales no públicas, como por ejemplo, las generadas por Corposalud Mérida. Por otra parte, debido a que lo que se publica en los medios es, precisamente el suicidio ya consumado, son muy pocos los casos informados sobre intentos de suicidio y aún menos frecuentes los casos de personas que han presentado ideación suicida, todo esto por la dinámica mediática que suele centrarse más en la espectacularidad de los acontecimientos, pero también porque es sumamente complejo para los medios acceder a información personal o familiar, que son los ámbitos donde se manifiestan ciertas formas de la violencia autoinfligida.

También destacó Páez, que el equipo de investigación constantemente está en contacto con profesionales como psicólogos y psiquiatras, los cuales hacen aportes de gran valor en la interpretación del comportamiento de la violencia autoinfligida tanto en Mérida como en el país.

“El OVV ha estudiado la violencia autoinfligida a lo largo de estos seis años, no sólo en la región merideña, que es el epicentro en Venezuela en esta materia, sino que hemos estudiado el fenómeno a escala nacional, lo cual ha convertido al OVV Mérida en referencia en el país y en el mundo. Una muestra de ello es la gran cantidad de entrevistas que desde la entidad se otorgan a medios regionales, nacionales e internacionales sobre este tema”, comentó Páez.

Sobre este punto, el equipo de investigadores del OVV que hace vida en el estado ha generado documentos, notas de prensa, reportajes e informes que son referencia sobre la violencia autoinfligida que acontece en Venezuela. Incluso han ido más allá y han publicado en revistas científicas, tanto dentro como fuera del país. Próximamente, un libro que publicará el OVV central, contendrá un capítulo sobre violencia autoinfligida en Venezuela pero específicamente en niños, niñas y adolescentes, cuya autoría es del OVV Mérida.

Importancia del componente espacial

Un tercer aspecto que caracteriza el trabajo que ha realizado el OVV Mérida desde su creación, abordando tanto la violencia interpersonal como la violencia autoinfligida, es que “no sólo hemos estudiado los comportamientos temporales de estos tipos de violencia, sino también los comportamientos espaciales”, refiere el coordinador.

Al aclarar a qué alude este término de “comportamiento espacial”, Páez explica que la naturaleza de la formación base de la mayoría de los que conforman el equipo del OVV Mérida es la geografía. “De allí que sea importante para nosotros darle énfasis a los patrones espaciales que muestran estos tipos de violencia”.

El enfoque espacial, desde una perspectiva geográfica y demográfica, se puede apreciar en los informes, notas, documentos, en los que se compara el caso de Mérida con patrones espaciales de otras entidades del país, pero también –a lo interno del estado Mérida– se compara la realidad de la violencia según los municipios. “Pero también –agrega Gustavo Páez– hemos sido pioneros en la generación de cartografía temática, tanto estática como interactiva, que exhibe esos comportamientos diferenciales de la violencia en Venezuela, sus entidades y municipios”.

Presentes en las investigaciones

El cuarto aspecto distintivo de la labor del OVV Mérida radica en su destacada participación como equipo regional en el marco de investigaciones cualitativas, pero también en otras con enfoque cuantitativo, desarrolladas tanto por el OVV, en general, pero también las emprendidas por el Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO) en particular.

Por cierto, aparte de los artículos científicos generados en el área de la violencia autoinfligida y los capítulos publicados en libros teniendo como eje temático la violencia interpersonal en Mérida, también los investigadores del OVV Mérida han sumado sus aportes en publicaciones científicas relacionadas con temas demográficos como el de la mortalidad infantil y la esperanza de vida.

Pasados seis años de trabajo intenso y sistemático, el OVV Mérida se presenta ahora como una organización que ha logrado labrarse, mediante un riguroso trabajo investigativo y académico, un sitial importante en el contexto de las organizaciones que, en el ámbito merideño y venezolano en general, coadyuvan a la comprensión de un fenómeno social tan relevante como lo es la violencia.

Roberto Briceño-León fue designado miembro de la Academia de Ciencias de América Latina
El profesor titular de la Universidad Central de Venezuela y director del Laboratorio de Ciencias Sociales es el primer sociólogo que se suma a esta institución, en la que hay 309 miembros de 17 países

El investigador venezolano Roberto Briceño-León, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela y director del Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO), fue designado como miembro vitalicio de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL) y es el primer sociólogo que ocupa un lugar en sus filas.

La Academia de Ciencias de América Latina es una institución dedicada al cultivo de las ciencias, cuyos miembros son seleccionados entre científicos destacados por la alta calidad de su labor de investigación y por su dedicación al servicio de los fines de la ACAL. Tiene en la actualidad 309 miembros de 17 países y casi la totalidad de ellos provienen de las matemáticas, biología, química, física y medicina.

Roberto Briceño- León es, además, fundador del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) y en la actualidad es profesor visitante en la Universidad Federal de Ceará, en Brasil.

La escogencia tiene su razón de ser en el trabajo que desde hace más de 40 años viene realizando el profesor Briceño-León en el campo sociológico. La Academia destaca que en su área de trabajo se resaltan dos líneas de investigación: la primera es la sociología de la salud, sobre las condiciones sociales que facilitan o restringen la difusión o control de las enfermedades transmitidas por vectores. La segunda es la sociología de la violencia, como una dimensión de la interacción humana que va más allá de la definición criminal del delito.

Es en esta última área en la que ha afianzado sus investigaciones en los últimos 25 años y ha logrado mostrar al país y al mundo una completa radiografía del comportamiento de la violencia en Venezuela. Toda esta realidad ha quedado plasmada en libros, artículos científicos e investigaciones.

 

Briceño-León fue miembro del Comité Ejecutivo de la International Sociological Association, entre 1994 y 2002. Además, fue coordinador mundial del International Forum for Social Sciences and Health, entre 1998 y 2003. Integró el Comité Asesor de Investigaciones de Salud (CAIS) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Washington y de variados comités de Investigación básica y aplicada de la Organización Mundial de Salud (OMS) en Ginebra. Tiene más de 200 artículos científicos y 26 libros publicados, que hablan de la larga y fructífera trayectoria del profesor Roberto Briceño-León.

*También puede leer: #MonitorDeVíctimasCaracas | 3 muertos, una policía herida y 33 presos en operativo de la PNB

Briceño León: Venezuela es el único país que no logra bajar tasa de homicidios

NI LA POBREZA, NI LA DESIGUALDAD son las causas directas de las grandes tendencias de criminalidad en Venezuela desde el siglo XXI, demostró una reciente investigación del Laboratorio de Ciencias Sociales, con apoyo del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido y del Centro de Investigaciones para el Desarrollo Internacional de Canadá.

A diferencia de otros países de América Latina, entre 2000 y 2010 los asesinatos aumentaron sostenidamente en 300% en el país, con más de 129.000 homicidios, a pesar de los altos ingresos provenientes del petróleo, de la disminución de la pobreza que en 2010 fue menor de 27,8%, y de la desigualdad que se redujo en 0,394. En contraste, en Colombia, por ejemplo, la violencia disminuyó en el mismo período, con un porcentaje de pobreza más alto que el venezolano (44,3%) y un incremento de la desigualdad de 0,578%.

“En el año 1997, Colombia tenía una tasa de 63 homicidios por cada 100.000 habitantes, mientras que en Venezuela la tasa era de 19 homicidios por cada 100.000 habitantes, es decir, entre ambas tasas había una diferencia de 40 puntos. Pero con la llegada del siglo XXI y particularmente en los 5 primeros años de ese ciclo, las tasas se homologaron en 38 homicidios. Pasados 10 años del nuevo siglo, en Colombia los asesinatos habían disminuido a la mitad (32 por cada 100.000 habitantes), en tanto que en Venezuela se triplicaron al alcanzar los 67 por cada 100.000 habitantes”, señala el estudio.

Los datos prueban además el crecimiento “rápido y grande” de la tasa de homicidios en Venezuela “nunca antes ocurrido en la región”, según el sociólogo Roberto Briceño-León, director de Lacso y autor del estudio.

“Si bien a partir de la década de los ochenta se incrementó la violencia en casi todos los países de la región, desde el año 2000 organismos internacionales adoptaron decisiones que empujaron a las ciudades a reducir sus tasas de homicidios: en São Paulo fue de 10 por cada 100.000 habitantes, en Bogotá de 14 por cada 100.000 habitantes, pero en Caracas fue de 150. Venezuela está entre los países más violentos, como Salvador y Haití; lo que cambia es si está en primer lugar o en segundo lugar”.

Una tendencia progresiva que se mantendrá al cierre de 2017, según apunta Briceño-León, al considerar que en 2016 se registraron 28.000 homicidios, con una tasa de 91% por cada 100.000 habitantes.

Fracaso en la no violencia

La investigación se propuso descubrir por qué no descendió la cifra de homicidios en Venezuela en esa década, lo que sí ocurrió en el resto de los países y es posible que eso continúe en el tiempo. “Eliminar la pobreza y reducir la desigualdad son metas sociales válidas y encomiables por sí mismas, pero no se justifica que se conviertan en causas de los asesinatos ni que ayuden a comprender los mecanismos que permiten reducir los homicidios en América Latina”, afirma.

La respuesta está en el irrespeto a la institucionalidad y en el fomento de la violencia frente a la falta de castigo durante esos 10 años. “El sentido de lo moral y de lo correcto se perdió por las acciones del gobierno de Hugo Chávez y por sus mensajes de elogio a la violencia, con las inevitables consecuencias de impunidad”, sostiene el sociólogo y experto en violencia urbana.

En esa década destacan dos picos en los cuales se incrementan las muertes violentas, señala. El primero se ubica en el año 2003 cuando ocurren 11.430 homicidios, lo que conduce desde 2004 a la censura impuesta sobre la información de las cifras reales de homicidios. “Los datos se retiraron de las páginas web de los despachos oficiales y del INE, y se clausuró la oficina de prensa de la PTJ”, recuerda Briceño-León. El segundo pico se produce en 2006. Los asesinatos aumentaron de una forma estrepitosa en el momento de mayor riqueza petrolera, de distribución de bienes y de dinero, de los 9.000 dólares que dio Cadivi que la gente usó para raspar tarjetas; es el tiempo en que el gobierno de Hugo Chávez informa a organismos internacionales que bajó la pobreza.

“El gobierno es responsable por omisión y comisión por lo que no ha hecho hasta ahora y por lo que ha hecho de forma equivocada”, afirma.

El especialista cita el decreto presidencial de 2007 mediante el cual se declara el 4 de febrero como fecha patria, que fue también el primer decreto de la Ley Habilitante. “Fue un elogio a la violencia institucional, como lo fueron también las celebraciones del Caracazo de 1989 y los fallidos golpes de Estado de 1992. Es la única explicación del crecimiento abismal de la criminalidad en Venezuela. Cuando hay una destrucción del tejido social y de las reglas, el proceso de violencia se da en cascada y seguirá por inercia”.

Briceño-León piensa que la tendencia hacia arriba persistirá, como ocurrió en los años posteriores, si no se adoptan correctivos.

“La respuesta debe venir del derecho penal desde la institucionalidad; se requiere de una cultura ciudadana máxima; de una internalización de la moral y de los valores de la sociedad, así como de un control social antes que un control penal por el Estado; de una sociedad donde las consecuencias desagradables para el criminal, como decía Durkheim, tengan un fuerza más social que penal. Solo así podremos pensar en una reducción sostenible de los homicidios”.