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Cáritas detectó 427 niños desnutridos y en riesgo en 25 de sus parroquias

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En el último trimestre de 2016 la fundación Cáritas de Venezuela decidió tomarle el pulso a la seguridad alimentaria en las 25 parroquias más pobres de Vargas, Zulia, Miranda y Distrito Capital. En total procesó datos de 818 niños menores de 5 años de edad, de los cuales 202 (24,6%) presentan desnutrición aguda y otros 225 (24,6%) están en riesgo de padecerla, pues no tienen el peso adecuado para su talla.

Susana Raffalli, experta en nutrición, seguridad alimentaria y gestión del riesgo de desastres, explicó que el Sistema de Monitoreo, Alerta y Atención en Nutrición y Salud (Saman) que se propuso Cáritas pretende hacer un boletín mensual que, si bien no muestra la situación nutricional de toda la entidad, sí revela quiénes serán los niños más afectados si continúa el problema de seguridad alimentaria en el país.

Cáritas evaluó peso y talla de 1.400 niños con 3 de los 6 criterios que avala el marco de clasificación integrada de la Seguridad Alimentaria en Emergencias Humanitarias (IPC, por sus siglas en inglés), que reconocen las agencias internacionales como Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Programa Mundial de Alimentos y Fews Net.

La fundación seleccionó para este primer boletín solamente a 818 niños con edades menores a 5 años para ajustarse a este marco. El estudio determinó que los pequeños con desnutrición severa no tienen complicaciones clínicas, pero recibieron una consulta médica como parte del programa.

También evaluó la desnutrición crónica que trae retardo de crecimiento y que se comenzará a observar entre cinco y siete años. El índice se obtiene comparando la talla con la edad. La información obtenida es que 18,4% de la muestra padece desnutrición crónica.

Raffalli aclara que en Venezuela no hay hambruna. Cita como ejemplo a Yemen, Sudán del Sur y Nigeria; en este último país desapareció la franja de edad entre 0 y 5 años porque murieron de hambre.  Sin embargo, luego de obtener estos resultados sí puede precisar que la muestra vista de forma global arroja que aquellas parroquias localizadas en las cuatro entidades están en alarma, según los parámetros que establece el IPC.

Acota que esto se cataloga de esta manera porque casi 10% de la muestra tiene desnutrición aguda en sus formas moderada y severa. No obstante, se observó que  Vargas se clasifica –según la misma norma– en la categoría de crisis porque supera 10% de los niños con desnutrición, mientras que en Zulia se acerca a la emergencia, pues es de aproximadamente 15%.

Los niños menores de 2 años son el grupo de edad más afectado con una prevalencia de desnutrición aguda global de 22,1%, en comparación con el grupo de 2 a 5 años que es de 7,7%. Esta cifra indica que el problema alimentario data de al menos tres años atrás.

 

Hambruna y militares, por Ibsen Martínez

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Por detrás de todo lo que el represivo régimen que, organizado a imagen del Estado policial cubano, brinda sostén a Maduro y hace todo lo posible por negar a los venezolanos el derecho al voto, persiste la más inicua forma de corrupción, mucho más repugnante que todos los negociados de Odebrecht: el monopolio militar de la importación fraudulenta de alimentos. Dicen los expertos que hay que andarse con cuidado a la hora de usar la palabra “hambruna” y tener presente que ella no designa la mera escasez ocasional de alimentos.

Por eso aquí la invoco responsablemente: es hambruna lo que padece mi país. Una interminable y apocalíptica calamidad que lleva a miles de venezolanos no solo a hurgar en los vertederos en procura de alimento, sino a ver morir a sus hijos por enfermedades agravadas por la desnutrición.

Por eso aquí la invoco responsablemente: es hambruna lo que padece mi país

 

Si nos atuviésemos tan solo a las escalofriantes cifras que brinda el desacreditado Banco Central de Venezuela y que, tan solo para 2016 hablan de una contracción de casi el 19%, (la peor en los últimos 13 años) y de precios al consumidor que han subido en un 800%, no alcanzaríamos aún a explicarnos la hambruna venezolana.

 Ella solo ha sido posible gracias a la militarización de la importación y distribución de alimentos que ha prosperado en el curso de más de tres lustros y que ha hecho multimillonarios a centenares de oficiales de alta graduación.

Hablamos aquí de cárteles dedicados al trapicheo de dólares baratos, otorgados a dedo, y descomunales órdenes de compra de alimentos. Todo ello en colusión con mafias especializadas en crear empresas fantasma que, a su vez, sobrefacturan las compras masivas de alimentos. En muchos casos, se trata de alimentos vencidos. Para ocultar la evidencia de sus fraudulentos manejos, los generales no han vacilado en enterrar centenares de contenedores llenos de pollo y carne de res descompuestos.

Hay en Venezuela un verdadero Estado Mayor de la Cesta Básica que solo destaca por sus corruptelas

 

Se benefician estos desalmados del desastroso control de cambio de divisas instaurado por el protervo superministro de economía chavista, Jorge Giordani.

Este saqueo de los fondos públicos provenientes del negocio petrolero, justificado en su momento por el mismísimo Chávez con una política, pomposamente bautizada como de “seguridad alimentaria”, ha andado desde el inicio de la mano con el sistemático desmantelamiento del aparato productivo privado.

La idea subyacente era “quebrarle el espinazo” a la agroindustria privada y facilitar la forma más abyecta de sujeción de las mayorías, concebida por el socialismo del siglo XXI: controlar el acceso universal a los alimentos.

Chávez encomendó esa tarea a los militares. Maduro ha ido aún más lejos y designado un general encargado de asegurar el suministro de cada rubro básico. Así, hoy Venezuela cuenta con un General Harina de Maíz Precocida, un General Azúcar, otro General Café, hasta completar un verdadero Estado Mayor de la Cesta Básica que solo destaca por sus corruptelas.

Un detallado informe, elaborado por la Associated Press, afirma que un solo contrato, de más de 52 millones de dólares para importar maíz amarillo el año pasado, pudo reportar al Ministro del Poder Popular para la Alimentación, general Rodolfo Marco Torres, un sobreprecio de 20 millones de dólares.

Dos compañías, con toda la traza de ser fantasmas, la una panameña y otra radicada en un dirección inexistente del Brasil, transfirieron a una cuenta ginebrina, controlada por cuñados del anterior General Alimentación, Carlos Osorio, cinco millones y medio de dólares. No son casos aislados.

Maduro, atento a preservar la honradez de los que llama “motores económicos”, ha designado recientemente al general Osorio como veedor de la transparencia de estas operaciones al grito de “¡Chávez vive, la lucha sigue!”.

 

@ibsenmartinez

El País 

 

Sesos fritos, penuria y patria, por Ramón Hernández

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En algún recóndito rincón de la memoria pudiera estar el característico chisporroteo de los huevos al freírse en aceite bien caliente. Es parte de las vivencias de la infancia en noches de lluvia y frío, sin electricidad y bajo la luz de una vela. Aceite no hay y no es posible meter la mano debajo de la gallina y ser gratificado. Los gallineros verticales y de cualquier otra posición fueron un gran engaño. No habiendo cómo alimentarlas, son sacrificadas y devinieron en alimento efímero e insuficiente.

Ahí está. Venezuela es el país con las más grandes reservas petroleras del mundo. Sobrevivimos miserablemente en un emporio de recursos económicos. Hacia donde dirijamos la vista encontramos territorio para sembrar y criar ganado, también para instalar industrias y desarrollos turísticos para capitalizar bellos paisajes y playas únicas. Su gente es emprendedora, solidaria, perseverante y avispada. Sabe correr riesgos y no se le enfría el guarapo, pero es romántica o ingenua: cree en cuentos de hadas y en magos de capa, bastón y chistera, o cuando menos en alocuciones y fábulas de gendarmes anacrónicos y autocondecorados, codiciosos y ávidos de meter la mano en la bolsa ajena.

En menos de 17 años, la nación con más futuro en Hispanoamérica, recibió más de tres trillones de dólares y sus gobernantes los despalillaron en relojes, culto a la personalidad, camionetotas, bienes raíces en el exterior, vinos caros y putería, ahora con el peso del fracaso sobre los hombros y sin haber conjugado en presente ninguno de los muchos verbos que ofrecieron en futuro, se les reconoce como una auténtica calamidad, como una banda de hampones, una turba de saqueadores sin corazón ni sentimientos humanitarios, que han sumido en la peor penuria al pueblo, a los sectores populares, a la población más indefensa y desprevenida. Los niños mueren de hambre, por falta de una vacuna o un catéter que costaría apenas centavo de dólar, aunque les repiten que ahora (?) son dueños de las reservas petroleras más grandes del universo.

Cuando todavía había tiempo para evitarla, los sobrios se espantaban al escuchar la palabra “hambruna”, pero ¿cómo llamar la “desasón” de los millones de personas que pagan horas de plantón bajo la lluvia o una pepa de sol, Nicolás, para adquirir la harina precocida, el arroz y la mantequilla que iban a sobrar con las expropiaciones –extorsiones– de Loyo y Jaua, y las tomas de las torrefactoras y demás usinas por los obreros para que finalmente se beneficiaran burócratas y militares que se dicen bolivarianos. Lenin se dio cuenta del fracaso del socialismo, también Stalin, Mao y Fidel, pero no se atrevieron reconocer su equivocación ni a hacerse responsables de tantas muertes, ¿tampoco los de aquí? Vendo libro de antipsiquiatría para atajar esta locura.

 

 

@ramonhernandezg

El Nacional

ElPais.ES Oct 11, 2016 | Actualizado hace 8 años
La desnutrición severa asoma en Venezuela

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Saraí Díaz ha improvisado un nudo en el pantalón para ajustarlo a su cintura. Dos meses antes —y con cuatro tallas más—, esta mujer abandonó la frenética búsqueda de alimentos en los supermercados para confinarse en el hospital José Manuel de los Ríos en Caracas porque su hijo, Aarón, enfermó. “Tenía fiebre, diarrea, vómitos y no comía. Creí, al principio, que era un virus”, dice. Sin embargo, el diagnóstico clínico —el mismo por el que otros 79 niños han acudido este año al hospital capitalino— fue desnutrición severa. Aarón, el bebé de cuatro meses y de 4 kilogramos, forma parte ahora de una estadística que refleja las consecuencias del hambre en Venezuela.

En el José Manuel de los Ríos, el principal hospital público especializado en pediatría en Venezuela, se atendió un promedio anual de 30 niños con desnutrición grave entre 2012 y 2013. “La cifra se ha elevado. Creemos que el incremento obedece a la crisis del país”, dice la doctora Ingrid Soto, jefa del servicio de Nutrición del hospital.

La desnutrición no cuenta con indicadores actualizados en Venezuela. El Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef, por sus siglas en inglés) reveló en un informe publicado recientemente que el 3,4% de los niños de este país caribeño padecía desnutrición en 2013. El último año del que el Gobierno del presidente Nicolás Maduro ofreció estadísticas al organismo internacional.

La erradicación de la desnutrición fue una promesa del sucesor de Hugo Chávez. Cuando Maduro llevaba seis meses como presidente de Venezuela —en octubre de 2013—, juró que en 2019, al final de su mandato, habrían desaparecido la desnutrición y la pobreza en el país. La pobreza extrema entonces se ubicaba en un 5%, pero el Instituto Nacional de Estadísticas ha admitido que subió al 9,3% en 2015. La crisis económica ha impactado sin freno en la dieta de los venezolanos. O, por lo menos, así lo refleja la empresa de análisis Datos al indicar que el 90% ha reducido su compra de alimentos. Asimismo, un estudio elaborado por la caraqueña Universidad Católica Andrés Bello señala que uno de cada 10 venezolanos comió dos o menos veces al día el año pasado.

El bebé de Lorena Sarmientos, al igual que el de Saraí, depende de dos fórmulas lácteas (Alfaré y Althéra) para recuperarse de la desnutrición severa. Pero la crisis ha provocado escasez de estos productos, hasta tal punto que un 63% de los servicios pediátricos de Venezuela no los tienen.

Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, ha ofrecido ayuda al país sudamericano ante lo que considera una crisis humanitaria por las dificultades del Estado venezolano para cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos. Pero el Gobierno la ha rechazado. “Tenemos problemas, pero no estamos en una crisis humanitaria”, dijo Rafael Ramírez, embajador de Venezuela ante la ONU, en agosto.

En una diminuta cocina, Jorge Camperos, un administrador contable, dice que recurre al ingenio para enfrentar la adversidad. Con huesos de res y algunas hierbas prepara un caldo para el almuerzo. Otros días, simplemente, se alimenta con mangos. “En mi familia estamos más flacos porque no hay comida para todos”, agrega.

Puñaladas traperas, por Marianella Salazar

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Mientras el país se hunde en la hambruna y la violencia, y el narcorégimen se mantiene a flote a través de un fraudulento TSJ y un servil CNE, sorpresivamente aparece una encuesta sobre posibles candidatos presidenciales de oposición que enciende una polémica, inoportuna, porque resiente la Unidad y desvía la atención de la necesaria movilización nacional para exigir que el referendo revocatorio se realice este mismo año. Haber puesto  sobre la mesa el tema de las candidaturas presidenciales no tiene otro objetivo que torpedear el revocatorio, como pretendió hacer el régimen y algunos de sus aliados, infiltrados en la MUD, con la pantomima de un diálogo absolutamente fracasado y desenmascarado.

La semana pasada, la firma Datanálisis publicó una encuesta en la que coloca al diputado Henry Ramos Allup con puntos de ventaja sobre el preso político Leopoldo López y el gobernador Capriles, un hecho factible por las características mediáticas del presidente de la Asamblea Nacional, que ostenta un cargo circunstancial hasta el 4 de enero de 2017, cuando deba entregar la presidencia al diputado Julio Borges, según acuerdos de rotación pactados previamente en la MUD. La misma encuestadora ubica en segundo lugar al gobernador del estado Lara, Henri Falcón, superando también de manera abrumadora los sólidos liderazgos de Capriles y López. Algo inverosímil. El gobernador Henrique Capriles, a sabiendas de que lidera la mayoría de los sondeos de opinión, no pisa el peine de Datánalisis, declara que no hay un camino más rápido para salir de esta dictadura que el revocatorio, y resalta la extemporaneidad del tema electoral. Una lección de madurez para algunos políticos de más experiencia, que en lugar de estar pensando en sus proyectos personales –aunque sean legítimas sus aspiraciones– deberían abocarse a la planificación de un gobierno de transición y verdadera unidad nacional, integrado por los mejores venezolanos, académicos, profesionales y gente de intachable y meritoria trayectoria.

En declaraciones a El Nacional, Capriles afirmó que ha visto cuatro encuestas “y las cuatro son distintas en la valoración de los liderazgos de la oposición”. Adelantar un debate sobre las encuestas es un “autosuicidio” en primavera, no conviene sino a quienes necesitan armar sus propias plataformas electorales y parecer viables.

 

Manipulaciones vs encuestas

 

La utilización de las encuestas recuerda la campaña electoral de 1998, que fue una suerte de desaguisados y de puñaladas traperas. Las encuestadoras no hicieron otra cosa que dar tumbos; precisamente Datanálisis fue la primera en publicar los datos que bajaban drásticamente a la alcaldesa Irene Sáez, que lideraba todas las encuestas, y reveló una impensable subida del entonces comandante Chávez, quien con un leve 4% en intención de voto y un descomunal rechazo popular comenzó a subir como la espuma. Aunque primero solo haya sido en el papel.

Entonces Copei retiró el apoyo a la ex miss Universo y se tiró en los brazos de Salas Römer –Frijolito–; por su parte,  Acción Democrática, a solo pocos días para las elecciones, le quitó la candidatura al caudillo Alfaro Ucero y hasta lo expulsó de sus filas para respaldar a Henrique Salas Römer,  a quien consideraban el único capaz de derrotar a  Hugo Chávez. La verdad es que miles de adecos votaron por el “angel vengador” que representaba el fracasado golpista, para desquitarse de aquella traición del “cogollo” adeco. El monstruo creado entonces por las encuestadoras logró capitalizar la antipolítica generada por la crisis terminal del bipartidismo y se volvió el más mediático de los candidatos del momento. El resto es historia.

 

@AliasMalula

El Nacional 

 

 

Trabajadores de Corpoelec denunciaron ante el Parlasur que viven entre la miseria y la hambruna

Corpoelec

 

Norma Torres, trabajadora de Corpoelec, denunció que los empleados de la empresa estatal viven entre la miseria y la hambruna. Agregó que no están garantizando el derecho esencial de la alimentación a los trabajadores.

“No todo lo que dice Motta Domínguez y lo que sale en la página es real”, agregó la representante de la compañía eléctrica durante el foro Desafíos de la Integración Energética del Parlasur.

Señaló que varios ingenieros venezolanos, graduados en el exterior, han sido excluidos y reemplazados por trabajadores cubanos.

Por último, instó a los miembros de Mercosur a tratar estos problemas con los trabajadores y profesionales de las empresas.

En el foro participan los parlamentarios ante el Parlasur de Argentina, Brasil y Uruguay.

Venezuela con hambre por Carlos Nieto Palma

Colas

 

Venezuela tiene hambre de muchas cosas en este momento, de eso no hay dudas, hambre de libertad, hambre de justicia, hambre de respeto a los derechos humanos y una cantidad de cosas más, pero en estos tiempos una de las más graves es el hambre de comida como nunca la había pasado, en Venezuela no hay que comer y es una gran realidad que el régimen se niega a aceptar y como siempre buscan achacarle la culpa a alguien, ahora es una supuesta guerra económica que se han inventado solo con el propósito de buscar responsables donde no hay.

Para que nos demos una idea del caos que vivimos para conseguir alimentos es bueno darle un vistazo a las cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en el año 2015 ocurrieron en Venezuela 1.064 protestas solo por escasez y desabastecimiento de alimentos y en lo que va de este año tenemos 102 protestas en enero, 129 en febrero y 107 en marzo para un total de 338 protestas solo en el primer trimestre del año. Igualmente ocurrieron en el primer trimestre de 2016: 107 saqueos e intentos de saqueo de los cuales el 81% fue contra transportes, camiones y gandolas de alimentos y bebidas.

Un panorama nada alentador aunado a que la gran mayoría de los que vivimos en este país pasamos largas horas del día haciendo colas para ver si podemos abastecernos de algún alimento para llevar a nuestros hogares y darle comida a la familia, cosa que en la mayoría de los casos resulta infructuosa y volvemos a nuestras casas con las manos vacías.

Que de conformidad con lo establecido en el artículo 305 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor. La seguridad alimentaria se alcanzará desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna, entendiéndose como tal la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola. La producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la Nación. A tales fines, el Estado dictará las medidas de orden financiero, comercial, transferencia tecnológica, tenencia de la tierra, infraestructura, capacitación de mano de obra y otras que fueren necesarias para alcanzar niveles estratégicos de autoabastecimiento. Además, promoverá las acciones en el marco de la economía nacional e internacional para compensar las desventajas propias de la actividad agrícola”.

Dieciséis años después de promulgada nuestra Constitución la seguridad alimentaria es una fantasía y los que aquí vivimos cada día tenemos menos que comer. Ya no basta hacer grandes colas para conseguir alimentos sino que simplemente no hay alimentos y esto indudablemente deteriora la calidad de vida de todos los que aquí vivimos.

Para la Organización Mundial de la Agricultura y la Alimentación (FAO) la seguridad alimentaria existe “cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana”. Es evidente que según dice la FAO en Venezuela no hay seguridad alimentaria en Venezuela, aunque nos resulta poco entendible como esta institución ha reconocido en dos oportunidades “los avances que gracias a la Revolución Bolivariana, han permitido erradicar el hambre en el país” esto fue en 2012 y 2015. Inclusive de acuerdo con palabras del representante de la FAO en Venezuela en 2105, “ya el hambre en Venezuela no es un problema” y este es un importante logro del Gobierno Bolivariano.

No sé qué pensaran de esto mis lectores, las madres que pasan horas y horas buscando leche para sus hijos o pañales, donde por cierto les piden partidas de nacimiento, ecos a las que están por dar a luz y una cantidad absurda de requisitos que por cierto el Defensor del Pueblo en declaraciones recientes, dijo que no conocía esta situación, a pesar de las muchas denuncias que desde los medios de comunicación social se han hecho, tal vez eso no lo leyó nunca.

Según el profesor de la Universidad de Los Andes Alejandro Gutiérrez en un análisis publicado recientemente en el portal web Prodavinci: “La seguridad alimentaria de los venezolanos se ha deteriorado a medida que ha disminuido la captación de renta petrolera. También que las políticas gubernamentales perdieron efectividad, revelándose incapaces para asegurar crecimiento económico sostenido y reducir la pobreza. Igualmente, se concluye que de continuar las tendencias recientes de reducción de ingresos petroleros y el marco de políticas económicas y de calidad institucional, la seguridad alimentaria de los venezolanos continuará empeorando en 2016, al reducirse la disponibilidad y el acceso físico y económico a los alimentos. Vistas las cifras de los estudios recientes sobre el rápido crecimiento de la pobreza extrema y el hecho de que la mitad de los hogares no tiene ingresos suficientes para cubrir el costo de la canasta alimentaria normativa, también puede afirmarse que estamos en una situación de crisis alimentaria que requiere de acciones urgentes”.

Estamos ante una crisis alimentaria que no se resuelve vendiendo bolsitas de comida en los sectores populares y más cuando es un problema que lo vive la población en general, clase alta, media y baja, sin exclusión, los que estamos en Venezuela cada día tenemos menos cosa que comer, sin hablar de los altos niveles de inflación a que estamos sometidos.

Aunado a esto la revolución creo un nuevo grupo de trabajo: los bachaqueros, con los que puedes conseguir los alimentos que no hay en ningún otro sitio a precios en algunos casos superior al 8.000 % de su costo. A pesar de que los bachaqueros están plenamente identificados y pueden ser visto exhibiendo sus artículos en cualquier lugar, no hay por parte del régimen ningún interés en que esto se acabe, tal vez podría haber algo de complicidad entre algunos funcionarios y estas personas para que los dejen trabajar.

Cada día que pasa los venezolanos pasamos más hambre, no hay comida y por lo tanto nada con lo que uno se pueda alimentar, hay artículos que simplemente desaparecieron del mercado y ya hasta su sabor se nos ha olvidado, sin embargo el régimen en su afán de ocultar lo que no puede, solo le echan la culpa a una supuesta guerra económica, mientras la hambruna sigue y se extiende a hospitales, cárceles, etc., a pesar del Decreto de Emergencia Económica que para nada ha servido para solucionar el caos alimentario ni sancionar a los bachaqueros, mientras el hambre continua.

@cnietopalma

cnietopalma@gmail.com

 

El Nuevo Herald: Venezuela, en el umbral de la hambruna y el default

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El colapso del mercado petrolero está empujando al régimen de Nicolás Maduro cada vez más cerca de una moratoria del pago de la deuda externa, que comienza a lucir como inevitable ahora que el precio del barril está cerca de los $20, dijeron analistas.

Y la sostenida caída de los precios del petróleo amenaza con agudizar aún más los ya asfixiantes problemas de la población, que tiene grandes dificultades para encontrar alimentos y medicinas en las tiendas.

Los precios de la cesta venezolana de petróleo, compuesta principalmente por crudos pesados menos apetecibles, promedió $21.65 por barril la semana pasada, nivel inferior a los $45 que según algunos analistas requiere el régimen de Maduro para poder cumplir con las obligaciones externas del país en este año, manteniendo los actuales niveles de desabastecimiento.

En caso de que el precio siga por debajo de los $30, la posibilidad de que el régimen incumpla con el servicio de la deuda de $70,000 millones —entre los bonos de la República y los de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA)— sería inevitable, advierten expertos.

Para Russell Dallen, socio gerente de Latinvest Group Holdings, la medida es inevitable.

“Ya la interrogante es, ‘¿en qué momento Venezuela va a declarar una moratoria este año?’, ya no es si irá a hacerlo”, dijo Dallen.

Según los cálculos de Dallen, un precio promedio de $25 por barril multiplicado por un volumen de exportación de dos millones de barriles diarios —volumen que probablemente es muy superior al que realmente exporta Venezuela— le daría un ingreso bruto de $18,000 millones anuales.

A ese total, sin embargo, habría que restarle un costo de producción estimado por el propio ministro de Energía y Petróleo, Eulogio Del Pino, de $13 por barril, equivalentes a $9,490 millones para todo el año, dejando un saldo de solo $8,510 millones para cancelar los más de $10,000 millones requeridos año para el servicio de la deuda en el 2016.

 

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