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Crisis obliga a familias a fabricar féretros artesanales para sepultar a sus hijos difuntos

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Ante los elevados precios muchos optan por urnas de fabricación casera                       

Fotos y texto Carlos D´Hoy

carlos_dhoy@gmail.com

 

Isaí Javier Hidalgo Palacios nació muerto en una clínica de San Bernardino, Caracas.  Su mamá se controló todo el embarazo y durante los nueve meses no tuvo ningún problema. Sin nada que temer al momento del parto fue a la clínica pero, después del trabajo de parto, la única información que recibió fue que se trató de un “mortinato”, es decir, el niño había nacido muerto.

El deceso del bebé cambió la dinámica que tenía planificada la familia, que debió comenzar a buscar empresas de servicios fúnebres y a enfrentarse a los altos precios de un sepelio en la Venezuela de la hiperinflación: la urna más económica para un bebé cuesta 3 millones de bolívares, casi cuatro salarios mínimos.

“Estas urnas son tan chiquitas que parecen cajas de muñecas”, dijo Daniel Hernández, encargado de una funeraria en Caracas. Hernández aseguró que, en la gama económica, no hay urnas de madera sino de tablones de fibra de densidad media (MDF). “A medida que el niño va creciendo, el precio de las urnas va subiendo porque obviamente los féretros son más grandes”.

Ante el panorama de los precios y la calidad del producto, Javier Pereira, tío de Isaí, decidió construir el féretro. “Tengo conocimientos de carpintería y puse manos a la obra. La primera urna que hice quedó bien bonita”, indica mientras muestra unas fotos que le tomó con su celular.

Sin embargo, la familia tenía dudas sobre la causa del deceso del niño y denunciaron el caso ante el Ministerio Público que ordenó una autopsia para determinar la causa de la muerte. Entonces Pereira llevó el féretro a una funeraria donde pidió que la guardaran mientras esperaba por los resultados de los exámenes.

Cuando entregaron el informe médico forense, Pereira fue a buscar la urna, “pero cuál sería mi sorpresa cuando vi que el dueño de la funeraria la había vendido, ¡me la robó!. Tuve que ponerme a hacer otra urna a la carrera.  Esta última no me quedó tan bien, no tenía ni el tiempo ni los materiales”.

Según la autopsia la causa de la muerte del niño fue “asfixia mecánica provocada por broncoaspiración al aspirar líquido amniótico meconial espeso”, la familia insiste en que fue ocasionada por el retraso en la atención del parto por lo que insistirán en la denuncia del caso ante la Fiscalía.

Asegura que como consecuencia de esta tragedia que vivió su familia descubrió un mercado: “Puedo hacer urnas a buen precio. Mucha gente no tiene para cubrir los gastos funerarios, sobrepasan su presupuesto. Quizá me ponga a hacer urnas como un trabajo serio, sería una alternativa para muchas familias de escasos recursos”.

Feretro

Javier Pereira fabricó un pequeño féretro para su sobrino

Una caja para un bebé muerto

Bléizer, un niño de 2 años  falleció a inicios de enero en el hospital Miguel Pérez Carreño de Caracas. Murió de un paro respiratorio, provocado por una neumonía basal izquierda según indica el informe del médico forense.

El niño había pasado todo  diciembre engripado y en enero se complicó debido al humo que producía la quema de basura cerca de su casa en La Vega, ya que los camiones no la estaba recogiendo con regularidad. “A Bleizer le dio neumonía. Murió cuando lo llevaban al hospital porque en un CDI cercano a su casa no lo atendieron”, dijo la madre del niño.

Su mamá cuenta que estaba en el hospital con su niño muerto y sin dinero para pagar la urna ni el entierro cuando conoció allí a un carpintero: “Èl hizo el ataúd de Bléizer con una caja de madera que tenía en casa. La pintó de blanco, le puso un acolchado en el interior y la forró con telas blancas”.

Una tapa de madera cerró el pequeño féretro que ella llevó en una bolsa negra hasta la Morgue de Bello Monte donde contrató un transporte fúnebre para llevar al niño hasta el cementerio. Allí lo sepultó a las pocas horas. Eso fue todo lo que pudo pagar.

 

A Cúcuta para comprar la urna

El 7 de febrero pasado, José Antonio Morales Hernández cruzó el Puente Internacional Simón Bolívar que une la frontera entre Venezuela y Colombia con un objetivo: comprar una urna para su sobrina.

“Mi sobrina iba a nacer, teníamos todo preparado, y por la falta de un equipo de cesárea murió”, contó Morales Hernández, quien agregó que la niña falleció en el Hospital Central de San Cristóbal.

“En San Cristóbal no hay urnas, tuve que traerme cuatro morrales llenos de bolívares a Cúcuta para cambiarlos por pesos para comprar el ataúd”, dijo el tío al noticiero del canal NTN24.

Abandonan cadáveres en hospitales y morgues

A medida que las personas crecen, el problema se hace más complicado. Los féretros deben ser más grandes y son más costosos. Esta es una de las causas por las que algunos familiares abandonan a sus muertos en hospitales y morgues.

En una consulta realizada a varias funerarias por Runrun.es se pudo constatar que los servicios funerarios más básicos cuestan desde 9 millones de bolívares, algo más de 11 salarios mínimos, en las funerarias modestas. Este precio no incluye velatorio, sepelio, ni la fosa en el cementerio. Es sólo por la urna, tramitación de documentos, retiro del cuerpo del hospital o morgue y su traslado hasta el cementerio. Otras funerarias ofrecen servicios a partir de 12 millones de bolívares, 15 salarios mínimos, por dos día de velatorio.

Uno de los problemas que enfrentan las funerarias es que no todas tienen urnas para recién nacidos y niños. De cuatro casas fúnebres consultadas, sólo una tenía ese tipo de ataúdes y ofrecía el servicio completo por 20 millones de bolívares, 25 salarios mínimos, o poco más de dos años de trabajo. Los precios continuarán escalando en la medida en que suben de categoría las empresas.

A pesar de que alcaldías y entes del gobierno tienen partidas especiales de ayuda social para las familias que no puedan costear los servicios funerarios, muchas no otorgan esta ayuda o las personas no las solicitan. “Simplemente abandonan el cadáver”, dijo un funcionario del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf) quien pidió no ser identificado.

“En muchos casos las familias no tienen dinero para pagar el sepelio, cumplen con el papeleo, obtienen los documentos, el acta de defunción, la certificación de muerte, pero cuando tienen que retirar los restos, deciden dejar el cuerpo en la morgue para que nosotros nos hagamos cargo”, agrega.

“Acá hay muchos cadáveres que fueron abandonados porque no tienen familias o porque sus familias no pueden costear los sepelios. A ellos los denominamos ‘pobres de solemnidad’. En los últimos tiempos se incrementó el abandono de cadáveres en la morgue de Bello Monte como consecuencia de la situación económica”, aseguró el funcionario.

En estos casos, la morgue decide qué hacer con el cadáver dependiendo de la causa de la muerte: “Cuando se trata de una muerte violenta se hace el sepelio en fosas comunes. Si se trata de muertes naturales, los cuerpos se pueden enterrar o cremar en los hornos del Cementerio General del Sur o de El Junquito”.

Finalmente, recordó que en el Cementerio General del Sur se han realizado algunas cremaciones gratuitas de cuerpos a familias que así lo han solicitado, a quienes se les devuelve una caja con las cenizas de sus familiares.