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ONG Justicia, Encuentro y Perdón contabiliza 338 presos por razones políticas
37,2% de la cifra se mantienen a la espera de audiencia preliminar

La ONG Justicia, Encuentro y Perdón (JEP) informó este lunes 5 de abril que un total de 338 personas continúan detenidas en Venezuela por razones políticas, según registró verificado al cierre de marzo de 2021.             

De esta cifra, 37,2% se mantienen en espera de audiencia preliminar; 18,3% están en fase de investigación y 12,7% en fase de juicio.

La organización defensora de derechos humanos explicó que del universo de detenidos 319 son hombres y 19 son mujeres. Además, 157 son miembros de la sociedad civil, 153 integrantes de la Fuerza Armada Nacional, 19 exfuncionarios de cuerpos policiales, 8 miembros de organizaciones con fines políticos y 1 comunicador social.

De acuerdo con la ONG, preocupa el gran número de detenciones con fines políticos, particularmente en un contexto signado por el empeoramiento de las condiciones de reclusión, de acceso a la justicia y a la defensa.            

Por otra parte denunciaron una vez más la imposibilidad que tienen los detenidos de acceder a servicios básicos, al tiempo que advirtieron respecto a una eventual crisis sanitaria, ahora que las variantes  P1 y P2 del virus causante de la COVID-19 amenazan con multiplicar la pandemia.

DDHH olvidados | La última partida de fútbol de Carlos Moreno
El joven falleció por una bala de grupos paramilitares que impactó en su cabeza en una protesta de 2017 en Caracas

@ValeriaPedicini

Carlos Moreno estaba lleno de entusiasmo cuando se levantó temprano aquel 19 de abril de 2017. Era feriado, no había clases. Pensaba en el partido de fútbol que tendría en unas canchas en la urbanización Chuao con sus amigos y en los preparativos de su cumpleaños dentro de tres días porque cumpliría la mayoría de edad. 

Desde principios de mes los venezolanos protestaban diariamente contra el gobierno de Nicolás Maduro, luego de que el Tribunal Supremo de Justicia emitiera dos sentencias que le arrebataron los poderes a la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. 

Ese día no fue la excepción. La oposición había convocado a “La mamá de todas las marchas”. En Caracas, la movilización pretendía llegar a la Defensoría del Pueblo, en el centro de la ciudad, desde 26 puntos distintos. La plaza La Estrella, en San Bernandino y a cinco cuadras de la casa de Carlos, formaba parte de la ruta. 

Ese día, como los otros, las calles estaban agitadas. Para la fecha, la represión de los cuerpos de seguridad del Estado ya habían dejado cinco fallecidos en todo el país. 

Por esa razón, su madre Ana Marisel Barón no estaba convencida de dejarlo ir. Pero el muchacho insistió y ella ni siquiera tuvo tiempo de hacerle el desayuno a su hijo menor por el apuro que tenía. 

–Ya me están llamando.

–No vayas a ir a la marcha mira que es peligroso.

–Te juro que no voy a la marcha, ¿acaso estoy vestido como para ir a una marcha?

La ropa deportiva que llevaba encima le daban la razón. La mujer le echó la bendición y el joven salió de su casa ubicada en La Candelaria, cerca de la Cruz Roja. “Yo le di permiso porque los 365 del año él quería ir a jugar fútbol y quería salir con sus amigos”.

No se sabe cómo o por qué, si esperaba a sus amigos para irse a jugar o realmente fue a la marcha tal como se lo había manifestado a su mamá en otras oportunidades y ella le negaba el permiso, pero estaba en la concentración cuando llegaron los pistoleros a la plaza La Estrella. Los manifestantes, con pancartas, pitos y gorras tricolor, habían comenzado a congregarse puntualmente en las esquinas que conforman la plaza. 

Ahí estaba concentrado un piquete de la Policía Nacional que, de acuerdo con testimonios recogidos por Runrun.es en 2017, se retiró cinco minutos antes de la llegada de los colectivos. 

A esa hora, ya la zona estaba repleta. Cientos de personas habían llenado la plaza y sus alrededores. “Aquí estábamos bien apretados”, apuntó un manifestante que estuvo ese día en el sitio.

De repente, los manifestantes escucharon tiros. 

Testigos del hecho aseguran que, cerca de las 10:30 am, al menos 15 colectivos bajaron en moto por la avenida Anauco mientras disparaban y lanzaban bomba lacrimógenas. Muchos corrieron huyendo del caos. 

Carlos José Moreno Barón no pudo: una bala en la cabeza le apagó la vida a los 17 años. Cayó en el piso, encima del rayado peatonal, aún con signos vitales. 

Como pudieron lo levantaron, lo montaron en una moto y lo trasladaron hasta la Clínica Caracas, cerca del lugar. 

“Él transitaba por la plaza La Estrella cuando ocurrieron los disparos. En el lugar había presencia de los llamados ‘colectivos’ y tras las detonaciones él cayó en la vía, víctima de un disparo a la cabeza. A mi casa llegó el rumor de que una persona había sido herida, pero jamás imaginé que se trataba de mi hijo”, cuenta su madre. 

Runrunes.es contabilizó 157 muertes relacionadas a las protestas de hace tres años. El Foro Penal Venezolano, en un reporte publicado en agosto de ese año, indicó que el número total de arrestos arbitrarios fue de 5341 y hubo al menos 4000 heridos.

Carlos, joven cursante de su primer año de Economía en la Universidad Central de Venezuela (UCV), fue el sexto. El primer fallecido en las protestas de 2017 en Caracas. Fue la tercera víctima de los colectivos armados que, en total, mataron a 28 personas durante las protestas de 2017, y el segundo menor de edad que murió en manos de estos grupos paramilitares

“Cuando me llamaron de la Clínica Caracas diciéndome que Carlos José estaba en ese sitio y debía reconocer su cuerpo, no lo quise aceptar y aún no lo acepto”, cuenta Ana Marisel. No podía comprender lo que veía. “Yo todavía, viéndolo que estaba acostado en una camilla, no reaccionaba”. Los médicos le dijeron que su hijo tenía un disparo en la cabeza y estaba sedado a la espera de una operación. Fueron directos con ella: o quedaba parapléjico o se iba a morir. 

Las horas pasaron y alrededor de la 1:30pm, los doctores le dieron la noticia a los familiares del joven: no había aguantado la operación. “Yo analizo y pienso que la vida fue muy injusta conmigo, con él; tanto que luché para que pudiera estudiar, tanto que nos costó para que llegara a la universidad”. 

El mismo día de su muerte, los familiares de Carlos fueron hasta la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) a introducir la denuncia. Un grupo de uniformados de ese organismo, así como representantes del Ministerio Público, ya habían estado en la clínica levantando información sobre el suceso. La investigación quedó a cargo de las fiscalías 79° nacional y 55° del Área Metropolitana de Caracas. Un mes después del suceso, el fiscal encargado del caso le notificó que “el que accionó el arma está preso, junto a tres más”.

Se hicieron solicitudes de arresto para 16 miembros del Frente 5 de Marzo, pero solo cuatro han sido capturados y acusados. El 18 de mayo de 2017, el Tribunal 9º de Control de Caracas dictó privativa de libertad al oficial jefe de la Policía del municipio Sucre (Polisucre) Jonathan Ramón Camacho Delgado, de 35 años de edad, según informó el ministro de Interior, Néstor Reverol. El individuo, de alias “Jonathan 38” y supuesto autor material de la muerte del adolescente, pertenecía al grupo de colectivos denominado 5 de Marzo, pertenecientes al sector San José de Cotiza.

A Alexander José Linares, de 40 años de edad, también lo apresaron en las adyacencias de la avenida Fuerzas Armadas de Caracas. Lo imputaron por homicidio calificado, lesiones y agavillamiento. Un año después del asesinato, ninguno de los dos acusados ha sido sometido a juicio. Los mantienen en la cárcel de El Rodeo. 

El juicio todavía no se ha iniciado.

Ana Marisel lucha para reivindicar la memoria de su hijo y contra la impunidad de aquellos que le arrebataron su tesoro más preciado. Mientras tanto centra su esperanza en la justicia divina, ya que desconfía de la actual administración del sistema judicial venezolano: “Cuando ocurra un cambio de sistema espero que las personas que me arrebataron a mi héroe paguen por el daño que causaron. Un dolor de madre es inmenso. Siento que el corazón se me parte en dos”. 

N de R: El caso es extraído de las crónicas reseñadas por en el portal de Encuentro, Justicia y Perdón

157% han aumentado las agresiones contra personas y organizaciones defensoras de DDHH
En dos años se documentaron 338 casos de ataque contra personas y organizaciones defensoras de derechos humanos. 
80% de las personas defensoras de DDHH no han podido presentar denuncias o hacer seguimientos de sus casos en el Ministerio Público

Alianza entre organizaciones que se encargan de la protección integral de personas defensoras de derechos humanos presentaron el informe “Enemigos internos: defender derechos humanos en el contexto de la pandemia Covid-19 en Venezuela”, con evidencias sobre el incremento y diversificación de ataques contra quienes han defendido derechos humanos en este periodo pandémico.

“Nuestras organizaciones han podido constatar el aumento de los ataques, que revisten un carácter tanto cuantitativo como de gravedad en los patrones registrados, habiéndose incrementado las cifras de ataque en contra de personas y organizaciones que defienden derechos humanos en más de un 157% con respecto a las cifras de 2019”, se expresa en este documento que reporta las agresiones registradas a lo largo de 2021 en el contexto de los estados de alarma decretados por el Estado venezolano. 

El documento también indica que desde octubre de 2018 a octubre de 2020 se documentaron 338 casos de ataque contra personas u organizaciones defensoras de derechos humanos. Durante 2020 el aumento fue exponencial, “en parte porque también se mantuvo la curva ascendente de acciones de exigibilidad de derechos ante la gravedad de la emergencia humanitaria profundizada por las restricciones de los estados de excepción debido a la pandemia”.

Tan solo en el primer semestre de 2020 hubo en promedio 25 protestas diarias (equivalente a un total de 4414 en ese periodo).

“En Venezuela se vive una preocupante escalada de agresiones, actos de hostigamiento y criminalización contra personas defensoras de derechos humanos y actores humanitarios, que ha implicado el uso indebido del derecho penal contra personas y organizaciones, en el contexto de una política sistemática de estigmatización, persecución y criminalización”, reza el documento.

Señalan como preocupante el impacto de la crisis sanitaria sobre el sistema de justicia y la creación de un andamiaje jurídico restrictivo al trabajo de las organizaciones de la sociedad civil. “El 80% de las personas defensoras de derechos humanos encuestadas manifestaron que no han podido presentar denuncias o realizar el seguimiento de casos ante instancias como el Ministerio Público o la Defensoría del Pueblo, lo que demuestra un impedimento al acceso a la justicia”.

Así como la violación de derechos humanos de los integrantes de diferentes ONG, como el caso de Azul Positivo, y el impacto que estas agresiones tiene en la población beneficiaria de la defensa de los derechos humanos”.

Rechazaron la serie de ataques contra medios de comunicación social en el país, lo que contribuye a la reducción significativa del espacio cívico. Entre los que se encuentran Efecto Cocuyo, VPI TV, Panorama, Tal Cual, El Pitazo, radio Fe y Alegría y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.

El informe es resultado de la Alianza para la protección integral de personas defensoras de derechos humanos en Venezuela, apoyado por la Unión Europea y desarrollado por COFAVIC, la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT) y la Vicaría de Caracas para los Derechos Humanos.

El documento también da continuidad y actualización del informe presentado a principios de 2020 sobre el seguimiento que dichas organizaciones han realizado en materia de registro de agresiones a personas y organizaciones defensoras.

 

 

 

DDHH olvidados | “Tú ves a tu hijo en la mañana vivo y ya en la tarde lo asesinan”
Fabián Urbina, de 17 años, falleció el 19 de junio de 2017 durante una protesta en el Distribuidor Altamira, en Caracas. Fue herido a nivel del tórax por el impacto de una bala
Johan Rojas, sargento de la Guardia Nacional Bolivariana, fue identificado como el principal autor material de la muerte del joven. Después de dos años de retardo procesal, lo condenaron a 12 años y 10 meses de cárcel, pero la familia de Fabián sigue buscando justicia

@ValeriaPedicini

No existía marcha, concentración, actividad a la que Fabián Urbina no iba durante las protestas de 2017. Convocatoria que hacía la oposición y ahí estaba. Le parecía inconcebible toda la crisis que sufrían los venezolanos con los alimentos y las medicinas, así que salía a expresar su descontento. 

El 19 de junio de 2017 el llamado era para que todas las personas se concentraran en la capital, en una actividad denominada “La toma de Caracas”. Aunque Fabián vivía en Maracay, estado Aragua, decidió seguir con su asistencia casi perfecta a las manifestaciones. Cuadró con un grupo de amigos y se fueron hasta Caracas. 

Horas después, su padre que estaba en su casa en Maracay, recibió una llamada de un familiar para decirle que su hijo Fabián estaba herido en una clínica. No le dio muchos detalles, pero fue suficiente para que su mundo empezara a darle vueltas por el estado de su hijo. 

Iván Urbina se comunicó con el centro de salud y solo le contaron que su hijo estaba muy mal, sin importar cuantas veces insistiera. “Ella no me quiso decir, pero yo creo que ya mi hijo para ese momento ya había fallecido. Ellos dirán que es preferible que venga con la ilusión de que su hijo está vivo y que aquí se entere de la noticia a que vaya a venir manejando de Maracay para acá conmocionado. Hicieron lo que tenían que hacer, yo los entiendo”. 

Buscó la forma de trasladarse hasta Caracas. Llamó a una amiga de la familia para que le diera la cola, mientras su esposa se quedaba en casa. Entre la logística y el trayecto desde Aragua, llegaron de noche a la capital pero el joven ya no estaba en la clínica. Para ese momento la noticia de Fabián había corrido por las redes sociales Iván confirmó lo que ya sospechaba: su hijo de 17 años había fallecido. 

Fueron directo a la morgue de Bello Monte. Los médicos forenses y efectivos del cuerpo científico ya estaban en el sitio. Iván tuvo que esperar unas cuantas horas más para que los doctores le pudieran explicar lo que había ocurrido. “Me dijeron que hubo una herida de bala que le ocasionó lesiones viscerales y vasculares, lo que condujo a una muerte por hipovolemia”. 

Fabián Urbina

Fue al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) a hacer la denuncia y buscar el documento para poder sacar el cuerpo de su hijo de la morgue a la mañana siguiente. Primero tuvo que identificarlo a través de una computadora y después en físico. Lo único que soltó a decir fue: “Hijo, ¿para qué viniste a Caracas?”. 

Iván cuenta que verlo de esa manera fue muy duro. “No te puedo ni siquiera contar lo extremadamente duro que es esa experiencia de ver a tu hijo ahí sin vida. Porque tú ves a tu hijo en la mañana vivo y ya en la tarde lo asesinaron. Es muy fuerte”. 

¿Qué ocurrió con Fabián? 

El 19 de junio de 2017 transcurrió entre marchas y represión, más la segunda que la primera. Iván Urbina cuenta que ese día la actuación de los cuerpos de seguridad fue desproporcionada. “Ni siquiera las marchas habían terminado de concentrarse en los puntos en los cuales se había destinado para ello, cuando ya empezaron a reprimir los diferentes organismos de seguridad del Estado”. 

Cuando la protesta estaba a la altura del Distribuidor Altamira, en el municipio Chacao de Caracas, funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) empezaron a reprimir con disparos. 

“La represión fue tan brutal, desmedida y despiadada, a un punto inclusive criminal, que un Guardia Nacional sacó su arma de reglamento, apuntó hacia los muchachos y disparó sin ningún tipo de miramientos. Disparó a matar. El Estado venezolano es el responsable de la muerte de nuestro hijo”, expresa Iván. Cuenta cómo el hecho quedó registrado en fotos y videos de periodistas que en ese momento cubrían las protestas. 

Fabián fue herido a nivel del tórax por el impacto de una bala alrededor de las 3:30 de la tarde. Como pudieron los jóvenes que estaban en el sitio junto a él, lo llevaron hasta uno de los puestos de la Cruz Verde para que fuera atendido, pero no fue suficiente. “Eran puesto de primeros auxilios para personas asfixiadas por bombas lacrimógenas, perdigones y cosas así. No era para atender una herida de esa magnitud”. 

De ahí lo trasladaron hasta la Clínica Ávila, cerca del lugar, pero llegó sin signos vitales. 

En un reporte que Runrun.es llevó durante las protestas de 2017, se contabilizaron 157 muertes relacionadas a las manifestaciones de esa época. El Foro Penal Venezolano, en un informe publicado en agosto de ese año, indicó que el número total de arrestos arbitrarios fue de 5341 y hubo al menos 4000 heridos. 

En el informe publicado por la Misión de Determinación de Hechos del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) manifestó tener motivos razonables para creer que «las fuerzas de seguridad utilizaron fuerza letal contra la víctima cuando no era estrictamente inevitable para proteger vidas. Los casos documentados por la Misión revelan que las fuerzas de seguridad dispararon a quemarropa y a zonas vitales del cuerpo (cabeza, tórax, abdomen)». Entre los casos investigados, se encuentra el de Fabián. 

Justicia a medias

Iván Urbina reconoce que la actuación del Ministerio Público, todavía bajo la administración de Luisa Ortega Díaz, fue acertada. Explica que actuaron de inmediato tras el asesinato de su hijo: esa misma tarde habían detenido a dos guardias nacionales y, al día siguiente, uno más. 

En 45 días elaboraron las investigaciones pertinentes, hicieron pruebas de balística y recabaron información para poder formular la denuncia ante el tribunal. Y así lo hicieron: imputaron a Johan Rojas como el principal autor material de la muerte de Fabián Urbina. 

Fabián Urbina

Pero a partir de ahí comenzó el tortuoso proceso por la justicia. Las audiencias preliminares fueron diferidas 19 veces consecutivas, en un lapso de 24 meses, dos años. “Cada vez que llegábamos al tribunal, se difería. Te podrás imaginar el sacrificio que uno hacía para trasladarse a Caracas. A veces pasábamos todo el día ahí, desde las 8 de la mañana, y a las 3 de la tarde te decían que no habría audiencia”. 

En la convocatoria número 20, más de dos años después del asesinato de Fabián se llevó a cabo la audiencia preliminar. El juez escuchó todas las partes y les dio la oportunidad a los efectivos de la GNB de aceptar los cargos y rebajarles un tercio de la pena. Pero al decirle que la condena sería de 21 años y 10 meses, el imputado dijo que no. 

Así pasaron a la etapa de juicio. “Pasaron cinco meses para que el tribunal fijara la primera audiencia de apertura de juicio, fue el 10 de diciembre de 2019. Pero fue diferida para el 25 de febrero de 2020”, explica Iván. Esa fecha coincidía con la semana de Carnaval y los tribunales no trabajaban. Quedaron en el limbo a la espera de una nueva fecha por la llegada de la pandemia. “El caso se estancó ahí”. 

El 17 de diciembre de 2020 se llevó a cabo la segunda audiencia del juicio, en el que el imputado aceptó los cargos que le fueron imputados. “Al aceptar nos da la razón a nosotros como siempre la hemos tenido que asesinó a nuestro hijo vil y cobardemente”. 

Pero hubo un detalle: la condena que le dieron fue de apenas 12 años y 10 meses, mucho menos de lo esperado. “Eso no es una pena, eso es un regalo de Navidad. Nos quedamos locos, sorprendidos. Eso no es justicia, eso es un parapeto de justicia. Porque tú no me vas a decir a mí que con todos los delitos que a ese guardia le imputan y de la forma tan horrenda en la que ese diablo asesinó a nuestro hijo, le van a dar 12 años”.

Iván Urbina y su esposa van a apelar la condena. Y no van a descansar hasta lograr una “justicia verdadera”. “Tanto mi esposa como yo, con la asistencia de los abogados del Foro Penal, vamos a conseguir una condena justa, que de verdad se apegue al tamaño del crimen. Haremos lo que tengamos que hacer, dentro de la ley, para una condena justa”.

Este trabajo fue realizado gracias a la colaboración de la organización Justicia, Encuentro y Perdón

10 historias de DDHH vulnerados que recordamos durante 2020

Los derechos humanos en Venezuela no están garantizados. Las violaciones a los derechos fundamentales de los venezolanos se repiten día tras día. Ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, torturas, abusos sexuales, tratos crueles, inhumanos y degradantes son cometidos por la acción del Estado venezolano. 

La situación ha sido denunciada por la Organización de Estados Americanos (OEA), la Alta Comisionada para los derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Human Rights Watch y Amnistía Internacional. 

En el informe de más de 400 páginas presentado este año ante la ONU por la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos se le atribuyó responsabilidad directa de crímenes contra la humanidad a Nicolás Maduro y sus ministros de Defensa y Justicia. 

En Runrun.es nos hemos dado a la tarea de contar estas historias para que nunca sean olvidadas. Aquí un top 10 de las más leídas durante el 2020:

DDHH olvidados | “No sé cuándo voy a volver a ver a mi hijo”

Deixic Castro no sabe nada de su hijo desde el 26 de junio de 2020. Ese viernes recién había llegado a su casa en San Juan de los Morros, estado Guárico, cuando se enteró que en horas de la mañana lo habían trasladado a la Comunidad Penitenciaria Fénix Lara, a más de 270 kilómetros. No tiene los recursos económicos para pagar los altos costos del transporte y viajar hasta el estado Lara. Y, en caso de lograrlo, el esfuerzo sería en vano porque las visitas en las cárceles venezolanas están suspendidas desde la llegada del coronavirus para prevenir la propagación. 

Deixic no sabe si está bien, si lo alimentan o si en ese nuevo sitio de reclusión por fin recibe atención médica. Su preocupación no es exageración: a Hember Flores lo hirieron con perdigones en la cara en un presunto motín ocurrido el 16 de septiembre de 2019 en las instalaciones del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en Guárico, sitio en el que estaba desde el 28 de febrero de 2018 cumpliendo su condena de 11 años y 8 meses por homicidio.

DDHH olvidados | “Mi hermano me dice que está muerto en vida”

Peter Romero lo encontraron desmayado en el Centro Penitenciario David Viloria, conocido como Uribana, del estado Lara. Había pasado semanas sintiéndose mal. Primero duró 22 días con cuadros diarréicos que lo deshidrataron, pero nadie lo atendió ni fue llevado a un centro asistencial. Después vinieron la fiebre y la tos hasta que el viernes 8 de mayo de 2020 perdió el conocimiento. DDHH olvidados 

Aunque ni siquiera en estas condiciones sus custodios se encargaron de llevarlo a un centro de salud, su hermana Génesis Romero se dirigió hasta los tribunales en busca de una boleta de traslado. El doctor que lo evaluó fue claro: el joven de 25 años tenía tuberculosis y necesitaba con carácter de urgencia un traslado al Hospital Luis Gómez López, donde atendían a pacientes con esta enfermedad ya erradicada en el país. Peter necesitaba hidratación y tratamiento, pero eso no fue lo más alarmante. “El estado de desnutrición que él tiene es más fuerte que la tuberculosis que carga”.

DDHH olvidados | Geraldine Chacón: “No soy completamente libre”

Eran aproximadamente las dos de la mañana del 1 de febrero de 2018 cuando tocaron con fuerza la puerta de la casa de Geraldine Chacón. La joven pensó que se trataba de un secuestro cuando vio afuera de su hogar a unos cuantos hombres vestidos de negro de pies a cabeza, pasamontañas y armas largas. Pero todo quedó claro al ver el logo que llevaban los encapuchados en la ropa: el del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).

La recluyeron en la única celda de mujeres de El Helicoide. En esos 40 metros cuadrados había 26 detenidas, menos de dos metros cuadrados por reclusa. La mayoría estaban acusadas de delitos comunes. “Había de todo. Solo una estaba cumpliendo condena. Las demás eran procesadas. Fue una realidad desgarradora para mí, mujeres que tenían más de cuatro años sin ir al tribunal luego de su primera presentación”.

DDHH olvidados | El enero en que todo cambió 

Gregory Hinds fue víctima de una detención arbitraria. Pese a tener orden de excarcelación, no fue acatada. Dos meses luego de su detención, el tribunal le otorga una medida cautelar sustitutiva de privación de libertad ordenando su liberación inmediata. No obstante, aun cuando tienen boleta de excarcelación, la libertad no llega. El Sebin se niega a recibir la correspondencia del tribunal alegando que no tienen sistema. 

Con 60 kg de peso, 20 menos de los que tenía cuando ingresó, Gregory recibe, el 1 de junio de 2018, una especie de indulto de parte de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Trata de negarse a firmar una declaración en la que agradecía el perdón. Le amenazan: “Si no te gusta puedes regresar a El Helicoide”. No le queda de otra que formar parte del show mediático en la Casa Amarilla, edificio sede de la Cancillería venezolana.

DDHH olvidados | Morir de hambre esperando la libertad

A Carlos Jiménez le cuesta describir lo que sintió cuando reconoció a su hermano en la morgue del hospital. Se sorprendió, se indignó, se asustó. Tenía mucho tiempo sin verlo. No puede evitar estremecerse cuando le viene a la mente la imagen de un cuerpo con la piel pegada a los huesos, un cuerpo distinto al que tenía en su memoria. morir

“Estaba totalmente desnutrido y acabado, era prácticamente un esqueleto. Los pómulos estaban hundidos, no tenía estómago y se le marcaban los huesos de la cadera y las costillas. Realmente nos sorprendimos con eso”. 

Los custodios del Centro Penitenciario 26 de Julio de San Juan de los Morros hacían el conteo diario de los presos cuando se dieron cuenta que faltaba uno de ellos. Inspeccionaron las celdas y hallaron sin vida a Carlos Eduardo Jiménez. Eran las 5:00 am del martes 9 de junio. 

DDHH olvidados | “Me sacaron en paño y descalza de mi casa para matar a mi hijo”

El miércoles 17 de junio de 2020, entre las 05:40 a 6:00 de la mañana, Ana Edilia estaba preparando el desayuno, unos bollitos con queso acompañados con café.  A los pocos minutos comenzó a escuchar un ruido extraño en la puerta hasta que ingresaron los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). 

fue sacada de su vivienda en paño y descalza por los efectivos. Los uniformados buscaban a su hijo Wilber Antonio Romero Ruíz, de 25 años. El joven fue asesinado en la sala de su casa, situada en la calle Apure de El Valle, municipio Libertador de Caracas. No se trata de un caso aislado sino de una de las muchas ejecuciones extrajudiciales que ocurren en Venezuela. 

DDHH olvidados | La vida le cambió a la familia Hurtado

Alessandra Hurtado no conoce a su papá. Sabe quién es por las fotografías que hay en casa o por las publicaciones que diariamente hace su mamá en redes sociales, pero en su memoria no tiene ningún recuerdo del poco tiempo que pasaron juntos. Era solo una bebé cuando ese 24 de octubre de 2017 una cuadrilla de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) se lo llevó detenido. 

Hirto Hurtado era trabajador de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en la filial de occidente en el cargo de obrero aforador, medidor de tanques. Estaba trabajando en el patio de tanques ULE en Tía Juana, estado Zulia, cuando los efectivos llegaron y apresaron a toda la cuadrilla que se encontraba de guardia. 

Luzmer Pichardo, su esposa, se enteró de lo que ocurría por una llamada telefónica que le permitieron realizar a Hirto antes de que les fueran decomisados los celulares y otros objetos personales. Le pidió que le llevara cuatro mudas de ropa porque le habían notificado que sería trasladado a Caracas por unos cuantos días. Al menos, eso creían. 

DDHH olvidados | La muerte de Neomar Lander tiene una versión inaceptable

La muerte de Neomar Lander desde el principio estuvo llena de controversia y confusión. El joven de 17 años estaba protestando en la avenida Libertador, del municipio Chacao, cuando la explosión de un artefacto hizo que cayera al suelo. ¿Qué objeto causó su deceso? 

Hay dos versiones: manifestantes, vecinos y testigos que estaban en el lugar han contado que falleció cuando una bomba lacrimógena lanzada por efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) le impactó en el pecho. Por otra parte, representantes del chavismo han asegurado que se debió a la explosión de un mortero. Estas versiones oficiales comenzaron a circular horas después de la muerte del muchacho, sin esperar resultados de autopsias ni otras pruebas. 

DDHH olvidados | “Mamá, me estoy ahogando. No puedo respirar”

Nick Samuel Oropeza Borjas fue a su primera marcha el 23 de enero de 2019, el mismo día que Juan Guaidó se juramentó como presidente encargado de Venezuela. Su madre no lo había dejado ir antes a una concentración política porque era menor de edad, pero el 8 de enero había cumplido 19 años así que lo dejó asistir acompañado de familiares.

El 23 de enero, noche en que murió Nick Samuel, fue el día con más víctimas durante protestas en los últimos 20 años. Aunque no tardaron mucho tiempo en trasladarlo en una camioneta a la emergencia del hospital Miguel Pérez Carreño, a pesar de las calles bloqueadas que encontraron en el camino, Nick Samuel llegó sin signos vitales.

Los doctores le dijeron a Ingrid que la bala, que tuvo entrada y salida, le perforó el pulmón y el riñón. “Eso es lo que llaman tiro de gracia, un tiro a matar. El que le disparó sabía lo que hacía”, cuenta Borjas. De acuerdo con el acta de defunción, el joven falleció por un “shock hipovolémico por herida de arma de fuego de proyectil único torácico-abdominal”. 

DDHH olvidados | Rubén González no piensa dejar la lucha sindical

Era de madrugada cuando Rubén González viajaba en carretera después de asistir al juicio de su compañero Rodny Álvarez y haber participado en una protesta laboral en Caracas. Pero no pudo llegar a su casa: el 29 de noviembre de 2018 lo detuvieron en una alcabala en Anaco, estado Anzoátegui. 

“Me esposaron, me amarraron a un tubo y pasé toda la noche ahí, prácticamente a la intemperie y me llovió encima. Yo no aguantaba y pedí que me pasaran a los calabozos con toda la gente”. 

Fue trasladado al Departamento de Procesados Militares (Deprocemil), anexo de La Pica. “Ahí me metieron en una celda pequeñita que le dicen ‘El tigrito’”. Ahí Rubén González estuvo más de 21 meses. 

El sistema de justicia en Venezuela trabajó menos de 10% durante 2020
La pandemia terminó por colapsar el sistema judicial en Venezuela, cuyos mecanismos digitales no contemplaron evitar los retardos procesales. De acuerdo con el monitoreo del Observatorio Venezolano de Prisiones, durante 2020 fallecieron al menos 10 internos de la cárcel de El Dorado

La cuarentena por la pandemia de la COVID-19 incidió en un mayor retardo en todos los procedimientos civiles y penales en Venezuela. El sistema de justicia venezolano estuvo paralizado en más de 90%, pese a que en sus resoluciones, el Tribunal Supremo de Justicia dijo que estaría 100% activo.

El coordinador del Observatorio Venezolano de Prisiones en Bolívar, el abogado Luis Manuel Guevara, destacó que todo el sistema de justicia, tanto en casos civiles como penales, se vio afectado.

Para el 2 de julio, el TSJ implementó el sistema a distancia a través de su plataforma digital y empezó con Anzoátegui, Nueva Esparta y Aragua en el plan piloto hasta octubre cuando lo extendió a todo el país.

“En cuanto a la Fiscalía del Ministerio Público, ajustaron un horario especial a la semana, lunes, miércoles y viernes de 8:00 am a 11:00 am, a veces cuando era semana flexible hasta la 1:00 pm. Lo que no se paralizó fue la Fiscalía que siempre estuvo de guardia para casos de personas detenidas por primera vez”.

Agregó que “el TSJ emitió ocho resoluciones donde decía que el sistema de justicia no se iba a paralizar, pero en la realidad es otra cosa. Solamente se hacían audiencias de presentación si la persona salía en libertad, pero si la persona quedaba presa, pasaba a engrosar la lista de retardo procesal a nivel nacional”.

La ONG Acceso a la Justicia denunció a finales de octubre que “pese a que durante la semana de flexibilización se estableció que todos los tribunales laborarían, eso no ha ocurrido en la práctica. Algunos juzgados aún están sin personal o en inventario, a la vez que en la semana de no flexibilización no hay despacho, salvo amparos y ciertos actos en materia penal”.

Ausentismo laboral

Guevara se refirió también al colapso del sistema judicial por falta de personal. “Hay muy poco personal porque muchos de los que trabajan dentro del sistema de justicia se han autoexcluido, se han ido del país, han buscado otras formas de vida”.

De acuerdo con Acceso a la Justicia, muchos empleados no se reintegraron a sus labores, principalmente por los míseros salarios que devengan, ya que ni siquiera les permite cubrir los gastos del pasaje diario. Los salarios del personal de apoyo a los jueces están entre los 3 y 10 dólares, aproximadamente.

Para 2021 se prevé que el gobierno implemente nuevamente cuarentena radical. El reinicio de actividades en tribunales está planteado para el 18 de enero, pero dependerá de las medidas que tome el Ejecutivo nacional con respecto a la pandemia.

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DDHH olvidados | Una canción para recordar a Manuel Sosa
Un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana fue señalado como el culpable del fallecimiento de Manuel Sosa durante una protesta en el estado Lara en mayo de 2017
El Ministerio Público no ha dado explicaciones sobre las diligencias realizadas para la detención del efectivo 

@ValeriaPedicini

“Y decirte que te extraño, aun cuando pasen los años jamás te olvidaré y siempre te guardaré en mi corazón”. Así dice la canción que Arturo Bello le escribió a su primo Manuel Sosa. Su madre y sus hermanas la han escuchado cientos de veces para recordar al joven asesinado en las protestas del año 2017. 

Es una melodía triste, lenta. Una canción que resume cómo la muerte de Manuel Alejandro Sosa Aponte, de 34 años, le cambió la vida a todos en la familia. 

Manu, como le decían cariñosamente sus amigos y allegados, fue la sexta víctima en fallecer en las manifestaciones de hace tres años en el estado Lara. En un registro llevado a cabo por Runrun.es durante 2017 en todo el territorio nacional, la cifra de muertos fue de 157. 

Salió a las calles de Barquisimeto a mostrar su descontento en las protestas de 2014, con la convicción de aportar a la lucha por un cambio. Sus conocidos recuerdan que Manuel soñaba de forma desmedida, sobre todo, con la libertad de Venezuela.

Con esa misma convicción Manuel salió a las calles en 2017, después de que la oposición convocara a los venezolanos para rechazar las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que usurpaba las competencias de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. 

Aunque Manuel trabajaba en un puesto de comida rápida y los horarios le complicaban asistir todos los días a las marchas. Aprovechaba a hacerlo los días miércoles y jueves, cuando estaba libre. 

Era uno de los líderes de los jóvenes de la “Resistencia”. Así que el 24 de mayo se reunió con sus compañeros, antes de la marcha que tendría lugar al día siguiente. “Mañana será un día muy bonito, mañana será el día”, fueron algunas de sus palabras. Insistía en que los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) irían con todo. “Lo que no sabía era que ese era el día que le tocaba irse, se estaba despidiendo”, dijo uno de sus amigos.

El jueves 25 de mayo fue a protestar cerca de su residencia después de acompañar a su papá a llevar a su hermana al trabajo y de desayunar juntos con su mamá. Manuel estaba en el distribuidor del sector Valle Hondo de la ciudad de Cabudare en el estado Lara, donde había un pelotón de la GNB. Las horas pasaban y pasaban, nada que regresaba a almorzar. 

Su padre le mandó un mensaje y Manuel le contestó que pronto iría a casa. Salió a buscar a su hija al trabajo y se encontró a su hijo. “Cuídate”, fue lo último que le dijo a su padre. 

Los testigos que estaban en el lugar cuentan que alrededor de las 3:00 de la tarde, uno de los efectivos sacó un arma de fuego y comenzó a disparar a los manifestantes de la protesta. Manuel ya estaba en camino a su casa, pero cuando escuchó las detonaciones y vio que uno de los muchachos cayó herido, Manuel corrió al distribuidor a ayudarlo y alejarlo del peligro.

El funcionario volvió a disparar, ahora directamente a Manuel. La bala lo impactó por debajo de su clavícula derecha y le salió por la espalda. Lo hirieron gravemente, pero en un último esfuerzo se levantó, saltó el elevado y caminó hasta su urbanización. Los vecinos lo auxiliaron y él les pidió que no lo dejaran morir porque tenía un hijo de cinco años que cuidar. 

Fue trasladado a la Clínica Quirúrgico Los Leones y lo metieron a quirófano. Estuvo en terapia intensiva donde luchó por su vida hasta las 11:40 de la noche cuando murió luego de sufrir un paro respiratorio. 

“Solo así pudieron silenciar una voz valiente, que resistió con coraje y se propuso luchar por un mejor país”, expresó a la ONG Justicia, Encuentro y Perdón uno de los amigos de Manuel que no quiso dar su identidad por miedo a represalias. 

La Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, además de múltiples países, condenaron la represión de los agentes de seguridad. 

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) señaló a las autoridades del Gobierno de Nicolás Maduro de haber cometido múltiples violaciones de los derechos humanos, además de constatar el uso excesivo de la fuerza de funcionarios durante las manifestaciones. Asimismo, según el Acnudh, los agentes de seguridad son responsables de al menos 46 de las muertes, de las 124 investigadas por el Ministerio Público.

En un reporte publicado por el Foro Penal Venezolano en mayo de 2017, registraron que durante ese mes muchas personas presentaron heridas causadas por perdigones, balas u otros objetos como metras, cristales, trozos de metales que fueron disparados por efectivos militares, policiales o grupos paramilitares.

Aunque su familia denunció la actuación de los efectivos de seguridad del Estado, pensaron que no sabrían quién había sido el culpable por la cantidad de funcionarios que había ese día en el sitio donde Manuel murió. 

Pero 22 días después de lo sucedido valiéndose de testimonios, evidencias físicas y demás pesquisas de la Unidad Criminalística Contra la Vulneración de Derechos del Ministerio Público, se logró determinar que el primer teniente de la GNB, Johnnuar José Pastor Arenas Castillo de 30 años, adscrito en el Destacamento 123 de Cabudare, fue el presunto responsable de disparar el arma que le quitó la vida a Manuel Sosa. 

La Fiscalía 23 con competencia en Derechos Fundamentales solicitaron una orden de captura, pero fue en vano porque más de tres años después de la muerte de Manuel, la justicia no ha llegado. 

 

La detención de Arenas Castillo no se ha llevado a cabo y hasta fue “premiado” en un acto público. En un documento del Ministerio de la Defensa, del 29 de junio del 2017, y según resolución 019647, se indica que el presidente de la República lo ascendió al grado de Capitán.

Familiares de Manuel han denunciado que el Ministerio Público no da respuesta, ni a ellos ni a sus abogados, sobre las diligencias realizadas para la aprehensión de Arenas Castillo, y mucho menos se evidencia en el expediente que la investigación haya sido dirigida hacia la cadena de mando.

“A más de tres años del asesinato de mi hijo, el caso está totalmente paralizado, ninguna institución se pronuncia mientras el funcionario señalado de matar a Manuel sigue libre, y hasta fue premiado por su actuación al ser ascendido al grado de Capitán”, contó su padre Alejandro Sosa.   

“Estoy seguro, espero que más temprano que tarde, que habrá un giro en la dirección del país y en ese momento todos aquellos que hayan cometido  desmanes, burlado la ley, violentado el estado de derecho, tendrán que pagar; inclusive esa persona que le arrebató la vida no solamente a Manuel, que le cambió la vida a mi tía Maritza, a mi prima Melissa, a su hijo Mauricio y a todos los que estábamos a su lado”, manifestó su primo Arturo Bello. 

“Y que el futuro ya sin miedo calme todos los desvelos del ayer”, dice también Arturo en la canción que le escribió a Manuel, con la esperanza de que los días ayuden a aliviar el dolor de la pérdida. 

DDHH olvidados | Ángelo Quintero murió por una bala y la escasez de medicinas
Luego de tres años, el homicidio de Ángelo Quintero Rivas aún no ha sido investigado por el Estado venezolano

@fefamaya

El merideño Ángelo Quintero Rivas soñaba un mejor destino para su familia y para Venezuela. En 2017, el merideño anhelaba construir una casa para su hijo, pero la crisis socioeconómica que afronta Venezuela era un gran obstáculo.

Constructor y electricista de profesión, Ángelo Rafael Quintero Rivas nació el 20 de julio de 1989. Resultó herido el 28 de junio de 2017, cuando se registraba una protesta en Ejido, municipio Campo Elías, Mérida. Quintero no logró superar las graves consecuencias del disparo que recibió en la cabeza. Tras una larga lucha, murió a la edad de 28 años en las instalaciones del Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes (Iahula).

En un contexto de protestas políticas por el descontento del pueblo venezolano con el Gobierno de Nicolás Maduro, ese miércoles, Quintero se encontraba en la calle San Isidro del sector El Trapichito, en la localidad de Ejido, junto a un grupo de vecinos que salieron de sus casas a demostrar su descontento por la crisis humanitaria.

Apenas transcurridos unos minutos, funcionarios de los cuerpos de seguridad del Estado irrumpieron el lugar junto a colectivos armados que decidieron acabar la protesta de manera violenta. La situación fue confusa. En medio del tiroteo, una bala impactó la cabeza de Ángelo, en el parietal derecho. 

Yurlexi Rivas, enfermera y hermana de Ángelo, relató a Runrun.es que horas antes, lo llamó a su celular para decirle que no fuera a visitar al niño porque la situación en esa calle estaba muy delicada con la guardia y la policía. No hizo y fue.

“A las siete de la noche recibí una llamada del celular de mi hermano, pero no era él, era otra voz, aseguraba ser un comandante y me informó que Ángelo estaba en la emergencia del Hospital Universitario de Los Andes. Me pidió que me fuera para allá, pero no me dijo qué le había pasado”, comentó Rivas.

Ángelo fue llevado al Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes donde permaneció durante ocho meses. Después de una larga lucha para salvarle la vida, falleció por la falta de un antibiótico que nunca se consiguió por más que se hicieron diligencias y que se contactó a diferentes personas en otros países.

Impune como muchos otros

“El asesinato de Ángelo sigue impune. En medio de la confusión de aquel día, nadie sabe quién disparó. Las investigaciones iniciales no arrojaron resultados. Tampoco hay testigos del hecho, porque cedieron ante las amenazas y prefirieron guardar silencio. Para la justicia es como si nada hubiese ocurrido. Para ellos todo se olvidó”, confesó Yurlexy Rivas, a la organización Justicia, Encuentro y Perdón. 

Luego de tres años de aquellas protestas que estremecieron al país y a la comunidad internacional, Yurlexy Rivas renovó su llamado al Estado venezolano para que investigue de forma transparente el asesinato de su hermano, con el objetivo de determinar las responsabilidades y las sanciones, según lo establecido en la normativa legal vigente.

El relato del caso de Ángelo fue extraído de las crónicas reseñadas en el portal de la organización Justicia, Encuentro y Perdón.