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Patrick Duddy: Estados Unidos no necesita del petróleo venezolano como antes

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Patrick Duddy, último embajador estadounidense en Venezuela, sufrió el ataque verbal de Hugo Chávez en primera persona: «Tiene 72 horas, a partir de este momento, el embajador yanqui en Caracas para salir de Venezuela. ¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda!», dijo el ex presidente en un acto político en 2008. Por entonces, quien ejerció como diplomático en Caracas en representación de George Bush y de Barack Obama de 2007 a 2010 tuvo que salir del país durante nueve meses, y fue declarado persona no grata por el gobierno venezolano. Ahora, jubilado del servicio exterior, Duddy dirige el Centro de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte.

-¿Qué comparación hace entre la Venezuela de hoy y la de 2007, cuando Hugo Chávez estaba en el poder y usted era el embajador norteamericano?

-Chávez era presidente en otra época: Venezuela tenía muchísimos más ingresos petroleros. Nicolás Maduro ha tenido que tratar con las consecuencias, por un lado, de las políticas económicas del entonces presidente Chávez, cuyo modelo, aun cuando yo estaba ahí, estaba dando señales de que iba a fracasar. Además de la caída de los precios del petróleo, hubo siempre indicaciones de las tendencias totalitarias del chavismo: calificaban el movimiento como una revolución y amenazaban con la lucha para mantenerse en el poder.

-¿Era inevitable la crisis en Venezuela o empeoró aún más con Maduro?

-Parcialmente es debido a la caída de los precios del petróleo, pero también del modelo económico y social; porque no sé cuántas industrias y compañías fueron expropiadas y nacionalizadas, y prácticamente ninguna está funcionando. La economía privada de Venezuela es básicamente moribunda y eso es intencional. No hubo la inversión que se necesitaba hacer en el sector petrolero y el gobierno no logró mejorar el funcionamiento de otras industrias.

-¿Qué opina de las sanciones económicas que impuso Estados Unidos a los dirigentes chavistas?

-Estados Unidos ha tratado de evitar medidas que podrían hacer la situación para los ciudadanos venezolanos más difícil; no han querido castigar al pueblo mismo, sino castigar a los individuos que consideren responsables por lo que ha pasado.

-Sin embargo, el gobierno norteamericano ha amenazado también con un embargo económico al país. Cuando lo implementaron con Cuba, no funcionó como quisieron.

-Hay gente que hace ese argumento y a mí me parece que después de 50 años de sanciones económicas, difícilmente se puede argumentar que han tenido los resultados deseados. Igualmente, me parece que estamos hablando de otra cosa cuando se trata de Venezuela, por el hecho de que Estados Unidos todavía es su socio más importante en cuanto a petróleo, y no hay otra industria que le esté generando divisas. Además, Estados Unidos ya produce más petróleo que antes y tiene muchísimos socios. No necesitan del petróleo de Venezuela como en el pasado.

-¿Cómo podría afectar la sanción económica a Venezuela?

-Si fuera el caso que Estados Unidos dejara de comprar petróleo, me parecería una situación bastante complicada para Venezuela porque gran parte de lo que ellos producen tiene que ser refinado dentro de Estados Unidos, por el carácter de su producción. Hoy en día, hasta ellos necesitan importar petróleo liviano y dulce para mezclar con su producción. Allá en Venezuela las refinerías no están funcionado tal como deben, porque tampoco han sido cuidadas y no han hecho las inversiones necesarias para mantener esa industria.

-¿Cree que Rusia puede suplir la demanda?

-Rusia es un activo socio de Venezuela, pero es un productor de petróleo, no principalmente un mercado, y tampoco tiene la misma capacidad para refinar como Estados Unidos. China es otro socio importante para Venezuela, al cual se le exporta bastante. Pero China le ha prestado muchísimo dinero a Venezuela, entonces parte del petróleo venezolano ya no genera divisas porque es usado para pagar las deudas.

¡No es la economía, estúpido! por Orlando Viera Blanco

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Fue notable la frase que le espetó el joven Bill Clinton a su rival George Bush padre, en la campaña presidencial de EEUU-92. En momentos que Bush lucia imbatible por los éxitos de su política exterior, el fin de la guerra fría y la guerra del Golfo Pérsico, el estratega de Clinton, James Carville, le recomienda que aborde los problemas cotidianos de los americanos. Así emerge el demoledor «¡es la economía, estúpido!», como eslogan fulminante y suficiente para conectar con su pueblo. Clinton, un político «naranjal» en un país guerrerista, alcanza una victoria inesperada. Pero en el caso venezolano, lo económico no es el conector…

Después de 16 larguísimos y costosísimos años de reparto (y despilfarro), algunos dirán que el pueblo venezolano sufre de una borrachera revolucionaria, cuyo ratón aún no ha comenzado. Ha sido un festín de dinero fácil -por adjudicatario y becario- que no ha formado una sociedad productiva, sino parasitaria. Sin embargo, habría que analizar que otros elementos han acompañado esta indudable marea de dádivas, impregnadas de un ineficiente cooperativismo y un rimbombante discurso socialista, generador de más pobreza, pero también de las más faustas oligarquías psuvistas y militares. Sin duda el pueblo venezolano desde finales de los setenta hasta la llegada de Chávez, vivió en un estado de abandono y depauperación que no puede escudarse en la antipolítica como argumento de quiebre de la mal llamada IV-R. En medio de un clientelismo irresponsable, AD y Copei, promovieron un Estado paternal y populista que enaltecía al actor político como agente principal de las demandas colectivas y ciudadanas. No les convenía a los partidos levantar un milímetro de consciencia social en los administrados, porque manteniendo el monopolio de la ayudantía, se reservaban la calculadora y el control de los ingresos públicos, mismos que terminaron más en los bolsillos de «los apóstoles», que en los famélicos ‎venezolanos de-a-pie. Esta perversa dinámica adeco-social-cristiana, con la impronta del pacto de punto fijo, fue la fórmula que condujo a la degeneración de AD y Copei, pero también a la banalización de toda una sociedad embriagada de saudismo petrolero, esto es, del ta’ barato dame diez, del whisky 18 años y de una movilización social que si bien es meritoria en logros académicos (masificación educativa), no vino escoltada de reflexiones impostergables en materia de sensibilidad social, consciencia cívica, solidaridad y sentido contributivo.

Por estas calles comenzaron a prodigar los sentimientos de relegación. Actitud grupal, mayor expresión de violencia que conoce el hombre: la indiferencia. El desprecio que deriva de ver al otro comer mal y andrajoso; viviendo en la extrema miseria y muriendo en la extrema impunidad, sin perplejidad. Poco a poco nos fuimos convirtiendo en una sociedad adulante y plástica, pendiente de nuestro cosmos; de nuestro viajecito a Aruba, Margarita o NY, preocupados de nuestras zapatillas nike, sin mirar los abedules podridos en los cerros de Caracas o en los pueblos de provincia. Porque vivir rodeados de un cordón marginal en nuestras narices, de Petare a Macarao, de Mamera a Nazareno, era un barbarismo cuyo  desconocimiento -por apáticos y omisos- fue criminal. Al tiempo que niñas abortaban sin haber tenido infancia o niños se hacían jíbaros y pistoleros, por no haber tenido el estómago ni corazón atendido; mientras crecía el hambre y el olvido de un pueblo hacinado y desdentado, aquellos que lograban sobrevivir y salir de nuestros barrios, no volvían la mirada atrás, acaso por vergüenza, acaso por indolencia. Y esta Venezuela despreciada fue acumulando decepciones, desplantes y reflujos, pero, ojo, no odios. Porque el pueblo no puede odiar si antes no se sabe vulnerable.  Si carece de la educación para reflexionar odios y concientizar la incuria. El pueblo simplemente resiente y sufre mientras busca quien le tienda una mano. Y dejamos a los políticos ser los únicos mesías. Pronto la ineficiencia y la corrupción hicieron estragos y el resto de la sociedad «que si mordió», se fue de farra. Así  esos abedules de sangre, sudor y lágrimas; de dolor y desesperanza, de reflujos y rémoras, le hicieron la alfombra roja a la llegada de Chávez.

Dieciséis años después, la historia sigue viva y la rémora sigue ahí. El pueblo antes de decepcionarse de Chávez o de su sucesor, no olvida ese pasado mal-vivido y reaviva su rencor hacia aquella sociedad indiferente que le vio depauperarse. Responsabilidad que no es sólo de AD y Copei, sino de todos, por lo que decir que fue la antipolítica, Ibsen Martínez, o Eudomar Santos los que acabaron con el antiguo régimen, no es más que un reduccionismo ramplón.

Desanudar el conflicto venezolano no depende de lo económico. Depende de nuestro afecto por los pobres. El líder que pretenda conectar con el pueblo como Clinton con el suyo en su momento, deberá acuñar su frase, pero al revés: ¡No es la economía, estúpido! Es el prójimo a quien debemos amar tanto como a nosotros mismos. Es lo social. Es lo humano. No es nada más.

 

@ovierablanco

vierablanco@gmail.com

Una nueva escalada en la confrontación del chavismo con EEUU

NicolásMaduro26

 

En una escalada de la confrontación del chavismo con Estados Unidos, el presidente venezolano Nicolás Maduro anunció este sábado que los estadounidenses que viajen a Venezuela deberán contar con visa y advirtió que ésta le será negada a personajes como George W. Bush o Dick Cheney «por terroristas». «Para proteger a nuestro país (…) he decidido implantar un sistema de visado obligatorio para todo estadounidense que ingresa a Venezuela», dijo el mandatario en un encendido discurso ante una multitud de chavistas transmitido en cadena de radio y televisión obligatoria.

Maduro advirtió además que «un conjunto de jefes políticos de Estados Unidos que han violado los derechos humanos bombardeando» a países como Siria, Irak o Afganistán «no podrán ingresar a Venezuela por terroristas».

Citó al expresidente George W. Bush, al exvicepresidente Dick Cheney y a los legisladores de origen hispano Bob Menéndez, Ileana Ros Lethinen y Marco Rubio, además del ex legislador Lincoln Díaz Balart.

Los cuatros legisladores de origen hispano fueron incluidos al ser considerados responsables «de la política belicista e irracional contra el pueblo venezolano», dijo la canciller Delcy Rodríguez en declaraciones a la cadena televisiva multiestatal Telesur.

Rodríguez, quien precisó que la prohibición de ingreso es de por vida, calificó el conjunto de acciones anunciadas por Maduro como «enmarcadas en el derecho internacional y la Convención de Viena que rige las relaciones entre estados».

En su mensaje en cadena televisiva Maduro explicó que tomó la decisión de exigir visado tras la captura de un piloto estadounidense de origen latinoamericano en el estado de Táchira (oeste), sospechado de realizar actividades «encubiertas» de espionaje.

El presidente se abstuvo de dar cualquier precisión sobre la identidad del detenido, la fecha de arresto u otros detalles del caso.

Respecto de las visas a estadounidenses, Maduro dijo que serán cobradas en dólares y al mismo precio que los venezolanos pagan al solicitar el visado para Estados Unidos.

En otras de sus medidas, Maduro ordenó a la cancillería venezolana, hasta donde lo permita la convención de Viena que rige las relaciones diplomáticas, «reducir, adecuar y limitar el numero de funcionarios estadounidenses» en la embajada en Caracas.

Los estadounidenses «tienen 100 funcionarios, nosotros tenemos 17 (en Washington). ¡Términos de igualdad entre los estados», proclamó Maduro ante la multitud reunida en torno del palacio presidencial de Miraflores al cumplirse 26 años del levantamiento popular conocido como el «Caracazo.»

Reuniones supervisadas

El mandatario también advirtió que, basándose en el articulo 41 de la Convención de Viena, toda reunión que celebren los diplomáticos estadounidenses en Venezuela deberá ser conocida y autorizada previamente por el gobierno local.

«Se acabaron las reuniones conspirativas de esos funcionarios», dijo Maduro, quien en los últimos días ha endurecido su discurso contra la embajada de Estados Unidos en Caracas, a la que acusa de «injerencias y abusos» y de reunirse con opositores venezolanos.

El punto 2 del artículo 41 de la convención señala que «los asuntos oficiales de que la misión esté encargada por el Estado acreditante han de ser tratados con el Ministerio de Relaciones Exteriores».

A decir de Maduro, Washington busca a través de su embajada fomentar un golpe de Estado contra su gobierno, y al grito de «¡yanquis del carajo!» el lunes pasado emplazó al presidente Barack Obama a que «rectifique» y ordene el «caos» de su política hacia Venezuela.

En octubre de 2013, Maduro ya había ordenado la expulsión de tres diplomáticos estadounidenses, entre ellos la encargada de negocios, a quienes acusó de reunirse con opositores para «sabotear el sistema eléctrico y la economía» de Venezuela.

Desde la llegada al poder, en 1999, de Hugo Chávez, un ferviente crítico de la «política imperialista» estadounidense, Washington y Caracas han sostenido distintos roces diplomáticos que desembocaron en el retiro de embajadores desde 2010. En los últimos dos años, al menos ocho diplomáticos han sido expulsados.

En diciembre, Estados Unidos impuso sanciones, incluyendo restricciones de visas y en algunos casos congelamiento de bienes, a funcionarios venezolanos involucrados, según afirmó, en casos de violaciones de derechos humanos y corrupción.

Pese a las tensiones en el plano político, Estados Unidos sigue siendo el principal cliente del petróleo venezolano, que paga con dinero líquido.Maduro, enfrentado a una severa crisis económica y una profunda caída de su popularidad, ha redoblado en los últimos meses sus denuncias sobre planes de golpe y magnicidio, en las que con frecuencia involucra a Washington.