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Decálogo de la resistencia, por Brian Fincheltub

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La lucha por la democracia en nuestro país ha asumido una nueva etapa, una etapa que como ninguna otra, demanda reglas y fundamentos claros, pero sobre todo, métodos de organización que permitan alcanzar los objetivos a corto y largo plazo que conlleven a una victoria frente a la dictadura. Hoy escribo sobre lo que considero debe ser el decálogo de la resistencia pacífica en Venezuela, mi visión sobre lo que hemos vivido estos días y lo que está por venir.

DISCIPLINA. Cuando se lucha contra una dictadura, la disciplina es fundamental para concentrarnos en torno a los objetivos que nos aglutinan. Este postulado no significa que el pueblo no posee el derecho de tomar la iniciativa, de lo que hablamos es de la unidad de criterios, presionar por lo mismo. Si marchamos en el mismo sentido difícilmente puedan contra todos, porque aunque tienen todo el poder, somos más. Los rumores son sus armas, los usan para desmoralizarnos tratando de quebrarnos y crear falsas expectativas. No los ayudemos a difundirlos, hagámonos eco de la información útil, esa que es censurada y necesitamos no solo que el mundo conozca, sino que llegue a cada venezolano que pueda sumarse a nosotros.

INTELIGENCIA. En momentos de gran opresión la inteligencia es fundamental, sorprender desde la organización al represor lo desarma, porque este está entrenado para reprimir y matar, no para pensar. Nadie merece ser asesinado por defender su país, la resistencia no significa poner en riesgo tu vida, todo lo contrario, significa resguardarla para luchar hasta el final. A ellos no les importa nuestra integridad, ni hoy que estamos en las calles ni cuando no hacen nada para evitar que el hampa nos mate. Ellos bailan sobre la memoria de nuestros mártires, así que hagámosles difícil el trabajo de exterminarnos.  Mantenerse en grupo, no exponerse sin necesidad e implementar la protesta creativa nos ayudará a avanzar.

CONSTANCIA. Sin duda uno de los puntos más importantes en cualquier proceso de resistencia es el manejo del tiempo y las energías. Quienes reprimen son, aunque a veces lo disimulen muy bien, humanos, que terminarán por cansarse, por agotarse. El reto para nosotros es entender que nunca conquistar la democracia y los derechos ha sido una lucha exprés, demanda aguante, paciencia y constancia. Si nos desesperamos perdemos, si nos rendimos ellos ganan.

FUERZA. No hay nada más gratificante que saber que se lucha por lo correcto, que se izan banderas con una gran fuerza moral, que inspiran, que impulsan, que te hacen creer nuevamente que es posible. Sigamos con la misma fuerza luchando por lo que creemos, dentro de la constitución que ellos pisotean y ante los ojos de un mundo que no es más indiferente y que ahora observa como una dictadura trata se sostenerse en el poder a costa de la sangre de su pueblo. Resistencia y calle, lucha pacífica y mucha esperanza Venezuela ¡Sigamos!

@Brianfincheltub

Encontacto@brianfincheltub.com

Han Solo vs. Boba Fett: Una lección sobre la búsqueda de talentos por Luis E. Romero

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Han Solo, el contrabandista carismático, escéptico y políticamente incorrecto de la saga de Star Wars, no era Jedi ni tenía entrenamiento militar. Apareció por primera vez como un piloto independiente que accedió a transportar clandestinamente a Luke Skywalker y Obi-Wan Kenobi fuera de Tatooine a cambio de una buena cantidad de dinero. Inicialmente interesado sólo en recibir su pago, Solo se involucró gradualmente en el proyecto más importante de su vida (de hecho, el proyecto más importante de la galaxia): unirse a la Alianza Rebelde para derrocar al malvado Imperio Galáctico. Al hacerlo, experimentó un increíble viaje de auto-conocimiento y transformación personal que se convirtió en uno de los puntos focales de la franquicia cinematográfica.

En el otro extremo del espectro, tenemos a Boba Fett, un cazarrecompensas que dedicó su vida a hacer tratos con el Imperio. Boba Fett resultó ser decisivo en el debilitamiento de la Alianza Rebelde en El Imperio Contrataca al perseguir a Han Solo y entregarlo a Jabba the Hutt. Más tarde, en El Retorno del Jedi, tomó parte en lo que parecía ser la inevitable ejecución de Han Solo, la Princesa Leia y Luke Skywalker. De esta manera, Boba Fett siguió los pasos de su predecesor, Jango Fett, perpetuando un legado de trabajos sucios para el Lado Oscuro de la Fuerza.

¿Por qué Solo y Fett siguieron caminos diferentes?

En un universo polarizado por el enfrentamiento entre el Imperio Galáctico y la Alianza Rebelde, aquellos que no se habían rendido por completo al primero o unido definitivamente a la segunda tenían que buscar medios alternativos para ganarse la vida. Al hacerlo, muchos desarrollaban talentos muy útiles que los hacían potencialmente valiosos para ambos bando.

Han Solo, por ejemplo, era un comerciante sofocado por las regulaciones arbitrarias, corruptas y restrictivas impuestas por el Imperio, las cuales hacían  del comercio legal algo prácticamente imposible a menos que se apoyare formal y públicamente al Emperador. Esto llevó a Solo a hacerse contrabandista y, con el tiempo, un próspero participante de la economía informal. Boba Fett, por el contrario, era un exitoso cazador de recompensas que se ganaba la vida trabajando muy de cerca con Darth Vader y ayudando al Imperio en la ejecución de sus acciones más represivas, corruptas y malvadas.

De esta manera, podemos ver cómo cada uno de estos personajes terminó uniéndose al bando que se ajustaba mejor a su identidad, propósito, principios y carácter, es decir, a su personalidad.

Talento vs. personalidad: el surgimiento de las competencias

La comparación entre Han Solo y Boba Fett sirve de metáfora para destacar el hecho de que la personalidad de un individuo puede tener más influencia en sus decisiones y desempeño que sus propios talentos. Como dice el proverbio japonés: “La disciplina, tarde o temprano, derrotará a la inteligencia”. La disciplina es, por supuesto, un rasgo de personalidad; y la inteligencia es, por supuesto, un talento.

Cuando las empresas deciden atraer, seleccionar y contratar nuevos empleados, utilizan toda una serie de términos para describir el proceso, incluyendo reclutamiento de talentos, adquisición de talentos, abastecimiento de talentos, etc. Sin embargo, cuando una empresa decide contratar a alguien, en realidad está contratando mucho más que sus talentos. De hecho, está contratando toda la gama de sus competencias, las cuales resultan de la combinación funcional de sus talentos con sus rasgos de personalidad.

En mi libro La Séptima Distinción: El Camino hacia la Maestría Personal, el Liderazgo y el Máximo Desempeñodedico todo un capítulo a establecer la diferencia entre talento y personalidad, y a explicar cómo la combinación de ambos da lugar a las competencias. Más específicamente, propongo que “las competencias, las cuales nos hacen competentes y competitivos en lo que hacemos, son el producto de canalizar nuestros talentos a través de los efectos amplificadores y orientadores de nuestra personalidad. Los talentos, por sí solos, carecen de dicha plataforma, por lo que pueden permanecer sin uso y sin mejora durante años.”

He comprobado una y otra vez que cuando un individuo sólo desarrolla sus talentos, dicho individuo como tal no es mejorado, sólo amplificado. Es decir, su ego se fortalece. En este sentido, si una persona tiene, por ejemplo, problemas de personalidad asociados con la arrogancia que le dificultan trabajar en equipo, el desarrollo exclusivo de sus talentos sólo empeorará la situación. Es decir, el individuo, ahora más capaz, probablemente será más arrogante. Esto pone de relieve la necesidad de programas de reclutamiento que evalúen tanto los talentos como la personalidad de los candidatos. Por otra parte, también destaca la necesidad de implementar programas de desarrollo personal en el trabajo, los cuales se enfocan en el mejoramiento de la personalidad de los colaboradores. Estos programas permiten la identificación y mejora de rasgos de personalidad que afectan de manera sistémica y generalizada las competencias profesionales de los empleados, afectando así también el desempeño en el trabajo.

Finalmente, volviendo brevemente a la metáfora de Star Wars, podemos decir que fue la personalidad, y no el talento, lo que distinguió finalmente a Han Solo de Boba Fett. Ambos eran muy hábiles en lo que hacían, pero fue la brújula moral y el sentido de justicia de Han Solo lo que lo llevó a unirse a la Rebelión mientras que fue la inmoralidad y la entrega al mejor postor de Boba Fett lo que lo llevó a unirse al Imperio. Por lo tanto, cada vez que tu empresa active su proceso de reclutamiento de nuevos “talentos”, asegúrate de que se incluyan mecanismos formales de evaluación de la personalidad de los candidatos. Al final del día, es quiénes somos, y no qué sabemos hacer, lo que define nuestras intenciones.

¿Qué opinas?

¿Qué le habría ocurrido a la Alianza Rebelde si ésta hubiese reclutado a Boba Fett? ¿Qué hubiese hecho Han Solo si el Imperio hubiese intentado reclutarlo? ¿Cuánto de tu éxito le debes a tus talentos y cuánto a tu personalidad? ¿Qué crees que sea más fácil mejorar, los talentos o la personalidad?

 

 

@LuisRomeroINTL

Artículo publicado originalmente en inglés en Forbes aquí. Artículo también disponible en el sitio web de Luis E. Romero aquí.