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Europa

George Steiner, hijo de Europa. Por Diego Arroyo Gil

@diegoarroyogil

Luego de la muerte de Harold Bloom en octubre de 2019, la muerte de George Steiner, ocurrida apenas cuatro meses después, este 3 de febrero, deja al mundo sin el que era considerado por muchos el mayor crítico literario vivo. Pero Steiner no era solo un crítico literario. Nacido en París en una familia judía de origen vienés en 1929, atravesó el siglo XX como una inteligencia sensible a todas sus imágenes. Las más horrendas, como las del Holocausto o el genocidio de Ruanda, y las más bellas, desde Proust hasta Eliot o Paul Celan. Sobre Celan, a quien consideraba la cima de la poesía de su tiempo, decía algo asombroso: que había salvado a la lengua alemana de la perversión a la que Hitler la había sometido. Esto es lo mismo a decir que un poeta había salvado la integridad del alma europea, que es la madre de todas las almas posibles de Occidente.

En su primer gran libro, Tolstói o Dostoievski, publicado cuando tan solo contaba 30 años de edad, Steiner dejó establecido el que sería su arte de vivir como escritor: “La crítica literaria debería surgir de una deuda de amor”. Dispuesto a penetrar en el misterio de “los dos novelistas más grandes del mundo” (llegó a afirmar, apoyado en el filósofo ruso Berdáiev, que solo existen dos tipos de seres humanos: los que se inclinan hacia el espíritu de Tolstói y los que se inclinan hacia el de Dostoievski), Steiner inició en este libro la empresa de su vida: la de intermediario entre el “gran linaje” espiritual de la humanidad y sus contemporáneos. Porque “si Homero, Dante, Shakespeare y Racine ya no son los más grandes poetas del mundo entero –el mundo se ha hecho demasiado grande para la supremacía–, son todavía los supremos poetas de aquel mundo del que nuestra civilización saca su fuerza vital y en cuya defensa debe arriesgarse”.

Por ese camino, el de la mediación, Steiner hizo suyo un oficio que quizá lo defina mejor que el de crítico literario: el oficio de educador. Un oficio que ejerció con una principalidad en la que era reconocible la excelencia clásica: Sócrates pervivía en él. Si el maestro, como él mismo decía, debe “abrir Delfos” a sus alumnos (es decir, darles acceso a la imaginación del mundo), a través de sus libros, de sus artículos y de sus entrevistas para la prensa, Steiner hizo lo propio con todos aquellos que, igualmente afortunados, no podían asistir a sus clases en la universidad (Princeton, Oxford, Cambridge, etc.), legendarias debido a la presencia de un hombre que, siendo un erudito, era un conversador de café, a la manera de los cafés de Europa, los cuales él defendía como una de las instituciones mantenedoras del diálogo platónico.

Políglota y partidario del multilingüismo en una época tendiente a la intolerancia racial, religiosa y cultural, Steiner dedicaba un rato, todas las mañanas, a traducir algún fragmento de la Biblia o de algún poeta o filósofo de la Antigüedad, ¡a la vez!, al francés, el inglés, el alemán y el italiano, a los que llamaba “mis cuatro idiomas”, aunque también sabía latín, griego antiguo y hebreo. Aprovechaba ese hábito para aprenderse de memoria esos fragmentos o para repasarlos y confirmar que no los había olvidado, pues “a las cosas que amamos nos gusta llevarlas dentro de nosotros para vivir con ellas”. Una de las críticas más frecuentes que hacía a la educación actual es que no valora e incluso desprecia el aprendizaje de memoria, cuando la memoria es una garantía de la pervivencia de la sensibilidad humana.

Durante un encuentro con António Lobo Antunes en 2011, Steiner le decía al novelista portugués que “nuestro gran crimen es no dejarles suficiente esperanza a los jóvenes”. Hablaba allí el educador, pero también el testigo del siglo XX. “¿Qué les dejamos como visión?”, preguntaba. “Un fascista convencido tiene una visión. Es una visión infernal, pero esa visión es un programa. E igual pasa con un comunista, incluso con un nazi. Vislumbran algo mayor que ellos mismos; es algo terrible, es cierto, pero la vida tiene un sentido para ellos. ¿Qué les dejamos nosotros a los jóvenes de hoy?”. Acto seguido, Lobo Antunes acompaña la reflexión de Steiner con un comentario personal. Dice que él ha tendido mucho a la autodestrucción. Steiner, amable y sonriente, le contesta que ha descubierto que, en momentos de oscuridad, una buena manera de conservar el interés por la vida es leer periódicos, apasionarse por “el movimiento de la realidad”. Esta suerte de optimismo, que se asomaba mucho en sus entrevistas, no desconocía las tragedias de la historia ni los desconciertos del vivir. (Steiner hablaba, por ejemplo, de la “paradoja horripilante” de que un hombre pueda ser culto y un monstruo a la vez). Era un optimismo desengañado que está muy bien resumido en una frase suya en la que dice que hay que cometer, pese a todo, “ese gran error que es la esperanza”.

Si bien es cierto que Steiner nunca se consideró un escritor a carta cabal –le habría gustado serlo, decía, pero no tenía el talento que él admiraba en los demás–, sí que lo era. Fernando Savater lo ha llamado “cronista cultural de alta gama”, pero no era solo eso. Su obra es un mundo hecho por propia mano, portador de una índole admirable, con rasgos distintivos que nadie puede repetir; es una obra que inauguró una manera de decir que es la manera de decir de George Steiner. Al igual que en Tolstói o Dostoievski, hay páginas memorables en La muerte de la tragedia, Lenguaje y silencio, Después de Babel, Presencias reales, Pasión intacta, Gramáticas de la creación, Lecciones de los maestros. Incluso libros suyos más discretos como Nostalgia del absoluto, La idea de Europa o Diez razones para la tristeza del pensamiento son recámaras de esa fascinante catedral que era su inteligencia, desde la que leía el mundo con unas claves que hacía accesibles a todos los que se ponían en situación de dejarse educar por él y así escuchaban por su voz las voces de la tradición.

Es usual que cuando se mueren hombres como Steiner se hagan afirmaciones del tipo: “era el último humanista”, “era el último europeo”, o, como al comienzo de este artículo, “el mayor crítico literario vivo”. Ocurre cuando quien se muere marcó una época. Pero Steiner encarnaba toda una cultura y su vida estuvo consagrada a que esa cultura sobreviviera: también a él. Un día, preguntado por la razón que le había hecho quedarse en Europa en vez de hacer carrera en los Estados Unidos –que era una posibilidad nada descabellada tras el horror de la Segunda Guerra Mundial–, Steiner explicó que irse hubiera significado traicionar la palabra de su padre, quien le dijo que, si se marchaba, quería decir que Hitler había triunfado. “Escogí permanecer en Europa porque no hay que dejar que se extinga una cierta presencia del pasado”, agregó.

Era el mismo padre, el banquero Frederick Steiner, que quiso que su pequeño hijo George aprendiera griego antiguo para que pudiera leer a Homero en su lengua original. Eran los años 30 y lo peor estaba por llegar, pero si el mundo no se deshizo luego del todo fue, en buena medida, gracias a padres como aquel y a hijos como el suyo, ese hijo de Europa al que despedimos hoy.

El director del Centro Internacional para el Desarrollo de una Política Migratoria (ICMPD), Michael Spindelegger, afirmó que miles de personas seguirán dejando Venezuela y Colombia en 2020 para viajar a España y otros países europeos.

El número de solicitudes de asilo presentadas por nacionales de Colombia y Venezuela aumentó en 2019 un 176,2 % y un 89,5 % respectivamente, dice el informe, que precisa que España recibió 118.200 peticiones ese mismo año.

«Dadas las sombrías perspectivas de la situación de Latinoamérica se puede esperar que la tendencia continúe en 2020 y que resulte en un aumento del porcentaje de movimientos secundarios desde España a otros Estados miembros de la UE», afirma el documento. 

Spindelegger, que fue ministro de Exteriores y de Finanzas y vicecanciller en Austria entre 2008 y 2014, señala que el examen de las cifras de llegadas a Europa desde Latinoamérica revela su importancia «comparada con otros países».

«En los últimos años el 6 % de todos los refugiados llegados a Europa venía de Venezuela y 4 % de Colombia. Es algo destacable y pensamos que la situación continuará porque no hay grandes cambios en Venezuela ni en Sudamérica (…) con respecto al pasado año», añade.

 

*Con información de EFE

Runrunes de Bocaranda: ALTO - CORTANDO COMO TORERO

CORTANDO COMO TORERO:

La imperdible crónica que para Runrun.es nos brindó el respetado colega Víctor Suárez desde la capital española no tiene desperdicio. Su aguda y escudriñadora pluma acierta una vez mas al colocarnos en el centro del encuentro de la comunidad venezolana con el carismático Juan Guaidó, presidente de la legítima Asamblea Nacional y encargado del interinato presidencial ante las violaciones a la Constitución por parte de Nicolás Maduro Moros. Aquí un extracto: “Guaidó, desde el lunes, cuando llegó a Europa, vía Londres, había surcado un rebullón muy extenuante. Y se plantó en la tribuna madrileña como si estuviera llegando a la Plaza O´Leary en El Silencio, el Día D, el de la victoria. «Cuando vuelva a Venezuela, llevaré buenas noticias», había dicho la semana pasada cuando se apareció de improviso en Bogotá en la Cumbre Hemisférica Anti Terrorista, escapado de tantas alcabalas siniestras.

El premier inglés Boris Johnson parecía sorprendido cuando notó las tres cuerditas a colores que llevaba en la muñeca, la Merkel mantuvo la respiración cuando le habló bastante saltarino, Josep Borrell le tomó del brazo como a los viejos conocidos, Macron se mostró distante y a poco le abrazó en el Palacio del Eliseo, el de Austria conversó como si estuvieran en un bautizo, la hija de Trump, Ivanka, le hizo guiños seductores. No se había visto a Antonio Tajani, expresidente del Parlamento Europeo, tan contento como cuando Julio Borges se lo presentó en Bruselas. Pedro Sánchez había dicho que prefería presenciar la entrega de los premios Goya y huyó por el callejón malagueño, aunque después, obligado, declaró tartajeante: “Siempre hemos apoyado a la oposición (venezolana). Queremos que se celebren elecciones rápidas”.

Maduro, herido, en llanto, a 8 mil km de distancia le imprecaba, mientras besaba a Maradona y recibía el Premio Lenin, ofrecido por el minúsculo Partido Comunista ruso, muy distinto al Premio Lenin de la Paz que le otorgó la URSS a Miguel Otero Silva en 1979”.

 

SI HAY FUTURO:

Otra crónica, esta vez del colega Sebastián de la Nuez, nos aproxima al encuentro en paz que quiere la mayoría de nuestros compatriotas:  “Anoche vi a Juan Guaidó y todos en la plaza, donde no cabía literalmente un alfiler, vieron en él una esperanza concreta de futuro. Eso es lo que anima a la gente: una voz, una ilusión de reencuentro en paz. Un horizonte para un país desahuciado, acogotado hasta la asfixia. No hizo ningún anuncio concreto, habla de valores y asegura que las cosas pronto cambiarán y que todos los venezolanos podrán regresar a su país pero no indica cómo será posible esto. Recalca el apoyo internacional. Asegura que los venezolanos no están solos. Dice que cada uno en el exterior tiene algo por hacer, y es comunicarse en positivo. En fin, su discurso es motivador, reivindica la voluntad de mantenerse en pie, insiste en llamar a la calle y habla de algo que lleva por dentro cada venezolano de la diáspora: no se puede ser tolerante con el chavismo.

«Yo les pido que nos paremos firmes por nuestros valores, por la democracia, por lo que podemos ser como sociedad. Ya hemos sufrido demasiado»… También dijo que su generación no llegó a repartir culpas sino a asumir responsabilidades”.

 

¿LA STELLA IRANÍ?:

El 13 de enero se conoció que el gobierno de Alberto Fernández rechazaba la designación de Stella Lugo como embajadora de la gestión de Nicolás Maduro en ese país. Medios argentinos reseñaron que el canciller Felipe Solá exigió a la exgobernadora del estado Falcón y exministra de Turismo regresar a Caracas, pero que el Ministerio de Relaciones Exteriores, dirigido por Jorge Arreaza, estaría insistiendo en la solicitud. La decisión ocurre pese a que el nuevo Ejecutivo argentino reconoce la potestad de Maduro para designar embajador y no la del presidente interino Juan Guaidó. El 15 de diciembre circularon versiones en “Efecto Cocuyo” según las cuales “Lugo viajó al país austral y se presentó como representante diplomática del régimen venezolano. Ello, pese  a tener prohibición de entrada desde el Ejecutivo anterior, al ser señalada por presunta corrupción y vínculos con el narcotráfico”. Pero al pasar de los días nos enteramos qué la verdadera razón va más allá. Lugo que fue ministra de Turismo de Maduro entre el 14/6/2018 y el 12/8/2019 habría hecho todo lo posible para que la aerolínea iraní Mahan Air comenzara los vuelos entre Teherán y Caracas bajo un acuerdo co-share con Conviasa. Así fue como el primero de dichos vuelos arrancó el 8/4/2018. Lugo fue gobernadora del estado Falcón del 2008 al 2017 cuando reemplazó a su marido en el cargo. Esa relación con el gobierno iraní la inhabilita para el gobierno argentino puesto que las pesquisas globales del caso del atentado a la AMIA, (Asociación Mutual Israelita Argentina), el 18 de julio de 1994 dieron pistas ciertas de la participación de enviados iraníes a perpetrarlo. Fue el mayor atentado terrorista ocurrido en ese país con un saldo de 85 personas asesinadas y 300 heridas, y el mayor ataque contra objetivos judíos desde la Segunda Guerra Mundial. La comunidad judeo-argentina con casi 300.000 personas, de las cuales más del 80% vive en Buenos Aires, es la sexta mayor del mundo.

Adicionalmente en la investigación por el asesinato del Fiscal Alberto Nisman, que estaba a su vez investigando el hecho y a punto de nombrar a los culpables cuando lo asesinaron en su apartamento se presume que tendría al menos a un par de ciudadanos iraníes entre los que iba a mencionar.

Juan Guaidó, presidente (e) de Venezuela pidió este miércoles a los países miembros de la Unión Europea (UE) que apliquen más sanciones personales a los funcionarios del régimen de Nicolás Maduro.

El dirigente afirmó que es necesario sancionar a todos aquellos que violen los derechos humanos de los venezolanos.

En una rueda de prensa desde el Parlamento Europeo en Bruselas, Guaidó añadió que la Unión Europea debe catalogar al oro venezolano como «oro de sangre», pues el régimen lo usa para financiar organizaciones terroristas y para oxigenar su permanencia en el poder.

También solicitó más apoyo para los refugiados venezolanos que huyen del país ante la severa crisis que padece Venezuela.

«Junto con Europa se pueden enviar más sanciones, sanar las heridas producto de la dictadura y evitar que se banalice el mal. Alzar la voz siempre es un tarea justa», agregó.

Guaidó agradeció al Parlamento Europeo por permitirle usar sus espacios como ventana para mostrarle al mundo la realidad que se vive en el país.

«Estoy aquí hoy por los venezolanos que no tienen voz. Para ponerle fin a la tragedia que no es nada más del venezolano, ya que también afecta a la región latinoamericana», indicó.

Eleciones libres

 

El también presidente de la Asamblea Nacional, recordó a la comunidad internacional que ellos sí buscan unas elecciones transparentes, que traigan garantías para un nuevo gobierno.

“Lo que buscamos son condiciones para elecciones libres, verificables y transparentes. 32 parlamentarios tienen su inmunidad violada. Lo que proclama Maduro es intentar confundir a la comunidad internacional”.

Para finalizar envió un mensaje a la población venezolana para que no se rindan y vean la receptividad que han tenido durante los últimos días en esta gira que consideró exitosa.

“Todos los venezolanos demostramos que queremos un cambio, y el apoyo del mundo es vital para evitar injerencias de países que buscan los recursos de Venezuela. Tenemos una oportunidad, tenemos un gran momento que parecía imposible hace unos años, hoy hay liderazgo y unión en Venezuela”, cerró.

Guaidó se reunió más temprano con el alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Josep Borrell, en la que acordaron encontrar un enfoque común tanto entre los actores venezolanos como en la comunidad internacional que pueda llevar a un proceso político significativo.

Luego de su visita a Colombia, Guaidó ha emprendido una gira europea que le ha llevado al Reino Unido y en la que también visitará el Foro Económico Mundial de Davos en Suiza.

 

*Con información de EN, EP y LP

Venezuela, víctima de la izquierda europea

EL PASADO 23 PUDIMOS celebrar el activismo de la comunidad internacional alrededor de la grave cuestión venezolana que nos mantiene como presas, sin aparente solución.

Ello se logra por obra de una filigrana a manos de tres artesanos de experiencia, emisarios del encargado presidencial Juan Guaidó: su canciller, Julio Borges, y sus embajadores ante la OEA y Washington, Gustavo Tarre Briceño y Carlos Vecchio.

El caso es que el activismo señalado, que ha lugar en el marco de las Naciones Unidas, concita la reacción de los europeos, un verdadero monumento al cinismo. 

A la par de los enviados de Guaidó, Colombia, Brasil y Estados Unidos, alcanzan a consensuar una narrativa apropiada a las circunstancias – muy realista – y que, al término, focaliza como germen destructivo de Venezuela a la Cuba de Castro y Díaz-Canel. 

Los europeos, entre tanto, se ocupan de diluir o matizar los medios de solución propios a la misma, con otra narrativa, más que ideal, relativista, engañosa, supuestamente racional, hija de lo posible.

Veamos una y otra.

Los países americanos miembros del TIAR declaran lo siguiente: 

“El territorio venezolano se ha convertido en refugio, con la complacencia del régimen ilegítimo, de organizaciones terroristas y grupos armados ilegales, como el Ejército de Liberación Nacional, Grupos Armados Organizados Residuales y otros que amenazan la seguridad continental, … [y] el conjunto de esas actividades criminales, asociado a la crisis humanitaria generada por el deterioro de la situación política, económica y social…, representa una amenaza para el mantenimiento de la paz y la seguridad del continente”.

Los países miembros del Grupo Internacional de Contacto – previo anunciar haber rebanado a su favor a Panamá, para poner en duda la unidad americana – repiten la visual que arrastran, por cierto, desde el año 2003. Entonces se empeñan en impedir el referéndum revocatorio del mandato de Hugo Chávez, que al término lo impone la OEA a pesar de Jimmy Carter. El asunto, como se ve, no es reciente ni casual. No es solo José Luis Rodríguez Zapatero quien se empeña en desmontar el revocatorio constitucional de Nicolás Maduro, y lo logra.

 El texto europeo reza así:

“Una transición negociada que conduzca a elecciones presidenciales creíbles, transparentes y supervisadas internacionalmente, la reinstitución de los poderes públicos y un paquete de garantías que permitan la convivencia política son elementos esenciales para superar la crisis, lograr la reconciliación nacional y la recuperación económica. Las rutas alternativas solo pueden conducir a una mayor polarización, un mayor deterioro de la situación humanitaria y un aumento de las tensiones regionales con graves riesgos de error de cálculo”.    

La lectura de  ambas declaraciones hace innecesaria la exégesis.

Se trata de dos mundos. De allí que, sibilinamente, la última intente justificarse por quienes adhieren a la misma, arguyendo lo inaceptable e incivilizado del uso de la fuerza que se esconde tras el mecanismo del TIAR. Pero la verdad es otra. 

La tesis de los americanos no transita por los predios de la beligerancia clásica – pasada de moda, inútil en siglo XXI  – y le ha abierto puertas, eso sí, a las sanciones multilaterales contra los miembros de la asociación criminal transnacional que secuestra a Venezuela; que provoca la diáspora para facilitarse sus tareas criminales complejas; para canibalizar como lo hacen el territorio venezolano, succionándole sus riquezas anárquicamente y haciéndolo patio libre para el narcotráfico, el terrorismo, y la exportación regional de la violencia.

¿Qué acaso las negociaciones es lo pertinente, dicen los europeos?, es una verdad palmaria. 

Mas una cosa es una negociación entre fuerzas del orden y unos secuestradores o plagiarios, y otra distinta la que ha lugar entre políticos y cosmovisiones que tensionan el ambiente, todavía más ahora bajo el relativismo moral y el progresismo que impone la realidad transicional de la globalización.

De modo que, al leer el texto europeo no pude menos que volver mi mirada al pasado, a la columna que escribo un 6 de enero de 2003 para el diario El Universal de Caracas, sobre “La miopía de la izquierda europea”. Y esta vez pienso en Antonio Guterres, secretario de la ONU, en la canciller Mogherini y en el canciller Borrell, y en la misma Bachelet, todos a uno, casualmente, miembros de la Internacional Socialista.  

Algunos párrafos de aquella columna me bastan para contextualizar el reduccionismo de los europeos y para darle sentido al título de esta otra, pasada una generación:

“Si un militar exgolpista latinoamericano se transforma a la manera de Chávez en presidente y tiene arrojos de autócrata, ello sería propio de nuestra condición sociológica de comarcas del subdesarrollo. Y si el mismo, por lo demás, resulta electo con el voto mayoritario de su pueblo y asume como compromiso la defensa de los pobres, antes que un “gorila” o simple “milico” sería una revelación: una suerte de Mesías, quien habría redimido los pecados de sus primitivos y corrompidos compatriotas”.

“Hitler, encaramado sobre la Constitución de Weimar y Mussolini, manipulando el célebre Estatuto Albertino, son vivos ejemplos y testimonios de algunos liderazgos europeos que, habiendo emergido de la emoción y de la adhesión popular, igualmente concluyeron haciendo de sus electores las primeras víctimas de la insania dictatorial”. Y eso que no tenían bajo el radar al cartel de Cuba, al terrorismo deslocalizado, el lavado de dineros corruptos, y al narcotráfico colombo-venezolano.

 

@asdrubalaguiar

correoaustral@gmail.com

   

La solución europea, por Brian Fincheltub

EUROPA NO SIEMPRE FUE EL CONTINENTE ESTABLE Y PRÓSPERO que es hoy en día. Hubo una época en la que la destrucción y la miseria llevaron a miles de europeos fuera de sus fronteras. Latinoamérica fue uno de los horizontes a los que llegaron miles de inmigrantes buscando refugio y Venezuela, en aquel momento una tierra prometedora para propios y extraños, fue de los países que más inmigrantes recibió. Esa es la historia de la Europa de las guerras y las postguerras, un continente de ciudades destruidas, miles de muertes y millones de desplazados. Pero aun en su peor momento Europa no estuvo sola, la solidaridad internacional se hizo presente y seguramente la historia sería muy distinta para Europa si el mundo no hubiese intervenido frente a aquella tragedia.

Es cierto que para algunos esta solidaridad llegó tarde. Que el nazismo haya podido avanzar hasta donde lo hizo y asesinar a más de seis millones de judíos no es más que el resultado de años de inacción de la comunidad internacional, que creyó no solo que podía controlar a Hitler, sino dialogar con él. La salvación para los europeos llegó cuando las grandes potencias entendieron que todo acuerdo al que se llegará con Hitler sería irrespetado y que la solución que se imponía era combatirlo militarmente y derrotarlo. El mundo no solo fue vital para alcanzar la paz en el viejo continente, sino en su reconstrucción, el Plan Marshall le devolvió a Europa su esplendor y en este proceso los EE UU. jugaron un rol importantísimo.

Que para aquel entonces la buena fe o la ausencia de mecanismos multilaterales para combatir un régimen totalitario hayan llevado al mundo a equivocarse no es justificable pero quizás comprensible. Pero que hoy, frente al drama venezolano sea precisamente Europa quien habiendo sufrido en carne propia los desmanes del nazismo pretenda ofrecer a Venezuela una agenda de conversaciones estériles es por lo menos contradictorio. Y no se trata aquí de establecer paralelismos forzados, guardando las distancias, en el conflicto venezolano también son vida las que están en juego, son miles de vidas pérdidas y millones de desplazados. Frente a una realidad que se deteriora rápidamente y frente a un régimen sin escrúpulos, cualquier acto de dilación no es otra cosa que complicidad. 

La llamada solución europea no se adapta al rol al que está llamado a ejercer el viejo continente en el concierto de las naciones. La defensa de la democracia y los DDHH no es una tarea exclusiva de los EE UU, es lo que une a occidente frente a la barbarie. Europa debe asumir un papel mucho más protagónico con respecto a la realidad venezolana, debe entender que el madurismo no es solo un problema para el hemisferio, sino del mundo. Para avanzar en el combate de la dictadura se necesita unanimidad en cuanto a los mecanismos para combatirla y es más que evidente que la hora de los diagnósticos y las conversaciones ya pasó.

Llegó la hora de las acciones.

Fincheltubbrian@gmail.com
@Brianfincheltub

Borrell cree que Europa ha vuelto a ser muy lenta en reaccionar ante crisis venezolana

El ministro de Asuntos Exteriores de España, Josep Borrell, asegura que para dar solución a la crisis política y social que enfrenta Venezuela no quedará más remedio que establecer contactos entre el Gobierno y la oposición venezolana.

El funcionario español hizo referencia al proceso de mediación que lidera Noruega. En este sentido, asegura que esta podría ser la vía para diluir las tensiones que existen en Venezuela entre ambas fuerzas políticas.

A su juicio los europeos han sido muy lentos en reacciona a la crisis de la nación petrolera. “Las cosas de Bruselas -explica- a veces son desesperadamente lentas” matizó.

Cuando se le consultó sobre la opinión que le merece el Grupo de Contacto Internacional, el funcionario español reconoció que las acciones que han ejercido no han actuado en concordancia a la magnitud de la crisi venezolana.

Algo se ha hecho, apunta, “pero mucho menos de lo que hubiéramos debido y podido -matiza-, y ahora nos encontramos en un momento en que aparece Noruega como mediador; no sé lo que van a conseguir, pero veremos.”, reseñó EFE.

“Lo que está empezando a liderar Noruega puede ser la solución. Esperemos que sí”, finalizó.

Por Notre-Dame, regazo del alma, por Diego Arroyo Gil

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS. Cuando se trata de comparar obras de arte de incalculable valor para el mundo, además son estériles. Pero aunque solo sea para tratar de esclarecer un poco más lo que significa el incendio de la Catedral de Notre-Dame, es como si de pronto se perdiera, por efecto de un ácido o del mismo fuego, un pedazo de la Gioconda, o como si un cataclismo imposible hiciera que desaparecieran para siempre, sin posibilidad alguna de recuperación, cuarenta páginas del Quijote o de Hamlet. Estoy extremando el asunto, se comprende… ¿Qué nos ha sido arrebatado en la tragedia de Notre-Dame? Las llamas han devorado partes enteras de uno de los templos más importantes, no solo de la cristiandad, que ya es mucho decir, sino, en general, del espíritu humano. Recuerdo a Mandelstam, el poeta ruso: “Construir significa conquistar el vacío, hipnotizar el espacio. La bella flecha del campanario gótico está furiosa porque su función es apuñalar el cielo, reprocharle su vacío”. Hoy una de esas flechas se ha derrumbado en París. Verla venirse abajo, en una de las escenas más dramáticas y tristes jamás imaginadas, ha sido ver colapsar por un momento el alma entera de Occidente y quedarnos todos sus hijos expuestos, sin aviso, a una inmensidad aterradoramente abierta, sin una mediación que durante mucho tiempo nos había ayudado –nos diéramos o no cuenta de ello– a comerciar con lo invisible sin que lo invisible nos destruyera con su rayo. ¿No es para eso para lo que, entre otras cosas, existe el arte, para que podamos transar con una realidad que, descarnada hasta lo insoportable, nos liquidaría? En ese sentido Notre-Dame era –y estoy seguro de que lo seguirá siendo en lo sucesivo, pese a todo– un lugar excepcional de caluroso resguardo. Bastaba entrar allí para sentir de inmediato, con esa gratuidad que a veces avergüenza al que la recibe, que algo se ajustaba en el cuerpo y lo ennoblecía. Te descubrías acogido, de milagro, en un regazo inmemorial. Era la Virgen, claro, Nuestra Señora, pero también era la Belleza, esa dama entre las damas por la que hace ya tanto se lanzaron, como nos cuentan los clásicos, mil barcos al mar. Una dama, en este caso, llegada a tierra, e incomparablemente bien vestida y bienamada. Con los años quedarán las crónicas de este tiempo lejano en que una diosa de París, de Europa y del mundo estuvo a punto de ser reducida a cenizas. No tengo ninguna duda de que para entonces la flecha estará allí de nuevo conjurando el vacío.