Dos de cada tres empleos en Venezuela corresponden al sector informal y quizás más de US$ 15,000 millones se transarán este año “por debajo de la mesa” cambiaria. El “underground” venezolano es –en efecto– otra economía, inmensa, avasallante, marcadora, indetenible e incontrolable.
Un informe de NotiGlobo indicaba que –de acuerdo a cifras del INE– en 2014, la informalidad en Venezuela alcanzó un 65% del empleo. Primeramente, veamos las magnitudes. 8,7 millones de venezolanos anda matando tigres para subsistir. Si calculamos el ingreso promedio de 2015, siguiendo las declaraciones del entonces presidente del Instituto Nacional de Estadísticas a mediados del año pasado, la informalidad representaría Bs. 1,37 billones anuales, eso es 1,37 millones de millones de bolívares. ¿A qué tasa de cambio convertimos esta cifra, a 6,30? De ser así, hablamos de la bicoca de US$ 217 millardos. Definitivamente, si –como dicen– “Caracas es ciudad y lo demás es monte y culebra”, entonces la economía venezolana es petróleo, y lo demás es buhoneros, taxistas, pintores, trabajadoras domésticas y mata-tigres.
El folklore venezolano apunta a la causa cuando dice que “las leyes están hechas para ser violadas”. He allí una inquietante pero clarísima raíz cultural para la informalidad. Los venezolanos no estamos tranquilos en ningún semáforo rojo, nos pican los pies por acelerar y comernos la luz o cruzar la calle, si andamos a pie. De la misma manera, los excesivos controles nos inducen al subterfugio, a pasar agachados o simplemente a hacer trampa. Y –paradójicamente–, el principal afectado es el mismo Estado que ve sus ingresos tributarios mermados, porque esos 8,7 millones de informales no pagan impuestos, ni cotizan IVSS, pero seguramente paren en los hospitales públicos, a cada rato, lo cual significa que son a la vez una carga asistencial abrumadora.
El paralelo es otra economía subterránea. En nuestra entrega a Runrunes del 23 de Diciembre de 2014 estimamos cuánto de la demanda cambiaria sería atendida por el mercado paralelo en 2015, US$ 15,000 millones, dijimos, al restarle a esta las liquidaciones del Cencoex y lo cubierto entonces por Sicad 1 y 2. Ello podría representar más de un tercio de los requerimientos por importaciones, especialmente tras las nuevas restricciones en la oferta de divisas aplicadas por Maduro. Y si consideramos que la brecha entre el Simadi y el mercado negro oscila sobre los Bs. 80, y obviamos que algunos de estos dólares vienen desviados de fuentes bien enchufadas, a 6,30 y 12, podemos estimar el tamaño del “underground” cambiario en unos Bs. 1.200 billones, léase bien, 1.200 millones de millones de bolívares. ¿Y nos preguntamos por qué tanto asesinato por encargo? Las estafas y los embarques con divisas son parte de esta dinámica. Muchos viven de eso, pero también más de uno muere por eso.
En Runrunes del 23 de Septiembre pasado, habíamos demostrado que la correlación entre el paralelo y el INPC es casi perfecta, un índice de 0,96 para ser exactos, lo cual significa que los precios en los estantes los marca el dólar de la calle, ahora cuasi-oficializado, al cual no detiene control alguno. Veamos un ejemplo: ¿Cuánto cuesta un pasaje a Miami, Bs. 100.000? Si lo convierte a un cambio de 12 que es el marcador para las aerolíneas, esos son US$ 8.333, pero si aplica Simadi son US$ 515. ¿A qué dólar cree usted que se lo están vendiendo?
“Por mucho que te tongonees, siempre se te ve el bojote” dijo aquel. Por mucho que los intenten meter por el aro, que los deporten, por mucho que traten de romperle el espinazo, en Venezuela mandan los buhoneros y el mercado negro…
@qppasociados