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Grupo de Boston

Grupo de Boston propone a la AN un proyecto para solventar crisis eléctrica
La idea es pedir un préstamo especial a la CAF para paliar la crisis en los estados más críticos
El PNUD sería el encargado de ejecutar y administrar los recursos y el proyecto

Foto: El Nacional

 

Mediante una carta dirigida al presidente encargado y de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, el Grupo de Boston – instancia integrada por parlamentarios de distintas ideologías – presentó un proyecto para poder solventar la crisis eléctrica, especialmente en los estados más afectados como el Zulia.

El Grupo busca obtener un préstamo especial por parte del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), con la ejecución y administración de Naciones Unidas (ONU) a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

«El objetivo del mecanismo es solventar, a corto plazo y de manera parcial la situación de emergencia que atraviesa el país en materia eléctrica», exponen en la misiva.

 

El monto que solicitan a la CAF es de 350 millones de dólares y basado en un análisis técnico determinaron darle prioridad al estado Zulia, Sur Occidente, Nueva Esparta y Caracas «resultando una propuesta de incorporación de más de 1.000 MW».

Señalaron que entre los meses de mayo y octubre de este año se realizaron distintas reuniones de consulta e información técnica y política con representantes «de los diferentes sectores del espectro político y social venezolano a fin de conseguir el mayor consenso posible».

Además fuentes le indicaron a El Pitazo que el gobierno de Maduro ya habría aprobado el proyecto y que están a la espera de la respuesta de la oposición, donde habría reticencia por parte de algunos sectores para darles el sí.

Las fuentes aseguran que el gobierno de Maduro a través del Ministerio de Finanzas aceptó a través de una carta el apoyo y aprobó que sea la ONU la encargada de ejecutar ese proyecto. La carta señala que, «Conociendo y estando consciente de la crisis humanitaria eléctrica nosotros cedemos a que sea la ONU la que ejecute el proyecto y haga la contratación».

Igualmente falta ahora la respuesta por parte del Parlamento. 

Familia de Edgar Zambrano logró visitarlo en prisión

La tarde del sábado 20 de julio, familiares del primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, lograron finalmente visitarlo después de dos meses de su detención.

El día en el que el Parlamentario cumplió 64 años, pudo compartir con sus hijas Soley Zambrano y Zue Zambrano, también estuvo presente su esposa, su yerno y su única nieta, así lo escribió a través de su cuenta de Twitter la pareja del diputado, Sobella Mejías .

En la recién creada cárcel de máxima seguridad ubicada en Fuerte Tiuna a la que fue trasladado Zambrano, también llegaron integrante del conocido Grupo de Boston, organización que logró que al haber transcurrido más de 70 días del arresto del diputado sus familiares lograran finalmente visitarlos en prisión.

La reunión contó con la presencia de varios integrantes del Grupo de Boston, entre ellos su coordinador Pedro Díaz Blum y los delegados Francisco Torrealba del sector oficial y Pedro Pablo Alcántara por la oposición.

Desde el 10 de julio Zambrano lleva a cabo una huelga de hambre, para que se le de cumplimiento a varias exigencias, entre las que se encuentra la inmediata liberación de Rosario Pedro, Abraham Rodríguez, Martín Hernández y Martín Peña, todos integrantes de su equipo detenidos junto a él el pasado 8 de mayo.

El Tribunal Especial Segundo de Primera Instancia en Función de Control, con competencias en casos vinculados a “terrorismo”, dictó medida privativa de libertad contra el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, tras el allanamiento ilegal de su inmunidad parlamentaria por la impuesta asamblea constituyente.

Según las autoridades, el parlamentario habría cometido flagrantemente los delitos de traición a la patria, conspiración, rebelión civil, usurpación de funciones, instigación pública a la desobediencia de las leyes y el odio continuada durante los sucesos del 30 de abril, en el contexto de la llamada “Operación Libertad”.

Zambrano, junto a los diputados Henry Ramos Allup, Luis Florido, Mariela Magallanes, Simón Calzadilla Peraza, Américo De Grazia y Richard Blanco Delgado, estuvieron al lado de Juan Guaidó durante las acciones en el Distribuidor Altamira con un puñado de militares, hecho que el gobierno que preside Nicolás Maduro califica de “escaramuza de intento de golpe de Estado”.

Negociar o morir en el intento, por Edward Rodriguez

 

 

QUIZÁS NUNCA NOS IMAGINAMOS NEGOCIANDO EN CONDICIONES ADVERSAS, perversas o en el justo momento cuando sientes que tu vida está en riesgo o que ya no te pertenece, así  vivimos los venezolanos todos los días; ya seas un general de brigada pro gobierno, a quien asesinaron el fin de semana en el estacionamiento de una farmacia en los Altos Mirandinos, o un opositor radical; la delincuencia al momento de actuar no pregunta por la tendencia o color político.

Por eso creo que la principal solución a todos nuestros problemas, comenzando por el derecho a la vida, pasa por salir de este Gobierno que llegó con la firme intención de perpetrarse y cometer todas la atrocidades de rigor que identifican plenamente a un régimen de corte militar, con algunos civiles de pantalla para cuidar las apariencias; pero que al fin al cabo llegaron gracias a una parte importante de venezolanos que creyeron en las promesas de la “Revolución del siglo XXI”.

Hoy por hoy la oposición venezolana prácticamente pulverizada por falta de unidad, por jugar de manera separada y por desarrollar agendas propias, está recibiendo un voto de censura de casi la totalidad de su principal capital político, los opositores de a pie. Claro está, el gobierno sigue trabajando en su permanencia en el poder, usa todas las formas para que la Unidad no vuelva a reunificarse y en eso ha sido clave el tema del diálogo y sus fracasos.

Ahora bien, pese a todas las condiciones adversas siempre se debe estar presto a la negociación; entiéndase bien que se negocia cuando se tiene algo que dar y cuando se está dispuesto a recibir algo y ambas partes comprenden que al final están ganando. En el caso del Gobierno en este preciso momento, saben que el tema económico, las sanciones y la corrupción los tiene atrapados.

Aún y cuando la Comisión Europea señaló recientemente que no hay condiciones para el diálogo en Venezuela, yo sí creo que deben explorarse otros métodos de negociación sin ser satanizados; si los esfuerzos pasado se diluyeron y no funcionaron ni siquiera porque contaran con la presencia de la Iglesia, pues es hora de reinventarse.

Una de las opciones pudiera ser la metodología que ofrece el Grupo Boston, bastante sonado recientemente en la opinión pública, y al que personalmente no le lanzaría piedras si no por el contrario, auguraría por un planteamiento claro para el entendimiento entre el Gobierno y la oposición. El Grupo Boston es una red de legisladores venezolanos y estadounidenses originarios del 2002 que dio resultados en aquel álgido momento en Venezuela; hoy sigue activo sumando nuevos integrantes.

Unas “mesas de ideas”, es la propuesta inicial del Grupo de Boston; las mismas deben estar integradas por miembros del Gobierno y la oposición con ascendencia en las personas que toman decisiones en ambos bandos. Estas mesas tienen que hacerse en un ambiente acorde, dentro o fuera del país, con bajo volumen en la opinión pública.

Lo innovador de este método es que los participantes deben transformarse en una especie de creativos para hacer un “banco de ideas” y opciones para ser revisadas, discutidas y negociadas; porque al fin y al cabo el fin último es negociar, pero no morir en el intento.

Venezuela no aguanta un fracaso más.  

 

@edwardr74

AP: Un estadounidense experto en mediación busca impulsar el diálogo en Venezuela

UN EXPERTO EN RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS educado en Harvard llegará la semana entrante a Caracas para intentar lo que se antoja imposible: reactivar el diálogo político en Venezuela, un país profundamente polarizado.

La visita de Jim Tull durante varios días, en la que asistirá a reuniones a puerta cerrada con representantes del gobierno socialista y la oposición de Venezuela, se lleva a cabo en una época en que Estados Unidos está amenazando con imponer más sanciones financieras y se discute abiertamente la posibilidad de una acción militar para derrocar al presidente Nicolás Maduro. Los intentos previos de diálogo han fracasado en medio de amargas recriminaciones.

El mediador de español fluido, que ayudó a reducir las tensiones en Venezuela después del golpe de Estado de 2002 contra el entonces presidente Hugo Chávez, se mostró cauteloso sobre la posibilidad de alcanzar sus objetivos. La nación petrolera sudamericana está sumida en su peor crisis económica de la historia, con una hiperinflación y escasez de todo tipo que están aplastando a los pobres y obligando a muchos venezolanos a emigrar miles de kilómetros.

“Hay una gran probabilidad de que se apliquen muchos esfuerzos a esto y no cambie nada en el terreno”, declaró Tull en una entrevista desde Cambridge, Massachussetts. “Pero si se consigue la participación de la gente correcta, y uno va acercándose paso a paso, entonces se incrementan dramáticamente las posibilidades de que ocurra algo bueno”.

La misión de Tull está siendo organizada por el Grupo Boston, una red informal de legisladores estadounidenses y venezolanos de todo el espectro político —demócratas, republicanos, socialistas y capitalistas— preocupados por la situación en Venezuela. Los encuentros exploratorios fueron organizados por el republicano Bob Corker, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, a través de relaciones que uno de sus colaboradores construyó hace 15 años durante intercambios parlamentarios en los que participó Maduro, legislador en ese entonces.

Caleb McCarry, principal asesor de Corker en política latinoamericana, se entrevistó recientemente con Maduro en dos ocasiones en Caracas en un lapso de ocho días para impulsar el diálogo, la primera de ellas _el 7 de octubre_ acompañado de su jefe. El intento de mediación de Tull está siendo llamado “una mesa de ideas” a fin de distanciarlo de las fallidas negociaciones anteriores, como las que el Vaticano encabezó, o una en la República Dominicana auspiciada por el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, la cual se vino abajo en febrero.

Sin embargo, falta ver si una Casa Blanca escéptica aprobará la iniciativa. El Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional no quisieron comentar si la apoyan o no.

La acosada oposición en Venezuela está dividida en cuanto a una estrategia desde que su boicot a las elecciones presidenciales de mayo se granjeó el apoyo internacional pero no logró debilitar el control de Maduro sobre el poder. Los de línea dura, a los que se han sumado dirigentes opositores exiliados, afirman que el diálogo es inútil hasta que Maduro muestre disposición a dejar la presidencia.

“Maduro ha convocado diálogos farsas cada vez que las expresiones internas y externas llegan a punto de provocar un cambio en el país. Lo único para que sirven es para dar más oxígeno al régimen”, dijo la activista antigubernamental María Corina Machado, que fue despojada de su banca en el Congreso en 2014.

Otros opositores al gobierno, como los excandidatos presidenciales Henri Falcón y Henrique Capriles, apoyan un enfoque más moderado y temen que la creciente retórica beligerante en todas las partes pudiera propiciar más derramamientos de sangre.

Al menos públicamente, el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump no ha desempeñado un papel en la iniciativa de pacificación de Corker. En un apartado de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Trump bromeó sobre un atentado de agosto contra Maduro en el que el estallido de dos drones con explosivos causó la dispersión de los efectivos en el lugar, y señaló que no debía descartarse una acción de soldados estadounidenses o venezolanos.

Como quiera que sea, cualquier iniciativa fuera de las bravuconadas de Washington podría enviar una señal positiva de que Estados Unidos no está buscando sólo medidas punitivas, dijo Greg Weeks, profesor de estudios latinoamericanos de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte.

“Estas interacciones por debajo de la superficie pueden redituar enormes dividendos”, dijo Weeks. “Pero para que ganen impulso sí necesitan cierto apoyo del gobierno de Trump”.

El canal de comunicación del Grupo Boston ya ha empezado a dar frutos. El grupo fue reactivado en fecha reciente tras una interrupción de una década para conseguir la excarcelación de Joshua Holt, un hombre de Utah que estuvo preso dos años en Venezuela por cargos de armas ampliamente considerados como inventados. Corker, acompañado de McCarry y el coordinador del Grupo Boston, el exlegislador venezolano Pedro Díaz Blum, llevaron a Holt de regreso a Estados Unidos en mayo.

Ahora el republicano, que pasará al retiro, y sus aliados pretenden seguir construyendo a partir de esa intermediación.

Su despacho declinó atender una solicitud para que hiciera declaraciones sobre la mediación de la próxima semana. Pero después de su reunión con Maduro, a la que describió como “muy buena”, Corker dijo que buscaba vías creativas para romper el estancamiento y tenía intención de conversar sobre su viaje con el secretario de Estado Mike Pompeo.

La mediación encabezada por Tull cuenta con la financiación del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos, que desempeñó un papel importante en el proceso de paz en Colombia. También se ajusta a las exhortaciones de la titular de política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, a favor de un diálogo.

Tull señaló que, idealmente, el gobierno y la oposición enviarán ocho representantes cada uno que incluirán a veteranos del Grupo Boston y suplentes nuevos en las reuniones, enfocados en crear un “espacio seguro” para un futuro diálogo, aunque no precisamente negociaciones, al menos no por ahora. Entre las caras nuevas que Maduro mandará figuran el gobernador Rafael Lacava, un intermediario crucial en la historia de Holt, y el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, según una persona allegada a las próximas reuniones que solicitó el anonimato porque no está autorizada a hacer declaraciones sobre detalles.

Se desconoce a quiénes enviará la oposición, y el movimiento antigubernamental más grande del país, Primero Justicia, que fue proscrito este año, continuaba sopesando si asistirá o no, dijeron dos dirigentes que también solicitaron el anonimato porque las deliberaciones internas continúan.

Tull, cuyo interés en la teoría de la negociación se volvió personal hace décadas en Nicaragua cuando fue capturado por guerrilleros y negoció su propia libertad, dijo recordar a Maduro después del golpe como una persona que defiende enérgicamente sus ideas izquierdistas pero que también sabe escuchar.

Las fotografías de entonces muestran a un Maduro sonriente y más delgado abrazando al senador John Kerry en una pista aérea en Nueva Inglaterra, descansando en el complejo Kennedy en Cape Cod y jugando béisbol con algunos de sus opositores más recalcitrantes.

Tull está convencido de que es posible volver a encontrar coincidencias, pero reconoce que cualquier iniciativa de diálogo, por discreta que sea, será considerada una traición por gente de ambos bandos políticos.

“Los venezolanos llevan mucho tiempo peleándose y las cosas empeoran cada vez más”, declaró Tull, “y eso no necesariamente es adecuado para ninguna de las partes”.

Nelson Bocaranda Sardi Oct 09, 2018 | Actualizado hace 6 años
¿El Zapatero de Drácula?

Foto: Pedro Díaz Blum (izquierda), Bob Corker (centro) y Caleb McCarry (derecha)

 

El lugar: Hotel Marriot de Caracas.

La convocatoria: Por el llamado “Grupo Boston” donde en los años 2002 y 2003 concurrieron diputados de gobierno y oposición de Venezuela y congresistas estadounidenses de los partidos Republicano y Demócrata tratando de establecer puentes comunicacionales entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela.

Los asistentes foráneos: Senador Republicano Bob Corker de Tennessee y Caleb McCarry, “Senior Professional Staff Member” del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de los EE. UU.

Los invitados locales de medios, comunicadores, ONG, economistas y abogados: Egleé González, Carlos Raúl Hernández, Mibelis Acevedo, Vladimir Villegas, Kico Bautista, Thiany Rodríguez, Mercedes Malavé, Emilio Figueredo, Simón García, Michel Penfold, Élides Rojas, Luz Mely Reyes y Nelson Bocaranda Sardi. Como moderador del encuentro estuvo el coordinador del Grupo de Boston, el exdiputado Díaz Blum.

EL RELATO: Cuando me convidaron al encuentro con el Senador Corker de inmediato pensé en su actuación el pasado mes de mayo con la liberación de un mormón, Joshua Holt, detenido en el SEBIN por casi dos años acusado de “terrorista y complotar contra el gobierno” sin una sola evidencia de ese supuesto actuar. Allí jugó un papel importante el actual gobernador del estado Carabobo Rafael Lacava. (En un momento, en privado, pregunté al Senador como había llegado a ese funcionario y me respondió ipso facto: “él se me acercó en Caracas).

La verdadera historia es que Lacava llamó a Díaz Blum para que lo ayudara a mejorar las relaciones con los Estados Unidos sabiendo de su actuación en el Grupo Boston. Dos días después, por esas coincidencias del destino, Díaz Blum recibió una llamada de Caleb McCarry donde éste le informaba que la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Senado le habían encomendado buscar la salida de Joshua Holt de su prisión en Caracas y le pidió que lo ayudara en esa tarea. Díaz Blum le dice a Caleb que se venga a Venezuela y de inmediato llamó a Lacava para ponerlo al tanto. Con Caleb en Caracas los tres van a ver al “amigo Maduro” en Miraflores y comienzan a planear la salida de Jolt. Cuando llegó el Senador Corker ya todo estaba canalizado para que fuera exitoso.

El interés del gobernador por mediar, interceder y lograr acuerdos concretos lo han convertido –para muchos- en una versión “light”, divertida por su auto comparación con Drácula, del expresidente español Rodríguez Zapatero. Es un funcionario totalmente mediático y fanático de las redes sociales.

Mi invitación provenía del Coordinador del Grupo Boston, el exdiputado Pedro Díaz Blum quien hoy mantiene -casi como franquicia viviente- las reminiscencias de lo que fue por años el único punto de encuentro entre el chavismo y los demócratas venezolanos. Por suerte allí participó Nicolás Maduro y a eso se debe el haberle insuflado estos nuevos aires de “diálogo” en medio de tanto escepticismo, desesperanza, incredulidad y engaños a través de las últimas escaramuzas oficiales.

Para el Senador Corker esta era su tercera visita. El domingo al llegar se fue directo a una residencia en Fuerte Tiuna, junto a Caleb Charles McCarry y Díaz Blum para encontrarse con Maduro, Cilia Flores, Delcy Rodríguez y Rafael Lacava. Para el congresante “fue un encuentro largo y productivo”.  La reunión con nosotros el lunes 8/10/18 comenzó cerca de las 10 am. Él venía de una reunión con varios embajadores acreditados en Venezuela para tener “some inputs”  de lo que acontece en un país tan controversial y dividido como el nuestro. Le preocupa mucho la enorme división de los partidos opositores. Su visita es totalmente personal, así nos lo aclara, al tiempo que anuncia que ya está de salida del Senado donde ejerció por años la dirección del Comité de Relaciones Exteriores. No es tampoco mediador. El conocimiento y acercamiento con Venezuela viene desde los días fundacionales del Grupo Boston. Consideró un avance el que el gobierno de Maduro haya reconocido la existencia de una crisis humanitaria al recibir fondos de Unicef y medicinas de la Organización Panamericana de la Salud. Las opiniones fueron muy variopintas en las conversaciones. El economista Michael Penfold explicó como la inflación en el rubro comida subió 280% en un mes. Reiteró que lo económico no se puede lograr sin solución política primero. Su pregunta: ¿cómo se puede echar el país adelante? Kico Bautista habló de la consolidación del gobierno de Maduro en medio de las vicisitudes y explicó sus razones, entre ellas el poder mediático del régimen. Vladimir Villegas fue enfático en su denuncia de que el gobierno de Maduro actúa al margen de la Constitución de 1999. Alertó del deseo gubernamental de aprobar una nueva Carta Magna salida de la Constituyente para controlar aún mas a la población sin ningún obstáculo posible. “No podemos perder los derechos conquistados”, alertaba el colega de Globovisión y Unión Radio. Hay cada vez menos resquicios democráticos. Repiten algo ya usado en 2014 por el gobierno. La oposición tiene gente muy radical que quiere dirigirla a control remoto desde el exterior. Hay un gobierno sin escrúpulos y una oposición radicalizada. Villegas fue severo al pedir el referendo obligatorio para aprobar o no la nueva Constitución. La periodista Luzmely Reyes explicaba al senador que el gobierno no es popular pero no está débil. Le preocupaba que en referencia a la libertad de expresión el gobierno utilice los parámetros, nada democráticos, de China, Rusia y Turquía. El articulista de Tal Cual, Simón García, refirió los fracasos, frustraciones, extremismos, confianza y credibilidad por las que han pasado los partidos democráticos en estos años. Otro participante, el diplomático Emilio Figueredo, enfatizaba en la necesidad que tenemos de vencer la anti-política para poder avanzar en un diálogo constructivo. También para él es fundamental defender la actual Constitución de 1999. El periodista Élides Rojas ironizó sobre aquellos que han logrado cambiar el gobierno de Estados Unidos pero no al de Venezuela precisamente por esa falta de unidad. Cuando intervine le expliqué a los dos estadounidenses la falta de libertades para ejercer el periodismo, la persecución a diarios, emisoras de radio y televisión y el permanente acoso a la opinión libre. La censura, la autocensura, el bloqueo a medios digitales son parte del cotidiano quehacer periodístico. Cité el caso de la “anulación y retiro” de mi pasaporte hace solo un mes donde la cobardía oficial hace que nadie me de la cara o me de una razón para dicha inconstitucionalidad a pesar de haber introducido denuncias ente el Saime, la Defensoría y la Fiscalía General.

Corker se va el martes, al amanecer, a su país. Dejó claro que en estos momentos globales el foco está puesto en Rusia, China y Siria, no en Venezuela a pesar de las menciones que diariamente se hacen. Tiene tiempo escuchando a los “duros” que van a Washington anunciarle que “Maduro ya va a caer”. Otros han pedido que no impongan mas sanciones pues al no dejarlos salir del país se harán mas duros contra los miembros de los partidos democráticos. Consideró como buena, una vez mas, su reunión con Maduro. Estas frases finales, en medio de un diálogo e intercambio respetuoso tanto por él como por McCarry, fueron alentadoras: “Venezuela debe tener con una gerencia apropiada, un estándar de vida mejor que los Estados Unidos”. Hizo un chiste al final cuando expresó que tanto Trump como Maduro tienen solo un 37%de aprobación. Recordó también que ha sido crítico de su presidente. Al mediodía participó en un almuerzo donde estuvieron muchos de los integrantes originales del Grupo Boston. De allí nada supimos. Sirvió si para reactivar unas relaciones entre los diputados venezolanos que no había vuelto a ser puesta en marcha.

Una buena fuente me manifiesta que esta puesta en escena con un Senador al que le quedan apenas tres semanas en su cargo es para darle un mensaje a lo interno de los factores de poder rojo rojitos de que “si se puede negociar con los EE. UU. el tema de las sanciones y otros puntos álgidos”. Este tema los preocupa hasta el alma. Se les olvida que ya hay un acuerdo bipartidista en el Congreso estadounidense en referencia a Venezuela y que, además, es muy completo.

Maduro desempolva el Grupo de Boston para romper el cerco de Trump
Antes de declararle la guerra –verbal– al “imperio”, el líder de la revolución chavista visitó la casa de Edward Kennedy y dijo apostar por la hermandad. Ahora retoma los contactos de su época de parlamentario para enfrentar el aislamiento internacional

 

@pppenaloza

¿EN QUÉ LUGAR DEL MUNDO PODRÍAN COINCIDIR un Presidente de la República Bolivariana, una primera combatiente de la revolución, un secretario de Estado de Estados Unidos, un “león” de la dinastía Kennedy, un magistrado de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia y una rectora del Consejo Nacional Electoral? Respuesta: en el Grupo de Boston.

Nacido tras el golpe del 11 de abril de 2002 como una iniciativa para fortalecer los maltrechos lazos entre la Asamblea Nacional y el Congreso norteamericano, el Grupo de Boston pasó años desactivado y ahora de manera sorpresiva retoma protagonismo ante la opinión pública por su participación en la liberación del misionero mormón Joshua Holt, preso desde julio de 2016 en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) ubicada en El Helicoide bajo la acusación de porte ilícito de armas de guerra.

El encargado de revivir esta iniciativa binacional fue el gobernador del estado Carabobo, Rafael Lacava, quien el 17 de diciembre pasado fungió de anfitrión en el hotel Hesperia de Valencia en un encuentro con miembros fundadores del Grupo de Boston.

La nota de prensa oficial recoge que en la reunión participaron “el coordinador del grupo”, Pedro Díaz Blum, los constituyentes Elvis Amoroso, Saúl Ortega y Victoria Mata, el comunicador chavista Francisco “Frasso” Solórzano, y los antiguos parlamentarios opositores Ángel Emiro Vera, Pedro Pablo Alcántara y Luis Beltrán Franco.

El Grupo de Boston se conformó de manera paritaria en 2002. Diez legisladores oficialistas y otros tantos de la oposición. El chavismo incluyó a Nicolás Maduro, José Khan, Luis Acuña, Calixto Ortega, Tania D’Amelio, Saúl Ortega, Victoria Mata, Francisco Solórzano, Amalia Sáez, Héctor Vargas y Rodolfo Gutiérrez. Más tarde se sumó Cilia Flores.

Por la oposición intervinieron Pedro Díaz Blum, Ramón José Medina, Leopoldo Puchi, Luis Beltrán Franco, Carlos Tablante, Ángel Emiro Vera, Julio Montoya, Pastor Heydra, Néstor López y Rafael Parra Barrios. Dirigente de Proyecto Venezuela para la época, Díaz Blum encabezaba el grupo de amistad Venezuela-EEUU en la AN y posteriormente asumió el liderazgo del Grupo de Boston.

La delegación del Congreso norteamericano estaba compuesta por los representantes Cass Ballenger, republicano que presidía el Subcomité de Asuntos Hemisféricos Occidentales, y los demócratas William D. Delahunt y Gregory Meeks. Completaban la instancia los senadores demócratas John Kerry y Edward Kennedy, y los asistentes Caleb McCarry, Ted Brennard y Paul Oustborg.

El amor y la guerra

La idea de acercar a legisladores venezolanos y estadounidenses contó con el apoyo de la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (Venamcham), la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo secretario general era el expresidente colombiano César Gaviria, y el embajador de EEUU ante la OEA, Roger Noriega.

En septiembre de 2002, la comisión paritaria de la AN realizó su primer viaje a Washington y Brewster, Massachusetts. Tres opositores que vivieron aquella experiencia coinciden en calificarla como “muy positiva”. “Fueron jornadas de estudio sobre la resolución de conflictos con el apoyo de expertos de la Universidad de Harvard, participamos en debates muy interesantes”, resume una de las fuentes consultadas.

Dos fundadores chavistas observan que el intercambio en tierras norteamericanas “permitió que pudiéramos compartir respetando nuestros puntos de vista y diferencias ideológicas, con el objetivo de trabajar en función del país”.

En paralelo a la agenda oficial, los norteamericanos se tomaron en serio eso de promover la convivencia entre sus pares venezolanos. Para sorpresa de los involucrados, acomodaron en una misma cabaña a Nicolás Maduro y Ramón José Medina. Sin embargo, una falla en el aire acondicionado obligó al ex subsecretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) a mudarse a otra habitación junto con su colega Luis Beltrán Franco.

Edward “Ted” Kennedy, fallecido en 2009, recibió a la comitiva criolla en su residencia levantada a la orilla de la playa en Cape Cod, Massachusetts. “Allí estuvieron Nicolás y Cilia, encantados con ese icono de la política norteamericana que era Kennedy, eso realmente generó mucha distensión”, relata un opositor. El futuro Presidente congenió inmediatamente con los demócratas Delahunt y Meeks, quienes asistieron a las exequias del comandante Hugo Chávez en marzo de 2013.

Un chavista agrega que “Ted” los trató con mucha deferencia, recordando que Venezuela fue uno de los primeros destinos en el exterior que visitó su hermano John como presidente de EEUU. “Nos permitió conocer el museo de John Kennedy, dijo que sentía una gran afinidad con Venezuela y que por eso nos abría su casa, algo que no hacía con todo el mundo”, comenta el oficialista.

Los tres opositores entrevistados que compartieron con Maduro lo describen como “un tipo cordial”. “No hablaba mucho, pero claramente era el jefe de los chavistas, en contraste con nosotros que éramos un grupo de ‘libres pensadores’”, suelta uno. “Nicolás y Cilia actuaban en tándem, iban a las reuniones con interés, disciplina, había un ambiente de camaradería”, expone otro. “La menos dada con nosotros era Cilia”, subraya el tercero.

Así como observaron una interpelación hecha al general Colin Powell en el Comité de Política Exterior del Senado y presenciaron actos de campaña electoral, en un segundo viaje organizaron un juego de sofbol en la isla de Nantucket, a unos 50 metros al sur de Cape Cod, que terminó empatado “para evitar conflictos”.

Las partes acordaron “asumir el compromiso de defender la democracia de Venezuela a través del diálogo, el respeto mutuo y la tolerancia”, y coincidieron en la necesidad de fortalecer la AN. Con ese fin, el Congreso norteamericano donó equipos al Parlamento venezolano para que instalara su televisora (ANTV).

Inspirados por ese espíritu de concordia, desempolvaron parcialmente las labores de control parlamentario, y la mayoría prometió frenar su aplanadora en la discusión de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Resorte). “Por eso invitaron a los dueños de medios al debate, aunque el resultado no fue el mejor”, reconoce un exdiputado.

Pronto el catálogo de buenas intenciones chocaría con la realidad. El paro petrolero y la pelea por el referendo revocatorio de 2004 subieron la temperatura al límite y en 2005 la oposición resolvió no competir en las elecciones parlamentarias, perdiendo su representación en la AN. El Grupo de Boston quedaba en el limbo.

Los golpes de Mr. Robinson

El Grupo de Boston vuelve a escena a bordo del carro de Drácula. Hace 18 años, Lacava era un diputado suplente “simpático” que se entendía con sus pares opositores y siempre estaba en la Cámara por las reiteradas ausencias del principal, Francisco Ameliach.

Ahora el dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) gobierna Carabobo y es visto como un hombre de confianza de Maduro, con quien habría acordado relanzar este puente de comunicación con el Congreso de EEUU. A su favor tiene su experiencia diplomática como embajador en Italia y su conocimiento del inglés.

El mandatario regional contó con el apoyo de Díaz Blum, presidente del Grupo de Boston que fue vocero de Proyecto Venezuela, luego suplente en el Consejo Nacional Electoral (CNE) del rector Vicente Díaz y que compitió sin suerte como independiente por Carabobo en las parlamentarias de 2010. “Díaz Blum hizo una buena amistad con Nicolás y Cilia, siempre fue un opositor light”, asevera un antiguo parlamentario.

Díaz Blum se excusó de brindar su testimonio para esta nota, argumentando que los miembros del Grupo de Boston acordaron no ofrecer declaraciones. Se limitó a indicar que prefieren mantener el bajo perfil para no torpedear la agenda de trabajo que vienen desarrollando y adelantó que en las próximas semanas retomarán la columna que publicaban en el diario El Universal.

En el norte el promotor del reencuentro fue Caleb McCarry, asesor del republicano Robert Corker, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado que se reunió con Maduro el 25 de mayo en Miraflores para sellar la liberación de Holt.

Los opositores resaltan la influencia de McCarry, quien habla español y desde un principio se preocupó por forjar un vínculo cercano con Maduro, Flores y el resto de los venezolanos del Grupo de Boston. Nombrado en 2005 por el presidente George W. Bush como “coordinador para la transición a la democracia en Cuba”, jugó un papel clave en la solución del caso del misionero mormón.

Reactivada la iniciativa, sus miembros se reunieron en la embajada de EEUU con el encargado de negocios, Todd Robinson. Dos opositores utilizan la misma palabra para describir el inicio de aquella conversación: “áspera”. “Robinson dijo que jamás lo habían tratado tan mal, se quejó porque no le permitían ofrecer asistencia consular a Holt, y cuestionó severamente al chavismo por desconocer la AN”, cuentan los testigos sorprendidos por el tono “poco diplomático” de aquella bienvenida.

El segundo vicepresidente de la Constituyente, Elvis Amoroso, respondió que en el Parlamento no conseguían con quien dialogar, y Lacava buscó disminuir la tensión hablando con Robinson sobre su afición por los Mets de Nueva York y el FC Barcelona. Al final, Amoroso y el gobernador carabobeño se comprometieron a colaborar en el caso de Holt, privó el tono institucional y la charla culminó de forma “medianamente grata”.

Después hubo otro cónclave en la embajada norteamericana, con motivo de la visita del senador demócrata Dick Durbin, recibido por Maduro en Miraflores el 6 de abril. Amoroso abrió fuegos culpando a las sanciones del “imperio” por la grave crisis económica que padece Venezuela y Robinson lo desmintió con acritud. Para evitar que el intercambio pasara a mayores, todos confluyeron en la necesidad de recuperar los lazos bilaterales.

Nuevo comienzo

La historia terminó con Robinson expulsado del país el 22 de mayo, Holt fuera de El Helicoide cuatro días más tarde, y el Grupo de Boston gozando de un protagonismo inusitado, publicando en su cuenta Twitter una foto en la que aparecen sonrientes Lacava, Díaz Blum, McCarry y Corker celebrando este final feliz.

“Sería un despropósito atribuir al Grupo de Boston la liberación de Holt”, advierte uno de sus miembros fundadores. Si en sus albores esta instancia era una expresión de la pluralidad política del país, hoy se ha convertido en un instrumento de uso exclusivo para el oficialismo, que se ha negado a incorporar a los nuevos diputados de la Unidad.

Un opositor considera que en esta nueva etapa el Grupo de Boston puede utilizarse como una “fachada política” para facilitar las gestiones diplomáticas de Lacava, “quien está empoderado por Maduro”, y contrarrestar el aislamiento del régimen chavista, sometido a sanciones por parte de la administración del presidente Donald Trump.