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Fundeeh: la ruina de los hospitales y el botín de los ministros
La fundación encargada de la construcción, remodelación, mantenimiento y dotación de equipos médicos del sistema de salud pública venezolano se mueve entre la opacidad y la ineficiencia.
La mayoría de los ministros de Salud se ha autodesignado para llevar sus riendas y manejar los más de 4,6 millardos de dólares le han sido entregados en 10 años
La Contraloría ha cuestionado en varias oportunidades los retrasos en las obras, que algunas veces carecían de licitaciones y contratos
La no ejecución de las obras ha impedido a Venezuela cumplir con los estándares internacionales de asistencia sanitaria. Faltan 64 mil camas hospitalarias, 89 % de las emergencias presentan fallas y 71 % de los quirófanos está fuera de servicio

 

@loremelendez | Especial para PROVEA

EL AÑO: 2006. EN AQUELLOS DÍAS, un dólar costaba 2,15 bolívares; el Producto Interno Bruto había crecido 10,3 %; mientras que la inflación acumulada cerraba en 16 puntos porcentuales, cuatro dígitos más de los que había calculado el gobierno. A pesar del fallo en esa última previsión, el clima político y la bonanza económica favorecían a un Hugo Chávez que estaba, otra vez, en campaña presidencial para mantenerse en Miraflores por seis años más. El 6 de noviembre de ese año, un mes antes de su reelección y durante un consejo de ministros, decretó la creación de un organismo que se sumaría a sus promesas electorales: la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario (Fundeeh), que cumpliría con la “construcción, dotación y equipamiento de la planta física hospitalaria general especializada” del país para así poder llevar a cabo un “Plan Especial de Desarrollo y Ampliación de la Red Hospitalaria Nacional” del cual hoy todavía se esperan resultados.

Diez años después de aquel lanzamiento, el panorama de los hospitales es desolador, a pesar de que la inversión – según las Memorias y Cuentas del Ministerio de Salud– fue superior a 17 mil millones de bolívares (o 4.620 millones de dólares, de acuerdo con las fluctuaciones del cambio oficial). Mientras los ministros de turno se nombran a sí mismos para llevar las riendas del organismo y no rendir cuentas a terceros, hay centros de salud con áreas en escombros, hospitales que se convirtieron en elefantes blancos y equipos médicos que se quedaron obsoletos, dejaron de repararse por la falta de repuestos o no recibieron mantenimiento oportuno. Estos son sólo algunos de los fracasos de una institución que en lugar de solventar el déficit de camas hospitalarias, lo acrecentó.

La favorita de los ministros

La llegada al MinSalud del general de Brigada del Ejército Jesús María Mantilla marcó un hito en la Fundeeh. Él fue el primer titular de la cartera en autodesignarse presidente de la fundación y también el primero en recibir un gran financiamiento para empezar las obras en los hospitales. A través de un crédito adicional, a la institución le asignaron 1,35 millardos de bolívares (más de 627 millones de dólares americanos, de acuerdo con el tipo de cambio de la época), destinados al plan de “Acondicionamiento, repotenciación y modernización de 62 hospitales tipo I, II, III y IV” en todo el territorio nacional. Los retrasos y errores de estas remodelaciones son evidentes hoy en el sistema hospitalario.

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Los estatutos fundacionales de la Fundeeh establecieron que la institución estaría regida por un presidente que, a su vez, estaría a la cabeza del Consejo Directivo, integrado por cuatro miembros principales con sus respectivos suplentes. Uno de estos últimos sería nombrado director. Todos los miembros debían reunirse una vez al mes y su labor consistía en administrar el patrimonio de la fundación y aprobar los planes y programas necesarios para el cumplimiento de su objetivo.

El presidente, cargo que ejerció Mantilla y la mayoría de los ministros que le siguieron, debía dedicarse a la fundación a tiempo completo, lo mismo que el director. De paso, sería el responsable de abrir y movilizar, junto a otro miembro del Consejo Directivo, la cuenta bancaria de la fundación. Sería, además, quien presentaría al ministro la Memoria y Cuenta de la fundación al final de cada ejercicio económico.

Además de Mantilla, titulares del MinSalud como Carlos Rotondaro, Eugenia Sader, Isabel Alicia Iturria, Nancy Pérez Sierra, Henry Ventura y, en la actualidad, Luisana Melo, tomaron la presidencia de la Fundeeh y se rindieron cuentas a sí mismos. En 10 años de historia, sólo los ministros Armada, Erick Rodríguez y Luis Reyes Reyes se mantuvieron fuera de la institución.

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Para Carlos Walter, director del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela y ex ministro de Sanidad y Asistencia Social, la autodesignación es una irregularidad que impide el correcto funcionamiento del ente. “En una lógica organizacional, si esta institución es un organismo que está adscrito a un Ministerio, se supone que la autoridad máxima es la del ministro. Allí hay lo que podríamos llamar un conflicto de intereses. Si una persona es responsable de la Fundeeh y, a su vez, es ministro, no tiene libertad de ejercer a plenitud su rol de autoridad”, señaló.

La misma opinión tuvo el ex diputado del PSUV a la Asamblea Nacional, Tirso Silva, y actual director del Hospital Vargas de Caracas, quien indicó que un ministro “no puede ser juez y parte a la vez”. Fue él uno de los que denunció los retrasos e irregularidades de las remodelaciones que empezaron en 2007 y de las que todavía quedan escombros en algunos hospitales.

Perfil desdibujado

Aunque los estatutos de la Fundeeh señalan que el presidente de la institución debe contar con formación académica y trayectoria en el área de salud, gerencia o ingeniería, González acotó que esta posición debía ser ocupada por un especialista. Apuntó que el perfil idóneo para este cargo, tal como lo fue en la FIMA, encaja con el de un profesional de la ingeniería o la arquitectura, con conocimiento en construcciones sanitarias, a fin de que proyecte, planifique, supervise, evalúe y corrija cada obra ejecutada, y además pueda ofrecer respuestas inmediatas ante las crisis. Un médico como segundo de abordo, recomendó, ofrecería una visión integral de cada proyecto.

Una revisión a las profesiones de quienes han ocupado la presidencia de la Fundeeh en estos 10 años, indica que de 10 autoridades, 3 han sido militares, 1 ha sido militar y médico y 5 han sido médicos cirujanos. Sólo Carmen Yelitza Espósito, quien estuvo menos de un año en el cargo cuando Luis Reyes Reyes fue ministro de Salud, era ingeniero.

El proyecto fallido

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La revisión de los informes de gestión de la Fundeeh, incluidos en las Memorias y Cuentas del Ministerio de Salud, dieron cuenta de cómo la institución debió alinear sus objetivos al modelo político implantado por Hugo Chávez, pero también recordó algunos de los más sonados escándalos que han tenido su nombre como protagonista.

En sus primeros años, la institución señalaba que sus acciones iban en pro de “lograr la justicia social”, mientras que a partir de 2010, la intención de “reducir la pobreza a cero” desplazó aquel objetivo primario. Lo invariable, en todos los documentos, fue su proyecto estrella: “la continuación de la ampliación, remodelación y modernización de la redes hospitalaria en los hospitales tipo I, II, III y IV”, que desde 2013, incluyó a los ambulatorios especializados (CDI, CAT, SRI) de todo el país. Sin embargo, en 9 años de informes, la meta del plan se quedó a medias en 5 oportunidades. En 2008 y 2009 sí llegó a 100 %, mientras que en 2007 y 2015, no sólo se cumplieron todos los proyectos, sino que extrañamente se excedió en más de 100 % el avance físico de las obras. En ninguno de los casos se explicó en detalle cómo se alcanzó la meta y cómo se redirigieron los recursos, pese a que nunca fueron desembolsados por completo y acrecentaron la deuda con los proveedores, tal como lo denunció en 2014 la Asociación Venezolana de Distribuidores de Equipos Médicos, Odontológicos, de Laboratorio y Afines (Avedem).

En 2007 comenzó la contratación masiva de obras. Ese año, según la Memoria y Cuenta, se iniciaron 368 trabajos en todo el país. Lo que no se mencionó fue que ninguno se terminó en ese mismo período. La cifra continuó en ascenso y en 2008 se adicionaron 456 en 109 centros de salud. Ese año también fue el de mayor financiamiento. Las arcas de la institución percibieron 1,5 millardos de bolívares, que para la época representaban más de 732 millones de dólares, de acuerdo con el cambio oficial.

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Infografía: Jessica Aharonov

En 2009, cuando el general Carlos Rotondaro arribó a la cartera para desplazar a Mantilla tanto en el Ministerio como en la presidencia de la Fundeeh, se llegó al récord: se contrataron 654 obras y ni siquiera se culminó la mitad, sino que se llegó a 256. El acumulado histórico de contratos fue el mayor registrado hasta entonces: 734. Al año siguiente, cuando asumió Sader, se comprobaría que había 579 pendientes.

El anexo al Informe de Gestión de 2011 de la Contraloría General de la República criticó los retrasos y eso que sólo revisó las obras inconclusas en 4 centros de salud: la paralización de 5 trabajos que debían realizarse en el Hospital J. M de los Ríos de Caracas, incluyendo la remodelación de 8 de sus 10 quirófanos. En la Maternidad Concepción Palacios de la capital había 4 obras civiles no terminadas, y lo mismo sucedía con 5 electromecánicas y de electricidad. En el Hospital Vargas, los trabajos iniciados entre 2007 y 2008 en los servicios de emergencia, quirófano y anatomía patológica aún estaban sin culminar, mientras que los techos tenían filtraciones luego de labores mal ejecutadas de impermeabilización. En el Hospital Central de Maracay había 3 obras de infraestructura pendientes desde 2008. En todas se llegó a la misma conclusión: la falta de coordinación de las actividades de planificación por parte de las autoridades del hospital, la Fundeeh y MinSalud había ocasionado los retrasos y, en consecuencia, los centros asistenciales prestaban sus servicios con limitaciones y no garantizaban calidad.

Eso es también lo que opinó González, ex presidente de la institución que precedió a la Fundeeh. “La gran falla de la Fundación ha sido la falta de supervisión de las obras y no tener claro qué se va a hacer” en cada hospital, denunció.

Dos años más tarde, en 2013, el Informe de Gestión de la Contraloría volvió a referirse al tema. Ahí se señaló que en un análisis practicado a los expedientes de obras públicas ejecutadas entre 2007 y 2010, para rehabilitar, ampliar y modernizar 8 hospitales de la Red Barrio Adentro III, se determinó la inexistencia de licitaciones, así como de las garantías de tales trabajos. Tampoco se consiguieron documentos de pagos de anticipos y valuaciones de obras, y se comprobó que se ejecutaron labores sin contratos. El incumplimiento de los plazos de realización de los trabajos y la inacción de la Fundeeh ante estas irregularidades también fueron subrayados. Todo ello trajo como consecuencia, indicó el documento, el incremento de los costos y el deterioro de la infraestructura y los equipos, con lo que se afectó a una población de al menos 2 millones de personas que dependen del sistema público nacional de salud. Las fallas, además, fueron en detrimento de los los artículos 83, 84 y 85 de la Constitución venezolana, en los cuales se señala que el Estado debe garantizar y ser el mayor proveedor de los servicios asistenciales del país.

Hoy, los indicadores de la Encuesta Nacional de Hospitales, elaborada por la ONG Médicos por la Salud y el Cendes, reseñaron que el proyecto estrella de la Fundeeh no ha rendido sus frutos. Las fallas en los servicios de emergencias son de 89 %, mientras que 71 % de los quirófanos está fuera de servicio, y algo similar sucede con entre 70 y 80 % de las áreas de terapia intensiva de adultos y neonatal. El mismo estudio estimó que 29 % de los equipos no estaba operativo y que la unidad de Rayos X falla 37 % de las veces. Tampoco funciona 95 % de los laboratorios.

Los inacabados

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Hubo un punto en particular que destacó en la Memoria y Cuenta de 2008 de la fundación. Con Jesús Mantilla al mando, en el documento se habló de la continuación de la primera etapa de la “construcción de los Hospitales de Barrio Adentro IV”, que en 2007 no se había detallado. Durante ese año, las seis obras –centros de salud especializados en distintas áreas y ubicados en Barinas, Miranda, Distrito Capital, Guárico, Mérida y Apure– iniciaron con “movimientos de tierra, obras provisionales y pilotes”. La idea era que la inauguración de estas nuevas edificaciones se llevara a cabo entre 2009 y 2011. Sin embargo, los retrasos e irregularidades registrados con las empresas encargadas de edificarlos los convirtieron en elefantes blancos.

La mala planificación hizo que, por ejemplo, dos de estos hospitales fuesen cambiados de sitio luego de que su construcción se iniciara. Eso sucedió con el Hospital de Gastroenterología y Oncología de El Vigía, que se empezó a levantar dentro del cono de aterrizaje del aeropuerto de esa localidad; y con el Oncológico de Guarenas, que se reubicó en Montalbán con la finalidad de mejorar su accesibilidad, ya que según Eugenia Sader, la mayoría de pacientes estaba en Distrito Capital.

La no ejecución de las obras ha impedido a Venezuela cumplir con los estándares internacionales de asistencia sanitaria. La Organización Mundial de la Salud establece que por cada 1.000 habitantes haya 3,76 camas hospitalarias disponibles. Para una población como la venezolana, con 30 millones de personas, deben existir entonces al menos 90 mil de estas camas para los enfermos. Sin embargo, de acuerdo con la Memoria y Cuenta del MinSalud de 2015, hoy sólo se cuenta con 25.909. Esto es, poco más de 28 % del total que debería estar habilitado.

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El capítulo Sader

Aunque no fue de inmediato, la teniente coronel de la Aviación y médico Eugenia Sader, asumió  las riendas de la Fundeeh mientras fue titular del Ministerio de Salud. A la cartera llegó en mayo de 2010, cuando relevó a Luis Reyes Reyes, uno de los pocos ministros que había delegado la responsabilidad de la fundación en otro funcionario: la ingeniero Carmen Yelitza Espósito.

El nuevo enroque y cargo de Sader vino con el nuevo año. En la Gaceta Oficial número 39.620, con fecha 21 de febrero de 2011, se publicó su designación. Bastaron tres meses para que el nombre de su hijo, Eugen Enrique Bejarano Sader, apareciera también dentro de la fundación. En mayo se convirtió en secretario de la comisión de contrataciones. Aquel primer año de Sader frente al organismo no dejaría ningún rastro: el informe de la Fundeeh no se incluyó dentro de la Memoria y Cuenta de ese período.

Durante su gestión, la cantidad de obras concluidas bajó el ritmo y los avances físicos estuvieron entre 59 y 56 %. Las contrataciones también se ralentizaron, pero los recursos continuaron fluyendo.

En 2012, Carlos Walter, junto al médico e investigador Luis Fuenmayor Toro y el coordinador del Observatorio Venezolano de la Salud, Jorge Díaz Polanco, solicitaron que se abriera una investigación contra Sader por una serie de irregularidades cometidas en detrimento de las obras de la Fundeeh: la no licitación de los proyectos, los cambios en los proyectos originales de 6 hospitales especializados que serían levantados con materiales prefabricados después de que se había iniciado su edificación de manera tradicional, y la reconstrucción del hospital Luis Razzetti de Tucupita, en Delta Amacuro.

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Lo más escandaloso, no obstante, vino después de su partida. En septiembre de 2013, meses después de ser desplazada del Ministerio por Alicia Isabel Iturria, diputados de la Comisión de Desarrollo Social de la Asamblea Nacional solicitaron al Hemiciclo establecer el grado de responsabilidad que Sader tenía en el deterioro de los equipos de 19 salas públicas de radioterapia, cuyas garantías, que permitían su mantenimiento preventivo, había vencido en 2012. La no renovación del contrato dejó fuera de servicio a aparatos que iban desde aceleradores lineales y unidades de cobalto hasta tomógrafos y simuladores. Todos habían llegado a través de un convenio firmado entre Venezuela y dos empresas argentinas: Philips Argentina y el Invap.

Lo paradójico es que la Memoria y Cuenta de 2012 de la Fundeeh, en su apartado de “Planes y Líneas de Acción para 2013” -que se había mantenido prácticamente invariable desde su creación- indicó como prioridad el “mantenimiento preventivo, correctivo y actualización de equipos oncológicos y radioterapia de la red hospitalaria en los hospitales tipo I, II, III y IV”. La acción no fue suficiente para que Sader se mantuviera en el cargo mucho tiempo más y, en abril de 2013, salió del Gabinete de Nicolás Maduro. El 19 de junio de 2014 fue imputada de peculado doloso, asociación para delinquir y sobregiro presupuestario por el Ministerio Público.

La Fundeeh después de Maduro

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Los últimos tres años han transcurrido, para la Fundeeh, con un descenso aún más pronunciado del volumen de las grandes obras emprendidas en el pasado. De los cientos de trabajos iniciados en antaño, se pasó a menos de 70 por año. En 2013, los avances físicos llegaron a 59 %, mientras que en 2014, sólo alcanzaron 18 %. La más reciente Memoria y Cuenta del MinSalud, la de 2015, sostuvo que los avances físicos de las obras se ubicaron en 179 %, pero en su mayoría se trató de mantenimientos preventivos de equipos médicos, electromecánicos y oncológicos.

Basta con dar un vistazo a los titulares de los últimos días de agosto de 2016 para corroborar que la infraestructura del Sistema Público Nacional continúa en decadencia. Por esos días, el personal médico y obrero del Hospital de los Magallanes de Catia, en Caracas, denunció que estaba a punto del cierre técnico por la inoperatividad de los equipos y la falta de mantenimiento de una edificación que sufría los embates de la ausencia del agua. En el Victorino Santaella de Los Teques, los médicos residentes protestaron porque hasta los baños estaban fuera de servicio. En el Hospital Universitario Luis Razetti de Barcelona, criticaron que la cocina del principal centro de salud del estado Anzoátegui no funcionaba y que 90 % de las especialidades estaba paralizada. En el Hospital Universitario de Caracas, los trabajadores reclamaron que sólo 35 % de las camas estaba ocupada, porque no había ni equipos ni materiales para atender a más pacientes. Allí, el área de neonatología estaba contaminada.

La sucesora de la FIMA

El 16 de septiembre de 1999, en la Gaceta Oficial Nro. 36.788, se publicó la disolución de la Fundación para el Mantenimiento de Infraestructura Médico Asistencial para la Salud Pública (FIMA), institución adscrita al Ministerio de Sanidad y Desarrollo Social, que hasta entonces se había dedicado a la equipación tecnológica de los hospitales, al mantenimiento de los aparatos, y a las remodelaciones, impermeabilizaciones, adecuaciones y cambios de usos de las áreas de servicio de los hospitales para adaptarlos a las nuevas tecnologías. Es decir, casi la totalidad de las funciones que hoy cumple la Fundeeh, a excepción de la construcción de centros de salud, en la que la FIMA solamente participaba en la fase de planificación.

Durante sus últimos años, esa institución fue la responsable de dotar con tecnología de punta al Hospital Oncológico Luis Razzetti, en Caracas, también de resolver los problemas de agua que para entonces aquejaban a Los Magallanes de Catia, y de levantar una subestación eléctrica para el Hospital de Clarines, en Anzoátegui.

Pero el organismo se liquidó porque desde el chavismo se señalaba su poca transparencia, recordó Santiago González, ingeniero que presidió la FIMA entre 1994 y 1995. El vacío dejado por la institución debió llenarlo la Dirección Sectorial de Infraestructura del Ministerio, de la cual no se recuerda ninguna obra trascendente. Seis años después, sería momento de campaña electoral y de la flamante Fundeeh.

El médico y actual rector de la Universidad de las Ciencias de la Salud, Carlos Humberto Alvarado González, fue el primero en presidir la Fundeeh desde que el decreto presidencial N° 4.965, del 6 de noviembre de 2006, salió en Gaceta Oficial. Dos semanas después, el 21 de marzo, se dio a conocer el Acta Constitutiva y los Estatutos Fundacionales de la institución, que llevaron la firma de Francisco Armada, entonces ministro de Salud.

De acuerdo con aquel documento, la fundación tendría personalidad jurídica y patrimonio propio, aunque estaría adscrita a la cartera de Salud. Su objeto sería “apoyar la promoción, planificación, mantenimiento y construcción de edificaciones del Sistema Público Nacional de Salud, la coordinación, gerencia, financiamiento, administración, ejecución y supervisión de los proyectos, obras, dotación y equipamiento de la Red de Servicios de Salud, prioritariamente de los hospitales generales y altamente especializados que conforman el Plan Especial de Desarrollo y Ampliación de la Red Hospitalaria Nacional”, para superar el déficit de camas hospitalarias –que ya existía hace 10 años– y “atender el incremento regular de las necesidades del sistema, así como el fortalecimiento institucional y la formación de talento humano”. El aporte inicial le fue otorgado, a través de la Presidencia, por el Fondo Nacional para el Desarrollo Nacional (Fonden). Fueron Bs. 819.276.000, más de 381 millones de dólares al cambio oficial de la época.

“Ha habido mucho desgano y falta de conciencia por parte de las personas que han dirigido esto. No veo, ni siento la presencia de esa fundación en ninguna parte”, criticó González, quien tampoco cree que haya “capacidad reflexiva” en quienes llevan las riendas del lugar para rectificar y hacer las inversiones y trabajos que necesitan los centros de salud o para construir aquellos que quedaron pendientes.

 

Corrupción y retrasos sumieron en crisis a los hospitales de Caracas
Desde que se creó, en 2006, la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario del Ministerio de Salud es la responsable del grueso de las obras –y también las fallas– de infraestructura en hospitales, ambulatorios y demás centros de salud. Uno de sus fracasos es su plan de remodelaciones, signado por irregularidades en las contrataciones y por no haber cumplido ni 60% de su meta, en ningún año, desde que arrancó en 2007. Sólo en ese primer período se le asignaron 1,35 millardos de bolívares

 

@loremelendez | Especial para Provea

LA ALIMENTACIÓN DE LOS PACIENTES de la Maternidad Concepción Palacios depende del Hospital Militar. A diario, se debe esperar a que desde allí traigan los almuerzos, pues la cocina del principal centro materno del país dejó de funcionar desde hace más de una década. Quienes acuden a las Emergencias del Hospital Vargas y del Materno Infantil de Caricuao deben aguantar el sofocón, porque el aire acondicionado se daña a cada rato. En Los Magallanes de Catia, las goteras son comunes, porque las tuberías llevan años colapsadas sin recibir mantenimiento. En el Lídice, las filtraciones se han apoderado del área de descanso del personal obrero, donde todo es humedad y oscuridad.

Las fallas de estos cinco centros de salud mencionados debieron haberse solventado hace 9 años, cuando en 2007 –año de bonanza económica– fueron incluidos en un plan de cientos de millones de dólares que contemplaba la reparación, remodelación y recuperación de varias decenas de hospitales en todo el país, el cual sería ejecutado por la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario (Fundeeh) del Ministerio de Salud. Sin embargo, a lo largo de estos años, sólo se han aplicado paños de agua tibia para intentar que la operatividad del sistema de salud pública se mantenga pese al descuido y la desinversión.

La historia de esta debacle tuvo su génesis en noviembre de 2006, cuando la fundación se creó por medio del decreto presidencial N° 4.965. La intención era que esta tuviese una misión elemental: la construcción, dotación y equipamiento de la planta física hospitalaria general especializada, incluida en el “Plan Especial de Desarrollo y Ampliación de la Red Hospitalaria Nacional”. Su primer presidente fue Carlos Humberto Alvarado González, actual rector de la Universidad de las Ciencias de la Salud, quien fue desplazado a los 7 meses por el General de Brigada del Ejército, Jesús María Mantilla Oliveros, quien se autodesignó en el cargo días después de haber sido nombrado ministro de Salud. La mayoría de los titulares de la cartera que le siguieron, 6 de 8, hicieron lo mismo.gacetamantilla_fundeeh

Gaceta Oficial en la cual Mantilla se designa a sí mismo presidente de la Fundeeh

No fue sino hasta 2008 cuando la Fundeeh encendió las alarmas de los parlamentarios de la Asamblea Nacional. Tirso Silva, médico y entonces diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), solicitó que se hiciera un seguimiento a un crédito adicional de 1,35 millardos de bolívares (más de 627 millones de dólares americanos, de acuerdo con el tipo de cambio de la época), el cual se había transferido al Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel en agosto de 2007, para que tuviese como destinataria final a la fundación y a su plan de “Acondicionamiento, repotenciación y modernización de 62 hospitales tipo I, II, III y IV” de todo el territorio nacional, que beneficiaría a 2 millones de personas.

En la Memoria y Cuenta de 2007 del Ministerio aparecieron los resultados de aquella inversión. La Fundeeh explicó que, del monto aprobado, la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre) sólo transfirió Bs. 691.075.500 (321 millones de dólares*) , poco menos de la mitad de lo que se le concedió. Pero, además, mostró un cuadro escueto y sin detalle para exponer los avances. ¿Pudieron los adelantos físicos de las labores alcanzar 119% en lugar de 100%, como sería lo correcto? ¿Pudo hacerse esto con apenas 26% de los recursos financieros disponibles?

 

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Captura de pantalla de la Memoria y Cuenta 2007 del Ministerio de Salud

La Asamblea Nacional conformó una subcomisión mixta para hacer el seguimiento pedido por Silva y presentó los resultados en julio de 2008, en un texto que destapó una serie de irregularidades en el cumplimiento de las obras de infraestructura pautadas.

Los documentos consignados por los diputados desaparecieron del Palacio Legislativo y de las oficinas administrativas de la AN. Pese a que fueron entregados a la Comisión de Finanzas y a la de Contraloría, y a que su copia debería estar en el archivo del Hemiciclo, no hay rastro de ellos en la actualidad. “De aquí desapareció hasta el informe donde se había aprobado ese crédito”, contó un empleado de Finanzas que no quiso revelar su nombre. En esa oficina, lo único que permanecieron fueron unas cajas desordenadas con algunos papeles. En la de Contraloría, según una trabajadora, sólo se pudieron recuperar algunos documentos del Ministerio de Salud, porque la mayoría se perdieron. A pesar de la traba, se logró tener acceso al informe elaborado por Silva, quien siguió los trabajos que se harían en 10 hospitales de la capital venezolana: Hospital Vargas de Caracas, Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, Hospital Oncológico Luis Razetti, Hospital Materno Infantil Pastor Oropeza de Caricuao, Hospital Dr. Leopoldo Manrique Terrero (Periférico de Coche), Hospital Dr. Jesús Yerena de Lídice, Maternidad Concepción Palacios, Hospital J. M. de los Ríos, Hospital Dr. José Gregorio Hernández (Los Magallanes de Catia) y Hospital Universitario de Caracas.

Dentro de las conclusiones del informe de la AN se indicó que se desconocía si las empresas que iniciaron las obras habían sido sometidas a los procesos licitatorios de ley, así como las fechas exactas de la suscripción de los contratos. Tampoco se sabía si estas compañías cumplían con los requisitos exigidos por el Sistema Nacional de Contratistas. Lo que sí se afirmó es que ninguna de estas había culminado su trabajo en el tiempo establecido para ello.

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La “caja negra”

“Hay que denunciar partiendo de una verdad: el Estado no ha escatimado esfuerzos para el sector de la salud”, aseveró Tirso Silva, quien hoy es director del Hospital Vargas. Sin embargo, la crisis que hoy atraviesan los hospitales está marcada por las fallas que en el pasado, cuando se asignaron recursos para resolverlas, debieron subsanarse.

Aunque en su página web la Fundeeh exhibe todas las obras que ejecuta, la mayoría de los trabajos de aquel plan de 2007 no aparece en el conteo. En las Memorias y Cuentas del Minsalud que van de 2006 a 2015, la meta de ejecución de los trabajos que se llevaron a cabo desde la fundación no había sobrepasado, en ningún año, 60%.

En el informe sobre el Derecho a la Salud de 2015, el Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos, Provea, mostró cifras que revelaron cómo el deterioro de los hospitales había afectado, con el paso del tiempo, a quienes acudían hasta allí para curarse. De las 3.719 denuncias sobre deficiencias en el sistema sanitario que registró la organización en su base de datos, 47% se relaciona con la “escasez de dotación y equipamiento, déficit de personal, infraestructura física debilitada y cierre, paralización o suspensión de servicios en hospitales y ambulatorios públicos”, incluyendo centros de la Misión Barrio Adentro. Entre 2012 y 2015, los reclamos sobre las fallas en la infraestructura de estos centros pasaron de 61 a 292, las denuncias por el mal funcionamiento de los aires acondicionados subieron de 45 a 183, mientras que los señalamientos por las obras inconclusas se incrementaron de 58 a 97. Las críticas por la situación de las aguas servidas aumentaron de 12 a 84, y por las fallas de electricidad, de 23 a 40.

Para el director de Salud del Distrito Capital, Earle Siso, la mala gerencia dentro de la fundación fue la que generó el colapso.  En declaraciones a El Universal, insistió en que se trataba de una institución víctima del robo y la inoperancia. “Se convirtió en un caja negra. No da respuestas. Hay fallas de infraestructura en los hospitales. La Maternidad Concepción Palacios tiene dos cocinas y ninguna funciona. Nos está comiendo la inflación. Caímos en deterioro total sin partidas absolutas. El Materno Hugo Chávez de El Valle es un desastre. No puedo arreglar todo. Estamos viviendo una crisis histórica», sentenció.

Todos para uno

En el documento del Parlamento también se alertó sobre la contratación de una misma firma para varios trabajos. “Hay un reciclaje de las mismas empresas contratadas en los distintos establecimientos hospitalarios”, se apuntó en el escrito. Una de estas fue la Distribuidora Imagison, a la cual se encargó el reacondicionamiento del sistema de gases medicinales –que provee de oxígeno y otros gases a los pacientes internos–  de siete hospitales de Caracas. De acuerdo con el Registro Nacional de Contratistas (RNC), la empresa con dos empleados en nómina está presidida por José Jesús Álvarez Noguera, quien también es dueño de otras firmas del ramo médico que han prestado servicio al Gobierno: Distribuidora Erelmed C. A. y el Grupo Echomed de Venezuela. Ninguna está actualmente habilitada para contratar con el Estado. A Álvarez Noguera se le intentó contactar vía telefónica durante la realización de este reportaje, pero estaba de viaje fuera del país. En la dirección física donde está Imagison, en Quinta Crespo, sólo hay un depósito que permanece cerrado la mayor parte del tiempo, según un comerciante.

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Sede de Imagison en Quinta Crespo

A pesar de que Imagison fue creada en 2004, según la ficha del RNC no aumentó su capital hasta febrero de 2008, año en el que finalizó las obras en cuestión. Una irregularidad se observó en la columna donde debía aparecer el número de contrato los 18 que fueron suscritos para las obras (4 en hospitales del Distrito Capital y en de centros de salud del interior del país): en lugar de un código o cifra que permita ubicarlo, se lee S/N (sin número). Algunos de estos se pactaron en diciembre de 2007, otros entre febrero y marzo de 2008. La mayoría de las obras (13) se culminó el 7 de julio de 2008.

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Listado de obras de Distribuidora Imagison en el RNC entre 2007 y 2008

Estos datos no concuerdan con el informe de Silva, entregado en el mismo mes del fin de las obras. Para esa fecha, en el Oncológico Luis Razetti y en el J. M. de los Ríos sólo se había ejecutado 10% del trabajo, pese a que Imagison había recibido un avance de 50% para cada uno (348.371,05 Bs. en el primer caso y 635.094,10 en el segundo). En el Periférico de Coche, sólo había un avance de 8% cuando también se le había pagado la mitad (349.143,55 Bs, que equivalía a 162 mil dólares*).

En Los Magallanes de Catia, para la fecha, no había ningún tipo de adelanto. Sin embargo, hoy día existe un espacio dedicado al sistema de gases medicinales en la parte trasera del hospital. Allí, el cartelón de la obra descansa sobre una de las paredes del cuarto que resguarda los equipos. Los trabajadores entrevistados señalaron que las máquinas nunca han funcionado de manera óptima, ya que muchas de las tomas presentaban –y siguen presentando– fallas. En la actualidad, a pesar de que la obra recibió un mantenimiento hace un año con otra empresa, los pacientes dependen de las bombonas.

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En otros centros hospitalarios donde Imagison también efectuó trabajos, como el Materno Infantil de Caricuao y el Hospital de Lídice, el mal funcionamiento de las tomas es una constante. “Hay habitaciones en donde hay seis pacientes y sólo una toma buena. Eso es un problema porque entonces a las personas hay que moverlas de un cuarto a otro, para que puedan tener oxígeno”, acotó un empleado del área de Cirugía del último centro de salud.

La Distribuidora Imagison ejecutó otras obras para la Fundeeh después de los trabajos de 2008. Sin embargo, en agosto de 2012, la fundación emprendió contra la empresa un procedimiento de rescisión unilateral de uno de sus contratos. En respuesta, la compañía privada exigió la nulidad de la acción y señaló que en los actos administrativos hubo “vicios formales y de fondo”, ya que no había una motivación justificada para finiquitar la relación. Así mismo, ejerció un recurso  por “Abstención o Negativa de los Funcionarios Públicos a Actuar Conforme las Obligaciones Legales que le Corresponden”, ya que estos no respondieron a los planteamientos técnicos que les había formulado la firma para la continuación de las labores. En el RNC, Imagison aparece ahora como una empresa sancionada.

De un hospital a un teatro

A la Constructora Mignoli, propiedad de Antonio Mignoli, se le encomendaron 6 obras en 5 hospitales de Caracas entre 2007 y 2008, casi todas relacionadas con el reacondicionamiento del sistema eléctrico y una más de trabajos en los aires acondicionados. Al igual que Distribuidora Imagison, 2008 fue el año cuando se registró formalmente un aumento del capital de la empresa que había sido creada 9 años antes.

En su ficha en el RNC se observó que todas las obras encargadas por la Fundeeh se asignaron a la empresa por medio de una resolución que declaraba en “Emergencia Institucional al Ministerio de la Salud” para adjudicar directamente en concurso privado la ejecución de cada trabajo.

Sin embargo, los plazos en los que se cumplieron las labores demostraron que no todo era urgente. Los que se llevaron a cabo en el Hospital de Los Magallanes de Catia tardaron 3 años, de noviembre de 2007 a noviembre de 2010. En el J. M. de los Ríos demoraron dos años y medio, mientras que en el Hospital Universitario de Caracas, los que habían comenzado en diciembre de 2007, se terminaron a mediados de 2009. En la Maternidad Concepción Palacios, el reacondicionamiento eléctrico no se culminó, sino que llegó hasta 95%. El informe consignado ante la Asamblea apuntó que la Maternidad había sido precisamente la más afectada por los retrasos. Pese a haber recibido una avance financiero de 4.266.687,90 Bs. (1 millón 984 mil dólares*), que equivalía a 50% de la obra, para julio de 2008 sólo se había ejecutado 10% de la misma.

Hoy, los problemas eléctricos continúan afectando a Los Magallanes de Catia, que tiene áreas y pisos enteros completamente a oscuras debido a que hay tableros que se recalientan y múltiples conexiones que ya no funcionan. La energía suele fallar en este centro de salud y la planta que debería suplirla está fuera de servicio, lo que deja en grave riesgo a los pacientes en caso de apagón.

“Aquí nada sirve”, aseveró una mujer tendida en una de las camas del piso 3. Antes de volver a hablar, apuntó hacia la lámpara que estaba sobre la mesa de al lado, una que le habían llevado desde su casa. “Esta es la única manera de tener esto iluminado. Cuando llegué, aquí no había ni un bombillo”, agregó.

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El nombre de la Constructora Mignoli sonó 5 años después del inicio de aquellas obras por estar inmerso en un escándalo de corrupción. A la compañía se le encargó un proyecto de adecuación tecnológica en el Teatro de la Ópera de Maracay y, posteriormente, trabajos de “adecuación física” que terminaron por destruir el interior del edificio patrimonial. Todo ocurrió después de que el entonces gobernador del estado Aragua, Rafael Isea, cerrara en 2009 el centro cultural con la excusa de su remodelación. Para 2013, Tarek El Aissami, quien era el nuevo mandatario regional, denunció la situación así como la pérdida de 88 millones de bolívares que se habían invertido en labores de ingeniería. Hoy, la empresa está inhabilitada en el RNC. Los intentos por contactar a sus propietarios, vía telefónica y de forma presencial, fueron inútiles.

Sin cocina = sin comida

Una reja fue todo lo que quedó de aquella remodelación que la Fundeeh prometió iniciar en la cocina de la Maternidad Concepción Palacios. El sitio hoy, nueve años después del anuncio del plan de “reacondicionamiento de los servicios de Cocina y Nutrición”, permanece con sus dos entradas selladas por candados, en la oscuridad de un pasillo desde donde, a ratos, se siente el olor fétido de una cañería.

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En el informe de Tirso Silva, el trabajo apareció dentro del recuadro de “Obras en Ejecución en Proceso de Contratación”. A Inversiones y Construcciones Viar (Incovi) C.A, una empresa con 10 empleados de nómina, localizada en el Barrio El Cambio de Barinas, le fue asignada la labor que ascendía a un monto de 10.398.382,61 bolívares en 2008 (4 millones 836 mil dólares*).

Para julio de 2008, el avance físico en la cocina era de 5%, pese a que el Estado aún no había desembolsado nada. “Lo único que pusieron fue una reja”, contó Esther Figueroa, enfermera y delegada sindical de la Maternidad donde ha trabajado durante 30 años. Desde entonces, el Ministerio de Salud resolvió contratar a una compañía que llevara a diario más de 400 comidas para los pacientes hasta que, en abril de este año, los platos dejaron de llegar porque desde el Ejecutivo se mantenía una deuda con los proveedores.

Aunque la Fundeeh recibió 14 millones de bolívares (3 millones 271 mil dólares**) en 2010 para la “culminación de la segunda fase de los trabajos de remodelación” de este centro, nada se destinó a la cocina, que había quedado como un depósito de camas pediátricas, según Figueroa. Hoy, los pacientes dependen de los almuerzos que se envían desde el Hospital Militar, pero estos son apenas 170, menos de la mitad de los que llegaban antes.

“¿Qué cómo hacen? Pues los pacientes se turnan. Unos días comen y otros días no, porque no alcanza para todos. Los familiares tienen que estar pendientes para que les den la comida”, señaló otro trabajador de la mayor maternidad de la capital venezolana.

Entre aguas servidas

En junio, en el Hospital Vargas no se pudo ocultar más el problema de las aguas servidas. Los pacientes salieron a la calle para protestar porque las filtraciones habían llegado hasta los quirófanos y los charcos negros se dibujaron en suelos que debían estar inmaculados para evitar cualquier tipo de contaminación durante una cirugía. “Eso fue horrible y todavía hay salas en donde entran las aguas negras y el olor no se aguanta. Las residencias de los médicos, en el edificio nuevo, tuvieron que ser desalojadas por eso”, reveló una trabajadora.

El reacondicionamiento de este sistema, así como el de aguas blancas, estaba pautado dentro del plan de 2007, pero todavía no se ha solventado.

Silva, quien lleva hoy las riendas de este centro sanitario, reveló que no fue sino hasta el año pasado cuando se taparon las tuberías y caños que habían quedado abiertos desde aquella época, cuando las obras quedaron a la mitad. La encargada de la ejecución era Construcciones y Mantenimientos Ocopi, C. A., empresa a la cual se le había pagado la mitad del costo total (1.120.408,54 bolívares, que equivalían a 521 mil dólares). La realización de los trabajos, de acuerdo con el informe de la AN, también alcanzó 50% para ese entonces.

A esa misma compañía, que hoy aparece como sancionada en el RNC,  se le encargaron otras seis obras en el mismo hospital. Estas, no sólo abarcaban las tuberías, sino también el reacondicionamiento de unidades tan disímiles como la cocina y la Unidad de Cuidados Intensivos de Adultos, o la impermeabilización de los techos, que también quedó pendiente y que propició que en algunos rincones del edificio patrimonial se vean grietas.

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Vivir sin aire

El aire espeso y caliente que llega a la Observación Pediátrica del Hospital Materno Infantil de Caricuao se siente también en dos de las Pediatrías y en uno de los pasillos de un servicio de Obstetricia. “Así los pacientes pueden contaminarse con más facilidad. Las bacterias se reproducen más rápido”, afirmó una médico antes de comenzar su ronda diaria. En otra sala, una enfermera comentó que en las áreas donde hacía más calor, el personal médico y obrero se ausentaba a ratos. “A veces esto está lleno, porque tenemos que atender a los niños y ellos vienen con sus papás. Hoy sólo tenemos 6 pacienticos, pero hay días en los que hay 14 y esto no se soporta”, dijo mientras se abanicaba con una hoja de papel.

Los problemas del aire acondicionado no son nuevos en el Materno Infantil. Los trabajadores comentaron que aunque se han hecho varios arreglos, no hay ninguno que perdure más de dos meses. Así ha sido durante años, incluso antes de 2007, cuando la Fundeeh ordenó que allí se llevara a cabo un reacondicionamiento del sistema que costó más de 2 millones de bolívares (930 mil dólares*) y estuvo a cargo del Grupo Cobe C. A., cuya oficina está ubicada en Bello Monte.

La del aire acondicionado es una de las fallas más comunes en los hospitales caraqueños. Las escenas del Materno Infantil de Caricuao se repiten en Los Magallanes de Catia, donde los familiares de los pacientes se quejan porque deben mantener las ventanas abiertas y soportar las picaduras de los mosquitos que pululan en los charcos que se hacen en las terrazas y platabandas del hospital. La falta ha hecho que algunos quirófanos estén inoperativos.

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También pasa lo mismo en la Emergencia del Hospital Vargas, inaugurada hace apenas tres años por el entonces vicepresidente Jorge Arreaza. Allí, el calor agobia a los enfermos al punto del desmayo. El vapor se condensa más porque el sitio fue concebido totalmente cerrado y dependiente del aire acondicionado. A este problema, Tirso Silva le llama “falla de origen”: si bien se hizo la obra, no se previó que se pactara un mantenimiento continuo que la preservara. Entre diciembre pasado y mayo de este año, se debieron cancelar varias operaciones porque en los quirófanos no funcionaban los aparatos. De esta realidad, muy pocos centros de salud escapan en un país donde, además de fallas de infraestructura, se debe vivir con la escasez de insumos, medicinas y hasta productos desinfectantes que prevengan la posibilidad de contaminarse mientras se está enfermo.

*Cálculo al tipo de cambio oficial de 2007 y 2008: 2,15 Bs. por dólar.

**Cálculo al tipo de cambio oficial de 2010: 4,28 Bs. por dólar.