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Hilary Clinton

Feb 06, 2017 | Actualizado hace 7 años
Tom Brady, campeón de la NFL y amigo de Donald Trump

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Tom Brady es una leyenda del fútbol americano, uno de esos jugadores que los fanáticos del deporte más popular de los Estados Unidos recordarán por años. Y este domingo lo volvió a demostrar nada menos que en el Super Bowl. El mariscal de campo de los Patriots fue el abanderado deportivo en la remontada histórica sobre Atlanta Falcons, en la que su equipo se impuso 34-28 después de ir perdiendo 3-28. Así, él no sólo se llevó todos los elogios, sino también su quinto título en la NFL. Pero hay una particularidad más que identifica a esta estrella del deporte y que no parece poca cosa en un país que parece resistirse a sus nuevas autoridades: es íntimo amigo de Donald Trump, el flamante presidente norteamericano.

Hace 15 años que el deportista y el empresario devenido en político mantienen una estrecha amistad. Se conocieron en 2002, poco después de que Brady conquistara su primer Super Bowl. Por su reciente estrellato, Trump lo convocó para que participara como jurado del concurso de belleza que proclamaría a la nueva Miss Estados Unidos. Inmediatamente, comenzaron a ser buenos compañeros en el campo de juego del Trump National Golf Club, un deporte que ambos eligieron para descargar tensiones. Charlas, consejos, bromas. La relación se fue afianzando con el paso de los años.

Luego de que el multimillonario empresario presentara su precandidatura para las elecciones presidenciales, Brady se mostró en público con una gorra que llevaba impresa el lema de campaña: «Make America Great Again». Y no dudó: «Apoyo a mis amigos y lo que ha conseguido Donald en su vida es notable. Ha sido un gran hombre de negocios, una estrella de la televisión y ahora quiere destacar en política. Eso es triunfar en tres mundos muy distintos, es algo a tener en cuenta».

Sin embargo, a medida que fue avanzando Trump en su campaña, Brady comenzó a alejarse de la escena política. Incluso, jamás pronunció en público a quién iba a votar, como sí lo hicieron otras figuras del deporte como LeBron James y Stephen Curry, que se manifestaron a favor de Hilary Clinton, la otra candidata. Es más: llegó a irse de conferencias de prensa para no responder sobre el por entonces candidato republicano.

En las horas previas al Super Bowl, en la clásica atención a los medios, un periodista le pidió su opinión sobre las recientes medidas migratorias de Trump, que prohibió el ingreso a los Estados Unidos de ciudadanos de siete países, la mayoría musulmanes. «¿Por qué consideran mi relación con Donald algo tan importante?», respondió el deportista, visiblemente molesto. Y sentenció: «No voy a hablar de política, no pienso hacerlo, en absoluto». Él quería hablar de historia, esa en la que ya dejó marcada su nombre.

El presidente de Estados Unidos, felicitó vía twitter a su amigo.

 

Lady Gaga impresionó

En un show considerado el más caro de la historia de los Super Bowl, Lady Gaga, impresionó a las más de 72 mil personas presentes en el Estadio NRG, en Houston, Texas y a los aproximadamante 110 millones de espectadores que vieron el show por televisión. Aquí el espectáculo.

https://youtube.com/watch?v=KrfZlktLZ78

Barack Obama afirma que tomará represalias por el 'hackeo' de Rusia en la campaña presidencial de Estados Unidos

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«Tenemos que hacer algo y lo vamos a hacer».

Eso dijo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre la supuesta interferencia de hackers rusos en las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre, en las que el republicano Donald Trump se alzó ganador.

Las declaraciones de Obama, en una entrevista con la cadena de radio NPR, surgen tras las acusaciones de EE.UU. de que Rusia hackeó los correos electrónicos del Partido Demócrata y de asistentes clave de Hillary Clinton.

El Kremlin niega las acusaciones.

El presidente electo Donald Trump también tachó las acusaciones de «ridículas» y políticamente motivadas.

Evidencia «contundente»

Las agencias de inteligencia estadounidenses aseguran que tienen evidencia contundente de que hackeadores rusos vinculados al Kremlin están detrás del ataque cibernético.

El jueves, el portavoz de la Casa Blanca indicó que el presidente Vladimir Putin estuvo involucrado en los ciberataques.

Y horas después, en su entrevista con NPR, Obama dijo: «Creo que no hay duda de que cuando un gobierno extranjero intenta impactar en la integridad de nuestras elecciones, necesitamos tomar medidas y las tomaremos, en un momento y un lugar que nosotros mismos elegiremos».

«Parte de ello quizás será explícito y será publicado. Otra parte no lo será».

Y el presidente agregó: «Putin está muy consciente de mis sentimientos al respecto, porque yo hablé directamente con él sobre ello».

Obama dejará su cargo el 20 de enero y no es claro cuáles son las medidas de represalia que Estados Unidos intenta tomar.

Las revelaciones de los correos electrónicos fueron vergonzosas para el Partido Demócrata ya que ocurrieron en un momento crucial de la campaña electoral.

La CIA concluyó que los motivos de Rusia eran promover la victoria de Trump y dañar la campaña de Hillary Clinton, pero no se ha hecho pública la evidencia sobre esto.

El presidente electo Donald Trump acusó al Partido Demócrata de fabricar la participación rusa para esconder su turbación por la derrota electoral.

También ha expresado su admiración por Putin, y la elección de su secretario de Estado, el magnate petrolero Rex Tillerson, que ha trabajado de forma muy cercana con el mandatario ruso, han causado preocupaciones.

Trump tuiteó el jueves: «Si Rusia, o alguna otra entidad, fue hackeada, ¿por qué la Casa Blanca esperó tanto tiempo para actuar?».

Sin embargo, en octubre la administración de Obama acusó directamente a Rusia de hackear sitios políticos de Estados Unidos y cuentas de correos con el objetivo de interferir en las elecciones.

Smartmatic siempre lleva su 'sanbenito', incluso en EEUU

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A la derecha, el lord Mark Malloch-Brown, chairman de Smartmatic, junto al presidente y CEO del IFES, William Sweeney.

 

Apareció Edward Snowden y decretó el terror. A cuatro días de las elecciones en EEUU, el 4 de noviembre, una denuncia (con demostraciones prácticas) sobre vulnerabilidades en el sistema de escrutinio de los votos salió a la luz en prensa abierta y digital.

Víctor Suárez

@VV_Suarez

Sonó el nombre de George Soros y se decretó el terror(ismo). También estaba circulando una petición ciudadana, firmada por más de 126 mil personas, que sería llevada al Congreso para que decidiera sobre la paralización del proceso electoral hasta tanto no fueran retiradas máquinas de votación instaladas en circuitos de 16 estados considerados cruciales, por cuanto pertenecerían a una empresa en la cual el magnate Soros tendría intereses, y que se temía que los resultados fueran inclinados a favor de su candidata Hillary Clinton.

 

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Antonio Mugica, fundador y gerente general de Smartmatic

 

El candidato republicano Donald Trump había estado reclamando durante meses que las elecciones estarían siendo «manipuladas» y advirtió a sus partidarios de que el fraude electoral podría dejarlo fuera de la Casa Blanca. Finalmente amenazó con no aceptar los resultados, a menos que ganara. Y ganó.

El asunto no comienza enteramente así. El 27 de octubre se presentó en el programa «Sala Situacional» de CNN el representante Sean Duffy, republicano por el estado de Wisconsin. Esparce rumores: «No tengo evidencia, no lo he verificado. Son artículos que he leído. Escuchamos que una de las empresas de George Soros ha proporcionado algunas de las máquinas para algunos de estos estados. Y, obviamente, el señor Soros se aferra a la izquierda … No lo he verificado personalmente todavía».

Ese comentario había sido desmentido una semana antes por el portal caza-rumores Snopes, y tres días antes por The Washington Post y Buzzfeed, luego de que había emergido en sitios conservadores tipo The Caller.

El objetivo de los aguijones multilaterales era la empresa tecnológica de origen venezolano Smartmatic, que a última hora debió hacer grandes esfuerzos legales, publicitarios y de mercadeo para disipar las dudas y desentenderse del problema, si es que lo hubiera.

 

EL SUEÑO AMERICANO

A pesar de todas sus petulancias, el sistema electoral en Estados Unidos no ha culminado de implementar el voto electrónico. Desde 2002 están trabajando en ello. El Congreso creó un Programa de Asistencia Electoral y se han estado distribuyendo fondos federales por cerca de 3.000 millones de dólares con el fin de actualizar las votaciones estatales y locales. Aunque en 2016 han sido utilizados diversos dispositivos electrónicos (computadoras con pantalla táctil) en algunas localidades, lo cierto es que tres cuartas partes de los votantes usaron papel y urna en las elecciones presidenciales. De manera que falta muchísimo para que sea culminada la transición desde el uso de aquella tarjeta perforada hasta el voto electrónico pleno, incluyendo el voto en línea. Muchos de los paseos que hacía la TV por los recintos electorales el día de la elección mostraban a funcionarios que contaban a mano papeletas depositadas en urnas de cartón.

Por el monto de los fondos involucrados, por el extenso mercado estadounidense, refinada tecnología y compleja legislación, las grandes empresas del sector hacen lobbies grandiosos para que el horizonte se les despeje 360 grados. Esperan un efecto cascada. El modelo que escoja EEUU serviría de ejemplo para otros mercados, aunque si a ver vamos muchos países ya se le han ido arriba.

En esa carrera se encuentra Smartmatic. En EEUU no ha podido entrar con la fuerza que quisiera, pero considera que se está acercando al mingo. Nació en medio de turbulencias (2000). En las elecciones venezolanas de 2004 y posteriores se le acusó de acunar fraude y de contar entre sus accionistas a personeros gubernamentales que hacían dudar de su fiabilidad. Lo ha desmentido mil veces. Sin embargo, los gobiernos de Chávez y Maduro no han dejado de blasonar: «Tenemos el mejor sistema electoral del mundo…, refrendado por el Centro Carter». En 2005 adquirió Sequoia Voting Systems, una empresa con bastante tradición en EEUU, pero una disputa sobre inversiones extranjeras (rebote de las políticas de obstrucción a China) le obligó a venderla en 2010 a la canadiense Dominion Voting Systems. A ésta fue que a la que experimentalmente le hackearon las máquinas y Snowden puso en ridículo.

Su expansión internacional ha sido notable en los últimos 8 años. De minúsculas oficinas en Caracas, mudó su cuartel general a Boca Ratón (Florida, EEUU), luego instaló oficinas comerciales principales en Londres y asentó bagajes en Barbados, Brasil, Panamá, Reino Unido, Países Bajos, Filipinas y Taiwán. Trabaja mucho en África, México y América del Sur. Mantiene un centro de excelencia en Estonia y diversifica sus objetivos empresariales hacia terrenos alejados del voto pero no del votante, como gestión de identidad (registro civil, censo electoral, proyectos de registro y autenticación biométrica de personas). Su envión más novedoso se encuentra en servicios de transporte y seguridad ciudadana para Ciudades Inteligentes (Smart Cities). Ya no sólo se sientan en sus directivas aquellos chicos que se mataban por un sorbete, sino que ha hinchado el vagón gerencial con figuras corporativas de gran ascendencia comercial y política, regional y mundial. En estos momentos su fundador y gerente general, Antonio Mugica, ni siquiera recordará que nació en Venezuela ni que su capital semilla manó de las arcas de ese país.

Uno de esos gerentes es el chairman (presidente del Consejo de Administración), el lord inglés Mark Malloch-Brown, veterano del sistema de Naciones Unidas y ministro de Estado para África, Asia y ONU durante el gobierno del laborista Gordon Brown.

 

WE THE PEOPLE

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El 21 de octubre, tres semanas antes de las elecciones, apareció una petición en uno de los sistemas digitales de recolección de firmas en torno a pronunciamientos cívicos (petitions.whitehouse.gov), en el que se pedía a la gente que respaldara lo siguiente: «We the people ask congress to meet in emergency session about removing George Soros owned voting machines from 16 states» (Nosotros, el pueblo, pedimos que el Congreso se reúna en sesión de emergencia para la eliminación de George Soros de la propiedad de máquinas de votación en 16 estados). Entre los estados señalados se encuentran Arizona, Colorado, Florida, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Virginia.

Ello, por supuesto, abrió el debate. ¿Interviene Soros en la gestión de las elecciones? ¿Las máquinas en liza son de Smartmatic? ¿Soros posee alguna parcela de Smartmatic?

La carambola entre el magnate de las finanzas mundiales George Soros y el presidente  de Smartmatic es posible establecerla debido a que éste es miembro del Consejo Global de Open Society Foundations, una red de 22 organizaciones sin fines de lucro creada por Soros que se dedica a asuntos tan dispares como la reducción de la pobreza y la resolución de conflictos. La empresa ha dicho que su lord no ha trabajado ni trabaja con, ni para Soros y que en su capital no interviene Soros. Repitió una vez más: «El señor Soros tiene cero propiedad en nuestra empresa. Smartmatic no tiene vínculos con partidos o grupos políticos en ningún país y se rige por un estricto código de ética que prohíbe a la empresa hacer donaciones a cualquier campaña política de cualquier tipo.» Esto último no se lo terminan de creer en Venezuela.

 

ESCRUTADORAS HACKEADAS

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Más tarde, a 96 horas de abrir las urnas, una empresa especialista en ciberseguridad advirtió que las máquinas escrutadoras utilizadas en California, Florida y New Jersey son vulnerables y que están expuestas a que se alteren los resultados electorales en cualquier fase de la votación. Lo demuestran. Utilizan tarjetas de memoria de 25 dólares para sobreescribir el software empotrado y así falsear los resultados. Lo hacen limpiamente.

La empresa, llamada Cylance, dijo que fueron capaces de hackear el modelo Sequoia AVC Edge Mk1. Esta es una variante de la pantalla táctil de la Sequoia AVC Advantage.

No es la primera vez que una denuncia de este tipo es publicada, sólo que ahora lo hace la revista Fortune, una de las más prestigiosas de EEUU. La revista Politico lo expuso así en una portada reciente: «Advantage es una de las más antiguas y vulnerables máquinas de votación electrónica en Estados Unidos». El artículo detallaba cómo un grupo separado de académicos también había sido capaz de hackear estas máquinas, incluso infectando a Edge con un software malicioso que la convertía en medio para jugar Pac-Man.

En la demostración de Cylance, los investigadores fueron capaces de alterar la memoria de la máquina, así como el rastro de papel que creó para cambiar el recuento de votos y registros de precintos.

Y a 48 horas de la elección apareció el vengador Edward Snowden, quien se remite a los hallazgos de Cylance, y muestra a sus 2.4 millones de seguidores en Twitter lo fácil que es hackear una máquina de votación en EEUU con una tarjeta de memoria de 24 libras. «(Las autoridades tienen) poco tiempo para remendar esta vulnerabilidad, pero todavía pueden prohibir el uso de este modelo».

Como el retintín continuaba, no había más remedio que continuar explicando.

Smartmatic tuvo que reiterar que no tenía intereses en Sequoia, que la había vendido a la canadiense Dominion, que esas máquinas no eran suyas y que, finalmente, no estaba involucrada en las elecciones presidenciales de EEUU de este año. «No estamos desplegando nuestra tecnología en ningún condado de EEUU en estas elecciones», señaló en un comunicado.

Por ahora…

El sanbenito es persistente. Sistemas no fiables, asociaciones tenebrosas o no deseables, puros rumores y campañas…

Ese chaparrón en medios y su correspondiente esfuerzo para capearlo quizá no le haya venido mal a Smartmatic. Mientras 90 millones de estadounidenses estaban votando, las mayores empresas de tecnologías electorales de todo el mundo estaban discutiendo en cónclave el futuro del universo. En el hotel Marriot Marquis, en Washington, se reunía entre el 6 y el 10 de noviembre el Programa Elecciones en USA 2016 (USEP) y la séptima Conferencia de la Asociación Global de Elecciones (GEO-7), bajo los auspicios de la International Foundation for Electoral Systems (IFES). Entre los puntos principales a discutir se encontraba la evaluación de una década de reformas electorales en Estados Unidos.

Ranqueada entre las grandes se veía a Smartmatic. Antonio Mugica, pontificando sobre la construcción de confianza en la administración electoral, y al lord Mark Malloch-Brown junto al presidente y CEO del IFES, William Sweeney.

Mientras en Caracas le embargan los bienes por un tema laboral con un empleado. El Estado le adeuda 53 millones de dólares. No se sabe si va a continuar aportando tecnología y equipos al CNE, en momentos en que se discute la posibilidad de elecciones simples o de megaelecciones. Un tema adicional para la Mesa de Diálogo…

 

Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos

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Después de una polémica campaña y un ajustado conteo de votos, el millonario Donald Trump venció a Hillary Clinton en una tensa noche electoral, con más de los 270 colegios electorales requeridos, y se convirtió en 45to presidente de Estados Unidos.

Durante horas Donald Trump lideró el conteo de los votos electorales para llegar a la Casa Blanca, por momentos parecía que la demócrata Hillary Clinton ganaba terreno en esta dura pelea por gobernar Estados Unidos, pero finalmente los estadounidenses escogieron al magnate republicano para que los gobierne durante los próximos cuatro años.

Con todo el mundo en contra y con una serie de polémicas en el camino, Donald Trump, logró convencer a los electores con sus cuestionables dichos y propuestas. A pesar de que perdió en Nueva York, ciudad de ambos candidatos, y California, estado con mayor número de colegios electorales, Trump ganó en Florida, Colorado, Georgia, Iowa, Estados clave que le aseguraron el triunfo final.

Además de ser el primer candidato en muchos años que no hace pública su declaración de impuestos, será la primera persona que llega a la Casa Blanca sin haber desempeñado antes un cargo político o haber servido en las Fuerzas Armadas.

Mientras Trump y sus adherentes celebran, las bolsas se desmoronan en todo el mundo por temor a la volatilidad que representa para el mercado el nuevo mandatario. Mientras Europa se despierta sorprendida con la noticia, en el sudeste asiático, se suceden los países que convocan sus consejos de seguridad o a sus altas instancias financieras para analizar el nuevo escenario. Marine Le Pen, la dirigente del Frente Nacional francés, fue la primera política internacional en apresurarse a felicitar a Trump. Antes lo había hecho únicamente Paul Ryan, el jefe de los republicanos en el Congreso, que había mantenido unas tensas relaciones con Trump durante la campaña, en la que ni siquiera había participado ni mostrado su apoyo.

*Con información de Deutsche Welle y BBC Mundo

Tim Kaine dice que EE UU y otras naciones deben empujar cambios en Venezuela

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El candidato demócrata a vicepresidente de Estados Unidos, Tim Kaine, dijo hoy que su país y otras naciones de la región deben presionar para que se respeten los derechos civiles y políticos en Venezuela.

La fórmula a la Vicepresidencia de la candidata demócrata Hillary Clinton señaló que es necesario que Estados Unidos «empuje» al Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, «a respetar los derechos de todos».

«Necesitamos en los Estados Unidos apoyar a la gente y trabajar juntos, especialmente con otras naciones en las Américas para empujar el gobierno de Venezuela a respetar los derechos de todos», expresó Kaine en español en una entrevista, vía telefónica desde Arizona, con una radio del sur de Florida.

Tras las suspensión hace dos semanas del proceso previo a un referendo que buscaba revocar el mandato de Maduro, la crisis política en Venezuela se ha agudizado, mientras la oposición busca reactivar dicho plebiscito o convocar elecciones adelantadas.

El senador por Virginia, que durante su juventud vivió como misionero en Honduras, aseguró a la Radio Actualidad de Miami que los venezolanos necesitan el apoyo de EE UU.

«Eso es un desastre en Venezuela, porque el Gobierno no está respetando los derechos de la gente, que tiene sus opiniones propias sobre la dirección del país», manifestó.

El demócrata, quien este jueves ofreció en Phoenix (Arizona) su primer discurso íntegro en español, cuestionó además que el gobierno de Maduro «no ha manejado bien la economía».

La campaña de Clinton ha enfatizado que tendrá una posición más «vocal o robusta» en los temas de democracia y derechos humanos en Latinoamérica, especialmente en Venezuela y Cuba, y que para ello contarán con la ayuda estratégica de Kaine.

El candidato, que viajará hoy a Florida, posee también una estrecha relación con Latinoamérica desde sus años de juventud, cuando vivió en Centroamérica.

Si Bárbara se encontrara a Trump, por Maria Alesia Sosa Calcaño

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El otro día almorcé con mi amiga María Bárbara, y como no puede evadirse en estos tiempos, hablamos de la campaña presidencial de EEUU. Ella es venezolana y también americana, tiene 31 años, y mucho antes de que empezara todo esto es seguidora de Hillary Clinton. Le gustan sus ideas, su fuerza y lo que significa que una mujer esté de igual a igual en las altas esferas del poder en su otro país.

María Bárbara es fuerte, y tiene el ímpetu de su nombre. Tiene un humor agudo, es divertida y acertada. Mientras toda la mesa hablaba de las tendencias, de las encuestas, de lo que puede pasar, de la incredulidad de un triunfo de Trump, ella se quedó un rato pensando y de repente dijo: “Si yo me encuentro a Trump, no sé si se va a meter conmigo porque soy mujer, porque soy latina, o porque tengo síndrome de down”.

Nos reímos, nos quedamos asombrados de la forma brillante en que resumió la manera de ser tan deplorable, de un personaje que aspira, nada más y nada menos, que a la presidencia de Estados Unidos.

María Bárbara es, primero, la representación de millones de mujeres. Ella también forma parte de ese grupo de personas con capacidades diferentes, de las que Trump se ha burlado en televisión. Además es latina, como los casi 55 millones que hay en Estados Unidos, y a los que Donald Trump también ha insultado y juzgado.

Trump no puede ser la decisión correcta para la presidencia, si es una persona que ataca a las minorías, por cierto, ya demasiado grandes para llamarse así. Un bully como Donald Trump no puede ser el jefe de uno de los gabinetes más poderosos del mundo. Por principio, una persona vil y despectiva no puede llevar las riendas ni de ese, ni de ningún país.

Soy fiel creyente de que el mundo está mejor que hace 50 años. Creo que a pesar de los enormes problemas y diferencias que todavía existen, hemos mejorado como ciudadanos de este planeta. Si gana la malicia, esto no puede ser sino un gran retroceso en mi humilde pensamiento.

Más allá de que el candidato no tenga experiencia en política norteamericana, me preocupa que ni siquiera tiene lo más básico que necesitamos de cualquier líder: principios.

Vengo de Venezuela, un país que se destruyó por falta de principios. No se imaginan la gravedad de estar gobernados por una persona sin escrúpulos. En mi país se institucionalizó la maldad, se premió el odio, y eso es, en gran medida, lo que nos ha destruido. El verbo del poder es determinante para construir o destruir sociedades. En los líderes, millones de personas se fijan para imitar sus modos, sus acciones, y hasta sus actitudes.

Me parece aterrador que se institucionalice el bullying en EEUU. Sobre todo, esta forma de ser de Trump no representa al ciudadano estadounidense común, que, en general, es una persona buena.

Es gravísimo que Trump hable con tanta ligereza de su posible amistad con Putin, o que crea que la Constitución de EEUU tiene 12 artículos, pero ya ni siquiera hace falta ir tan lejos. Trump es un candidato que no ha entendido los avances de inclusión que tanto le han costado a este país.

Ni voto, ni soy partidaria de Hillary Clinton, pero en esta elección, creo que es imperativo votar por la única opción con principios.

Estoy saturada de lo que ha sido esta campaña tan vulgar y superficial. Sólo espero que el 9 de noviembre haya quedado atrás y regrese la decencia, aunque sea, para guardar las formas, o para que Bárbara no tenga que preguntarse cuál sería el insulto que le dijeran si se encontrara a Trump.

@MariaAlesiaSosa

Clinton confía en que nueva pesquisa del FBI no conllevará a ninguna imputación

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La candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, se mostró confiada en que la reapertura de la investigación del FBI sobre el uso de un servidor privado de correo electrónico cuando era secretaria de Estado (2009-2013) no modifique la decisión inicial de no recomendar imputación alguna.

Clinton subrayó también que es «imperativo» que el director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), James Comey, explique el contenido de los nuevos correos que han llevado a la reapertura de la investigación.

«Pedimos al FBI que publique toda la información que tenga», dijo la ex secretaria de Estado, visiblemente enfadada tras la reapertura de la investigación a apenas 11 días de los comicios presidenciales que le enfrentan al republicano Donald Trump.

«Tienen que compartir con todo el pueblo estadounidense los datos que dicen tener», insistió la aspirante demócrata, que, sin embargo, se mostró confiada en que «sea lo que sea» lo que haya llevado al FBI a reabrir el caso «no cambiará la decisión alcanzada en junio» de no presentar cargos en su contra.

Preguntada por el origen y contenido de los nuevos correos, Clinton apuntó: «No sabemos qué creer, es por eso que le corresponde al FBI explicarnos de qué están hablando».

Alejandro Armas Oct 07, 2016 | Actualizado hace 2 semanas
Política es palabra … e imagen

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Desde su nacimiento hace poco menos de un año, este espacio ha sido usado humildemente para aportar comentarios, sobre todo, a propósito de la situación de nuestro atribulado país. Hoy, sin embargo, he optado por abordar algo que ocurre en otras latitudes, pero que no nos es completamente ajeno. Se trata de un proceso cuyo pronto desenlace tendrá consecuencias para todo el planeta. Después de todo, la designación de quienquiera que tenga las riendas de la mayor potencia económica, militar y cultural del mundo no es poca cosa. Me refiero, desde luego, a la contienda por la Casa Blanca y a sus dos protagonistas, Hillary Clinton y Donald Trump.

Para quienes sentimos inquietud ante la ya de ninguna manera descartable visión de un futuro en el que todo ese poder caiga en manos del polémico magnate, no hubo muchas buenas noticias entre agosto y septiembre. Durante ese tiempo, Clinton pareció perder una no muy grande ventaja ante su contendiente en intención de votos. Es más, varios sondeos de opinión pusieron al republicano ligeramente por encima de ella. Lo más preocupante fue que Trump iba a la cabeza en estados clave como Ohio y Florida, esos que pueden determinar el resultado de una elección presidencial en el complicado sistema indirecto norteamericano.

Por eso fue un alivio cómo terminó el primer debate entre los candidatos, que se llevó a cabo el lunes de la semana pasada. Antes de que iniciara, confieso, me sentía pesimista. Si la política, como tantos eruditos en la materia hoy se lamentan, se ha vuelto un espectáculo, esta suerte de contrapunteos argumentativos televisados puede ser considerada la cumbre de aquel showbiz, la suprema conjunción del “animal político” que para Aristóteles es el ser humano y el homo videns descrito por Sartori. Y si algo ha demostrado Trump, guste o no, es ser un showman bastante habilidoso.

Sin embargo, fue Clinton quien salió airosa del debate, según la opinión de una abrumadora mayoría de los expertos. En líneas generales, la exsecretaria de Estado se mostró más preparada para el evento y mucho más tranquila. Pudo eludir sin mayor pena los dardos lanzados por Trump. El desempeño del empresario, para ser justos, no fue considerado catastrófico, pero sí marcadamente inferior al de la abanderada demócrata, que le hizo perder la paciencia y lo puso a la defensiva en más de una ocasión, con asuntos tan variados como su supuesta evasión de impuestos, su apoyo a medidas policiales inconstitucionales y hasta sus maltratos verbales a Alicia Machado hace dos décadas.

Casi dos semanas más tarde, los efectos se han hecho sentir: nuevamente Clinton está un poco más adelante que Trump en los sondeos. Sigue lejos de poder cantar victoria, pero de todas formas es un avance importante.

Sea la política un espectáculo o no, indiscutiblemente los debates se han vuelto momentos clave en las campañas presidenciales estadounidenses. Así ha sido desde su primera realización, el 26 de septiembre de 1960. Es decir, exactamente 46 años antes del de la semana pasada. En esa ocasión los nominados fueron John F. Kennedy y Richard Nixon. Sus implicaciones le han dado a esa fecha un carácter legendario entre politólogos, especialistas en comunicación política y teóricos de la televisión.

Cuando comenzó la campaña, Nixon parecía contar con todas las de ganar. Su experiencia era evidentemente mayor que la de Kennedy. Ambos entraron al Congreso en el mismo año, pero Nixon tuvo un desempeño mucho más destacado, aunque también bastante polémico. Con solo 39 años, su partido lo designó candidato a la vicepresidencia en 1952, en una fórmula dos veces vencedora al lado del general Eisenhower. Pasó ocho años en este cargo, con un papel mucho más activo que el que había caracterizado a sus predecesores. Eisenhower le delegó responsabilidades importantísimas, sobre todo en la conducción de las relaciones internacionales en el contexto delicado de la Guerra Fría. Nixon había demostrado además ser un orador persuasivo, así que no había nada que temer ante un debate.

Pero no se preparó y el resultado le costó caro. Poco antes tuvo un accidente que le lesionó la rodilla, herida de la que no se había recuperado por completo cuando llegó el día del careo con Kennedy. Estuvo en campaña hasta unas horas antes del encuentro y no permitió que le aplicaran maquillaje. El resultado fue un Nixon que se vio frente a las cámaras agotado, pálido, sudoroso y, tal vez lo peor, tenso. Todo lo contrario a Kennedy, que estaba bronceado y se mostró con energía, pero a la vez relajado.

Esta diferencia de imágenes reforzó la percepción de que los argumentos del demócrata fueron los más sólidos. Tan es así que luego del debate, Kennedy tomó la delantera en las encuestas. Incluso llegó a decirse que quienes vieron el duelo de palabras en televisión juzgaron mayoritariamente que el ganador fue Kennedy, pero lo contrario ocurrió entre una minoría que lo escuchó en la radio. Esta tesis fue posteriormente cuestionada, pero existe un consenso en que el componente visual tuvo un impacto fuerte.

Aunque en los debates siguientes Nixon autorizó la aplicación de maquillaje y tuvo un desempeño decididamente mejor, la brecha no se revirtió. Kennedy fue electo Presidente con una diferencia de apenas poco más de 100.000 votos, una de las victorias más reñidas en la historia de Estados Unidos. Los márgenes fueron igualmente estrechos en las entidades federales que le aseguraron el triunfo, como Illinois (menos de 9.000 votos) y Texas (46.000 sufragios).

Algo atípico en la política norteamericana, después de esta caída Nixon volvió a lanzarse a la presidencia en 1968… y ganó. Cuatro años más tarde fue reelecto con el apoyo de todos los estados menos Massachusetts. Pero en ninguno de estos dos comicios debatió con sus rivales demócratas. Al parecer una de las razones fue que nunca dejó de ver aquel primer cara a cara con Kennedy como el factor decisivo en su estrecha derrota.

Hannah Arendt definía la política como el arte de resolver desacuerdos y hacer que otros compartan los mismos intereses que uno en el ámbito público mediante la retórica, en lugar de la violencia o la coerción. Es decir, la política es fundamentalmente palabra. Pero los avatares de nuestra compleja sociedad contemporánea han obligado a que también tenga un componente de imagen. Claro, idealmente la pinta refuerza al verbo, y no al contrario.

El debate entre dos o más candidatos es el episodio en el que se debe procurar una mejor combinación entre palabra e imagen. Clinton no vistió de rojo la semana pasada porque esas fueron las prendas que más le provocó usar cuando abrió su closet por la mañana. Fue una decisión cuidadosamente tomada por sus asesores, considerando lo que ella iba a decir, en qué tono iba a decirlo, e incluso el fondo que tras ella se vería en las pantallas. Parecen nimiedades, pero no lo son.

Todavía quedan dos debates más antes de la elección, que será el 8 de noviembre. Muchas cosas pueden pasar. El ganador del primer encuentro no necesariamente vencerá en los restantes. Más bien se puede esperar que el derrotado evalúe qué salió mal y contraataque con mayor habilidad. Veremos.

Posdata: Aún con dos candidatos que, a juicio de muchos expertos, dejan mucho que desear en comparación con sus predecesores, por estas tierras uno no puede sentir sino envidia al ver la verdadera política en acción. Una discusión de argumentos, no una retahíla de amenazas e insultos. Cierto, Trump en este último punto, por desgracia, ha incurrido más de una vez, pero justamente esa es una de las razones por las que su campaña ha sido tan controvertida. No es que vayamos a volvernos gringos, como dice esa terrible cuña televisiva, pero el regreso de la civilidad a nuestra política es urgente. Por primera vez en mucho tiempo ese parecer ser el anhelo de la mayoría de los venezolanos, una buena señal.

 

@AAAD25