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#NotasSobreLaIzquierdaVenezolana | La sombra de la revolución cubana en la izquierda venezolana (X)
Desde mediados de los 60 Fidel Castro determinó lo que era revolucionario y lo que no, como si fuera el supremo papa de la Iglesia socialista

 

@YsaacLpez

 

La “notable fascinación” ejercida por la Revolución cubana en Venezuela, reseñada por el Wall Streell Journal el 28 de abril de 1959, se consolidó con la visita de Fidel Castro a Caracas entre el 23 y el 27 de enero de aquel año. Ocho meses después de actos de agravio al vicepresidente norteamericano Richard Nixon, Castro y su comitiva eran recibidos como héroes en la capital venezolana. “Por todas partes que pasaba, Fidel generaba curiosidad y atraía a la muchedumbre”.

Invitado por la Federación de Centros Universitarios, en su alocución en la plaza de El Silencio el joven líder cubano se dirigió a la multitud reunida para expresar su gratitud: “de Venezuela solo hemos recibido favores… nos alentaron durante la lucha con su simpatía y su cariño; hicieron llegar el bolívar hasta la Sierra Maestra, divulgaron por toda la América las transmisiones de Radio Rebelde, nos abrieron las páginas de sus periódicos y algunas cosas más recibimos de Venezuela.”

Eso de “algunas cosas más”, fueron armas. Armas aportadas por la Junta de Gobierno posdictadura perezjimenista. Así lo corrobora el investigador Gustavo Salcedo Ávila a través de testimonios de protagonistas de primera fila (Venezuela campo de batalla de la Guerra Fría, 2017, pp. 102-105).

 

El 25 de noviembre de 2016 murió la sombra de Fidel Castro. No hay certezas de cuándo murió aquel al que apodaban el Caballo o el Loco. Su fantasma aún ronda por los predios de la isla que gobernó durante 60 años y por el continente que sedujo durante igual periodo de tiempo. La relación de Castro con la izquierda venezolana –como con todo ese espectro político en América Latina– tuvo diversos momentos y matices; pero a partir de mediados de los sesenta él determinó lo que era revolucionario y lo que no, como si fuera el supremo papa de la Iglesia socialista.

Si bien es ya una convención, un hecho establecido, el interés del caudillo caribeño por el rico país petrolero que terminó suministrándole la última bombona de oxígeno para morir con un feudo dominado y en calma, su influencia en la vida política venezolana atravesó medio siglo de cercanías y alejamientos, aunque siendo justos privó más la proximidad al liderazgo nacional, a excepción de figuras principales como Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Y sin desconocer, por supuesto, el franco enfrentamiento con el Partido Comunista en 1967, ventilado en diversos medios internacionales.

Entre aquella apoteósica visita a Caracas en 1959, con abrazo a Neruda en la Universidad Central, y sus estancias con juego de béisbol, sesiones de asesoría directa al jefe de Estado y recorrido por la hacienda entregada en elecciones libres al militar barinés, se produjeron flujos y reflujos. Del rompimiento de relaciones en 1961 hasta la acusación de injerencia en la política interna ante la Organización de Estados Americanos en 1963; desde los desembarcos de combatientes para apoyar a las guerrillas del PCV y el MIR en 1966 y 1967 hasta la normalización de intercambios durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez; desde el recibimiento triunfal en 1989, convertido en la diva de los medios, para la coronación de Carlos Andrés II, hasta 1994 cuando el jefe golpista venezolano Hugo Chávez fue recibido en la capital de Cuba con honores y distinciones de paladín revolucionario.

 

En medio de esos sucesos, más allá o más acá de los líderes, el sentimiento venezolano por la mítica Revolución cubana. Posicionada en los imaginarios continentales a través de hábiles manejos propagandísticos, también en un amplio ejercicio que va desde las canciones de la Nueva Trova a los premios de Casa de las Américas, los viajes a congresos, el intercambio académico y la importante empresa editorial, la presencia cubana fue también constante en nuestros medios. De la labor de solidaridad de El Nacional y el Ateneo de Caracas al exilio produciendo y laborando en las telenovelas locales.

Quizás, más que en ningún otro espacio, fue en la universidad donde se incubó y propagó el culto a los héroes de la Revolución cubana. Lugar de vida y acción por excelencia de la izquierda nacional, donde fueron a parar como estudiantes, profesores, empleados y obreros muchos de los derrotados de la lucha armada, la universidad fue refugio de armas e ideas tras el escudo de la autonomía. Mundo aparte, crítico y cuestionador del orden democrático, el proceso universitario urge revisión en medio del descalabro general del país. Allí se repitieron todos los vicios, todas las trampas de aquello de lo cual renegaba. Lo cual explica en mucho su situación actual.

 

Pero, ¿cuál es nuestra lectura de la Revolución cubana?; ¿cuál es nuestra sensibilidad y reflexión frente al proceso político, social, económico y cultural desarrollado en la isla a partir de 1959? Fascinación, simpatía, solidaridad, ejemplo, apasionamiento adolescente.

El miércoles 1° de febrero de 1989 se publicó en el diario El Nacional (p. publicidad c/9) una comunicación que daba la bienvenida al jefe de los barbudos de la Sierra Maestra. “En esta hora dramática del Continente –declaraban los firmantes de aquel escrito–, solo la ceguera ideológica puede negar el lugar que ocupa el proceso que usted representa en la historia de la liberación de nuestros pueblos”. Para concluir: “…afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformación social por él liderizada y de los nuevos desafíos que implica su propio avance colectivo, continúa siendo una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa, independiente y solidaria”.

En la rumba por la segunda toma de posesión presidencial del exministro encargado de la represión guerrillera en el gobierno de Betancourt, que tuvo “concertación musical” en varias ciudades del país con Ray Barreto, Fito Páez, Gilberto Gil y Soledad Bravo, ese manifiesto fue un gesto más de tributo para quien se convirtió en la atracción de la velada. Peleada su entrevista por los principales canales de tv y periódicos, “Castro se alojó en el hotel Caracas Hilton, al lado de Felipe González, y sus salidas supusieron un caos de gritos de «Fi-del, Fi-del» (José Comas, “Llegó el Comandante y todo paró”, en El País, 2 de febrero de 1989). No solo la izquierda, el país quería tocar a Fidel.

El manifiesto, que circula en internet y es utilizado una y otra vez para cuestionar a sus suscriptores en este tiempo de Inquisición y purismos, de necesidad de exhibir la limpieza de convicciones antichavistas, contiene nombres de figuras críticas al proceso que inauguró el último mejor amigo de Fidel Castro. Allí novelistas, filósofos, sociólogos, teatristas, críticos de literatura y arte, historiadores, periodistas… Alfredo Armas Alfonzo, Alberto Arvelo, Fernando Rodríguez, Michelle Ascencio, Alberto Barrera, Marcelino Bisbal, Roberto Briceño León, Elías Pino Iturrieta, Miguel Ángel Campos, Ocarina Castillo, Peran Ermini, Raquel Gamus, Paolo Gasparini, Jesús Gazo, Beatriz González Stephan, Francisco Herrera Luque, Rodolfo Izaguirre, María Elena Ramos, Milagros Socorro, Valentina e Inés Quintero, Laura Cracco, Ednodio Quintero, Edilio Peña y Pedro León Zapata figuran entre los 911 saludadores.

Aun cuando al parecer tanto en su momento, como después, muchos de quienes aparecen firmando negaron haberlo hecho, la nómina no sirve para señalar y acusar, sirve para intentar vernos en lo hondo. Para preguntarnos por qué lo mejor de nuestra inteligencia y sensibilidad tributaba en 1989 con tal entusiasmo y esperanzada euforia al gobernante cubano. ¿Qué había en el fondo de esa creencia, de ese respaldo, de ese apoyo público y notorio? ¿Ingenuidad, resaca de la épica romántica de la revolución latinoamericana, ideas del intelectual comprometido que pregonó Sartre, nostalgia generacional, convicción política, fe? ¿Todo aquello que plantea Iván de la Nuez en su Fantasía roja?

¿No se sabía de fusilamientos, represión, cárceles? ¿De Reinaldo Arenas, de Camarioca y de Mariel? ¿De las canciones de Carlos Varela y Tanya? ¿De un pueblo sumido en la calamidad y una élite disfrutando en Siboney?

Aquello que retrató tiempo después Norberto Fuentes, fugado de aquellas fiestas. ¿Por qué después de tantos viajes a La Habana, aquella figura continuaba siendo 30 años después “una entrañable referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una América Latina justa, independiente y solidaria”?

José Ignacio Cabrujas no firmó y se despidió del Comandante en una carta publicada en el Diario de Caracas en septiembre de 1991, donde muestra la emoción de las gentes ante la entrada de Tuth-Ank-Ammon al Teresa Carreño. Jamás olvidemos que no vino el hombre a la toma de posesión de Teodoro Petkoff, José Vicente Rangel o Américo Martín; desde antes Carlos Andrés disfrutaba del Bacardí con él, junto a Torrijos y García Márquez.

Una carta abierta a Fidel Castro solicitando un plebiscito para Cuba también se publicó en aquella edición de El Nacional. Entre los firmantes, junto a destacados escritores, artistas e intelectuales del mundo, están Juan Liscano, Nelson Rivera, Sofia Imber, Manuel Malaver y Fausto Masó. Otra carta a Castro Ruz era suscrita por senadores y diputados del partido Nueva Generación Democrática, en términos bastante cuestionadores y ofensivos. Varias comunicaciones, unas de bienvenida y otras de repudio se publicaron allí.

Uno de los firmantes de la carta abierta, Ibsen Martínez, vuelve al polémico manifiesto de los 911 en la edición de El País del 5 de junio de 2014, para señalar: “El documento se lee hoy con nostalgia del año en que, con la caída del muro de Berlín, comenzó el colapso de la Unión Soviética. También con desengañada sonrisa al ver el nombre de entrañables, auténticos hombres y mujeres de ideas y de letras, de músicos, cineastas, gente de teatro y artistas plásticos, entreverado con el de los sempiternos logreros y lobbystas del presupuesto cultural del petroestado venezolano; todos saludando a un tiempo la visita de un tirano que en cosa de meses habría de fusilar, tras un juicio farsesco, a quienes se pensaban sus mejores amigos.”

 

Si Ana Teresa Torres ha apuntado en La herencia de la tribu una constante en los venezolanos: la vuelta a buscar en el pasado las claves del futuro, Haroldo Dilla nos advierte y puntualiza: “El acercamiento de Cuba y Venezuela pareció reconciliar pasado y futuro. El socialismo del siglo XXI venía al rescate del del XX para, además, mejorarlo. Pero no fue así y hoy, a veinte años de la Revolución bolivariana, Venezuela se encuentra en una crisis de su modelo de populismo petrolero crecientemente autoritario. Y Cuba transita su propia forma de restauración capitalista. Pero Cuba y Venezuela comparten también una certeza: no hay paraísos adonde regresar. Ni la Cuba pre-59 ni la Venezuela pre-Chávez eran la panacea que hoy algunos creen” (Nueva Sociedad, febrero 2019).

La sombra de Fidel, el único ciudadano de la hermosa isla, sigue presente en Venezuela. El caudillo mesiánico vive dentro de nuestras creencias convertidas en accionar político. No es asunto solo de izquierdas. Escribía Cabrujas en 1991: “Ahora, se terminó Comandante y usted sobra. No hay discurso que lo acomode ni realidad que lo sostenga. Usted nos debe una renuncia. Usted debe evitar la prolongación de su persona”.

Para Cabrujas, Castro ya no era un contemporáneo, era el pasado de un mundo moderno. Paradójicamente, los mejores años de disfrute del viejo caballo vendrían poco después gracias al encanto que ejerció sobre aquel por quien el teatrista y escritor de telenovelas manifestó su simpatía por atreverse a “hacer algo más allá de la habitual rutina de oposición y denuncia”, “prisionero incómodo y héroe triunfante después del episodio de las tanquetas” (El mundo según Cabrujas, 2009, p. 247). Es decir, los venezolanos, Chávez y Fidel se encontraron, ninguno era moderno. Todo era una falsa fachada, como el traje azul del ilustre visitante.

En su destino Cuba y Venezuela parecen recorrer el mismo camino. Mientras más logre sobrevivir el régimen ahora liderado por Díaz Canel en sus malabarismos, aperturas y deslastre de cualquier legado socialista, más fácil será para los gobernantes venezolanos repetir la hazaña y perpetuarse en el poder por algunas décadas más.

* Historiador. Profesor. Universidad de Los Andes. Mérida

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Maduro viajó repentinamente a Cuba para reunirse con Raúl Castro
Su presencia en La Habana fue confirmada por la televisión cubana, y luego el propio Maduro lo publicó en sus redes sociales

El gobernante Nicolás Maduro viajó repentinamente a Cuba este jueves, 25 de noviembre, para reunirse con Raúl Castro, hermano del expresidente Fidel Castro.

A través de su cuenta de Twitter, Maduro señaló que asistió a la inauguración del Centro Fidel Castro Ruz en la ciudad de La Habana.

De acuerdo con una nota publicada por EFE, el acto, no abierto a la prensa internacional, fue la principal cita del quinto aniversario de la muerte de Fidel.

Este centro se dedicará a estudiar y difundir el pensamiento y la figura de Fidel Castro. El edificio organizará conferencias, talleres y encuentros y cuenta con nueve salas de exposiciones, biblioteca, salones de reuniones y anfiteatro.

Alberto Patiño, jefe de la Dirección de Preservación del Patrimonio del Palacio de la Revolución, aseguró que el Centro aspira a ser «la cara» de la información pública de Castro.

“Agradezco al hermano Presidente Díaz-Canel y al Comandante Raúl Castro por invitarme al maravilloso evento de inauguración del Centro Fidel Castro Ruz, un espacio para el estudio, difusión del pensamiento y la obra del Padre de la Revolución cubana, el Comandante de la Dignidad”, escribió Maduro en su cuenta de Twitter.

 

Este viaje de Maduro ocurre en días posteriores a las elecciones regionales y municipales, del 21 de noviembre.

Previo a la llegada de Maduro a Cuba, no existía un anuncio oficial del viaje. Su presencia en La Habana fue confirmada por la televisión cubana, y luego el propio Maduro lo publicó en sus redes sociales.

https://twitter.com/NicolasMaduro/status/14640985388334653673

Con información de EFE

*También puede leer: #GuachimánElectoral CNE sigue sin proclamar gobernador en Barinas a cuatro días del #21Nov

Fidel Castro tenía tantas formas de engañar
Ese hombre pasa frente al cartel y lee la frase de Fidel Castro. Con toda seguridad bajo la mascarilla habrá un rostro de indignación y también de esperanza de cambio verdadero

 

@periodistajcz

Hasta con consignas de ese tipo. Así aparece pintada en una pared de La Habana. ¿Qué es lo que dice? “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Ahí no hay más que una trampa. Pero venía de la boca o la pluma de Fidel Castro y había que leerla, aprenderla, repetirla. ¿Quién la cumplía? ¿Hasta dónde?

Carlos Andrés Pérez, cuando vio inevitable el triunfo de Hugo Chávez, le declaró a Marcel Granier que, en efecto, todo iba a cambiar en Venezuela, para peor. Pérez no se equivocó. No solo se profundizaron todos los males, sino que Chávez y el chavismo, Maduro y Cabello, y Fidel Castro y el poder cubano, destruyeron al país. Ya los Castro y el castrismo habían destruido Cuba. Quizá dirán que la destrucción es cumplir al pie de la letra la consigna del dictador, la frase que aparece en la foto. Pero en revolución, hay cosas que no cambian, y nunca cambiarán. La lista es larga. El control del poder. El disfrute del poder. La represión. El delito de conciencia. La falta de libertad de expresión. El hambre. La miseria. La incompetencia. El fracaso del modelo. El éxodo. El exilio. La muerte. Los asesinatos. La violación de los derechos humanos más elementales. En efecto, la consigna pregona el cambio permanente.

Pero la estructura del poder y los elementos que la hacen posible no cambian; y aun así, ellos, los que están arriba, siguen llamando revolución a lo que no es más que engaño, mentira, farsa; una idea trasnochada.

La gente por estos días le ha dicho a ese poder en Cuba, hay que cambiar. Ese hombre pasa frente al cartel y lee la frase. Con toda seguridad bajo la mascarilla habrá un rostro de indignación y también de esperanza de cambio verdadero.

Madrid, julio 19, 2021.

La Primavera cubana

La Primavera cubana

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Claves | Hambre, rebrote de COVID-19 y deseos de libertad detonaron protestas en Cuba
El presidente Miguel Díaz-Canel avaló la represión y dijo que los manifestantes han tenido su merecido “como ha sucedido en Venezuela”

@franzambranor

En el cumplimiento de los 62 años que la revolución castrista llegó al poder, Cuba vive una ola de protestas masivas de sus ciudadanos reclamando por mejores condiciones de vida y democracia. 

El domingo 11 de julio, los habitantes de San Antonio de los Baños, cerca de la ciudad capital de La Habana y Palma Soriano en Santiago se lanzaron a las calles para reclamar por los constantes cortes de servicio eléctrico y la escasez de alimentos y vacunas contra la COVID-19. Posteriormente la chispa del descontento se trasladó a las principales ciudades de la isla.

En 2020, la contracción económica en Cuba fue de 11%, la más alta en tres décadas y a principios de 2021, el gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel impuso un paquete de medidas que provocó un aumento de precios en los productos. 

El precedente más cercano a estas manifestaciones se remonta a 1994, cuando en medio del llamado periodo especial, luego de la caída de la Unión Soviética, los cubanos plenaron las calles y expresaron su descontento por las condiciones de vida, lo que fue el preámbulo de la crisis de los balseros, con cientos de personas trasladándose por mar a las costas de Florida en Estados Unidos a bordo de improvisadas embarcaciones. 

“Cuba vivía antes del respaldo político y económico de la Unión Soviética, pero una vez caída entró en un profundo deterioro que duró hasta la llegada de los petrodólares de Hugo Chávez, ahora que la chequera del gobierno venezolano está de capa caída están viviendo otra vez una crisis y a eso se suma la pandemia, hay un deterioro histórico desde la llegada de la revolución que destruyó la economía”, dijo el internacionalista, Félix Arellano. 

Aquí una serie de claves para entender las manifestaciones en Cuba:

 Si bien las protestas originalmente estaban protagonizadas por gente que exige el cese de los apagones y vacunas contra el coronavirus, además de la ausencia de agua potable y alimentos, el descontento se plegó con consignas como “Abajo la dictadura” y “Patria y vida”, contrario al slogan de la revolución cubana que es “Patria o muerte”. 

Las redes sociales han jugado un papel importante en las manifestaciones. A través de Facebook la gente empezó a convocar a la calle, en ciudades como Cárdenas se produjeron saqueos y destrozos en establecimientos. También patrullas de policía fueron atacadas. El sitio de internet NetBlocks reportó este lunes 12 que la conexión a internet había sido restringida en la isla, especialmente en WhatsApp, Facebook, Instagram y Telegram. “Es probable que las restricciones limiten el flujo de información desde Cuba, luego que miles de personas se manifestaran contra el gobierno socialista”, indicó un análisis de la compañía. La censura y autocensura que impera en la isla desde la llegada al poder de los Castro impide que los medios de comunicación reflejen lo que sucede en las redes sociales.  

 El país que desarrolló su propia vacuna sin una rigurosa certificación de la Organización Mundial de la Salud, ha experimentado un rebrote de la Covid-19 según las propias autoridades. El pasado domingo 11 de julio se registraron de manera oficial 31 muertos y 7 mil nuevos contagios, aunque sectores opositores aseguran que las cifras son más elevadas y están viviendo un colapso en las instituciones sanitarias. “Se encuentran sin medicamentos, sin seguridad social, sin atención y eso genera mucho malestar que se decanta en la protesta”, sostuvo Arellano. 

 Las protestas han sido reprimidas por el gobierno. Se han reportado muertos, heridos, cientos de detenidos y desaparecidos, aunque se desconocen cifras oficiales por la censura. El mandatario Díaz-Canel, heredero de Fidel y Raúl Castro, convocó a sus simpatizantes a la calle y dijo que los manifestantes han tenido lo que se merecían. “Como lo han tenido en Venezuela, quieren fracturar la unidad del pueblo, no se permitirán provocaciones, la calle es de los revolucionarios”. 

 El régimen cubano culpa de la situación financiera y sanitaria al bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos desde hace más de 60 años,que según Díaz-Canel se agravó entre 2017 y 2021, periodo en el que Donald Trump estuvo en la Casa Blanca. El actual presidente estadounidense Joe Biden ha reiterado su apoyo a los manifestantes pacíficos. “Tienen que escuchar a su pueblo en este momento vital, en vez de enriquecerse”, expresó Biden. 

 La economía cubana vive una escasez de divisas sin precedentes, la principal fuente monetaria que reciben sus ciudadanos a través de remesas. Tampoco hay suficientes pesos cubanos. En algunas tiendas donde venden alimentos y electrodomésticos solo se puede pagar con tarjeta de crédito. El gobierno culpa a los Estados Unidos por esta escasez.

 A juicio del internacionalista Félix Arellano, la ausencia de liderazgo en el partido comunista ha hecho también que la gente se harte de la promesa de bienestar social con hambre y miseria. “Raúl Castro no pudo reemplazar la popularidad de su hermano Fidel y mucho menos Díaz-Canel. Ya esto venía dándose con las protestas puntuales del Movimiento San Isidro, pero esto que ocurrió recientemente es inédito”, aseveró Arellano. 

Para Arellano será difícil que Cuba avance en su objetivo de mejoras económicas ayudado por el gobierno de Joe Biden si continúa con la política de represión y persecución a la población disidente. “No hay consenso entre los partidos en Estados Unidos porque el republicano está negado a obtener concesión alguna a Cuba. China es una demostración que puede haber apertura económica sin reformar la política, pero los Castro y su cúpula no han querido atreverse porque creen que ello podría ser un detonante para su salida del poder”. 

Brian Fincheltub Jun 14, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
¿Cuándo se fregó Latinoamérica?

Los extintos Fidel Castro y Hugo Chávez. Foto en elojodigital.com

@BrianFincheltub

Nuestra tragedia no tiene más dolientes que nosotros, los propios venezolanos. Para los demás, lo nuestro no es más que una carga, un problema sin resolver, un relato cansón que les toca escuchar una y otra vez de boca de cada uno de los millones de venezolanos que estamos regados por el mundo entero, particularmente en Latinoamérica. Es probable que algunos hasta piensen que somos seis millones de exagerados, que sencillamente salimos del país en plan de turismo y que quienes lo hicieron caminando, solo querían admirar mejor el paisaje.

Frente a las pocas lecciones que parece haber dejado la destrucción de Venezuela en nuestra región, no veo otra explicación: no nos creen o simplemente Latinoamérica tiene vocación suicida. El caso de Perú, el segundo país del mundo con mayor número de migrantes venezolanos, es fiel reflejo de ello. Aproximadamente un millón de connacionales viven allí.

Con ellos también migraron sus historias, retratos de un país que antes de la llegada del chavismo al poder era receptor de migrantes y productor de petróleo y que hoy, veintidós años después, los exporta por millones y solo produce miseria.

¿Puede existir un testimonio más poderoso que ese? Personalmente, no lo creo. Aun así, los peruanos decidieron que la mejor solución para resolver los problemas de su país era votar por un comunista. Y no, esta vez no se trata nuevamente del cuento del coco, un recurso del cual se ha usado y abusado de campaña en campaña electoral. Pedro Castillo y su agrupación política son marxistas leninistas y no lo digo yo, lo dice el propio programa ideológico de Perú Libre cuando afirman textualmente que “decirse de izquierda cuando no nos reconocernos marxistas, leninistas o mariateguistas, es simplemente obrar en favor de la derecha con decoro de la más alta hipocresía”.

La inminente caída en desgracia del Perú la vivo con mucha tristeza, no solo por los miles venezolanos que deben sentirse de nuevo viviendo la misma pesadilla, sino por los millones de peruanos que serán las únicas víctimas de su venganza contra la clase política, las instituciones republicanas y en definitiva, contra la democracia peruana.

Paradójicamente, para quienes apostaron al comunismo para castigar a los ricos, los acomodados serán quienes menos sufran la destrucción de Perú, pues mientras los empresarios y las clases pudientes serán las primeras en trasladar sus capitales y bienes a otro país cuando el Perú se vuelva invivible, el peruano promedio vivirá la tragedia adentro; al menos que decida huir caminando a Colombia, Chile, Brasil o Ecuador.

Perú es también la nación que recibió a mis abuelos maternos cuando escapaban de otro sistema totalitario, el nazismo, así que este artículo está lejos de representar un acto de soberbia propio del “se los dije”. A los venezolanos también nos ganó la arrogancia y el resentimiento, cuando en 1998 la mayoría del país decidió ignorar a quienes siempre vieron en Hugo Chávez un títere de Fidel Castro y lo llevaron en hombros a Miraflores. Ese día se fregó Venezuela y con nosotros, aun sin saberlo, el resto de Latinoamérica.

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El castrismo y la alcahuetería latinoamericana

Fidel Castro y Hugo Chávez. Foto archivo Diario Las Américas (Interv. por N. Silva / Runrunes)

@BrianFincheltub

La relación de Latinoamérica con el régimen castrista ha sido históricamente una relación de contradicciones. El mejor ejemplo de ello es lo que sucede siempre que toca evaluar el estado de la democracia en la región. Para desdicha de los cubanos, Cuba pareciera constituir un caso especial; uno donde reina el doble rasero, la hipocresía y la complicidad. La posición de Latinoamérica respecto a Cuba pasó, con el transcurrir del tiempo, de la tímida condena a la admiración. Admiración no solo por el líder histórico que pudo confrontar a la principal potencia mundial a tan solo unas cuentas millas de distancia, sino por el sistema que este edificó en medio del muy cacareado “bloqueo económico”.

Detrás de la construcción épica y el relato propagandístico, queda relegada la realidad de un pueblo que ha vivido oprimido por más de sesenta años.

Poco o nada se habla de innumerables violaciones a los derechos humanos que han vivido y siguen viviendo diariamente los cubanos, un país cuya existencia parece condenada de manera indefinida al atraso y al olvido de un continente que, salvo honrosas excepciones, prefirió tenderle alfombra roja al dictador antes que condenar sus desmanes.

Para algunos presidentes latinoamericanos, la figura de Fidel Castro representaba la figura del hermano mayor rebelde con el que decidían juntarse cuando necesitaban llamar la atención de los Estados Unidos. Aunque estos presidentes creían que utilizaban a Castro en su juego de geopolítica infantil, la realidad es que eran ellos los utilizados.

El castrismo supo aprovechar cada una de las puertas que se le abrían en la región para expandir su proyecto ideológico y formar cuadros políticos capaces de responderle directamente.

Un replanteamiento de la estrategia intervencionista de la isla tras el fracaso de los movimientos insurrecciónales, financiados durante la década de los sesenta y los setenta por Fidel Castro.

De allí que el devenir de los venezolanos hoy dependa de lo que pase con Cuba. Aquí también se le recibió con honores, por cierto, mucho antes que lo hiciera Chávez. Las consecuencias las estamos viviendo. Nunca antes nuestra historia estuvo tan atada a la de otro país y aunque en esta última etapa hemos contado con la solidaridad de muchas naciones, falta más determinación de parte de algunos. Es complejo pero a la vez sencillo, la verdad es que nada cambiará sin que se decida antes desde Cuba.

No somos más que rehenes de un sistema que no dejará de expandirse; todo lo contrario, que aspira a recuperar, a través de las oportunidades que le permite la democracia, los espacios que ha ido perdiendo en la región.

Frente a esta avanzada no hay respuesta común, muchos siguen pensando que es posible convivir con dictaduras sin que eso amenace a sus democracias. Si alguien quiere confirmar lo contrario, solo tiene que mirar al norte del sur.

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Runrunes de Bocaranda: MEDIO – ¿Y EL ESEQUIBO SE PERDERÁ?

 ¿Y EL ESEQUIBO SE PERDERÁ?

El 26 de enero de 2021, el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, advirtió sobre las «históricas ambiciones del imperialismo británico» de proyectar la usurpación de territorio venezolano hasta Punta Barima, localidad ubicada en las costas del estado Delta Amacuro. A través de su cuenta en Twitter, Padrino López escribió: «El imperialismo británico proyectó siempre su dominio a Punta Barima, ya que le era de gran valor militar y expedito acceso a las entrañas de la patria a través del Orinoco para apropiarse de nuestras riquezas. No perdamos la perspectiva geoestratégica y la amenaza que representa».

Padrino López advierte sobre históricas ambiciones británicas de proyectar su dominio hasta la venezolana Punta Barima
Padrino López advierte en Twitter sobre históricas ambiciones británicas de proyectar su dominio hasta la venezolana Punta Barima.

Algo similar expresó en las reuniones del Consejo de Defensa y Seguridad de la Nación, donde reiteró, precisamente, que la fuerza militar venezolana está desplegada hasta la mencionada Punta Barima. Aunque tarde, después de un aciago reposo de unos años, ese Consejo que según lo reseñado en el artículo 38 de la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación “tiene la competencia para definir todo lo relativo a la seguridad integral, incluyendo la asesoría de los sistemas de inteligencia, protección civil y demás organismos de seguridad ciudadana del Estado venezolano”, comenzó a realizar reuniones con académicos y diplomáticos de carrera, venezolanos, con amplia experiencia en el tema.

Recordemos que el Consejo se instala para discutir “los temas de Defensa y Seguridad de Venezuela frente a amenazas internas o externas que atentan contra la estabilidad y paz del país…».

 ¿ELUCUBRACIONES ROJAS?

En medio del apresuramiento ante las perspectivas de perder el Esequibo (bien por abandono, errores diplomáticos o el acuerdo de Fidel Castro con Hugo Chávez), algunos dirigentes rojitos han tenido la osadía de plantear un enfrentamiento militar, invadiendo el territorio en reclamación.

Los improvisados estrategas se cayeron de la mata cuando se les explicó que el territorio en reclamación, nuestro Esequibo, está ocupado por Guyana y las empresas petroleras transnacionales, tras Hugo Chávez haberles dado permiso para explorar el terreno y buscar petróleo para así “ayudar al vecino pobre” como lo planteó Cuba en su momento.

Durante el gobierno de Hugo Chávez el diferendo se archivó, en parte debido a las buenas relaciones entre el fallecido presidente venezolano y Georgetown. Como una forma de aumentar su influencia entre los países de la Comunidad del Caribe (Caricom), con los que firmó benevolentes tratados de intercambio comercial bajo la figura de Petrocaribe, Chávez cambió la política hacia Guyana.

Incluso, en una visita en 2004 a Georgetown, el mandatario dijo: «El Gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en la región que vaya en beneficio de sus habitantes (…) proyectos de agua, vías de comunicación, energía, proyectos agrícolas».

Durante la última década Guyana ha podido explotar la zona en consorcios con trasnacionales no solo estadounidenses, francesas, holandesas y brasileras, sino también chinas. La lista: PetroChina Co, Sinochem International, China Offshore Oil, ExxonMobil Corp, BP Plc, Total SA, Royal Dutch Shell, Lukoil, Equinor, Petrobras; así como las firmas comerciales Mercuria Energy, Vitol, Glencore and Freepoint Commodities. Lo que bien Fidel le “sugirió” en La Habana. Hoy hasta Cuba y los No Alineados respaldan a Guyana en su reclamación.

Otro fruto de Hugo Chávez en sus sueños realizados a costa de todos los venezolanos para “pasar a la historia”. Lo logró, pero a costa de destruir el país y convertirlo en pobre y controlado por bandas criminales…  

Mirarse el ombligo no basta, por Armando Martini Pietri

SERÍA INJUSTO NEGAR QUE ALGUNOS en la oposición trabajan con intensidad y esmero en la búsqueda de la salida del régimen castro-madurista, cuyo éxito fue destruir el que era, cuando llegaron al poder, una fortaleza casi indestructible de libertad y democracia, alternabilidad política, oportunidades para el avance, desarrollo, bienestar y superación. Con problemas, desórdenes económicos, fallas en los servicios, pero un país que avanzaba, miraba a otras naciones, y apreciaba sus triunfos, pero con escasa conciencia del sufrimiento ajeno. Cuba, Haití, los países del África, estaban lejanos.

Entonces aparecieron unos militares cuyas acciones en 1992 fueron rotundos fracasos en la que se suponía su especialidad; estrategia y operación militar. Pero la gente, y no sólo el llamado pueblo llano, pata en el suelo, sino comunicadores, presentadores de radio y televisión, incluso dueños de medios de comunicación, empresarios y profesionales de éxito y, más patético, intelectuales, que interpretaron aquellos golpistas como hombres de valor, con popularidad real e inflada. Una escritora de reconocido quilate se entusiasmó y publicó un libro en el cual, en vez de llamarlos subversivos, traidores a su juramento, los calificó de “ángeles”, “La Rebelión de los Ángeles” -hoy, por cierto, exiliada junto con su esposo, también importante comunicador que igualmente, aunque quizás con menos osadía, los respaldó y habló a su favor.

Otros no los apoyaron tanto, pero se dedicaron al tema que habían puesto de moda, el que daba entrevistas y titulares. Criticar la democracia, pifias del gobierno y errores del sistema. Uno de ellos, de los fundadores de la democracia, se atrevió incluso a justificar a los sublevados expresando que el pueblo sufrido y olvidado no tenía motivos para defender su libertad, la democracia que se había construido a lo largo de cuarenta años; primer período de la historia venezolana sin alzamientos, caudillismos espada en mano, soldados en el poder derrocándose unos a otros.

Y por darle soporte moral a los insurrectos, con su propia y larga historia de co-padre fundador, él mismo llegó después a Presidente, sufrió la peor crisis bancaria y financiera del país, se le trancó el ejercicio y terminó bebiéndose la vergüenza de entregar la banda presidencial al mismo líder militar revolucionario, ya confeso admirador de Fidel Castro.

De la noche a la mañana, la democracia venezolana volvió a surgir como un sol mañanero en el horizonte. El Presidente rebelde y autoritario que una mayoría eligió convencido de que, con un nuevo caudillo joven, de voz gruesa, uniforme impecable, cantante mediocre y recitador de poemas llaneros, vendría inclusión, bienes, mejoría, justicia y felicidad para todos.

No fue así, al comandante Presidente se le fueron sumando militares que él mismo llamó porque lo castrense era lo único que entendía. Nunca se ocupó de analizar a Fidel Castro como pensador tiránico del comunismo cruel, criminal, del socialismo arbitrario, el populismo demagogo y embaucador, sino como un guerrero que había derrotado y mantenía alejados a los estadounidenses. Siguió, eso sí, la pérfida experiencia fidelista, de permitir a sus militares que se hicieran más ricos cada vez, convirtiéndolos en obedientes sumisos.

Así, entre uniformes y buenos negocios, el sol de la democracia subió mucho pero lejos; a la sombra las libertades y prosperidad de los venezolanos iban siendo disminuidas, propiedades y empresas estatizadas, el país entero gubernamizado

Al mismo tiempo, los políticos volvieron al ataque, de repente ya la democracia no tenía fallas sino brillo remoto y atractivo, deseable pero difícil de alcanzar. Como la tradicional política venezolana, andan siempre combinando lucimiento propio y seguimiento a un caudillo. Pavoneo reducido a promesas y verborragias frente a micrófonos.

Lluvias, nubarrones, granizo, eventos buenos y especialmente malos han pasado desde entonces. Con muy contadas excepciones, los opositores han marcado territorio -el chavismo dictatorial y corrupto allá, demócratas e incorruptibles acá- y han dedicado veinte años a tomar decisiones mirándose los ombligos unos a otros.

En la que es cada día más una isla, la cúpula castro/chavista, primero Chávez fracasó en mejorar al país y en hacer útil un río de dólares petroleros que soñaron infinito hasta que se secó; después los cubanos fracasaron en derrotar al cáncer, y sus herederos han frustrado hacer los arreglos que había y hay que realizar. Cierta oposición estropeó oportunidades, cómplice, cohabitante, unida y desunida como un acordeón malévolo, en sacar al ahora ya madurismo de un poder al cual no tienen más remedio que aferrarse con garras y dientes.

Hasta que amaneció 2019, cuando opositores decidieron unirse en el objetivo -muchos cabos quedaron sueltos- de sacar a Maduro y al madurismo del poder, hasta inventaron un poema rítmico que suena bien. ¡Cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres!

Sin embargo, políticos -politiqueros- irresponsables y demagogos, permitieron soñar inmediatismos imposibles que ellos mismos, distraídos entre marutos y palabreríos, también se creyeron, y que ahora, titiriteros convivientes pretenden modificar.

Han trascurrido 10 meses, soñando invasiones, engañando con espejismos, profesando que ellos y su contraparte madurista son las únicas preocupaciones de las naciones del mundo. Largos meses agotando a los ciudadanos, atrapados en la miseria y el hambre, entre la verborrea de cierta dirigencia opositora analista de cordones umbilicales y la monserga usurpadora.

No basta con mirarse al ombligo, hay líderes que se juegan la vida y el destino en las calles, dirigentes que el ciudadano respeta y confía por coherentes, auténticos, que no aceptan distraerse, hablan claro, con la verdad y plenos de coraje. Tendrán que actuar.

@ArmandoMartini