La estudiante carabobeña fue asesinada en el marco de las protestas antigubernamentales de 2014
Dos sargentos de la Guardia Nacional Bolivariana fueron condenados a prisión, pero la madre de Moreno, Rosa Orozco, clama para que se investigue a la cadena de mando
La mañana del 19 de febrero de 2014 Geraldine Moreno Orozco, de 23 años de edad, agarró su bandera y en compañía de familiares y amigos asistió al cacerolazo convocado en el sector Tazajal de Naguanagua en el estado Carabobo contra el Gobierno de Nicolás Maduro. El país estaba inundado de manifestaciones contra el régimen chavista debido a la escasez de productos básicos, la inflación y la violencia delictiva. Apenas una semana atrás, habían matado a Bassil Da Costa y a “Juancho” Montoya en una manifestación convocada por líderes opositores que arribó a las inmediaciones de la Fiscalía en Caracas.
El ambiente estaba tenso y peligroso, pero nada impedía la salida a la calle de miles de jóvenes que exigían mejores condiciones de vida y la restitución del hilo democrático.
El grupo donde estaba Geraldine fue dispersado por seis motocicletas de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que llegaron disparando perdigones y bombas lacrimógenas sin mediar palabras. Geraldine corrió hacia su casa y fue alcanzada en el rostro por una detonación del sargento Albin Bonilla Rojas, quien no conforme con verla en el piso, volvió a dispararle en la cara.
La estudiante del quinto semestre de Citotecnología de la Universidad Arturo Michelena fue trasladada inmediatamente al Hospital Metropolitano del Norte, donde luego de tres días falleció a causa de un paro cardio-respiratorio provocado por hemorragias encefálicas y edema cerebral.
Apenas tres días antes había muerto otra joven en Carabobo también por un disparo en la cabeza; la estudiante y modelo Génesis Carmona.
Dos años después de la muerte de Moreno, el Tribunal 1ero de Juicio de Carabobo condenó a Bonilla Rojas a 30 años de prisión por homicidio calificado con alevosía por motivos fútiles, quebrantamientos de pactos y convenios internacionales y uso indebido de arma orgánica.
Asimismo, el sargento Francisco Caridad Barroso fue sentenciado a 16 años y 6 meses por complicidad.
Justicia a medias
“A mi hija la mataron en la puerta de su casa con un pito y una bandera”, dijo Rosa Orozco, madre de Geraldine.
De acuerdo a Orozco, en el asesinato de su hija participaron 24 efectivos de la GNB, pero solo dos fueron condenados.
“Sin embargo, yo sigo yendo al Ministerio Público a llevar solicitudes para que se investigue al resto de los funcionarios y a la cadena de mando, obvio que eso no va a suceder porque la impunidad en la cadena de mando en Venezuela es de 100%”, sostuvo Orozco.
Orozco sentenció que hay suficientes indicios para que la Corte Penal Internacional (CPI) continúe con las investigaciones al Gobierno venezolano por presuntos crímenes de lesa humanidad.
El venidero 1 de marzo la Sala de Apelaciones de la CPI dictará sentencia sobre el recurso introducido por el régimen de Maduro contra la decisión de la Sala de Cuestiones Preliminares de reanudar la investigación.
“Aquí hubo un patrón sistemático y generalizado contra la población civil proveniente de bajos y altos mandos, hay elementos suficientes para que estos asesinatos sean incluidos en la investigación”, sentenció Orozco.
Pese a que para algunos la posibilidad de ver enjuiciados en cortes internacionales a los miembros de la cadena de mando es lejana e incluso improbable, Orozco confía en la justicia fuera de las fronteras venezolanas.
“No creo que puedan evadir la CPI, tengo confianza en las instancias internacionales. Lo que tiene en las manos esa corte es irrefutable, aquí se juzga la culpabilidad de las personas no al Estado, la justicia debería prevalecer”, consideró.
Más allá de Geraldine
Para Orozco una parte de su corazón se esfumó con la repentina y trágica partida física de su hija hace una década.
“Dejé de ser una mamá normal para convertirme en una defensora de los derechos humanos, cuando ni siquiera sabía qué significaba eso”, expresó.
Orozco aseguró que desde pequeña Geraldine la acompañaba a las marchas contra el Gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez y desde ese momento aprendió a luchar por Venezuela: «Geraldine siempre ha sido mi bastón. Le juré a mi hija en su tumba que le iba a dar justicia”.
Animada por ese ímpetu, Orozco fundó junto a la abogada Martha Tineo la organización no gubernamental Justicia, Encuentro y Perdón.
“Yo soy la directora general y desde 2014 hasta la fecha hemos documentado 334 víctimas. Me he convertido en la vocera de muchas familias, incluso de aquellas que no quieren hablar por miedo”, indicó.
Orozco pidió a los venezolanos y a la comunidad internacional no comprar la tesis de que las muertes de jóvenes en protestas se perdieron.
Manifestó también que cada vez que puede pide perdón a la juventud venezolana: «Porque ellos no tienen la culpa de lo que está pasando, la culpa la tenemos nosotros y no podemos seguir permitiendo que sufran como en 2014 y 2017, tenemos que dejar este país en libertad y democracia para las futuras generaciones”.
Mientras sigue luchando por el restablecimiento de la democracia y la justicia en Venezuela, Orozco -junto a familiares y amigos- asistirá este jueves 22 de febrero a una misa en honor a su hija.
“Será en el parque Geraldine Moreno, aquí en la urbanización Tazajal donde todavía vivo, ese mismo día le vamos a rendir homenaje a Génesis (Carmona), que también era de aquí”, agregó.