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Viacrucis, arte y marchas: así las venezolanas reclamaron sus derechos en la semana de la mujer
Arte, danza, performances, pancartas, consignas y manifestaciones en varias regiones del país en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Organizaciones de la sociedad civil exigieron los derechos de las mujeres venezolanas.
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Foto: Red Mérida Feminista

 

«Un profesor me dijo que merecía más nota y que solo me la pondría dependiendo de cuánto le sonriera». La mañana del 8 de marzo de 2023, el viento movía el papel donde se escribió el texto. Fue colgado en un tendedero de post it como parte de la iniciativa “Cuéntanos tu experiencia como mujer dentro de la universidad”, de las dirigentes estudiantiles de la Universidad de Los Andes, Josymar Querales y Katherine Barrera, con la intención de que las estudiantes explicaran las situaciones de abuso o acoso dentro de la casa de estudios. 

Esta y otras actividades como un viacrucis feminista, conversatorios, un encuentro interseccional, cineforos, performance, danza, arte y manifestaciones fueron parte de las actividades para conmemorar el Día Internacional de la Mujer en varias regiones de Venezuela desde el pasado 8 de marzo.

Organizaciones de la sociedad civil como Tinta Violeta (@tintavioleta), Movimiento SOMOS(@somosmov), Red Mérida Feminista (@meridafeminista), Guarafest (@guarafest.) y alianzas de otras iniciativas que apoyan la causa ejecutaron esta agenda en varios estados del país para reclamar por los derechos de las mujeres.

El origen de la conmemoración mundial de esta fecha fue el asesinato de más de un centenar de mujeres que exigían sus derechos laborales. La huelga de trabajadoras de la fábrica textil de Cotton, en New York, Estados Unidos, pedía un salario y horario digno, igual al de los hombres que hacían las mismas tareas. Tras varios días de protesta, el 8 de marzo de 1908, el propietario de la empresa cerró las puertas del edificio, le prendió fuego y mató a 129 mujeres que quedaron atrapadas dentro de la fábrica.

Luego de este suceso, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reunida en su asamblea general en 1977, declaró esta fecha como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. De ahí en adelante, el 8 de marzo ha sido dedicado a visibilizar la ardua lucha de las mujeres por la igualdad de derechos que aún no se obtienen del todo.

 

 

«¡Me cuidan mis amigas, no la policía!»

La concentración en la Plaza de Milla de Mérida comenzó a las nueve de la mañana. Mujeres y jóvenes vestían de blanco o negro acompañadas de pañuelos naranjas, verdes y violetas. En las pancartas se observaban mensajes de aliento por la lucha de sus derechos. “Somos la voz de las que ya no están”, escribió una joven en su cartel mientras la multitud caminaba.

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Foto: Red Mérida Feminista

La corneta con música feminista dejó de sonar a un par de cuadras de la Gobernación del estado. Enseguida, al son del tambor que hacía sonar Ivannova Armas, directora del Centro LGBTIQ+, las manifestantes siguieron su voz y repitieron la consigna: “Me cuidan mis amigas, no la policía!”.

El grupo gritó hasta llegar a la primera parada, el Ministerio Público, donde las autoridades prometieron una reunión para conversar sobre las deficiencias en el cumplimiento de los derechos de las mujeres merideñas

La caminata continuó hasta la sede de la Gobernación de la entidad, donde las voceras se dirigieron a los representante del Instituto Nacional de la Mujer en Mérida, (Inamujer). Poco después, la marcha se cruzó con una actividad de los educadores por el Día Internacional de La Mujer, justo al frente de la catedral de Mérida. Cada grupo se respetó y la tensión bajó.

«Luego de un año apenas estamos obteniendo receptividad por parte de las autoridades del estado», expresó Karol Moreno, directora de la Red Mérida Feminista.

A escasos metros de la Plaza Bolívar, el recorrido de la marcha finalizó en el Rectorado de la ULA, donde el rector Mario Bonucci y la vicerrectora académica Patricia Rosenzweig Levy reiteraron el apoyo a las mujeres universitarias que exigen la activación del protocolo contra abuso y acoso sexual en las universidades. Concluyeron que se discutirá en el próximo consejo universitario.

 

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Foto: Red Mérida Feminista

A las dos de la tarde del 8 de marzo comenzó el encuentro interseccional de mujeres en el Centro LGBTIQ+ de Mérida. El panel estuvo conformado por siete mujeres entre quienes estaba Amalia Balza, una cacica de un pueblo indígena Quinaroque, ubicado en Lagunillas, estado Mérida, quien es bombera y T.S.U Forestal. Allí habló sobre el impacto que generó en su población y familia cuando se atrevió a creer en ella misma. 

 «Yo no creía que era capaz de lograr todo lo que he construido hasta ahora, y es bueno, pero siento presión de mi familia porque al alcanzar el éxito siento que tengo que hacer todo perfecto, ellos tienen altas expectativas sobre mí. Seguiré realzando el nombre de los quinaroques», concluyó Amalia.

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Foto: Red Mérida Feminista

En el encuentro, que condujeron activistas como Verónica Zambrano, Linz Urbani, Vanessa Rosales, Victoria Dávila, Olary Ortega y Maria Alejandra Bustamante, también se habló sobre cómo lidiar con el acoso escolar y los micromachismos desde temprana edad y de cómo el liderazgo dentro de comunidades contribuye al crecimiento personal.

Se discutió de igual forma sobre la falta de espacios diversos para tejer la intersecccionalidad, experiencias personales sobre abortos de terceros y los desafíos de una mujer trans en Venezuela.

 

Zona metropolitana: toques violetas en el marco del 8M

 

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Foto: Tinta Violeta

El 11 de marzo Tinta Violeta cerró la semana de la mujer con un Viacrucis feminista, donde hubo performances, artes, bailes e interpretaciones en conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. El evento comenzó la mañana de este sábado con un recorrido desde el Tribunal Supremo de Justicia hasta la Plaza El Venezolano. 

La caminata estaba repleta de pancartas y la multitud alzó la voz mediante consignas. Las manifestantes rindieron homenaje a las mujeres trabajadoras y exigieron derechos sobre la salud sexual y reproductiva en el país

«Yo, como militante feminista, creo que no existe una vida y un trabajo digno como lo estamos exigiendo hoy en día, tampoco la libertad de poder decidir sobre nuestros cuerpos para hacer posible una ley que ampare la interrupción voluntaria del embarazo. Mientras que las personas gestantes y las mujeres trabajadoras no tengamos acceso a estos derechos en materia de salud sexual y reproductiva, no podremos tener vidas y trabajos dignos», comentó  Laura Cano, activista de Tinta Violeta.

Los toques violetas estuvieron presentes la semana de la mujer de la Facultad de Ciencias Sociales (Faces) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con un conversatorio sobre la trata de mujeres, niñas y adolescentes, violencia basada en género (VBG). Tinta violeta también llevó a cabo en su sede de la parroquia de Altagracia de Caracas una serie de actividades de sensibilización y acompañamiento amoroso a niñas y adolescentes. 

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Foto: Tinta Violeta

En Plaza Venezuela, varias organizaciones feministas estuvieron presentes con pancartas, consignas y ofrendas para conmemorar la lucha de las mujeres trabajadoras, pedir el reconocimiento del trabajo del cuidado y el hogar, exigir una vida digna libre de violencia para las mujeres y reclamar por el acceso a una buena salud sexual y reproductiva.

 

 

Según el informe Mujeres que resisten: Sobrevivir en medio de la Crisis de la Red de Constructoras de Paz del Instituto Prensa y Sociedad (Ipys) en Venezuela, el tema de la salud sexual y reproductiva constituye el mayor problema que enfrentan las venezolanas. 

Los datos ofrecidos por este informe indicaron que solo 26,6% de las consultadas usa anticonceptivos, 70% de ellas no puede planificar sus embarazos y 40% aseguró no poder comprar productos para la gestión menstrual.

Tales cifras son muestras del atraso de Venezuela frente a otros países de habla hispana. Mientras esto ocurre en el país, el Congreso de España aprobó una ley pionera para darse de baja si sufres de una menstruación dolorosa.

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Foto: Tinta Violeta

 

Guarafest una iniciativa con enfoque de género en Lara

En el estado Lara, el 8M estuvo marcado por el arte, el cine y la danza del Guarafest, una iniciativa con enfoque de género impulsada por la publicista Isabel Centeno, que busca visibilizar los talentos de mujeres artistas en la ciudad de Barquisimeto. 

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Foto: Guarafest

Centeno explicó que el 8M tuvieron una agenda de actividades articuladas con distintas organizaciones de la sociedad civil y la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar.

Luego, un cineforo liderado por Michel Moreno, también impulsora de Guarafest, donde se proyectaron documentales feministas.

Los actos cerraron con una exposición de fotografía en conmemoración a la lucha de la mujer en la sociedad en la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar, con la presencia de distintas artistas locales.

«Nos sentimos honradas porque tuvimos la presencia de Mary Johnson, una de las bailarinas consagradas y consideradas patrimonio humano en nuestro estado Lara. Nos unimos todas con las ganas de seguir conmemorando y seguir luchando por nuestros derechos», concluyó Centeno.

Todas estas iniciativas y organizaciones no gubernamentales que se encargan de promover una sociedad con perspectiva de género en sus localidades buscan sumar voces con respecto a los derechos de las mujeres. La penalización del aborto, las cifras de violencia basada en género y feminicidio y la pobreza menstrual indican que todavía falta mucho por hacer en el país para avanzar. 

 

Inicia la semana de la mujer en Mérida
La semana de la mujer comienza en Mérida el próximo 7 de marzo. El Centro LGBTIQ, el Movimiento SOMOS, la Red Mérida Feminista y otras organizaciones de la sociedad civil conmemorarán el Día Internacional de la Mujer con distintas actividades.
La Red Mérida Feminista, el Movimiento SOMOS y el Centro LGBTIQ organizaron una agenda de actividades para visibilizar los casos de femicidio y los derechos de las mujeres en Venezuela.

En el mes de Marzo la Red Mérida Feminista, el Movimiento SOMOS y el Centro LGBTIQ, en conjunto con múltiples organizaciones de la sociedad civil, liderarán las actividades de la semana de la mujer en Mérida. 

Las actividades programadas buscan sensibilizar a la población sobre la violencia basada en género (VBG) y, al mismo tiempo, promover los derechos de las mujeres. 

Karol Moreno, directora de la Red Mérida Feminista, extendió una invitación a la semana de la mujer en la ciudad de Mérida.

La agenda comienza el martes 7 de marzo con una vigilia por las víctimas de femicidio y estampado de pañuelos. 

«Las personas que se quieran acercar a la actividad podrán personalizar su pañuelo y llevarlo a la marcha del 8M» destacó Moreno. 

La actividad será en la Plaza de las Heroínas en Mérida, a partir de las 2:30 p.m.

Concentración del 8M

Karol Moreno explicó que en el marco de la conmemoración del Día Internacional de La Mujer se hará una marcha de las mujeres a partir de las 9:00 a.m. 

El recorrido comenzará en la Plaza de Milla hasta el Rectorado de la Universidad de los Andes, con el propósito de hacer la entrega de un comunicado sobre la situación actual de los derechos de las mujeres en el estado, comentó la directora de la organización.

Mientras que el 8M, a partir de las 2:00 p.m y  en el Centro LGBTIQ se realizará un encuentro interseccional titulado  «Mujeres en plural».

«Será un encuentro de mujeres con distintas historias de vida diversas, será un espacio para escucharnos y crear alianzas sororas desde la empatía», expresó la activista. 

Para más información sobre el movimiento y otras actividades las encuentras como @meridafeminista

Humano Derecho #215 con Laura Cano, de Tinta Violeta y la Ruta Verde
Desde 1981 la ONG Tinta Violeta ha señalado que el aborto es un problema de salud pública en nuestro país. Hoy es la tercera causa de mortalidad materna

 

@_humanoderecho

¿A qué se dedica Tinta Violeta? ¿Por qué hablar del aborto cuando tenemos un país con tantas problemáticas? ¿La Ruta Verde seguirá en la calle? Estaremos conversando de estos y otros temas con Laura Cano representante de Tinta Violeta y la Ruta Verde. Ella nos hablará acerca de todos los temas relacionados con los proyectos de la organización que representa.

Tinta Violeta se dedica al impulso del feminismo desde la reivindicación de otros discursos culturales que permiten la superación de la opresión de las mujeres. Se trata de empoderar a la mujer desde la reflexión sobre el patriarcado y sus consecuencias devastadoras en el desarrollo político, cultural y económico de las niñas, adolescentes y mujeres adultas.

«La ruta verde surgió como una campaña enfocada en nuestro primer objetivo que era la marcha del #28sep, logrando la entrega de un documento que exige la derogación de 4 artículos del Código Penal venezolano, que criminaliza el aborto en nuestro país».

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

Más contenido en humanoderecho.com

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Humano Derecho #213 con Jhessimar Brito y Ana Bello, de Femuni Venezuela 
Femuni Venezuela es una red interuniversitaria feminista orientada a la articulación práctica de derechos humanos desde una perspectiva de género.   

 

@_humanoderecho

¿En qué enfoca Femuni Venezuela su trabajo? ¿En cuáles universidades está trabajando? ¿Cuáles son las iniciativas que lleva a cabo la organización? Conversaremos de estos y otros temas con Jhessimar Brito, coordinadora de liderazgo, y Ana Bello, coordinadora de proyectos de esta organización civil. Ambas nos hablarán acerca de todos los temas relacionados con sus proyectos.

Femuni Venezuela es una red interuniversitaria feminista orientada a la articulación práctica de derechos humanos desde una perspectiva de género.

La organización empezó a principios del 2020 con activistas de 11 universidades del país.

Cuentan Brito y Bello que “el proyecto más reciente de Femuni es Mi derecho a decidir, un campamento de formación a estudiantes venezolanos que se enfoca en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres». Además trabaja en la integración de las comunidades indígenas.

https://soundcloud.app.goo.gl/sEd5N

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, Humano Derecho es producido por RedesAyuda y Provea.

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La misoginia ilustrada vernácula
Nuestros flamantes intelectuales comparan las luchas reivindicativas de las mujeres con el nazismo ¡Nada más y nada menos!

 

@dhayanamatos

El título de este artículo puede generar cierta confusión y hacer que algunas personas, al leer “misoginia ilustrada”, crean que se va a hablar de los pensadores que, en el siglo XVIII, en el contexto de la Ilustración, razonaron su aversión hacia las mujeres mediante postulados que justificaban su condición de subordinación. Voy a hacer una breve referencia a estos señores, porque entre ellos están los llamados “padres” de la democracia moderna; la misma que, hasta el día de hoy, se sigue presentando como huérfana de “madres”; no porque no las tenga, sino porque los padres justificaron de una y mil maneras su inexistencia.

Entre estos padres destaca, sin lugar a dudas, Jean Jacques Rousseau, quien en su obra Emilio, o De la educación, justificó las desigualdades entre hombres y mujeres en una supuesta complementariedad entre los sexos y dejó claramente establecido que “el destino especial de la mujer consiste en agradar al hombre”. Agregó además otras perlitas: si a una mujer la ponen a elegir entre agujas e hilos para tejer, por un lado, y libros, por el otro, las mujeres “naturalmente” elegirán los primeros… Veo a más de un misógino asintiendo, incluso con reverencia, ante semejante afirmación.

Otro de los grandes ilustrados, Kant y su famosa frase sapere aude (atrévete a saber), que implicó sustentar el conocimiento en la razón y desechar el origen divino de este, no se quedó corto a la hora de denostar a las mujeres: le costaba creer que estas fueran capaces de tener principios (imagino la ovación –aplaudiendo y parados– de los misóginos, ¡clap!, ¡clap!, ¡bravo Immanuel!).

Así podemos nombrar muchos otros, antes de la Ilustración, como Aristóteles (para él, la mujer era un hombre mutilado), y después, Arthur Schopenhauer (uno de los que más odiaba a las mujeres) y Sigmund Freud… Sí, Freud. Su teoría está tan imbuida de la cultura patriarcal que deja a las mujeres sin poder.

Misoginia por estos lares

Pero no es a estos misóginos a los que me voy a referir, sino a los nuestros, pertenecientes a la “intelectualidad venezolana”, quienes, en su posición de privilegios de distintos tipos, arremeten contra las luchas reivindicativas de las mujeres por sus derechos. Además, parecen pertenecer a una especie de cofradía donde se dan palmaditas los unos a los otros por ser “provocadores, reflexivos, cuestionadores”… Lo peor de todo es que encontraron en algunos líderes políticos grandes aliados que confirman una hipótesis debatida con bastante frecuencia en los últimos tiempos: LOS PARTIDOS POLÍTICOS VENEZOLANOS SON REACCIONARIOS.

Los partidos políticos y sus líderes misóginos

La crisis que atraviesa Venezuela, en todos los ámbitos, indudablemente afectó también a los partidos políticos. No se trata solamente de desafección partidista, de la falta de democracia interna o de otros problemas que actualmente tienen estas organizaciones en muchas partes, sino que, parece que se les olvida que para competir en la arena electoral necesitan adecuarse al contexto. En este caso, resulta crucial contar con la participación política de las mujeres, de personas sexodiversas, e incluso de poner en el debate público la discriminación contra las personas afrovenezolanas (y no me vengan con que somos “chéveres” y no somos racistas, porque lo somos y mucho).

Con esto no me refiero a que todos los partidos sean feministas (eso no ocurre en ninguna parte del mundo). Por ejemplo, si se ha seguido a Vente Venezuela, queda clara su ideología. Es un partido conservador y defensor del neoliberalismo. Hay bastante claridad en cuál es su posición; no podemos esperar avances sustantivos para las mujeres en sus líneas partidistas. Pero a nadie engañan, su postura es un hecho notorio, público y comunicacional.

Pero hay otros que incorporan en sus discursos aspectos tales como la inclusión, la diversidad, los derechos de las mujeres, entre otros temas sociales y, luego, algunos de sus dirigentes, incluso en cargos de secretarios generales, salen apoyando ideas misóginas, con solidaridades mecánicas con consecuencias para el partido. Tengan presente que las posturas de sus machirulos pueden afectarlos en la contienda electoral.

Vean lo que ha pasado en Chile, en México, en otros lugares con las posturas partidistas misóginas. Si no entienden que es imposible pensar en procesos políticos democráticos sin la presencia de las mujeres –pero, sobre todo, sin tomar en cuenta sus intereses–, entonces dedíquense a la Física Cuántica o a la Ingeniería Mecatrónica, porque parece que los espacios políticos les quedaron grandes.

¿Por qué se habla de misoginia?

Nuestros flamantes intelectuales comparan las luchas reivindicativas de las mujeres con el nazismo ¡Nada más y nada menos!

Parece que se les olvida que la única sangre derramada por las mujeres es la propia, en la menstruación y cuando paren, o cuando se cometen contra ellas femicidios y otras formas de violencia física. Pero esa es una nimiedad. Lo importante es etiquetar estas luchas y compararlas con un régimen que asesinó a 6 millones de personas de origen judío, además de a polacos no judíos, romaníes, entre otros.

Pero no se trata de un solo misógino, sino que vienen en su apoyo otros; entre ellos, un dios del Olimpo –depositario de la verdad verdadera e incuestionable–, a comparar al feminismo, o a algunos feminismos (por lo menos reconoce esta pluralidad) con los fundamentalismos religiosos. ¿Eso será como una especie de feminismo talibán o algo así?

No son originales, eso si no son. Cuando las luchas de las mujeres y otros grupos en situación histórica de desventaja intentan subvertir el statu quo y desafían el pacto patriarcal, salen los garantes del sistema a señalar que se están pasando… Son unas nazistas, fascistas, talibanas y paremos de contar.

Las mujeres que apoyan la misoginia

Y que conste que no solo son machirulos (término que se refiere a los hombres políticos que no tienen ningún empacho en mostrarse abiertamente machista), sino que algunas mujeres legitiman las posturas misóginas. Bien lo decía Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.

Pero también decía esta filósofa existencialista que: “Nadie es más arrogante, violento, agresivo y desdeñoso contra las mujeres que un hombre inseguro de su propia virilidad”. Pero bueno, esa es harina de otro costal. Eso se lo dejo a las psicoanalistas feministas, esas que, basándose en Freud, cuestionan sus postulados y han demostrado que no hay “envidia del pene”, sino una profunda desigualdad.

Volviendo a las mujeres que aplauden a la intelectualidad misógina y que se jactan de decir que “el feminismo no las representa”, les recuerdo que, si son políticas, estudiaron y tienen un título universitario, se divorciaron, toman pastillas anticonceptivas, e incluso, si tienen una cuenta bancaria, es gracias a las luchas del movimiento feminista… Recuerden que si hubiese sido por los misóginos que tanto defienden estarían, como dice una filósofa española, en una “minoridad perpetua”.

Pasemos a desmontar algunas falacias…

Una violencia específica por ser mujer

Es importante recordarles a los misóginos nacionales que hace ya varias décadas que se logró establecer que hay distintos tipos de violencia; entre ellas, una específica dirigida a las mujeres por el hecho de serlo.

Vamos por partes. Hay más asesinatos de hombres que de mujeres, eso es cierto. Pero analicemos las razones de estos hechos delictivos. A los hombres los matan por razones económicas, ideológicas, religiosas, territoriales; son las principales víctimas (y también victimarios) de la violencia social… A los hombres los pueden matar por su orientación sexual (ser homosexuales) o por su identidad de género (ser transexuales o transgéneros). Pero a los hombres en una posición heterosexual dominante no los matan por ser hombres.

En el caso de las mujeres la situación es distinta. Los riesgos se desprenden del hecho de ser mujer y comienzan antes del nacimiento, con los abortos selectivos (la razón del aborto es que se sabe que será una niña y no un niño), continúa con los abuso sexuales infantiles (también lo sufren los varones pero los porcentajes son más bajos), violaciones sexuales, explotación sexual, violencia en el noviazgo, matrimonio forzado, embarazo forzado, mutilaciones genitales, violencia en el contexto de las relaciones de pareja, violencia en las universidades, en las escuelas, establecimientos deportivos, en orquestas musicales, trata de personas y pare usted de contar. Pero para los misóginos esto es una exageración y lo que pasa es que las mujeres se “victimizan”.

Pero vayamos a las cifras. En la página web de ONU Mujeres hay algunos datos que nos permiten observar la magnitud de esta problemática. En estos datos señalo la fuente de donde los extraigo y quienes lean el artículo pueden constatar su veracidad.

“A escala mundial, el 35 por ciento de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por una persona distinta de su pareja”.

“Cada día, 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia”.

“Las mujeres adultas representan cerca de la mitad (el 49 por ciento) de las víctimas de la trata de seres humanos detectadas a nivel mundial. Las mujeres y niñas representan conjuntamente un 72 por ciento, y las niñas suponen más de tres cuartas partes de las víctimas infantiles de la trata. La trata de mujeres y niñas se realiza, en la mayoría de los casos, con fines de explotación sexual”. Esto permite apreciar que no se trata de un delito genéricamente neutro.

“Quince millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo”.  En Venezuela, un porcentaje importante de las primeras relaciones sexuales de las mujeres son forzadas.

“En cinco regiones, el 82 por ciento de las parlamentarias denunció haber experimentado algún tipo de violencia sexual durante su mandato. Esta incluía comentarios, gestos e imágenes de naturaleza sexista o sexualmente humillante, amenazas y acoso laboral”. Esta es la violencia contra las mujeres en la vida política y el objetivo es transmitir un mensaje: el espacio político no es para las mujeres.

Las mujeres y los techos de cristal en las empresas

Es sabido que, aunque las mujeres se preparen y estén capacitadas para ocupar los puestos de mayor jerarquía dentro de una organización, tienen que enfrentarse con el techo de cristal, que se refiere a una barrera, a una superficie superior, en principio invisible, pero que está allí e impide que las mujeres alcancen los puestos de mayor jerarquía en una organización.

En el caso de las mujeres políticas, obstaculiza que lleguen a ser jefas de Estado o de gobierno o, incluso, presidentas o lideresas de un partido político (actualmente solo un poco más del 6 % de estos puestos son ocupados por mujeres, según cifras de la Unión Interparlamentaria).

En el ámbito empresarial, aunque se han dado ciertos avances, las mujeres continúan siendo una rara avis en los puestos superiores jerárquicos. Según un informe del Credit Suisse Research Institute para 2019, los hombres ganan más que las mujeres en todas las regiones. Y la brecha salarial de género es el resultado de diferencias bien establecidas. El porcentaje de mujeres en los puestos de CEO es de solo 5 %, mientras que, en los puestos de director financiero, CFO, es de 13 %. Y solo el 20,6 % de los consejos de administración de grandes compañías está constituidos por mujeres.

Eso es en las grandes compañías, pero, en general, la inserción de las mujeres en los mercados laborales, principalmente en los países del Sur global, es en condiciones precarias, en los puestos con menor salario, sin prestaciones de seguridad, cumpliendo dobles y triples jornadas laborales. Todo lo cual se ha vuelto más crítico con la pandemia de covid-19 y la sobrecarga de cuidado que les afecta.

Así que estamos lejos de la igualdad y no se trata de un tema de competencias. En América Latina, por ejemplo, hay una feminización de las matrículas universitarias y en el número de graduadas, pero eso no garantiza mejores puestos de trabajo. Todos estos datos son fuentes serias, rigurosas y confiables. Permiten demostrar la desigualdad, comprender y justificar las luchas de las mujeres por sus derechos.

Un mensaje

No quisiera terminar este artículo sin hacerles un llamado a las jóvenes activistas feministas venezolanas millennial, centennial y, si me apuran mucho, pospandemial: ¡Lean, lean mucho, a los clásicos y a quienes cuestionan sus argumentos! Los talleres son buenos y necesarios, pero para poder tener argumentos consistentes y críticos hay que leer. Necesitamos tener argumentos sólidos frente al establishment.

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Una convención para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres

@dhayanamatos

El fin de la II Guerra Mundial marcó un hito histórico en el desarrollo y en el fortalecimiento del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Supuso la instauración de un modelo de protección mediante el cual las personas tienen un conjunto de derechos garantizados en el contexto internacional en virtud de su condición de seres humanos, más allá de aquellos que tienen por ser ciudadanos y ciudadanas de un Estado particular.

Desde la perspectiva histórico-jurídica, a esta etapa se le denomina internacionalización. Y surge de la necesidad de ponerle límites al uso del poder por los Estados, de la preeminencia de la tesis iusnaturalista que parte de la existencia de un conjunto de derechos naturales con validez jurídica internacional y que le compete asegurar a la comunidad internacional.

En este contexto, comienzan a desarrollarse la Organización de las Naciones Unidas y, en el ámbito regional americano, la Organización de Estados Americanos. Ambas nacen en 1948.

En el seno de estas organizaciones se adoptaron una serie de declaraciones y tratados de carácter universal y regional en materia de derechos humanos, que reafirmaron el reconocimiento de la dignidad humana por parte de la comunidad internacional. Además, se crearon órganos con competencia para velar por la garantía y protección de esos derechos.

En el sistema interamericano, el primer instrumento que presenta un catálogo general de derechos humanos fue la Declaración Americana de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada en mayo de 1948. Posteriormente, en el año 1969, se adopta la Convención Americana de Derechos Humanos en San José, Costa Rica, conocida como Pacto de San José; en ella se consagra un conjunto de derechos civiles y políticos. En 1988, en la ciudad de San Salvador, El Salvador, se adopta el Protocolo Adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Las mujeres y los derechos humanos

En esta etapa de internacionalización, como se indicó, se adoptaron un conjunto de tratados de carácter general, que consagraron la universalidad y que, en principio, reconocieron que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos. Pero se enunciaron de manera “neutra” y abstracta, bajo un supuesto universalismo que, al omitir precisar los géneros, tenía como referente o modelo a un hombre, por lo que devino en norma masculina y la invisibilización de las necesidades y experiencias de las mujeres. Ni pensar en que se estableciera, además, un enfoque interseccional.

En relación con este aspecto, es preciso reconocer que los hombres y las mujeres tienen experiencias distintas. Esto no implica que las experiencias masculinas se visualicen como las propias de los seres humanos, como el referente universal; mientras que las de las mujeres se identifiquen como experiencias y necesidades específicas.

Como señala la jurista costarricense Alda Facio: “los hombres son tan diferentes y tan semejantes a nosotras las mujeres, como nosotras somos diferentes y semejantes a ellos. Ninguno de los sexos debería ser el parámetro o paradigma de lo humano porque ambos, mujeres y hombres, somos igualmente humanos”.

Lo dicho no pretende negar el hecho de que los catálogos generales de derechos humanos adoptados en el proceso de internacionalización protegen a las mujeres, principalmente porque todos ellos consagran el derecho a la igualdad y la prohibición de no discriminación, pero con el tiempo, esta protección demostró ser insuficiente para las mujeres. Esto implicó buscar otras herramientas normativas que, en aras de la igualdad real, establecieran mecanismos para proteger las diferencias y, en la lucha por combatir la discriminación, persiguieran la erradicación de las desigualdades que generan la violación de los derechos humanos. De esa manera se entró en la etapa conocida como especificación.

Derechos humanos específicos para las mujeres

El jurista Gregorio Peces-Barba, uno de los padres de la Constitución española, explicaba que en el proceso de especificación se produce una mutación al modelo original occidental y liberal de los derechos humanos, ya que en esta etapa se parte de sujetos contextualizados, superando la premisa general, universal y abstracta del hombre como referente de la humanidad.

La especificidad está dada por el hecho de que no se reconocen derechos generales para todas las personas, sino que los titulares de los derechos que se consagran pertenecen a grupos que se encuentran en una condición social, cultural o física que genera una situación de vulnerabilidad e inferioridad en las relaciones sociales, por lo que requieren una protección especial para superar la discriminación y la desigualdad existentes.

En el sistema interamericano, en esta etapa de especificación, se adopta el 9 de junio de 1994, en la ciudad brasilera de Belém do Pará, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Fue este el primer instrumento internacional, de carácter regional, que reconoce como derecho humano de las mujeres el derecho a una vida libre de violencia. Esto quiere decir que esta semana la Convención de Belém do Pará cumplió 27 años.

En el preámbulo de este texto normativo, los Estados partes reconocen que la violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos y libertades fundamentales, una ofensa a la dignidad y constituye una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres.

Los primeros pasos

Lograr que se adoptara una convención como esta a nivel interamericano no fue tarea fácil. Las activistas, los movimientos de mujeres y feministas tuvieron un papel fundamental.

Durante la década de los ochenta, a lo largo de todo el continente, las mujeres alzaron sus voces y se dieron manifestaciones para denunciar la violencia sistemática a la cual eran sometidas por el hecho de ser mujeres. Su clamor no cayó en saco roto; por el contrario, consiguieron introducir el tema en el debate público nacional y regional. Para lograrlo, contaron con una gran aliada: la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM).

La CIM es el órgano de la región más antiguo en la defensa y promoción de los derechos de las mujeres. Fue creada en 1928, así que es anterior al surgimiento de la OEA. En sus inicios se le encomendó realizar un estudio sobre la situación legal de las mujeres en las Américas. De este trabajo surgieron la Convención interamericana sobre la concesión de los derechos políticos a la mujer y la Convención Interamericana sobre la concesión de los derechos civiles a la mujer, ambas en 1948.

En 1989, la presidenta de la CIM, la salvadoreña Milagro Azcúnaga de Meléndez, manifestó en una reunión de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas que la organización que presidía había detectado un vacío importante en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) –que era considerada la carta magna de los derechos de las mujeres–, en relación con la violencia que estas sufrían y que a nivel regional, aunque en ese momento la información estadística era insuficiente y el problema invisible, se comenzaría a trabajar para hacerle frente a este flagelo. Así se inició el recorrido hasta la adopción de la convención.

Cuenta Linda J. Poole, quien fue secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres en el periodo comprendido entre 1986 – 1996, que en el año 1991, con el apoyo de los gobiernos de Canadá y Venezuela, se convocó una reunión de mujeres juristas que tuvieran experticia en temas de derechos humanos y en el abordaje de las violencias contra las mujeres.

Las expertas venezolanas

En el grupo de 10 expertas estuvieron presentes, además de influyentes feministas internacionales conocidas por las nuevas generaciones por los aportes que han hecho a los estudios jurídicos sobre las mujeres; entre ellas, Rebecca Cook (experta en derechos sexuales y reproductivos) y Rhonda Copelon (famosa, entre otras razones, por su abordaje de la tortura en los casos de violencia en la pareja), dos paisanas: la penalista Sonia Sgambatti y la experta en asuntos de familia María Cristina Parra. Ambas continúan activas en la lucha por los derechos de las mujeres.

En mi opinión, es importante que las jóvenes conozcan los aportes que han hecho las feministas venezolanas no solo en el ámbito nacional sino en el internacional.

Es fácil señalar que se trata de un feminismo liberal, que no va a la raíz del problema, que excluye a un amplio sector de aquellas que no son blancas o blanquizadas, o que no incorpora la mirada interseccional que permita ver que no solo es el género sino su intersección con otras formas de dominación lo que mantiene a las mujeres en riesgo…

Es fácil decir eso ahora. Lo difícil era hacer lo que ellas hicieron en su momento: lograr mover los cimientos culturales que consideraban que el problema de la violencia contra las mujeres era un asunto privado, sacarlo de su invisibilidad y posicionarlo como un asunto de derechos humanos, lo que implica un conjunto de obligaciones para los Estados. Esto fue lo que se logró con la adopción de la Convención de Belém do Pará.

Importancia de la convención

Además de dejar claramente establecido que la violencia contra la mujer puede ocurrir en los espacios público o privado, ser cometida en cualquier ámbito: la familia, la comunidad, por el Estado o sus agentes, la Convención de Belém do Pará expresamente reconoce el peso que tienen los estereotipos de género en esta problemática, en la subordinación que afecta a las mujeres, de allí la importancia de tomar medidas para erradicarlos.

En relación con las obligaciones que tienen los Estados, estas pueden ser: educativas, preventivas, informativas, de atención integral, de reparación, de acceso a la justicia y establece la debida diligencia.

En relación con la debida diligencia es importante destacar que no se trata de actuar de cualquier modo y eso es crucial tenerlo presente si examinamos la situación de las violencias contra las mujeres en Venezuela.

No basta con que haya una ley, unos tribunales y todo un sistema jurídico especializado en los asuntos de violencia contra las mujeres si no es oportuno, eficaz y verdaderamente garantiza a las mujeres su derecho humano a una vida libre de violencia. En ese sentido, que ante los testimonios dados por mujeres víctimas de violencia y recogidos por el movimiento #YoSíTeCreo venezolano, el fiscal general de Venezuela diga que se investigará, eso no supone que se esté actuando con la debida diligencia.

Casos emblemáticos

La primera vez que se aplicó la Convención de Belém do Pará en el sistema interamericano fue en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso María da Penha Maia Fernandes vs. Brasil. Se trataba de una farmacéutica brasileña a quien su esposo la intentó matar dos veces y la dejó parapléjica. Ante el retardo procesal y la inacción del sistema de justicia brasilero, la comisión manifestó que la falta de debida diligencia en el tratamiento de los hechos no se trataba de una actuación que se hubiese dado solo en este caso, sino que, por el contrario, era la forma de actuar recurrente de los órganos del Estado ante la violencia contra las mujeres en las relaciones de pareja, en el espacio doméstico, donde se mostraba una tolerancia hacia las agresiones cometidas y una clara discriminación contra las víctimas.

Es tal la importancia de este caso en Brasil que la ley que regula la violencia contra las mujeres se llama Ley 11.340 Maria da Penha.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sentenciado varios asuntos en los cuales ha aplicado la Convención de Belém do Pará. Entre ellos, uno de los más conocidos, es el referido a los femicidios (aunque la corte nunca usó este término) de tres mujeres en Ciudad Juárez, caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs. México.

Los aportes jurisprudenciales en este caso se vinculan con la falta de debida diligencia por parte de las autoridades mexicanas, a la persistencia de estereotipos de género, a una violencia estructural, a la impunidad, entre otros.

En relación con la impunidad, manifestó la corte que esta es recurrente ante la ineficacia de las autoridades para investigar, lo que envía un mensaje social de que este tipo de violencia es permitida, es legítima, con lo que se normaliza como algo cotidiano en la vida de las mujeres.

Es el incumplimiento de las obligaciones estatales lo que contribuye a un ambiente de impunidad.

Esta pequeña muestra no puede culminar sin mencionar la sentencia de Linda Loaiza, caso López Soto y otros vs. Venezuela, donde por primera vez la corte configuró la tortura en actos de violencia contra la mujer cometidos por un particular debido a la omisión del Estado venezolano en actuar y proteger a la víctima cuando tuvo conocimiento de ciertos hechos del agresor, Luis Carrera Almoina.

La Convención de Belém do Pará fue un gran logro para las mujeres de la región. No se debe olvidar que América Latina es el continente que muestra las cifras más altas de violencia contra las mujeres; que para ellas el lugar más peligroso es su propio hogar y los principales agresores son los cónyuges, las parejas, las exparejas, otros hombres de la familia o con quienes mantienen relaciones cercanas. Pero aun es largo el camino para que las mujeres tengan una vida libre de violencias en los espacios públicos o privados, en la vida real o en la virtual, en tiempos de guerra o en tiempos de paz.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Humano Derecho #198 con Laura Moncada, Claudia Soto y Oriana Bracaglia de Girl Up Venezuela

@_humanoderecho

¿Qué son las Cartas de Liberación? ¿Actualmente en qué proyecto trabaja Girl Up Venezuela? ¿Por qué en Venezuela hacen falta organizaciones feministas? Conversamos de estos y otros temas con Laura Moncada, fundadora y presidenta de Girl Up Venezuela; Claudia Soto, funcionaria de redes sociales; y Oriana Bracaglia, tesorera de esta organización civil.

“Girl up ayuda a acceder al poder interior de las niñas e impulsar sus habilidades, derechos y oportunidades en todos lados. Nuestro programa para el liderazgo transforma a las niñas al exponerlas a nuevas posibilidades, mejorando su confianza para ayudarles a convertirse en agentes de cambio dentro de sus comunidades”.

Las activistas nos dicen: «Queremos llegar a un mundo igualitario donde las oportunidades, los derechos pero también las responsabilidades sean compartidas entre el hombre y la mujer».

Presentado por Génesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@akaLuisSerrano). Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea.

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Chile: la primera Asamblea Constituyente paritaria de la historia

@dhayanamatos

Mucha tinta ha corrido desde que Jean Jacques Rousseau, considerado el padre de la democracia moderna, publicara su famosa obra El contrato social. En este texto, escrito en 1762, plantea elementos clave para explicar las instituciones políticas contemporáneas, entre ellas, el orden político sustentado en un contrato o pacto.

Rousseau no es el primer filósofo político contractualista; Thomas Hobbes, entre otros autores, también parte de un contrato o pacto. Lo que diferencia las ideas del ginebrino es que tienen su fundamento en un pacto social, según el cual los hombres, mediante una asociación, ceden sus derechos naturales a cambio de libertad civil y de la protección de la propiedad. No se puede olvidar que las ideas del siglo XVIII tenían su sustento en la necesidad de la burguesía de tener, además del poder económico, el poder político.

Cabe destacar que, cuando Rousseau habla de hombres, literalmente se refiere a personas del sexo masculino ya que las mujeres fueron excluidas bajo el argumento de la supuesta complementariedad de los sexos. Pero este tema lo dejaremos para otra oportunidad.

La asociación de la que habla Rousseau y el poder que de la misma se genera es más que la suma de las voluntades individuales de cada uno de los asociados, es la voluntad general, que se expresa a través de la ley.

Además, para Rousseau, la voluntad general y la soberanía están siempre unidas, ya que ellos son ejercidas por los ciudadanos, reunidos en Asamblea, que son los únicos legitimados para la construcción de la sociedad y del Estado.

La Constitución, la brújula de un país

Su teoría lo convierte en pionero de lo que es el poder constituyente. Aunque, como señala el profesor chileno de Derecho Constitucional Humberto Nogueira Alcalá, su concepción solo sirve de fundamento para la democracia directa.

La Constitución de un país es la expresión máxima de la voluntad general, por ello, es importante tener presente que cuando se habla de la necesidad de un nuevo pacto o contrato social, se está haciendo referencia a la necesidad de una nueva constitución.

En los países que sigan las reglas del juego democrático, o por lo menos algunas de ellas, como es el caso de Chile, cuando se realizan unas elecciones para una Asamblea Constituyente, el fin último es redactar una nueva constitución.

Es importante destacar que, cuando se realizan unas elecciones para una Asamblea Constituyente, es porque el orden constitucional está en crisis y es necesario cambiarlo.

Eso que ocurrió en Venezuela, de crear una Asamblea Constituyente sin que se formule una nueva Constitución, es una situación sui generis y una forma más de instrumentalizar los mecanismos legales por parte de un régimen autoritario. 

La Constitución de Pinochet de 1980

La elección de una Asamblea Constituyente en Chile, para redactar una nueva Constitución, indiscutiblemente es un hecho histórico anhelado por diversos sectores de la sociedad chilena desde hace mucho tiempo.

Varios factores explican la necesidad de cambiar este texto, entre ellos destaca el establecimiento en su articulado de un sistema económico claramente neoliberal, que relega al Estado a un papel menor en el aseguramiento de los derechos de contenido social.

Esto generó que, aunque Chile mostraba datos económicos estables que eran la envidia de sus vecinos, estos eran acompañados de brechas y desigualdades sociales marcadas, que generaron las olas de protestas y movilizaciones sociales que vivió este país durante el último trimestre de 2019.

Así las cosas, el famoso “milagro chileno”, invisibilizaba la continua precarización de una clase media ahogada por las deudas, que además no calificaba para recibir los pocos beneficios sociales que el Estado tenía establecidos; las desigualdades estructurales por razones de origen étnico, género o clase social y como en el resto de América Latina, una marcada desigualdad social.

A todo lo señalado, debe agregarse, como señala la politóloga Rossana Castiglioni, los “amarres institucionales” establecidos en la Constitución chilena de 1980. Destaca, entre ellos, el sistema electoral binominal, que favoreció la existencia de grandes coaliciones –la Alianza, de derecha y la Concertación, de centro-izquierda-, y que la competencia al interior de estas fuera más importante que la propia contienda electoral.

En el caso de las mujeres, el sistema electoral binominal, aunque se puede incluir dentro de los sistemas de representación proporcional, magnificaba las barreras y obstáculos que tenían que vencer para participar en la competencia electoral.

Las cuotas de género o el aumento de la representación de las mujeres

En el año 2015 se logró una reforma mediante la Ley N° 20.840 que sustituyó el sistema binominal por uno de representación proporcional inclusivo. Además, por primera vez se establecieron las cuotas legislativas o cuotas de género. La norma estableció que ni los hombres ni las mujeres, como grupo, podían superar el 60 % de las listas parlamentarias.

Pero Chile, pese a ser un país con la primera mujer presidenta de América Latina –Michelle Bachelet– con un claro discurso a favor de los derechos de las mujeres, llegó con bastante retraso al sistema de cuotas de género.

Mientras que Argentina fue pionera y el primer país en establecer las cuotas legislativas en 1991, a la que le sucedieron distintos países de la región, incluida Venezuela que las estableció en la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política de 1997 –aunque en el 2000 el CNE las desaplicó porque “supuestamente” contravenía la igualdad establecida en el artículo 21 de la Constitución bolivariana–, en Chile apenas fue a finales de 2017 la primera vez que se aplicaron.

Con las cuotas de género, la representación de las mujeres chilenas en la Cámara de Diputados pasó de 15,8 % antes de las cuotas a 22,6 % después de estas, mientras que en el Senado pasó de 15,8 % a 23,5 %, según datos de ONU Mujeres y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Aunque estos porcentajes muestran un aumento en el número de mujeres en el poder Legislativo, Chile sigue estando por debajo de la media de América Latina que se sitúa en 31,1 %, según información extraída de la Unión Interparlamentaria.

En este escenario, donde la representación política de las mujeres chilenas se encontraba por debajo de la llamada “masa crítica”, se convocaron elecciones para la conformación de una Asamblea Constituyente que, por primera vez, tendría una representación equilibrada en cuanto al número de mujeres y hombres que la conformarían.

La paridad de género en la Asamblea Constituyente

Los días 15 y 16 de mayo, la ciudadanía ejerció su derecho al sufragio y eligió a las personas que redactarán la nueva Constitución de Chile.

Para asegurar la paridad de género, se estableció que las listas de candidaturas debían ser encabezadas por una mujer y luego se alternarían sucesivamente mujer–hombre–mujer–hombre. Esto se conoce como lista cremallera y al establecer la alternancia, busca asegurar que las mujeres puedan efectivamente ser electas.

De esta manera se evita una de las perversiones que se han dado en aquellos países en los cuales el sistema de cuotas de género no establece un mandato de posición, por lo que los partidos políticos, para cumplir con la ley, incorporan a las mujeres en los últimos lugares de las listas, lo que hace casi imposible que logren ganar y solo son figuras de relleno.

El mecanismo establecido en Chile fue muy exitoso para las mujeres, quienes lograron mayor número de votos que los hombres.

Estos resultados derrumban varios mitos que señalan que a las mujeres no les gusta participar en las contiendas electorales, que pertenecen a partidos de derecha (los grandes perdedores en estas elecciones), que no están capacitadas para hacerlo y principalmente, que los electores no votan por las mujeres.

Lo que quedó en evidencia es que la piedra de tranca más importante que tienen las mujeres para participar en las elecciones son los partidos políticos tradicionales.

Al final, para cumplir con lo establecido en la Ley 21.216 y evitar que exista una sobrerrepresentación de alguno de los sexos, 11 mujeres tuvieron que ceder sus escaños a hombres y así asegurar el criterio de corrección establecido en la norma. De esta manera la Asamblea estará conformada por 77 mujeres y 78 hombres.

Pero no se trata solo de una cuestión numérica, de que haya más mujeres, de una representación descriptiva. Hay algo más…

¿Una constitución feminista?

Lo que se asegura en estas elecciones chilenas es la representación sustantiva, que haya mujeres que representen los intereses de las mujeres y que incorporen temas vinculados con sus necesidades.

Esta representación sustantiva está asegurada ya que, como señala María Catalina Batarce, 45 de las 77 constituyentes se declaran feministas y buscan incorporar en la nueva Constitución los principios y derechos que aseguren el avance de las mujeres.

De esta forma, el llamado “neoconstitucionalismo latinoamericano” que se inicia con la Constitución Política de Colombia de 1991 y del que son parte las constituciones de Venezuela (1999), Ecuador (2008) y Bolivia (2009), entra en una nueva etapa en la que se interpela al sujeto político, al ciudadano, hombre, firmante del pacto o contrato social.

Así las cosas, la nueva Constitución que se gesta en Chile, por primera vez en la historia, no solo tiene un equilibrio de constituyentes hombres y mujeres, su cambio va más allá: por primera vez en la historia republicana de un país latinoamericano las mujeres están en el origen, son firmantes del pacto social en igualdad con los hombres.

En otras palabras, no son solo parte del pactum subjectionis, sino firmantes del pactum unionis. No se trata de un logro menor y esto solo apenas comienza…

Lo que está pasando en Chile debe ser un llamado de reflexión para los políticos venezolanos que siguen sin incorporar a las mujeres en sus negociaciones y le dan la espalda a más de la mitad de la población del país.

Lo que ocurrió el miércoles 19 de mayo al crearse una nueva plataforma llamada “Alianza Democrática” es realmente vergonzoso. Las fotos muestran un grupo de hombres (hay una sola mujer), acordando, negociando, pactando una vía electoral para salir de una crisis que ha tenido un impacto desproporcionado en la vida de las que no aparecen en la fotografía. ¿No hay mujeres políticas, no hay lideresas o no las dejan estar?

Chile: la primera Asamblea Constituyente paritaria de la historia, por Dhayana Fernández-Matos
Foto de la Alianza Democrática, mayo de 2021. Foto en actualidad.rt.com

Hay que hacerles un llamado a los líderes políticos venezolanos de las distintas ideologías: es necesario que se suban al tren de los cambios que se están dando en los sistemas políticos en relación con la presencia y los liderazgos de las mujeres.

Se requiere que entiendan que no existe democracia sin la participación política de estas y que sin mujeres no hay diálogo, conciliación ni acuerdo de ningún tipo.

Si los partidos políticos venezolanos no revisan sus estructuras, sus normas, sus representantes e incorporan a las mujeres en las directivas y en los acuerdos, es bastante probable que, salvando la distancia, corran un destino similar al de los partidos políticos históricos chilenos.

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