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ONU ejecutó casi $ 66 millones para luchar contra el hambre en Venezuela
Un informe del organismo dio cuenta de que se invirtieron 49,3 millones de dólares en el área de salud y bienestar y 47,7 millones en educación, entre otras cantidades menores para un total de 187,5 millones de dólares «ejecutados por la ONU con base en lo reportado» en el marco de cooperación 

 

El informe anual de la Organización de Naciones Unidas (ONU), divulgado el 12 de junio, reveló que el organismo gestionó, en 2022, 65,9 millones de dólares para luchar contra el hambre en Venezuela. El documento detalla, además, los aportes hechos a sectores como la salud y la educación.

Para el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número dos, que llama a los países a poner fin al hambre en el año 2030, la ONU «ejecutó» 65,96 millones de dólares en 2022 a través de 46 proyectos, señala el escrito, en el que no se explica la procedencia de los fondos.

Asimismo, se invirtieron 49,3 millones de dólares en el área de salud y bienestar y 47,7 millones en educación, entre otras cantidades menores para un total de 187,5 millones de dólares «ejecutados por la ONU con base en lo reportado» en el marco de cooperación.

La organización considera que en 2022 hizo tres «grandes aportes» para el logro de los ODS en el país: «llegar a las personas más vulnerables» con algún tipo de asistencia, apoyar la recuperación socioeconómica -luego de ocho años de contracción- y «contribuir al diálogo social y abordar los derechos humanos».

Trabajadores protestaron contra los «salarios de hambre»  

El pasado 1 de mayo, trabajadores del sector educación, salud, y la administración pública tomaron varios puntos de Caracas para protestar y exigir ajustes en los salarios y mejores condiciones laborales.

Los diferentes gremios se manifestaron por los «salarios de hambre», recordando que el sueldo mínimo y las pensiones no se ajustan desde marzo del año 2022 y actualmente equivalen a unos cinco dólares.

«No quiero show ni comiquita, yo lo que quiero es que me paguen en divisas», fue la consigna que entonaron los trabajadores públicos en Caracas, quienes se concentraron en Chacaíto, específicamente en la Torre Credicard.

Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras de Caracas, se dirigió a los manifestantes con un megáfono expresando que en Venezuela debe haber recursos para la salud.

«Si en Venezuela hay dinero para los corruptos, tiene que haber dinero para los que día a día exponemos nuestra vida por la salud de los venezolanos», señaló Contreras en la manifestación.

Docentes de Guarenas, Guatire, y Araira (estado Miranda) se trasladaron a Caracas para participar en la manifestación para exigir ajustes salariales con motivo del «Día del Trabajador».

Asimismo, trabajadores de Apure, Guárico, Mérida, Monagas y Táchira, entre otras regiones, también salieron a protestar.

Con información de EFE

ONU: 6,5 millones de venezolanos padecen hambre
Una investigación de las Naciones Unidas halló que el 4,1 % de los niños menores de 5 años en Venezuela sufre desnutrición aguda

 

El informe «Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina 2022», elaborado por varias agencias de Naciones Unidas y publicado el 18 de enero, reveló que cerca de 6,5 millones de personas padecen hambre en Venezuela.

«En Sudamérica, Venezuela tuvo la mayor prevalencia de subalimentación (22,9 %), que en números absolutos equivale a 6,5 millones de personas», señala el escrito que utiliza estimaciones de la media de los años 2020 y 2021.

La prevalencia de subalimentación, explica el informe, es un indicador que capta «un estado de privación de energía que dure más de un año», por lo que representa el número de personas que se acuestan regularmente con hambre.

«Una mirada a las tendencias del hambre en los países de la región muestra que el hambre aumentó significativamente en Venezuela, en 18,4 puntos porcentuales, es decir, 5 millones más de personas con hambre entre los períodos 2013-2015 y 2019-2021», prosigue el análisis.

La investigación también revela que el 4,1 % de los niños menores de 5 años en Venezuela sufre desnutrición aguda, «una condición que pone en peligro la vida» de los infantes y que es «causada por una ingesta insuficiente de energía y nutrientes, una mala absorción de energía y nutrientes o una enfermedad frecuente o prolongada».

«La emaciación o desnutrición aguda es una de las formas más críticas de malnutrición en la primera infancia, ya que se asocia con un alto riesgo de mortalidad si los casos no son identificados y tratados adecuadamente de manera oportuna», agrega el escrito.

El informe fue elaborado por las agencias de la ONU para la salud (OMS), alimentación y agricultura (FAO), la infancia (Unicef), el desarrollo agrícola (FIDA) y el Programa Mundial del Alimentos.

Desnutrición aguda afecta a más de 8.000 niños venezolanos

Un total de 8.199 menores de 5 años fueron diagnosticados con desnutrición aguda en Venezuela, entre enero y agosto de este 2022. Así lo reveló el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), publicado el 13 de octubre.

«Hasta agosto de 2022, 8.199 niños y niñas menores de 5 años identificados con desnutrición aguda recibieron tratamiento adecuado en los servicios de salud y en espacios comunitarios», dice el informe. Sin embargo, el documento no detalla el número de infantes evaluados en los primeros ocho meses de 2022.

Durante ese período, la ONU y sus socios atendieron a 344.300 personas en asuntos relacionados con nutrición. De este grupo, casi 4.600 eran mujeres embarazadas y en período de lactancia que presentaban bajo peso y «recibieron suplementación nutricional para mejorar su estado».

«La interrupción de la cadena de suministros global y las congestiones del mercado logístico internacional han ocasionado retrasos en la llegada de los insumos para suministrar el tratamiento a los niños y niñas con desnutrición aguda en los centros apoyados por Unicef y los socios», indicó la organización.

Información de EFE

Armando Martini Pietri Sep 02, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Hambre
El comunismo debe ser declarado delito universal. No ha habido ideología más genocida, por el hambre que produce

 

@ArmandoMartini

Sensación física dolorosa e incómoda, causada por la exigua ingesta de energía alimentaria. Se hace crónica cuando no se consumen cantidades adecuadas y regulares de calorías para llevar una vida normal y saludable. Escasez generalizada de comida, causando malnutrición, epidemias y aumento de mortalidad.

La palabra “hambre” se refiere al estado general de carencia e inseguridad alimentaria que afecta a la población. La desnutrición es el resultado fisiológico del hambre o la enfermedad revelando un déficit de macro y micronutrientes.

La conocemos bien, la vivimos, nos acompaña, estamos acostumbrados, la sentimos a diario dos, tres veces. No hay nada más frecuente, invariable y vigente en nuestras vidas que el hambre. 

Entre esa apetencia repetida, cotidiana, reiterada, diariamente saciada que experimentamos, y el hambre desesperante, hay un mundo de diferencias y desigualdades. Ha sido, desde siempre, la razón de cambios sociales, progresos técnicos, revoluciones y contrarrevoluciones. Nada ha influido más en la historia de la humanidad. No hay enfermedad o guerra que haya matado más gente. Ninguna plaga sigue siendo tan letal y evitable que el hambre.

Existen casi 900 millones de personas con dificultades, desasosiegos, horizontes cortos y desesperación porque no comen lo suficiente. Aprenden a vivir con esa carencia. Desidia e indiferencia sin esfuerzo, ombligos relucientes. Anualmente nueve millones de habitantes mueren de hambre y desnutrición, es decir, un Holocausto y medio.

Otros tipos de hambrunas son la ética, la moral y la política. Producto del complot, trajín, maniobra; de incompleta nutrición manipulada, conviviente. Falta de bienestar, pocos privilegios, escasez de nutrientes metálicos y desesperación por incentivos casi siempre resultado de la pobreza intelectual, sinvergüenzura, ego desaforado y desmedida ambición politiquera; de la miseria y deterioro progresivo de principios y valores que impiden razonar con claridad y calidad adecuada. En especial a los jóvenes envejecidos que se dejaron conquistar, comprar por barbilampiños vetustos, mozos viejos y decrépitos para desempeñarse con normalidad.

Hay lo que se llama “trampa de la pobreza”. En síntesis: los pobres tienen hambre y su hambre los atrapa en la pobreza. ¡Solo el hambre tiene causas; la pobreza, efectos! El comunismo debe ser declarado delito universal. No ha habido ideología más genocida por el hambre que produce.

La dirigencia venezolana debería tener por lo que hizo con sí misma esa desazón que tiene el creador cuando da un paso atrás, observa su obra y ve una porquería. Callado, el asco se acumula, se amontona. Como el hambre.

Las “elecciones” regionales no resuelven –ni de lejos– la crisis de Venezuela pero sí –de cerca– las finanzas a muchos políticos. La debacle de la falsa y cohabitante oposición, al fin se quitó la máscara. Ha decidido sincerarse, unir su destino al régimen castrochavista. Se han fusionado en la estafa electoral. Y nuestro deber, obligación, es enfrentarlos, promoviendo el derecho constitucional de no participar, que en dictadura significa desobediencia.

Los farsantes ávidos de poder simularon ser oposición. Aprovecharon el hambre ciudadana por la libertad y democracia. Engañaron, mintieron descarados, erráticos con premeditación y alevosía; o quizás fue un plan preconcebido, ahora develado. Aun así, los fementidos se burlan de la sangre derramada y llaman intrigantes divisionistas a quienes han denunciado sus fechorías.

Sin rendirse, ni bajar la cabeza, el honor está en seguir luchando por el país. No hay dinero que compre dignidad. Solo compra la traición. La peor desgracia de Venezuela es que, en el mismo tiempo histórico, coincidió un régimen corrupto, cruel y ruin con una dirigencia corrompida, embustera, mezquina. Venezuela tiene hambre. Se desagua cerro abajo, se ahoga entre barro, desechos, pésimos servicios públicos, pobreza, coronavirus, sin internet, gasolina, diésel ni gas doméstico. La peor situación en un siglo.

Y solicitan respeto, que nunca dieron. Sin embargo, no se trata de respeto o irrespeto. Participar es una afrenta a la ciudadanía honorable, a los encarcelados y torturados por razones políticas, a los exiliados por la tiranía. Y en cualquier caso, a quienes cometen perjurio no se les respeta.

Es el resultado del castrismo, Chávez, Maduro, PSUV y MUD/PUV, haber llevado a Venezuela a la peor condición del mundo, a la anegación de ceguera política. Tiendas lavadoras de divisas mal habidas y un pueblo ahogándose en un mar de miseria, enfermo y con hambre.

Con esa dictadura de corrupción e ineptitud la otra minoría, de opositores hambrientos de codicia y cargos de presupuestos controlados por «protectores» que solo rinden cuentas a la tiranía. Nada bueno saldrá de México, menos de retorcidas elecciones.

Algo sí resultará de ambos eventos: una Venezuela peor.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Orlando Viera-Blanco Abr 06, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Que coman pasteles...

Cuando una sociedad permuta los linderos de la piedad por la futilidad, no es solo el régimen [que lo propicia] quien está en problemas. Lo estamos también los indiferentes, los impasibles

 

@ovierablanco

Cuenta la historia que María Antonieta, consorte del rey Luis XVI de Francia, en medio de su opulencia y extravagancia, preguntó a una doncella de palacio: ¿por qué tantos harapientos en las calles de París? ¡Porque están buscando pan para comer y mueren de hambre su majestad! respondió la damisela. Pues, qu’ils mangent de la brioche, (que coman pasteles) respondió la reina. 

Aunque se dice que María Antonieta jamás lo expresó, así lo reseña Jean Jaques Rousseau en su tratado Las confesiones de 1782. En todo caso una respuesta de los ilustradores a la frivolidad de Versalles en una época de inmensos contrastes entre una vida arrojada entre jardines y nobleza vs. la trata inmisericorde de los siervos. Venezuela, a 231 años de la Revolución francesa, atraviesa su propia versión de versallinos vs. miserables. 

Una mácula llamada apariencia

Venezuela ha entrado en una espiral de aparente normalización. Una mota muy delicada, por banal e ilusoria. Sin dejar de reconocer el derecho a vivir una vida normal y alegre, propia de la naturaleza humana, más por haberla sudado con honestidad y después de mucha inestabilidad. Otros se exhiben buchones y embriagados de lujos, descaradamente faustos, por emanar tal holgura de una expoliación sin precedentes a los tesoros de la nación.

Una clase celestina se emborracha de una dolarización desatada y provocada por un régimen que pulverizó nuestro bolívar como signo monetario. Sin productividad y con una inflación incontenible e inmanejable, la decisión fue jugar a una economía golondrina, insubstancial, lisonjera, que ha disparado una vida encapsulada de mil y una noches, de Humboldt, Ferraris y “VIP Club”. Un microcosmos ciclópeo y cleptócrata que lanza una bofetada a una Venezuela mayoritariamente mísera (95 %), donde al menos 10 millones de venezolanos están por debajo de los umbrales proteicos según informes de la OMS.

Entretanto un Estado ausente de un plan de vacunación serio -que al ritmo que va tardaría 50 años en vacunar a la población- deja correr una política de laissez faire, laissez passer; un sálvese quien pueda en tierra sodomizada, donde unos se contagian de COVID-19 en sus rumbas enchufadas, mientras otros se infectan en los vagones de un metro atiborrado. Dos venezuelas, donde una muere de mengua y otra embriagada de una falsa revolución. Pues qu’ils mangent de la brioche [que coman pasteles]. Una maca de frivolidad y apariencia donde al desposeído ni lo ignoro….

Esa Venezuela de fachada, bodegones y escoltas en coches blindados es la que le hace la corte al rey. Una dinámica muy perversa, fatua, ficticia, que abruma sobre una economía soterrada, corsaria y corrupta. Un circuito de dinero sucio que se mezcla con remesas legítimas y tapaderas, donde el valor del emprendimiento, el trabajo productivo y competitivo es despreciado.

La otra Venezuela muere o se marcha a solas. Cuidado con desprendernos del dolor compartido. Unos pocos privilegiados con dinero fácil generan un hábitat florentino, aterciopelado, de noches estrelladas y de góndolas venecianas, que nada sabe ni les importa la Venezuela triste, adolorida y desolada, que pare niños con hidrocefalia de vientres rotos y secos. Rescato de este grupo de corsarios, a venezolanos honestos que repatrian sus ahorros bien habidos y que tiene derecho a tener una vida normal. Pero lamentablemente, cuidémonos de la banalización del mal, que es lo más cercano a la ignorancia deliberada, es decir, “eso de morir o emigrar, no es mi problema”. 

Una Venezuela que se marcha, que bebe de cloacas y come desechos, no puede ser ignorada.

Una Venezuela humillada que ve a sus hijos reclutados por el Coqui, que sufre a sus niños desertando de sus escuelas, a pies descalzos y barriga vacía mientras ve a otros comer, beber, cantar y bailar felizmente, es una Venezuela que sigue acumulando profundos resentimientos. Cuidado con poner de lado nuestra vocación de contrición y propósito de enmienda, que es exhibir y practicar clemencia. Esa Venezuela de desigualdades y diferencias insalvables como nunca vistas en el pasado, no puede coexistir, pero tampoco levantarse.

La explosión no será social. Será criminal 

La anomia es un fenómeno muy fuerte y peligroso. La carencia de valores éticos piadosos en una sociedad conduce a una crueldad sin distinción. Las memorias de la humanidad dan cuenta de las luchas del hombre por su estómago, pero también por su dignidad. Las masas de pronto estallan más por humilladas que por hambreadas. El asunto es que el hombre en ayuno busca saciarse, mientras que el humillado busca venganza. Piense por un segundo qué siente un venezolano despojado de alimento, pero también de afecto, cuando ve a otro que ni le mira ni le siente. De la anomia a la hoz hay un pie. Montado en ese “reflujo histórico” es que Karl Marx -prusiano acomodado y bien estudiado en la Universidad de Bonn y en la de Humboldt de Berlín-escribió el Manifiesto del Partido Comunista [en coautoría con Engels] y su Capital

Cuando una sociedad permuta los linderos de la piedad por la futilidad, no es solo el régimen [que lo propicia] quien está en problemas. Lo estamos también los indiferentes, los impasibles. Una generación súbita, espontánea, que solo se ve a sí misma… ¡Como María Antonieta en el Salón de los Espejos! El que tiene ojos…

* Embajador de Venezuela en Canadá

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Del país más feliz del mundo al país de los millonarios

@froilanbarriosf

Por cuarto año consecutivo Finlandia ocupa el primer lugar en el último Informe Anual de la Felicidad, basada en datos de la Encuesta Mundial Gallup, que monitorea a 156 países. Islandia, Dinamarca, Suiza y los Países Bajos están en la segunda, tercera, cuarta y quinta posición, respectivamente.

Finlandia se coronó en el primer lugar de los países más felices del mundo por cuarto año consecutivo. A decir de los especialistas, no es de extrañar que este país nórdico haya mantenido la primera posición una vez más, ya que siempre ha ocupado un lugar destacado en lo que respecta a la confianza mutua. Entre tanto, Estados Unidos subió del puesto 18 al 14; y el Reino Unido cayó del 13 al 18. Australia ocupó el puesto 12.

Entre los parámetros con los que se mide la felicidad se hallan: años de vida saludables, libertad para tomar decisiones vitales, confianza, generosidad, ausencia de corrupción, buenos servicios públicos, gobiernos representativos, capacidad para evitar conflictos, preservación del medio ambiente y grado de igualdad. 

Esto no es no es obra del azar, Finlandia forma parte del modelo nórdico de Estado de Bienestar, cuyos objetivos se ubican en el desarrollo y logros humanos y ambientales. Estos se traducen en la reducción de la pobreza y la desigualdad a cifras insignificantes. A decir de Bernardo Klisberg (2021), no son perfectos, pero su balance positivo es imponente, destacando que no es casual que estos modelos, aun cuando tienen poca prensa, representan una alternativa al pensamiento único y a las “economías sin alma”, como las denomina el papa Francisco.

En esa dirección, el Foro Económico Mundial creó en el 2020 una nueva tabla: el Índice Global de Movilidad Social, que es una categoría esencial para medir el progreso. La nueva tabla midió 82 economías y analizó factores como atención sanitaria, educación, protección social, acceso a la tecnología, salarios justos y posibilidades de empleo. Así mismo, examinó en cada país cuántas generaciones se requieren para superar a las anteriores.

Los primeros puestos los ocupan, en este orden, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia e Islandia. El informe concluye que el mal funcionamiento o el bloqueo de la movilidad social destruye seriamente la cohesión social y afecta agudamente a las generaciones más jóvenes. Y determina que la movilidad se alcanza si hay igualdad de oportunidades, no en eslóganes, sino en hechos.

De este modelo de desarrollo político, económico, social, ambiental y prácticamente idílico para nosotros, contraponemos nuestra realidad: somos un país de millonarios en materia de moneda nacional, nadie nos iguala a nivel mundial.

Todo venezolano tiene como ingreso millones de bolívares, que traducidos a la realidad son una caricatura por su incapacidad al momento de adquirir cualquier bien necesario para la subsistenci. Aquí donde un pan vale más de un millón de bolívares y un paquete de arroz o de harina de trigo el doble. 

Es más, nadie se nos acerca en América latina. ¿Quién gana millones en México, Argentina, Chile, Brasil, Perú o Colombia? Pocos, un porcentaje minoritario de la población. Aquí nos damos el lujo de ser todos millonarios: trabajadores, jubilados, pensionados, economía informal, desempleados. Y, al mismo tiempo, apartados de toda posibilidad de felicidad. Vivimos una desgracia colectiva ya que los gobernantes odian a la población, quien sufre los efectos de la venganza como política de Estado. Aunque pareciera mentira, esta es pública y confesa, resumida en las intervenciones de la iracunda vicepresidenta de la república: “La revolución es nuestra venganza por la muerte de nuestro padre”.

Ese odio gubernamental les sobresale en la piel. No les importa la muerte de millares de venezolanos por la pandemia o por hambre; o los millones que partieron en el éxodo más notorio a nivel planetario, ya que sus políticas públicas van por el camino contrario al desarrollo humano del modelo nórdico. En nuestro caso están destinadas a la preservación del poder mediante la muerte y la destrucción.

Los casos recientes son la demostración del curso regresivo y antinacional. En primer lugar, el relacionado con las vacunas sujetas al endemoniado cálculo político para no cederle espacio a la oposición; entonces se retarda la decisión y se imponen vacunas cubanas, que no son reconocidas por ningún organismo científico a nivel internacional, bajo la práctica dictatorial de obligar a la población a aceptarlas. Así nos convierten en conejillo de Indias, como si Venezuela fuera una hacienda de esclavos sujeta a los caprichos de sus amos.

En segundo lugar, el reciente caso del estado Apure, donde el ejército venezolano bombardea a zonas rurales para favorecer a grupos guerrilleros que le son afectos, masacrando a los pobladores de la zona, saqueando sus bienes, asesinando e implantando falsos positivos.

Por tanto, qué alternativa tiene la población venezolana, frente a una política devastadora de la nación, que no sea unificar los esfuerzos para rescatar la nación oprimida, sea en el extranjero o en el suelo patrio.

*Movimiento Laborista.

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El hambre como combustible de la protesta laboral

@froilanbarriosf

Desde el 2015 la carga de la protesta social y laboral ha estado a cargo de los gremios de la salud, de las federaciones sindicales del sector docente de educación media y universitaria y de los gremios de jubilados y pensionados, quienes como letanía han exigido al régimen tirano el derecho a una vida digna y a convenir sus condiciones de trabajo. En todos los casos tienen como respuesta las trompetillas del gabinete y la indiferencia del «presidente obrero”.

En esa dirección poco a poco a partir de 2018, se han venido sumando otros sectores, como ha sido el caso de los trabajadores petroleros. Estos pasaron de tener históricamente el mejor convenio colectivo en nuestro país, a un documento mal llamado contrato petrolero, plagado de una retahíla de cláusulas ideológicas como milicias obreras, trabajo voluntario y de fidelidad perruna a la “revolución socialista y bolivariana”. Y firmado por una federación sindical entregada en cuerpo y alma al Estado y al patrono PDVSA. 

El acicate de la protesta ha sido la pobreza extrema que estremece a trabajadores activos y jubilados de la industria petrolera nacional, quienes vieron cómo en 2002 despidieron a 22 000 compañeros de trabajo.

Creyendo que tendrían un futuro mejor, hoy los trabajadores petroleros ven pulverizados todos sus derechos de salud, vivienda, condiciones de trabajo, alimentación y, lo más doloroso aun, su salario. Muchos de ellos han vendido sus uniformes de trabajo y botas. Y, de paso, laborar en condiciones deplorables solo para devengar 10 dólares mensuales y recibir la mortadela en la cada vez más esmirriada bolsa de comida CLAP.

Ahora les toca el turno a los trabajadores de las empresas básicas de Guayana. Los mismos que, alborozados, celebraban a nivel de éxtasis en 2008 las estatizaciones de SIDOR, SIVENSA y cuanta empresa anexa expropiara el fallecido presidente Hugo Chávez. Entonces exclamaban “nos quitamos la explotación de argentinos y brasileños” y “ahora SIDOR será nuestra”.

Pues bien, las marchas que recorren los patios de empresas hoy arruinadas, convertidas en cementerios de cabillas y acero, contrastan con el jolgorio de otrora.

Ahora son miles que claman justicia en las calles de Puerto Ordaz, increpando a la Guardia Nacional “mátennos de una vez ya que no soportamos ver morir de hambre a nuestros hijos”; como tampoco aceptamos, manifiestan los marchantes, “que nuestros compañeros de Alambron y Palanquillas, unidades de producción de SIDOR, laboren sin botas de seguridad ni protección alguna arriesgando su vida, solo para recibir la caja CLAP”.

La profundidad de este movimiento hay que observarla con detenimiento cuando señalan: “esta no es una protesta de corrientes sindicales, ni de partidos políticos; es una protesta natural de los trabajadores de las empresas básicas de Guayana». En la misma se pudo identificar la participación igualmente de trabajadores de Venalum, Alcasa, Ferrominera, quienes piden como única condición concretar una unidad de todos los trabajadores de las otrora prósperas empresas básicas de Guayana para exigirle al presidente de la CVG les atienda sus planteamientos.

Este clamor laboral, que viene del fondo de la masa de trabajadores, se identifica también en CANTV y CORPOELEC. También ellos han visto desmanteladas todas sus conquistas laborales en materia de salario, salud, educación y condiciones de trabajo y seguridad social. 

El proceso de movilizaciones continuará. E indica que el régimen tiránico, a pesar de la persecución judicial y policial contra sindicalistas y trabajadores, incluso con la creación de parapetos estatales como los Consejos Productivos de Trabajadores, no ha logrado maniatar la conciencia gremial. tampoco la esperanza de restablecer la democracia y un sistema de relaciones de trabajo que dignifique la condición de vida.

*Movimiento Laborista.

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El holocausto de jubilados y pensionados en Venezuela

@froilanbarriosf

En numerosas oportunidades nos hemos referido a la remuneración de la población económica activa en nuestro país, destacando los niveles de pobreza generalizada que integran a la cuasi totalidad del censo nacional. Una población que sobrevive en el país del ingreso más bajo del planeta, representado en 70 centavos de dólar mensual.

La tiranía madurista se ufana de su “obrerismo” al otorgar innumerables bonos basura, sin ningún impacto sobre el salario para efectos de utilidades, horas extras, vacaciones y demás derivados de la relación salarial.

Estos, sumados al sobre de pago formal, no alcanzan para el trabajador del sector público siquiera a $10, cantidad ridícula frente a la canasta alimentaria de $ 250 mensuales. Otro tanto sucede con el trabajador del sector privado que es remunerado mediante acuerdos discrecionales y, en el mejor de los casos, bajo contratos colectivos con cantidades mucho más cercanas a la cesta de alimentos citada.

Ahora bien, entre tanto ¿qué sucede con los pensionados y jubilados de nuestro país, cuyos derechos emanan del artículo 86 de la CRBV, de la Ley Orgánica de Seguridad social de 2002, de la Ley del Seguro Social Obligatorio de 1966 y de numerosos contratos colectivos del sector público, ya que en la empresa privada se han convenido excepcionalmente planes de jubilación adicional a la pensión del IVSS?

La dimensión de esta tragedia se acrecienta cuando identificamos que este sector laboral comprende un universo de más de 5 millones de seres humanos, de los cuales 4 millones son pensionados por el IVSS al cumplir las cotizaciones requeridas para acceder al derecho a la pensión; y un millón y medio adicional que percibe la pensión Amor Mayor, concedida por el ejecutivo nacional aun cuando no hayan cumplido las cotizaciones. 

En realidad, esta inmensa masa humana se encuentra a la intemperie. La edad no le permite acceder por su condición física al mercado de trabajo. Tampoco tiene la fuerza de la juventud para asumir el éxodo que han decidido 6 millones de Venezuela en edad productiva, quienes han tenido la tenacidad para cruzar sabanas y páramos en procura de un trabajo que les permita alimentar a sus familias en Venezuela.

La gran mayoría de la tercera edad no cuenta con la oportunidad de recibir remesas de sus familiares en diáspora. Tan solo cuentan con 1.200.000 bolívares como pensión mensual, más los bonos que otorga discrecionalmente el tirano; entre ellos el bono de guerra económica que sumaría 2.400.000 adicionales, cantidades que en el contexto de una economía dolarizada significarían 4 $ mensuales de ingreso. Incluso, para aquellos que perciben su jubilación en el sector público, esta es consumida por los descuentos para servicios médicos y funerarios, que tampoco utilizan. 

Por tanto, pareciera que morir de mengua es el destino final, ya que las escasas fuerzas las utilizan en deprimentes y agotadoras colas cada vez que asisten al llamado del IVSS para el cobro mensual en el respectivo banco. Por si fuera poco, solo pueden retirar el 30 % del efectivo, ante la baja disponibilidad suministrada en las agencias. 

Todo este cuadro dramático se agrava con la pandemia al ser los adultos mayores la población más vulnerable a la covid-19, como lo han indicado los partes médicos en numerosos reportes. Amén de una infraestructura sanitaria en ruinas, incapaz de atender a decenas de miles de infectados sin esperanza de atención, que no sean las curas milagrosas como las “gotitas del Dr. José Gregorio Hernández” que se anuncian demagógicamente para tranquilizar y burlarse de la población. 

Los adultos mayores en nuestro país ven con estupor cómo las pensiones en la mayoría de los países de América Latina oscilan entre $150 y $400 mensuales, o en España 900 euros al mes; sin comparación alguna con los $0.70 $ mensuales que perciben de manos del gobierno “revolucionario”. Situación que ha determinado para los jubilados y pensionados ser uno de los sectores más representativos en la protesta laboral desarrollada en el territorio nacional. Incluso en el internacional, al no percibir aquellos pensionados que se encuentran en el extranjero un solo centavo de sus pensiones y jubilaciones.

Esta amarga condición no se compadece con la voluntad y el sacrificio de generaciones de venezolanos y extranjeros que, durante el siglo XX y lo que va del XXI, entregaron sus mayores esfuerzos en procura de la construcción de un país. Todo, para terminar en la recta final de sus vidas en la ruina más abyecta, a manos de un régimen criminal e insensible a quien poco importa la condición humana.

* Movimiento Laborista

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Laureano Márquez P. Dic 01, 2020 | Actualizado hace 1 mes
“El que no vota, no come”

Hambre, óleo sobre lienzo (69,5 x 109,8 cm) del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.

@laureanomar

Esta frase golpea mucho, más si es dicha en un país en el que la gente se está, literalmente, muriendo de hambre. No se me ocurre ninguna manera humorística de salirle al paso. La verdad es que la afirmación no nos aporta nada que ya no supiéramos acerca de una práctica que desde hace largo tiempo se viene implementando en el país. Lo sabemos los que no somos víctimas de presiones políticas a cambio de comida, pero lo saben con dramática claridad aquellos que, si no votan, ponen en peligro la alimentación de su familia y a los que se exige cotidianamente compromisos políticos a cambio de recibir comida subsidiada, vivienda, educación y otros servicios esenciales.

La política venezolana ha descendido a unas cotas de crueldad que resultaban inimaginables, incluso para quienes abrigábamos las más pesimistas expectativas en el lejano año de 1998. 

Menester es reconocer que a diferencia de otros regímenes que con pudor ocultan sus manejos autoritarios detrás de manipulaciones ideológicas, el de Venezuela, además de contar con esta herramienta, en algunas oportunidades prefiere tomar atajos y proclamar públicamente sus amenazas por si a alguien no le ha quedado suficientemente claro.

Al régimen le interesa que se conozca con «tramparencia» lo que le puede suceder a quien ose desafiarle, porque el miedo es su fuerza, realmente su única fuerza: el miedo a ser torturado o asesinado, el miedo a ser encarcelado por lo que se dice o piensa y uno de los miedos más ancestrales del ser humano: el miedo a no conseguir comida, que conduce a la desesperación.

Algunas frases al azar le vienen a uno a la memoria sobre estas verdades que se han proclamado sin pudor ni escrúpulo alguno: “no importa que andemos desnudos, no importa que no tengamos para comer, aquí se trata de salvar la revolución”; “no vamos a sacar a la gente de la pobreza y llevarla a la clase media para que sean escuálidos”; “vinimos a vengarnos”; “PDVSA es roja rojita”; “treinta años pido yo para esa jueza”.

Se podrían llenar volúmenes de frases de este estilo y muchas otras de peor calaña. Todas ellas constituyen confesión de parte de las tropelías que estaban dispuestos a cometer y cometieron: empobrecimiento deliberado y calculado de la población, sometimiento del poder judicial, destrucción de la principal empresa petrolera del país convirtiéndola en sucursal del partido gobernante, etc. Del chavismo se podrán decir muchas cosas, pero nunca que no anunció sus verdaderos planes.

Uno no tiene corazón para decirle a la gente que ha sido amenazada con su extinción que mantenga su dignidad cívica y se muera de hambre. Si te ponen a negociar entre salvarle la vida a tu hijo y ceder en tus convicciones políticas, te la están poniendo bastante difícil.

Video «Diosdado Cabello: ‘El que no vota no come, para el que no vote no hay comida'», canal de El Pitazo en Youtube.

Estas elecciones parlamentarias que se avecinan han sido descalificadas como libres y democráticas por la mayoría de los países con regímenes políticos plurales y respetuosos de los valores de la democracia. Aquellos que las avalan son países sin elecciones libres, con dictaduras consolidadas. Pero aquellos que no padecen el dramático dilema y llaman a votar desde la oposición y la “oposición”, simplemente les formulo la sencilla interrogante que el profesor Ángel Álvarez desde su Twitter, les envía en este complejo momento: “A los candidatos de oposición a las elecciones de la AN, preguntas sinceras: supongan que ganan la mayoría (como en 2015 o más) ¿qué les hace pensar que podrán ejercer sus cargos, aprobar leyes y propiciar algún cambio? ¿Por qué ustedes sí y los anteriores no?”.

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