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EEUU y Colombia reafirman compromiso de restaurar democracia en Venezuela

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El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, y su homólogo colombiano, Óscar Naranjo, reafirmaron hoy su compromiso de contribuir a la “restauración de la democracia” en Venezuela y coincidieron en su preocupación por el “deterioro” de la situación en ese país.

“Los dos líderes abordaron la crisis en Venezuela, expresando su profunda preocupación por la situación en deterioro y reiterando su firme compromiso para apoyar la restauración de la democracia del país”, indicó la Casa Blanca en un comunicado sobre la reunión que ambos mantuvieron hoy en Washington.

Preguntado por si el tema de Venezuela salió en su conversación con Pence, Naranjo destacó que el vicepresidente estadounidense “tiene especial interés en Venezuela por delegación del presidente Donald Trump”.

“El presidente Trump valora la solidez del Gobierno de (Juan Manuel) Santos en relación con la situación venezolana y el liderazgo”, indicó Naranjo en una rueda de prensa en la embajada de Colombia.

“Colombia acompaña el proceso de revisión y aplicación de medidas económicas que se han comenzado a aplicar para Venezuela”, agregó.

El vicepresidente colombiano, preguntado al respecto, indicó que en ese encuentro no hablaron sobre la huida hoy a España, a través de Colombia, del alcalde opositor venezolano Antonio Ledezma, que estaba en prisión domiciliaria.

Naranjo se remitió al comunicado de su Gobierno sobre el tema y a las declaraciones del propio Ledezma, sin añadir nada más.

El alto funcionario colombiano fue preguntado en general sobre la política de Colombia respecto a los opositores venezolanos que quieran buscar acogida en el país.

“Colombia -respondió- tiene una posición ya conocida por todos, hará aplicación de los instrumentos que determina la diplomacia y los tratados internacionales a estos efectos y estudiará caso a caso cuál figura se quiere invocar, si hay una petición de asilo, se estudiará”.

En una conferencia a primera hora de la mañana en el Wilson Center de Washington, a preguntas del moderador, Naranjo recordó el compromiso de su Gobierno para que en Venezuela haya “una salida democrática no traumática”.

“Colombia no ha sido y no será un espectador de esa situación crítica en Venezuela”, subrayó.

“Colombia -precisó- no participa de una solución militar en el caso de Venezuela, lo digo de manera categórica, Colombia participa de la revisión de sanciones económicas que hoy se empiezan a estudiar”.

El encuentro con Pence en la Casa Blanca puso el cierre a una intensa semana de trabajo de Naranjo en Washington, en la que mantuvo “decenas” de reuniones con congresistas, miembros del Gobierno y empresarios.

Derechos sin revés: La tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es respeto

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La tolerancia es una virtud, con una doble perspectiva: moral y política. En realidad es una virtud de la democracia porque el respeto a los demás, la igualdad de todas las creencias y opiniones, la convicción de que nadie tiene la verdad ni la razón absolutas, son el fundamento de la tolerancia. “Sin la virtud de la tolerancia, la democracia es un engaño, pues la intolerancia conduce directamente al totalitarismo» (Victoria Camps Virtudes públicas, 1990).

La tolerancia es la aceptación consciente y positiva de las diferencias culturales, políticas o morales (de grupos estables organizados o de personas individuales) porque representan otras formas de pensamiento o de acción, sin que esto suponga una renuncia a las propias convicciones ni ausencia de compromiso personal.

La tolerancia a veces es mal entendida como la necesidad de aguantar, soportar, resistir, sufrir, consentir, permitir, cuando  en realidad el acto de tolerar conlleva una actitud caracterizada por el esfuerzo para reconocer las diferencias y comprender al otro, es decir, reconocer su derecho a ser distinto. “La tolerancia hace posible la diferencia; la diferencia hace necesaria la tolerancia” (Michael Walzer, Tratado sobre las tolerancia, 1998).

Lamentablemente, desde la infancia se enseñan y refuerzan nociones ligadas a prejuicios y rigidez en las propias creencias e ideas, vistas como las únicas válidas y que impiden el reconocimiento del otro.  A veces, solo por  ignorancia y por temor a lo desconocido, a otras culturas, religiones y naciones, a distintas formas de pensamiento, se practica la intolerancia.

La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización son formas comunes de intolerancia, pero la educación es un elemento clave para luchar contra estas formas de exclusión y ayudar a los jóvenes a desarrollar una actitud independiente y un comportamiento ético. La diversidad de religiones, culturas, lenguas y etnias no debe ser motivo de conflicto sino una riqueza valorada por todos.

De allí que la Organización de Naciones Unidas se comprometiera a fortalecer la tolerancia mediante el fomento de la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos, imperativo presente en la base de la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En 1995, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) adoptaron una Declaración de Principios sobre la Tolerancia. La Declaración afirma, entre otras cosas, que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos. La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros. La gente es naturalmente diversa; solo la tolerancia puede asegurar la supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo.

La Declaración describe la tolerancia no sólo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados. Sitúa a la tolerancia en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y pide a los Estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad.

La Declaración de Principios sobre la Tolerancia la adoptó la Unesco el 16 de noviembre de 1995, y un año después, la Asamblea General invitó a los Estados Miembros a que cada año, en esa misma fecha, se observara el Día Internacional para la Tolerancia con actividades dirigidas tanto a los centros de enseñanza como al público en general.

La Declaración establece que una conducta tolerante implica un discernimiento individual para respetar y aceptar las diferencias raciales, políticas, sexuales y sociales de los demás. Asimismo, la tolerancia se encuentra estrechamente ligada al deber que tiene toda persona de respetar los derechos humanos de las otras personas. El derecho a la libertad e igualdad y la prohibición de la discriminación son derechos humanos reconocidos expresamente en tratados internacionales de los que Venezuela es parte.  

El deber que todos tenemos de respetar los derechos de los demás no le resta responsabilidades al Estado, en el sentido de ser el garante y responsable último de la protección de los derechos humanos.

Por eso es importante que los Gobiernos protejan y promuevan una cultura de respeto por los  derechos humanos, prohíban los crímenes y las prácticas discriminatorias contra las minorías, independientemente de que se cometan por organizaciones privadas, públicas o individuos.

Sin embargo, las leyes son necesarias pero no suficientes para luchar contra la intolerancia y los prejuicios individuales. Por eso es necesario poner énfasis en la educación y enseñar la práctica de la tolerancia y los derechos humanos, aunque la educación es una experiencia vital que no empieza ni termina en la escuela. Los esfuerzos para promover la tolerancia tendrán éxito si se aplican a todos los grupos en todos los entornos: en casa, en la escuela, en el lugar de trabajo, en el entrenamiento de las fuerzas del orden, en el ámbito cultural y en los medios sociales.

Nov 14, 2017 | Actualizado hace 6 años
La elección presidencial (III), por Armando Durán

EleccionesRegionales

 

Esta semana, la misma República Dominicana que en abril de 2016 le sirvió de escenario a Nicolás Maduro, Ernesto Samper y José Luis Rodríguez Zapatero para poner en marcha su apañada maquinaria “negociadora” con los jefes de la MUD, el régimen se dispone a propinarle la estocada final a la esperanza de restaurar la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela.

Al escribir estas líneas, lunes en la mañana, se tiene la impresión de que esta vez no se realizará el encuentro pautado para el miércoles. La Cancillería había insistido en esta reunión con el objetivo de desactivar la reunión de este lunes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de acuerdo con la llamada “fórmula Arria”. No lo logró y sencillamente ha preferido dar por terminada la partida, ya es inútil, al vetar la participación en el proceso de los cancilleres de México, Chile y Paraguay como padrinos de la oposición. En comunicado divulgado el domingo, la MUD reitera que su asistencia “está supeditada” a la presencia latinoamericana.

Sin duda, la suspensión de esta ronda de diálogo es una raya más para el régimen, pero no afecta el sentido de su operación. En cambio, deja al descubierto la insuficiencia sistemática de la MUD a la hora de encarnar los anhelos de los ciudadanos, a quienes después de la derrota aplastante del chavismo en las elecciones parlamentarias del 6D, se les prometió que a corto plazo (Henry Ramos Allup, al asumir la presidencia de la Asamblea Nacional, lo fijó demagógicamente en 6 meses) se cambiaría de presidente, gobierno y régimen. Al descrédito acumulado desde entonces tras pisar una y otra vez las mismas penosas piedras de las componendas, de la búsqueda desaforada de la cohabitación y finalmente del colaboracionismo alrededor de las urnas tramposas de las regionales y las municipales, el mito de la unidad como herramienta para sofocar cualquier brote de disidencia interna se vino abajo. Hoy en día el divorcio entre los dirigentes de PJ, AD, VP, UNT y AP y sus bases es un hecho que luce irremisible.

En artículo publicado el lunes en esta página, Ángel Oropeza, en su papel de coordinador político de la MUD, le sale al paso al cáncer que le corroe las entrañas a la alianza opositora. “Que esta estrategia de generar desconfianza y división con fines de dominio lo haga la clase política instalada en el poder es perfectamente explicable”, sostiene con el mismo sofisma de siempre. “Lo que no se entiende es que quienes se les oponen se sigan prestando a este juego perverso, que es la base de sustentación del modelo de dominación fascista”. Y como era de esperar, concluye con una tergiversación de la realidad política mucho peor al afirmar que ser opositor “comienza por reconocer que sin unidad lo único seguro que nos espera son 6 años más de Maduro”.

No solo miente Oropeza al culpar a quienes hemos señalado a la MUD de traicionar el mandato del pueblo y esgrimir la retórica del más elemental pensamiento único al acusar a quienes disientan de la línea oficial de la MUD, de prestarse al “juego perverso” de sostener al régimen. Pero hay más. Al anticipar una nueva victoria electoral de Maduro, la MUD extiende la culpa a quienes en el futuro continúan negándose a seguir comulgando con las ruedas de molino que confeccionan en Miraflores y distribuyen los dirigentes de la MUD, en papel de socios muy minoritarios pero socios al fin y al cabo, cuando son precisamente ellos, que no dejan de jugarse su futuro burocrático a las cartas de Maduro, quienes de manera perversa están dispuestos a garantizar la permanencia del régimen en el poder. Para eso, y para nada más, sirve la ficción de esta elección presidencial, con participación “opositora” por supuesto, ingrediente esencial para mantener con vida la falacia de que este régimen conserva su legitimidad democrática de origen.

@aduran111

El Nacional

HRW considera que en Venezuela ya no queda ningún signo de democracia

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El director ejecutivo adjunto para las Américas de Human Rights Watch (HRW), Daniel Wilkinson, insistió hoy en que la situación en Venezuela no ha mejorado, y dijo que desde la organización están “muy preocupados” porque ya no se atisba ningún signo de democracia.

“Estamos muy preocupados, ya no queda ninguna fachada de la democracia allá y realmente es desesperante”, aseguró Wilkinson en Ciudad de Guatemala, donde presentó un informe sobre los escasos avances procesales que registran los casos de corrupción.

El director ejecutivo admitió que durante los últimos tiempos hay “más llamadas” al Gobierno de Nicolás Maduro de parte de la comunidad internacional, aunque hasta el momento “no han tenido mayor impacto”.

Cuestionado sobre el cese de las manifestaciones que durante meses inundaron las calles venezolanas, Wilkinson dijo que hay varios factores que lo explica, pero añadió que los motivos que impulsaron a la gente a salir “no han cambiado”.

“El país sigue en sus crisis humanitaria, de derechos humanos, y no ha mejorado para nada (…). La situación no ha mejorado”, insistió, y agregó que para que Guatemala no caiga en esta situación tiene que “luchar contra la corrupción”.

Wilkinson, un gran conocedor de Venezuela, recordó que la razón principal por la que ese país ha caído en la situación “de desastre” actual es porque hace más de una década que el Gobierno del fallecido Hugo Chávez “tomó el control del poder judicial para que hubiera impunidad total para los chavistas”.

“Hicieron lo que querían y ahora el país es un desastre (…). Si no quieren caer en eso la solución es apoyar la lucha contra la impunidad”, zanjó.

EFE Nov 10, 2017 | Actualizado hace 6 años
SIP calificó como censura la ley contra el odio

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La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó hoy la nueva Ley contra el odio aprobada  por la ANC al calificarla como ambigua y una «coartada» del presidente Nicolás Maduro para acabar con la ya «debilitada libertad de expresión».

La iniciativa penaliza la disidencia y elimina dos de los derechos más preciados en una democracia, la libertad de asociación y la libertad de expresión, aseguró el presidente de la SIP, Gustavo Mohme.

La SIP precisó que la ley castiga con penas hasta de 20 años de cárcel por incitación al odio, condición que se puede atribuir a manifestantes en la vía pública contra el Gobierno o que expresen críticas y opiniones contrarias el Ejecutivo nacional en redes sociales y medios de comunicación.

‘‘La novedad de esta ley es que permite al Gobierno ensañarse contra los ciudadanos comunes que protesten o que se expresen en las redes sociales», manifestó Roberto Rock, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP.

Recordó que esa pelea hasta ahora «estaba más enfocada» contra la oposición, los periodistas y medios independientes.

La organización, con sede en Miami, lamentó que la iniciativa aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente este miércoles amenaza con el cierre a medios y la «ilegalización a partidos políticos que promuevan el fascismo».

‘‘El régimen sigue reglas que le posibilitan legitimar su autoritarismo», expresó Mohme.

La ley prevé la posibilidad de castigar con penas de 8 a 10 años de prisión a los policías y militares que no persigan los delitos de odio, la misma medida que se aplicará al personal sanitario que discrimine cuando sea necesario aplicar atención medica.

A 28 años de la caída del Muro de Berlín: ¿A dónde hemos llegado?, por Fernando Nunes-Noda

 

¿De la Edad de la Razón a la Era de la Incertidumbre? ¿Del Nuevo Orden Mundial al nuevo caos globalizado? ¿Del fin de la Historia al comienzo de la Historia que no imaginábamos?

 

@nunesnoda

Los últimos 30 años podrían llamarse una Época de la Incertidumbre. Nunca el ser humano había tenido tantos conocimientos e instrumentos, pero tampoco una cantidad tan vasta de preguntas sin respuestas

Tras la caída del Muro de Berlín, hace hoy 28 años,  se pensó que “un Nuevo Orden Mundial” inauguraría el nuevo milenio. Destacó en particular la obra de 1992 El fin de la historia de Francis Fukuyama, según la cual el mundo libre regiría, la democracia sembraría unidad política, sin guerras (o con conflictos muy controlables), fundada en un ciberespacio de liberadora tecnología, todo bajo la mirada atenta de una gran superpotencia: los Estados Unidos y su “socia” la Unión Europea.

No se puede evitar pensar en la Era de la Razón, a finales del siglo XVIII, cuando los intelectuales franceses soñaron el futuro construido por la razón pura, el intelecto, exilando los bajos instintos que caracterizan la Humanidad, relegando las fuerzas emotivas que han hecho del mundo lo que ha sido. No tuvieron “razón” quienes soñaron ese desenlace, aunque ciertamente la ciencia laica, la separación del Estado y la religión, así como las democracias lograron avances increíbles en el bienestar colectivo.

Luego de la reunificación alemana, muchos vislumbraban la utopía del Fin de la Historia. Habría bloques, por supuesto, pero el libre mercado sobrepasaría el proteccionismo. La ONU, entonces, asumiría una especie de paraguas mundial, una Confederación de países al estilo de Isaac Asimov…

Uff, George Bush padre, cómo te equivocaste (y luego el hijo también, pero en otras cosas) al anunciar ese “Nuevo Orden”. Unos pocos años hicieron polvo tales “megatendencias” al punto de que, incluso, los expertos han optado por fragmentar la “historia” en  microtendencias a plazos más cortos.

La historia quiso continuar

El fin de la Guerra Fría sólo dio paso a un desorden que puso en jaque a todos los organismos multilaterales: la ONU, la OTAN y ni qué decir de la entonces joven Organización Mundial de Comercio. La democracia se impuso en lugares impensables, como Europa Oriental, pero igual ha hecho poca diferencia en los países pobres, que son la mayoría. Y ha experimentado retrocesos o reacomodos nada auspiciosos, como el de Putin en Rusia y el de América Latina, que tuvo un repunte estelar en los 1980s, pero sucumbió a la izquierda de inspiración peronista o castrista, que desarrolló un modelo autoritario que fue minando la democracia hasta llevarla a niveles mínimos y casi cosméticos como Venezuela.

Tampoco prosperó la auspiciosa Primavera árabe, condenando a Argelia, Egipto, Libia y otros países a más años de Edad Media política.

El libre comercio es torpedeado por pobres y ricos y nadie anticipó entonces la irrupción de China (donde por cierto tampoco han prosperado los esfuerzos de democratización desde Hong Kong). La globalización se ha cumplido por las fuerzas menos esperadas: en vez del comercio marítimo, ha sido internet (a mi juicio el mayor invento  de finales del siglo XX y acaso de todo el siglo) la plataforma que ha replanteado la mayoría de las cosas.

Pero nada detuvo el genocidio en Bosnia, luego vino Irak 1, el eterno conflicto en el Medio Oriente, Etiopía, Chechenia, Ruanda, Yemen, Irak 2, Palestina, Ucrania, Libia, Siria, Norcorea…

En vez de paz, para 2016 había (según el Índice de Guerras en Progreso de la Universidad de Uppsala) 130 conflictos armados en el mundo, desde escaramuzas entre grupos relativamente pequeños (los “warlords” en África) o guerras a gran escala como en Siria. Con Europa unificada, China, India, Rusia “neozarista”, el radicalismo islámico y el resurgimiento de algunos movimientos jurásicos revolucionarios, el mundo vive una multipolaridad más caótica que coherente.

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Los años 90 y el principio de siglo agregaron más caos: el cambio climático, el 11S, los atentados en Europa y EE. UU., Irak 2, la gripe aviar, la crisis de refugiados del Medio Oriente, la irrupción de Norcorea como miembro no esperado del club nuclear. El terrorismo (incluido el ciberterrorismo) se ha diversificado desde el 11A de 2001, ahora incluye -además del arsenal tradicional-, desde califatos hasta atropellamientos y otras formas más descentralizadas de causar terror. Según cifras de los monitores de ciberataques, actualmente ocurre uno en el mundo cada 30 segundos.

El balance del siglo 20 y lo que va del 21, sin duda, será materia de discusión por décadas, los más científicos y tecnológicos hasta el momento, pero también devastadores: por ejemplo, mientras World Watch estima que no más de 4 millones de personas perecieron por desastres naturales en el siglo 20, la cantidad de seres humanos muertos por guerras, genocidios, tiranías y hambrunas producidas asciende a 188 millones.

A pesar de tener una democracia rocosa, pocos anticipaban en 1988 (cuando se inauguraron las elecciones de gobernadores y alcaldes) que –28 años después– Venezuela estaría sumida en una “dictadura constitucional”, sin poderes autónomos efectivos y con una virtual destrucción de su aparato productivo.

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Países designados como Libres (en verde) por Freedom House en su reporte de 2017: Libertad en el Mundo, que cubre el año 2016. Nótese que a Venezuela se le considera “No Libre”, al igual que Nicaragua, o Rusia. Obviamente tampoco Cuba, casi ningún país musulmán, la mayor parte de África, China y el sureste asiático.

Este repaso histórico lo ofrezco porque recuerdo que hubo certezas cuasi religiosas (como aquellas que pronosticaron erróneamente el fin del mundo) de una causalidad histórica específica, de un orden democrático y de libre mercado que regiría el mundo.

Enfrentar la incertidumbre de principio

¿Y entonces? ¿Qué podemos aprender de esto? Algo obvio viene a la mente, la misma convicción que ha asaltado a filósofos, físicos y literatos: que el mundo y la realidad son esencialmente impredecibles e inciertos. No importa cuántos indicios tengamos hoy, hay infinidad de factores que afectarán desenlaces de mañana que no conocemos.

Por otro lado, no debería apelar al cliché de que «Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde» pero ¿saben qué? Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. En los 1980s, frente a la propuesta más audaz en materia política (descentralización), económica (liberación y sinceración) y social (menos poder para el establishment político) el «pueblo» venezolano prefirió apostar por el populismo que siempre ha funcionado en Latinoamérica, que abrió la puerta a intentos de golpe y finalmente a un régimen que no solo ha pulverizado la economía, sino hipotecado el futuro de varias generaciones y abolido la democracia.

Venezuela es un buen ejemplo de lo difícil de construir y lo fácil de destruir. ¿Cuántas décadas de esfuerzo tomó levantar una industria petrolera de clase mundial? Por lo menos tres. Reducirla a una empresa de Tercer Mundo no tomó más de unos pocos años. La destrucción del aparato productivo es sencilla, se decreta. Basta quitarle la propiedad a los involucrados, a los interesados y asignar a personas no interesadas o no aptas, excepto en «disponer» de los fondos. En poco tiempo tenemos fábricas abandonadas, silos vacíos, tierras improductivas.

A pesar del poder caótico, nuestra responsabilidad es luchar contra esas fuerzas entrópicas y revertirlas, aunque sea temporalmente. Los habitantes de los países desarrollados también son falibles, egoístas y diletantes, pero tienen un comando en su ADN social que los impulsa a organizarse, a imponer una apreciación por el orden y la ley que sobrepasa las ventajas provisionales del desorden y la dejadez.

Si el mundo es caótico por naturaleza, imaginen si a eso agregamos una sociedad que adora al dios Caos de manera incondicional y monoteísta. Para el éxito personal y social, el primer deber es luchar contra el caos y transformarlo en un orden que nos beneficie a todos. Comprender que el mundo es incierto y no-lineal, pero que tenemos la necesidad evolutiva de predecir y ajustar las acciones a esas proyecciones.

Y no confiarnos. La paz es un privilegio, no un derecho. La democracia (funcional) es un logro, no una dádiva ni una condición natural. Dar por sentados estos bienes es descuidarnos y dejar que las fuerzas del totalitarismo o del terrorismo actúen frente a ciudadanos demasiado ocupados o distraídos en disfrutar sus bondades.

Así, quizá, reivindicaremos toda la lucha de quienes lograron derribar el Muro, de quienes empujaron la democracia en tantos países otrora regidos por dictadores, a quienes promovieron primaveras que vieron muy pronto el otoño y el invierno. Para quienes luchan día a día por la democracia en Venezuela, en Cuba, en China… en un mundo caótico pero maravilloso cuando consigue la libertad y el balance.

Que el Dios del orden, un dios bastante lejano y a veces ausente, nos ayude en estos propósitos.

Nuestros muros

Nuestros muros

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Argentina y Perú piden respeto a los DD HH en Venezuela

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El presidente de Argentina, Mauricio Macri, y su homólogo de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, abogaron por seguir reclamando el respeto a los derechos humanos en Venezuela.

Luego de mantener una reunión bilateral, celebrada en Buenos Aires, ambos mandatarios ofrecieron una rueda de prensa. “Pasan los meses y cada vez las cosas están peor. Tenemos que seguir trabajando juntos en el Grupo de Lima, donde estamos intentando plantear una agenda que exprese al mundo lo que está pasando en la región y en Venezuela», dijo el presidente argentino. Calificó de capítulo triste lo que, a su juicio, supone la crisis en la que se encuentra el país caribeño.

«Entre todos debemos seguir reclamando por el respeto a los derechos humanos y que haya una elección pronto y transparente que les permita a los venezolanos volver a elegir quién los conduce», indicó Macri, reseña el diario panameño La Estrella.

Kuczynski, sin referirse directamente a la situación venezolana, señaló que es necesario empujar las economías hacia la libertad y la democracia.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, informó en su cuenta en Twitter que se reunió con Mauricio Macri, así como con el canciller argentino Jorge Faurie, para discutir soluciones que permitan recuperar la democracia en Venezuela y cumplir la agenda de la región.

Almagro dijo que se reunió con el presidente de la Cámara de Diputados argentina, Emilio Monzó, para discutir la situación venezolana, y la cooperación judicial interamericana. También se refirió a buscar “las vías para reconstruir la democracia” en Venezuela.

EE UU condenó nuevamente el incremento del autoritarismo en Venezuela

MichaelFitzpatrick

 

El gobierno de Estados Unidos (EE UU) reiteró este viernes su condena al «incremento del autoritarismo» en Venezuela y aseguró que sigue «profundamente preocupado por la falta de respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales» del pueblo venezolano.

El encargado de Suramérica en el Departamento de Estado, Michael Fitzpatrick, hizo hoy esas valoraciones en Washington en un discurso en la organización Freedom House, que acogió un debate con embajadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre derechos humanos y democracia en Latinoamérica.

«Estados Unidos condena el incremento del autoritarismo del régimen de Venezuela», subrayó Fitzpatrick, quien consideró que el gobierno de Nicolás Maduro hace «esfuerzos sistemáticos» para intimidar y mermar a la sociedad civil, condenándola al exilio o metiéndola en prisión.

«Hoy las cárceles de Venezuela tienen más de 600 prisioneros políticos, un número extraordinario», lamentó Fitzpatrick. El diplomático consideró que, en los últimos dos años, el mundo ha sido testigo de una «erosión constante» de la democracia y el Estado de derecho en Venezuela, y puso como ejemplo las «fraudulentas» elecciones regionales celebradas el pasado 15 de octubre.

En esos comicios, el oficialismo se impuso con 18 gobernaciones de las 23 que tiene Venezuela, según resultados oficiales que no reconoce la oposición.

«En Venezuela, seguimos profundamente preocupados por la falta de respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales», afirmó el responsable del Departamento de Estado, quien consideró que el gobierno de Nicolás Maduro está tomando «acciones claras para socavar» la democracia y sus instituciones.

Fitzpatrick culpó al régimen de Maduro de la crisis que vive el país y aseguró que su gobierno seguirá presionando a Venezuela con las «herramientas apropiadas», desde sanciones económicas hasta persecuciones criminales, pasando por la reciente negación de visados a algunos funcionarios venezolanos.

En su último veto migratorio, el presidente Donald Trump incluyó a Venezuela en el grupo de naciones que amenazan su seguridad y limitó la entrada a su país de algunos de sus ciudadanos. En concreto, el veto de Trump restringe la entrada al país de los funcionarios venezolanos encargados de proporcionar a su nación información sobre viajeros, de forma que la medida afecta por ejemplo a los trabajadores del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería de Venezuela.

En su intervención, Fitzpatrick metió a Maduro dentro de un grupo de gobiernos que «está erosionando el proceso democrático» en Latinoamérica y, entre los que incluyó a Cuba, Bolivia y Nicaragua, aliados de Maduro. De esa forma, consideró que el gobierno del presidente Evo Morales ha usado el sistema judicial para hacer callar a la oposición en Bolivia, mientras que en Nicaragua aseguró que se está produciendo una «concentración de poder» en manos del Ejecutivo del mandatario nicaragüense, Daniel Ortega.

El diplomático también incluyó en este grupo a Cuba, que actualmente vive grandes tensiones con EE UU a raíz de unos supuestos ataques contra diplomáticos estadounidenses en la isla.

«El pueblo de Cuba todavía no es libre de dar su opinión o elegir a sus líderes y, aquellos que pacíficamente abogan por cambios políticos positivos y por cambios sociales con la búsqueda de libertad para presos políticos, son ilegalmente acosados y detenidos», aseguró Fitzpatrick.

Por último, el funcionario de EE UU expresó el compromiso de su país para trabajar con la OEA y sus aliados en Latinoamérica para conseguir cambios en esas naciones.