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Abren colegios electorales en Cataluña para votación clave en la región

Cataluña_

 

Los colegios electorales abrieron hoy en Cataluña con una importante afluencia de votantes desde primera hora, en unos comicios claves para el futuro de la región que está inmersa en un profundo debate entre partidarios y contrarios a la independencia.

Los centros de votación estarán abiertos desde las 9.00 horas (08.00 GMT) hasta las 20.00 (19.00 GMT) para que 5.554.395 catalanes puedan elegir a los 135 diputados que componen el Parlamento regional entre un total de 38 candidaturas.

Según los sondeos, se espera una participación masiva, superior al 80 %, pese a que las elecciones se celebran en un día laborable, algo que no ocurría en España desde los comicios generales de 1982.

Estas elecciones tienen un carácter excepcional, ya que fueron convocadas por el Gobierno español después de cesar al Ejecutivo regional tras la declaración ilegal de independencia de Cataluña del pasado 27 de octubre.

Además, los cabezas de lista de las dos principales formaciones independentistas, el expresidente catalán Carles Puigdemont y su exvicepresidente Oriol Junqueras, viven esta jornada de manera inusual.

Puigdemont huyó a Bélgica para no responder a la justicia española por su implicación en el proceso secesionista y allí no se registró en el consulado español para poder votar desde el extranjero, por lo que “cedió” su voto a una joven de 18 años.

El chavismo y Cataluña: descaro geopolítico

NicolásMaduroCatalán

 

El domingo pasado, los venezolanos atestiguamos una muestra más de esa marca de fábrica del chavismo que es su descaro. La forma en que lo expresan, cómo nos lo restriegan en la cara, cómo se regodean en él, sugiere que les produce un placer equiparable al sexual. Esta vez, la materia orgásmica fue el referéndum independentista en Cataluña. Periodistas, intelectuales y políticos chavistas (incluyendo, porque de ninguna manera podía perderse ese bonche, a Nicolás Maduro) expresaron su más enérgico e indignado rechazo a la represión de civiles catalanes por la policía mientras intentaban votar. No les tembló ni un músculo de la cara para hacer eso, como si en Venezuela no viniéramos de cuatro meses de protestas protagonizadas por civiles desarmados, cuya represión (no me gusta repetir palabras, pero para este punto lo creo conveniente) por organismos de «seguridad» dejó más de un centenar de muertos; como si no hubiera habido miles de detenciones arbitrarias de opositores, seguidas de juicios militarizados y cautiverios bajo condiciones infrahumanas; como si no hubieran vuelto a pulular las denuncias de torturas repugnantes; como si los agentes del Estado no hubieran destruido hogares en su pretendida cacería de «terroristas»; cosas, todas estas, no vistas en Cataluña.

Pero, además, el descaro no se manifiesta solo por la represión en las calles, sino también por la naturaleza del proceso político en cuestión. Ese referéndum independentista viola la Constitución española, la cual fue aprobada en referéndum por una enorme mayoría de los ciudadanos del país, incluyendo a los catalanes. En Venezuela, el proceso para convocar un referéndum revocatorio presidencial, que sí está contemplado en la Carta Magna, fue deliberadamente saboteado por los poderes públicos sin ningún pudor. Primero, con la colocación de obstáculos técnicos y hasta físicos por el CNE a la ciudadanía interesada en la consulta. En vista de que dichas trabas fueron superadas, lo cual fue un indicio de que la voluntad de cambiar el gobierno era abrumadoramente mayoritaria, el chavismo recurrió a un parapeto judicial impresentable desde cualquier punto de vista del Estado de Derecho para suprimir toda posibilidad de que el referéndum se realizara. A pesar de todo esto, en la narrativa revolucionaria no hay enemigos de la democracia y la justicia en Miraflores, mientras que la Moncloa está llena de ellos.

A todo esto, mucha gente me ha preguntado por qué al chavismo le interesa tanto la independencia catalana. Pues bien, eso tiene que ver con otra forma más de descaro. Una que no es exclusiva del chavismo, sino que es un mal que ha afeado históricamente el desarrollo de la geopolítica a nivel mundial. Se trata del apoyo de los Estados a los movimientos separatistas. Siempre o casi siempre, el tan invocado derecho a la autodeterminación de los pueblos es usado como principal argumento en este tipo de situaciones. Sin embargo, hay algo más. Algo que ni retóricamente esta cubierto de aquellas nobles intenciones.

En realidad, muchos Estados tienden a condicionar su apoyo a las causas independentistas al tipo de nuevo Estado que esperan que surja. Ese es sobre todo el caso cuando la política internacional es un asunto de gobierno, y no de Estado. Es decir, apoyo tu lucha por la independencia si creo que en el futuro podré sacar provecho de los resultados. Los reclamos por la autodeterminación de los pueblos, justos o no, pintan poco aquí.

En vista de que el chavismo es un caso especialmente burdo de subordinación de las políticas públicas a los intereses del grupo gobernante, él solito puede brindarnos ejemplos que echen luz sobre este asunto. Serán comparadas las formas en las que el Gobierno venezolano reaccionó a dos declaraciones unilaterales de independencia, ambas en zonas con problemas étnicos severos (mucho más traumáticos que lo que ha pasado en Cataluña) y enmarcadas en procesos bélicos que han tenido facetas internacionales.

Comencemos con Kosovo, un pequeño territorio en los Balcanes habitado por albaneses, pero integrado históricamente a Serbia. Tras la disolución de Yugoslavia, también los kosovares quisieron tener un Estado propio. Formaron grupos armados que desde mediados de los 90 se enfrentaron a militares, policías y paramilitares serbios. El manejo de la situación por las autoridades, que llevó a la muerte de cientos de civiles en Kosovo, fue usado como justificación para que la OTAN (cuyos miembros nunca vieron con muy buenos ojos al gobierno de Slobodan Milosevic) bombardeara Serbia en 1999. En consecuencia, las fuerzas gubernamentales se retiraron de Kosovo, y se estableció en el área una especie de protectorado de la ONU.

Pero en 2008 Kosovo declaró unilateralmente su independencia. Desde entonces, más de 100 Estados soberanos la han reconocido, incluyendo EE.UU. y casi toda Europa. Venezuela no lo hizo. Chávez sostuvo que la declaración kosovar fue formulada «bajo presión norteamericana, con la finalidad de debilitar a Rusia» (opuesta a la independencia por juzgarla dañina a sus intereses en la región). También llamó «terrorista» al primer ministro de Kosovo.

El segundo caso ocurrió casi de manera simultánea. En la exrepública soviética de Georgia hay dos territorios cuyos habitantes no son en su mayoría georgianos. Se llaman Abjasia y Osetia del Sur. Cada uno tiene sus respectivos grupos étnicos. Inmediatamente después de que se disolviera la URSS, ambos iniciaron campañas separatistas, que el gobierno georgiano combatió. En estos conflictos a principios de los 90, sobre todo en el caso de Abjasia, se vieron algunas de las peores atrocidades en la historia de la humanidad sobre las que el autor de este texto se haya informado. Actos de una crueldad escalofriante contra civiles indefensos, que no describiré por razones de espacio. Ambos lados cometieron aberraciones, pero el número de víctimas fue desproporcionadamente mayor en el lado georgiano. Rusia, que a pesar del fin de la URSS nunca ha pretendido dejar de tratar a las demás exrepúblicas soviéticas como satélites, intervino a favor de los separatistas, y se logró una paz frágil, sin que ningún bando se impusiera sobre el otro.

Esta situación duró hasta 2008, cuando se reanudaron las hostilidades entre Georgia, por un lado, y Abjasia y Osetia del Sur, por el otro. Rusia envió a sus tropas a combatir a los georgianos en una guerra no declarada, de la cual, naturalmente, salió airosa. Moscú reconoció a los dos territorios como repúblicas independientes. Hasta el sol de hoy, solo otros tres Estados han hecho lo mismo. Venezuela es uno de ellos. Chávez dijo que esperaba tener buenas relaciones con ambos, e instó al resto de Latinoamérica a seguir su ejemplo. Actualmente, Abajasia y Osetia del Sur siguen bajo ocupación militar rusa.

¿Cómo es que desde Miraflores y la Casa Amarilla (esta última, por cierto, ya ocupada por Maduro), pudieron salir respuestas tan disímiles al separatismo en estos tres territorios? ¿Acaso en todos no salió a relucir la autodeterminación de los pueblos? Sí, pero no fue el factor determinante. Simplemente, el oficialismo vio en un caso algo positivo para sí, y en el otro, algo negativo. Cuesta ver que tenga intereses en aquellos lugares tan lejanos y ajenos a Venezuela. Pero el panorama se aclara si se introduce a Rusia en la jugada. El chavismo poco a poco hizo explícita su intención de alejarse de Occidente, cuyos valores democráticos detesta, y de alinearse con el Kremlin. Había que prepararse para un momento como este, cuando un Maduro repudiado por medio mundo busca con desespero asegurarse el apoyo de Putin, a quien hoy visita deshaciéndose en halagos.

¿Y Cataluña? ¿Qué pretende el PSUV ver ahí? Para empezar, goza con una crisis política en España que debilite y potencialmente desacredite a uno de sus principales críticos, como lo es el gobierno de Rajoy. Segundo: tal vez piense que una Cataluña independiente caiga fácilmente en manos de una izquierda populista afín a él. Después de todo, la nación ha sido a lo largo de la historia un hervidero zurdo. A lo mejor fundamentan esa expectativa en el experimento anarquista catalán desarrollado en plena Guerra Civil (el cual fue suprimido a sangre y fuego, no por Franco, ¡sino por comunistas españoles instruidos por la URSS!; este fue uno de esos casos de lucha a muerte entre ñánagaras convenientemente olvidados por muchos intelectuales de izquierda).

Cabe preguntarse qué pasará si, como advierte la Generalitat, la independencia catalana es proclamada en pocos días. ¿La reconocerá el Gobierno venezolano? Y si lo hace, ¿Puigdemont y Junqueras correrán a abrazarse con Maduro, aún a sabiendas de que este es rechazado por una Unión Europea cuyo apoyo es necesario para que el proyecto independentista no sea un total fracaso? Uno revisa las imágenes de represión estúpida en Cataluña, imagina ese abrazo y piensa: «¡Caramba, qué descarado sería!».

@AAAD25

Comienza la Belle Époque: sobre el secesionismo destructor, por Isaac Nahón Serfaty

Cataluña

 

En la secuencia inicial de Belle Époque de Fernando Trueba, que ganó en 1994 el Oscar a la mejor película extranjera, dos guardias civiles, que después uno descubre que son suegro y yerno, discuten por el arresto de un joven republicano que se encuentran en el camino. El yerno mata al suegro en un arrebato (por una arrechera, diríamos en Venezuela), y después se suicida. En pocos minutos el director de la película retrató la tragedia de España. Y esta tragedia fratricida podría repetirse por la convergencia de varios factores alrededor del secesionismo en Cataluña.

El primer factor es un cóctel explosivo que hemos visto ya en otras partes donde el populismo ha surgido con fuerza destructiva, particularmente en la Venezuela bajo el chavismo. Es la combinación de élites hambrientas de más poder y más dinero, corruptos ansiosos por seguir robando, y radicales extremistas enceguecidos por una utopía. Esta “coalición”, un poco contra natura, se basa en la coincidencia de “intereses apasionados” (la expresión es del sociólogo Bruno Latour) que movilizan a sectores que en otras circunstancias jamás coincidirían. ¿Qué hacen juntos burgueses capitalistas catalanes y radicales anarco-comunistas? Pues quieren hacer saltar el pacto constitucional español de 1978 para ponerle la mano a un Estado catalán independiente que les permita alcanzar sus respectivos objetivos, que no son necesariamente los mismos. Los burgueses quieren todo el poder político de un estado soberano. Los anarco-comunistas quieren dinamitar a la Unión Europea, empezando por España. En eso coinciden con la extrema derecha y los neonazis.

El segundo factor que actúa como elemento aglutinador, la goma que mantiene unidos a la insólita coalición independentista, es el resentimiento. No hay duda que hay razones históricas para que los catalanes odien a una cierta idea de España, aquella del franquismo “Una, Grande y Libre”. Es cierto que los catalanes vivieron oprimidos, que se les negaron sus derechos políticos, culturales y económicos. Pero la España de hoy no es la del franquismo, aunque el victimismo secesionista pretenda lo contrario. Cataluña es una región autónoma de un país democrático que forma parte de la Unión Europea. No es un territorio sometido a un poder colonial opresor.

Pero el resentimiento es una emoción potente, o un afecto (como prefiero llamarlo pues afecta a unos y otros), que mueve a la gente. Probablemente toda política tiene algo de resentimiento. Quien busca el poder de alguna manera tiene alguna «cuenta pendiente» que quiere saldar con alguien. Pero cuando la política no es otra cosa que resentimiento, las consecuencias pueden ser desastrosas. Y eso ha quedado claro en la Cataluña revuelta de estos días. Guardias civiles y policías que representan al Estado español no consiguen hoteles donde dormir en la región autónoma por el repudio del que son objeto de secesionistas. Los insultos van y vienen en la vida real y en la vida virtual. En Twitter las pasiones se desatan y las palabras suben de tono. El Rey Felipe es un “h de p”, los catalanes pro-España son “cabrones súbditos”, y cualquiera que intente razonar es un “fascista” (así calificaron a Joan Manuel Serrat por oponerse al supuesto referéndum).

Los venezolanos conocemos lo que viene después que la dinámica de las alianzas contra-natura y el resentimiento se imponen: es la destrucción, como un bulldozer que se lleva por delante las instituciones, las relaciones familiares y personales, la economía, la convivencia. Allí radica la mayor irresponsabilidad de los políticos independentistas catalanes. Pusieron en marcha un proceso que posiblemente ya no puedan parar. A los burgueses capitalistas ese mismo proceso los terminará devorando (que lo digan algunos empresarios venezolanos que apoyaron a Chávez al principio). A los radicales anarco-comunistas todo les sale como previsto. El objetivo es la disrupción del sistema, quebrarlo, y, creen ellos, que de las ruinas emergerá su afiebrada utopía.

*Profesor en la Universidad de Ottawa (Canadá)

cataluña

 

Contra viento y marea, los independentistas catalanes hicieron la consulta y el «Sí quiero» alcanzó 80% entre los consultados. Esto traerá cola, entre las que puede contarse una penalización a los organizadores. No obstante, la consulta arroja números que no son fáciles de omitir. Esto fue lo que pasó y esto es lo que viene.

 

Andrea Daza Tapia

Especial desde Barcelona (España) / @andreadazatapia

 

1.- El Gobierno autonómico de Cataluña, con el apoyo de la sociedad civil, organizó este domingo 9 de noviembre, una consulta no vinculante sobre “el futuro político de Cataluña”. Suspendida dos veces por el gobierno central, el formato de la consulta cambió, pero mantuvo las dos preguntas acordadas el 12 de diciembre de 2013, con el apoyo parlamentario de cuatro partidos políticos: “¿Quiere que Catalunya sea un Estado? Y si es así, ¿Quiere que este Estado sea independiente?».

2.- Con el 100% de los votos contados, participaron poco más de 2 millones 300 mil personas. La opción del Sí-Sí obtuvo un 80%; el Sí-No, un 10%. El No, un 4,54%. La victoria del Sí, con 1.8 millones de votantes, se mantiene dentro de la proporción de personas (superándose por poco margen) que desde 2012 cada 11 de septiembre, Día Nacional de Cataluña, ha realizado multitudinarias manifestaciones en el país.

3.- En contraste, los cien mil votos del “No” representan la más grande manifestación del unionismo, a pesar de que los partidos en contra de la independencia desestimaron la consulta y sus resultados. Hasta ahora, todas las movilizaciones pro-consulta han dejado en la sombra a los partidarios de la “unidad de España”. La última manifestación tuvo lugar el 12 de octubre, “Día de la Hispanidad”, cuando la organización Societat Civil Catalana logró reunir 38 mil personas, según cálculos de la Guardia Urbana, en el centro de Plaza Cataluña.

4.- Todavía se puede seguir votando: del 10 al 25 de noviembre, las personas que no pudieron votar el domingo podrán hacerlo. De hecho, este lunes ya se registraron colas en el Palau Robert, edificio de la Generalitat ubicado en el Paseo de Gracia. La papeleta, además, es descargable.

5.- ¿Cuáles fueron los puntos débiles de la consulta? Una delegación de observadores internacionales compuesta por 4 eurodiputados, 2 diputados regionales y 2 estatales, venidos de Bélgica, Francia, Alemania, Eslovenia, Suecia, Reino Unido y de la propia España (País Vasco); emitieron un comunicado calificando la jornada de “singular”. Consideraron que el proceso “se llevó a cabo bajo circunstancias excepcionales y con éxito”. Entre los puntos débiles señalaron la ausencia de un censo electoral y de un presidente oficial de mesa. Consideraron que “el secreto de voto no estuvo garantizado de forma uniforme”, pero a la vez, que no hubo coerción o intimidación, ni intentos de influenciar la actividad de los participantes.

6.-¿Qué pasará ahora? Los partidos del bloque soberanista: la izquierda republicana, la izquierda ecologista, la izquierda catalanista y el partido de gobierno, una coalición de centro-derecha catalana; tendrán que reconfigurar su estrategia, en conjunto o en solitario. Y aquí “la unidad” independentista es más frágil “que una porcelana”, como muchas veces ha dicho el president de la Generalitat, Artur Mas. Mientras él quisiera conseguir el marco legal para hacer un referéndum consensuado con el Estado, a la escocesa (escenario bastante improbable con estos antecedentes); el líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras apostaría por elecciones generales autonómicas con una propuesta única: declarar unilateralmente la independencia.

7.- La unidad independentista ya se había visto al borde del precipicio cuando el 13 de octubre, el Gobierno de la Generalitat acató la suspensión de la consulta por parte del Tribunal Constitucional, cuyo decreto había firmado el 27 de septiembre en presencia de todos los partidos del bloque soberanista. Esta decisión sembró las dudas entre ellos. Acaso por esa razón, una de las imágenes icónicas de la jornada del domingo fue el abrazo entre el president Artur Mas y el líder de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), David Fernández.

8.- Pero mientras se ponen de acuerdo y evalúan los apoyos conseguidos, vendrá el pay-back de Madrid. Partidos no independentistas ya han anunciado acciones legales contra Artur Mas y varios consellers (ministros) por “desobediencia, prevaricación y malversación de fondos públicos”. También el Ministro de Justicia, Rafael Catalá anunció que la Fiscalía se ponía en marcha para definir responsabilidades penales en la celebración del proceso.

9.- ¿Cómo fue posible? Porque la gente lo quiso. Originalmente, la votación del domingo debía estar amparada en una ley de consultas populares no refrendarias que se aprobó en el Parlament de Cataluña el 19 de septiembre. Pero la suspensión del Tribunal Constitucional metió el proceso en el congelador y el Gobierno catalán se vio en el trance: desobedecer al Tribunal o acatar y delegar la votación en los ciudadanos movilizados principalmente por dos organizaciones civiles, Òmnium Cultural y la Asamblea Nacional Catalana. Al final se podría decir que el gobierno catalán hizo un poco las dos cosas. Dirigió el proceso pero no hubiera podido hacerlo sin los 40 mil voluntarios que se apuntaron para fungir como miembros de mesa.

10.- Otros problemas se cuecen en Madrid: el presidente Mariano Rajoy dijo que no habría ningún tipo de consulta, y la hubo. Los Socialistas (en Madrid y en Cataluña) piden una reforma a la Constitución. El gobierno del Partido Popular se hunde en la desafección del electorado (como en general, todos los partidos tradicionales en la crisis del bipartidismo español), mientras nuevas organizaciones como Podemos se robustecen como alternativa posible.