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Injusticia

Jun 12, 2018 | Actualizado hace 6 años
Sordos ante la injusticia, por Jesús María Casal

 

En la declaración de la independencia de las provincias de Venezuela, del 5 de julio de 1811, se subrayaba que esta determinación se adoptaba, entre otras razones, porque los gobiernos de España habían sido “sordos siempre a los gritos de nuestra justicia”. Es lamentable constatar que, después de más de 200 años de aquellos hechos, se agudice la sordera del gobierno ante los reclamos de justicia.

Clemencia del poder o justicia
Las recientes medidas tomadas para aliviar los padecimientos de varios presos políticos, vuelven a poner en la palestra el tema de la justicia. Estos presos, pese a su liberación condicionada, no han podido saciar su sed de justicia, porque los actos de clemencia o gestos pretendidamente humanitarios acordados en su favor han dejado incólumes las decisiones arbitrarias que condujeron a su procesamiento y encarcelamiento.
No ha sido reconocido su derecho a ser juzgados por sus jueces naturales, vulnerado abiertamente en casos como el de Gilber Caro y otros detenidos, ni su derecho a la integridad física y moral, lesionado por la práctica de la tortura o de malos tratos.
¿Esperanza?
Estas liberaciones no encienden una luz de esperanza sobre la aplicación de la justicia, sino oficializan la existencia de los presos políticos y dejan intacta la estructura represiva que puede seguirlos generando, una estructura que se considera autorizada para desacatar órdenes judiciales de excarcelación emanadas de los últimos residuos de una institucionalidad asolada por la concentración de poderes.
Giro copernicano
Sordo a la razón y a las razones del Derecho, el régimen se rehúsa a aceptar que no es siguiendo hacia adelante en el autoritarismo, sino mediante un giro copernicano, que coloque en los principios del Estado de Derecho y, por tanto, en la separación de los poderes, y de la Democracia, esto es, en la soberanía popular, la solución de los problemas, que Venezuela podría salir airosa de esta grave crisis política y económico-social.
Ofrecer o pedir el perdón
Es cínico que desde el Poder Ejecutivo se anuncie el perdón sincero hacia los presos que están saliendo de su arbitrario cautiverio con sus derechos más sagrados seriamente quebrantados, con su humanidad físicamente afligida por golpes y vejaciones, con su confianza en la ley y los tribunales quebrada sin remedio. Aunque seguramente también con la fortaleza moral de quien soportó privaciones y abusos con espíritu noble y visión trascendente. No tienen que ser perdonados quienes han sido víctimas de la violencia institucionalizada por haber ejercido sus derechos. Éstos tampoco abrigan afán de venganza; solo aspiran a que nunca más se lleve a cabo una represión desmedida y un desconocimiento de la dignidad del ser humano como la que sufrieron.
Lo que sí merecen es que las actuales autoridades pidan perdón por el ultraje de sus derechos básicos. Es difícil creer que lo harán, pero es probable que se haga en un futuro, así sea con sentido simbólico. En Chile, Patricio Aylwin, el 19 de marzo de 1991, pidió perdón en nombre de toda la nación a las víctimas de los crímenes de la dictadura, en acto sobrio y solemne a la vez, y en gesto emocionado, cuando presentó las conclusiones del Informe Rettig, adoptado por la Comisión Nacional de la Verdad y Reconciliación.
Todo indica que iremos hacia allá, y hacia medidas de justicia, pero con un saldo aún mayor al que hoy presenciamos de menosprecio a la dignidad de la persona.
Perspectivas
¿Quedará algún resorte moral aún vigoroso, con capacidad para alterar el curso de los acontecimientos y evitar se ensanche el abismo de la represión autoritaria y de las heridas que causa?
¿Habrá alguna posibilidad de rectificación honesta, más allá del cinismo y el cálculo de oportunidad, para establecer de nueva planta el edificio de la institucionalidad democrática, con elecciones libres y el árbitro confiable que el país demanda? Parece que no, pero hay que continuar exigiéndolo.
¿Están conscientes todos los actores y sectores de la gravedad de la hora que se vive y de la urgencia de reivindicar la nobleza de la política, dejando de lado los intereses personales o las propias ambiciones de liderazgo para sentar los fundamentos de una alianza y proyecto nacional que sea nuevo en sus propósitos e integrador y pluralista en sus métodos y en su vocación? Los hechos aún no lo confirman, pero es necesario profundizar las iniciativas que nos permitan ver más allá de las propias agendas y de las tesis que cada cual quiere ver cumplidas, en una lucha orientada por el alma nacional, de resultado tan incierto como moralmente avasallante.
jesusmariacasal@gmail.com
La maldad por su nombre, por Carolina Jaimes Branger

Carcel Amazonas

 

El frenesí del fanatismo. Esta semana hemos visto a los fanáticos en acción. En Venezuela ya se ha hecho usual ver y oír a los personeros del chavismo que están dispuestos a llegar donde sea y como sea con tal de permanecer en el poder. Las fuerzas de seguridad del estado, según denuncia del gobernador Guarulla, masacraron a 37 personas en el Centro de Detención Penal de Puerto Ayacucho. Nadie se ha pronunciado, nadie se ha condolido, como sí se han pronunciado y condolido por los actos terroristas de Charlottesville, Barcelona y Cambrils. En Venezuela nos acostumbramos a la injusticia, la violencia, la muerte…

 

El periodista Marcos David Valverde publicó los hechos en Correo del Caroní:

 

“Una requisa… terminó con 37 presos asesinados… En su cuenta de Twitter, (el gobernador de Amazonas) LiborioGuarulla, informó que una “comisión especial” del Ministerio del Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia fue la responsable de las muertes”… Guarulla afirma que, más que simple requisa, “fue una toma ejecutada a sangre y fuego”. La conclusión está exenta de ser calificada como exageración si se considera, entonces, que fue aniquilado el 35 por ciento de la población carcelaria”.

 

En otro reportaje, Valverde entrevistó a la hermana de Juan Carlos Conde Morillo, uno de los masacrados. Ella le reveló que reconoció el cadáver de su hermano por una cicatriz en el pecho y unos lunares, porque “les destrozaron las cabezas y las piernas”. ¿Eso es una “requisa”? Si los reos estaban armados y el único camino era matarlos, han debido hacerlo con un tiro de gracia, no con una carnicería. El fanatismo político es también es una forma de terrorismo.

 

Estamos en el siglo XXI, la era de la comunicación instantánea, de la globalización y la tecnología de punta en todas las disciplinas de las artes y las ciencias. ¿Qué pasa que –contradictoriamente- el terrorismo ha tomado tanta fuerza?

 

La obsesión, el radicalismo, la discriminación, el dogmatismo, el autoritarismo son síntomas inequívocos del fanatismo y el origen de guerras, masacres, holocaustos, limpiezas étnicas, razzias y otras formas similares igualmente deleznables. El fanatismo marcha en sentido contrario al progreso. Los niños pequeños no discriminan. Hay una cita de Nelson Mandela en su autobiografía “El largo camino hacia la libertad” que dice así: “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión. Para odiar, las personas deben aprender a odiar, y si pueden aprender a odiar, se les puede enseñar a amar, porque el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”.

 

¿Qué tiene en su cabeza –y más aún, en su corazón- alguien que acelera un vehículo para matar a un grupo de personas que jamás en su vida ha visto, personas que no le han hecho daño, porque ni siquiera saben de su existencia?…  Pasó en Charlottesville, en Barcelona y en Cambrils.

 

¿Qué tienen en su cabeza –y más aún, en sus corazones- quienes convierten una requisa en una carnicería? Pasó en Puerto Ayacucho, Venezuela.

 

Un fanático es una persona con una autoestima baja o nula, que necesita consustanciarse con un grupo donde puede dar rienda suelta a sus miedos, culpas y complejos. Para ello, las religiones monoteístas y los grupos de ultraderecha son lugares idóneos para insertarse. El mal del siglo XXI es el terrorismo. Y el terrorismo es la principal consecuencia del fanatismo. Y para vencerlo el mundo de bien debe estar dispuesto a enfrentar el fundamentalismo en todas sus formas, empezando por llamar la maldad por su nombre.

 

@cjaimesb

Cuando se tiene un alumno... Se tiene un hijo, por Antonio José Monagas

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Qué difícil es definir el papel de docente. Su dificultad estriba en cómo iniciar la respuesta, tanto como en terminarla. No hay valores que puedan desprenderse de la concatenación correspondiente toda vez que entre los valores que envuelven tan hermoso oficio, se arma una continuidad tan íntima que no hay forma de juzgarlos por separado. Aun cuando es posible asentir que según cómo se estructura esa secuencia, asimismo puede ordenarse la sociedad en la que se circunscribe la vida en todas sus manifestaciones. Es decir, social, cultural, económica y política. También en lo moral, lo cívico y lo ético.

 

Coincidentemente, el concepto de “patria” tiene en su ascendencia algo de la fuente que sirve de razón a la relación que se establece entre el maestro y el alumno. Porque cuando hay que enseñarle al alumno cómo sortear los avatares de la vida, rebotan motivos que obligan al educador a aprender de la misma manera. O quizás, con mayor aprehensión. La conjugación de tan importantes enfoques, constituye la esencia sobre la cual descansa la idea de “patria”. Sobre todo, desde la perspectiva que puede brindar la idea de familia cuando de la vinculación maestro-alumno se deparan sentimientos de amistad, cooperación, solidaridad y tolerancia. Y que para el caso, equivale a construir sociedad. Y por lógica progresión, ha de corresponderse con la cimentación de territorio, nación, país y hasta de Estado.

 

Pero como nada parece más hermoso que enseñar, formar y educar, igualmente nada suele contener más responsabilidad que moldear valores dignidad y principios en cada hombre. Especialmente, cuando vive el proceso enseñanza-aprendizaje. En la esencia de tan maravillosa experiencia, se hallan razones que exhortan el significado de la vida. Por eso, el aula, sin que necesariamente sea un lugar encerrado por cuatro paredes, representa el espacio donde se abona el desarrollo de una nación. Pero también, de la persona misma cuando vive su papel de estudiante.

 

Por eso, la vida de un docente, maestro o de un educador, hace ver al mundo de modo diferente. Lo ve desde lo más alto que puede permitir arribar a la cumbre del Everest o del Aconcagua. Porque desde arriba se observa el camino desde su comienzo hasta donde termina. O lo que equivale a percibir el desarrollo de la vida a lo largo de su travesía. Es por eso que cuando se tiene un alumno de corazón abierto y de pensamiento diligente, se tiene un hijo de alma noble y de sublimes ideas.

 

En el contexto de esta Venezuela sacudida por la gestión de un gobierno indolente, irónico, engañoso y represivo, la violencia desatada a consecuencia de las protestas que con legítimo derecho vienen ocupando los días y espacios del país, enlutó expectativas maravillosas que, la dinámica de la vida, había perfilado en provecho de su gente y sus esperanzas.

 

Casi medio  centenar de bajas de jóvenes, todos comprometidos con el futuro nacional, en escasos 50 días de enardecidas protestas, además reconocidas por la Carta Magna en sus artículos 333 y 350 como derechos constitucionales, perdieron la vida en manos de hordas salvajes y asesinas promovidas por la desesperación de un gobierno obstinado por causa del miedo a ser defenestrado por los excesos y delitos cometidos. Tanta maldad, tiene nombre propio: un ordenamiento jurídico inventado con la oscura pretensión de reivindicar el amarre del régimen al poder.

 

Todo esto apunta a lucir un país profundamente conmocionado por hechos cargados de la más deliberada injusticia, saña y crueldad. Sólo por el afán de seguir enganchado al poder contrariando valores, principios y garantías democráticas, así como menoscabando derechos humanos. Al día de hoy, lo visceral se convirtió en criterio de gobierno. Más, cuando las balas y gases lacrimógenos son utilizadas como recursos de persuasión, pero sin estimar contemplaciones ni medir consecuencias. Arrasan con lo que estorbe a los planes del régimen.

 

Ahora, las aulas de colegios, liceos y universidades llorarán el vacío que provocará la ausencia de venezolanos en cuya hoja de ruta no estaba la muerte como hecho a cumplir inoportunamente. La maligna animadversión de un gobierno que desconoce derechos y libertades, que se conduce a ciegas en el plano del Derecho Positivo, apagó la vida de tantos muchachos de combativos ideales y de inmenso corazón que hasta las calles extrañarán su marcha. A tantos estudiantes de meritorio andar en compañía de lápices, libros y cuadernos. Pero también, suprimió el aire a tantos alumnos de promisorias vidas y fulgurantes iniciativas. En cada joven se fue un pedazo de Venezuela, aunque con ello llegó más sed de democracia.

 

Así que desde hoy, estos muchachos representarán las libertades que sus cuerpos alcanzaron cuando en el momento crítico, la sanguinaria y enceguecida represión, hizo que sus ojos avistaran una nueva dimensión. Ésta, pletórica de Luz Divina. Pero lo que jamás el desenfreno gubernamental podrá obstruir, impedir o derogar, serán las ideas que los labios de estos venezolanos convirtieron en palabras que en adelante surcarán el horizonte nacional. Aunque en medio de cualquier situación de cruda violencia. Violencia que ahora la matizan con trozos de cabilla, metras y balines empleados como perdigones. Además, con potes contentivos de gases lanzados como proyectiles a quemarropa por quienes forman filas en el producto libertino, indigno y depravado de la otrora honorable Guardia Nacional.

 

No habrá recuerdo más excelso que lo que Andrés Eloy Blanco, en su hermoso poema Canto de los hijos en marcha, describe. “Y una palabra: Justicia, escriban sobre la tumba”. Porque ciertamente, tan hermosa deferencia encubre una gran razón para pensar que cuando se alinean los ideales justos y necesarios, vuelan alto las razones de libertad y justicia. Pero también, por eso mismo, puede sentirse que cuando se tiene un alumno…se tiene un hijo.

 

@ajmonagas

 

Mar 05, 2017 | Actualizado hace 5 años
Los 13 récords mundiales del comandante galáctico
Más allá de la solemnidad y la magnificencia con que los líderes y la militancia del chavismo se refieren al legado de Hugo Chávez, la realidad lo que muestra es la fotografía de un país en ruinas. Un territorio conocido ahora por una larga lista de registros negativos, que sirven para identificar a Venezuela internacionalmente como la nación más corrupta del continente, la segunda con más homicidios en el mundo o la tierra donde el papel tualé no existe.
Después de 17 años de «revolución», Venezuela también es el país del «socialismo» menos equitativo, donde sus líderes se desplazan en Hummer y hacen mercado en Aruba, mientras el pueblo deambula de cola en cola para adquirir —con restricciones— los pocos alimentos que se consiguen. O el país de las excusas más insólitas, donde una iguana es responsable de un apagón nacional y un hombre admite que va perdiendo la guerra sin armas —la guerra económica— que él mismo creó.
Las curiosidades son infinitas: el país donde la política se confunde con la farándula —El Potro, Roque Valero, Nacho y otra decena—, el país donde el Gobierno es el principal enemigo de las instituciones del Estado, y así hasta llegar al hombre con el pie más grande del mundo, éste sí validado por el Guinness World Records.
El equipo de investigación de Runrunes recopiló 13 récords que reflejan la destrucción que inició «el comandante galáctico» en 1999 y que profundizó su heredero, Nicolás Maduro. A cuatro años de su «siembra», gracias a su legado hoy somos:

 

Corrupcion2017

VENEZUELA ES EL PAÍS MÁS CORRUPTO de América Latina y el noveno en el mundo por segundo año consecutivo. Tan dudoso honor le fue conferido en el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) del 2016, que desde 1995 elabora cada año la organización Transparencia Internacional.

Pero no es una novedad que Venezuela tenga la peor calificación regional por temas relacionados con la corrupción. En realidad, mantiene una tendencia negativa que registra en la última década. Con 17 puntos (dos puntos peor que la calificación del 2014), el 2016 se ubicó junto con Irak en el puesto 166 de 176, por detrás de naciones como Guatemala (puesto 136), Nicaragua (145) y Haití (159).

La medición se basa en estudios y encuestas que recogen la percepción de expertos sobre la corrupción en el sector público de distintos países.

El ranking de Venezuela como máximo exponente de la corrupción regional cuestiona los resultados de la gestión del Cuerpo Nacional contra la Corrupción que creó Nicolás Maduro en 2014, un organismo adscrito a la presidencia al que asignaron un equipo de fiscales y funcionarios policiales. El gobierno del sucesor de Hugo Chávez no niega que haya irregularidades, pero las atribuye a casos puntuales y coyunturales y no a la estructura.

En el otro extremo, se encuentran Uruguay y Chile como las naciones más transparentes de América Latina (21 y 24 respectivamente) mientras que los países nórdicos Dinamarca, Nueva Zelanda y Finlandia encabezan la lista internacional. Transparencia Internacional identifica características claves: altos niveles de libertad de prensa; acceso a información sobre presupuestos que permite al público saber el origen del dinero y cómo se gasta; altos niveles de integridad de los funcionarios públicos y poder judicial independiente.

Basta revisar estas razones y las condiciones en la que se encuentran los países mejor rankeados para entender por qué Venezuela no ha mejorado su posición en el listado.

Inflacion2017

En febrero de 2014 Venezuela llegó a ser el país con la inflación más alta del mundo y en ese puesto se ha mantenido desde entonces. Los venezolanos que en aquél momento iban acostumbrándose a la variación mensual de precios, hoy luchan por conseguir dinero suficiente para comprar lo que necesitan lo más rápido posible, porque mañana el precio será más alto.

La última cifra oficial que se posee es de diciembre de 2015, cuando el Índice Nacional de Precios al Consumidor confirmó una inflación de 180,9%, muy distinta a la cifra de 56,3% con que lidiaban los venezolanos en 2014. Y, a pesar de que el 2016 llegó y se fue sin que el Banco Central de Venezuela diera a conocer cuánto subió todo, el Fondo Monetario Internacional proyectó una inflación superior al 700% para el cierre del año. La Asamblea Nacional también realizó su cálculo y concluyó que el 2016 tuvo una inflación de 550%.

Con esto la Revolución Bolivariana rompe su propio récord y se adjudica lo que no muchos países han logrado, entrar en las filas de la hiperinflación. Es, exactamente, la 57º nación en atravesar este problema económico, y la primera que lo hace en el siglo XXI, de acuerdo a la Tabla Mundial de Hiperinflación de Steve H. Hanke y Charles Bushnell.

Hoy, Caracas lleva tres años consecutivos en la cima de una cumbre que nadie quiere escalar y desde esa altura mira cómo el IPC de capitales como Kiev (Ucrania), su más cercana rival, llegó apenas a 40,3% luego de haber atravesado una guerra civil el año anterior, y que el de Abuya (Nigeria), azotada por el terrorismo de Boko Haram, se situó en 30,5%. Lejos, muy lejos, está el de una ciudad suramericana, Buenos Aires (Argentina), cuya inflación interanual arribó a 14,3%.

Si los precios se aterrizan con los costos de lo cotidiano, el drama venezolano es todavía más doloroso. Una empanada cuesta hoy lo que hace un año costaba un combo de una hamburguesa con papas y refresco, el mismo costo por el que se transaba hace ocho años el alquiler de un apartamento en el noreste de Caracas: unos 1.600 bolívares. Por una hallaca casera, en diciembre pasado, se pagó como mínimo Bs. 3000, con un cero a la derecha más de lo que costaban en 2015, lo que en ese momento era 75 veces más de lo que se cancelaba por el platillo navideño en 2007.

Miseria2017

Tome la tasa de desempleo, agréguela a la inflación y tendrá el índice de miseria de un país. En específico, sume la tasa de desempleo de 7,8% y la inflación 491,9%* y tendrá a Venezuela, el país más miserable del mundo.

El Índice Mundial de Miseria es calculado por la agencia Bloomberg basándose en la suma de la tasa de desempleo y la de inflación que identifica a “las economías más dolorosas para vivir y trabajar”.

Venezuela se ha mantenido en el primer lugar de la lista desde hace tres años, cuando desplazó a Siria, y según las proyecciones para 2017, logrará un cuarto año consecutivo como la economía más infeliz del planeta. En el ranking de 65 casos de Bloomberg, el país tiene la puntuación más alta: 499,7. Le siguen Sudáfrica con 32,2 y Argentina con 30,9.

En 2014, el índice se basó en un estudio del economista Steve Hanke, de la John Hopkins University, que incluyó otras variables como el crecimiento anual del PIB per cápita y las tasas de interés activas. El analista definió la miseria como el efecto que tiene el deterioro de las variables económicas claves en la calidad de vida de los ciudadanos en 89 países.

Las largas colas que a diario se forman en los supermercados del país son apenas un reflejo de la Venezuela miserable, que sufre de preocupaciones económicas por los bajos precios del petróleo –el único rubro significativo que se exporta– y cuyos ingresos solo cubren el 3,26% del Presupuesto Nacional 2017.

Dolar2017

No hace falta mirar muy atrás si se quiere ver cómo al venezolano se le ha minado su poder adquisitivo. La promesa chavista de un “bolívar fuerte, una economía fuerte, un país fuerte”, que venía con la reconversión monetaria aplicada en 2008, se transformó en una falacia que nueve años después deben corregir con un nuevo cono monetario, y con las mismas denominaciones del viejo bolívar.

Basta con hacer un poco de memoria para ver cómo los sueldos se han hecho pedazos. En enero de 2007, el salario mínimo estaba en 465.750 Bs. (lo que se traduce en 466 Bs. de ahora) y esa cifra debía estirarse 4,4 veces para poder comprar todo lo que traía la canasta básica –calculada por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FMV)–, que valía entonces 2.053.625 Bs. (o 2.054 Bs. actuales).

Muchos lograban la proeza de poder comprarlo todo e, incluso, un poco más. Ahora, diez años después, el esfuerzo de aquella época debe ser 20 veces mayor. Con un salario de 40.638 Bs., la canasta básica –ubicada en 832.259,95 Bs.– resulta inalcanzable.

La caída del bolívar tiene anécdotas que ahora podrían considerarse un chiste, pero que ayudan a ilustrar cómo se ha depreciado frente a las monedas extranjeras más poderosas. En enero de 2012, Venezuela llegó al primer lugar del índice Big Mac de The Economist, y así llegó a tener la hamburguesa más cara del mundo (US$9.08).

Luego, el país pasó a estar en el último puesto del conteo con una hamburguesa valorada en US$ 0.66. El fenómeno se explica por el salto abismal de la tasa de cambio, que está controlada por el estado desde hace 14 años. Ahora, el precio se calcula en US$ 5.25 por el tipo de cambio flotante del gobierno, aunque si se toma en cuenta el cambio a dólar paralelo, valdría cerca de US$ 3.

El otro ejemplo tangible de la debilidad del bolívar es el insuficiente valor de su nuevo billete de máxima denominación –Bs. 20.000–, de los cuales se necesitarían 41 billetes para pagar una canasta básica. Si la cuenta se saca con el de Bs. 100, el antiguo de mayor denominación que aún posee la mayor circulación en el país, se necesita una maleta con 8.322 billetes.

La escasez de productos básicos en Venezuela va más allá de las cifras derivadas de los estudios realizados por la encuestadora de Datanálisis o de las cifras que hasta enero de 2014 el Banco Central de Venezuela dio cuando informó que la escasez de bienes se ubicó en diciembre de 2013 en 22,2 %, lo que para ese entonces representaba un alza significativa con respecto a diciembre de 2012, cuando la escasez de bienes cerró en 16,3 %, según el BCV.

Aunque desde 2014 el BCV no ha vuelto a publicar las cifras de escasez de bienes y Datanálisis en su estudio más reciente advirtió que 8 de cada 10 de los productos básicos no se encuentran en los supermercados, la realidad de la escasez en Venezuela se palpa con sólo ver las colas que las personas hacen hasta por más de 12 horas, para comprar productos que suelen estar ausentes de los anaqueles.

Aunque el gobierno de Maduro ha implementado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) que se encargan de vender una caja o bolsa con alimentos importados, estos solo llegan al 17% de la población y se presume que esconden más de un guiso entre sus ítems.

Además, la escasez en el país ha sido una oportunidad para los revendedores conocidos como “bachaqueros”, quienes pueden vender un producto 22 veces más caro que su valor establecido. Quienes no tienen tiempo para hacer colas, deben recurrir a este mecanismo y pagar caro.

Los productos que están más ausentes en los anaqueles de mercados y abastos son el papel higiénico, champú, enjuague, harina pan, aceite, arroz y mantequilla. Basta con ver a un ciudadano caminar por las calles de Venezuela con alguno de estos bienes para comprobar cómo se le acercan personas, desesperadas, para preguntarle en dónde los consiguió, a qué precio y cuántas horas de cola hizo.

En el país, tener cualquiera de estos productos, así como también toallas sanitarias, mayonesa, pasta, carne y pollo, sobre todo a precio regulado, es similar a tener oro. En la actualidad la prioridad de los venezolanos es conseguir alimentos y bienes de aseo personal y de limpieza para poder cubrir sus necesidades básicas.

Desde hace dos años Venezuela ocupa un deshonroso segundo lugar entre los países con más homicidios en el mundo, según una clasificación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Actualmente ostenta una tasa de 91,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Este número es producto de los 28.479 homicidios ocurridos en el territorio nacional en 2016, según el Observatorio Venezolano de Violencia.

Adicionalmente Caracas alcanzó la primera casilla como la ciudad más violenta del mundo, con una tasa de 119 homicidios por cada 100.000 habitantes. Así superó la ciudad hondureña San Pedro de Sula, que por años habían exhibido el terrible récord.

En solo 17 años, Caracas pasó de ser “la sucursal del cielo” a la capital donde ocurren más homicidios en el planeta, superando a varias ciudades de Honduras, El Salvador y Nigeria.

Estos dos récords no se lograron de un día para otro, son producto de años de impunidad y ausencia de políticas de Estado por parte de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que -tal como lo prometió- ha continuado y profundizado el legado del comandante intergalactico.

En 1998, cuando Chávez ganó la presidencia, en Venezuela se registraron 4.550 homicidios, con una tasa de 20 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Esta cifra aumentó en 512,63% en 17 años, y la revolución chavista suma 254.887 homicidios.

Adicionalmente se fortalecieron o surgieron delitos que no existían en Venezuela, como el secuestro, el sicariato, la extorsión y el tráfico de drogas.

Los pequeños grupos de hampa común migraron hacia grandes organizaciones de delincuencia organizada que hoy controlan las ciudades y carreteras del país. Se desplazan por el país a su antojo y usan armas de guerra (fusiles, subametralladoras, granadas, entre otras).

Una particularidad es que durante ambas gestiones la seguridad ciudadana ha estado en manos de militares.

Desde 2010 la figura del “pran” o “principal” surge como la máxima autoridad en el mundo penitenciario. Progresivamente estos personajes comenzaron a controlar las cárceles venezolanas y fueron desplazando al Estado en sus funciones. Actualmente ellos son los que mandan adentro y afuera de los recintos penitenciarios. Venezuela se convirtió así en el único país donde los presos administran grandes fortunas, tiene más poder que las autoridades y viven en prisiones que no tienen nada que envidiarle a un hotel cinco estrellas.

“Wilmito”. Wilmer Brizuela, “Wilmito” es conocido como el primer pran de Venezuela por las protestas y delitos que le han adjudicado durante los últimos 12 años en los que ha estado preso en las cárceles de Vista Hermosa, en Ciudad Bolívar, de Tocuyito, en Carabobo, y de Tocorón en Aragua. En 2004 fue apresado por el delito de secuestro y remitido a la cárcel de Vista Hermosa y en 2006 logró controlar por completo ese centro penitenciario y se convirtió en un pran con influencia nacional, lo que no le impidió seguir cometiendo delitos y asesinatos. Carlos Nieto Palma, coordinador general de la ONG Una ventana a la Libertad, dijo que “Wilmito” fue el primer preso que conoció hace 10 años con tanto poder.

En febrero, “Wilmito” y su familia resultaron heridos cuando les dispararon en una playa de Margarita, donde se encontraba gracias a un beneficio de Régimen de Confianza que le otorgó la ministra Iris Varela.

“El Yoifre”. En estos 10 años de pranato que iniciaron en Venezuela desde 2006, el nombre de Yoifre Francisco Ruíz Estanga, alias “El Yoifre”, salió a la luz pública cuando lideró el motín en Rodeo II desde el 12 de junio de 2011 que se extendió por casi un mes y que dejó 23 fallecidos y 70 heridos. “El Yoifre”, junto con su par Yorvis Valentín López Cortés, “El Oriente”.

“El Oriente”. Yorvis Valentín López Cortés, conocido como “El Oriente”, tiene antecedentes por robo desde 2003. El 12 de julio de 2007 fue detenido por funcionarios del Cicpc por estar involucrado en el secuestro de un comerciante y de una mujer. Desde ese entonces estuvo recluido en El Rodeo II. Cuatro años después, el delincuente, junto con su colega “El Yoifre”, lideró el motín en ese centro penitenciario y, antes de finalizar el conflicto, burló los controles de seguridad y se fugó. Un mes después fue recapturado.

“El Conejo”. El paso de Teófilo Rodríguez Cazorla, conocido como “El Conejo”, por el penal de San Antonio en la isla de Margarita, fue su trampolín para ascender en el mundo del crimen organizado. No sólo llegó a controlar el centro penitenciario, sino también el tráfico de droga en todo el estado Nueva Esparta. Fue asesinado a tiros la madrugada del 24 de enero en Porlamar y, al día siguiente, los presos de la cárcel que lideró protestaron en contra del homicidio mostrando su arsenal de armas.

“Niño Guerrero”. Héctor Guerrero Flores, “Niño Guerrero”, es uno de los pranes con más renombre debido al control que ha tenido en el Centro Penitenciario de Aragua, conocido como Tocorón, y por sus fugas de la prisión. Tiene antecedentes desde 2005 por los delitos de homicidio y robo cuando era el jefe de una banda delictiva que mantenía el control en la región aragüeña. Su nombre sonó más en septiembre de 2012 cuando fuentes extraoficiales vincularon a la actriz Jimena Araya “Rosita”, con la fuga del líder del penal.

1.600.000 venezolanos, equivalente a 4,28% de la población, han emigrado durante los últimos 15 años, de acuerdo con una investigación de la Universidad Simón Bolívar. Estados Unidos y España concentran 80% de los emigrados, aunque la presencia de connacionales se extiende a casi 85 de los 196 países del mundo.

Iván de la Vega, investigador de la USB, ha catalogado esta diáspora como una grave hemorragia intelectual para el país, ya que más allá de la cantidad de compatriotas que se han ido, de la Vega destaca el elevado nivel de preparación académica de estos venezolanos. Desde el punto de vista cualitativo, esta pérdida de capital intelectual es incuantificable.

De acuerdo con el Pew Research Center, en Estados Unidos están registrados 260.000 venezolanos cuya media de edad oscila entre los 32 años; en cuanto a su nivel de educación, 15% completó el bachillerato y 51% son profesionales. 70% habla inglés y 55% optó por solicitar la nacionalidad estadounidense.

España es el segundo destino elegido por 200.000 venezolanos; le sigue Italia con 150.000. En Colombia se calcula que residen 34.000 connacionales. Panamá es otro país receptor de venezolanos, se estima que han emigrado alrededor de 24.000 personas.

¿Por qué se fueron? La inseguridad, la precariedad del empleo, la inflación, la escasez, el deterioro de los servicios públicos y la persecución política, se hallan entre las razones comúnmente esgrimidas para comprar un ticket de avión que, en muchos casos, no tiene fecha de retorno.

“La calidad profesional del venezolano que está emigrando se está convirtiendo en un problema que va a impactar de manera negativa al país en los próximos 10 o 15 años”, afirma de la Vega. ¿Regresarán esos compatriotas? El investigador destaca que 96% de los venezolanos que emigran no tiene planes de regresar.

Se calcula que 110 toneladas métricas de cocaína pasan por Venezuela anualmente. El subsecretario de Estado para Asuntos Antinarcóticos de Estados Unidos, William Brownfield asegura que más de la mitad de la droga colombiana toca el territorio nacional antes de partir rumbo a Europa y África.

Desde 2011, Venezuela es considerado el principal puente en la ruta que sigue la cocaína de América hasta esos dos continentes. Además Venezuela es uno de los 3 países que no cumplieron con la lucha antidrogas, tanto en el 2015 como en el 2016, según el informe de drogas del Departamento de Estado. “El Presidente de los Estados Unidos determinó que en 2014 Venezuela había fallado de forma demostrable durante 12 meses en la lucha contra las drogas… Las autoridades venezolanas no persiguen eficazmente al narcotráfico, en parte debido a la corrupción política. Además, los agentes policiales venezolanos carecen del equipo, la formación, y los recursos necesarios para impedir las operaciones de las principales organizaciones de tráfico de drogas”, dice el documento.

Adicionalmente, Venezuela ha sido catalogada como un territorio seguro para los narcos. Durante el gobierno de Hugo Chávez más de una docena de capos de la droga se refugiaron en Venezuela para administrar su negocio y amasar sus fortunas. Todos ellos operaban bajo la protección y con el apoyo de una serie de militares de la Fuerza Armada Nacional y funcionarios vinculados al oficialismo (gobernadores y policías).

La falta de controles por parte del gobierno de Chávez, a las actividades del narcotráfico, se agudizó en 2005, cuando el mandatario ordena el cese de la actividades de la DEA en el país.

Desde entonces cobró fuerza la existencia de un supuesto Cartel de Soles, integrado por oficiales de la FANB. Cinco funcionarios fueron sancionados por el Gobierno de EE UU e incluidos en la lista Clinton por supuestos vínculos con el narcotráfico: Hugo Carvajal, Ramón Rodríguez Chacín, Henry Rangel Silva, Cliver Alcalá y Ramón Madriz.

Se ha conocido de otros casos de funcionarios vinculados al chavismo. Pero ha sido con el gobierno de Maduro cuando ha quedado al descubierto la penetración del narcotráfico en casi todas las instituciones del Estado y los poderes públicos. Suman al menos 13 escándalos que involucran a magistrados del TSJ, parlamentarios, jueces, policías de alto rango y gran cantidad de militares, además de los sobrinos de la primera dama, Cilia Flores, y últimamente, el vicepresidente de la República, Tareck El Aissami.  

Entre 2004-2013, el Tribunal Supremo de Justicia no dictó ninguna sentencia en contra del Gobierno. Esa fue la conclusión a la que llegó un grupo de juristas entre quienes figuran Antonio Canova, Luis Alfonso Herrera, Rosa Rodríguez y Giuseppe Graterol, tras analizar 45.474 sentencias de las salas Constitucional, Político Administrativa y Electoral.  

La investigación encontró que durante casi una década, “nunca se dictó una sentencia que anulara una ley dictada por la Asamblea Nacional en materias consideradas estratégicas para el Ejecutivo; tampoco se censuró ninguno de los acuerdos que emitió la mayoría oficialista del Parlamento”. Pero desde que la AN fue asumida por otra dirigencia política, el TSJ puso manos a la obra. Desde el 30 de diciembre de 2015 hasta febrero de 2017 al menos 49 sentencias ha dictado el organismo en contra del Parlamento.

Con las sentencias que han emitido las salas Electoral y Constitucional, la Asamblea Nacional ha visto vulneradas 77 de las atribuciones que la Constitución le otorga. En otras palabras, 55% de las facultades del Parlamento fue cercenado durante el primer año de gestión de la oposición al frente de ese poder.

Sostienen los juristas que realizaron la investigación, que la sala Político Administrativa, nunca ha cuestionado alguna política pública del Gobierno, como las expropiaciones de industrias, empresas o tierras; ni la intervención del Gobierno en la economía a través de las estatizaciones, los controles de divisas, costos y precios. En relación a las decisiones de la Sala Electoral, afirman que ocho de cada nueve sentencias beneficiaron al oficialismo.

Los hallazgos del equipo liderado por el profesor universitario, Antonio Canova, se publicaron en el libro El TSJ al servicio de la revolución. En el texto se da cuenta de la existencia de un patrón que evidencia la subordinación del Poder Judicial al Ejecutivo: el Gobierno anuncia sus planes y luego el TSJ, con inusitada rapidez, le proporciona el piso jurídico para las medidas que el presidente quiera tomar, al tiempo que desestima, por inconstitucionales, todas las objeciones que se presenten ante el máximo órgano judicial, incluyendo las referentes a los rumores sobre la nacionalidad del presidente.

A Hugo Chávez lo acompañó la suerte del mercado petrolero. Durante buena parte de su mandato, iniciado en 1999, se vivió el ciclo alcista en los precios del petróleo más persistente de la historia. De unos 16 dólares por barril, que se cotizaba el petróleo venezolano en ese 1999, se pasó a picos históricos de casi 130 dólares en 2008, lo que se tradujo en la mayor bonanza petrolera vivida por Venezuela.

Durante cinco años consecutivos, entre 2004 y 2008, el crudo venezolano se elevó desde un promedio de poco más de 30 dólares hasta el promedio de casi 89 dólares en 2008, lo que permitió al Gobierno elevar el gasto público, disparar las importaciones con un dólar barato y costear la política de expropiaciones, entre otras acciones. En 2012 el precio se situó otra vez por encima de los 100 dólares por barril.

El resultado de esas fluctuaciones es que Venezuela percibió casi 700 mil millones de dólares sólo por concepto de exportaciones petroleras entre 1999 y 2012. Si el cálculo se extiende a 2015, en esos 16 años de Gobierno chavista el ingreso petrolero llega a 879 mil millones de dólares, según las cifras del Banco Central de Venezuela (BCV).

Pese a que el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) entre 2005 y 2014 manejó 170 mil millones de dólares, de acuerdo a los datos del ministerio de Finanzas, el aparato productivo del país hoy está semi-paralizado y el Gobierno plantea la necesidad de desarrollar la “economía productiva”.

Al término de la bonanza petrolera el país está sin ahorros. Las cifras del BCV indican que las reservas internacionales apenas rondan los 10.657 millones de dólares, un nivel similar al que tenían antes de la llegada de Chávez al poder, y que en el denominado Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM) apenas hay depositados 3 millones de dólares.

A principios de la década pasada, se reportaron 83.180 casos de dengue, una cifra que se disminuyó en el siguiente año. En 2003, también se dio una disminución en la cantidad de personas que contrajeron esta enfermedad; pero de 2004 a 2007, incrementó notablemente la cantidad de personas afectadas por la picada del mosquito Aedes aegypti.  

Comparando el número de víctimas del dengue de 2003 con el de 2007, hubo un aumento de aproximadamente 300%. En 2008 esa cifra disminuyó, pero creció de nuevo en los dos años siguientes.

En 2010 se alcanzó una cifra récord de casos de dengue en un año: 124.931.

Según cifras de la Sociedad Venezolana de Salud Pública, el número de casos de malaria en el país en 1999 fue mayor a 20.000. Entre 2002 y 2004 se dio un aumento sostenido de la enfermedad, aunque hubo algunos años en los que disminuyó el número de casos de paludismo.

Pero, desde 2008, no ha parado de crecer la cantidad de casos de malaria en el país. Los 136.402 casos del 2015, marcaron el tope en estos 17 años de gobierno chavista. El aumento entre los casos de malaria de 1999 y 2015 es de 630%, es decir, por cada 10 personas que sufrieron malaria en 1999, hoy la sufren 63 ciudadanos.

Además de estas enfermedades, en Venezuela han aparecido algunas más. La llegada del chikungunya y el zika, el resurgimiento de la escabiosis –popularmente conocida como sarna– debido a la escasez de jabón y agua, el síndrome de Guillain-Barré y la Fiebre Hemorrágica Venezolana (FHV), conocida también como guanarito y que suele diferenciarse del dengue por algunas características.

‘El Legado’ que ha dejado Chávez en materia de salud pública parece ser bastante claro: el país de las siete plagas.

Las políticas de Chávez también han afectado al aparato productivo de todo el país en sus diversas ramas. Esto no es de extrañarse si se analiza el conjunto de medidas que fue tomando a lo largo de su gobierno, desde las expropiaciones hasta los controles (precios, cambiario, entre otros) pasando por las constantes amenazas a la propiedad privada.

Nicolás Maduro, heredero del difunto expresidente venezolano, se ha esforzado por mantener ese legado desde que llegó a Miraflores con: devaluaciones del bolívar, mayor control de precios, leyes como la ‘Ley de Precios Justos’, recorte en la asignación de divisas y una ofensiva contra una presunta ‘guerra económica’, un suceso que parece estar solo en la mente de los gobernantes herederos de ‘El Legado’.

“Estamos frente a una ley que para lo único que sirvió fue para asfixiar, exterminar y hacer desaparecer las empresas privadas y las fuentes de empleo en Venezuela”, dijo en el 2014 el director de Consecomercio, Gilberto Gudiño Millán, al referirse a la Ley Orgánica de Precios Justos.

De acuerdo con información de Infobae, en el 2014, tras la aprobación de esta ley, quebraron 77.839 empresas —desde pequeños comercios hasta medianas empresas— en todo el territorio nacional. Sobre esto, Gudiño también afirmó que de las 374.000 empresas que quedaban en el país para ese año, 90.000 estaban en riesgo de cerrar durante los próximos meses. Cada mes de este año, 6.487 empresas, en promedio, cerraron sus puertas.  El año 2015 no fue distinto: 58.000 empresas más cerraron sus puertas ante la agudización de la crisis general que se vive en el país, según cifras del Instituto Nacional de Estadística.

Entre 2000 y 2010, se dieron, aproximadamente, 700 cierres anuales de industrias, según Fedecámaras.

Específicamente en el sector industrial, al menos 15 mil empresas han cesado sus labores durante los últimos 17 años. Para 1999, año en el cual Chávez asumió las riendas del país, existían entre 17.800 y 19.000 empresas, pero a sol de hoy, en marzo de 2016, la cifra no llega ni a 5.000, lo que significa una reducción de más del 300% durante el período del chavismo, todo esto según cifras de la directiva nacional de Consecomercio.

En 2014, Venezuela se ubicó como el peor país latinoamericano para crear una empresa, de acuerdo con un informe publicado por el Banco Mundial. En general, la economía venezolana ocupó el lugar 187 de las 189 economías que estudia esta institución para realizar la publicación.

En otras palabras, Venezuela es el tercer peor país del mundo para crear una empresa, detrás de Haití, Honduras y Bolivia, entre otras naciones tradicionalmente paco industrializadas.

VIDEO:  Los 13 récords mundiales del «comandante galáctico»

 

 

O disparate o maldad, por Gonzalo Himiob Santomé

Justicia

Esta semana fue dura. En los tribunales nos difirieron, por los más absurdos motivos, tres audiencias: La de los jóvenes del Campamento PNUD, la de los muchachos del Campamento Sadel, y la de Skarlyn Duarte. Esta última, con el de esta semana, acumula 31 diferimientos. Sí, estás leyendo bien, son 31 las veces en las que la audiencia preliminar de esta joven tuitera ha sido diferida, mientras que ella está por cumplir dos años detenida en el SEBIN. También le se notificó a Leopoldo López la ratificación en Corte de Apelaciones de su injusta condena mientras que, en el ínterin, un “valiente” GNB insultaba a su madre solo porque, cual es su derecho, ella quería estar presente en la audiencia de su hijo.

Un poco más allá, también en Caracas, en El Calvario, otros gorilas (ya no les cabe otro mote) detenían a dos periodistas solo por tomar imágenes panorámicas de esa zona que, por lo demás, es pública. Gracias a Dios, con la confesión implícita de que aquella fue una detención arbitraria, luego los liberaron a las pocas horas tras «interrogarlos». Pero les ha podido ir mucho peor, y todos lo sabemos. Lo mismo ocurrió en Apure, donde un grupo de periodistas que cubría una manifestación fue retenido y mantenido (perdónenme el lenguaje, solo es una cita textual de la denuncia recibida) “a coñazo limpio” varias horas privado de su libertad. Hace unos días, al hermano de uno de nuestros amigos y colaboradores y a la joven que lo acompañaba, se los llevó el hampa. Esto fue en Barquisimeto.

A este coctel hay que sumarle, porque también es verdad, que la nota distintiva en cada una de las audiencias que discrimino en el encabezado fue la de la soledad. A ninguno de los presos los acompañó más que un pequeño séquito de abogados y los incondicionales de siempre. El resto del país, salvo algunas fáciles expresiones de solidaridad en las redes sociales, les dio la espalda. En fin, ese es otro tema.

Todo lo anterior no es más que una pequeña muestra de lo que está pasando en nuestros tribunales, en nuestras ciudades, en nuestro país.

Está mal hablar de uno mismo, pero en general no soy intolerante. Trato de ponerme siempre en los zapatos del que no piensa como yo y de entender sus razones; trato de comprender sus motivos, su historia personal, sus anhelos, para desde allí procurar algún punto de contacto, alguna identidad que nos permita construir algún puente, alguna coincidencia, por precaria que sea, desde la cual se pueda elaborar al menos un esbozo de visión común. Pero hoy me es muy difícil hacerlo, el ánimo es otro, y lo es porque la «Quinta República» (o lo que sea que los que aún la defienden crean que es esta tragedia nacional que ya va para la mayoría de edad) dejó hace rato en pañales cualquier abuso pasado. Lo que se está viendo ahora, lo que nos está ocurriendo, en esta escala, con esta magnitud y con esta saña, jamás se había vivido en Venezuela. Cualquier carencia o abuso previo, que los hubo ciertamente, ha quedado completamente opacado por las carencias y los abusos actuales. Eso, tomando en cuenta una historia como la nuestra, es mucho, pero mucho, decir y duele mucho porque, a las pruebas diarias me remito, la anterior es una afirmación incontestable.

Alguien me dirá que antes había desigualdad, exclusión, corrupción e injusticia, y eso no puede negarse, pero jamás fueron como las de ahora. A la comida, por ejemplo, solo tienen acceso unos pocos, y a la regulada, a esos productos dudosos que distribuyen los CLAP, solo tienen acceso las corruptelas del PSUV o, y ya ni mantienen las apariencias, “quienes no sean escuálidos”. De las medicinas mejor ni hablamos. La GNB, el SEBIN y en general los cuerpos de seguridad hacen literalmente lo que les viene en gana, y ya no respetan ni las órdenes que les dan los mismos jueces “revolucionarios”. Lo peor es que es común leer en las noticias que algunos de sus miembros son a la vez policías y malhechores, y hasta enfrentamientos entre ellos, como si se tratase de bandas criminales, suceden con dolorosa frecuencia.

En los predios judiciales, que son de los que puedo hablar con más propiedad, había antes de todo, desde jueces corruptos y borrachos hasta lunáticos que obligaban a los detenidos a arrodillarse ante la Virgen para pedir perdón por sus pecados antes de decidir sus causas. También teníamos jueces que se plegaban en ciertas causas a la “línea del partido” y que decidían no desde lo que les ordenaban la Constitución y la Ley, sino desde el interés político que mejor les acomodara. Pero incluso en esas oscuridades había destellos de jueces probos, sabios y humildes a los que uno no podía más que admirar y también existían ciertos límites que no se traspasaban. Había cosas que ningún juez, por corrupto, ignorante o loco que fuera, hacía. Hoy, para mal de todos, es otra cosa: La regla es que no hay reglas.

Por eso no puedo más que concluir que seguir apoyando al poder, al chavismo o al madurismo, hoy por hoy, ya no es un acto de fe, de ingenuidad o de pretenciosa consecuencia ideológica, es un disparate en el mejor de los casos y, en el peor, es un acto de evidente maldad y de resentimiento obtuso. Nos lo recuerdan los presos, los enfermos y los niños y ancianos que cada día mueren por no tener qué comer o por no recibir las medicinas que necesitan. Venezuela, aun lo creo, merece mucho más que esto. Está en nuestras manos salvarla antes de que los daños, ya inmensos, sigan siendo la norma del día.

@HimiobSantome

Como si hubieras sido tú por Gonzalo Himiob Santomé

Venezolanos2

 

El hecho de hallarnos sometidos desde hace tanto tiempo al despotismo de los jefes, nos ha infiltrado egoísmo, nos ha ido habituando a la pasividad frente a la injusticia, y lo que es más doloroso, ha ido despojando de rebeldía a nuestro espíritu, antes tan erguido, tan valiente. Algo semejante ocurre con el pueblo venezolano. El constante amodorramiento que sufre desde comienzos de siglo, el perenne atropellamiento de sus primordiales derechos realizado dentro de la mayor impunidad, el pernicioso egoísmo y la desvergonzada indiferencia por la legalidad de que dan ejemplo los políticos que rodean al dictador, lo han ido desmoralizando paulatinamente, convirtiéndolo en un pueblo esclavo.
El párrafo que antecede no es mío. No son frases de ahora, lo que no equivale a decir que no tengan hoy plena vigencia. Algún lector avezado podrá tomar algunas de las palabras que lo componen, revisar la sintaxis, la forma en la que se enlazan las oraciones y las ideas entre sí, y notará que el que escribió ese texto es de lo que podríamos llamar “la vieja escuela”. Por ahora, les adelanto que lo escribió un preso político, uno que fue encarcelado muy joven, cuando no tenía más de 21 años, y que fue sometido a tratos crueles e inhumanos, sin perder su dignidad ni doblegar su alma. Eso debe bastar por el momento.

 

Mi esposa me leía estas frases, hace unos días, conmovida. No tanto por su descubrimiento del autor mismo, en una faceta que conocía solo de oídas y como desde lejos, sino porque a ella cada una de estas frases se le clavaba en el pecho como si hubiera sido cualquiera de nosotros el que las hubiese escrito. Lo hizo asombrada, como deshojando una elegía que a todos nos suena demasiado cercana, demasiado dura, demasiado nuestra.

 

No se camina hacia adelante mirando hacia atrás. Ese ha sido quizás uno de los más graves pecados de esta tragedia venezolana que algunos, ya no sé si malvados, ignorantes o simplemente ilusos, se empeñan en llamar “revolución”. Pero a veces es conveniente la pausa en el avance para preguntarle al pasado si ya hemos recorrido la senda que abre, disfrazada de novedad, a nuestros pasos, no vaya a ser que en el camino volvamos a perder pie contra los mismos obstáculos que ya creíamos superados.

 

Vemos las colas para comprar alimentos, medicinas, o lo que ese día nos toque en suerte, vemos la represión contra el que ose negarse a aceptar el abuso y la desfachatez actual, vemos y padecemos la ferocidad judicial y uniformada de los ataques contra todo el que se atreva a alzar la voz o hasta a soñar con un rumbo diferente, y no podemos sino preguntarnos cómo llegamos a esto. Pero incluso así, esa sería una inquietud mal formulada. Lo correcto sería preguntarnos cómo volvimos a esto, cómo nos permitimos tropezar, de nuevo, contra las mismas piedras envilecidas y sañosas contra las que ya nos habíamos roto antes.

 

Las respuestas nos las da el pasado. Nos habituamos a la pasividad frente a la injusticia, pensando siempre, ingenuos, que la bota que destrozó la puerta y la vida de nuestros vecinos no se detendrá, cuando así se le antoje, a romper las nuestras. Le cogimos miedo a la rebeldía, la erradicamos de nuestro espíritu, y la valentía y el arrojo le cedieron sus puestos a un pragmatismo obtuso, a la “realpolitik” mal manejada, a la que nunca cuenta con la certeza, que lo es, de que al miedo y a la opresión no se les combate con más miedo, con acomodos coyunturales, ni con agendas políticas de doble filo.

 

El egoísmo, tan lleno de simple y ciega voluntad de propia supervivencia, tan “yo no me meto”, tan “esto no es conmigo”, tan “yo mejor me voy”, tan pescuecero, tan “primero mi partido, luego lo demás”, es dos veces mencionado en el párrafo que encabeza como causa de nuestros males. Y da en el clavo. La más radical victoria de las huestes del oprobio reciente se logró en el centro mismo de nuestras almas: Muchos aún son indiferentes, otros siguen amodorrados esperando que la tormenta pase y algunos creen que solo se deben a sí mismos y a sus intereses y que el mal de los demás no vale más que como moneda de canje en sus propias aspiraciones y negociaciones.

 

Imagino a mi abuelo, Nelson Himiob, enviado por Gómez en 1928 a cumplir trabajos forzados en el presidio de “La China”, en el hato de Palenque (de su relato “La Carretera”, publicado en 1937, es el extracto que encabeza), mirándonos desde donde sea que esté, cabizbajo y ceñudo. Tanta humillación, tanto arriar su grillete de acá para allá, tanto mazo contra las piedras para que, a menos de un siglo de su prisión, hayamos dado todos de cabeza contra la misma pero recrudecida ignominia.

 

Lo bueno es que, la historia lo demuestra, las penurias de otros tiempos tuvieron su principio, su clímax y, lo que es más importante, su final. Las nuestras también pasarán, si nos damos a ello sin egoísmos ni apatías. Nos lo recuerda aquel joven que fue encarcelado injustamente y que luego, ya adulto, nos legó sus palabras para que nos retumben en la conciencia y para que te conmuevan el alma como si hubieras sido tú, hoy, quien las escribió.

 

@HimiobSantome

Sentido pésame, Venezuela por Carolina Jaimes Branger

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La noche del miércoles al jueves 19 de mayo fue asesinado en su casa el doctor Pedro Azpúrua Marturet, padre, abuelo, hermano y tío de personas de mis caros afectos. Ese anciano de 86 años fue asfixiado. ¿Cuánto puede luchar alguien de esa edad? Para el momento en que escribo estas líneas se sabe que su chofer, Marcos Pérez, de 34 años, también fue asesinado y lanzado en la Cota Mil.

Decir que sus asesinatos fueron viles, se queda corto. Decir que fueron horrendos, se queda corto. Decir que fueron injustos, se queda corto. Cualquier adjetivo que les ponga queda corto, porque el país se nos ha convertido en un muladar. No sé cuánto más queremos, debemos o podemos aguantar.

En este estercolero que es la Venezuela del 2016 nos hemos acostumbrado a la muerte. Pero no a la muerte natural, como debe ser, sino a los asesinatos. Sabemos, leemos y conocemos de asesinatos, nos sentimos mal, lloramos a los muertos, pero seguimos, no sé si como si nada, pero sí como zombis. Sé que es parte de la sobrevivencia, pero es terrible que la costumbre nos haya llevado a tomar como parte de nuestras vidas y nuestras realidades esas muertes violentas. Y cada día pasa más. Sobre todo en los barrios, donde es corriente que una madre pierda dos, tres, cuatro… hijos a manos del hampa. Porque en los barrios es donde más impacta.

Una de las cosas que más me ha impresionado fue que mi hija menor, cuando tenía tres años, creía que la gente se moría porque la mataban. ¡Y eso fue hace veintiún años! “Cuando nos maten a todos”, decía. “No nos van a matar”, le decía yo pensando que ella estaba asustada por las noticias que veía en la TV, hasta que me di cuenta de que no era susto, sino que mi bebé, ¡mi bebé! creía que la gente se moría porque la mataban … ¡Y en aquellos años los partes policiales no eran ni la décima fracción de lo que son ahora!

Cada vez me indigno más cuando veo a esos motorizados no uniformados que paran sus motos de alta cilindrada –sin placas, por supuesto- en el medio de las vías para detener el tráfico y que una gigantesca camioneta, blindada hasta los cauchos, pueda pasar con su “preciosa” carga de un funcionario público “importante”. Primero, no deberíamos atender la orden de alto de ninguna persona no uniformada, pero al ver sus tremendas pistolas –que procuran que siempre estén a la vista- no nos queda más remedio. Segundo, porque mi tiempo es tan valioso como el tiempo de ese funcionario que no quiere esperar ni siquiera en un semáforo. Y tercero y principal, que la vida de ese personaje que cuidan con tanto esmero es tan valiosa como la de cualquier otro ciudadano.

Pero los ciudadanos de a pie estamos a merced del hampa. Ya no hay horas seguras ni lugares seguros. La muerte está acechando en todo momento y en todas partes. Y el gobierno… ¿qué hace el gobierno, aparte de haber repartido armas a diestra y siniestra?…

Hugo Chávez nos repitió ad nauseam que nos llevaría al “mar de la felicidad”. Él y Maduro nos han ido llevando hacia allá, inexorablemente, certeramente, diabólicamente. En Cuba, Fidel Castro mandó al paredón a todos sus adversarios. En el siglo XXI no es tan fácil hacer lo mismo, pero la inseguridad en la Venezuela de hoy es equivalente al paredón en la Cuba de ayer. Y el resultado es el mismo: cientos de miles de inocentes muertos y la emigración de la población mejor educada. Estamos asistiendo al funeral de nuestra nación. Nuestra patria muere cada día, con cada venezolano que asesinan, con cada venezolano que se va. Sentido pésame, Venezuela.

@cjaimesb

Arzobispado de Caracas insta al Gobierno a detener linchamientos

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El arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Savino, se pronunció en contra de los linchamientos que han ocurrido durante las últimas semanas en el país y exhortó a las autoridades venezolanas a detener la delincuencia y sancionar “debidamente según la Constitución y las leyes” a quienes incurran en delitos.

El cardenal calificó estos hechos violentos como “inaceptables” y de “gran injusticia” porque se castiga con muerte delitos menores y algunas veces se quita la vida a personas inocentes.

“Comprendemos que los ciudadanos honestos y trabajadores se sientan molestos por la impunidad de que gozan muchos delincuentes en la actual situación del país. Esto es en parte responsabilidad de los diversos órganos del poder público, que tienen la gravísima obligación de proteger la vida y los bienes de los venezolanos”, cita el comunicado del Arzobispado.

Finalmente, Urosa Savino instó a los ciudadanos para que non se dejen llevar por el odio ni la venganza. “¡No se conviertan en asesinos! Los delincuentes deben ser sancionados por el Estado de acuerdo a las leyes vigentes”, agregó.