inmigrantes archivos - Runrun

inmigrantes

Piden a Biden que prorrogue TPS para venezolanos a dos meses de su vencimiento
El próximo 9 de septiembre vence la vigencia del amparo para los venezolanos protegidos por lo que los llamados a la extensión se han hecho más fuertes

 

Congresistas demócratas y activistas hicieron este jueves un llamado urgente al Gobierno del presidente Joe Biden para que prorrogue el Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés) para venezolanos.

El senador demócrata Bob Menéndez dijo a Efe que desde que Biden protegió a los venezolanos el régimen de Nicolás Maduro «sólo ha continuado su campaña de brutalidad, fracasando en contener la expansión de los grupos armados ilegales en Venezuela».

En marzo de 2021, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) designó a Venezuela, por 18 meses, como país dentro del programa TPS por el cual EE.UU. protege de la deportación y otorga trabajo temporal a personas oriundas de países donde hay desastres naturales o hechos de violencia.

El próximo 9 de septiembre vence la vigencia del amparo para los venezolanos protegidos por lo que los llamados a la extensión se han hecho más fuertes.

Menéndez advirtió que extender el TPS para los venezolanos «no solo enviaría una señal inequívoca de apoyo a las víctimas de la represión del régimen de Maduro, sino al mundo de que igualaremos nuestras palabras con acciones».

Organizaciones como Florida Immigrant Coalition (FLIC) y Immigration Hub hicieron de igual forma un llamado a la extensión, como también a incluir a más venezolanos dentro del amparo.

Sergio Gonzales, director de Immigration Hub, dijo que Venezuela sigue experimentando una «crisis humanitaria» y el Gobierno Biden debe continuar su respuesta de protección a estos inmigrantes.

Por su parte, el congresista demócrata por la Florida Charlie Crist resaltó que a diferencia del Gobierno de Donald Trump (2017-2021), la Administración Biden ha entendido la situación que afrontan los venezolanos, y debe continuar con el apoyo a estos inmigrantes.

Además de la extensión del beneficio, tanto Menéndez como los activistas han solicitado que la fecha de designación (marzo 8 de 2021) para ser beneficiado por el TPS se actualice para que más venezolanos puedan ser protegidos.

También abogaron porque el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) acelere el proceso de adjudicación de las solicitudes de TPS, que se encuentran atascadas en medio de la acumulación de 1,8 millones de casos que tiene esta dependencia.

*Con información de EFE

Colombia dice que el gobierno de Maduro es indiferente con los inmigrantes
Maduro considera que en Venezuela «hay seis millones de colombianos migrantes y nunca han necesitado un tratado provisional de protección. Nunca han necesitado ninguna ‘payasería’ que Duque está intentando para lavarse la cara» ante la comunidad internacional

El gobierno colombiano aseguró que el régimen de Nicolás Maduro es «indiferente y cruel» frente a la crisis que viven millones de venezolanos y defendió las medidas adoptadas por Colombia para proteger a inmigrantes del país vecino.

«A partir de su discurso, el régimen ilegítimo y criminal de Nicolás Maduro reafirma su actitud indiferente y cruel frente a la grave realidad humanitaria, económica, política y social que padece la población venezolana», dijo la Cancillería colombiana en un comunicado.

Maduro dijo que en Venezuela «hay seis millones de colombianos migrantes y nunca han necesitado un tratado provisional de protección. Nunca han necesitado ninguna ‘payasería’ que Duque está intentando para lavarse la cara» ante la comunidad internacional.

Al respecto, la Cancillería agregó en el comunicado que «Colombia rechaza las absurdas declaraciones del dictador Nicolás Maduro en contra de las medidas de protección al migrante definidas por el presidente Iván Duque».

El documento puntualizó que el Estatuto Temporal de Protección al Migrante refleja el compromiso de Colombia para apoyar la reconstrucción de los proyectos de vida de los venezolanos que se han visto obligados a dejar su país en busca de mejorar su vida.

El pasado 8 de febrero Duque anunció que Colombia acogerá legalmente a unos dos millones de inmigrantes venezolanos, regulares o irregulares, con un Estatuto de Protección Temporal que tendrá una vigencia de diez años.

Según datos de Migración Colombia, hasta el pasado 31 de diciembre había en el país 1,72 millones de migrantes venezolanos, de los cuales cerca de un millón son indocumentados, por lo cual es imperioso ofrecerles una solución a su estatus, además de unos 800.000 que están con su situación regularizada.

La medida del Gobierno colombiano ha sido aplaudida por diferentes gobiernos, organismos internacionales e incluso por el papa Francisco.

El Gobierno calcula que los favorecidos con la medida pueden ser unos dos millones de personas, toda vez que quienes ya han regularizado su situación en el país también podrán acogerse al nuevo Estatuto Migratorio para poder permanecer los diez años en Colombia.

Colombia y Venezuela comparten una porosa frontera de 2.219 kilómetros. Sin embargo, las relaciones diplomáticas están rotas desde el 23 febrero de 2019 por orden de Maduro, luego de un intento del entonces jefe del Parlamento, Juan Guaidó, de atravesar la frontera desde la ciudad de Cúcuta al frente de una caravana de ayuda humanitaria.

Juan E. Fernández Feb 07, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Argentina

Ilustración de Alexander Almarza, @almarzaale

@SoyJuanette

La primera vez que escuché la palabra Argentina fue en 1986, al menos eso recuerdo. El planeta celebraba un mundial de fútbol y todos en el Instituto Técnico Jesús Obrero de Caracas no hacían otra cosa que hablar de Maradona. Durante el recreo, mis compañeros, que eran más grandes que yo, trataban de tirar magia jugando a ser Diego; a mí no me dejaban participar porque era “el gordito”, pero para no hacerme sentir mal me decían que yo era el Director Técnico. Por lo que, en cada recreo, yo me convertía en Bilardo; y según mi lógica era mejor, porque si Maradona jugaba bien, era porque Juan Salvador Bilardo lo dirigía, ergo yo era más crack que todos ellos.

Cuando ganamos ese mundial (y sí, dije ganamos) fue una locura. Desde ese día le hinché a la selección argentina, pero ¿cuál era la razón? A los niños siempre les gusta ganar. Cuatro años después volvimos a brillar, ya no en México sino en Italia… ahí el futbol puso a prueba mi fidelidad: llegamos a la final, pero perdimos con Alemania. Sin embargo, desde entonces y aunque juegue contra Venezuela, siempre le voy a la selección argentina.

Ojo, quiero aclarar que si Venezuela juega con otro equipo, es obvio que apoyo a la Vinotinto, pero contra Argentina es otra historia. Seguramente yo sea uno de los primeros panqueques, futbolísticamente hablando, del país donde nací.

Pero mi amor por Argentina trasciende al futbol, y para explicarles mejor les tengo que contar del “Bar de Ariel”.

A principios de los 90, cuando tenía yo 11 años, íbamos a una casa que tenía papá en San Antonio de Cúa. Y, siempre antes de llegar al campo, mi padre paraba en un bar que administraba el señor Ariel.

Ariel era un estudiante de economía de la Universidad de Buenos Aires, que tuvo que huir de su país cuando uno de sus mejores amigos de la facultad fue detenido y nunca más se supo de él. Sus padres, muy asustados, lo mandaron a Venezuela, donde tenían amigos.

Cuando Ariel llegó a Caracas quedó maravillado por tanta modernidad, y por la bonanza petrolera de finales de los 70. Su primer trabajo fue vendiendo enciclopedias puerta por puerta, luego encontró empleó como mensajero en los tribunales, ahorró y pudo abrir su bar.

El Bar de Ariel era un lugar bastante peculiar, con una barra de madera muy larga con varios taburetes; a un costado había una rocola que solo tenía discos de tango. Al final de la barra y junto al teléfono de línea, que se parecía mucho al batitelefono que salía en la serie de los 60, estaba el busto de un hombre trajeado, de sombrero: Carlos Gardel.  Gracias al Bar de Ariel conocí el tango, a Gardel y a Buenos Aires.

Todos los fines de semana, cada vez que parábamos en lo de Ariel, él nos contaba cómo era ese lugar maravilloso de cúpulas enormes, edificios como castillos, y grandes avenidas. “La Avenida más grande del mundo la tenemos nosotros, decía” o “Le dimos de comer al mundo”. También contaba que había una calle que tenía muchos, pero muchos teatros, y a cada lado de la vereda; y que cuando encendían las marquesinas aquello era una fiesta de luces… Sin saberlo, Ariel fue metiéndome no solo por los ojos, sino también en el corazón a su “Buenos Aires querido”.

Con el tiempo dejé de ir a la casa de campo, y las visitas al Bar de Ariel se fueron desdibujando de mi memoria. Llegó esa etapa hermosa para los jóvenes, y terrible para los padres, que se llama adolescencia; y ya no era tan cool ir a un bar a “escuchar hablar a los viejos”. Ahora quería ser yo, libre; a mi manera quería cambiar el mundo.  

Pero lo que pasa es que, cuando Argentina se te mete en el corazón ya no hay quien la saque.

En esa época yo iba mucho a los pasillos de la Universidad Central de Venezuela a comprar casetes, libros y películas en VHS. Por lo que Argentina se me apareció a través de Les Luthiers, Landrisina, Charly García, Spinetta, Sumo, Fito. También como Eliseo Subiela con su Hombre mirando al sudeste y El lado oscuro del corazón.

Tiempo después, cuando tenía unos 19 años, en un arranque de locura contra el sistema, me fui a estudiar guion a la Escuela Internacional de Cine en la Habana, y coincidentemente estuve para el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano. Aquella Navidad tendría uno de los mejores regalos que me dio la vida: conocí a Eliseo Subiela y a Fernando Birri, quienes me abrieron un nuevo mundo, el del cine argentino.

A Eliseo lo conocí en la fiesta que dio en ICAIC en el Hotel Nacional, luego del estreno de su película Las aventuras de Dios. Aquella noche nos pegamos un pedón con mojitos, y Eliseo nos confesó que se hizo cineasta porque nunca pudo aprender a tocar el saxo, y que en realidad quería ser jazzista.

Después coincidimos en otras fiestas, donde me presentó a Miguel Littín, y al director peruano Francisco Lombardi. Sin duda, fue una etapa maravillosa para el cine latinoamericano, y también para mí. En esa edición del Festival de Cine de la Habana, Argentina me flechó con su cine y desde entonces es una de las cosas que más disfruto.

Ya de regreso a Caracas, siempre iba a la semana del cine argentino para ponerme al día. Fue pasando el tiempo, conseguí un trabajo y ahorré un montón, porque tenía que ver en primera persona esos edificios, las marquesinas, el Obelisco y hasta cruzar 9 de Julio de un solo tirón… todo eso quería hacer.

El primer viaje

La primera vez que vine a Buenos Aires la ciudad me recibió con su cielo entre rosado y naranja. Era invierno, y el viento me golpeaba las mejillas, pero era una sensación maravillosa. En mi primer viaje visité los cafés porteños, los bosques de Palermo, el Jardín Botánico, y todos esos lugares que visitan los turistas. Pero cuando vi las marquesinas encendidas en los teatros de Calle Corrientes lloré de emoción; la ciudad se me presentaba tal y como Ariel me la había descrito cuando tenía 11 años. Fueron 20 días maravillosos, pero tocaba volver a Caracas, eso sí, con el compromiso de volver cada vez que pudiera. La noche antes de partir, me fui hasta la costanera y me comí un choripán, y cuando volvía en el taxi, en la radio sonó Canción de adiós… ahora cada vez que la escucho, aunque ya pasaron más de 15 años de aquel viaje, me emociono.

El segundo viaje

Luego de mi regreso pasaron unos tres o cuatro años, y en el ínterin me puse de novio y hasta me casé. Por supuesto que para la luna de miel elegimos venir a Buenos Aires y, por fortuna, a ella también la ciudad le voló la cabeza. Tanto así que proyectamos vivir acá por unos años, para luego volver a Venezuela.

Pero bueno, vinieron otras prioridades como los hijos (tenemos dos), el departamento, los autos… Y una vez más el sueño porteño se nos desdibujó. ¿Pero saben qué paso? Otra vez por casualidad o causalidad Argentina se me puso al frente.

La situación política y económica fueron haciendo mella en Venezuela, y también en nuestra relación… tal vez nos casamos jóvenes, o tal vez debíamos estar juntos solo ese tiempo: aquello se volvió inaguantable, no se podía vivir. En un mes, los ahorros que teníamos para venirnos los 4 solo alcanzaron para que viniera solo uno, así que viajé yo.

El viaje final

Ese vuelo ha sido el más difícil de mi vida. Aunque había alegría en mi corazón, porque Argentina era ese imán maravilloso que me atraía finalmente hacia ella, también tenía mucho miedo porque, como dice Emilio Lovera: “Una cosa es turismo y otra migración”.

Esos primeros meses fueron difíciles, porque en Venezuela fui un periodista al que nunca le faltó trabajo, todos me conocían. Pero en Argentina nadie sabía quién era yo. Afortunadamente conseguí trabajo rápido en la industria del Call Center y como operador; paradójicamente, yo que había sido uno de los gerentes más jóvenes en la historia de Directv, ahora era un operador que vendía suscripciones para la misma compañía. El país me dio una lección de humildad enorme. 

Ya cuando me estaba adaptando, y las cosas comenzaban a marchar mejor, se vino otra prueba dura: oficialmente me separé de la madre de mis hijos. La distancia había hecho lo suyo y erosionó lo poco que quedaba de mi matrimonio. Sin embargo, mi exesposa, que es una gran mujer, cumplió su promesa y se vino con mis hijos.

Hoy día cada uno es feliz desde su espacio, pero hay algo que nos hace muy feliz a los dos: ver a nuestros hijos formándose, y aprendiendo a querer a este gran país, que ahora también es su país.

Quiero aclarar, antes que salgan los ultranacionalistas, que sabemos perfectamente y nunca hemos dejado de querer a Venezuela, pero ahora también queremos a la Argentina. Porque el país de uno no es solo donde naces, sino también aquel lugar que te da trabajo, cobijo y educación para tus hijos. Es el que te permite forjarte un futuro, pero también el que te da sentido de pertenencia, y es que nuestro país, ya desde su fundación, en el preámbulo de nuestra constitución argentina te invita a ser parte: “promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”

Si me lo preguntan, no sé lo que significa para un migrante renacer en otro país porque, les digo con sinceridad, Argentina siempre ha sido mi país. Esta tierra me conquistó a los 7 años cuando jugaba a ser Bilardo, también cuando Ariel me hablaba de Buenos Aires en aquel bar gardeliano en los 90. Y me sigue conquistando cada mañana cuando abro los ojos y estoy tranquilo, porque gracias a Dios encontré mi lugar en el mundo.  

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Ene 21, 2021 | Actualizado hace 3 años
Joe Biden suspende las deportaciones durante 100 días
En su primer día como presidente, también dispuso el cese de la construcción del muro con México y la solicitud de ciudadanía para los indocumentados

El Gobierno de Joe Biden anunció la noche del miércoles una suspensión de 100 días de las deportaciones de inmigrantes, aunque con algunas excepciones, según un comunicado del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).

«Durante 100 días, a partir del 22 de enero de 2021, el DHS suspenderá las deportaciones de ciertos no ciudadanos cuya deportación haya sido ordenada», detalló el secretario interino, David Pekoske, recién nombrado por Biden, según publicó Deutsche Welle

La razón, dijo Pekoske, es «garantizar» que Estados Unidos tenga «un sistema migratorio justo y eficaz centrado en proteger la seguridad nacional, la seguridad fronteriza y la seguridad pública», por lo que ordenó «revisar y reiniciar» los protocolos.

El DHS no aportó en el comunicado detalles sobre las personas que quedan excluidas de la medida de los 100 días.

Nueva ley de inmigración al Congreso

Inaugurando la que se anticipa como una nueva era en la Casa Blanca,  Biden cumplió esta misma noche su  promesa electoral de presentar en su primer día de mandato un amplio proyecto de ley de inmigración que incluye una vía a la ciudadanía para unos 11 millones de indocumentados en el país.

Cuatro años después de la mano dura contra los inmigrantes del saliente mandatario, Donald Trump, el equipo de transición de Joe Biden anunció este miércoles los detalles del proyecto de ley que el demócrata envía  hoy mismo al Congreso como parte de su compromiso de «modernizar» el sistema de inmigración, denominado «Ley de Ciudadanía de los EEUU de 2021».

La iniciativa, que deberá recibir al visto bueno de ambas cámaras legislativas, dominadas por los demócratas, pretende administrar y proteger de «manera responsable» la frontera, mantener a «familias y comunidades seguras y administrar mejor la migración en todo el hemisferio», señaló un comunicado.

La mayor reforma migratoria

De ser aprobado, el proyecto legislativo de Joe Biden supondría la mayor reforma migratoria desde el Gobierno del republicano Ronald Reagan (1981-1989), que legalizó a tres millones de indocumentados en 1986.

No en vano, y como su nombre indica, su punto clave es ofrecer una vía a la ciudadanía en ocho años a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que viven en EE.UU.

Los inmigrantes podrán conseguir un estatus legal temporal que les dará la opción de alcanzar cinco años después el permiso de residencia («green card» o tarjeta verde) , si cumplen una serie de requisitos como carecer de antecedentes penales y pagar sus impuestos.

Pero un importante grupo de ellos, los menores que llegaron al país siendo niños de la mano de sus padres, también indocumentados y conocidos como «soñadores», así como los amparados por el Estatus de Protección Temporal (TPS), en su mayoría centroamericanos, y los trabajadores agrícolas inmigrantes, podrá aspirar a una residencia legal de «inmediato» y tres años más tarde a la ciudadanía, destacó la nota.

Para evitar una avalancha de inmigrantes, el proyecto de ley establece que esta medida afectaría a los inmigrantes que estén «físicamente presentes en los Estados Unidos el 1 de enero de 2021 o antes».

Los deportados durante la presidencia de Trump, desde el 20 de enero de 2017, y que estuvieron físicamente presentes durante al menos tres años antes de la expulsión pueden solicitar el mismo beneficio por «unidad familiar y otros fines humanitarios», pero ya ese proceso dependerá del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), para el que Biden ha nominado al cubano-estadounidense Alejandro Mayorkas.

Reunificación familiar incluye a grupos LGBTQ+

Otra de las aspiraciones de la ley será la reunificación familiar, dando especial importancia a los grupos familiares LGBTQ+ y permitiendo igualmente a los inmigrantes con peticiones aprobadas de patrocinio familiar reunirse con sus seres queridos en EE.UU. de forma temporal mientras esperan por las tarjetas de residencia.

También la propuesta de ley incluye una provisión que prohíbe la «discriminación basada en la religión y limita la autoridad presidencial para emitir prohibiciones futuras» y aumenta las visas de diversidad de 55.000 a 80.000.

Entre otras de sus polémicas decisiones, Trump instauró nada más llegar a la Casa Blanca un veto migratorio a los nacionales de once países con una significativa población musulmana (Eritrea, Irán, Kirguistán, Libia, Myanmar, Nigeria, Somalia, Sudán, Siria, Tanzania y el Yemen) y que incluye restricciones para Venezuela y Corea del Norte. 

Muro fronterizo sin financiamiento

Para intentar lograr el necesario apoyo republicano en el Senado, Joe Biden incluyó además nuevos recursos en la frontera, su decisión de dejar de lado la construcción del muro en la frontera con México -la promesa electoral cumplida a medias por Trump- y apostar sobre todo por la «tecnología» para acelerar la detección del cruce ilegal de mercancías y estupefacientes.

La nueva propuesta pretende de igual forma destinar fondos para mejorar el «profesionalismo» de los agentes fronterizos y crear un comité para investigar posibles «malas conductas», y busca mejorar la atención de individuos, familias y menores bajo la custodia de Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).

Rechazan que población venezolana no reciba vacuna contra COVID-19 en Colombia
947 mil 106 personas refugiadas y migrantes venezolanas se encuentran en situación irregular en la nación neogranadina

“Ningún país puede excluir a una persona de acceder al derecho a la salud por su estatus migratorio. Esto es especialmente importante en el contexto de una pandemia como la COVID-19”.

Así respondió Jiménez Sandoval, directora de Amnistía Internacional (AI), a las declaraciones del presidente de Colombia, Iván Duque, quien informó que solo los venezolanos con doble nacionalidad y con estatus migratorio regular recibirían la vacuna contra la COVID-19.

El anuncio del presidente colombiano excluye a más de 947.106 personas refugiadas y migrantes venezolanas que se encuentran en situación irregular y que se han visto obligadas a huir de su país debido a la emergencia humanitaria compleja.

Esta cifra representa 55 % de la población total de venezolanas y venezolanos en Colombia; (1.700.000) se encontraría en condición irregular.

Respeto a los derechos humanos

Organizaciones internacionales y nacionales rechazaron el anuncio presidencial por parte del gobierno de Colombia.

Para expertos en salud, como el exministro Alejandro Gaviria, la decisión de Iván Duque es una mala idea desde el punto de vista epidemiológico.

«Pero es sobre todo una propuesta antiética. Excluye a los más vulnerables y discrimina de forma casi amenazante a un grupo de personas por su nacionalidad y estatus migratorio», dijo.

De acuerdo con Migración Colombia, más de 1.717.000 venezolanas y venezolanos están radicados en Colombia. Las cifras corresponden al corte del 31 de octubre de 2020.

A pesar de esto, el mandatario colombiano aseguró que quienes «no tengan regularizada su situación migratoria, no tendrán la vacuna”.

Frente a la situación de las personas refugiadas y migrantes, la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR) también se pronunció y pidió que sean incluidas en las campañas de vacunación nacionales contra la COVID-19.

Advirtió que no deben quedarse de últimos de la cola en el acceso a las herramientas para combatir la pandemia.

“Es esencial que los migrantes se incluyan en las campañas de vacunación nacionales”, señaló Francesco Rocca, presidente de la FICR, en un comunicado.

Por su parte, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) también rechazó la discriminación hacia las personas refugiadas y migrantes venezolanas en el plan de vacunación en Colombia.

El ente resaltó que, a pesar de que los recursos para atender a la población migrante son limitados, la respuesta no debe ser excluir a las venezolanas y venezolanos.

La institución alegó que el gobierno colombiano ha limitado la regulación migratoria, por lo que imponer estas medidas sería «doblemente discriminatorio».

Por último, citó los lineamientos de la oficina de los derechos humanos de la ONU y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) en los que se señala que se debe garantizar el trato a todas las personas por igual, además del acceso a la salud, sobre todo, en tiempos de pandemia.

Migrantes venezolanos en Chile suplican repatriación
Alrededor de 1,5 millones de migrantes llegaron a Chile en los últimos años atraídos por la estabilidad económica en ese país

 

La vulnerabilidad de los migrantes, sobre todo aquellos como los bolivianos que asumen trabajos temporales en el sector agrícola, o peruanos, colombianos y venezolanos que se empleaban en el sector de servicios y comercio, se ha agudizado sobre todo en Santiago, donde rige desde el 15 de mayo una cuarentena total que paralizó gran parte del comercio.

«Una ayudaíta para regresarme a Venezuela», se lee en pancartas de parejas jóvenes en semáforos y esquinas de la capital chilena, donde se ha reducido la movilidad de personas por una pandemia que suma casi 110.000 casos y roza los 1.200 muertos, reseñó AFP.

«Esta situación nos preocupa mucho. Son personas de escasos recursos que necesitan retornar a sus países y no pueden hacerlo no porque Chile no les abra las puertas, sino que porque sus países les cierran el retorno», dijo este martes el canciller Teodoro Ribera.

Chile vivió en los últimos años una explosivo crecimiento de la migración, que hoy alcanza a cerca de 1.5 millón de personas, que llegaron sobre todo atraídas por la estabilidad política y económica.

En el caso de Colombia, aprovechando un avión que irá en busca de chilenos allí varados, se espera que en los próximos días puedan retornar a su país unos 200 colombianos.

Aunque los pasos fronterizos con Perú y Bolivia están a más de 2,000 km de Santiago, unos cientos de inmigrantes pudieron volver en las últimas semanas por tierra tras amargas negociaciones con sus respectivas autoridades, que cerraron las fronteras por la pandemia incluso para sus conciudadanos.

La Cancillería chilena envío el 23 de mayo una nota a las autoridades venezolanas para solicitarles que faciliten la repatriación de los cientos de venezolanos que acampan a las afueras de la embajada de Venezuela en Santiago pidiendo ayuda para regresar a sus hogares.

El Consulado

El Consulado

*Con información de AFP

Froilán Barrios Nieves Abr 18, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
Ni son de aquí, ni son de allá

Los desplazamientos migratorios derivan en muchas ocasiones en situaciones indeseables, cuando se trata de numerosos contingentes de seres humanos que se trasladan forzosamente en procura de una mejor condición de vida, debido a que su tierra por avatares sociales o económicos no le brinda satisfactoriamente. La gran mayoría huye por la sobrevivencia alimentaria, así también para preservar la vida en peligro por persecuciones políticas, y ahora implosionando en pleno siglo XXI  una pandemia de tan brutales efectos, que cambiará el rumbo de la Aldea Global, término que acuñara Mcluhan a finales del siglo pasado para definir la interconexión de la humanidad.

En ese contexto hay mucha diversidad. Veamos el caso de los rohinyás, que forman un grupo de alrededor de un millón de personas, concentradas como grupo étnico en el norte del estado de Rakhine, en Birmania hoy Myanmar. A diferencia del 90 % de la población birmana, que profesa el budismo, los rohinyás son musulmanes. La dictadura birmana no los considera ciudadanos, no tienen reconocimiento como grupo étnico ni libertad de movimiento, pero el Estado birmano asegura que son en realidad migrantes musulmanes de Bangladesh que cruzaron a Myanmar durante la ocupación británica. De ahí que se les considere «advenedizos», término usado en ocasiones por las autoridades para justificar la violencia contra ellos, confinándolos en guetos en condiciones precarias y propiciando un genocidio a este grupo étnico de 900.000 personas, que los ha desplazado a Bangladesh, hoy sin patria ni tierra donde vivir en paz, aun cuando la ONU los ha definido como su prioridad.

Otro caso de características diferentes son los “pied noirs”. Se denomina pieds-noirs (literalmente en francés, pies negros) a los ciudadanos de origen europeo por el calzado, en su mayoría de origen francés, que residían en Argelia y que se vieron obligados a salir de ese país tras la independencia en 1962. El término se aplica a todos los repatriados de Argelia, que habían apoyado a las fuerzas políticas y militares francesas durante la contienda, pues bien a lo largo de décadas estos eran segregados en Francia al considerarlos árabes, y por los argelinos al considerarlos franceses, sufriendo en todo caso xenofobia y discriminación, hasta que los idus del tiempo fueron olvidando su origen.

En nuestro caso es la llamada diáspora venezolana, que injustamente debió salir en estampida buscando sobrevivir al apocalipsis generado por esta gestión. Pues ahora con la pandemia de la COVID-19 son echados de sus arriendos, algunos de ellos han logrado mantenerse gracias al apoyo de diversas ONG en Colombia, de la embajada venezolana en Bogotá e instituciones colombianas, pero otros en contingentes numerosos han decidido regresar a Venezuela.

Vienen de todos lados, de Perú, Ecuador, de ciudades y regiones colombianas de Bucaramanga, Valledupar, del Putumayo, del norte de Santander, de Bogotá, en caravanas de buses, otros a pie, en condiciones de precariedad absoluta, creyendo incluso en la demagogia gubernamental del “bienvenidos a la patria bolivariana”, para ser recibidos en San Antonio del Táchira como parias en un campo de concentración, maltratados y golpeados por la fuerzas militares.

En definitiva, regresan con las manos vacías, excluidos y llamados “venecos”, descalificativo con el que se excluye a los venezolanos en los países andinos, para encontrarse un país en ruinas, en la miseria generalizada, mucho peor que el país del que partieron años atrás, sin poder encontrar un lugar donde continuar su vida.

Este es el drama actual de estos compatriotas venezolanos que siendo muchos de ellos profesionales universitarios, trabajaron en condiciones de precariedad laboral absoluta para lograr la sobrevivencia, y se encuentran en el límite, donde son descalificados en los países andinos y al regresar a su país son tratados como extranjeros, en pocas palabras apátridas sin destino cierto.

Froilán Barrios Nieves | Movimiento Laborista

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Brian Fincheltub Mar 30, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
Salvar la dictadura o salvar a Venezuela

@BrianFincheltub 

A Venezuela hace muchos años que le robaron la normalidad. Aunque la escasez, el desempleo y el colapso del sistema de salud no sea nuevo para nosotros, la mayoría no se ha acostumbrado a vivir así, ni quienes siguen adentro, ni quienes tuvimos que salir. Para muchos de los que están afuera lo que se vive hoy significa recordar lo que una vez los obligó a irse; aunque las causas sean distintas, no es nada fácil. Sobre todo porque en medio de la tragedia que vive el mundo en la actualidad, nos toca vivir otra muy propia, la tragedia de la separación.

Somos millones quienes estamos lejos de casa y que sin importar cuántos años tengamos afuera, no podemos sentirnos en casa dejando a toda o parte de la familia a kilómetros de distancia. Somos millones de venezolanos los que dormimos en otro país pero seguimos viviendo en Venezuela.

En muchos hogares de nuestra Venezuela, la gente sobrevive de las remesas que sus hijos y sus nietos les envían con mucho sacrificio. La pandemia ha obligado a muchos gobiernos del mundo a imponer restricciones a la libre circulación y medidas de confinamiento obligatorio. Producto de estas decisiones, han sido muchas las empresas que han tenido que despedir a sus empleados, sobre todo empresas relacionadas con el sector turismo, restaurantes y entretenimiento. Sectores donde precisamente trabaja la mayor parte de los migrantes venezolanos.

Su situación hoy es de total vulnerabilidad, pues el migrante en sus primeros años fuera tiene un estatus muy precario, en el cual aunque puede llegar a vivir bien, vive al día. Una semana sin trabajar es grave para las finanzas familiares, imaginen un mes o lo que pueda durar esta contingencia. No hay posibilidad de ahorrar, de hecho muchos tienen deudas.

Esta situación a su vez profundiza la miseria de miles de hogares venezolanos, abuelos mal alimentados deberán afrontar el coronavirus.

Mientras que la situación de los venezolanos que trabajan en Venezuela no pudiera ser más trágica. Ni trabajando las veinticuatro horas al día pueden tener calidad de vida. Aunque una inmensa cantidad de las transacciones son en dólares, la mayoría de los salarios son en bolívares. El acceso a los dólares que en las clases más vulnerables viene del sector informal, hoy prácticamente es imposible.

En un contexto como el actual todo se agravará para nuestro país, particularmente si consideramos que la dictadura ha calcado lo peor de la experiencia china para aplicarla en Venezuela: censura y manipulación de cifras de contagiados. No hay posibilidad de realizar un diagnóstico serio que permita salvarle la vida a millones de venezolanos; todo lo contrario: reina el oscurantismo, como todo alrededor del madurismo.

Frente a esta delicada situación y la necesidad de preservar el mayor número de vidas de cara a una crisis que se avecina, el presidente Juan Guaidó ha propuesto un gobierno de emergencia nacional. Hay quienes no entienden que en su objetivo de repartir culpas la dictadura intenta justificar el colapso del sistema de salud con la excusa de la sanciones o, peor aun, diciendo que la oposición se niega al financiamiento internacional.

Lo que se trata con esta propuesta es que, si verdaderamente les importa la vida de los venezolanos, la dictadura permita la instalación de un gobierno con reconocimiento internacional, que facilite la obtención de los recursos necesarios para asistir a millones de venezolanos. Algo que solo es posible sin la presencia de los cabecillas de la mafia madurista, responsable directa del saqueo del país.

El llamado básicamente es a la fuerza armada nacional y a sectores del chavismo que estén en la capacidad de aceptar separarse del poder, sin que esta separación implique para ellos la cárcel, es decir, que no tengan  cuentas con la justicia. Esa es la sola manera de salvar miles de vidas y de derrotar en unidad lo que nos amenaza como nación. Cada quien debe elegir, pero el tiempo se acaba para todos.