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Emmerson Mnangagwa

Mnangagwa homenajeó a Mugabe en toma de posesión como presidente de Zimbabue

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Un día histórico tuvo lugar este viernes en Zimbabue. Emmerson Mnangagwa juró su cargo como presidente abrigado por una multitud eufórica que celebra desde el martes el fin de la era Mugabe. Los 60 mil asientos del Estadio Nacional de Deportes en la capital de Zimbabwe, Harare, estaban ocupados y los cánticos y la música dejaron de sonar durante toda la mañana a medida que llegaban las diferentes personalidades nacionales e internacionales.

«Seré el presidente de todos los ciudadanos», prometió quien hace dos semanas fue destituido como vicepresidente y se ha convirtió en el tercer jefe de estado de Zimbabue. Mnangagwa tomó posesión de su cargo acompañado de su mujer y de quienes facilitaron su ascenso al poder. «El cocodrilo», que además de ser el animal que representa a su etnia es también su sobrenombre, se ha convertido en un héroe para muchos. Aunque otros no dejan de señalar que aunque haya caído Mugabe, los que están en el poder son los mismos que llevan décadas saqueando los recursos del estado.

El nuevo líder de Zimbabue no ha renegado de su antecesor, sino que le ha rendido homenaje a Mugabe como «padre de la nación». «Aceptamos y reconocemos todos su inmensa contribución a la construcción de nuestra nación», declaró Mnangagwa en un discurso pronunciado en Harare después de su investidura como jefe de Estado.

La oposición pidió a Mnangagwa que ponga fin a la «cultura de la corrupción» y traiga el verdadero cambio que la sociedad ansía. Hace un par de días aseguró que es el «comienzo de una nueva democracia» en la que la prioridad será crear empleos. Por su parte, varios religiosos le han pedido que se convierta en el presidente «de todos los zimbabuenses» y evite caer en venganzas. Organizaciones de derechos humanos solicitaron que se informe del paradero de todos aquellos que fueron detenidos durante la caza de brujas de la semana pasada.

Robert Mugabe dimitió el pasado martes como presidente de Zimbabue, después de 30 años en el cargo y 37 en la cúpula dirigente, sucumbiendo a las presiones tras el golpe militar pacífico iniciado el 15 de noviembre, que se produjo como consecuencia de la expulsión de Mnangagwa como vicepresidente. Varios medios aseguran que tanto al ex presidente Mugabe como a su familia, les ha sido garantizada la inmunidad y no tendrán que abandonar el país.

Aunque ayer el partido gobernante, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), aseguró a través de su cuenta de Twitter que Mugabe, de 93 años, iba a estar presente en la ceremonia, su asistencia no se ha producido.

Aliado del ejército

Hace tres años hubo una caza de brujas similar que acabó con la entonces vicepresidenta, Joice Mujuru, heroína de guerra que se perfilaba como la sucesora de Mugabe a su muerte o renuncia. Era diciembre de 2014 y semanas antes el presidente había colocado a su mujer Grace al frente de la Liga de Mujeres del partido. De la noche a la mañana Mujuru fue destituida junto con otros siete ministros acusados de conspirar contra Mugabe. Posteriormente fundó su propio partido y desde hace unos días fue designada como la candidata de la Coalición Popular Arcoiris.

Fue sustituida por Mnangagwa, quien siempre había estado alerta para acercarse a la primera línea del poder cuando fuera el momento preciso. Desde llegada del ZANU-PF al gobierno, «El Cocodrilo» siempre ha ocupado ministerios destacados: seguridad entre 1980 y 1988, justicia hasta el 2000, portavoz del parlamento los cinco años siguientes, vivienda rural hasta 2009 y defensa hasta 2013, cuando asumió la cartera de justicia y un año después añadió la vicepresidencia.

Muchos no olvidan un pasado sangriento que se le atribuye y que él siempre ha negado. Durante la guerra en los ochenta se convirtió en una figura clave de los servicios de inteligencia, y aún hoy está en el punto de mira por su supuesta implicación junto a Mugabe en las masacres de Gukurahundi, que acabaron con la vida de más de 22.000 zimbabuenses de etnia ndebele (tanto Mugabe como la gran mayoría de su ejecutivo son shonas, la etnia mayoritaria). Por supuesto, él ha negado siempre cualquier implicación y ha responsabilizado al Ejército.

A finales del año pasado Mujuru hizo por primera vez un llamamiento para que Mnangagwa fuera llevado ante la Corte Penal Internacional (CPI) para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad. Hace unos días pidió que se llevara a cabo una integración de todos los partidos en el proceso de constituir un nuevo gobierno, algo que también solicitó Morgan Tsvangirai, veterano opositor del Movimiento por el Cambio Democrático y primer ministro entre 2009 y 2013. Por su parte, la alta representante para la Política Exterior de la Unión Europea (UE), Federica Moghereni, pidió que se celebrasen elecciones «auténticamente democráticas» en Zimbabue.