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Hiperinflación

Jose A. Guerra Jul 25, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
¿Es recuperable el bolívar?
El bolívar no es recuperable. El daño que le ocasionó la política económica, especialmente entre 2007 y 2020 lo destruyó como moneda

 

@JoseAGuerra

La respuesta corta es que el bolívar no es recuperable. El daño que le ocasionó la política económica, especialmente entre 2007 y 2020 lo destruyó como moneda. Las monedas como las conocemos hoy se sustentan en la confianza del público; por lo menos aquellas que son reservas, es decir las que el mundo decide aceptar y mantener como un activo, como son los casos del dólar de los Estados Unidos, el euro, la libra esterlina, entre otras. En países inestables financieramente, la emisión de moneda local debe estar sustentada en reservas internacionales para que el público opte por mantener esa moneda.

La receta más expedita para destruir una moneda consiste en que el banco central del país respectivo use su capacidad de emisión para financiar al fisco, hecho popularmente conocido como la emisión inorgánica de dinero.

Esa ha sido la experiencia de todos los países que han sufrido hiperinflaciones. Algunos preguntarán  por qué ese no es el caso de Estados Unidos y la Unión Europea, donde los bancos centrales recientemente han financiado enormes déficits fiscales sin generar elevadas inflaciones. Porque  existe demanda suficiente tanto en Estados Unidos como Europa como en el mundo por el dólar y el euro. Y además debido al hecho que esas naciones jamás han incumplido con el pago de sus deudas y por ello el público confía en que el fisco honrará sus compromisos.

Cuando una moneda se deprecia o devalúa es porque el público no la quiera mantener como parte de sus activos y en consecuencia, cada vez que esa moneda llega a sus manos procura deshacerse de ella para adquirir bienes u otra moneda como el dólar, al cual ve como un activo para proteger su patrimonio. Técnicamente hablando, cae la demanda por dinero y por tanto se incrementa la velocidad de circulación; en consecuencia, la misma pieza monetaria cambia rápidamente de mano en mano y en cada transacción vale menos. Eso es lo que ha venido sucediendo con el bolívar.

Agotado el crédito externo de Venezuela desde 2010, el gobierno comenzó a recurrir cada vez con mayor frecuencia ante un BCV dócil para que financiara su déficit con lo cual se fueron creando las condiciones para la devaluación del bolívar y la aceleración de la inflación, la cual estuvo contenida por la política suicida de elevadas importaciones hasta 2012, lo que significó el agotamiento de las reservas internacionales.

Ya en 2008 y 2018 se hicieron dos reconversiones monetarias sin que las mismas estuviesen acompañadas de un plan económico más o menos bien diseñado. El resultado fue el esperado: siguió el déficit fiscal y su financiamiento con emisión monetaria y de la inflación elevada pasamos a la hiperinflación en noviembre de 2017.

Con ese historial, los venezolanos comenzaron a repudiar al bolívar. No quieren esa moneda, que ya ni para transacciones sirve, menos para ahorrar. Ya es inminente la tercera reconversión monetaria con la cual le quitarían seis ceros al cono monetario; pero ello no hará que los venezolanos prefieran al bolívar. La solución consiste en diseñar y aplicar un amplio programa de reformas económicas e institucionales con financiamiento externo, para evitar que el BCV enjugue el déficit de fiscal; derrotar la hiperinflación y eliminar el bolívar, creando otra moneda nacional con una relación fija con el dólar al inicio, mientras se recupera la economía, para luego avanzar a un sistema de flotación de la nueva moneda, ahora sobre fundamentos sólidos.

25 de julio de 2021

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Es momento de acabar con el subsidio a los combustibles
El subsidio a los combustibles genera corrupción en desmedro de una industria petrolera y de un Estado que requieren invertir de la mejor forma posible sus diezmados recursos

 

@luisoliveros13

Siempre hemos dicho que en Venezuela hay temas económicos que nunca pasan de moda, uno de esos es el subsidio a la gasolina. Desde hace mucho tiempo, el Estado venezolano realiza un enorme esfuerzo por regalarles la gasolina a los venezolanos. El monto del subsidio llegó a ser tan elevado, que PDVSA (según consta en las notas de los auditores del último informe financiero que publicaron) tuvo que pedirle plata al BCV para poder financiarlo. Estamos hablando que anualmente, el subsidio le costaba al país unos $10.000 millones.

Hace un año, el gobierno realizó un cambio en el esquema de precios, puso por un lado una gasolina “dolarizada” que cuesta $0,50/litro y una “subsidiada” con un precio (que a hoy se mantiene) en Bs. 5.000/litro. En aquel entonces, el precio subsidiado representaba 2,50 centavos de dólar el litro, lo que significa que hoy debería estar en Bs. 82.500/litro. Un vehículo promedio que necesite 40 litros, gastaría por llenar el tanque $1 (equivalente a dos litros de la gasolina “dolarizada”).

Ese esquema diferenciado, si bien ayuda a muchas personas, genera enormes incentivos a la corrupción y al contrabando. Con $1000 se compra una cisterna de gasolina completa (de unos 40.000 litros), la cual puede ser vendida en la frontera en $20.000, un negocio muy rentable, sin riesgo y con escaso costo reputacional para quien lo hace.

La introducción de ese esquema demostró que aumentar el precio de la gasolina en nuestro país no genera disturbios, ni conmoción social, ni inflación, ni mucho menos costo político para quien lo hace. El experimento ha rendido frutos fiscales, pero el subsidio sigue siendo elevado, más aun para un país con tantos problemas.

Venezuela necesita vencer la hiperinflación, una que se ha hecho muy larga. Hay consenso en torno a que el origen de la hiperinflación es fiscal, por lo tanto, se deben tomar urgentemente medidas fiscales para resolver un fenómeno que produce pobreza y enormes problemas en la economía. Una consolidación fiscal es necesaria (además de reglas fiscales); para eso hay que revisar y acabar con el monto (y distorsiones) del subsidio a la gasolina.

Este subsidio es regresivo, genera corrupción y contrabando, en desmedro de una industria petrolera y de un Estado que necesitan utilizar de la mejor forma posible sus diezmados recursos.

La mejora fiscal y el descenso en la demanda (por combustibles) que traerían un aumento en el precio de los combustibles en Venezuela chocan con la presión que pudieran hacer los beneficiarios del subsidio, no solo los consumidores (quienes poco pueden hacer), sino élites que se enriquecen con prácticas corruptas gracias a la diferencia de precios. Ese último factor tan importante es por el cual no creemos que veamos el fin del subsidio. Ojalá y nos equivoquemos.

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Jose A. Guerra Jul 04, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
La nueva reconversión monetaria
Si agregamos los catorce ceros que le han eliminado al cono monetario (3 en 2008, 5 en 2018 y seis en 2021), la tasa de cambio se ubicaría en Bs/US$ 222.540.600.000.000.000.000, cifra literalmente impronunciable

 

@JoseAGuerra

En 2006 comenzaron los estudios en el BCV para llevar a cabo una reconversión monetaria en Venezuela, la cual se inició el primero de enero de 2008, tras una intensa campaña de promoción durante 2007 para implantar el nuevo cono monetario, cuyo lema fue “un país fuerte, una economía fuerte, un bolívar fuerte”. En esa ocasión a la familia de billetes y monedas existente le eliminaron tres ceros. Esa reconversión monetaria se presentó por parte de algunos voceros del gobierno del entonces presidente Hugo Chávez como una medida para contener la inflación.

Conviene recordar que ante la avalancha propagandística del BCV presentando esa reconversión como la panacea a la inflación, varios economistas levantamos nuestra voz diciendo que si bien era procedente realizar la reconversión debido a la desactualización del cono monetario como resultado de la inflación, era una irresponsabilidad decir que esa medida en sí misma contribuiría a detener el alza de los precios.

El esfuerzo en términos de divisas sacrificadas para sostener artificialmente la tasa de cambio durante 2010-2012 estaba reventando la economía y era cuestión de tiempo para que se hiciera visible el colapso del modelo económico. De manera que cuando muere el presidente Chávez, en marzo de 2013, la bomba de tiempo que era la economía venezolana en ese momento absolutamente desajustada, solo esperaba por un activador para que la inflación reprimida hiciera explosión. Eso comenzó a suceder a partir de 2014, cuando la economía entra en un ciclo del cual todavía no ha salido de alta inflación primero e hiperinflación después en medio de una contracción sin precedentes de la actividad económica.

Comenzó entonces un proceso paulatino de emisión de billetes de mayor valor nominal, pero no en las denominaciones requeridas debido el alza acelerada de los precios. De esta manera, ya en 2017 el billete de mayor denominación apenas representaba céntimos de dólar; lo que claramente exigía otra reconversión monetaria, en vista de la renuencia de Maduro a adoptar un programa económico con un mínimo de sensatez para detener la hiperinflación.

Así, en agosto de 2018 se aplica la segunda reconversión monetaria, consistente esta vez en la eliminación de cinco ceros al cono monetario. Como ya era evidente que el bolívar fuerte había sido una ficción, al nuevo bolívar se le agregó el adjetivo de soberano. Nos tocó señalar que esa reconversión hecha en el aire, sin ningún programa económico que lo respaldara, correría igual suerte que la 2008, pero en menos tiempo. La hiperinflación desatada a partir de 2017, pero con virulencia en 2018, pulverizó el nuevo cono monetario. Llegamos a julio de 2021 y apenas tres años después se anuncia la tercera reconversión monetaria ante el hecho evidente de que el bolívar se ha convertido en una moneda inservible.

En esta ocasión estaría planteado la eliminación de seis ceros al como monetario.

Para que se tenga una idea de lo inflado que está la economía, la tasa de cambio al 2 de julio de 2021 se situó en Bs/US$ 3.225.406. Si la reconversión monetaria se aplicase el lunes 5 de julio, la tasa de cambio sería Bs/US$ 3,23. Sin embargo, si agregamos los catorce ceros que le han eliminado al cono monetario (tres en 2008, cinco en 2018 y seis en 2021), la tasa de cambio se ubicaría en Bs/US$ 222.540.600.000.000.000.000, cifra esta literalmente impronunciable.

Para Venezuela el tema de fondo no es hacer otra reconversión monetaria sino la necesidad de implementar un programa económico, preferiblemente consensuado, para abatir  la hiperinflación y reanudar el crecimiento de la economía. En cualquier caso, la discusión pertinente tendría que ser si se termina adoptando el dólar como moneda de curso legal, con todo lo que ello implica, o si se diseña una nueva moneda nacional en el contexto de un amplio programa de reformas económicas.

4 de julio de 2021

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#ConversasDeEconomía | Subsidios y gratuidades se pagan con impuesto inflacionario
¿Por qué es crucial la autonomía del BCV para erradicar la hiperinflación y recuperar el signo monetario nacional? ¿Por qué los subsidios generan impuesto inflacionario? Ronald Balza, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCAB, responde estas y otras preguntas en nuestras #ConversasDeEconomía

 

@victoralvarezr

Al Banco Central de Venezuela se le critica que emita dinero sin respaldo para financiar el déficit de Pdvsa, Corpoelec, Hidroven y muchas otras empresas públicas que no generan ingresos ni siquiera para pagar la nómina. Esta inyección desmesurada de dinero en una economía castigada por una prolongada contracción se ha convertido en el principal factor propagador de la hiperinflación, la cual también devora el poder adquisitivo de los ingresos fiscales.

Nominalmente da la impresión de que el gobierno gasta mucho. Pero en términos reales, por la disolución del poder de compra del bolívar, termina gastando poco. En condiciones de hiperinflación, la desincronización entre el momento en el que se causan los impuestos y el momento en el que se recaudan sentencia que el poder adquisitivo del ingreso fiscal también se disuelve.

¿Qué medidas fiscales o monetarias habría que tomar para superar el círculo vicioso en el que cae un gobierno deficitario al financiarse con emisión monetaria que atiza la hiperinflación y disuelve aun más el gasto público en términos reales?

¿Por qué que se le atribuye tanta importancia a la autonomía del Banco Central para erradicar la hiperinflación y recuperar el signo monetario nacional?

El artículo 320 de la Constitución habla de un Acuerdo Anual de las Políticas para coordinar y armonizar las políticas fiscales, cambiarias y monetarias. Y, sobre esta base, lograr estabilidad de los precios, un crecimiento económico sostenido, el equilibrio en la balanza de pagos y la generación de empleo estable y bien remunerado. Sin embargo, Venezuela ostenta la siniestra triple corona de ser el país con la mayor contracción económica, la mayor hiperinflación y la mayor tasa de desempleo del mundo.

¿Qué ha pasado con la Coordinación Macroeconómica? ¿Quiénes son los responsables de diseñarla y ejecutarla? ¿Qué responsabilidad le toca a cada organismo para superar los problemas de escasez, hiperinflación y desempleo que azotan al país? ¿Cómo hacer para retomarla?

En los últimos años las premisas relativas al PIB, inflación, tasa de cambio y precios del petróleo no se han cumplido. El gasto público supera ampliamente los precarios ingresos fiscales. Pareciera que está más que clara la necesidad de llevar a cabo un ajuste fiscal y una reforma tributaria para corregir el déficit estructural de las finanzas públicas, erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inflacionario, estabilizar la economía y echar las bases para un proceso de crecimiento económico sin inflación.

Sin embargo, a los programas de ajuste suele atribuírseles un impacto antipopular al sincerar las tarifas de los servicios públicos, eliminar los subsidios, aumentar el precio de la gasolina, privatizar empresas del Estado deficitarias y liquidar entes públicos, con la consiguiente reducción de la burocracia.

En una economía exhausta y una sociedad empobrecida luego de varios años de contracción económica e hiperinflación, estas medidas de ajuste suelen ser muy mal recibidas por la población. Se convierten de hecho en el detonante de estallidos sociales que abortan los programas de ajuste económico.

¿Cuál es el margen de maniobra que realmente existe para llevar a cabo ese ajuste fiscal? ¿Por dónde se puede recortar el gasto y por dónde se pueden aumentar los ingresos? ¿Cómo hacer para que los costos de este ajuste no lo paguen los sectores más vulnerables de la población?

En el debate económico nacional, unos afirman que Venezuela ha dejado de ser un país petrolero; mientras que responden que, mientras haya petróleo en el subsuelo, seguiremos siendo un país petrolero y lo que hay que plantearse es superar la cultura rentista. Todos coinciden en que la declinante renta petrolera ya no puede ni podrá pagarlo todo y que la economía venezolana ya no será dinamizada por el motor del gasto público. Esta cuestión plantea la compleja tarea de la diversificación productiva y la ampliación de la base de recaudación fiscal.

¿Cuáles son los cambios en la naturaleza de los ingresos fiscales que sustentan este debate entre Venezuela postpetrolera o Venezuela postrentista? ¿Cómo se ha comportado el ingreso fiscal de origen petrolero versus los ingresos derivados de los impuestos que pagan los contribuyentes? ¿Por qué se habla del agotamiento del rentismo y la necesidad de avanzar hacia una nueva cultura tributaria? ¿Para superar el rentismo es necesario eliminar los subsidios a la electricidad, agua, gas, telecomunicaciones, combustibles? ¿Tendremos que pagar más impuestos? ¿Está preparada Venezuela para superar la cultura rentista?

Para responder a estas preguntas vamos a terminar la conversación que iniciamos con el profesor Ronald Balza (@RonaldBalzaG), decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en el marco de la serie “Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela”.

Te invitamos a ver la segunda parte de esta entrevista en el video de YouTube Subsidios y gratuidades indebidas se pagan con impuesto inflacionario:

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#10ConversasDeEconomía | Las consecuencias de una dolarización espontánea y caótica

@victoralvarezr

Mientras la hiperinflación continúe, por muy altos que sean los billetes de mayor denominación, estos alcanzarán cada vez menos para pagar incluso los bienes y servicios de menor precio. El billete de mayor denominación de un millón de bolívares no cubre ni siquiera el costo de una empanada o un café.

En las ciudades del país, sin importar su tamaño, las operaciones de compra-venta están cada vez más dolarizadas. En las ciudades fronterizas superan el 90 % y tiende a usarse la moneda del país vecino. En los sectores abastecidos por productos importados -como el de electrodomésticos- prácticamente el 100 % de las transacciones se hace en dólares.

El bolívar cada vez se usa menos para fijar los precios y como medio de pago. Es más fácil que alguien tenga en su cartera un billete de un dólar que uno de un millón de bolívares que ya no alcanza ni siquiera para comprar un dólar.

La dolarización transaccional es un hecho. La cantidad de divisas que circula internamente es cada vez mayor y esto ejerce una incesante presión para la dolarización de los servicios financieros. Las empresas y familias no pueden seguir guardando su ingreso en divisas en una caja fuerte o debajo del colchón. Es necesario que este creciente circulante en dólares se canalice a través de los bancos hacia el financiamiento de la producción y el consumo.

Muchas economías que optaron por la dolarización lo hicieron porque el dólar ya era el medio de pago predominante. Cuando Ecuador dolarizó, el 54 % de los depósitos del público en el sistema financiero era en dólares y el 66 % de la cartera de crédito estaban en dólares.

En Venezuela, la dolarización se ha ido imponiendo por la fuerza de los hechos y pareciera que lo único que queda pendiente es que se dolaricen los salarios y se tome la decisión oficial de sustituir el bolívar por el dólar.

Los problemas económicos no tienen el mismo significado para todos. Para los hogares el problema más importante es la hiperinflación; para los exportadores es la fijación de un tipo de cambio que respalde su competitividad internacional; para el sector financiero es la liberación de las tasas de interés. La dolarización oficial no es la panacea para todos. Es necesario evaluar los costos y beneficios que genera. En el sector público y privado se tendrá que pagar los salarios en dólares, también las pensiones y jubilaciones, hasta los impuestos se pagarán en dólares.

Los críticos acusan a los partidarios de la dolarización de una visión inmediatista, que se agota en los beneficios de corto plazo y pierden de vista los costos que se pagan a largo plazo, cuando el país ya no pueda hacer un uso integral de las políticas cambiaria, monetaria y fiscal. ¿Cuál es el balance entre los pros y contras de la dolarización? ¿Son más los impactos positivos que los negativos? ¿El saldo neto es favorable para el interés nacional?

Esta pregunta es respondida por el economista Francisco Rodríguez en la última parte de la larga conversación que sostuvimos con él sobre los pros y contras de la dolarización:

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¿Para cuáles problemas la dolarización puede ser una buena solución?

@victoralvarezr

Las políticas de controles, estatizaciones y subsidios que se tradujeron en un elevado nivel de gasto público se volvieron insostenibles una vez que colapsaron los precios del petróleo y se arruinó Pdvsa.

Ante el colapso de la recaudación tributaria petrolera y no petrolera, el gobierno financió su déficit con una creciente emisión monetaria que desembocó en el principal factor propagador de la hiperinflación. Al no recaudar suficientes impuestos para cubrir el gasto público este se financió con un impuesto inflacionario.

Según el Observatorio Venezolano de Finanzas, la inflación de abril fue de 33, 4 %, para un aumento acumulado en lo que va de año de 240,5 % y una inflación interanual de abril 2020-2021 de 2840 %.

Índice Nacional de Precios al Consumidor, del OVF.

La dolarización transaccional fue forzada por la hiperinflación, que disolvió el poder de compra de los billetes y obligó a sustituirlos por la divisa estadounidense. El billete de más alta denominación es de Bs. 1.000.000 y no alcanza para comprar un dólar, cuya tasa de cambio oficial, al 12 de mayo de 2021, es de 2.824.879 al día de Bs/$.

Dólar BCV, 12 de mayo de 2021

Permitir la dolarización transaccional y financiera significó un alivio para un problema monetario signado por la escasez de medios de pago en moneda nacional y lentitud de los pagos electrónicos debido a la inestabilidad del servicio de internet.

Para no trancar el mercado interno por falta de medios de pago, el Ejecutivo permite el uso de divisas en las transacciones locales, práctica que antes era perseguida y penalizada. El propio gobierno aplica tasas y tarifas indexadas al tipo de cambio en códigos tributarios y arancelarios, a la vez que autorizan operaciones en divisas dentro del sistema financiero.

El creciente circulante de divisas que causa la dolarización transaccional presiona para que se autorice una plena dolarización de los servicios financieros y se pueda canalizar este creciente caudal de divisas al financiamiento de la producción y el consumo. La dolarización en el país ganará más terreno a medida que se dolaricen los salarios en el sector privado. Los perdedores serán los funcionarios públicos, jubilados y pensionados que reciben su ingreso en bolívares.

¿Cuáles son esos problemas para los cuales la dolarización puede ser una buena solución? ¿Cómo evitar que al día siguiente sigamos sufriendo el castigo de la inflación, pero en dólares? ¿Qué dice la experiencia internacional?

En la serie Diez conversaciones estelares con diez de los mejores economistas de Venezuela, Francisco Rodríguez nos ofrece una respuesta a estas interrogantes.

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José Guerra: El cono monetario a efectos prácticos es inservible
José Guerra aseveró que mientras no haya una corrección de fondo de la política económica, no habrá mejora en el país

Los diputados de la Comisión Delegada de la Asamblea Nacional, representada por Juan Guaidó, rechazaron la incorporación de tres nuevos billetes al cono monetario actual.

En la sesión virtual de este martes, 9 de de marzo, el diputado y economista, José Guerra aseguró que por la inflación el cono monetario ha perdido vigencia y a efectos prácticos es inservible. 

«La economía se ha dolarizado justamente por la falta de confianza en la moneda, porque al fin y al cabo la moneda es confianza», agregó.

También explicó que la emisión de los nuevos billetes por parte del Banco Central de Venezuela (BCV) refleja la destrucción del bolívar, a través de este organismo con el financiamiento monetario e inflacionario del déficit fiscal.

«La causalidad es la siguiente, Pdvsa tiene un déficit por operaciones y se financia con la emisión de un pagaré, ese pagaré lo toma el BCV y emite el dinero para que Pdvsa tenga la caja, que a la vez se traspasa el gobierno para que gaste», indicó.

Guerra aseguró que la deuda actual de Pdvsa con el BCV es de 28 mil millones de dólares, por emisión monetaria. «Esto es prácticamente cinco veces el monto de las reservas internacionales en poder del BCV, entonces es un dinero potencialmente inflacionario porque no tiene respaldo en los activos externos del BCV», dijo.

El diputado agregó que esto ha generado devaluación en la moneda y se traslada a los precios, con lo que sigue el «círculo vicioso» de mayor devaluación e inflación. «La inflación vuelve a genera una nueva devaluación y así sucesivamente hasta completar el ciclo destructivo de la moneda nacional». 

José Guerra aseveró que mientras no haya una corrección de fondo de la política económica, no habrá mejora en el país. A su juicio esta política se debe orientar a parar «en seco» la hiperinflación, saneando las finanzas públicas, una economía que genere empleos y que se generen salarios dignos y un programa social que ayude a las familias necesitadas. 

Una distracción

Para la diputada Deyalitza Aray, la emisión de estos nuevos billetes, es una distracción «y por eso tenemos que rechazarla, es un paño caliente que se le pone a una economía ya suficientemente devastada y que agudiza aún más la crisis que tiene Venezuela».

Igualmente aseguró que solo 1,9% de las transacciones se hacen en efectivo, el resto es de manera electrónica, transferencias o divisas. 

El diputado Ricardo Aponte añadió que la implementación de estos nuevos billetes, es una consecuencia del «nefasto y perverso desempeño económico del régimen». 

«Venezuela tiene la hiperinflación más larga de la historia y su ritmo de crecimiento ha sido mayor en los dos primeros meses del año», expresó. 

Venezuela: La misma hiperinflación con tres billetes nuevos
El Banco Central estrena billetes en medio de una severa escasez de efectivo. Tomando en cuenta los ocho ceros que Chávez y Maduro restaron a la moneda el nuevo billete de un millón de bolívares sería de 100.000.000.000.000, es decir, cien billones que no compran un kilo de café

 

@vsalmeron

 

El incesante incremento de los precios pulveriza la moneda y obliga a los venezolanos que necesitan efectivo a acudir continuamente al banco para retirar billetes con una exigua capacidad de compra.

En un intento por aliviar este desequilibrio el Banco Central de Venezuela pondrá en circulación a partir de esta semana tres billetes de mayor denominación: 200 mil, 500 mil y un millón de bolívares; este último multiplica por veinte al billete de 50 mil que, hasta ahora, fue el de mayor valor.

La devaluación es de tal magnitud que este billete de un millón de bolívares apenas equivale a 0,52 dólares al tipo de cambio oficial, pero por un tiempo las nuevas piezas podrían atenuar la escasez de efectivo y facilitar el pago del transporte público, una de las principales preocupaciones de los venezolanos de menos recursos.

Ante el meteórico incremento de los precios el Banco Central no fue capaz de abastecer de suficientes billetes a la economía, generando una severa escasez de efectivo que castiga a la población que no tiene cuenta bancaria, está fuera del sistema de pagos digital o utiliza busetas y autobuses.

“Con el billete de un millón de bolívares podría pagar tres pasajes, actualmente el de mayor valor es de 50 mil y necesito seis para un solo pasaje. Veremos cuántos billetes de un millón me entregan en los bancos”, dice Leticia Flores quien trabaja como cajera en un supermercado al este de Caracas.

Ante la escasez de efectivo los bancos aplican un anárquico racionamiento en la cantidad de billetes que se puede retirar diariamente en las agencias y en los cajeros automáticos.

“Mi día libre lo dedico a recorrer bancos para juntar para el pasaje, tengo que hacer colas de dos y tres horas en por lo menos tres agencias para retirar lo que necesito, ojalá ese billete del millón llegue rápido y el pasaje no aumente mucho, aquí los precios suben todos los días”, dice Leticia Flores.

El Banco Central envió un comunicado a las entidades financieras donde les indica que “la distribución especial de efectivo será realizada desde el 8 hasta el 31 de marzo de 2021”, lo que sugiere que los nuevos billetes tardarán al menos tres semanas en estar completamente disponibles.

Las cifras oficiales precisan que al cierre del 26 de febrero el efectivo representaba 1,8% de la liquidez monetaria (que aparte de monedas y billetes incluye los depósitos en la banca que se mueven por medios digitales) y en condiciones normales debería representar al menos 10%.

El Banco Central relajó las normas que restringen la liquidez para que los bancos compren los nuevos billetes con mayor facilidad.

El cohete

El mar de fondo es la hiperinflación. De acuerdo con el Banco Central de Venezuela en 2020 los precios acumularon un salto de 2.959% y en diciembre el avance fue de 77,5%. A este ritmo en poco tiempo se requerirá un fajo de billetes de un millón de bolívares para pagar el transporte público y la moneda seguirá desdibujándose. 

José Guerra, exgerente de investigación del Banco Central y miembro de la comisión de finanzas de la Asamblea elegida en 2015 explica que “al cabo de tres meses, de persistir los niveles de alzas de precios, el valor de los nuevos billetes se habrá pulverizado irremediablemente”.

Técnicamente Venezuela ingresó al túnel de la hiperinflación en diciembre de 2017. Para diagnosticar esta enfermedad la mayoría de los economistas emplea la definición que en 1956 estableció Phillip Cagan: un país sufre hiperinflación cuando la inflación alcanza 50% en un mes y culmina cuando en un período de doce meses no ha habido otro mes de 50%.

Tras no ahorrar durante el período de los altos precios del petróleo, endeudarse masivamente, no realizar las inversiones necesarias para mantener la producción petrolera y caer en una profunda recesión que merma la recaudación de impuestos, el gobierno se quedó sin recursos para cubrir el gasto y recurrió a la creación de dinero.

La economía es un juego de contrapesos y la inyección de dinero dinamitó el equilibrio entre la oferta y la demanda disparando los precios y la cotización del dólar.

En agosto de 2018 Nicolás Maduro admitió que “tuvimos que ir a la emisión de dinero para respaldar las misiones socialistas, la construcción de viviendas, el sistema de bonos, los aumentos bimensuales de salarios. Así es la vida, nos tocó jugar así”.

Inmediatamente prometió “una disciplina fiscal prusiana” para controlar la inflación, pero la caída en la recaudación de impuestos se profundizó y las sanciones de Estados Unidos, que consideran ilegítimas las elecciones en las que Maduro se reeligió como presidente en 2018, aceleraron el declive de la producción petrolera.

El ajuste

Para quitarle gasolina a la hiperinflación en 2020 el gobierno disminuyó el ritmo en la creación de dinero al punto que de acuerdo con Ecoanalítica el gasto público descendió a 15 puntos del PIB, el nivel más bajo en veinte años. Además, con severas regulaciones asfixió el crédito para evitar que la banca inyecte fondos a la economía.

El informe del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello precisa que el declive del gasto “ha ocurrido principalmente por la suspensión del pago de los intereses de la deuda pública externa, el recorte de los gastos en inversión pública, mantenimiento y adquisición de insumos, el atraso en el pago a proveedores y la caída del valor real de los salarios, pensiones y bonos del Sistema Patria”.

Pero la hiperinflación no ha cesado porque a pesar del ajuste, el déficit en las cuentas del gobierno se mantiene en 8 puntos del PIB y la administración de Nicolás Maduro, aunque en menor medida, sigue creando dinero.

En este entorno la hiperinflación, que experimentó un salto de 9.586% en 2019 perdió impulso en 2020, pero continúa fuera de control y en niveles muy elevados. Según el último informe de Focus Economics, la firma AGPV proyecta que este año acumulará un avance de 2.230% y Fitch Solutions de 2.149%.

Sin opciones

José Guerra afirma que “no hay salida a la hiperinflación porque ante la caída del ingreso petrolero y la falta de financiamiento, el gobierno tiene que financiarse con la emisión de dinero del Banco Central”.

“En promedio el gobierno recibía unos 48 mil millones de dólares por exportaciones petroleras, esto ha caído a niveles en torno a 4 mil millones y tras siete años de recesión la recaudación de impuestos es muy baja. Esto no tiene solución sin financiamiento no inflacionario que tendría que venir de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo”, agrega José Guerra.

Luis Zambrano Sequín, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y Leonardo Vera, profesor de la Universidad Central de Venezuela, escriben en un análisis que “la situación de extrema precariedad de las finanzas públicas indica que la única vía para darle a la gestión fiscal un impulso mínimo vital inicial es acudiendo al financiamiento y la ayuda internacional”. 

“Los recursos deben provenir de fondos internacionales de tipo concesional, preferiblemente, créditos puentes, donaciones y otras fuentes de recursos de desembolso rápido y sin pesada condicionalidad. Esto mientras Venezuela gestiona ante los organismos multilaterales un paquete de préstamos”, explican.

El aislamiento internacional del gobierno de Nicolás Maduro mantiene cerrada esta posibilidad y todo apunta a que la creación de dinero no se detendrá.

La digitalización

Consciente de que en poco tiempo los nuevos billetes perderán todo significado el gobierno quiere disminuir el uso del efectivo y ampliar los medios de pago digitales, en especial en el transporte público. El 26 de febrero Nicolás Maduro señaló que “tenemos una sorpresa: el bolívar digital. Ya daremos más detalles de eso”.

La idea es crear un sistema con tarjetas prepagadas que los usuarios del transporte público podrán comprar y recargar mediante pago móvil, tarjeta de débito en los puntos de venta o trasferencia bancaria. Las autoridades del Banco Central les solicitaron a las entidades financieras privadas un plan en este sentido.

La posición de la banca es que existen limitaciones importantes: deficiente servicio de internet, constantes fallas en el sistema eléctrico, población no bancarizada en una magnitud relevante y atraso tecnológico por años de poca inversión en el sistema financiero.

En el transporte público es fundamental la rapidez en el pago para evitar largas colas y retrasos en el servicio, por eso se emplean tarjetas con un chip y antena incorporada que permiten pagar con solo acercar la tarjeta a un lector. Es lo que se conoce como pago sin contacto.

La mayoría de los bancos venezolanos no tienen esta tecnología y cambiar las tarjetas actuales por las de contacto implicaría una inversión importante en momentos en que las ganancias del sistema financiero han caído a niveles ínfimos en medio de la contracción del crédito.

Resta de ceros

Convencido de que la economía había ingresado en un ciclo virtuoso, en una nueva etapa que necesitaba un símbolo suficientemente representativo, en enero de 2008 el directorio del Banco Central puso en circulación al “bolívar fuerte”, restándole tres ceros a los billetes, monedas y todos los precios de la economía.

Pero la economía tomó un camino muy distinto al señalado aquel día y el bolívar fuerte sucumbió a manos de la inflación. Ante la muerte de la moneda, la noche del 17 de agosto de 2018 Nicolás Maduro lanzó el bolívar soberano, restando otros cinco ceros.

Pero el bolívar soberano se ha hundido velozmente y la disparada de los precios hace que los equipos informáticos en las empresas y los bancos, así como los puntos de venta en el comercio, tengan severos problemas para procesar cifras con una larga fila de ceros a la derecha.

Fuentes del Banco Central explican que el gobierno contempla la posibilidad de una nueva resta de ceros durante el primer semestre de este año a fin de evitar el colapso de las transacciones.

Si los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro no hubiesen restado ocho ceros a la moneda, el billete de un millón de bolívares que comenzará a circular esta semana sería de 100.000.000.000.000, es decir, cien billones de bolívares que prácticamente no valen nada y no alcanzan para comprar un kilo de café.