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Los mitos del milagro de Pérez Jiménez y del fracaso de los 40 años de democracia
Hace siete años exactos (1 de agosto de 2014) publiqué esta nota que merece ser nuevamente difundida para que recordemos las bondades y limitaciones de la democracia…

 

@wernercorrales

Cada vez que Venezuela se encuentra en un disparadero como el presente, las «viudas del gendarme necesario» sacan a relucir la supuesta superioridad de los gobiernos militares, por eficientes y disciplinados, por patrióticos y entregados al interés nacional… Aquí van unas perlas pequeñitas que ilustran las falacias implícitas en esas ideas…

Entre 1959 y 1978 hubo desarrollo para todos, la pobreza se redujo de 55 % a 23 %, se creó de hecho la clase media venezolana; el salario real del trabajador promedio se duplicó, la inflación fue inexistente, el PIB industrial pasó de 12 % a 21 % del PIB nacional y pasamos de producir el 12 % de las manufacturas que consumíamos a producir más del 60 %… Construimos las mayores infraestructuras y urbanizamos las grandes ciudades… Pasamos de tener una población trabajadora que solo en un 11 % había concluido educación primaria, a que el 70 % la hubiese concluido…

De tener 4 universidades cuando se fue la penúltima dictadura pasamos a contar con más de 60 campus de educación superior en 1978; de 5 orquestas sinfónicas llegamos a tener 70+ en el mismo período… La esperanza de vida del venezolano pasó de ser 56 años a ser 67 años, y desaparecieron las endemias… Muchas personas nacidas en otros confines, que venían llegando al país desde los años de la posguerra echaron raíces, se hicieron tan venezolanos como nosotros y tuvieron hijos compatriotas.

Se sentó la democracia que toda América admiraba y se construyó un conjunto de instituciones eficientes… No siempre la administración pública fue una ruina como en el presente…

Y fue a partir de los 80 que todo comenzó a degradarse para llegar a lo que somos hoy…

En fin, las primeras dos décadas de la democracia fueron los veinte años más brillantes de toda la historia de Venezuela, en lo social, lo económico y en lo político institucional… Y teníamos un gobierno civil, en el que los dirigentes eran demócratas con visión de país, cuyas miras iban mucho más allá de las elecciones siguientes… hombres honestos que dieron todo para construir la Venezuela que luego hemos perdido…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Asdrúbal Aguiar Ene 25, 2020 | Actualizado hace 3 semanas

Vuelvo sobre algunas reflexiones anteriores, esta vez a propósito de la lúcida y oportuna consideración que nos hace el catedrático venezolano Román J. Duque Corredor: “El reto es consolidar … la transición… mediante el restablecimiento… de la Constitución”.

Las crisis constitucionales que ocurren en todo Estado son abordadas, de ordinario, a través de formas transitorias de “dictadura” constitucional. Se habilita al gobierno mediante ley para que dicte medidas de excepción, sobre materias que son competencia del parlamento, hasta lograrse la normalidad institucional. Pero distinto es, lo recuerda Duque, que el mismo gobierno o en colusión con otros poderes deje a una nación sin Constitución. No es que se la viole o desconozca, haciendo posible un debate interpretativo, sino que se la destruye, en pocas palabras, se auspicia una vida social y política desligada de toda regla, sólo fundada en el poder despótico o la anarquía.

Venezuela es, en cuanto a lo anterior, un emblema, si bien media allí un puente entre la constitucionalidad y su desaparición, calzando aquí lo descrito por Piero Calamandrei en Il regime della menzogna: “Las palabras de la ley no tienen más el significado registrado en el vocabulario jurídico. Hay un ordenamiento oficial que se expresa en las leyes, y otro oficioso, que se concreta en la práctica política sistemáticamente contraria a las leyes… La mentira política, … se asume como el instrumento normal y fisiológico del gobierno”.

Dos experiencias, una pasada, otra actual, pueden ilustrarnos.

A los dictadores militares latinoamericanos del siglo XX les molesta no se les llame presidentes constitucionales; y es que, accediendo al poder por vías de hecho, las revisten de sacramentos constitucionales. Se rinden ante sus formas. Las “dictaduras” del siglo XXI, cultoras del comunismo, matizadas hoy de progresismo, se inician con la implosión de los edificios constitucionales en vigor. Arguyen, a conveniencia, que la voluntad del pueblo actúa y decide a su arbitrio, desligada de toda normatividad ética o formal.   

En 1999, por ende, de espaldas a la Constitución de 1961 y con el aval de los jueces supremos, se dicta en Venezuela una nueva Constitución a través de un mecanismo constitucionalmente inexistente, la Asamblea Constituyente. Luego, a pesar de las graves desviaciones autoritarias y militaristas que consagra su texto, deja de existir, integralmente, en sus aspectos dogmáticos y en los orgánicos. Lo que da lugar, ahora, a un esfuerzo para su restablecimiento, con un Estatuto para la Transición que adopta, el pasado año, la Asamblea Nacional que aún resta sobre el descampado de la ilegitimidad actuante.

La experiencia de las transiciones encuentra su primer foco de actividad en los países de Europa oriental salidos del comunismo y en procura, según las Asambleas de la ONU que se inauguran en Manila, Filipinas, en 1988, de “democracias nuevas” o restauradas. El desiderátum es el dictado de una Constitución. Es una de las alternativas que menciona el profesor Duque Corredor en su exposición, antes de abordar la que le interesa, la de la transición para el restablecimiento de una Constitución abandonada, violentada, destruida en su totalidad, incluso huérfana de sustentos institucionales.

Se trata de un predicado válido, también para los casos de Ecuador y Bolivia, cuyos ordenamientos históricos también los desmontan profesores españoles – escribanos al servicio de La Habana – apoyados en la citada opción constituyente, la de la tabula rasa, que imagina y crea sociedad y Estado como si nunca hubiesen existido, desmemoriadas, sin raíces ni parentelas.

Alain Touraine comenta que en el siglo corriente “la democracia es esclava de su propia fuerza”. No le falta razón. Lo cierto es que en el vacío de transición las expresiones políticas emergentes – que ya no dictan ni son dictaduras, sino que disuelven – ocupan, a manos de distintas organizaciones de la criminalidad transnacional, los espacios nacionales y globales para forjar, exactamente, cinturones de impunidad, ajenos al imperio de cualquier ley, recreadores de un relativismo absolutizado. Al cabo, castigan y lapidan, con la mayor severidad y manipulando a la propia ley, a las fuerzas o actores que se le oponen, reescribiendo sus historias y expedientes, mientras, a la par, avanzan en la disolución de lo constituido y sus órdenes. España en la siguiente escala.

A la luz de la subliminal crítica que me dirige Roberto Viciano Pastor, uno los señalados profesores venidos desde la Madre Patria (véase mi Revisión Crítica de la Constitución Bolivariana, 2000), tachando mi compromiso con los valores éticos de la democracia, sí debo decir que esa Constitución, la de 1999, es el “pecado original”. En sus normas se explica el fenómeno que ahora da lugar a la doctrina de la transición democrática, obligando a los demócratas a morderse la cola.

Pero la tesis de Duque Corredor es saludable y oportuna, desde mi perspectiva. Antes que sugerir lo inevitable, la vuelta a la Constitución destruida por vía de una transición que prescriben sus normas, deja una enseñanza fundamental: Mal podrá debatirse otra Constitución sobre el vacío – como ocurre con la que hoy busca restablecerse – si se aspira a que refleje nuestras raíces.

El Cardenal Jorge Mario Bergoglio, en su opúsculo La nación por construir, 2005, no por azar recuerda que la ruptura y discontinuidad del diálogo intergeneracional “prohija toda una gama de abismos y rupturas: entre la sociedad y la clase dirigente y entre las instituciones y las expectativas personales”.

correoaustral@gmail.com

En el mensaje, el funcionario norteamericano deja claro que su país continúa su alianza con la Asamblea Nacional

El encargado de negocios para la Oficina Externa de Estados Unidos para Venezuela, James Story, envió vía redes sociales un video en el que compromete a la nación norteamericana en la lucha por el regreso de la democracia al país que gobierna Nicolás Maduro.

«Estamos trabajando con gente que ama Venezuela para apoyar la recuperación de sus derechos humanos, para proteger los espacios democráticos que existen y para hacer recapacitar a quienes han tomado el camino errado», dijo Story en el mensaje en el que, a través de imágenes, ratifica la alianza de Washington con al Asamblea Nacional dominada por la oposición.

Según Story, 2020 será un año de retos para los venezolanos, por eso confía en sus habitantes para que salgan adelante con «su espíritu emprendedor y resiliente».

«Cuenten con Estados Unidos para el rescate de democracia y prosperidad en Venezuela», resaltó el funcionario.

El diplomático también enfatizó que los venezolanos, dentro y fuera del país,  «deben trabajar unidos para seguir construyendo un futuro democrático y próspero».

«Los invito a que se mantengan enfocados en ese norte que quieren para Venezuela, para su familia y cada uno de ustedes», remató.

México reitera su compromiso irrestricto con la democracia en Venezuela

El ex presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, acompañado por el coordinador político de Voluntad Popular Carlos Vecchio y el diputado Tomás Guanipa, se reunió este viernes con el Canciller de México, Luis Videgaray, quien aseguró que su país seguirá comprometido con los venezolanos y apoyando la lucha por la democracia en Venezuela.

Por su parte Borges señaló que “esta gira busca la mayor solidaridad posible de los países que han estado acompañando a Venezuela en esta batalla por recobrar la democracia. Estamos pidiendo lo que dice la Constitución y la ley, uestro objetivo es seguir ejerciendo presión, de la mano de la comunidad internacional, para lograr unas condiciones que permitan tener unas elecciones libres, equilibradas y transparentes. Si Maduro lleva a cabo este proceso electoral, deberá afrontar lo que es verse aislado de las democracias del mundo”.

Este encuentro se dio y en el marco la visita a México y de las acciones que está articulando el Frente Amplio y Carlos Vecchio sostuvo que “en este momento el rol México es fundamental para lograr acciones concretas contra los funcionarios del Gobierno venezolano involucrados en hechos corrupción y delitos de violación de derechos humanos”.

En la visita a México Borges y Guanipa también se reunieron con el candidato presidencial del Partido Acción Nacional (PAN) Ricardo Anaya, con parlamentarios de las diversas fracciones del Congreso Mexicano y con el alto mando del PAN para coordinar acciones conjuntas en pro de la democracia y del alivio de la crisis humanitaria que existe en Venezuela

Borges y Vecchio continuarán con visitas a Chile, para la toma de posesión del presidente de ese país Sebastian Piñera, y luego a Argentina para otros encuentros de alto nivel. Ambos reiteraron que Frente Amplio Internacional busca que los países democráticos no se desliguen de la realidad venezolana; y se produzca la presión para que se den finalmente unas elecciones libres, donde el pueblo pueda no sólo votar sino elegir.