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Antonio José Monagas Dic 05, 2020 | Actualizado hace 1 mes
Pedagogía del fraude

@ajmonagas

No hay duda de que el ejercicio de la política se ve a menudo tentado por una exasperada avidez de poder. Esta tentación ha sido razón de múltiples problemas que han propiciado graves complicaciones políticas. Conflictos que degeneran en desgarros de toda índole. Incluso, en la desintegración y derrumbe de estructuras políticas de todo tamaño.

Tanto es la oscuridad que opaca el discurrir de la política actual, que su ejercicio provoca un horroroso ruido que espanta a quien lo escucha. Actúa como tajante premisa para que se sospeche de corrupto a quien se atreva a postular su nombre a cargos públicos. Tanto que se ha vuelto “desaconsejable incursionar en la política”. Las desconfianzas se tornan inmediatas.

A esto se le viene conociendo como “hartazgo electoral” por líneas políticas que no encuentran el límite entre la desvergüenza, la honestidad y la observancia a la ley. También son condiciones que pautan actitudes soportadas sobre una cierta pedagogía política. Pedagogía esta que concibe la concepción de hechos propios de cuestionar con base en una metodología que canaliza el cómo, cuándo y dónde cometer la trampa necesaria que valida (fraudulentamente) el acceso al poder político.

Para ello, se vale de la pedagogía del fraude la cual presupone un conocimiento exacto del proyecto correspondiente al respectivo proceso electoral.

Asimismo, a su maquinación, tratamiento mediático, complicidad a lo interno y aspectos metódicos de exteriorización y logística de los comicios en particular.

A este respecto, la pedagogía del fraude describe sus criterios dirigidos a atender hasta los más minúsculos detalles. Así, evitaría que se evidencien los intríngulis que sirven de soporte al fraude a cometer o cometido. En preparación o en desarrollo. De manera que se tienen preparados los guiones que han de fundamentar la necesidad de mantener el estatus administrativo, político y burocrático que garantiza un proceso eleccionario turbio.

Por tanto, se tendrán resultados que arrojen dudas inexpugnables. Imposibles de admitir verificaciones. O de acceder a una contraloría confiable toda vez que los funcionarios encargados de demostrar la necesaria transparencia, poco puedan dar razón a dicho respecto. Pues o poco entienden lo que acontece a lo interno del fraude, o están adoctrinados como cómplices silentes del hecho mismo. O no les está permitido declarar públicamente sobre las maniobras. 

La pedagogía del fraude concibe la problemática del timado proceso bajo los intereses que pesan sobre la coyuntura política en efervescencia. Sobre todo, considerando la condición de negocio sobre la cual se dictan las transacciones que determinan el fraude trazado desde las instancias que operan el poder.

Caso Venezuela

En Venezuela, los procesos electorales fraudulentos se convirtieron en realidades convencionales dada la operatividad que los correspondientes procedimientos han demandado. Especialmente, a lo largo de los más recientes eventos que tocan el siglo XXI. Estadísticamente se ha demostrado la inconsistencia del proceso electoral que sirve de razón al fraude como hecho.

La misma opinión pública está plenamente convencida del tamaño de la artimaña que se comete al realizar elecciones parlamentarias que en nada serán justas, libres y verificables. Solo por el afán de enquistarse en el poder. Es lo que explica el concepto de “hegemonía del poder”.

Asimismo, Venezuela ha sido teatro de operaciones políticas para intentar, de manera reiterada, un remedo de democratización del sistema electoral. Además, absolutamente evidente desde todas las plataformas comunicacionales posibles. Para ello, la pedagogía del fraude insiste en trabar toda tentativa de despartidizar la esfera gubernamental. Ello le sirve de coartada o justificación al intento de enrarecer cada elección. Buscando siempre cómodas ganancias político-partidistas.

Los criterios de tan pervertida pedagogía lograron cuajar situaciones cuyos objetivos se benefician del modelo reaccionario y sectario impuesto por la coalición gubernamental. Todos, necesarios al propósito de escamotear el proceso electoral convocado de manera inconstitucional. El mismo es un crimen contra la soberanía popular toda vez que atenta contra las libertades políticas.

A partir de dicha base, formada de oscuras ejecutorias, se estructuró un organismo electoral totalmente parcializado a los dictados del régimen. Con un registro electoral arreglado. Valiéndose de dirigentes opositores confeccionados a la medida del dictador. De partidos políticos, cuyos símbolos han sido secuestrados.

De directivas de partidos usurpados y complacientes con el régimen. Aprovechándose de politiqueros que sirven de cooperantes de la dictadura actual.

Además, comprados para que actúen como candidatos en el proceso electoral del 6-D. De un sistema electrónico de votación sospechoso de toda presunción. Con miembros de mesa afectos al régimen. Con tan inicua tramoya político-electoral, el régimen estará buscando cambiarse de ropaje ante la comunidad internacional. De la propia vestimenta de dictadura, por el que permite un disfraz de “gobierno ajustado a la norma democrática”. En consecuencia, no se tienen condiciones para asegurar un proceso comicial autónomo, equitativo, justo y transparente.

En fin, el régimen (abusador y vergonzoso) está suficientemente preparado para continuar atornillado al poder político. Con su impúdico pretexto electoral, busca instituir un Estado socialista que dé paso a la creación de un Estado comunal. Es decir, una situación violentamente judicial que derrumbe los cimientos republicano y democrático que inspiraron la lucha de precursores y libertadores, siglos atrás.

Los dictados constitucionales serán convertidos en carroña política. Para lo cual fue sancionada (por la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente) la llamada Ley Antibloqueo, monumento a la corrupción y poder absoluto del tirano y sus cómplices.

El régimen cuenta con los instrumentos que permitirán la instauración de un modelo de país a imagen y semejanza del que siguen países cuyos sistemas políticos dan ventaja a la cúpula dominante para imponer sus conveniencias. Así, el régimen ha podido ejecutar todo esto apoyándose en los trazados del guion político militarista y fascista concebidos desde la pedagogía del fraude (electoral).

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Carolina Jaimes Branger Nov 27, 2020 | Actualizado hace 1 mes
Las sombras contra la luz

Son las sombras del peor régimen que hemos tenido en Venezuela contra la luz de un joven que ha dado todo por su país. En la gráfica, contra la mirilla, Roberto Patiño.

@cjaimesb

Desde el 20 de noviembre comenzó el hostigamiento contra Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive. El martes 24 de noviembre fueron allanadas sus oficinas ubicadas en El Rosal por un organismo que, al menos yo, jamás había escuchado mencionar: la “Policía Nacional Contra la Corrupción”. Un organismo así debería empezar por Miraflores, pero ese no es el tema de este artículo.

Ese mismo día, Sudeban ordenó el congelamiento de todas las cuentas bancarias de esas dos organizaciones que alimentan diariamente a más de veinticinco mil personas y apoyan a muchísimas más de los grupos más necesitados de la capital. Y como si fuera poco, el día 25 fue allanada la residencia de los padres de su fundador y director, Roberto Patiño Guinand.

Yo les voy a contar quién es Roberto Patiño, porque lo conozco, lo quiero y lo admiro. Les voy a contar lo que hace Roberto Patiño para que ustedes se pregunten como tantos nos hemos preguntado “¿es la solidaridad un delito en esta Venezuela de Maduro?”. También conozco y quiero a su familia. Son gente de bien, humana, socialmente responsable, trabajadora, decente. Lo he entrevistado varias veces y cada vez encuentro más razones para apoyar su cruzada. Roberto hizo una maestría en Harvard y, a pesar de las ofertas de trabajo en otras latitudes, decidió regresar a Venezuela. Justamente, a trabajar por las clases desposeídas.

En Petare lo quieren muchísimo. Ven su trabajo desinteresado día a día. Es como un apostolado. Su lema “primero amar y servir” viene de su formación ignaciana, pero su semilla está en su familia.

Trabajó como dirigente estudiantil en Voto Joven y en la campaña presidencial de Henrique Capriles. Eso lo llevó a visitar muchas comunidades en todo el país donde pudo conocer de primera mano la realidad de muchas personas, escucharlas, entenderlas. Eso le permitió profundizar en el significado de la solidaridad como una fusión de corresponsabilidad y empatía.

Tomando en cuenta que contemporáneos suyos eligieron corromperse haciendo negocios con el gobierno, vía contactos o divisas, es definitivamente loable que Roberto haya escogido el camino del trabajo duro; manteniéndose fiel a sus principios y, de esa manera, honrando a sus padres, abuelos y maestros. Sabe que la corrupción está en muchos lugares, no solo en el ámbito político, y parte de su trabajo es luchar contra ella. Entiende la política como ser servidor y articulador de las personas, para que sean ellas mismas las que generen las soluciones a sus problemas más urgentes. Roberto ve el servicio público como una acción y un compromiso, más vinculados con la creación de redes y de búsqueda de soluciones.

Uno de sus puntos fuertes es que sabe cuán peligrosos pueden ser los elogios. En sus propias palabras “cuando me elogian por los logros de Alimenta La Solidaridad, de Caracas Mi Convive y de Sustento, siempre recuerdo y pongo énfasis en que los resultados que hemos obtenido han sido producto del trabajo arduo de un equipo, de las comunidades, los aliados. Son logros de muchos, entre los que me cuento, pero no son solo de Roberto Patiño”.

Roberto escribió una bellísima carta, titulada Carta a María sobre mi regreso a Venezuela, que pueden leer en su blog, donde explica sus razones de por qué regresó a Venezuela teniendo tantas oportunidades en el exterior. Lo más importante en ese proceso de pensamiento es que decidió comprometerse con la transformación del país. Construir una Venezuela en la que haya oportunidades para los jóvenes, para su sobrino y los hijos que algún día tendrá.

“¿Por qué?, le pregunté en una entrevista hace dos años. “Porque aquí están mis raíces, mis vivos y mis muertos. Tuve la oportunidad de tener una educación de calidad en una universidad pública como la USB y deseo devolver a Venezuela aunque sea algo de lo que he recibido. También me siento obligado a contribuir a un cambio de consciencia en el que se deje de asociar al trabajo político con la corrupción y el engaño y en especial, en algo ajeno al ser del ciudadano, y comience a ser entendido como fundamental para propiciar cambios en el país, a través de la solidaridad y la convivencia, desde lo local”.

Caracas Mi Convive es un movimiento socio-cultural cuyo objetivo es promover una ciudad de convivencia a través de la creación de redes de apoyo en las comunidades mediante el establecimiento de relaciones de confianza con los vecinos. Esto lo realizan organizando actividades y proyectos para la prevención de la violencia dentro y junto a las comunidades.

El mensaje de la convivencia ha ido calando en las comunidades y el país porque la gente entiende que es vital para el funcionamiento de la sociedad. Si bien es cierto que Caracas está calificada en estos momentos como la capital más violenta del mundo, ellos creen y están trabajando para que esta realidad cambie.

La manera de hacerlo es desarrollando varios proyectos paralelamente: los talleres de prevención de violencia cuentan con la participación activa de las comunidades, para detectar los “puntos calientes” en sus sectores (lugares en los que se concentran los hechos delictivos) y a partir de allí se realiza la recuperación de espacios.

También se ocupan de recopilar información y datos sobre los homicidios en Caracas y su caracterización, a través de Monitor de Víctimas. Con estos estudios y la generación de conocimiento, el objetivo es realizar una propuesta de política pública de Seguridad Ciudadana, muy distinta de la política de mano dura promovida por el régimen y que criminaliza a las comunidades más vulnerables. Otro foco de acción que tienen son las personas: acompañan el duelo de los familiares de las víctimas de la violencia y con su proyecto piloto “Vamos Convive”, apoyan a jóvenes en riesgo de caer en los malos pasos a tener una fuente de trabajo y aprender un oficio.

También le pregunté en aquella oportunidad si Alimenta la Solidaridad era alimentar cuerpos para alimentar almas. Me respondió: “Yo diría que más que alimentar almas, el resultado de Alimenta La Solidaridad es, por una parte, niños bien alimentados que van a estudiar y con ello alimentan no solo su cuerpo sino también su intelecto y, por la otra, mujeres y comunidades empoderadas que transforman la realidad. Con esto se nutre la esperanza de que un cambio es posible para Venezuela”.

Este maravilloso ser humano, señores, es el nuevo blanco de las argucias, marramuncias y odio del régimen. En vez de aplaudirlo, lo hostigan. En vez de apoyarlo, le montan expedientes. En vez de encomiarlo, lo difaman.

Pero Roberto tiene quien lo defienda. Y no soy yo sola, escribiendo este artículo. Son millones de personas que se han manifestado a través de las redes, expresando su indignación con lo que está pasando. Son las sombras del peor régimen que hemos tenido en Venezuela (y miren que en eso hay que superar unos muy, muy malos) contra la luz de un joven que ha dado, da y seguirá dando todo por su país.

Honor a quien honor merece… Querido Roberto, hoy estás cosechando parte de lo sembrado. La Venezuela buena y digna está contigo.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Antonio José Monagas Nov 07, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
No es justo que…

@ajmonagas

Lo justo, muchas veces se confunde con lo injusto. Sobre todo dependiendo del lado desde el cual se mire la situación. Sin embargo, pareciera ser que cuando lo justo toca las puertas de la razón, tanto como de la necesidad, es porque está dándose el momento exacto para resolverse el problema en ciernes. Ni antes ni después. Llega en el preciso momento. O sea, cuando tiene que llegar. O cuando debe llegar.

El carácter de “justo”, no responde a un orden natural. Es aleatorio. Se comportan cual cómplice perfecto de la incertidumbre. Por tanto, suele rogarse que lo justo llegue antes de que las circunstancias irrumpen. Aunque se presume que los problemas que afectan la vida del hombre, ocurre cuando las apetencias rondan cerca de las carencias. O cuando, la obstinación propia de los conflictos embota toda realidad que procede de la justicia del hombre. Incluso, de la justicia divina.

Pero en política, lo justo tiene otra connotación. Tan distinta, que su beneficio difiere de lo que se espera de la situación. El carácter de “justo” en lo que al ámbito de la política concierne, poco o nada coincide con lo que refiere cualquiera de sus sinonimias.

El sentido de frases como “correcto”, “conveniente”, “justificado”, “justiciero”, “equitativo” se extravía entre ambigüedades o vaguedades que sirven al ejercicio político en su afán de ejercer el populismo como criterio demagógico para forjar un proselitismo viciado. 

En Venezuela, sucede esto tal cual como lo destaca esta disertación. Es decir, lo justo parece haber perdido su pelea contra lo perverso, lo inmoral, lo pérfido, lo inicuo.

El caso es que, en Venezuela, no todo se explica. No todo tiene respuesta. No todo es lógico. Porque no todo es justo.

De manera que no es justo que las cosas anden tan mal como para luego justificar el desastre nacional. O como para asentir que “lo bueno que pinta el panorama político, es por lo fatídico como el régimen muestra su gestión”. Esto equivale a ir contra lo justo. Para así ganar el elogio político, dejando ver la horrenda adulación que muchos ejercitan.

A decir del reconocido pensador chino, Confucio, “saber lo que es justo, y no hacerlo, es la peor de las cobardías”. Precisamente, es el problema que caracteriza el desandar de una realidad moribunda. Casi el retrato actual de Venezuela. Tan magullada a consecuencia de los golpes recibidos por quienes asumen la justicia con sentido invertido.

Ojalá esta disertación se convierta en un breve manifiesto del enfado que viven quienes han sido humillados, acechados, despojados, vilipendiados, difamados y maltratados por politiqueros ciegos, mudos y sordos. Politiqueros que pregonan justicia, cuando en verdad actúan de forma injusta, oprobiosa y sin legitimidad alguna.

No es justo que la Venezuela, alabada por sus capacidades y potencialidades geográficas, se encuentre en los últimos escalafones del desarrollo humano, de transparencia funcional, de servicios públicos y prestaciones culturales. De primero en corrupción, en hiperinflación, en emigración de su población, en carencia de recursos necesarios para satisfacer necesidades humanas vitales. Y de segundo, en delitos de lesa humanidad, en violación de derechos humanos, en actos represivos, en ejecutorias antidemocráticas, entre otros.

En medio de las crisis de toda calaña que exhibe Venezuela, el proceder de la política no es justo para nada. Y así sucede por cuanto su política es impulsada por las torcidas ruedas de un desvencijado socialismo. Y por una involución que anda a paso de derrotados, vencidos y sometidos.

Además que como tontos útiles, miedosos de oficio, engañadores de profesión y egoístas por vocación que son esos gobierneros, se pliegan acompasadamente a todo lo que es injusto. Pues están enfermos de poder. De ese poder que se ciega ante las realidades. Por eso no se percatan de nada de lo que ocurre “ante sus propias narices”. Por lo tanto, sobran razones para gritar a los cuatro vientos, a manera de reclamo, no es justo que…

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Armando Martini Pietri Nov 05, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Silentium populi

@ArmandoMartini

Vox populi, vox Dei, -en latín, «la voz del pueblo, es la voz de Dios»- dice el viejo y desgastado refrán, que significa «la opinión popular de la gente revela la voluntad de Dios y debe obedecerse»; aunque son muchas más las veces que el pueblo se equivoca que los errores de Dios.

Imposible ignorar la importancia que tiene la libertad de expresión para una sociedad democrática. Prueba de ello, es que lo primero que hace cualquier sistema dictatorial es impedir a los ciudadanos expresar sus opiniones libremente. La historia lejana y reciente arroja demasiados ejemplos que lo corroboran.

En los países democráticos la gente suele hablar de alguna manera, pero en tiranías son siempre voces en silencio.

Basta el ejemplo de la Cuba aherrojada y brutalmente deteriorada por la afrenta castrista; un pueblo que fue de los líderes latinoamericanos en producción agrícola, comunicaciones, música popular e iniciativa y que la tiranía comunista, al estilo vergonzoso de los hermanos Castro y sus cómplices, han reducido al silencio, indigencia, precariedad y miseria.

Si quieren conocer de qué son capaces los cubanos, no miren dentro de Cuba a los honestos y trabajadores. Más bien analicen lo que la comunidad ha hecho en Estados Unidos donde han pasado de ser refugiados a convertirse en una ciudadanía activa, empeñosa, cargada con realizaciones, sin olvidar la patria encarcelada de la cual se vieron obligados a huir. No se escondieron, se transformaron en grandes motores.

Dentro de Cuba, soportando la violación a los derechos humanos, el peso de la represión, pocos pueden verlos y oírlos; pero allí están aguantando con firmeza, coraje y sobreviviendo con dignidad. Aunque haya un enorme y brutal intento de amordazarlos, como mínimo murmuran. El concepto de gobierno es inseparable del de opinión pública en la medida en que la supervivencia depende críticamente de la conformidad. La vulnerabilidad de las dictaduras ante la opinión pública les lleva a adoptar medidas para defenderse, combinando actuaciones represivas que inhiben a la población de expresar sus preferencias auténticas. En un régimen de opinión pública cerrada no puede emerger una sociedad civil capaz de desafiar al poder.

En Venezuela el pueblo confió a militares y civiles que prometieron justicia, libertad y prosperidad para ser en cambio ejecutores, opresores, abusadores y empobrecedores por su desconcertante, descarada voluntad a las órdenes de la dictadura absolutista más estancada y represora del continente. Son muchos los que alzan la voz, protestan, sufren persecución, acoso, cárceles, torturas y muerte, pero da la impresión de que esa masa humana que llamamos pueblo aguanta en silencio hambre, miseria inconsolable, economía destrozada, enferma, adolorida y desesperanzas con tapabocas.

No sirven las alertas, reclamos e incluso amenazas de las democracias del mundo; de nada sirven los dirigentes obligados a escapar para salvaguardar sus vidas, si los ciudadanos sufren el desastre en silencio. ¿Años escuchando alardes, promesas de uniformados revolucionarios con disfraz socialista y esperanzas que nunca se dan?

No valen los nerviosismos e indecisiones de dirigentes que se refugian en liderazgos de solo hablar, pero no triunfar; de nada sirven quienes escapan a proclamar democracia y libertad donde les respetan el derecho a hacerlo, pero no aquí, en el verdadero campo de la batalla cívica. Es una lucha difícil, una batalla contra represores armados y sin la menor piedad, se comprende y a veces fugarse es la única opción.

Sin embargo, cuesta entender el cambio de la libertad de acción y emprendimiento por un abyecto carné, bolsa de comida, o mensaje presidencial que, con formas diferentes, dice lo mismo: estamos en camino a lo mejor, una vía repleta de piedras en el cual llevamos veintiún años.

Las dictaduras de Estado son enemigas de la opinión libre. Pero también las pequeñas con las que convivimos. Imponen una única línea de pensamiento e impiden manifestar su sentir; no porque la cárcel lo espere o ser juzgado en un tribunal imparcial, sino porque será señalado con el dedo inquisidor de lo políticamente correcto. Y cuando eres objetivo de esa falange perversa tu vida social, personal y laboral corre peligro.

En Venezuela Dios parece estar callado, como un observador silencioso. Dice el viejo refrán “ayúdate que Dios te ayudará”, porque como el Creador Dios nos dio libertad y, al menos hasta ahora cuando el desempleo, desesperanza y apetencia crecen tanto como la corrupción e incompetencia, pareciera que la libertad de demasiados venezolanos es solo para soportar y acatar.

Y es que, en las dictaduras, son muchos los silentium populi que se convierten en cómplices al mirar para otro lado.

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Orlando Viera-Blanco Nov 03, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
El alma que ríe
Mientras más grande, misteriosa y desconocida es nuestra epopeya, más libre, desafiante e indómita es nuestra conciencia

 

@ovierablanco

Quería escribir unas notas alusivas a nuestra gestión a casi dos años de nuestra designación y uno de nuestra acreditación como embajador de Venezuela en Canadá. Pero al postear un video en nuestras RR. SS., me encontré esta nota de Marlene: “Estimado Orlando, solo el tiempo dirá si tu gestión fue efectiva y si en realidad se logró algo con tu participación y protagonismo. Lo que no me parece coherente es que lo único que he visto durante todo este tiempo que le he seguido ha sido la sonrisa de oreja a oreja […] A menos que detrás de la sonrisa haya algo más que no sabemos. ¿Será que tendremos respuesta?” Fin de la cita.

No pretendo asimilarme al ‘hombre que ríe”, de la monumental obra de Víctor Hugo. No somos Gwynplaine, nacido en el exilio, vendido por 10 libras al rey Jacobo II de Inglaterra, desfigurado por Hardquanonne, médico que le practicó la operación bucca fissa para que siempre aparentara reír. Lo que deseo representar [y replicar] es que, a pesar de la devastación de nuestro pueblo, ríe mi alma espejo de mis más íntimos anhelos, por la felicidad de ser parte de un país que amén de su quebranto, al mal tiempo pone buena cara.

Nuestra misión

En la madrugada gélida del 29/1/19 [cumpleaños de mi esposa] recibo una llamada: “Hola profesor, soy Juan”. ¿Cuál de los Juanes que conozco llama a Gabi para felicitarla a esta hora? De seguida, sentencia: “Le contacto para informarle nuestro deseo de designarle nuestro embajador en Canadá”. Una sonrisa nerviosa atrapó mi rostro…Entre el frío y la noche alcancé a decir: “Bueno, déjeme preguntar a mi esposa cuál es el plan. Pero si acepto, presidente, muchas gracias ¡Qué gran honor!”. Despertaba y comenzaba una de las experiencias más hermosas de nuestra vida, si acaso la más demandante y honrosa.

Días después viajamos a Ottawa. El 4F se reunía el G-Lima, donde el PM Justin Trudeau anunció su reconocimiento al presidente Juan Guaidó, y a un servidor como embajador. Un pronunciamiento que pronto produjo el acompañamiento de 60 países. Sin duda Canadá, EE. UU. y el G-Lima, fueron constructores de este largo peregrinar traducido en una gran ayuda humanitaria, diplomática y política.

Hemos ido por Canadá y el mundo valorando el talante libertario de nuestros compatriotas, su talento virtuoso y la hermandad sincera de otros pueblos. Cada embajador en Canadá -desde el UK a EE. UU. o de Canadá a la Patagonia, incluyendo pueblos africanos y asiáticos- nos han extendido su mano amiga. Cancillería y Protocolo Canadá no han escatimado en darnos soporte y aliento. Han adoptado importantes resoluciones como validar la extensión de pasaportes, prohibir la deportación de venezolanos, crear nuevas instancias de valoración de procesos de refugio, aportar más de 80 MM$ de ayuda humanitaria; ser la bisagra entre América y Europa en la búsqueda de salidas pacíficas a la grave crisis de nuestro país y abrir las puertas cada vez que la tocamos.

No hemos podido pagarles sino con una sonrisa amiga, porque no es mucho más lo que tenemos los embajadores del presidente Juan Guaidó… 

Río porque lucho por ser libre…

Río porque escribo la historia de un país que resiste. Río por estar libre para luchar por la libertad. Río porque me niego que nos despojen nuestra cotidianidad. Río por la alegría que llevo en la alforja de una infancia vivida en la Venezuela que reía de decencia, prosperidad y paz. Río porque no llevo un rostro desfigurado de odio ni resentimientos. Tampoco con sed de venganza. Río porque sé que se hará justicia y llegará el día del reencuentro, el perdón y la reconciliación.

Río para expresar la dignidad y confianza de un pueblo glorioso que no se rinde. Río porque caigo y me levanto, y porque la maldad no tiene rostro de victoria. Río cada vez que veo reír un paisano que, en medio de la nada, te regala su mejor sonrisa, y te dice y te motiva: vamos pa’ lante embajador. Río porque no reír es morir en el intento de dar vida, amor y esperanza, lo cual sería esclavizarse a la derrota. Río sin hipocresía porque nuestro compromiso es ver reír otra vez a Venezuela.

Río Marlene, porque nuestro desafío no tolera llanto ni doblez. Lloro mientras río o río mientras lloro, para que mis manos no vacíen mis lágrimas sino abracen -sonriendo- a quien lo solicita, y no hundirnos en la tragedia. ¡Río por seguir a flote!

Río porque, al final de estos caminos espinosos, lograremos respirar aires de libertad. No tengo nada que ocultar. Menos una sonrisa. No hay cuentas que sacar.

La respuesta está a la vista: es la lucha de todos; la tuya incluida Marlene, que es el derecho y el deber de ser felices. ¡Ríe y deja reír! Tu historia, nuestra historia, no es la de Gwynplaine, l’homme qui rit, de dolor, desarraigo y tristeza, entre el mar y la noche…

Los momentos más felices han sido vivir la felicidad en los labios de nuestra gente. Llevarles una gota de ilusión en medio de sangre, sudor y lágrimas. Siento y sufro a mi país, como lo sufrieron Churchill, De Gaulle o Mandela. Pero su sonrisa afloró y fue la luz en momentos que los apresaba el terror. No alardeaban de ello. Pero luchaban mientras su alma reía de honor, vida, fe y certeza. 

¿Por qué me siento el embajador que ríe? Porque ríe mi alma… Mientras más grande, misteriosa y desconocida es nuestra epopeya, más libre, desafiante e indómita es nuestra conciencia. Como quiero que ría la vuestra. Es el drama del alma que ríe de honor, vida, fe y certeza que seremos libres, entre el mar y la noche… sin miedos y sin tristezas. 

* Embajador de Venezuela en Canadá.

Todos somos embajadores

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Laureano Márquez P. Nov 03, 2020 | Actualizado hace 1 mes
La madre de Nerón

Escultura que representa la ascensión de Nerón a emperador en el año 54 d. C., antes de que ordenara matar a Agripina en 59 d. C. (Museo de Afrodisias, actual Turquía). Foto Carlos Delgado en Wikimedia Commons, 2011.

 

@laureanomar

Sin alusiones personales, ni ánimo de evasión, esta semana queremos hablar de su madre (la de Nerón). Julia Vipsania Agripina, conocida popularmente Agripina “la menol” (hija de Agripina “la mayol”), madre de Nerón, se casó con apenas 13 años con el cónsul romano Enobarbo (“Eno”, entre los compañeros de farra). Para más señas, ella era hermana de Calígula, el emperador que nombró magistrado a un caballo. También era sobrina y esposa del emperador Claudio, el de: “¡historias non manducare, manducare ova!” (¡No coman cuentos, coman huevos!). Cuando Agripina quedó embarazada de Nerón (Lucio Domitio Claudio Nerón Germánico Nicolaus), su esposo dijo: “de la unión de Agripina y yo solo puede nacer un monstruo”. Y efectivamente, parece que el hombre era un visionario. Entre los hobbies de Agripina estaba el de coleccionar amantes y asesinar maridos;, ambas cosas se le daban de lo mejor.

Ambiciosa a más no poder, hizo todo lo que pudo para convertir a Nerón en emperador. Dicen que unos astrólogos le dijeron que su pequeño sería rey, pero mataría a su madre, a lo que ella respondió: “Occidat, dum imperet”, es decir, que mate, pero que gobierne, lema que aún en la actualidad es usado para sustentar algunos regímenes políticos.

Tenía notable influencia sobre su hijo, hasta que su nuera, Popea, le pidió a Nerón que la matara (ciertamente, muchas nueras lo desean, pero son pocas las que se atreven a pedirlo abiertamente). Un cónsul siciliano de apellido Corleone le asesoró diciéndole “trataremos de que parezca un accidente”.

Para asesinar a su madre Nerón decidió envenenarla, pero parece que la señora en cuestión se las traía y cargaba siempre con su antídoto marca ACME. Luego su hijo trató de matarla colocando planchas de  plomo en el techo de su habitación para que este se cayera sobre ella mientras dormía, pero al parecer la señora tenía sueño más pesado que el plomo y ni se despertó. Cuando Nerón entró al cuarto en la mañana, ella salió corriendo cual gacela sin un rasguño. Luego la invitó a un paseo en su yate y que para reconciliarse.

Pero el barco tenía un dispositivo para que se hundiera en alta mar, pero la señora regresó ¡a nado! a la orilla para asombro de Nerón que recibió una buena paliza, mientras a ella le dieron medalla de oro.

Ya harto, Nerón decidió acusarla de conspiradora, golpista, terrorista, magnicida y agente del imperio y entonces la mandó primero detenida a una cárcel de Roma ubicada en la Roca Tarpeya y luego a ejecutar, parece que un día de las madres, para que fuese más despiadada la cosa.

Ella le pidió al verdugo que le clavara la espada en el vientre, porque de allí había nacido semejante bestia, aunque de tal palo tal astilla, como suele decirse.

Cuentan que Nerón hasta su muerte tenía pesadillas con su madre, que se le aparecía por todos los rincones y le gritaba: “¡Soy Agripina, bip bip!”. Afirma Suertonio que Agripina, la madre de Nerón, fue recordada siempre, particularmente por los súbditos de este. De allí la costumbre.

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Eddie A. Ramírez S. Nov 03, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
El temor del usurpador

El único temor del usurpador es una oposición cohesionada alrededor de Guaidó. Foto Miguel Gutiérrez, @mgutierrezphoto / EFE.

El  usurpador vendió la idea de que Trump enviaría a los marines para deponerlo. Algunos venezolanos despistados o desesperados se tragaron esa fullería, a la que contribuyó el mismo Trump. Esa supuesta invasión nunca le preocupó a Maduro, pero sí le ha servido para distraer a tirios y troyanos. Quizá el Alto Mando militar también se comió el cuento, ya que sus integrantes confunden las estrategias de Sun Tzu, Clausewitz y del famoso florentino, con el contenido del Libro verde de Gaddafi.

Ahora, Diosdado Cabello se “percató” de que la Unión Europea le declaró la guerra a Venezuela. Unos dirán que eso no es cierto, ya que esos países se concentran en combatir el Sars-CoV-2. Además, cada uno de los miembros de esa Unión tiene también otros problemas. Así, el reino de España debe lidiar con la economía, con los grupos separatistas y con un caballo de Troya que tiene una coleta. Francia está en aprietos por la presencia de terroristas que equivocadamente siguen a un Islam que se parece más a la Inquisición,  que a las prédicas de Mohamed. Por su parte, Alemania debe arrastrar el pesado fardo de la economía de todos los miembros de la Unión. Sin embargo, algunos se tragan esa fábula.

Un estratega debe identificar quiénes son sus amigos y quiénes están en el otro bando. La usurpación cuenta con el apoyo de los integrantes de la nanomesa, que es más falsa que las mesas de ruleta de muchos casinos. También cuenta con los Caldera, no Rafael, sino Juan Carlos, que aceptan dinero venga de donde venga. Ahora, este personaje predica que hay que rotar la presidencia interina y limitar sus competencias, como forma distinta de hacer las cosas. Cabe preguntarle qué países reconocerían a un presidente (e) diferente a Guaidó. También, con quién se debe conversar para hacer distintas las cosas, si con él o con Ruperti, que es el que tiene los cobres.

Hay otro grupo, Soy Venezuela, que piensa que el mundo gira alrededor de ellos. Descalifica la consulta por considerar que apacigua las protestas. Ojalá se percate de que la desunión es la que desincentiva las protestas y desprestigia a algunos políticos. Hoy no caben actitudes ambiguas. Recordemos que Franco no aceptó la petición de Hitler de participar en la II Guerra Mundial, pero envió a la llamada División Azul a combatir del lado de los nazis y declaró a España como no beligerante, pero no quedó bien con  ninguna de las partes. Ante la consulta promovida por la sociedad civil todos los demócratas tenemos que comprometernos. La consulta debe tener éxito para que sea otra derrota para la dictadura totalitaria.

El régimen seguirá vociferando que un misil enviado por el presidente Duque  destruyó la única planta que habían logrado parapetar en la refinería de Amuay. Nuestras refinerías producían gasolina para el mercado interno y para exportación, así como gas licuado del petróleo, conocido popularmente como gas de bombonas. Sus trabajadores saben que las explosiones y otros accidentes se deben a falta de inversiones, de mantenimiento y de gerencia capacitada. Además, las fotos evidencian que la explosión se produjo de adentro hacia afuera y a nadie se le puede ocurrir sabotear una planta que es prácticamente chatarra y que opera pocos días al año.  

Al usurpador no le preocupa una invasión y solo le produce algo de insomnio la posición de la Fuerza Armada. Lo único que realmente teme es a una oposición cohesionada alrededor del presidente (e) Guaidó, que  logre una consulta exitosa y vuelva a entusiasmar a los ciudadanos para que pasen de protestas diarias, pero localizadas, a las multitudinarias de años anteriores. Por ello secuestra y coacciona al apreciado compatriota Roland Carreño y a otros relacionados con el equipo de Guaidó.

Hoy las condiciones para salir del totalitarismo son mejores que en el pasado. Los gobiernos democráticos apoyan la vía de elecciones presidenciales y parlamentarias transparentes, lo cual solo será posible con mayor presión de ellos y de nosotros.

Paralelamente, hay que incentivar una implosión, tendiendo puentes con quienes no piensan igual que nosotros, pero que están conscientes de la destrucción causada por Maduro y de la inviabilidad del régimen.  Lógicamente hay que seleccionar con quiénes se va a dialogar. Algunos   dirán que fue una ingenuidad confiar en un Mikel Moreno y  otros que fue inmoral pactar con un malandro. Sin embargo, algún acuerdo será necesario  con grupos no incursos en delitos ¿Utópico? Quizá. ¿Complicado? Evidentemente, pero no imposible. Entendamos que otras opciones son solo buenos deseos.

Como (había) en botica

¿Trump? No simpatizo con él por muchas razones.

El artículo de Gioconda Cunto de San Blas y el pronunciamiento de sus pares de la Academia  evidencian que Maduro intenta engañar con la supuesta medicina contra la covid-19.

Lamentamos el fallecimiento de Senen Silva, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Brian Fincheltub Nov 02, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
¿Cuáles navidades?

@BrianFincheltub

El venezolano siempre fue un pueblo alegre. Un pueblo al que le encantaban las festividades y que las vivía como ningún otro. Carnaval, fiestas patronales, puentes y ni hablar cuando llegaba diciembre. Sin duda la Navidad era una de las épocas preferidas por todos. No importaba a qué religión pertenecieras, todos esperamos diciembre con ansias, al punto de que desde que entraba septiembre ya nos sentíamos en Navidad. Comenzaban a sonar las gaitas, tanto los empleadores públicos como privados empezaban a pagar los llamados aguinaldos y la gente podía decidir qué hacer con sus reales. Algunos los utilizaban para renovaciones en la casa, otros para la inicial de un carro, otros para viajar; lo cierto es que nadie se quedaba sin comprar los llamados “estrenos” para el 24 y 31 de diciembre.

Eran otros tiempos, tiempos para el reencuentro en familia, para comer nuestros tradicionales platos y sobre todo para armar la rumba. Quienes estamos fuera de Venezuela extrañamos esas navidades de nuestra infancia, pero también quienes están dentro del país añoran lo que una vez vivimos y fuimos como nación.

Si algo hizo bien el chavismo en veinte años fue saber entender la naturaleza e idiosincrasia del venezolano. Sabían que nos encantaba la fiesta como a ningún otro pueblo y que no importaba lo que pasaba alrededor, la fiesta seguía. De allí que las decisiones más polémicas del chavismo siempre eran lanzadas un viernes en la noche, en carnaval o en diciembre.

Solo recuerden en qué fecha anunció el fallecido presidente, Hugo Chávez Frías, el cierre de RCTV: un 28 de diciembre de 2006. Como era de esperarse, nadie le paró a dicho anuncio y algunos hasta lo tomaron como una broma del Día de los Inocentes. Si no había fiesta, la creaban, si faltaban algunos meses para su inicio, la adelantaban. La estrategia no era nada novedosa: “pan y circo”, al mejor estilo de la Roma antigua.

Nicolás Maduro ha pretendido hacer lo mismo y, en medio del estupor de propios y extraños, anunció el adelanto de las “navidades felices” en Venezuela.

Es la misma estrategia, la única diferencia con su predecesor es que hoy solo hay circo, porque el pan, la gasolina, el gas, el agua, la luz y hasta las ganas de celebrar faltan desde hace mucho tiempo. Sin duda que lo únicos que quieren seguir la fiesta son ellos, la élite corrupta y narcocriminal. Pues han construido una burbuja de privilegios que les permite darse los gustos y lujos que antes se daban en los EE. UU. o en Europa, solo que sin poder pisar territorio americano o europeo.

Estas son las navidades que nos adelanta la dictadura y así serán mientras cada uno de los miembros de mafia roja siga en el poder. No habrá de nuevo motivos para celebrar si no nos libramos de la puesta chavista. Solo ese día podremos decir que tendremos navidades felices.

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