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Isaac Nahón Serfaty

La estética de la política y las paradojas de lo visual
Desarrollar un ojo crítico para no caer en el juego de las imágenes y de la estética grotesca o heroica de la política es una necesidad en este mundo saturado por lo visual

 

@narrativaoral

La foto de la reseña policial de Donald Trump es la evidencia de la fuerza de la estética en la política. Como producto que ha sido de los medios de comunicación, desde su época de playboy neoyorkino pasando por el show de televisión The Apprentice, el expresidente de los Estados Unidos puso la cara “adecuada” frente a la cámara que lo dejó retratado para la historia como el primer presidente de EE. UU. con ficha criminal. Ni Richard Nixon, quien tuvo que renunciar por el escándalo de espionaje contra sus adversarios demócratas, terminó en la cárcel. Trump supera en histrionismo de la provocación a todos sus predecesores.

La foto muestra a un Trump con mirada desafiante, con su típico peinado de cabello “rubio o fresa” (según lo señala la ficha policial), corbata roja y traje clásico. Confirma que es relativamente alto (1 metro 92) y que ha perdido algo de peso (está en 97 kilos). Sus seguidores se sienten aun más reivindicados con el brevísimo arresto del precandidato republicano, pues de forma visual han comprobado que Trump es “víctima” del sistema que conspira para que no vuelva a ser presidente y que, según los más radicales, le “robó” la elección que perdió contra Biden.

Los argumentos jurídicos o morales contra Trump no sirven de nada ante los ojos de sus fieles electores. Lo que importa es la estética que tiene resonancia con su público. Allí está en la foto de Trump, sin miedo, enfrentando las “falsas” acusaciones de intervención indebida en el proceso electoral en el estado de Georgia. Allí está dando la cara, este “rubio fresa” millonario que puede pagar una fianza de 200.000 dólares (una mera “propina” para el magnate inmobiliario que tantas veces ha quebrado y vuelto a resurgir), y que sale después como un héroe a dar entrevistas sobre la componenda del sistema corrupto que no quiere que él vuelva a “hacer América grande”.

Contradicciones de la imagen

El siglo XXI nos ha dado varios ejemplos de la importancia de la estética en la política. No es que el siglo XX, o incluso antes en la historia, la apariencia y las poses no fueran relevantes (piensen solo en las estatuas de los emperadores romanos). Pero la explosión de las comunicaciones y las redes ha potenciado la imagen como recurso retórico de una forma nunca antes vista en el devenir humano. Los venezolanos recordarán la proeza grotesca de Hugo Chávez cuando abrió en cadena nacional de televisión el sarcófago que contenía el esqueleto de Simón Bolívar.

O más recientemente, las fotos crudas de cientos de presos semidesnudos encarcelados en El Salvador por el presidente Nayib Bukele, como prueba visual de su guerra contra la delincuencia.  Y no podemos dejar pasar las múltiples apariciones imperiales de Vladimir Putin en la televisión rusa, como supuesta evidencia de que es un hombre en “control” de una guerra en Ucrania, guerra que ha sido más complicada de lo que el mismo Putin se esperaba.

Todas las imágenes que venimos de describir, como en el caso de la foto de la reseña policial de Trump, comunican una paradoja. No tienen una lectura única y eso las convierte en armas de doble filo. El expresidente de EE. UU. ha puesto la cara para la foto que confirma su dureza y determinación, pensando siempre en su audiencia. No deja, sin embargo, de dar la impresión (especialmente, cuando se ponen juntas las fotos de todos los reseñados en este caso, incluyendo a Ruddy Giuliani) que, el conjunto de los indiciados, formarían parte de una “mafia” que no respeta las reglas de la democracia. Sea o no cierto esto, poco importa en el espacio mediático dominado por la imagen. El doble filo indica que el héroe y el villano se combinan, y es probablemente ese carácter de “villano irreverente” de Trump lo que lo hace más heroico ante los ojos de sus fanáticos.

En el caso de la violación del sepulcro de Bolívar por parte de Chávez también hay una paradoja. Para muchos la escena fue horrible, un acto despreciable. Pero simbólicamente Chávez buscaba un doble efecto. Acercarse por una vía cuasi metafísica al Libertador y, al mismo, bajarlo del pedestal del héroe mostrando a un esqueleto muy alejado de las representaciones pictóricas del militar que lideró la independencia de una buena parte de Suramérica. De nuevo, estamos ante las contradicciones de la imagen. En este caso, contagiarse de la grandeza del líder y al mismo tiempo rebajarlo al nivel del mortal humano, para, en la fantasía de Chávez, sustituir al fundador de la patria en el imaginario del “pueblo”.

Las fotos de los presos semidesnudos en El Salvador han generado muchos comentarios. Algunos las han comparado con los campos de concentración de los nazis. Cuerpos arrumados, violentados, humillados. La dureza visual de las imágenes produce rechazo entre quienes consideran a Bukele como un presidente autoritario que no respeta el Estado de derecho. Sin embargo, entre los que apoyan la política de mano dura de Bukele, estas imágenes son la evidencia clara de que las medidas del mandatario salvadoreño van en serio, que es un presidente que cumple.

Putin, con sus poses imperiales en el Kremlin, quiere confirmar que es el jefe máximo e incuestionable de Rusia en tiempos de guerra. Claro que la puesta en escena, con soldados bien erguidos saludando militarmente al presidente ruso, está diseñada para lograr ese efecto, especialmente adentro del país. Ya dijimos que toda imagen tiene varias lecturas, y más todavía en tiempos de redes sociales, manipulación, memes y rumores conspirativos. Más de una de estas apariciones imperiales de Putin han servido para especular sobre su salud o para poner en duda su liderazgo sobre sus generales.

La reciente muerte del jefe de los mercenarios de Wagner, Yevgeny Prigozhin, en un supuesto accidente aéreo, parece confirmar que Putin sigue en control de la situación. Las dudas, de todos modos, también circulan, pues nadie verá el cadáver medianamente reconocible de Prigozhin, quien debió haber muerto carbonizado. Solo tenemos acceso a reportes forenses del gobierno de Putin que confirman que el ADN de uno de los cadáveres corresponde al jefe de los mercenarios.

Desarrollar un ojo crítico para no caer en el juego de las imágenes y de la estética grotesca o heroica de la política es una necesidad en este mundo saturado por lo visual. Eso, creo, será solo posible para unos pocos. La mayoría, como escribió Maquiavelo en El Príncipe, juzga más con sus ojos que con sus manos, ya que cada uno puede ver fácilmente, pero entiende muy poco. 

* Profesor de la Universidad de Ottawa (Canadá).

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

“Gracias Brewer-Carías”: sobre responsabilidad y cambio climático
Brewer-Carías, con su declaración, nos ha dado la oportunidad de reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos con el medio ambiente y la naturaleza

 

@narrativaoral

Un vídeo donde el naturalista, explorador y fotógrafo Charles Brewer-Carías afirma que los humanos no juegan un papel importante en el proceso de cambio climático, ha causado revuelo en las redes sociales. Hay dos bandos: los que dicen que Brewer-Carías está equivocado, y que la evidencia científica prueba el impacto de la actividad humana en el cambio climático; y los que señalan que el eminente venezolano tiene razón, y que el cambio climático es un fenómeno “natural” donde los humanos no jugamos ningún papel o un rol marginal.

No voy a discutir la veracidad de la afirmación de Brewer-Carías. Otros ya lo han hecho. En el siguiente vídeo pueden escuchar a un profesor español que explica el fenómeno del cambio climático. Lo que me interesa en este artículo son las reacciones a lo dicho por el naturalista. Ellas revelan algo muy significativo de la relación que muchos seres humanos tenemos con el medio ambiente. Habla más de nosotros, nuestras percepciones y aspiraciones que de las evidencias sobre la participación humana en el cambio climático. 

Aquí les presento algunos de los comentarios a lo dicho por Brewer-Carías:

“Charles Brewer-Carías, insigne naturalista venezolano, dice lo que es una verdad perseguida: el ser humano no tiene la capacidad de incidir en el curso del clima. Luego, toda la narrativa del apocalipsis climático es un gran fiasco. ¿Lo tildarán de negacionista anticiencia?”

“El cambio climático es un fenómeno natural como lo explica @charlesbrewerc. Pero y en efecto (sic), hay dos visiones: una que expresa el explorador y la otra donde se estima que nuestra actividad antropogénica lo incrementa notablemente. Charles tiene su opinión: ¿cuál es el problema?”

“Alguien con la cabeza bien amueblada”.

“Ya sospechábamos que la tesis del calentamiento global por incidencia directa del hombre; era puro cuento (sic). Ahora; comienzo a creerlo (sic)”.

“Directo al grano Brewer, sin tanto rodeo. Mercadologos (sic) del cambio climático sulfurándose (sic) en 3, 2, 1…”

“Mi estimado Brewer Carias, ex ministro de la juventud durante mi juventud, gran explorador de Sarisariñama, defensor del Esequibo. Fué (sic) una inspiración para los que nos gusta la aventura y exploración. El calentamiento global por el hombre es una gran farsa progre…”

“Exacto, este señor entiende claramente y lo dice de manera tan equilibrada, es algo cíclico no es causado por el hombre pero si está y estoy de acuerdo que está muy bien que se quiera atacar la ignorancia que significa dañar el medio ambiente arrojando basura, talando y quemando”.

“Por fin veo a alguien hablando con sentido, no pagado por alguno de los Crápulas que hablan de «Energías Limpias» ya que el control de la Energía Mundial fue y es el mejor Negocio del Mundo. Una cosa es la Contaminacion (sic) otra el supuesto Cambio Climático”.

“Alguien especialista en la materia, hablando con la verdad, antes de existir la era industrial, hubo calentamiento global, la explicación es clara.  Gracias”.

“Lo amo, me alegra saber que no soy la única loca que dice eso”.

Podría seguir citando comentarios. Los hay más apegados a teorías conspirativas (apelan a la llamada “agenda 2030”). También hay muchos que desmienten lo dicho por el naturalista: presentan estudios y referencias que prueban que el cambio climático es el resultado, o es agravado, por la intervención humana. Pero lo que me interesa es lo que revelan los comentarios que cité a favor de lo dicho por Brewer-Carías.

¡Qué alivio, no soy culpable!

Lo primero que se observa en muchos de los comentarios que apoyan lo dicho por el célebre venezolano es que abiertamente o implícitamente estas personas expresan un cierto alivio, pues les quita de encima el peso de sentirse responsables por el cambio climático. No quiere decir que no estén de acuerdo con la necesidad de cuidar a la naturaleza. Lo que revelan los comentarios es que ellos necesitan una “confirmación experta” de lo que siempre han pensado: “no es porque yo manejo un vehículo que usa carburantes que emiten dióxido de carbono que yo sea culpable del cambio climático”. Parece que lo dicho por Brewer-Carías les ayuda a reducir lo que se conoce como disonancia cognitiva. Encontraron en la opinión del naturalista la resolución de su disonancia. Ya pueden dormir tranquilos.

Lo segundo es que los comentarios ven en el historial científico del explorador (historial que no es sobre el tema que se discute) un aval para apoyar sus propias percepciones e ideas sobre el cambio climático. Algo así como “si Brewer-Carías, con todo lo que ha hecho, afirma esto, entonces yo puedo decir lo mismo”. Necesitaban este “empujón” para expresarse sin cortapisas sobre algo que les “molestaba” por dentro. Ahora, lo pueden decir abiertamente porque se sienten apoyados por el experto.

Tercero, los comentaristas expresan su acuerdo con Brewer-Carías desde sus posiciones políticas. Algunos lo hacen denunciado la ideología “progre” o los intereses de quienes quieren acabar con las energías derivadas de los combustibles fósiles para imponer las “energías limpias”. Sus ideas pasan primero por sus preferencias y valores que por lo que la evidencia pueda demostrar o no. Esto es común en muchos otros temas sociales, culturales y científicos (lo veremos más abajo).

Y cuarto, hay mucho de emoción explícita o implícita en los comentarios a favor del punto de vista de Brewer-Carías. Algunos lo expresan abiertamente: “lo amo”. Otros con más delicadeza: “Mi estimado Brewer-Carías…”. O con entusiasmo: “Por fin veo a alguien hablando con sentido, no pagado por algunas de las Crápulas (sic)…”.

Conmigo no te metas

Los debates públicos sobre cambio climático son muy similares a los que se dieron alrededor de la pandemia de covid-19. Hay algo muy personal en estos debates. Cuando se trata de covid-19 es bastante evidente la razón: la pandemia es algo que toca a la gente muy de cerca, en sus propios cuerpos y en el cuerpo de sus seres queridos. El mismo virus, las vacunas, las medidas de aislamiento, el distanciamiento físico son realidades corporales.

El cambio climático, aunque un poco más distante, también nos toca en lo más personal. Tiene que ver con nuestros comportamientos cotidianos, al menos si admitimos que es producido por la actividad humana, o si reconocemos que tiene consecuencias sobre nosotros: el uso de transporte, el consumo, los viajes, en fin, cosas que hacemos rutinariamente. Si pensamos que jugamos algún papel en el cambio climático que se expresa en fenómenos extremos como incendios de bosques, inundaciones, huracanes más fuertes, tornados, sequías, derretimiento de glaciales, entonces nos concierne. Y todos esos fenómenos nos afectan directamente o indirectamente. Suben los precios y reducen la oferta de algunos alimentos. A veces, nos llega casi a la puerta o se mete directamente en nuestras casas (incendios de bosques, inundaciones). En ocasiones, podría tener relación con el origen y propagación de enfermedades.

La pregunta: ¿y qué podemos hacer al respecto? Hay diferentes posiciones. Algunos piensan que la escala del problema es tan grande, que será imposible detener el agravamiento del cambio climático si no se asumen políticas que regulen la emisión de dióxido de carbono y otros gases que agravan el efecto invernadero. Otros creen que además de las políticas que regulen el funcionamiento de las grandes corporaciones, hay que cambiar también los comportamientos individuales. Y otros, los escépticos y quienes apoyan la opinión de Brewer-Carías, dicen que no hay nada que hacer. Sería un proceso “natural” que seguirá su curso.

La verdad es que, sea o no producido o agravado por la actividad humana, el cambio climático tiene impacto en nuestras vidas. ¿Qué haremos para disminuir o evitar estos impactos negativos? Brewer-Carías, con su declaración, nos ha dado la oportunidad de reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos con el medio ambiente y la naturaleza. Por eso habrá que agradecer su opinión, aunque el tema merece más que una cortísima declaración de menos de dos minutos.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Isaac Nahón Serfaty Ago 03, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Tiempos de “mea culpa”
El artículo del escritor Barrera Tyszka sobre los firmantes del manifiesto de bienvenida a Fidel Castro en 1989, puso el dedo en una de las llagas… la atávica fascinación por el dictador cubano

 

@narrativaoral

En estos días de confesiones públicas no estaría mal expandir el ejercicio de memoria. En Venezuela había un clima de opinión que le allanó el camino al chavismo mucho antes de que Hugo Chávez hiciera su aparición en la escena pública en febrero de 1992. El artículo del escritor Alberto Barrera Tyszka sobre los firmantes del manifiesto de bienvenida a Fidel Castro en 1989, puso el dedo en una de las llagas. Se trata de la atávica fascinación por el dictador cubano que nos ha dejado como herencia una relación parasitaria (o un imperialismo al revés): el más pequeño (Cuba) le chupa la sangre al más grande (Venezuela).

El aire de “fin de régime” que anunció el Caracazo de febrero del 89 también entusiasmó a periodistas, comentaristas e intelectuales. Vieron en la llamada “rebelión popular” el inicio de una nueva etapa política en la que la izquierda saldría por fin del histórico seis por ciento que sacaba las presidenciales. Después vendría el chiripero que se aglutinó alrededor de Rafael Caldera. Esto le dio la oportunidad a parte de la izquierda de gobernar en las postrimerías de la república civil, la misma que le abrió las puertas del poder, especialmente con la descentralización (recordemos las gobernaciones en manos del MAS y de la Causa R).

El golpe del 4 de febrero de 1992 fue otro evento “inspirador”. ¿Quién puede olvidar a las periodistas (sí, las colegas) que se morían por entrevistar a los militares golpistas, especialmente a un dicharachero Hugo Chávez, el encantador de serpientes de “hablar bonito” (la expresión se la escuché a un muy instruido ingeniero)? Ir en peregrinación, primero al Cuartel San Carlos y después a la cárcel de Yare, era un rito casi celebratorio del golpismo. Ese clima de opinión reflejaba la idea según la cual esos golpistas, incluso después del sangriento segundo intento en noviembre del 92, tenían sus “buenas razones” para alzarse contra un sistema corrupto y que merecían ser escuchados. Se les dio tribuna en medios y en las universidades. Nuestros políticos y empresarios de entonces pensaban que dándoles cargos y espacios mediáticos los “domesticarían”. Ya vemos cómo nos fue.

Recuerdo la noche del domingo 6 de diciembre de 1998 después de que se confirmara la victoria presidencial de Hugo Chávez. Puse la radio. En una emisora varios intelectuales y periodistas comentaban con júbilo que venía un “cambio histórico”, que finalmente se cerraba el ciclo del pacto de Punto Fijo y afirmaban, con poca disimulada alegría, que se acababa finalmente al bipartidismo adeco-copeyano. De nuevo, parte de la gente pensante de Venezuela decía lo que ya se había expresado en 1989 después de los saqueos y en 1992 después de los fallidos golpes. El cambio vendría supuestamente por la izquierda, y no importaba si lo lideraban militares golpistas quienes se habían puesto la máscara de progresistas. Estos mismos intelectuales y periodistas que celebraban en la radio, serían después furibundos antichavistas, espantados por los rasgos fascistas del caudillo Chávez.

Opacidad generalizada

Se agradece la transparencia y honestidad de Barrera Tyszka. En un país donde casi nadie pide disculpas por errores que afectan a cientos de miles, sino millones de personas (pensemos en los fracasos políticos de las oposiciones y los desastres del chavismo), su artículo es una gran excepción. Venezuela es el país de la opacidad. El primero que no rinde cuentas es el régimen que encabeza Maduro. No hay presupuestos, ni controles, ni equidad en la justicia. Muchos de los que se le oponen no son muy distintos. No sabemos quiénes financian a sus partidos y sus muy vistosas campañas electorales.

Pasa lo mismo entre los comentaristas y encuestadores que no dicen abiertamente para quién trabajan. Se sabe que muchos de ellos viven de consultorías que hacen para partidos, potenciales candidatos presidenciales y el mismísimo gobierno chavista. Deberían revelarlo con un texto como esos que se ponen en los paquetes de cigarrillos: “Advertencia: se ha demostrado que este comentarista o encuestador asesora a tal político o partido”. ¿Lo harían? Claro que no. Es la única manera que pueden mantener esa apariencia de pureza que tanto explotan en sus escritos y análisis. Ellos dicen que no usan camuflaje, ni máscaras. Tienen la cara más dura que el diamante.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Isaac Nahón Serfaty Jul 21, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Asco a la moral
La falta de moral (y de reflexión ética) nada tiene de metafísica. Pura física cruel que rebaja la dignidad de los venezolanos

 

@narrativaoral

Algunos comentaristas han expresado preocupación porque María Corina Machado (MCM) ha dicho que lo que está planteado en la contienda política en Venezuela es una lucha entre el bien y el mal. Más que preocupación, incluso se han escandalizado ante tal afirmación de la precandidata presidencial. Creen que ella está trayendo al ámbito político categorías propias del discurso religioso o incluso metafísico. Que lo que plantea MCM es propio de fundamentalistas que ven el mundo en blanco y negro, donde no caben los matices. Que esa “moralina” mezclada con política es una receta destinada a la polarización, el enfrentamiento y la exclusión.

La pregunta: ¿se puede divorciar la política de la moral? Además: ¿se puede separar la acción política de la reflexión ética? Empecemos por definir los términos. Para ello acudo al gran maestro que fue el profesor Antonio Pasquali, filósofo de formación y pensador de la comunicación [ver Pasquali, A. (2005) 18 ensayos sobre comunicaciones. Editorial Debate]. La moral, escribió Pasquali, es el conjunto de normas que se dan en un lugar y tiempo concretos, y que sirven para guiar la vida en sociedad (lo que se considera bueno y malo). La moral cambia porque cambian las sociedades, los valores, la cultura. Por su lado, la ética, también según el profesor Pasquali, es la reflexión sistemática sobre principios morales supremos y universales que se aplican a todos los seres humanos, no importa el contexto cultural, religioso, político o socioeconómico en el que vivan. Todo el marco moral y normativo que se desprende de la Declaración Universal de Derechos Humanos es justamente el resultado de una premisa ética fundamental: todos los seres humanos somos iguales en nuestra dignidad. No valen relativismos culturales ni políticos para justificar la violación de esos derechos. 

Aclarados estos conceptos básicos, ahora podemos intentar las respuestas. Divorciar la política de la moral es práctica corriente, pues la política tiene sus fines y para lograrlos no siempre puede (ni quiere) amarrarse a las normas aceptadas socialmente como lo bueno o lo malo. Lograr alcanzar y mantenerse en el poder, como objetivo último de la política, tiene que poner a un lado las consideraciones morales. Es la premisa de Maquiavelo. El príncipe no es un ser moral. A veces tiene que aparentar serlo, o en ocasiones tiene que aparecer como despiadado e inmoral, justamente para lograr lo que quiere, que es el control del poder. Maquiavelo propone una visión amoral de la política. Su propuesta es la de una gestión eficaz (y si hace falta, brutal) del poder.

¿Siempre se puede asumir la política como un ejercicio amoral? No, porque depende de las circunstancias históricas de la acción política. Hay momentos en que los que hacen política tienen que escoger bandos: están en un lado o en el otro. No pueden escudarse en la amoralidad para justificar sus tibiezas morales. ¿Los que lucharon contra las dictaduras militares del Cono Sur o contra los regímenes comunistas en el este de Europa no tomaron partido por el bien contra el mal que representaban esos autoritarismos? ¿No lo hicieron los que lucharon contra los nazis? ¿O contra el apartheid en Sudáfrica o la segregación racial en los Estados Unidos? Es obvio que la amoralidad maquiavélica implicaba, en esos casos, una opción inmoral. Podía verse como la aceptación o la convivencia con el mal.

El otro asunto es ético. Divorciar la política de la reflexión sobre sus consecuencias morales es un déficit ético entre algunos de los que analizan, comentan e incluso asesoran al mundo político. Dicen estos “pragmáticos” del realismo político que eso de la ética (y de la moral) es una cuestión “metafísica”, especulativa, propia de la teología o de una filosofía idealista. Se equivocan especialmente en el caso venezolano, porque la falta de moral (y de reflexión ética) tiene consecuencias muy físicas sobre los cuerpos maltratados de muchísimos venezolanos enfermos, malnutridos, que huyen de la pobreza por los caminos verdes afrontando peligros, o sobre los presos políticos o los torturados. Nada de metafísica, pura física cruel que rebaja la dignidad de los venezolanos.

Más allá de las preferencias electorales, la descalificación de un discurso político por ser moralista es un argumento de dudosa solidez intelectual y ética (en el sentido de razonamiento sobre la moral). Si después de casi 25 años de desastre chavista, no se entiende que los malos están en el poder en Venezuela (roban, reprimen, censuran, destruyen el medio ambiente), el diagnóstico será errado. Y sin un diagnóstico adecuado es difícil construir un camino hacia el cambio político. Al menos que al vaciar de moral la política, se busque que se mantenga el status quo por los beneficios que puede producir (para muestra este botón). Todo es posible en esa tierra de gracia.

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La pregunta incómoda: ¿Cómo se financian las campañas electorales en Venezuela?
La Constitución “bolivariana” eliminó el financiamiento de los partidos por parte del Estado, y dejó la puerta abierta para que el dinero de las campañas electorales entrara en las tinieblas de lo desconocido

 

@narrativaoral

En Venezuela hay una pregunta que la mayoría de los políticos del chavismo y de la oposición prefiere no responder: ¿cómo se financian las actividades de las organizaciones políticas y las campañas electorales, incluyendo las elecciones primarias?

Desde que se adoptara la nueva Constitución en 1999, redactada por una asamblea constituyente controlada por el chavismo, en el país se instaló un laissez-faire en cuanto a cómo se recoge y usa el dinero para mantener a los partidos y pagar las campañas electorales. Sobre estos asuntos reina una opacidad total, en una Venezuela donde todo lo que tiene que ver con la actividad política y las ejecuciones del Estado y de los gobiernos nacional, regional y municipal se realiza sin transparencia alguna.

La Constitución “bolivariana” eliminó el financiamiento de los partidos por parte del Estado, y dejó la puerta abierta para que el dinero de las campañas electorales entrara en las tinieblas de lo desconocido. Esto parece convenir a todos, chavistas y no chavistas. Mientras menos control y rendición de cuentas, mejor para quienes se benefician de todo tipo de fuentes de dinero (públicas y privadas) para costear sus actividades y campañas.

Eugenio Martínez, periodista especializado en procesos electorales, nos dijo que en un régimen donde la justicia se usa de manera arbitraria contra los adversarios políticos “cualquiera que apoye a un sector distinto al chavismo puede sufrir represalias fiscales o legales, lo que hace que el financiamiento privado a la actividad política sea muy irregular, y es realmente muy irregular, y generalmente es en cash o entra a través de transacciones que se pagan en cuentas (bancarias) fuera de Venezuela”.

En el caso del PSUV, el partido en el poder, se confunden los recursos que vienen del Estado, del gobierno y del financiamiento de privados, sin ningún de tipo de control ni de sanciones por los usos y abusos del chavismo desde que llegó a la presidencia hace más de 20 años.

El experto Martínez nos recordó que la única vez que el Consejo Nacional Electoral (CNE) instauró un sistema para establecer topes a los gastos de campaña fue en el referendo constitucional de 2007. “En ese caso se pusieron topes de gasto, pero el gasto lo asignaba la autoridad electoral, es decir, la autoridad electoral era la que designaba cuánto podía gastar el bloque del sí o el bloque del no en el referendo constitucional. En la práctica esa fue una decisión que la oposición venezolana no quiere volver a saber de ella, porque el CNE entonces hacía las veces de censura previa, porque pieza (de campaña) que le entregaba la oposición para respaldar su posición del no en el referendo, pieza que el CNE se negaba a pagar por cualquier tipo de motivo”.

Dos hechos indican el porqué chavistas y no chavistas prefieren mantener el financiamiento político y de campañas alejado del escrutinio público. El primero, fue durante la campaña presidencial de 1998. Una investigación (la última que se recuerde) determinó el dinero recibido por Chávez del español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), que contribuyó con la campaña del MVR sin que el partido declarara ese ingreso (el monto varía entre 500 000 hasta 1.5 millones de dólares, dependiendo de la fuente). Luis Miquelena, entonces jefe de campaña chavista, fue cuestionado al respecto y confirmó que el donativo había ingresado, aunque la irregularidad no tuvo consecuencias ni para él ni para el presidente Chávez.

El otro hecho, como lo recuerda el periodista Martínez, es el análisis que se hizo de los gastos de campañas en el año 2006 (análisis que jamás se ha repetido): “Fue un trabajo conjunto que se hizo entre varias universidades, y que dictaminó que los ingresos que habían declarado los comandos de Manuel Rosales y Hugo Chávez al CNE no llegaban a pagar ni siquiera la totalidad de la pauta comercial en televisión que habían tenido ambos candidatos para la presidencia. Sin embargo, eso se quedó ahí como algo anecdótico”.

Dinero sin límites

Como en Venezuela no hay ninguna norma que establezca límites al monto de las contribuciones y gastos para las actividades políticas y campañas, se puede afirmar que el mundo electoral es una “tierra sin ley”. Tampoco hay normas que obliguen a los partidos o a los candidatos a hacer públicos sus estados financieros, ni se establece claramente en ninguna de las leyes que está prohibido el compro de votos (ver aquí informe del Centro Carter sobre regulaciones y normas electorales en Latinoamérica).

El periodista Eugenio Martínez nos señaló que en 2012 el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) decidió que los libros con los ingresos y gastos de las campañas de los partidos son de “reserva legal”. Esto quiere decir que el único que tiene conocimiento de lo que declaran las organizaciones políticas sobre donaciones y egresos es el director de participación política y financiamiento del CNE, nadie más: “Vale decir que en cuanto a esa ‘reserva legal’ sobre los libros de financiamiento (de los partidos), la oposición no le ha puesto muchos peros porque al final ellos consideran que protegen a sus financistas, los de la oposición, y del otro lado, no hay tampoco control del uso de los recursos del Estado para hacer campaña. En Venezuela no hay ningún tipo de control ni del financiamiento público y menos del financiamiento ilegal”.

El caso de financiamiento ilegal más emblemático es el de la empresa de construcción brasilera Odebrecht, que dio fondos tanto a la oposición como al chavismo. Sobre este caso, Martínez acotó: “Ese fue un financiamiento ilegal según la normativa electoral, pero se quedó simplemente en algo anecdótico. Jamás hubo una investigación formal de la autoridad electoral y tampoco existe una investigación fuera del CNE… El tema del financiamiento a la actividad política y a la actividad electoral en Venezuela es tal vez una de las áreas más oscuras dentro del ciclo electoral venezolano”. 

Silencio cómplice

El periodista Martínez nos explicó que el CNE siempre se escuda en que como rector electoral solo tiene la potestad de controlar los ingresos y gastos durante la campaña electoral propiamente dicha, y no durante lo que la institución define como la “precampaña”. “En el año 2006 se inventó la figura o el argumento de la precampaña. A partir de allí, el CNE dice que lo que ocurre en la precampaña, palabras más palabras menos, no es de su competencia legal. Es cada día más difícil que el CNE se involucre en el control del financiamiento de la actividad política electoral, porque cada vez es más pequeño el lapso de campaña que se limita a veces a dos semanas. El CNE recibe libros contables que son de reserva legal sobre un período muy corto, y todo lo que ocurre antes de esas dos semanas no recibe la atención de la autoridad electoral. Solamente recibe la atención de la Contraloría General o de la Fiscalía si es algún financiamiento hacia la oposición que le genere mucho problema al gobierno”.

El régimen chavista vive en una eterna precampaña. Lo ha hecho desde que Chávez llegó a la presidencia en 1999. Con la venia de los poderes públicos, a partir de 2006 se estableció además que ni el presidente ni otros funcionarios electos tenían que separarse del cargo para hacer campaña electoral. Ahora, por su lado, la oposición está enfrascada en su propio proceso de primarias. Es lógico presumir que el dinero circula de forma abundante de lado y lado para cubrir las costosas actividades en las precampañas y campañas electorales.

Llama la atención, sin embargo, que ni en las redes sociales ni en los medios de comunicación venezolanos (sometidos a la censura y la autocensura) se hable del financiamiento de estas campañas. Hay personas (por cierto, algunas muy calificadas académicamente) y organizaciones que con cierta ingenuidad creen que no son inmunes al baile de la corrupción que se alebresta en las campañas políticas en Venezuela.

Las «fiestas electorales» generan ingresos a encuestadores, analistas, consultores, influenciadores, community managers, bots que desinforman en las redes sociales, y empresas gráficas, entre otros. Todos se benefician de los gastos de candidatos y partidos. El dinero fluye en abundancia durante las campañas con efecto cascada.

Si alguna vez la democracia llega a Venezuela, habrá que meterle el ojo al tema del financiamiento de actividades políticas y de campañas electorales, para establecer normas y procedimientos con el fin de controlar donaciones y gastos. En una supuesta sociedad democrática no deberían ser la plutocracia y la corrupción las que paguen y sostengan a políticos y partidos. Esa debe ser, al menos, una aspiración para el día después. 

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¿Seguid el ejemplo que Chile dará?
El proyecto de Constitución de Chile es un marco de definiciones vagas que fragmenta a la sociedad en sectores en pugna. En su madeja de subjetividades desaparece la persona humana

 

@narrativaoral

El proyecto de constitución de Chile ha generado interés en comentaristas de la prensa internacional (incluyendo a quien escribe). Algunos lo ven como el camino a la perdición (portal pago), al debilitamiento de la democracia y la economía chilenas. Otros creen que es la panacea a los problemas de ese país y de otros países. La verdad es que el texto propuesto por la Convención Constituyente, y que se votará en plebiscito el 4 de septiembre próximo, es una gran lista de “buenos deseos” que pretende resolver todas las injusticias pasadas, presentes y futuras. Como todo proyecto que se dice “revolucionario”, este texto tiene muchos artículos (388), un poco más que los 350 de la constitución “bolivariana” que Chávez hizo a su imagen y semejanza en 1999; y que después reformara para eternizar en el poder al chavismo, quien por cierto la viola también a cada rato.

El proyecto chileno suscita interés tanto desde la derecha como de la izquierda porque se ve como el prototipo de legislaciones y normas que podrían inclinar la balanza en el mundo hacia una política de identidades que ponga los derechos de variadas “subjetividades afectivas” sobre los derechos individuales de la persona humana. Además, le da poder al Estado para controlar y sancionar a partir de esas “subjetividades”, es decir para que un juez o un burócrata decida cuál es la identidad correcta o incorrecta, según la ideología de una izquierda radical obsesionada con las cuestiones de género y “raza” (noción altamente problemática y rechazada por la biología y las ciencias sociales). Si bien el texto constitucional pretende corregir injusticias históricas contra grupos como los pueblos aborígenes y las minorías sexuales (transgéneros y homosexuales), lo hace creando un marco de definiciones vagas que fragmenta a la sociedad en sectores en pugna.

Veamos los apartados 3 y 4 del artículo 25 sobre la igualdad y contra la discriminación. En el número 3 se dice: “El Estado asegura la igualdad de género para las mujeres y niñas, diversidades y disidencias sexuales y de género, tanto en el ámbito público como privado”. ¿Qué quiere decir “disidencias sexuales y de género”? ¿Disidencia con respecto a qué? ¿Quién decide qué es una “disidencia sexual y de género”? Otro asunto llamativo: ¿qué pasa con los hombres? ¿No son iguales a las otras categorías de “género” tan mal definidas? ¿No sería más sencillo retomar el principio liberal y democrático que dice que todos los seres humanos son iguales sin distingo de preferencia política, orientación sexual, creencia religiosa o pertenencia étnica?

El apartado 4 del mismo artículo es mucho más “completo” y más confuso aun. Dice: “Está prohibida toda forma de discriminación, en especial cuando se funde en uno o más motivos tales como nacionalidad o apatridia (sic), edad, sexo, características sexuales, orientación sexual o afectiva, identidad y expresión de género, diversidad corporal, religión o creencia, raza, pertenencia a un pueblo y nación indígena o tribal, opiniones políticas o de otra naturaleza, clase social, ruralidad, situación migratoria o de refugio, discapacidad, condición de salud mental o física, estado civil, filiación o condición social, y cualquier otra que tenga por objeto o resultado menoscabar la dignidad humana, el goce y ejercicio de los derechos”. Al tratar de cubrir todas las categorías humanas, y al fragmentarlas en grupos y grupitos, incluyendo las mal definidas nociones de “orientación afectiva”, pertenencia “tribal”, “diversidad corporal” o “condición social”, abre la puerta a interpretaciones caprichosas e intervenciones arbitrarias del Estado. De nuevo, la persona humana desaparece en una madeja de variantes de identidades y subjetividades, obliterando el principio republicano de la igualdad de todos los ciudadanos.

En cuanto a los derechos a una salud “sexual y reproductiva”, el texto constitucional chileno insiste en establecer la subjetividad como fundamento legal. Por ejemplo, en el apartado 1 del artículo 61, se dice que toda persona es titular de derechos sexuales y reproductivos, incluyendo “el placer” (sic) sexual. ¿Cómo el Estado puede garantizar que la gente ejerza el derecho al placer? ¿Qué tipo de legislación y de acción judicial podrían ponerse en marcha para que el placer sexual sea garantizado?

Más adelante, en el apartado 2 del mismo artículo, se crea una nueva categoría que despoja a las mujeres del exclusivo hecho de quedar embarazadas pues se consagran también los derechos de “las personas con capacidad de gestar” (sic). ¿Quiénes son esas personas? Quienes subjetivamente se definan como personas gestantes. Además, ese artículo consagra el derecho constitucional al aborto, un punto contencioso en un país de tradición católica como Chile.

Un proyecto iliberal

Algunos destacados chilenos, incluyendo al expresidente Ricardo Lagos (Partido Socialista), han advertido que el texto constitucional propuesto será fuente de conflictos y de polarización social. Pero no debería sorprender que el diseño constitucional de los radicales de izquierda que dominaron la Convención Constituyente resulte en conflicto social y divisiones. Si lo vemos desde la perspectiva iliberal que se manifiesta en varias partes del mundo, desde la extrema derecha (e. g. Trump et al.) a la izquierda populista autoritaria (e. g. Maduro et al.), el objetivo es justamente dividir a las sociedades y crear enfrentamientos. Es lo que algunos estudiosos del fenómeno iliberal denominan la “polarización totalitaria” que se ha ido infiltrando en la psiquis colectiva (e. g. las teorías conspirativas) y en instituciones como las universidades (e. g. la llamada interseccionalidad antiliberal).

¿Qué camino escogerá Chile en el plebiscito del 4 de septiembre? Las expectativas son grandes. Una opción es que una mayoría rechace el texto constitucional y obligue a recomenzar el proceso constituyente, lo que no augura tampoco estabilidad y paz social. La otra posibilidad es que se apruebe la nueva constitución, abriendo la puerta a lo desconocido y a más polarización. Los chilenos tienen la palabra. 

La izquierda new age

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Simón Bolívar habría obtenido la nacionalidad española por sefardí
El Dr. Meyer Mgarici demostró el origen sefardí de Bolívar. El Libertador desciende en 17° a través de su línea genealógica materna de Abraham Ha’Leví de Burgos (c. 1290–1345), patriarca de una acomodada familia judía

 

@narrativaoral

Si Simón Bolívar hubiera solicitado la nacionalidad española o portuguesa argumentando que tenía antepasados sefardíes en su árbol genealógico (como lo han hecho miles de venezolanos recientemente), probablemente las habría obtenido sin problemas. Es la conclusión que se desprende del estudio que hizo el Dr. Meyer Magarici Finkel, médico y genealogista, sobre los antepasados del Libertador y que presentó hace poco en una conferencia organizada por el Centro de Estudios Sefardíes de Caracas (CESC) bajo la moderación de Camila Roffé (que pueden ver aquí).

Vídeo: Dr. Meyer Magarici: Antepasados sefardíes del Libertador Simón Bolívar. Cesc. Caracas 2022 | En Youtube: cesc1 canal

El estudio genealógico del Dr. Magarici llega hasta la España del medioevo, el siglo XIV para ser más precisos. A partir de actas eclesiales y civiles, y varias fuentes secundarias de historiadores y genealogistas reconocidos, este investigador demuestra que Simón Bolívar desciende de forma consanguínea indirecta en décimo séptimo grado a través de su línea genealógica materna de Abraham Ha’Leví de Burgos (circa 1290 – 1345), patriarca de una acomodada familia judía que se instaló en la ciudad de Burgos procedente del reino de Aragón. 

Línea genealógica de Ha’Levi hasta Simón Bolívar.

La historia de los Ha’Leví es de particular importancia para confirmar los orígenes judeoespañoles (o sefardíes) del Libertador. Una hermana del rabino Shlomó ben Ishaq Ha’Leví de Burgos (1350-1435), Mencía Núñez, es ascendiente en décimo quinto grado de Bolívar. Este rabino de la línea de los Ha’Leví de Burgos, reputado por sus conocimientos del Talmud y maestro de la Torá (la Ley) de muchos judíos de entonces, se convirtió junto con gran parte de su familia al catolicismo en 1390 (un año antes de las masacres antijudías que ocurrieron en 1391).

El rabino Ha’Leví adoptó el nombre Pablo de Santa María. También fue conocido como Obispo Pablo de Burgos o Pablo de Cartagena, ya que sirvió a la Iglesia católica en esas poblaciones. Con el paso de los años, se transformó en uno de los principales antijudíos de su época. Sus publicaciones fueron utilizadas como fuente referencial por Martín Lutero, Alfonso de Spina, el judeoconverso Gerónimo de Santa Fe y otros escritores hostiles a los judíos. Aunque las razones de su conversión no son claras (la esposa del rabino, llamada Juana, fue la única que no se convirtió y por ese motivo el Obispo Pablo se divorció de ella), algunas fuentes indican que fue por sincero convencimiento religioso.

Bolívar y Cervantes, un tronco común

El Dr. Magarici afirmó en su conferencia que el Libertador comparte antepasados judíos comunes con el escritor Miguel de Cervantes Saavedra. En un artículo que publicó en la revista Maguén-Escudo (que pueden leer aquí), que editan la Asociación Israelita de Venezuela (AIV) y el CESC, y que dirige el periodista Néstor Garrido, el genealogista demostró que el autor de El Quijote también desciende de Mencia Núñez, del linaje de los Ha’Leví de Burgos.

Escribe el Dr. Magarici, después de haber aportado las pruebas documentales primarias y secundarias, que “Miguel de Cervantes Saavedra era descendiente en noveno grado de Abraham Ha’Leví de Burgos y en séptimo grado de la mencionada Mencía Núñez. Y, por tanto, comparte los mismos antepasados sefardíes de El Libertador.

De la Santísima Trinidad a Miranda

¿Tenía Bolívar alguna conciencia de sus orígenes sefardíes? El Dr. Magarici niega enfáticamente esta hipótesis. No hay ninguna prueba de que el prócer de la independencia supiera que tenía antepasados judíos, puesto que sus ancestros judíos vivieron en la España medieval de los siglos XIV y XV.

El Libertador fue bautizado en la Iglesia Catedral de Caracas como Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Ponte Palacios y Blanco. Fue criado como católico en una familia católica. Se casó por la iglesia en Madrid (1802) con María Teresa Josefa Antonia Joaquina Rodríguez del Toro Alayza (quien también descendía de los mismos patriarcas sefardíes de Bolívar y Cervantes), de la que enviudó un año después. Lo que sí es cierto que es que los historiadores no han publicado nada sobre los antepasados sefardíes de Bolívar. El genealogista Magarici prefiere no especular sobre las razones de esta laguna historiográfica. Aunque algunos podrían considerar este tema una fuente de polémica.

No es el caso de otro prócer, Francisco de Miranda, sobre quien el abogado y escritor José Chocrón Cohén escribió un libro titulado La identidad secreta de Francisco de Miranda (Editorial Alfa, 2011). La tesis de Chocrón Cohén es que Miranda era descendiente de criptojudíos y que estaba consciente de ello.

En un ensayo publicado en 2015, el autor afirma que en sus diferentes periplos por los Estados Unidos y Europa el Generalísimo se reunía con judíos, incluyendo un encuentro en Alemania con el filósofo Moisés Mendelsshon en septiembre de 1785. “Llegado a la ciudad italiana de Módena –relata Chocrón Cohén–, en noviembre de 1785, pregunta a su posadero sobre el número de habitantes. Y anota con cierto dejo de indignación, en su Diario: «Habitantes 25.000 y 4000 judíos, que mi posadero decía que no debían contarse con los cristianos».” Miranda visita varias sinagogas en Ámsterdam el 2 de mayo de 1788. “No deja de sorprender la inusitada preferencia que concede el precursor venezolano a las sinagogas y al barrio judío, adonde acude nada menos que el primer día de su llegada a la cosmopolita Ámsterdam”, escribe Chocrón en su ensayo.

Se cierran las puertas

La ley española que otorgaba la ciudadanía española a los descendientes de sefardíes venció en octubre de 2019. Muchos casos están todavía pendientes de solución, y otras solicitudes que habían sido rechazadas han acudido al proceso de apelación administrativa. Sin embargo, el gobierno español ya no acepta nuevas solicitudes.

En el caso portugués, aunque la reforma a la ley de ciudadanía que abre la posibilidad de que los descendientes de sefardíes obtengan la nacionalidad lusitana no tiene fecha de expiración, el gobierno busca establecer requisitos para que las personas puedan probar algún vínculo con Portugal que entrarán en vigor en 2022. Y que harán más complicado el proceso (más información aquí).

El interés por descubrir antepasados sefardíes, especialmente entre miles venezolanos que buscaban un pasaporte de la Unión Europea, ha servido para descubrir nuevas facetas de la historia del país y de sus fundadores. Y para mostrar que al final los seres humanos estamos conectados los unos con los otros.

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El superhéroe de cartón no puede quitarse el calamar de ser el villano
Resulta cuesta arriba convertir al villano Maduro en superhéroe. Maduro es quien es, su récord está a la vista. La careta de este superhéroe de cartón se cae fácilmente

 

@narrativaoral

El chavismo es cursi. La estética chavista, que va de lo grotesco a lo kitsch, forma parte central de su propaganda. El mismísimo Hugo Chávez pasaba de un registro al otro, con la fluidez de alguien que rompió con todas las formalidades del ejercicio constitucional de la presidencia.

Sus largas peroratas estaban salpicadas de anécdotas, algunas grotescas (como aquella escatológica montado en un tractor en búsqueda de un baño), y otras de una cursilería empalagosa como sus cuentos de niñez en Sabaneta de Barinas. Todo en Chávez era una mezcla de profanación de los rituales republicanos y religiosos (basta recordar la profanación del sarcófago de Simón Bolívar) y una cursilería entre militarista (el gusto por la felpa y las condecoraciones a la Corea del Norte) y populismo “folclórico” (la caricaturización de lo popular).

La más reciente manifestación de la estética cursi del chavismo es el corto animado que se difunde por Venezolana de Televisión en el que Nicolás Maduro se ha convertido en un superhéroe, en un calco descarado del muy imperialista Superman.

Video: SuperBigote, capítulo 1 (comiquita, corto animado) | Canal en Youtube: Luigino Bracci Roa desde Venezuela.

Uno podría apresurarse a poner en la papelera de la basura propagandística esta nueva triquiñuela del chavismo para hacerle creer a la gente que Maduro es el salvador de los venezolanos, azotados por la confabulación del gobierno de los Estados Unidos contra la revolución. Pero es necesario detenerse en la comiquita para entender mejor cómo el chavismo ve a la sociedad venezolana.

El chavismo siempre ha infantilizado a lo que ellos denominan el “pueblo”. Pretenden hacerle creer a la mayoría empobrecida del país que Maduro no es responsable de los apagones (comunes sobre todo en el interior de Venezuela), y que, por el contrario, tendría superpoderes para arreglar todos los problemas que él mismo y los miembros de su gobierno han creado. Más que tratar a la mayoría golpeada por la crisis como niños, Maduro cree que son idiotas que no saben quién es el responsable de sus males.

La comiquita quiere crear a toda costa “la mitología Maduro”, para transformar a un hombre sin pasado “glorioso” ni grandes méritos intelectuales o revolucionarios en un héroe patriótico.

Fiel acompañante de Chávez desde que saliera de la cárcel en 1994, Maduro nunca destacó en la vida política (fue un cuadro medio de la ultraizquierda formado en Cuba). De la mano de Chávez fue ganando preeminencia, hasta que el fallecido presidente lo nombró su sucesor en cadena de televisión antes de partir hacia su destino final, Cuba. ¿Por qué Chávez prefirió a Maduro? Se especula mucho al respecto. Lo cierto, es que el Maduro gris pasó al primer plano. Con viveza, sin escrúpulos, y seguramente con la ayuda de maquiavélicos asesores cubanos, Maduro ha sabido consolidar su poder, acorralar a la oposición, hacer un ajuste económico al mejor estilo del “neoliberalismo salvaje”, y abrirle las puertas a los dineros de la corrupción y el narcotráfico a la gran lavandería que hoy es Venezuela.

Claro que la comiquita tiene también como objetivo imponer la agenda, generar ruido, para que no se hable tanto de otros temas como la arremetida de todo el aparato del Estado para evitar que el chavismo pierda la gobernación de Barinas, la dolarización de una economía en la que solo una minoría puede pagarse una Navidad de bodegones y adornitos alegres, de un sistema de salud público quebrado, de la malnutrición que marca a la nueva generación de venezolanos, de la corrupción que permea y pudre todo en el país. Sin embargo, las mismas arbitrariedades de Maduro, la arremetida contra la soberanía popular en Barinas (que tiene ecos en otras partes del país), anula el efecto tapadera de la animación cursi. Porque, como le gustaba repetir a Chávez, “por más que te tongonees se te ve el bojote”.

Resulta cuesta arriba convertir al villano Maduro en superhéroe, aunque él y Cilia quieran restregarles en la cara a los venezolanos que ellos disfrutan de iluminadas navidades palaciegas, o incluso cuando le ponen al dictador una capa y lo hacen volar por las galaxias. Maduro es quien es. Su récord está a la vista: violaciones de derechos humanos, robo de fondos públicos, presos políticos, torturas, destrucción de PDVSA, exilio masivo de venezolanos, empobrecimiento de la mayoría, enriquecimiento de una oligarquía enchufada. La lista es muy larga. La careta de este superhéroe de cartón se cae fácilmente.

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