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Feb 11, 2016 | Actualizado hace 8 años
El pueblo paga la cuenta por Alfredo Jimeno

Cola Bicentenario

 

Sin temor alguno a pecar de exagerado, se puede afirmar que en los últimos 17 años Venezuela ha tenido los gobiernos (Hugo Chávez y Nicolás Maduro) más ladrones de toda su historia. Y es que el saqueo impune del tesoro nacional durante los tiempos de la revolución bolivariana es difícil de estimar con precisión, sin embargo algunos números verdaderamente groseros, algunos incluso reconocidos públicamente por personeros del gobierno nacional, se asoman referencialmente: hay más de 4.000 millones de dólares en cuentas privadas de bancos en Andorra, más de 14.000 millones de dólares en cuentas privadas en bancos suizos, más 30.000 millones de dólares desaparecidos de CADIVI, y así sucesivamente hasta superar los más de 200.000 millones de dólares robados de los bolsillos del pueblo venezolano.

 

A ese grupito corrupto que manda desde Miraflores no le ha bastado con humillar al pueblo venezolano obligándolo a hacer largas colas para comprar miserables raciones de comida tan escaza como cara. Tampoco le ha bastado con restringir la compra de productos básicos según los terminales de las cédulas, o incluso con marcar como ganado a quienes se encuentran en las puertas de los supermercados. No le ha bastado con reclamar, en la voz de la inefable ministra de salud, que los enfermos deben consumir menos medicinas. Ni menos aún con que un sueldo mínimo no alcance para comprar ni el 10% de la canasta básica. Nada de eso le ha bastado porque lo suyo es el poder absoluto; lo suyo es mantener a cualquier costo sus beneficios y prebendas mal habidas; lo suyo es simple y llanamente robar, como el hampa, y lo demás no le importa.

 

A la larga lista de humillaciones, atropellos y abusos de ese grupito corrupto, se suma ahora la restricción del consumo eléctrico para los centros comerciales porque, según la lógica de la cofradía ignorante y primitiva que ejerce despóticamente el poder en Venezuela, esos lugares son de naturaleza suntuaria y, por tanto, sacrificables en aras del bienestar nacional.

 

No caigamos en la trampa de tratar de explicar la importancia que a lo largo de toda la historia de la humanidad ha tenido el comercio para el desarrollo de las actividades humanas, porque ello sería simplemente “arar en el mar” ante mentes obstinadas y reducidas en y por el dogma de fe marxista. Vayamos en cambio a lo básico y preguntemos lo evidente: ¿qué va a pasar con los puestos de trabajo de quienes encuentran en los centros comerciales un sustento para sus familias? ¿Qué va a pasar con los servicios básicos y de suma importancia para la colectividad tales como bancos, supermercados y farmacias que hacen vida dentro de los centros comerciales? ¿Qué pasará con las clínicas, algunas de ellas incluso con salas de operaciones y de recuperación, que funcionan dentro de los centros comerciales? ¿Cuál será el futuro de un comercio dedicado a la venta de comida rápida si no va a tener luz eléctrica justamente en las horas donde vende más? ¿Por qué cercar más y más los de por sí pocos espacios de esparcimiento que nos quedan tanto por la inseguridad como por el alto costo de la vida?

 

Las respuestas a todas esas preguntas todos las sabemos y son muy dolorosas. Pero el dolor de esta crisis nacional no lo siente el grupito corrupto responsable porque su realidad está protegida por los carros de lujo blindados, los escoltas armados, los banquetes presidenciales en los salones de los palacios y los viajes al exterior con todos los gastos pagos. Aquí el único que siente sobre sus hombros todo el peso de esta crisis horrenda, que asume sacrificios y paga la cuenta de los excesos es el pueblo venezolano… ¡el más pendejo!

 

@AlfredoJimenoR

 

Decálogo del Perdedor por Antonio José Monagas

Ajedrez

 

Un sabio proverbio sagrado, reza así: “El que guarde su boca y su lengua, su alma guarda sus angustias”. Su lectura incita a tener la prudencia y la discreción como recursos de virtud con los cuales el hombre, sometido a los trajines de la vida, puede evitar sucumbir a los embates que lo acosan y fustigan. Pero en política, no se observa tal cuidado. Y de hacerlo, es meramente casual o alevosamente intencionado. Las ofensas van de la mano con humillaciones hasta llegar al punto donde resultan quebrados los esfuerzos por impedir que despunten como justificativos de cualquier exabrupto. En todo caso, es ese el momento donde se contraponen realidades y expectativas. A pesar de los intentos por aferrarse a valores de respeto y tolerancia pues sólo quedan en eso: simples intentos.

Estas situaciones se hacen más crudas, cuando se vive en medio de prácticas políticas que sólo rinden pleitesía a la impunidad de la cual se engancha el autoritarismo. Éste sirve de guión a esquemas ideológicos que buscan arrimarse a objetivos cuya confusa proyección, hace adosarlos a propuestas egoístas, sectarias y sañudas. Así sucede, precisamente, porque se exasperan las condiciones que preceden y presiden las crisis que agobian a colectivos, sociedades y naciones por completo. O sea, fungen como barricadas contra la razón, la libertad y la democracia.

El problema representado por las controversias de un gobierno déspota, se traduce en decisiones desmandadas que sólo tienen como propósito establecer vías de imposición a sus objetivos. Mejor dicho, a las majaderías inspiradas en el absurdo culto no sólo a personalidades. También a vetustos esquemas de poder, pues de su aplicación depende el modo de asfixiar política y moralmente a quienes se resisten a tales intimidaciones. Es exactamente el problema que atosiga a Venezuela como resultado de una práctica política basada en postulados económicos, políticos y sociales desquiciados por obsoletos y desarraigados por inconsistentes.

El alto gobierno venezolano, está empeñado en continuar trazando líneas de acción que sólo tienden a acentuar la crisis de Estado que repuntó a través de la caída de los precios del petróleo. Particularmente, a consecuencia de la obstinación que caracteriza el estilo de gobierno seguido. Estilo éste avivado, también, por la obcecación, el resentimiento y la codicia de poder.

Justamente, advertir tan atrafagado modo de pretender ordenar el funcionamiento del país, tanto como alcanzar un nivel de gobernanza acorde con el objetivo de salir adelante entre las dificultades propias del desarrollo, hace inferir que, para ello, el régimen contó con un libreto que pautó las medidas necesarias y suficientes para subvertir y desarreglar el sistema democrático establecido constitucionalmente.

En otras palabras, el alto gobierno siguió la ruta trazada por premisas dirigidas, no precisamente a restablecer el orden constitucional pautado de cara a garantizar la preeminencia de un Estado democrático y social de Justicia y de Derecho. Nada de eso. Por lo contrario. La idea giró siempre, y aún sigue girando, alrededor del concepto político (mal definido) de “revolución”. Es decir, de todo aquello planteado en torno a proposiciones dirigidas a sembrar los mayores problemas posibles. De esa forma, Venezuela se convirtió en escenario cuyos protagonistas no fueron ni el pueblo, ni la soberanía, ni la integridad territorial. Tampoco, la autodeterminación nacional. Mucho menos, la independencia, la autonomía, la libertad, los derechos humanos o el pluralismo político. Valores éstos adosados al respeto, la ética, la ciudadanía y la moralidad.

Por lo que pareciera inferirse del significado aducido de “revolución”, el alto gobierno prefirió acometer acciones que incitaran la descomposición de la institucionalidad democrática mediante la exacerbación de la burocratización, la institucionalización de la impunidad, la oficialización del abuso como criterio y praxis de gobierno y el establecimiento de una mayor ineficiencia y mejor ineficacia. Y en fin, todo lo que ordena la normativa del hombre mediocre que bien puede alcanzar al fracasado toda vez que se reconoce asimismo mucho antes de quedar atrapado en el lodazal del infortunio. De hecho, su actitud se apega al decálogo que dicta postulados invitándolo a mantenerse testarudo ante ideas distintas de la suya. Postulados estos que lo llaman a actuar con desaforo, tanto como a comportarse con altanería a fin de hacerse pasar por el más preparado para la siguiente confrontación de la cual sabe que saldrá nuevamente derrotado. Que entienda la necesidad de asumir actitudes groseras que manifiesten indisposición para colaborar o ceder ante otra causa que difiera de la propia. Que a sabiendas de sus ineptitudes, se empeñe en tomar decisiones que de seguro serán contraproducentes. Que emprenda acciones cargadas de resentimiento, odio y sed de venganza. Estos son algunos de los criterios que sigue el politiquero para superponerse a las circunstancias y salir revolcado. Son pues razones que justifican los desastres que se dan toda vez que quien los infunde se ciñen al perverso Decálogo del Perdedor.

@ajmonagas

Ene 22, 2016 | Actualizado hace 8 años
Lilian Tintori es peligrosa por César Miguel Rondón

lilianTin

 

Tener un familiar preso es algo terrible. Son harto conocidas las penurias que sufren las madres, hermanas, esposas y novias de los presos cuando acuden a visitarlos en las cárceles de nuestro país. Es largo el calvario de vejaciones y humillaciones. Esto en el caso de los familiares de los presos comunes. Pero dicho calvario se hace mucho más penoso y grave cuando se trata de los presos políticos. El gobierno, como sabemos, les niega esta particular condición; hecho que ya es una afrenta grave, denigrante y humillante. Y sus mujeres, al visitarlos, sufren también el peso y la crueldad de este encono. Humillarlas a ellas es también una manera de humillar más al hombre que está preso sólo por pensar distinto.

Guardamos memoria de lo sufrido por Bonny Simonovis, la esposa del preso político más longevo de este régimen, quien, con dignidad, serenidad y valentía admirables, ha llevado adelante la defensa de su marido. Igual mención puede hacerse de las madres de los estudiantes presos desde los sucesos del 2014. Mas recientemente, Mitzy Capriles, que con firmeza y sobriedad ha acertado políticamente difundiendo, nacional e internacionalmente, la injusta prisión de su esposo Antonio Ledezma, Alcalde Metropolitano de Caracas. Y, más lejano en el tiempo, la actitud también digna y valiente de Érika de la Vega, cuando Henrique Capriles –a quien entonces le unía una relación sentimental- estuvo preso en el Helicoide; recordemos, el primer preso político de este régimen totalitario.

Ahora tenemos el caso de Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, el más conocido, importante y polémico de los presos políticos en el momento actual. Lilian tiene su estilo, sus maneras. Es una joven extrovertida, dinámica, con un discurso más altisonante y agresivo, sabe hacer la noticia y estar en ella, y, gracias a estos y otros elementos, se ha convertido en una figura mediática polémica y atractiva, qué duda cabe. Cuando el ABC de Madrid, por ejemplo, quiere resumir en una gráfica el triunfo opositor en las parlamentarias, lo hace con una foto de Lilian Tintori que, curiosamente, no es diputada ni tampoco aspiró a serlo. Pero Lilian, que mucho ha viajado por América Latina y parte de Europa, exponiendo el caso de su marido, reuniéndose con importantes líderes políticos y periodistas, ha logrado obtener una fama internacional considerable; y su imagen y su singular estilo han contribuido a ello.

Pero ocurren otras cosas. Hechos oscuros, gruesos, detalles muy graves. El pasado lunes, Lilian Tintori publicó este tuit: Ayer en Ramo Verde me metieron en un cuartico, me quitaron toda la ropa: sostén, pantaleta y el modes que tenía”.

¿Qué? ¿El “modes”? ¿La Guardia Nacional Bolivariana llega a tanto? ¿Qué tan peligroso puede ser un “modes”? ¿Qué puede ocultar o decir una pieza tan breve y personal?

A este tuit siguió otro donde Lilian afirmaba que, desnuda, le habían obligado a abrir las piernas. Y en otro más, que a semejante vejamen habían obligado también a su suegra y todo esto delante de sus hijos menores. El escándalo no tardó en estallar. Reacciones airadas de protesta e indignación tanto dentro como fuera del país.

El responsable de semejante maltrato, el que dio la orden humillante, es, según la denuncia de Tintori, el coronel José Viloria Sosa. Revisando la cuenta twitter de dicho coronel, encontramos que el lunes 18 de enero, al día siguiente del incidente, publica el siguiente tuit:

José Viloria Sosa ‏‪@joseviloriasosa 18 ene.

Amo a Jehova, pues ha oido Mi voz y mis suplicas; Porque ha inclinado a mi su oido;Por tanto, le invocaré en todos mis dias.

Salmos 116:1-2

Y revisando su identificación personal en la misma cuenta, encontramos la siguiente definición:

Soldado de Cristo #TROPA Comprometido con el Legado y leal Pdte. @NicolasMaduro. PD las requisas las hacen mujeres militares en privado respetando DDHH

En fin, queda que agregar. Ya tenemos una idea del coronel en cuestión, la postdata es elocuente.

Pero en defensa de Viloria aparece Diosdado Cabello, quien en su programa de televisión acusó a Lepoldo López y su esposa de montar un show para fugarse.

Tal Cual le cita: “La señora es una gran showsera. Irresponsables es lo que son. Qué pena maltratarse a sí mismos. Yo me imagino que como no les gusta Ramo Verde le gustará San Juan de los Morros. Eso no es un spa, es una cárcel para un delincuente de alta peligrosidad que está dispuesto a fugarse”. Luego Cabello colocó un audio de Lilian Tintori hablándole al Coronel Viloria. “No me hable así, respete a los familiares. O usted me devuelve las condiciones de antes o lo voy a denunciar con todo, no tenemos miedo. No me voy a calar más violaciones de derechos humanos. Vamos con todo. No es una amenaza sino un aviso”. Reseña entonces Tal Cual que, tras lo anterior, Cabello confesó: “Yo hablé con el Coronel. Primera vez que hablo con el Coronel, señora… Y le dije, Compañero resista.” Según Tal Cual, el coronel respondió: “Si el Capitán aguantó yo también tengo aguantar”.

Sin comentarios. Lilian Tintori es muy peligrosa.

 

@cmrondon

El Nacional 

Desnudo frente a tus hijos por Darío Ramírez

AntonietayLilian

 

Escuchar de la voz de Lilian y Antonieta, las vejaciones sufridas frente a sus hijos y nietos, respectivamente, no puede hacer más que generarnos un profundo sentimiento de decepción, de asco, de tristeza y lamentablemente -porque sería absurdo negarlo- de odio y resentimiento. Saber que un hombre (si es que se le puede decir así…) como Viloria se regocijó en hacer lo que hizo, nos hace ver lejana la posibilidad de reconciliación. Y esa es justamente la meta que persiguen con sus miserables acciones, que nos odiemos, que nos desesperancemos.

Humillar ha sido la columna vertebral de este régimen que busca pisotear cada vez más al ciudadano. Humillaron a Lilian y a Antonieta como lo hacen con las miles de mujeres en cada penal del país. Las desnudaron como nos desnuda la inseguridad, física y moralmente, como se llevaron 28mil vidas el año pasado, desnudando la calle que pasó a ser un terreno baldío sin otra ley que la de aquel que con una metralleta en la mano y vacío en la cabeza se vuelve dueño de todo, como se siente Viloria en ese cuartico, su miserable espacio de “poder”.

Frente a sus hijos, quienes aún pueden soñar, buscando quitarles justo eso: su inocencia, sus esperanzas. Así como cientos de miles de madres sostienen a sus hijos en una cola que parece interminable por horas para conseguir un trozo de jabón para limpiarnos esa sensación de que nada se puede lograr, o un pollo para alimentar la Fe en que vamos a cambiar. Esos niños que hoy crecen en colas de supermercados, en colas de carros esperando conseguir una batería, en colas de humillación. Crecen sintiendo que así se debe vivir: esperando que alguien más solucione.

Pareciera increíble que luego de una derrota popular que dijo alto y claro ¡BASTA YA! una cúpula ínfima de narcocomunistas, aún se esfuerce en humillarnos, en hacernos creer que no importa la voluntad popular. Decían que no íbamos a poder, que no habrían elecciones, y se consiguió la fecha. Dijeron que no íbamos a llegar a ese día, y llegamos. Dijeron que no íbamos a ganar, y ganamos. Dijeron que incendiarían las calles si perdían y no pasó. Dijeron que la Asamblea no se instalaría y no solo se instaló, sino que el pueblo ahora sabe lo que es autonomía de un poder, y se ve protagonista de ella.

Buscaron humillarnos una y otra vez, y con la cara contra el piso, con la bota sobre la cabeza, no nos dejamos. Nos desnudaron la moral y volvimos a vestirnos con esperanza, la que pensaron nos habían quitado, con fuerza levantamos el rostro, los miramos a los ojos y vimos justo allí que no son nadie, que no lo logran. Que el Bravo Pueblo de Venezuela es mucho más que esta miserable circunstancia que nos quieren imponer como condición. No nos quitan la fe, ni la fuerza, ni las ganas de seguir. Así como Lilian y Antonieta, con lágrimas en los ojos denunciaron la vejación que sufrieron por parte de este régimen con cara de Viloria, así mismo las mujeres venezolanas, día tras día, toman su jabón o su pollo luego de horas; así la madre entierra a su hijo asesinado por la indiferencia, levanta el rostro ve a los ojos y le dice a esa pequeña cúpula: “¡No podrás eliminarnos, no podrás humillarnos, no importa cuanto me desnudes, siempre me vestirá de nuevo la gloria de este bravo pueblo, con LIBERTAD!”.

@darioramirez

Concejal del Municipio Sucre, Estado Miranda

Exiliado político