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Desenlace

José Toro Hardy Feb 22, 2018 | Actualizado hace 6 años
El desenlace, por José Toro Hardy

Rompecabeza_

 

Casi todas las partes del rompecabezas venezolano han encajado y ya el desenlace puede visualizarse.

Me referiré a las piezas ya colocadas en el tablero, suerte de sumario, para entender la encrucijada que enfrentamos:

Primero el tema petrolero. Se viene a pique. Solamente en el 2017 la producción cayó en 649.000 b/d. Venezuela había demorado 20 años, después de la nacionalización, para aumentarla en un monto equivalente al que se destruyó en un solo año. De ese sector depende el 95% del ingreso en divisas del país. La merma en la producción determina que no haya dólares.

Veamos el tema de los alimentos. Durante casi dos décadas el gobierno destruyó el sector, al expropiar a Agroisleña y más de 6 millones de hectáreas en nuestros campos que antes eran productivas y ya no lo son. Con furia digna de mejor causa el régimen se dedicó a cumplir las órdenes de Chávez que parado en una esquina de Caracas proclamaba a los cuatro vientos “Exprópiese, exprópiese”. Se nacionalizaron también  infinidad de empresas agroindustriales que ya no ofrecen sus productos. No hay fertilizantes ni semillas.

Existe por tanto una escasez perniciosa de alimentos que sólo puede suplirse con importaciones, pero como cayó la producción petrolera, ya no hay dólares para importarlos. Tampoco hay dólares para importar medicinas o sus insumos.

En medio de este panorama dantesco se ha desatado otro monstruo que amenaza con alcanzar niveles nunca antes conocidos en el Hemisferio Occidental y que está destruyendo al país: la hiperinflación. Este cáncer, en un ambiente de escasez de alimentos, es mortal.

Es el resultado de un brutal déficit tanto fiscal como en el flujo de caja de las empresas del estado -particularmente PDVSA- que el Banco Central de Venezuela financia mediante emisiones de dinero sin respaldo. Ese dinero (altamente inflacionario conocido  como “high potency currency”), se incorpora al sistema monetario y demanda bienes. Pero como no hay bienes que ofrecer, su efecto no es otro que provocar un desenfrenado aumento de los precios. Al final del día esos excedentes monetarios se desvían a la compra de dólares en el mercado paralelo dando lugar a una devaluación incontrolable.

Todo lo anterior (y mucho más) ha desembocado en una destrucción masiva del aparato productivo del país. Si a las caídas del PIB que tuvieron lugar en el 2016 y 2017 le sumamos la que el FMI pronostica para el 2018, el tamaño de la economía venezolana se habrá contraído en un 55% en apenas 3 años.

Para colmo las principales empresas calificadoras de riesgo soberano han señalado que tanto la República como PDVSA se encuentran en situación de “default selectivo” por no pagar a tiempo sus deudas, con lo cual se ha cerrado el acceso al financiamiento internacional.

La hiperinflación, la contracción económica, la escasez de alimentos y medicinas, la catástrofe en educación y la salud, el deterioro de la infraestructura y los servicios públicos y el desempleo, llevan a un acelerado empobrecimiento de la población.

Todo ello ha redundado en que Venezuela encabece por cuarto año consecutivo la lista de países con mayores niveles de miseria en el mundo entero conforme al “Misery Index” (Índice de Miseria) creado por Arthur Okun y publicado por Bloomberg. Como consecuencia de ello se calcula que unos 4 millones de venezolanos han tenido que emigrar del país.

Súmese a todo lo anterior las sanciones y el aislamiento internacional de Venezuela frente a los 27 países de la Unión Europea, Canadá, EEUU, los 14 países latinoamericanos que integran el Grupo de Lima, el Reino Unido, Macedonia, Montenegro, Albania, Bosnia, Islandia, Liechtenstein, Noruega, Ucrania, Moldova y Georgia. Todos se han pronunciado en contra del régimen o algunos de sus personeros.  Agréguese también el retiro de la invitación a Maduro para asistir a la Cumbre de las Américas (y sus implicaciones conforme a la Carta de Quebec de 1991), además de las declaraciones y giras del Sr Tillerson y, como si fuera poco, las amenazas de eventuales sanciones petroleras de los EEUU.

Por su parte, el oficialismo pretende adelantar unas elecciones, al margen de la Constitución, que se anuncia serán desconocidas casi universalmente.

Esa es la pieza que falta en el rompecabezas.

 

@josetorohardy

 

Cumbre histórica con desenlace incierto por Armando Durán

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Escribo estas líneas a primeras horas de la tarde del sábado, al terminar la decisiva primera sesión plenaria de la VII Cumbre de las Américas. En la sesión inaugural, celebrada anoche, se esperaba lo mejor: Barack Obama y Raúl Castro, sonrientes aunque vagamente recelosos, se habían estrechado la mano ante las cámaras en un gesto histórico, algo así como el anuncio de grandes cambios por venir. Las fotos de ese saludo ocupan hoy las primeras páginas de todos los periódicos del planeta. Con la tanda de discursos de este sábado, sin embargo, ese optimismo puede en realidad tener, en el mejor de los casos, un desenlace incierto.

Es lógico pensar que Obama quería aprovechar el escenario de la cumbre, con todos los jefes de Estado y de gobierno del hemisferio como testigos excepcionales de su decisión de ponerle punto final a una crisis excesivamente antigua, último y anacrónico vestigio de una guerra fría que terminó hace 26 años, pero tal vez se equivocó. En su intervención durante esa plenaria, para justificarse ante los dirigentes políticos de su país que no comparten su decisión, Obama señaló que él no era prisionero de la ideología ni del pasado, que a él sólo le interesan las cosas “tangibles.” Una explicación innecesaria.

Por muy estadounidense que sea el utilitarismo como principio esencial de la filosofía dominante en Estados Unidos tal como la desarrolló William James, cabe preguntarse si por muy pragmático que se sea es posible ser jefe político de una superpotencia como Estados Unidos sin amparar sus acciones en la historia y en el pensamiento político. Peor aún, al seleccionar la cumbre como escenario para promover su decisión de normalizar la relación de Washington con La Habana, Obama perdió de vista el hecho de que, al hacerlo, entraba en un terreno ajeno por completo a su confesada preferencia por las realidades prácticas sobre las intangibles especulaciones retóricas, tan típicas de los políticos latinoamericanos, especialmente de los que se mueven como peces en las aguas del dominante antiimperialismo tercermundista.

El segundo error de Obama fue firmar, apenas unos días antes de la cumbre, el explosivo decreto que, para poder sancionar a siete funcionarios del régimen madurista por corrupción y violación de los derechos humanos durante la represión de las protestas callejeras del año pasado, tuvo que recurrir al protocolo de denunciar al gobierno venezolano como una amenaza extraordinaria a la seguridad interna de Estados Unidos. Fue poner en manos de Maduro un instrumento mortífero, tanto para confundir sanciones con nombres y apellidos de siete funcionarios, con sanciones a Venezuela como nación, similares a las que hace más de 50 años se le aplicaron a Cuba, que es lo que ahora Obama pretende rectificar.

Rafael Correa, Dilma Rousseff, Cristina Fernández, Evo Morales, el propio Maduro y, por supuesto Raúl Castro al final de su interminable memorial de agravios, cantaron a coro los desmanes imperiales de Estados Unidos en América Latina. Y aunque Castro le ofreció disculpas a Obama por su recuento histórico de 56 años de agresiones a Cuba, pues él no había tomado parte en ellas, lo señaló como quien a pesar de querer normalizar las relaciones con Cuba, ahora pretende repetir esas agresiones con Venezuela. Como le advirtió Evo Morales a Obama en su intervención, los pueblos de América Latina ya no son obedientes, saben lo que dicen y hacen lo que dicen. “Déjenos vivir en paz”. Y para ello, todos exigen que Obama derogue el dichoso decreto.

¿Representa Obama en verdad una “nueva era de relaciones” entre las dos Américas, o tantos años después Cuba está a punto de imponer en el continente su posición revolucionaria, socialista y antiimperialista? Hay que esperar y ver.

 

@aduran111

El Nacional