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Guardia Nacional

12 alcabalas, dos bidones y un Weimaraner
Crónica de un viaje al interior en un país con más funcionarios policiales y militares que gasolina 

“¿Ese es un Pitbull?”, le preguntó un Guardia Nacional a Adolfo en la alcabala de la población de Yaracal, estado Falcón. “No, es un Weimaraner”, respondió Adolfo, quien a bordo de su camioneta se dirigía desde Caracas a Coro junto a su amigo Esteban en la última semana de agosto de 2020, lapso que era de tránsito flexible de acuerdo al esquema 7×7 impuesto por Nicolás Maduro a raíz del coronavirus. 

Sobre una almohada en el asiento trasero iba dormido la nueva mascota de la esposa e hijastras de Adolfo, un cachorro que llamó la atención de al menos dos oficiales de la Guardia Nacional, un PoliCarabobo y dos miembros de la Policía Nacional Bolivariana en las alcabalas del trayecto hacia el occidente del país. “¿Y ese perro?” y “¿Qué raza es?”, eran las preguntas más frecuentes cuando los funcionarios pedían al conductor que abriera la ventana trasera del vehículo.

Adolfo y Esteban salieron de la capital rumbo a Coro pasadas las 8 de la mañana del 26 de agosto y consiguieron 12 alcabalas, en todas le preguntaban hacia dónde iban y a qué se dedicaban.

“¿Cuál es el interés en saber qué hace uno? Nunca he entendido eso”, se cuestionó Adolfo. Adolfo se limitaba a decir que era ingeniero y que iba a Coro a visitar a su familia y por supuesto que el perro que iba detrás era un regalo para su mujer. 

Preparar el viaje no fue nada fácil, con dos semanas de antelación Adolfo buscó gasolina por doquier, logró llenar el tanque en una estación de servicio en dólares y a traves de un amigo compró dos bidones cada uno con 20 litros de combustible en el mercado negro.

“Chamo no se puede viajar para Coro sin al menos un bidón, son seis horas de carretera y por más que tengas el tanque full si te agarra una cola, te fregaste”, le comentó Adolfo a Esteban.

La gasolina “bachaqueada” le costó a Adolfo 2 dólares por litro, 1,5 $ más de lo que cuesta en una de las denominadas estaciones de servicio internacional. Para llenar dos bidones de 40 litros, Adolfo gastó 80 dólares. “Y eso que el tipo es pana”, dijo Adolfo.

En la autopista regional del centro había un considerable flujo de carros en vista de la semana flexibilizada. La mayoría era transporte de carga, vehículos que eran automáticamente detenidos a un costado de la carretera por las autoridades en las alcabalas. 

En el peaje de Guacara en la autopista regional del centro el punto de venta no servía y como Adolfo no tenía los 10 mil bolívares en efectivo que cuesta atravesar el puesto de control, la mujer que operaba la caseta le dijo que siguiera de largo y en tono de broma que pagara de regreso.

La primera cola de carros para echar gasolina la vieron Adolfo y Esteban en la estación de servicio Las Morochas en la ARC, era una hilera de vehículos que ocupaba todo el hombrillo de la carretera. Lo curioso del asunto es que ni siquiera estaban surtiendo el combustible, los conductores esperaban bajo un sol inclemente por la llegada de una gandola. 

Ya en el distribuidor de Yagua en la frontera entre el estado Carabobo y Falcón, el flujo de carros comenzó a disminuir, pero las alcabalas seguían, esta vez una en las cercanías de la refinería de El Palito provocó un embotellamiento de aproximadamente 20 minutos de duración. La Guardia Nacional detenía a cada carro, las preguntas eran las mismas: ¿Hacia dónde van?, ¿Qué profesión tiene usted? y en el caso de Adolfo, ¿Y ese perro?.

Después de pasar Tucacas, los pueblos que consiguieron en la vía hacia Coro parecían de fantasmas, negocios cerrados, los toldos en la carretera donde antes vendían natilla, dulce de leche, queso de cabra y la popular arepa pelada desiertos. La única aglomeración de personas giraba en torno a las contadas estaciones de servicio operando.

La única bomba en la localidad falconiana de Yaracal estaba surtiendo combustible, pero la cola se perdía en el horizonte, mientras que en la de Guamacho un cartón con la frase “No hay gasolina” adornaba la escena. 

Un par de kilometros despues de pasar Guamacho Adolfo se detuvo a un costado de la vía a vaciar uno de los bidones de gasolina en el tanque de su carro, mirando hacia todos lados y con algo de nerviosismo, sacó el envase de la maleta y empezó a verterlo, mientras ya un inquieto perro mordía el cinturón de seguridad trasero. 

El viaje continuó y las alcabalas no dejaban de aparecer, algunas de manera imprevista. En la población falconiana de Cumarebo, un miembro de la Policía Nacional Bolivariana tuvo la osadía de pedir la cola hasta Coro, pero cuando vió al perro en el asiento trasero retrocedió. “¿Muerde?”, preguntó el PNB. “A veces a quienes no conoce”, dijo Adolfo con una sonrisa irónica. El agente policial hizo una seña con la mano para que Adolfo y Esteban siguieran su camino.

Coro ya estaba cerca y en el semáforo que da entrada a la ciudad había otro grupo de policías reunidos, pero no se trataba de una alcabala, solo estaban dirigiendo el tránsito porque la luz se había ido desde las 11 de la mañana y ya eran las 2 de la tarde. 

Cocinas eléctricas sin luz 

De acuerdo al Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh) la sensación térmica en Coro durante la última semana de agosto osciló entre 37 y 39 grados centígrados, factor que probablemente incidió en que algunas personas caminaran por las calles con la nariz fuera del tapaboca, incluso algunos sin la mascarilla. El distanciamiento social era discrecional, en abastos, bodegas y farmacias algunos optaban por mantener un alejamiento prudencial, otros parecía que se fusionaban con sus semejantes.  

La mayoría de los comercios en el centro de la ciudad estaban abiertos, especialmente aquellos que venden comida y medicamentos, pero también electrodomésticos y calzados, algunos con las santamarías a medio abrir. Ventiladores de todos los tamaños, máquinas de afeitar y cocinas eléctricas eran los productos más exhibidos en las vidrieras. La crisis con el gas doméstico ha hecho que las cocinas a electricidad se conviertan en un artículo de casi primera necesidad en los hogares corianos, pero a veces las constantes fallas de energía ha hecho que algunos ya empleen hasta leña.

El regreso 

Adolfo y Esteban estuvieron una semana y media en sus respectivos hogares en Coro, planearon devolverse a Caracas el viernes 4 de septiembre, esta vez sin la compañía del perro. Antes de ello la odisea de dotarse de gasolina continuó, en contadas estaciones de la capital falconiana estaban surtiendo y las colas no eran de horas, sino de días. Además solo vendían 20 litros por carro. Adolfo debió recurrir nuevamente al mercado negro, pero esta vez le tocó pagar 2,5 dólares por litro, solo le alcanzó para llenar el tanque de su camioneta de 75 litros y un bidon de 20.

Las 12 alcabalas de Coro a Caracas le hicieron bajar la ventanilla del piloto y mostrar su salvoconducto porque se trataba de una semana de cuarentena radical según lo dispuesto por el gobierno madurista. 

En la de El Palito esta vez no fueron 20 minutos sino 40 y estacionados, por alguna razón que nadie conocía los vehículos se detuvieron, cinco barriles pintados de naranja interrumpieron el paso. La gente bajaba de los carros, pero nadie se atrevía a moverlos. Al rato aparecieron tres miembros de la Guardia Nacional y abrieron el tránsito. Los funcionarios se habían ido por un momento de la escena y dejaron el acceso trancado. Nunca se supo que estaban haciendo. 

En cuatro oportunidades le exigieron el salvoconducto a Adolfo, en una alcabala cercana a Tucacas en Falcón hasta le pidieron licencia de conducir y carnet de circulación. Por supuesto no faltaron las preguntas: “¿A qué se dedica?” y “¿Hacia dónde van?”, aunado a la exigencia de abrir el vidrio trasero, pero esta vez no había perro que llamara la atención. 

Entrando a Caracas, el primer paisaje fue una hilera de carros desde los edificios de Fuerte Tiuna hasta la estación de gasolina que está cercana al Distribuidor La Araña. Adolfo se asombró y quiso averiguar si la aglomeración también se producía en las bombas con precios internacionales. Llegó hasta la de Las Mercedes y en efecto la cola se perdía hacia Bello Monte. Apenas una semana fuera de Caracas y el colapso se extendió hasta en las estaciones dolarizadas.

Llegando a su casa en La Tahona llamó a su esposa para decirle que había arribado sano y salvo a la capital. La mujer le dijo que sus hijas estaban bromeando con ponerle de nombre al perro “Bidón”.

¿Morir de hambre o de coronavirus?

Fragmento de Hambre calavera, ilustración del caricaturista mexicano Manuel Manilla (1830-1895). Imagen en Wikimedia Commons.

@cjaimesb

Hace dos semanas, un buen amigo circulaba por una calle de Caracas, cuando un guardia nacional lo detuvo en una alcabala de control. “Papeles”, le pidió. Mi amigo se los entregó. Al encontrar que todo estaba en regla, le pidió que abriera el capó. “¿Tiene una servilleta, o un trapo?”. Mi amigo le extendió una toallita húmeda. “¡Ayyyy!”, exclamó el guardia. “No se lee el serial del motor… este carro está detenido porque puede ser robado”.

Mi amigo no se quería bajar, porque el GN llevaba la mascarilla casi de babero, pero antes de que le llevaran el carro, lo hizo, no antes sin pedirle que se la colocara bien. El serial se veía perfecto y así se lo hizo saber al funcionario. “Lo importante es que yo lo vea… no que tú lo veas”… Ya había pasado al tuteo. Y luego de una intrascendente conversación de “llame a un superior suyo y que venga”… “mis superiores están todos en otros operativos”, el GN se destapó: “podemos hacer otra cosa… tengo un bebé y tiene hambre. Si me traes comida para él, te devuelvo tus papeles y te vas”.

Mi amigo me confiesa que fue en ese momento cuando lo vio detalladamente: estaba literalmente famélico. Del tuteo pasó al “usted” nuevamente: “¿sabe, doctor?… Es que, si no nos morimos de coronavirus, nos vamos a morir de hambre”. No hay que decir que el GN esa tarde regresó a su casa con dos buenas bolsas repletas de cereal, leche, compotas, galletas, chocolates…

“¿Qué hubieras hecho tú si te hubiera pasado a ti?”, me preguntó mi amigo. “Pues creo que lo mismo que tú”, le respondí… Hasta hace algo más de un par de años, yo era una ferviente luchadora frente a las matracas. “Póngame la multa”, les decía. Pero cuando el hambre se apoderó de Venezuela, entendí que ellos también eran víctimas y que la matraca era su manera de alimentar a sus familias.

Procuro llevar siempre algo de comer en el carro para darles algo, sobre todo a los niños que deambulan por nuestras calles pidiendo limosna. Recuerdo una vez que tenía una caja de chocolates que me había enviado una de mis hijas que vive fuera y se la di a un grupo de niños en un semáforo de la avenida Libertador. Ninguno tenía más de 10 años. Los gritos de alegría y gratitud quedaron grabados en mi memoria. Ellos quedaron felices, yo llegué a mi casa llorando.

El dilema que hoy se le presenta a más de las tres cuartas partes del pueblo venezolano es si morirse de hambre, o morir de coronavirus. La primera es casi una certeza. La segunda, una probabilidad.

Las cuarentenas locas impuestas por el régimen de Nicolás Maduro no hacen sino empeorar la situación. Esta semana ha circulado un video del Metro de Caracas literalmente atapuzado de gente, con cero distanciamiento social. ¿Qué se gana entonces decretando cuarentena estricta la semana siguiente? ¿Es que acaso el coronavirus entra en estado latente durante la semana de flexibilización? ¿Qué alternativa le queda a una población que depende del día a día para subsistir? Como dijo el guardia nacional, o se mueren de hambre, o se mueren de coronavirus. Y la segunda tiene menor probabilidad hasta ahora.

En Venezuela apenas empezamos a conocer la dimensión de la pandemia. El régimen maquilla cifras, cambia las causas de los decesos por “neumonía severa”, “paro respiratorio”, hasta “broncoaspiración”, y se jacta de tener “un número reducido de muertes”. En Guayaquil fue dantesco lo que sucedió con la mortandad. Los cadáveres eran lanzados a las calles… Y Ecuador está mucho mejor que nosotros.

¿Qué va a pasar aquí?… No lo sé, ojalá existieran las bolas de cristal para ver el futuro… Pero temo que lo que se nos viene encima sea una tragedia de dimensiones descomunales. Y todo será culpa de Nicolás Maduro y sus sátrapas. De lo que no tengo dudas, y para eso no necesito la bola de cristal, es de que algún día pagarán por ello.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Eddie A. Ramírez S. Ago 04, 2020 | Actualizado hace 1 mes
Guardia Nacional: ayer y hoy

Efectivos de la Guardia Nacional de Venezuela. Foto en El Universal.

Tal día como hoy, en 1937, López Contreras creó la Escuela del Servicio de Seguridad, punto de partida de una Guardia Nacional muy diferente a la actual. En mi casa se hablaba con respeto de esa Guardia, ya que mi padre fue uno de los oficiales del ejército asignado en la etapa inicial en la sede de Villa Zoila. ¿Qué pensaría sobre la Guardia actual el coronel José Machado Briceño, uno de sus primeros directores, o Cecilio Marrero Suárez, capitán de la Guardia Civil española asignado como asesor? Por cierto, cuando en 1954 nuestra familia pasó por Tenerife rumbo al exilio en España, el capitán Marrero y su esposa le regalaron a mi mamá una virgen de la Candelaria.

La Guardia Nacional ha sido tradicionalmente un importante apoyo al gobierno de turno. La excepción fue en 1962 en el Carupanazo, donde el Destacamento 77 se sumó a la insurrección en la que estuvo involucrada la extrema izquierda.

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Ese apoyo a los gobiernos es lógico, ya que una de sus funciones es el mantenimiento del orden público, cuando la policía es desbordada. También, por resguardar fronteras y alcabalas, sus integrantes están expuestos a ser comprados por contrabandistas, por lo cual en el pasado enjuiciaron a efectivos por corrupción.

Chacales del régimen

En un país civilizado los organismos de seguridad tienen que utilizar medidas disuasivas en contra de manifestaciones no autorizadas. Sin embargo, durante el régimen de Chávez-Maduro, efectivos de la Guardia Nacional se exceden con frecuencia, disparando balas de plomo, perdigones, bombas lacrimógenas y repartiendo peinillazos.

Estas agresiones son por lo general ante manifestaciones políticas pacíficas. Procuran ocasionar daño, lanzando las lacrimógenas delante, detrás y en medio de los manifestantes.

En otros casos delinquen por omisión, permitiendo que grupos de paramilitares rojos disparen a los ciudadanos.

Los abiertos atropellos a los derechos humanos iniciaron en 2002. Estas son algunas de las fechas clave:

11 de abril del 2002, los guardias asesinaron a tres ciudadanos.

17 de enero del 2003, el general eructo Acosta Carlés ordenó agredir a un grupo de damas en Valencia.

25 de setiembre del 2003, los chacales del Destacamento 44 agredieron en horas de la madrugada a ancianos, mujeres, niños y trabajadores petroleros en el campamento residencial de Los Semerucos, en Falcón.

27 de febrero y días sucesivos del 2004, la Guardia arremetió contra los ciudadanos en Caracas, con saldo de numerosos muertos.

1 de marzo del 2004, un pelotón de la Guardia permitió el acceso y escape de paramilitares  motorizados que asesinaron en San Antonio de los Altos a José Manuel Vilas, de Gente del Petróleo y Unapetrol.

4 de marzo de ese mismo año un subteniente asesinó a Evangelina Carrizo en Machiques. El 16 de agosto permitieron el asesinato de Maritza Ron.

Entre el 12 de febrero y el 29 de mayo del 2014 fallecieron en diferentes hechos, los más por armas de fuego, 42 ciudadanos. No todos pueden achacarse a la Guardia Nacional e incluso fueron asesinados seis efectivos de ese cuerpo. Los hechos fueron confusos, ya que participaron policías, paramilitares rojos y también algunos opositores.

Está claro que guardias nacionales asesinaron a Geraldine Moreno y a José Alejandro Márquez.

Entre el 1 de abril y el 31 de julio 2017, fueron asesinados y heridos cientos de venezolanos.

Hasta el presente están señalados guardias nacionales en los asesinatos de Gruseny Calderón, Mervin Guitar Díaz, Juan Pablo Peñaloza, Eyker Rojas, Yeison Mora, Diego Arellano, Manuel Castellanos, Yormán Bervecía, Manuel Sosa, Fabián Urbina, Roberto Durán, y Rubén Morillo.

La joven Marvinia Jiménez fue golpeada en el suelo con el casco por una gorila de la Guardia.

El pasado 25 de julio, el capitán Carlos Borregales Castellanos fue imputado, junto con cuatro guardias, por el asesinato de Carlos Chaparro, en Anzoátegui.

Además, frecuentemente aparecen en la prensa casos de oficiales y guardias acusados de contrabando, tráfico de drogas, asaltos y matraca. 

Hoy día nuestra Fuerza Armada está desprestigiada por permitir las violaciones a la Constitución, abusos en el Arco Minero y permisividad con la guerrilla del ELN. El componente Guardia Nacional está incurso en numerosos casos de violaciones a los derechos humanos. Necesariamente tendrá que haber una purga para castigar a los responsables. En el caso de la Guardia, su comandante general, Fabio Zavarce, es señalado de reprimir con violencia y encubrir a los delincuentes.

Por otro lado, es justo reconocer que numerosos oficiales de la Guardia están presos, exiliados o dados de baja al no prestarse a las violaciones de los derechos humanos. Confiamos en que este otrora prestigioso cuerpo pueda ser saneado para que los ciudadanos confiemos en el mismo.

Los pioneros se deben revolcar en sus sepulcros.

Como (había) en botica 

* María Corina y Ledezma no suscribieron el documento de la unidad opositora ¿No fueron invitados o siguen con la idea de montar tienda aparte? Mala señal.

* Nuestros políticos deben establecer una relación estrecha con integrantes retirados de la Fuerza Armada. El Frente Institucional Militar es una buena vía. El conversatorio con el diputado Juan Pablo Guanipa fue una buena iniciativa del coronel Antonio Guevara

* ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Detenidos dos oficiales activos y tres retirados por intento de robo de armas
Los presuntos sublevados están señalados de intentar sustraer el parque de armas del Destacamento 441 de la Guardia Nacional en Los Teques

 

Dos oficiales activos de la Guardia Nacional (GN) y tres retirados están siendo presentados en los tribunales militares de Fuerte Tiuna, por los hechos ocurridos en la sede del Destacamento 441 de la GN, ubicado en Puerta Morocha, Los Teques, la madrugada de este lunes 20 de abril.

La activista de Derechos Humanos, Tamara Sujú, confirmó en horas de la tarde, a través de cuenta de la red social Twitter, la detención del capitán (GN) Dimas Omar Murillo Rubio, comandante de la Primero Compañía del D-441, CZGNB-44 Miranda, con sede en Puerta Morocha, por el presunto intento de robo del parque de armas de este comando; información que coincide con la suministrada a El Pitazo por tres fuentes independientes.

El capitán Murillo fue capturado la mañana de este lunes por autoridades castrenses, encabezadas por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y el grupo Conas de la Guardia Nacional.

Por el caso, que mantuvo en zozobra a la población altomirandina y obligó a las autoridades a cerrar los accesos a la subregión durante toda la mañana, están detenidos el capitán Jhon Contreras, comandante de la Primera Compañía de Caucagua, y tres oficiales retirados, identificados como Renny Olivares, Alemán Castellanos y Ericsson Chaya Barrueta. Estos tres últimos fueron arrestados en las adyacencias del sector Corralito en Carrizal y en Los Cerritos, en la carretera Panamericana.

Trascendió que el capitán Murillo, integrante de III Promoción Batalla de Ayacucho, egresado en el mes de diciembre del año 2008, sería el líder del plan de robo del armamento.

GNB arremetió con gases y perdigones contra comunidades wayuu que protestaban en La Guajira
Los indígenas protestaban desde el sábado para pedir que los dejaran trasladarse hasta Los Filúos para poder comprar comida

 

El video de una mujer con el rostro ensangrentado recorrió este domingo, 12 de abril, las redes sociales en Venezuela. Se trataba de Liseth González, una indígena wayuu y docente del poblado de Guarero, en el municipio Guajira del Zulia, quien protestaba junto a decenas de paisanos suyos frente al comando de la Guardia Nacional de esa localidad. Minutos antes, los militares habían reprimido la manifestación que desde el día anterior exigía que se permitiera que se abriera el paso para abastecerse de alimentos, así como el restablecimiento del agua en la zona.

El ataque fue confirmado a Runrun.es por José David González, director general del Comité de Derechos Humanos de La Guajira, quien indicó que el hecho se produjo a las 10:00 am y que la mujer había sido trasladado hasta Maicao, en Colombia, para que se le tratara la herida del perdigón que se incrustó en la mejilla izquierda.

González explicó que desde el sábado, indígenas provenientes de al menos 100 comunidades de San Rafael de Paraguachón y sus alrededores se dirigieron hasta el puesto de la GNB en Guarero para pedir que les dejaran pasar hacia Los Filúos, donde hay varios comercios de alimentos con puntos de venta que permiten que los wayuu paguen con los bonos que les transfiere la administración de Maduro a través del carnet de patria.  También exigían el suministro de agua, que siempre ha sido precario en la región.

«En esa manifestación había hasta niños con carteles que decían que se iban a morir de ‘corona hambre'», refiere el defensor de derechos humanos. Pero a pesar de la exigencia, los uniformados no abrieron el paso que permanece cerrado desde que el 15 de marzo, cuando se ordenó el acatamiento de la cuarentena y el cierre de las fronteras entre municipios en toda Venezuela a raíz de la detección de casos de covid-19 en el país. Un grupo de concejales de la zona conversó con quienes protestaban y prometieron ayudarlos.

«Aquí el problema de los alimentos y del agua siempre ha sido grave, pero ahora con el decreto de estado de alarma todo empeoró. Por eso hoy continuó la protesta, porque todavía no hay respuesta. Pero los militares reprimieron con gases lacrimógenos y dispararon perdigones. Los concejales y las autoridades no dieron la cara», reclamó González.

«Esto es muy grave desde la perspectiva de los derechos humanos, porque no hay una política clara del gobierno para enfrentar la pandemia», señaló el director del Comité. Precisó que es difícil quedarse en casa ante tantas necesidades de ancianos, niños y enfermos, a pesar de que el gobierno de Maduro anunció que haría todo para cubrirlas desde el inicio de la cuarentena. La última vez que los residentes de Guarero recibieron la bolsa de los Comités de Locales de Alimentación y Producción (CLAP) fue el 5 de marzo pasado.

 

La respuesta de la AN

El primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Juan Pablo Guanipa condenó la acción de los militares y denunció que «la mayoría de los manifestantes eran señoras mayores y niños que salieron con pancartas a las calles a denunciar que tienen hambre».

“Esta es la respuesta de Maduro y sus delincuentes contra los pobladores de la etnia Wayuu. Son unos cobardes y unos asesinos, el pueblo tiene hambre, el pueblo no tiene agua, no tiene gasolina, por culpa de la dictadura que se robó todo. Asesinos váyanse pal’ carajo”, expresó a través de sus redes sociales.

Guardia Nacional detuvo a dos presuntos miembros de Los Rastrojos en Zulia
Detectaron a los dos irregulares, quienes se encontraban en el sector La Unión de la población de El Guayabo en el municipio Catatumbo

Efectivos de la Guardia Nacional detuvieron a dos irregulares miembros del grupo «Los Rastrojos» en el municipio Catatumbo del estado Zulia.

Los guardias nacionales pertenecientes al Destacamento 116 con jurisdicción en Casigua El Cubo , detectaron a los dos irregulares, quienes se encontraban en el sector La Unión de la población de El Guayabo en el municipio Catatumbo, al Sur del Lago de Maracaibo, según reseña una nota de prensa.

El General de Brigada Bladimir Humberto Lugo Armas destacó que la detención se logró tras una operación de inteligencia y control. Informó que los detenidos fueron identificados como Ender Alfonso Socorro Molero (24) y Cano Daniel González González (22), ambos indocumentados de nacionalidad colombiana.

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Eddie A. Ramírez S. Nov 19, 2019 | Actualizado hace 3 semanas

La narcodictadura hace todo lo posible por dividir a los demócratas y por venderles la idea de que no dejarán el poder y, lógicamente, por intentar sembrar el desánimo. Ese es el trabajo que realiza un régimen sin escrúpulos. Lo que debemos contrarrestar es cierta tendencia de algunos opositores a comprar el discurso oficial o a ilusionarse con posibles opciones utópicas divulgadas por gente nuestra que no evalúan las debilidades y fortalezas del régimen y las propias. Aunque no sea fácil, hay que intentar conocer las causas de las cosas que suceden.

Un ejemplo son las opiniones emitidas en relación a las marchas del pasado día 16, las cuales no se relaciona con los hechos. Pretender que hoy se produzcan marchas en Caracas de alrededor de un millón de participantes como en el pasado no es realista por varias razones:

1- En el 2003 al 2006 las protestas eran casi exclusivamente en Caracas. Varios años después se produjeron protestas valientes en San Cristóbal y Mérida, aplastadas violentamente por la Guardia Nacional, policía y paramilitares rojos.

2- En la provincia los ciudadanos se sienten más amenazados por los esbirros debido a que quienes protestan son fácilmente identificados y perseguidos. Por ello, muchos se desplazaban a Caracas para apoyar las marchas en la capital. Hoy, por estar más resteados y quizá también por las limitaciones de transporte, protestan en sus respectivos Estados.

3-. Unos cuatro millones y medio de venezolanos han tenido que emigrar, sea por persecución política o en búsqueda de comida, medicinas, seguridad personal o de trabajo. Evidentemente, todos contrarios al régimen.

 

4- Se puede argumentar que, a pesar de lo anteriormente mencionado, las protestas podrían ser más masivas y contundentes, lo cual es cierto. Al respecto habría que evaluar en cuánto influye la prédica de algunos líderes de oposición y tuiteros, generalmente bien intencionados, que pretenden echarle la culpa al presidente (e) Guaidó por no concretar “el fin de la usurpación”, y que, además alegan que los intentos de negociar desestimulan las protestas. Cabe recordar que Ho Chi Minh y sus soldados siguieron combatiendo a pesar de que sus delegados negociaban en París. Algunos no entienden, o no quieren entender, que Maduro se mantiene por contar con el apoyo del TSJ y de la Fuerza Armada.

No recordamos  ningún caso en que una dictadura haya caído sin la intervención activa o pasiva de los verde oliva. Por otra parte, recordemos que ningún país está dispuesto a enviar a sus soldados para resolver nuestro problema, aunque están conscientes de que también los afecta directa o indirectamente, en mayor o menor grado.

 

5- Aunque todo lo mencionado es válido, hay que tener claro que los protestas, aún cuando son de magnitud importante y son constantes, no son de mayor tamaño por la represión del régimen. Según el valiente y activo Foro Penal Venezolano, desde el 2002 a la fecha han sido asesinados 273 ciudadanos por manifestar, varios de ellos estando en las ergástulas del narcorégimen; en los últimos cinco años han sido arrestado a 15.180 ciudadanos por el solo hecho de protestar, hay 399 presos políticos, de los cuales 20 son damas y 109 militares, y desde el año 2014 hay 8.950 venezolanos sujetos a medidas cautelares, los cuales no pueden protestar ya que volverían a ser encerrados. El 16 N hubo 28 detenidos y en Caracas el Metro cerró varias estaciones para dificultar movilización.

6- Muchas han sido la denuncias de torturas, incluyendo violaciones, por parte de los diferentes cuerpos de seguridad del Estado. Es lógico que ello despierte temor a manifestar.

También el temor a perder el empleo por parte de trabajadores del sector público.

A pesar de todos estos factores, la sociedad venezolana sigue indoblegable. Por contar con una minúscula minoría, Maduro no se atreve a realizar elecciones transparentes. Sin embargo, hay la posibilidad, aunque sea remota, de que se vea obligado a realizarlas. Por ello debemos prepararnos y no descalificar el esfuerzo que realiza la Asamblea Nacional de designar el comité de selección de candidatos al Consejo Nacional Electoral.

A los más escépticos, que sin duda tienen razones para serlo, solo sugerimos que den el beneficio de la duda y que acepten el presidente (e) Guaidó hace lo mejor que puede con los pocos medios de que dispone. No cometamos el crimen de “matar a un ruiseñor”.

 

No es fácil ser el hombre feliz capaz de “conocer las causas de las cosas”, como diría Virgilio, pero sí podemos ser más mesurados   al emitir opiniones. A Maduro se le puede aplicar lo que dijo Cicerón de Catilina:   “Desde hace años no hay fechoría ni infamia alguna que no venga asociada a tu nombre. Cometiste con total impunidad la sangría de muchos ciudadanos, la humillación y el robo a sus amigos. No sólo tuviste fuerza para despreciar las leyes y la justicia, sino también para quebrantarlas y abatirlas”. El ponderado Oswaldo Álvarez Paz escribió que estaba satisfecho con la movilización del 16 N. Quien esto escribe también.

Como (había) en botica: Maduro se arrodilló ante el dólar y Pedro Sánchez ante el Coleta.¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

Crímenes sin castigo | Señales de una tragedia

Foto: Crónica Uno

Lo ocurrido en el Parque del Este pudo ser evitado. Hubo tiempo suficiente, y sin embargo nadie actuó para impedirlo ¿Quién permitió la celebración a todo trance del concierto Banderas Blancas?

La pregunta clave para determinar responsabilidades en la tragedia del Parque del Este, ocurrida el sábado 9 de noviembre, es quién tenía la responsabilidad de proteger a los asistentes, y si esa entidad o persona contó con suficiente tiempo para tomar las medidas que impidiesen la cadena de hechos que arrojó un saldo parcial de una adolescente fallecida y otros diecinueve lesionados.

La segunda parte quizá sea más fácil de abordar. La iniciativa de utilizar las instalaciones del referido parque para llevar a cabo un evento artístico gratuito era conocida por lo menos con nueve días de antelación. La administración del Instituto Nacional de Parques (Inparques) había recibido el 1 de noviembre una solicitud de autorización para celebrar un “concierto de música urbana” en la concha acústica, ubicada en el sector norte, aledaño a la salida hacia la avenida Francisco de Miranda.

Inparques, a juzgar por la documentación conocida, negó la realización de la actividad llamada Banderas Blancas. Pero esta negativa parece haber sido ignorada por los organizadores.

Ahora bien, si un ciudadano de a pie pide permiso para llevar a cabo una celebración en ese parque, y la autoridad del lugar lo niega, pues lo más lógico es que el solicitante busque un sitio distinto. De lo contrario, esta autoridad podrá acudir a la fuerza pública para imponer su voluntad.

 

En el caso del Parque del Este convergen tres instituciones que podrían ser denominadas “fuerza pública”: la Guardia Nacional, que posee una compañía en esas instalaciones; Inparques, cuyos empleados hacen rondas por los estacionamientos y caminerías, y la Policía de Miranda, cuyos funcionarios tienen un puesto en el sector conocido como Bolívar, justo al lado de unas oficinas que ocasionalmente utiliza el gobernador Héctor Rodríguez.

Todos estos representantes del Estado imponen restricciones a los usuarios. Por ejemplo, cuando se celebran actos del oficialismo en el nuevo sector del parque -donde Rodríguez despacha-, los agentes de la policía regional impiden a los usuarios y corredores cruzar el puente que pasa sobre la autopista Francisco Fajardo. También hacen apostamientos -de vez en cuando- en el sector conocido como “pista de tierra”, donde los deportistas son asaltados con frecuencia.

Todos estos cuerpos contaron con suficientes días para impedir la celebración del concierto. Pero no lo hicieron. Por el contrario, miraron impávidos cómo era instalada la tarima donde el trapero Neutro Shorty haría su presentación. Por cierto, frente al despacho del gobernador.

El día del show, también hubo la oportunidad de parar la tragedia, de haber leído a tiempo las señales. Según testimonios recabados, los adolescentes se agolparon frente a la reja del parque, en la entrada Norte, desde muy temprano. En su desespero por ganar acceso, una joven escaló la malla perimetral y sufrió lesiones leves en una pierna al caer en el interior de la instalación.

Los empleados del parque, disminuidos en número, optaron por cerrar todas las rejas, incluidas las del estacionamiento.

Esto hubiese sido suficiente para enviar al lugar una unidad de orden público, ya fuese de la GN o de la Policía Nacional, que cumpliese un rol disuasivo. Como no sucedió, los muchachos envalentonados derribaron dos santamarías de la entrada y corrieron como manada hacia el sector sur, donde se llevaría a cabo el concierto.

 

Fue en este momento cuando se produjo la mayor parte de los lesionados, y según el parte preliminar de la PNB, la muerte de la adolescente.

Al ver a esta multitud corriendo en desbandada, los deportistas que tradicionalmente utilizan el parque tuvieron que ocultarse.

Un segundo sitio de suceso fue en los alrededores del puente que pasa sobre la autopista. Allí los adolescentes intentaron trasponer las barreras a como diera lugar, lanzándose por los bordes de la estructura y cayendo en el sector Bolívar. Los paramédicos tuvieron que improvisar un puesto de atención en el borde del lago donde está la réplica de la carabela.

El problema radica en que, desde junio de 2018, Inparques pareciera haber perdido la potestad de manejar esas instalaciones. Ese mes, Nicolás Maduro aprobó una solicitud formulada por Rodríguez, y nombró a Gerardo Sánchez Chacón “autoridad única” del parque. Los empleados del instituto manifestaron su descontento.

Esta dualidad en el manejo de la instalación pudiera contribuir a explicar por qué los organizadores del evento hicieron caso omiso a la negativa de Inparques, y en cambio movieron el escenario desde la Concha Acústica hasta el sector sur. Sin duda, un poder superior los aupaba. El referido instituto pasó agachado, hasta que el escándalo por la muerte de la joven y los numerosos lesionados lo obligó a emitir un comunicado, en el que descargó la responsabilidad en los organizadores del evento.

Este suceso hace recordar otro caso luctuoso: el de la fiesta en el club conocido popularmente como Los Cotorros, en El Paraíso, donde murieron diecinueve personas, luego del lanzamiento de una bomba lacrimógena. Esto fue en junio de 2018. En esa oportunidad, los fiscales no solo imputaron a quienes arrojaron el artefacto sino también a quienes participaron en la organización del evento juvenil, a los encargados de la seguridad y al regente del establecimiento.

 

Es claro que hay diferencias entre el caso de El Paraíso y el del Parque del Este. La principal es que un lugar es de uso privado, y el otro público, es decir, al cuidado del régimen. Y este matiz, desde luego, lo tiene presente el Fiscal.

Breves

-Desde finales de octubre, las autoridades del estado Zulia están reteniendo las motocicletas que son detectadas en circulación luego de las 7 pm, en atención a una orden emitida por el gobernador de la entidad, Omar Prieto, a través de su cuenta twitter. El 15 de septiembre, Prieto argumentó que esta decisión formaba parte del “combate a la inseguridad”. Se desconoce qué elementos de juicio habrá tomado en cuenta el gobernante para emitir un mandato que restringe la libertad de circulación.

Las estadísticas, conocidas extraoficialmente de fuentes policiales, indican que las motos apenas son usadas en el 5,8% de los robos genéricos denunciados en Zulia. De hecho, en ese estado sucede algo curioso: las motos son menos utilizadas para asaltar que los carros o las camionetas, las cuales aparecen en 11,5% de los casos conocidos. Prieto pareciera guiado más por la intuición que por un criterio sólido. Finalmente, tanto en Zulia como en el resto del país, la mayoría de los robos (82,2%) es llevada a cabo por personas que van a pie.

-La división contra la Delincuencia Organizada de la policía judicial adelanta una averiguación sobre una red nacional de distribución de cosméticos falsificados. Las pesquisas fueron iniciadas el 16 de mayo, una vez recibida la denuncia de la representante legal de la empresa Drocosca, Adriana Menéndez. Esta firma es la encargada de comercializar los productos marca Valmy.

Según Menéndez, se detectó que productos tales como esmaltes y línea de tratamiento para uñas, que tradicionalmente son comercializados por grandes cadenas de farmacias, eran ofrecidos a través de la web MercadoLibre, e igualmente eran vendidos en quincallas y abastos en diversas ciudades como Barquisimeto, Maracaibo y San Cristóbal, a precios que representan casi la mitad de los que tradicionalmente tienen en las ventas al detal.

 

La fiscal 16 con competencia nacional, a cargo de Andrés Eloy Hernández y Milkary da Silva, coordina las diligencias de este caso. Luego de allanamientos en locales de Barquisimeto y La Urbina, se ha determinado que estos productos fueron traídos de China. Pero hasta el momento no ha sido posible encontrar un rastro documental que confirme el puerto de entrada. Los representantes de la compañía de cosméticos han solicitado un pronunciamiento del Instituto Nacional de Higiene, pues suponen que la baja calidad de los insumos utilizados para fabricar la mercancía “pirata” representa un riesgo para la salud de los usuarios.

Han detectado, además, que en las nuevas oleadas de importaciones los imitadores han refinado sus técnicas, al hacer que las etiquetas externas sean copias casi fieles de las que traen los productos originales.

@javiermayorca