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Codhez: 1 de cada 2 hogares en Maracaibo recibe remesas para comprar alimentos

UNO DE CADA DOS HOGARES MARABINOS reportó tener al menos un familiar fuera del país que, además, ayuda en la compra de alimentos a través del envío de remesas, según una encuesta realizada por la Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia (Codhez) a principios de septiembre. 

Hasta hace algunos años, un sector significativo de la población podía costear la alimentación en sus hogares con los ingresos provenientes de sus trabajos. En la actualidad, un gran porcentaje de los hogares venezolanos requiere de las remesas que envían familiares desde el exterior y de las ayudas gubernamentales para alimentarse.

La inseguridad alimentaria, entre otros factores de orden político y económico, ha motivado a millones de venezolanos a emigrar. El mayor flujo migratorio ha ocurrido en los estratos C (57,6%) y A-B (55%), mientras que los estratos D (46,4%) y E (28,5%) han experimentado en menor grado la emigración de algún miembro de la familia. Ahora bien, todos los emigrantes tienen un elemento en común: procuran contribuir con la alimentación de los familiares que dejan en Venezuela.

 

Los emigrantes envían remesas para que sus familiares se alimenten

 

El 93,3% de los hogares marabinos con familiares en el exterior recibe remesas —46% de manera regular, y 47,3% algunas veces. Todos los estratos reciben ayuda económica de sus familiares en el exterior —A-B (81,2%), C (94,5%), D (94,2%), E (89,6%)—, lo que demuestra que la necesidad de apoyo es universal.

De todas las familias que reciben remesas, sea de manera regular o algunas veces, el 71% reporta que gasta todo el monto que recibe para la compra de alimentos, mientras que el 27,7% afirma que gasta la mitad en alimentarse. En suma, considerando el porcentaje de emigrantes reportados por familia, 1 de cada 2 hogares de Maracaibo recibe remesas para la compra de alimentos.

 

¿Las remesas resuelven más que las ayudas del gobierno?

En Maracaibo, 45,62% de los hogares recibe remesas, mientras que 75% es receptor de ayuda económica del gobierno —es decir, dinero a través de misiones, pensiones o bonos del carnet de la patria—, y 89,6% ha tenido la posibilidad de adquirir alguna vez cajas CLAP.  En este escenario, la tasa de menores de 18 años que comen tres veces al día es de 30,4% en hogares que perciben ayuda económica del gobierno, y de 28,8% en hogares que han adquirido cajas CLAP, mucho más baja en comparación con los hogares donde se reciben remesas con regularidad (62%). No muy distinta es la situación de la frecuencia en la alimentación de los adultos que habitan en hogares que reciben apoyo gubernamental. En el 24,3% de los hogares donde se recibe ayuda económica del gobierno los adultos comen tres veces al día, mientras que en el 20,9% de los hogares que acceden a cajas CLAP los adultos pueden alimentarse con esa frecuencia. En contraste, los hogares que reciben ayuda con regularidad de sus familiares en el exterior logran en un 55% que los adultos se alimenten tres veces diarias. Según estos datos, el apoyo de familiares en el exterior es necesario para la seguridad alimentaria de los marabinos.

Entre tanto, las ayudas gubernamentales, aunque llegan a una gran parte de la población, por sí solas no parecen ser idóneas. Un dato revelador es que el 100% de los hogares encuestados respondió que las cajas CLAP no contienen las provisiones suficientes para garantizar una alimentación adecuada.

 Por ello, consideramos que el Estado venezolano debe diseñar políticas que atiendan con más especificidad a las poblaciones más vulnerables a la inseguridad alimentaria, procurando el asesoramiento técnico de expertos en el área. Asimismo, considerando la incidencia positiva del apoyo económico de los emigrantes a sus familiares en Maracaibo, el Estado no debe obstaculizarlo.

Los datos enunciados con anterioridad se obtuvieron a través de una encuesta realizada a 800 hogares pertenecientes a los estratos socioeconómicos A-B, C, D y E en las 18 parroquias que conforman el municipio Maracaibo, entre el 30 de agosto y el 6 de septiembre de 2018, siguiendo los lineamientos metodológicos planteados en la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA).

Los resultados de esta investigación en materia de alimentación se difundirán semanalmente durante el mes de octubre, y la presentación final del estudio tendrá lugar en la Feria de Derechos Humanos a realizarse los días 7, 8 y 9 de noviembre en Maracaibo.

 

Datanálisis: Escasez de alimentos llega a 79,9%

anaqueles

El Banco Central de Venezuela (BCV) dejó de publicar el índice de escasez desde comienzos del año pasado, pero el problema no se resolvió. Por el contrario, las cifras de Datanálisis confirman que la escasez persiste y es elevada en los productos básicos.

“La crisis que estamos viviendo es una crisis severa, pero esta no es la crisis que vamos a vivir, esta es la maqueta de la crisis. No estamos en el clímax de la crisis”, alertó Luis Vicente León, presidente de Datanálisis en el foro de Ecoanalítica.

Los datos reafirman sus palabras. En marzo la escasez promedio de ocho de los principales rubros alimenticios se ubicó en 79,9%.

El aceite de maíz fue el producto que menos se consiguió en los anaqueles con un índice de escasez de 92,8%. Le siguió el aceite de mezcla vegetal con 91,3%, el café molido con 87% y en margarina un 82,6%.

En el caso de la leche en polvo en sobre, azúcar, harina de maíz y aceite de soya el índice de escasez osciló entre 60,9% y 79,7%.

Datanálisis también midió la escasez en los hogares y el resultado fue menor al registrado en el comercio. Allí el promedio de escasez para los mismos alimentos fue de 26,3%, unos 56,3 puntos menos que la existente en los puntos formales de venta.

Esa diferencia confirma que buena parte de la población está comprando los productos en mercados informales, donde en promedio debe pagar 236% más que lo establecido en la regulación de precios, según explicó León.

“La escasez en hogares es inferior al retail (…) Pagan 236% por encima de lo regulado”, sostuvo el presidente de Datanálisis.

Agregó que los datos permiten concluir que las distorsiones han alterado las cadenas de comercialización de forma generalizada. “Crearon un problema completo de bachaqueros, el país completo es bachaqueo, en prácticamente todos los mercados”, insistió.

Otro de los datos presentados por León revela que el tiempo promedio que pasan los venezolanos en las colas para comprar productos básicos es de 5,6 horas a la semana.

Más distorsiones: los “raspa cupos”

De acuerdo a los estudios de Datanálisis, hasta 75% de los viajeros se iban a “raspar» los cupos en dólares destinados para tal fin. “Era normal que sucediera. Es el modelo de control cambiario que estableciste, la distorsión viene del control de cambio”, enfatizó León.