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Daniel Ortega

José Luis Farias Jul 28, 2021 | Actualizado hace 4 semanas
Daniel Ortega en el Jardín de las Rosas

El expresidente Jimmy Carter (izq.) le tiende la mano a Daniel Ortega en el Jardín de las Rosas, Casa Blanca. Foto Charles Tasnadi / AP, en Infobae

En materia de «democracia efectiva», Daniel Ortega ni se ha dado por enterado. En su afán por perpetuarse en el poder ha recurrido a la vieja práctica estalinista de acabar con sus opositores

 

@fariasjoseluis

Cuenta el escritor nicaragüense Sergio Ramírez en su libro Adiós muchachos que de camino a la sede de la OEA, el 24 de septiembre de 1979, Daniel Ortega, Alfonso Robelo y él convinieron parar primero en la Casa Blanca para atender una invitación del presidente Jimmy Carter.

El recibimiento fue en el «Jardín de las Rosas» de la sede del gobierno norteamericano ante un nutrido grupo de periodistas para ir luego a la «sala del gabinete, donde se sumaron a la reunión el vicepresidente Walter Mondale, el subsecretario de Estado Warren Christopher, Brzezinski, Henry Owen, Varon Vaky, Bob Pastor y el embajador en Managua, Pezzullo».

Evoca Ramírez que no puede decir «que hubiera un ambiente tenso, pero sí de escepticismo mutuo». Era natural, dado el clima existente con el triunfo reciente de la Revolución sandinista.

Carter dio inicio a la reunión tocando los temas que consideraba vitales en sus relaciones con Nicaragua: la no intervención en El Salvador, los derechos humanos, la democracia efectiva. Y más adelante se comprometió con una ayuda de 60 millones de dólares para la reconstrucción del país.

Sergio Ramírez recuerda que «no había para nosotros puntos de conflicto verbal con este discurso».

Pero Daniel Ortega «los pasó de largo al responder de primero y se centró, más bien, en un extenso alegato sobre la política de intervenciones e injerencias de Estados Unidos en Nicaragua.

Tras varios minutos Carter alzó la mano para interrumpirlo, y la mantuvo alzada mientras Daniel no se calló:

–Si usted no me hace responsable por lo que han hecho mis antecesores, yo no lo haré responsable por lo que han hecho los suyos -dijo y causó risas y cordialidades en los dos lados de la mesa.»

Era muy larga la lista de agravios norteamericanos contra Nicaragua, tal vez la más extensa cadena de abusos cometidas contra país latinoamericano alguno; y, por supuesto, Jimmy Carter no quería que se los endosaran por el hecho de ser en ese momento presidente de los Estados Unidos.

El primero, en 1855, había sido la invasión de William Walker, un aventurero de Tennessee, quien una vez en territorio nicaragüense decretó la esclavitud y el inglés como idioma oficial «amparado en una falange de filibusteros».

Y el más largo, una ocupación militar con el desembarco de marines en 1912 que se extendió hasta 1933 cuando decidieron marcharse, tras dejar a Anastasio Somoza como jefe de la Guardia Nacional creada por los Estados Unidos para perpetuar su control sobre el país.

Pero también era muy larga la lista de crímenes cometida por la tiranía de los Somoza, entronizada en el país por 42 años hasta el triunfo del sandinismo. Comenzando por el asesinato del propio Sandino, que tampoco Ortega estaba dispuesto a que le cargaran a su cuenta por el solo hecho de haber nacido en Nicaragua y ser en ese momento (1979) el jefe del gobierno de ese país.

De aquella reunión en la Casa Blanca han transcurrido 41 años. Y luego de los 12 años de los sandinistas en el gobierno y los paréntesis de Violeta Chamorro (1990-1997), Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños (2002-2007), Daniel Ortega ya lleva 15 años consecutivos en el poder, tiempo suficiente para redoblar los crímenes y concentrar más poder que cualquiera de sus antecesores.

En cuanto a la agenda planteada aquel día por Carter: solo queda el recuerdo de palabras empeñadas y no cumplidas de parte y parte.

El gobierno revolucionario de Nicaragua se metió hasta los tuétanos en fomentar la guerra civil de El Salvador, que estalló casi inmediatamente dejando más de 80.000 muertos. Mientras el gobierno norteamericano de Ronald Reagan, sucesor de Carter, se dedicó a financiar el ejército de los Contras en Nicaragua para intentar derrocar al gobierno sandinista, produciendo unas 50.000 víctimas.

La violación de derechos humanos no ha parado en Nicaragua. Durante el régimen de Ortega los homicidios políticos se cuentan por miles, la OACNUDH informó que solo en las protestas de 2018 la impunidad de los cuerpos represivos del régimen de Ortega acabó con más de 300 vidas y el Informe de la CIDH al cierre de 2020 da cuenta de 328 homicidios producto de la represión.

En materia de «democracia efectiva», Daniel Ortega ni se ha dado por enterado. En su afán por perpetuarse en el poder ha recurrido a la vieja práctica estalinista de acabar con sus opositores. Siete de sus competidores en las próximas elecciones presidenciales (Cristiana Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora, Medardo Mairena y Noel José Vidaurre) han sido apresados por «traición a la patria» y otros dos (Daysi George West y Luis Fley) decidieron exilarse ante los peligros que corrían en Nicaragua.

¡Ah! y de los 60 millones de dólares, Sergio Ramírez dice que fue «un dinero que nunca llegó a ser desembolsado».

Tal vez era iluso pensar que en plena Guerra Fría aquel paseo por el «Jardín de las Rosas» de la Casa Blanca pudiera haber dejado algún resultado provechoso para la paz, la democracia y la libertad en la patria del poeta Rubén Darío, que es también, lamentablemente, la misma del sátrapa Daniel Ortega.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Régimen de Daniel Ortega detuvo al cuarto aspirante a la presidencia de Nicaragua
Chamorro es economista y primo de Cristina Chamorro, la primera aspirante a la presidencia de Nicaragua en ser detenida

Foto: AFP

El régimen de Nicaragua, que dirige Daniel Ortega, arrestó a Juan Sebastián Chamorro, convirtiéndose en el cuarto aspirante a la presidencia de ese país en ser detenido.

Chamorro fue arrestado por las fuerzas de seguridad tras haberle allanado su vivienda.

Con respecto a Chamorro, es economista y primo de Cristina Chamorro, la primera aspirante a la presidencia de Nicaragua en ser detenida.

El aspirante a la presidencia era investigado «por realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía, y la autodeterminación, incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos, pedir intervenciones militares» entre otros cargos.

Asimismo, se le investiga por «organizarse con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización, proponer y gestionar bloqueos económicos, comerciales y de operaciones financieras en contra del país y sus instituciones, demandar, exaltar y aplaudir la imposición de sanciones contra el Estado de Nicaragua y sus ciudadanos, y lesionar los intereses supremos de la nación».

 

Previo a ser arrestado, Chamorro envió un video por sus redes sociales en el que advierte que si estaban viendo el material «es porque he sido incomunicado o capturado», reseñó El Confidencial de Nicaragua.

Horas antes de arresto de Chamorro, el también candidato a la presidencia de Nicaragua, Félix Madariaga, fue detenido por las fuerzas de seguridad del régimen de Daniel Ortega, luego de que este fuese acusado por el Ministerio Público por “incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos”.

Madariaga, arrestado tras ser llamado a comparecer ante la Fiscalía, donde le confirmaron que le habían abierto una investigación, por lo que, según dijo a los periodistas, estaba preparado para lo que viniera.

Los detenidos

La primera fue Cristiana Chamorro, hija de la exmandataria Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997) y la figura opositora con mayor posibilidad de ganar las presidenciales en noviembre.

Por su parte, el segundo candidato detenido fue Arturo Cruz, quien se desempeñó como embajador en Estados Unidos del régimen de Ortega entre 2007 y 2009.

El tercero fue Félix Madariaga, arrestado el martes, 8 de junio, y el cuarto, fue Juan Sebastián Chamorro, apresado el mismo día que Madariaga.

Ante lo ocurrido, la ONU advirtió sobre el riesgo de que unas elecciones que no cumplan con los estándares internacionales terminen agravando la crisis política que vive ese país.

«Nos preocupa profundamente que las posibilidades de que Nicaragua celebre unas elecciones libres y creíbles el 7 de noviembre se estén alejando como consecuencia de las medidas adoptadas por las autoridades contra partidos políticos, candidatos, candidatas y periodistas independientes, que restringen aún más el espacio cívico y democrático», advirtió, el pasado 28 de mayo, la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU.

Con información de TalCual

CONNECTAS Feb 11, 2021 | Actualizado hace 3 años
#NicaraguaNoCalla | Ortega Murillo S.A.
Tres canales de televisión y cuatro compañías de publicidad vinculadas a los hijos del presidente de Nicaragua se beneficiaron con contratos estatales entre 2018 y 2019. CONNECTAS documenta un valor agregado de estos negocios de 936.000 dólares y construye un mapa amplio de quienes figuran en ellos

 

CONNECTAS

 

Una mañana soleada del cinco de febrero de 2020, un empleado de Juan Carlos Ortega Murillo, uno de los nueve hijos del mandatario de Nicaragua y quizás el más confrontativo contra los opositores en sus redes sociales, asistió a una reunión para rubricar un contrato de 128.682 dólares en la estatal Empresa Nicaragüense de Transmisión Eléctrica (Enatrel), encargada del mantenimiento de las líneas por donde llega la energía a los hogares del país. 

El firmante era Danilo Rafael Lechado Cruz, amigo de Ortega Murillo desde que estudiaron Comunicación Social según algunos de sus compañeros universitarios. La firma era para publicitar medidas de ahorro energético. Asistió a la reunión en representación de Difuso Comunicaciones, sancionada en julio pasado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos alegando que es usada por “el régimen de Ortega para difundir propaganda” del gobierno.

El representante de la productora Difuso es Danilo Lechado Cruz, excompañero universitario de Juan Carlos Ortega Murillo. En su perfil de facebook, luce orgulloso una foto con el Presidente. Foto\CONNECTAS

Lechado Cruz es uno de los participantes de este esquema de negocios, en el cual hay abogados, juristas, familiares de los Ortega y asesores de su círculo más cercano. Algunos de estos nombres fueron publicados por CONNECTAS en 2017, cuando se divulgó un reportaje sobre los medios de comunicación de la familia presidencial. Ahora la lista es más grande y se revela la participación de este grupo empresarial en el sector publicidad.

Entre 2018 y 2019, esta investigación realizada por CONNECTAS documentó 936.829 dólares en contratos de empresas relacionadas con hijos del Presidente otorgados por cuatro instituciones del Estado: Enatrel, el Instituto Nacional Tecnológico, el Instituto Nicaragüense de Turismo y la Empresa Administradora de Aeropuertos Internacionales. Fundamentalmente se concentraron en dos áreas: medios de comunicación vinculados al mismo grupo por un monto de U$435.298 y el restante en empresas de publicidad.

Los negocios con el Estado, a través de familiares de funcionarios o amigos de los mismos, constituyen uno de los esquemas más tradicionales para sacar ventajas de los fondos públicos en América Latina, sin embargo tanto los representantes de estas empresas como del gobierno se mantuvieron en silencio cuando se les preguntó una explicación a las contrataciones. 

CONNECTAS escribió a representantes de las instituciones del Estado nicaragüense que participaron en estos negocios, pero no hicieron ningún comentario para este reportaje.

Durante las últimas dos semanas también se llamó al número de celular de uno de los abogados de la familia Ortega Murillo, José María Enríquez Moncada, quien figura en varias de las empresas beneficiadas como socio, directivo o representante legal, pero ignoró los mensajes de voz donde se le solicitó una entrevista.

“Todas estas compras (beneficiando a la familia presidencial) son una muestra más del colapso del sistema de contrataciones del Estado”, dijo Dayra Valle, experta en transparencia y contrataciones públicas. 

“Se suma a las irregularidades que se han venido cometiendo desde hace años”, enfatiza.

La experta en contrataciones advierte que se está usando el sistema de compras de Nicaragua “para cometer actos de corrupción” y que cada vez las instituciones públicas ocultan información sobre a quiénes contratan. “Lo que quieren es que no sepamos quiénes están detrás de esas compras”, dice Valle.

La historia de “Difuso”, un primer caso 

La compañía de publicidad Difuso fue constituida 18 meses después del retorno al poder de Ortega en 2007. Sus oficinas están ubicadas en los alrededores de la residencia de la familia presidencial en el Reparto El Carmen, custodiada por decenas de policías bajo extremas medidas de seguridad.

Según información fiscal de Nicaragua, revisada en octubre pasado, el 40 por ciento de las acciones están en manos de Néstor Moncada Lau, asesor de seguridad de Ortega, quien fue miembro de la Seguridad del Estado durante el primer gobierno sandinista en los años ochenta y hoy es el funcionario más poderoso después del mandatario y la esposa de éste y vicepresidenta, Rosario Murillo.  

Otro 30 por ciento de las acciones de Difuso están a nombre de la abogada María Luisa Mejía, que ha trabajado para la vicepresidenta Murillo en la inscripción de dos propiedades en El Crucero. Según investigaciones de medios locales, ella aparece como socia fundadora de Canal 13 (dirigido por otros tres hijos de Ortega: Maurice, Camila y Luciana) y participa en otras empresas de publicidad beneficiadas con contratos del Estado.

El último 30 por ciento del paquete accionario está a nombre de Lechado Cruz, el amigo universitario del hijo del presidente, quien se convirtió con los años en un operador de estos negocios.

La revisión de la documentación oficial de la contratación de febrero de 2020, en relación a la licitación de Enatrel, permite descubrir que no cumplieron con los criterios técnicos de la licitación, entre ellos que debían tener un canal en señal abierta y cable con programación variada. Hasta 2017, tenían asignado el canal 22 que mantenía música en su parrilla. 

La negociación se cerró, pese a los argumentos que podían darse para objetarla, cuando Jacobo Castillo, representante en la licitación de Canal 8, dirigido por Ortega Murillo, no alegó nulidad en la misma.

“Está prohibido por la ley. Es un claro caso de tráfico de influencias y conflicto de interés”, explica Valle.

Valle detalla que la Ley de Contrataciones Públicas prohíbe a familiares de funcionarios públicos, como los hijos del Presidente, ser oferentes del Estado. “Y la ley de Probidad de los Servidores Públicos prohíbe el tráfico de influencias”, recalcó.

Por el secretismo oficial y la captura de las instituciones encargadas de supervisar las finanzas públicas, siempre ha sido difícil cuantificar los millones del Estado que ingresan a la red de canales de televisión que están en manos de los hijos de la pareja presidencial en Nicaragua. Reuters calculó en noviembre pasado que recibieron 29 millones de dólares en 2019.

Los contratos a Canal 8

Antes de beneficiar a Difuso con el contrato de publicidad en 2020, Enatrel había otorgado otro por publicidad a canal 8. Esta televisora fue adquirida con fondos de la cooperación de Venezuela en 2010, según confirmó el entonces gerente, Rafael Paniagua a El Nuevo Diario. Un millonario flujo de cooperación, administrado con discrecionalidad por el ejecutivo nicaragüense.

El siete de octubre de 2019, el Comité de Licitación otorgó 349.068 dólares a Canal 8 y Canal 13, del mismo círculo de negocios de los hijos del mandatario, según un acta de certificación emitida por la abogada de Enatrel, Tania Córdoba, expresada en moneda local.

Según reportes periodísticos locales, Roberta Guevara, abogada del partido de gobierno, fue socia fundadora de Canal 13, junto al ex secretario de Ortega y embajador en varios países árabes, Mohamed Lashtar, quien según cables de Wikileaks era sobrino del dictador libio Muammar Gadafi, un benefactor histórico del gobernante sandinista. 

 

Ortega Murillo S.A.

El hijo del presidente, Juan Carlos Ortega Murillo, es el director de Canal 8, en los medios se ha mencionado que era directivo de Telesur y controla a la empresa Difuso.
Foto/Cortesía CONNECTAS

En este contexto de falta de transparencia, Enatrel aumentó su presupuesto de publicidad 14 veces entre 2018 —año de las protestas de la oposición— y 2019 hasta totalizar casi medio millón de dólares. Esto tampoco fue explicado por la institución del Estado, en la consulta enviada por CONNECTAS a la vocera de la institución, Hazel Gutiérrez.

Registros públicos demuestran que las empresas relacionadas con los hijos de Ortega obtuvieron grandes y pequeños contratos como puede verse en instituciones como el Aeropuerto, Turismo, el Tecnológico Nacional. Otro de las compañías de televisión beneficiada fue el sistema informativo de Canal 2 que dirige Maurice Ortega Murillo, otro hijo del mandatario.

En el negocio de la publicidad, participan cuatro empresas relacionadas con los intereses de los hijos del mandatario. Entre 2018 y 2019, gracias a una veintena de contratos con empresas y entidades públicas, se ganaron 501.531 dólares, según documentos oficiales.

La más beneficiada ha sido In & Out Publicidad, una compañía que se dedica a colocar rótulos en las vías y carreteras que recibió U$251.208 dólares en cinco contratos entre 2018 y 2019. Solo Inatec le entregó el 60 por ciento de ese monto.

El resto de los contratos se distribuyen entre las siguientes empresas: Difuso Comunicaciones S.A, Lumicentro y Negocios Publicitarios Internacionales, compañías que están a nombres de personas identificadas en los medios nicaragüenses como miembros del círculo cercano a la familia presidencial.

Los expertos locales cuestionan que estos negocios han ocurrido por la ineficacia de la Contraloría General de la República, encargada de fiscalizar a los poderes del Estado, pero dirigida por sandinistas.

La abogada nicaragüense Martha Patricia Molina, experta en derecho administrativo, considera que la Contraloría solo informa las cantidades de contrataciones que reciben y cuántas analizan.  “Es una información de forma, no de fondo”, advierte. “A mí lo que me interesa saber es cuáles fueron los resultados de las contrataciones que analizaron”, se queja.

La pareja presidencial en Nicaragua tiene nueve hijos. Solo Zoilamérica Ortega Murillo, la hija adoptiva del mandatario que lo acusó de violación en 1999 y se encuentra exiliada en Costa Rica, no ocupa un puesto en la red de empresas beneficiadas por el Estado, en las cuales cada uno de los vástagos cumple una función.

Además de Rafael, Juan Carlos, Maurice, Luciana y Camila Ortega, los otros hijos de la familia presidencial son Laureano (asesor de inversiones), Carlos Enrique y Daniel Edmundo Ortega Murillo.

Lea más de los negocios relacionados con los hijos de Ortega acá.

CONNECTAS Feb 04, 2021 | Actualizado hace 3 años
La captura del poder local en Nicaragua
El 90 por ciento de las alcaldías en el país centroamericano son controladas por el partido de gobierno, que prioriza la agenda de Daniel Ortega encima de las necesidades reales

 

CONNECTAS 

 

Una semana después de que el alcalde de Masaya, uno de los epicentros de las protestas de 2018, desapareciera de actos públicos, la vicepresidenta Rosario Murillo informó que había muerto. Según la ley, el reemplazo de Orlando Noguera debía ser la vicealcaldesa Janina Noguera, pero no fue así.

El sustituto fue David Chavarría, el exgerente de la misma comuna, quien asumió el mando, causando inconformidad entre concejales. “Ese hombre ni siquiera es de Masaya. Es de Nueva Segovia (al norte de Nicaragua) y lo mandó la Chayo (como se conoce a Rosario Murillo) en 2018 para asumir la gerencia de la Alcaldía”, dijo Yohana Ramírez, concejal del Partido Liberal Constitucionalista.

Con ligeros matices, en Managua pasa algo parecido. La alcaldesa formal es Reyna Rueda, sin embargo su mandato coexiste con el poder de Fidel Moreno, secretario político del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Managua y uno de los operadores políticos de mayor confianza de la pareja presidencial, quien formalmente es el secretario general en esta comuna a cargos de las tareas administrativas y de supervisar las obras desde 2009, cuando la antecesora la alcaldesa, Daisy Torres, le “delegó” las funciones.

La alcaldesa de Managua Reyna Rueda comparte sus funciones con el secretario general de la Alcaldía, Fidel Moreno, uno de los hombres de confianza de la pareja presidencial.
Foto\Cortesía

 

Este tipo de poder alterno escogido a dedo por el partido es una de las estrategias que ha adoptado el FSLN para hacerse con el control de 137 de las 153 comunas nicaraguenses. Desde elecciones denunciadas como irregulares por organismos internacionales y de observación electoral nacional, hasta recortes presupuestarios para sofocar financieramente a las alcaldías opositoras.

Esta investigación de CONNECTAS  —parte de la serie periodística #NicaraguaNoCalla encontró que el uso del presupuesto como un instrumento de presión es usado por Ortega contra los opositores.

La revisión de las transferencias municipales a 14 alcaldías de Nicaragua permite establecer  un patrón  en que el Ejecutivo beneficia a las sandinistas y afecta a las opositoras. Para llegar a esta conclusión, CONNECTAS revisó un grupo de siete  siete municipalidades gobernadas actualmente por la oposición pero que, durante el período anterior (2013-2017) fueron administradas por el FSLN. En este caso la autoridad de Hacienda disminuyó a la mitad las transferencias, a partir de 2018, el año en que se agudizó la crisis tras la represión como muestran las gráficas.

Otras siete alcaldías fueron analizadas porque en ellas el FSLN se ha mantenido en el poder en el mismo período y representan el 42 por ciento de la población urbana en el país centroamericano. En estas el presupuesto no cayó en 2018, a diferencia del trato dado a las que antes fueron de la oposición. En 2019 sí tuvieron un descenso presupuestal —consecuencia de la crisis económica que afectó las finanzas de todo el país—, pero fue de ente 63 y 66 por ciento, menor que el de las de oposición (entre 68 y 75 por ciento).

Además, pese a la crisis, las municipalidades sandinistas priorizaron aquellas obras muy populares como la construcción de estadios de cara a un año electoral. Esa medida se explica en que fueron de las zonas territoriales afectadas por las protestas ciudadanas, en las cuales sus alcaldes encabezaron la represión, según un informe de la OEA.

Esa decisión contrasta con las necesidades urgentes de las localidades de estos siete municipios, pero localizar a los representantes de los alcaldes, agrupados en la Asociación de Municipios de Nicaragua (AMUNIC), resulta infructuoso, pese a que se le envió solicitud al alcalde de Estelí y Matagalpa.

Las decisiones las han impuesto dado el control en los concejos municipales. Carlos Brenes, uno de los concejales opositores en Masaya, dice que “ellos priorizan las que sirven para hacerle propaganda al gobierno. Incluso cuando se inauguran no lo hacen en nombre de la municipalidad, sino del compañero Daniel (Ortega) y la compañera Rosario (Murillo)”, explica Brenes, miembro del Partido Liberal Constitucionalista (PLC).

El otro factor es que las obras se desarrollan en las más absolutas condiciones de opacidad.

El concejal opositor de Nagarote, Nicolás Narváez Noguera, denuncia que hay obras que no se ejecutan y se vuelven a incluir al año siguiente y no hay rendición de cuentas. “Por eso exigimos las actas para saber la realidad de lo que está ocurriendo, pero desde 2018 los concejales opositores no vemos un acta”, dijo.

La ciudad de Nagarote está ubicada a 37 kilómetros de Managua y también está en manos del partido de gobierno. Foto\CONNECTAS

 

Para la especialista nicaragüense en temas presupuestarios, Dayra Valle, el secretismo de estas operaciones financieras a nivel local, evita que no se pueda verificar en qué se están gastando los fondos públicos.

“El dinero perfectamente se puede desviar a cualquier destino. Porque falta la rendición de cuentas, y por ende de transparencia y de mecanismos de control”, dice Valle.

Máximo Morales, concejal del PLC en la Alcaldía de Larreynaga, explica que “en las municipalidades se cumplen orientaciones verticales. Incluso la bancada sandinista se reúne con varios días de anticipación y cuando se realiza la sesión oficial del Concejo ellos ya llegan con las decisiones tomadas”.

En León, el concejal Orlando Corea Mendoza cuestionó la remodelación de otro estadio de béisbol para el cual se destinaron 2,88 millones de dólares y en el norte del deporte rey es el fútbol.

Las inversiones suman el norte mucho dinero. Según el PAC 2020, le asignaron 602.000 dólares para sustituir la grama artificial y casi cuatro millones para mejoramiento de infraestructura. Detrás de toda esta inversión se esconde Fidel Moreno, el poderoso funcionario de la Alcaldía de Managua que ejerce el poder real en la institución.

Moreno es originario de Estelí, estuvo al frente de la directiva del equipo de esa ciudad, cuya casa es el Estadio Independencia donde se hacen las inversiones municipales. Edgard Tijerino, el más conocido cronista de Nicaragua, no cree sin embargo que la estrategia de construir estadios o remodelarlos les dé resultado al FSLN.

A 25 kilómetros al oriente de la capital nicaragüense, frente al estadio Roberto Clemente que las autoridades de Masaya dicen que se va remodelar, un grupo de jóvenes hace volar su imaginación al conversar sobre los cambios en la estructura que tiene ya cincuenta años de historia.

Uno de ellos, sin asomo de duda, dice que el nuevo coloso “será igual al de los Dodgers de los Ángeles” y hace descansar su esperanza en la promesa que hicieron los concejales cuando presentaron el proyecto en esta ciudad. Los datos desmienten a los funcionarios: mientras esta estructura se erige sobre 17.688 metros cuadrados con una capacidad de 4.000 personas, el estadounidense puede albergar a 56.000 fanáticos en 352.000 metros cuadrados.

La voz de Tijerino insiste sin distraerse con las promesas. “Pueden ponerse a inaugurar una cancha cada semana y no atraerán el voto joven”. Su sentencia luce como un tercer out en la última entrada.

Si le interesa leer más de la captura del poder local en Nicaragua ingrese acá.

#NicaraguaNoCalla , (FAVOR EN “#NicaraguaNoCallaes un impulso desde el periodismo para que fluya la información que permita comprender la realidad del país centroamericano. En un año electoral crucial, donde la participación de los ciudadanos nicaragüenses marcará la diferencia, ofrecemos desde CONNECTAS este espacio donde presentaremos contenidos que ayudan a comprender una realidad compleja y con matices.

 

CONNECTAS Feb 02, 2021 | Actualizado hace 3 años
La justicia al servicio del sandinismo
La mayor parte del poder judicial en Nicaragua está a las órdenes del Ejecutivo. Los magistrados hablan de manera abierta del respaldo al partido de gobierno y cómo sujetan sus decisiones a criterios políticos

CONNECTAS 

Uno de los últimos capítulos públicos de la falta de independencia de la justicia en Nicaragua tuvo como escena un encuentro legislativo con la presidenta de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Alba Luz Ramos, en el cual se discutía un proyecto de ley que castiga las noticias falsas, promovido por el gobierno de Daniel Ortega y aprobado con celeridad por diputados sandinistas el año pasado.  

A la salida de la comisión a inicios de octubre de 2020, cuando se cumplía con el proceso de consulta con distintos actores, un grupo de escoltas impidió a los periodistas el acceso a la magistrada Ramos que se calló de ese modo sobre la ley Especial de Ciberdelitos.

Lo que no se supo entonces es que, tras bambalinas,  a pedido del Ejecutivo, fue el poder judicial el autor del proyecto de ley que fue presentada posteriormente por los diputados sandinistas como si fuese de ellos, una norma que entró en vigencia desde diciembre pasado y fue denunciado como una amenaza para la libertad de expresión según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). 

“Según nos explicaban es un trabajo que vienen haciendo desde hace un año (preparando la propuesta), y tuvieron el mandato del presidente de la República (de) conocer cómo se estaba haciendo en otros países esta ley, de modo en adecuarla al contexto nicaragüense”, explicó el diputado Mauricio Orúe, vicepresidente de la comisión de Justicia al diario local La Prensa. La diferencia entonces de otras ocasiones en la última década es que los funcionarios judiciales no asumieron en declaraciones ante los periodistas la injerencia del orteguismo en sus decisiones técnicas. 

Ramos Vanegas, de 71 años, ha sido magistrada de la Corte Suprema de Justicia desde 1988 —casi la mitad de su vida— y preside la institución desde 2010 con el apoyo de Daniel Ortega y la estructura partidaria sandinista. Ingresó a las filas de esa organización como colaboradora antes de 1979, en los años en que jóvenes guerrilleros luchaban contra Somoza. La llamaban “Natalia” en aquella época en que usaban seudónimos para protegerse a ellos y a sus familias.

Más de cuarenta años después, los jóvenes que se oponen a Ortega lo denuncian en las redes sociales desde cuentas anónimas, mientras la magistrada ocupa el nivel más alto de la jerarquía judicial, un cargo en que abiertamente asume posiciones en defensa del caudillo nicaragüense, igual que hacen otro grupo de jueces que asisten incluso a actividades políticas. Tienen además sus oficinas decoradas con emblemas del FSLN, lo que puede comprobarse en una serie de imágenes filtradas por empleados del poder judicial para este reportaje.

Su vicepresidente dentro de la CSJ es el sandinista Marvin Aguilar García, sancionado por Estados Unidos el 21 de diciembre de 2020 por reportar coordinadamente a los “objetivos de la oposición democrática” desde su cargo judicial, cruzado políticamente por su rol de secretario político nacional del Consejo de Liderazgo Sandinista en la Corte Suprema de Justicia, lo que le permite tener contactos directos con el presidente Daniel Ortega y la vicepresidente Rosario Murillo.

Esta influencia en la estructura judicial, a manos del mismo partido, supera al 70 por ciento en todo el país, según dijo el magistrado liberal Manuel Martínez en 2014 al periódico digital Confidencial que “por muy independientes que (los jueces) quieran ser, si les hacen una llamada deben atenderla”. Eso significa que, si el más reciente dato oficial del personal judicial suma 394 jueces en todas las dependencias del país y 64 magistrados en apelaciones, hay unos 320 en ambos niveles abiertamente al lado del oficialismo, mientras los otros deben alinearse o salir del sistema para evitar represalias.

Aunque Martínez no quiso dar declaraciones cuando fue consultado para este reportaje, una entrevista en octubre de 2020 del exmagistrado de apelaciones, José Antonio Barrientos Watson, confirma que el FSLN logró el control de manera paulatina. En 2014, cuando los legisladores sandinistas lograron nombrar a adeptos a su causa a diez de 12 magistrados, que integran la Corte Suprema de Justicia, se dio una barrida (despidos masivos) en Apelaciones con lo que se reforzó el control.

“La independencia judicial no existe. En casos donde hay intereses políticos o personales de magistrados de la Corte, para fallar tenés que llamar al magistrado que atiende la zona para ver qué orienta”, explica Barrientos Watson, a quien su despido se lo argumentaron por escrito como realizado “por conveniencia de la institución”.

Yader Morazán, un extrabajador de los juzgados en Matagalpa y hoy en el exilio, relató a esta investigación, parte de la serie periodística #NicaraguaNoCalla, que el partido ejerce influencia en las instancias de ese poder del Estado a través de dos estructuras: Los Comités de Liderazgos Sandinistas (CLS)– en los que el magistrado Aguilar es secretario– y la Juventud Sandinista (JS). Ambas organizaciones tienen presencia en la institución y en los barrios.

Magistrados sandinistas atienden territorios 

Según fuentes judiciales, los magistrados de la CSJ se dividen cada año el territorio por circunscripción y lo atienden políticamente. En 2020, Ramos  vio Managua, capital de Nicaragua; Aguilar la circunscripción norte; la magistrada Juana Méndez la circunscripción occidental; el magistrado Armengol Cuadra Las Segovias; la magistrada Yadira Centeno la circunscripción oriental; la magistrada Ileana Pérez la circunscripción Sur; el magistrado Gerardo Arce la circunscripción Central y la magistrada Ellen Joy Lewis la circunscripción Caribe norte y sur. Todos son del partido de gobierno.

Funcionarios consultados revelaron además que, cuando las directrices políticas son para los jueces, se reúnen con Ramos, Méndez, Aguilar y Virgilio Gurdián, un ex ministro liberal nombrado en 2014, aunque según fuentes judiciales los sandinistas no lo toman en cuenta para estas decisiones. Todos estos funcionarios son miembros del Consejo de Administración de la CSJ.

Las otras órdenes son enviadas a través de los CLS y la JS en la institución judicial. Los trabajadores incluso de áreas administrativas son controlados por los sindicatos, encargados de la afiliación de miembros del partido dentro de la institución. También les piden el 1 por ciento del salario como “contribución partidaria”. Al principio, las mismas fuentes consultadas, dijeron que los políticos (comisarios sandinistas) de sus áreas le dijeron que todo sería voluntario, lo que no se cumplió en la práctica. 

Estas “contribuciones” han sido denunciadas como irregulares, e incluso son mayores en otras instituciones estatales,  lo que ha sido denunciado por los medios de comunicación locales. 

El relato del exmagistrado Barrientos Watson, despedido según él por razones políticas, permite redondear el retrato de un poder judicial parcializado a los intereses de Ortega e impune. Otras aristas de este mismo retrato se pueden ver a través de historias como la de Margarito García, un ex trabajador de los juzgados en el departamento de Chontales que se vio forzado a contar su historia desde la cárcel antes de ser sorpresivamente liberado por el Ministerio de Gobernación, o la de Luis Enrique Cuevas, un expreso político  que ha denunciado el exceso de la justicia en su caso, perseguido por vender la bandera de Nicaragua, considerada como subversiva por el partido de gobierno desde 2018. 

Un informe de inicios de diciembre pasado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), adscrito a la Organización de Estados Americanos, criticó en diciembre al sistema de justicia cuando se refirió a “las personas privadas de libertad en el contexto de la crisis de derechos humanos iniciada el 18 de abril de 2018”..

La CIDH logró establecer que al menos 1.614 personas fueron encarceladas en este contexto, un proceso en el cual el poder judicial tuvo una participación clave. El organismo señaló violaciones a las garantías y al derecho a la justicia derivadas de la apertura de procesos judiciales “bajo cargos infundados mediante formatos de acusación preestablecidos, fabricación y manipulación de pruebas, afectaciones al derecho a una defensa legal oportuna, técnica y adecuada”.

El 23 abril de 2018,  días después de iniciadas las protestas opositoras, en una nota del poder judicial, Ramos abiertamente salió en defensa de Ortega, adelantando la posición pública del poder que preside y atribuyó lo que ocurría a una campaña mediática. “Si acá hay un terremoto van a protestar porque el gobierno es culpable del terremoto”, dijo.

De acuerdo con la CIDH, en Nicaragua fueron asesinadas 328 personas, la mayoría víctima de la represión. El Estado asumió que se trataba de un intento de golpe, aunque las protestas fueran pacíficas y no hubiera evidencia de lo otro. Posteriormente, al retomar el gobierno el control de las calles, iniciaron los procesos judiciales.  Solo entre abril y diciembre de 2018 ingresaron a las cárceles de Nicaragua 500 presos que fueron encarcelados por motivos políticos, según organismos independientes

Los opositores procesados fueron declarados culpables por siete jueces con antecedentes sandinistas, de los cuales tres—lejos de ser apartados del sistema por las denuncias de parcialización en el caso de los opositores— fueron ascendidos en los últimos meses a magistrados de apelaciones. Se trata de Ernesto Rodríguez, Rosario Peralta y Edgar Altamirano, según información oficial. En tanto, otro de ellos, el juez Julio Arias fue nombrado como director de una oficina  que vigila las actividades de los abogados desde la CSJ.

Para Vilma Núñez de Escorcia, una de las más destacadas defensoras de derechos humanos en Nicaragua, “los jueces y magistrados son operadores políticos. Estamos viviendo una dictadura institucional”, concluye.

Pese  a las críticas al poder judicial, la presidenta de la CSJ no hizo ningún comentario, aunque CONNECTAS  le hizo llegar una solicitud de entrevista al portavoz del poder judicial, Roberto Larios, la que nunca fue respondida. Los cuestionamientos a esta institución trascienden la ley de ciberdelitos (sobre noticias falsas), después que también respaldaron a finales de 2020 la aprobación de otras leyes para controlar a “agentes extranjeros” que reciban fondos e intenten programas que el gobierno considere que atentan contra “la seguridad del Estado”e igual apoyaron la instauración de la cadena perpetua para autores de “crímenes de odio”.

La injerencia política tiene un pasado mayor. En las últimas dos décadas, varias sentencias han vinculado las decisiones judiciales a los intereses de Ortega. En 1999, cuando el caudillo sandinista, fue acusado por violación por su hijastra Zoilamérica Narváez, la jueza Juana Méndez declaró prescrita la causa. A la vuelta de veinte años, ahora es también magistrada por apoyo del FSLN, del cual es orgullosa militante.

“Si el sandinismo no existiera, yo no fuera política. Pero mientras exista el sandinismo, yo voy a ser política, porque soy sandinista en las buenas y en las malas”, clamó orgullosa la magistrada Méndez al diario oficialista Barricada.  

En 2010, un año antes de las elecciones presidenciales, los magistrados sandinistas aprobaron una sentencia con la que Ortega —en el poder desde 2007— pudo postularse a la reelección, entonces prohibida por la Constitución.

El poder judicial ha eliminado posibles competidores del FSLN en las elecciones como en 2008 cuando quitó la personería jurídica del Movimiento Renovador Sandinista, crítico del mandatario. Ese año hubo comicios municipales.

En 2016, cuando se dieron las elecciones presidenciales, la CSJ falló contra el opositor Partido Liberal Independiente, donde varios de sus miembros estaban envueltos en una controversia jurídica interna por la representación de la organización que duró  cuatro años, y se la quitaron al opositor Eduardo Montealegre, rival político de Ortega, para entregarla a otro bando al que operadores del FSLN le ofrecieron la oportunidad de dirigir el partido antes de la sentencia.

Para el gobierno de Estados Unidos, los objetivos comunes del FSLN y el poder judicial trascienden los intereses políticos. Ese gobierno sostiene que se han facilitado sentencias como mecanismo de recaudación para el partido. “Daniel Ortega y el sandinismo han recibido dinero para financiar campañas electorales del FSLN de narcotraficantes internacionales a cambio de ordenar a los jueces sandinistas la liberación de narcotraficantes”, afirmó en el mismo sentido un cable publicado por Wikileaks en 2010. La respuesta oficial fue decir que se trató de una mentira

La construcción del poder en los tribunales

La influencia sandinista se fue construyendo desde que Ortega dejó por primera vez el poder tras el fin de la revolución sandinista en 1990. 

La magistrada Méndez relató a la misma Barricada que fue el comandante Tomás Borge, uno de los fundadores del partido de gobierno, ya fallecido, quien tuvo a cargo la estrategia de orientar que los exfuncionarios y exguerrilleros estudiaran derecho. “Había una modalidad sabatina que el Comandante Borge mandó a organizar para que nosotros continuáramos a estudiar”.

Aunque con el paso del tiempo, ascendieron hasta convertirse en jueces y magistrados y hoy son uno de los músculos más visibles en el poder ejecutivo actual, la influencia del FSLN en la CSJ se fortaleció en 2000 según el exprocurador  general Alberto Novoa, quien estuvo en el cargo entre 2004 y 2007. El momento clave ocurrió con el pacto político entre el entonces presidente Arnoldo Alemán y Ortega — en la oposición en aquel momento— lo que permitió que se repartieran las instituciones entre adeptos de ambos líderes.

La CSJ quedó compuesta por ocho magistrados liberales y ocho sandinistas. Sin embargo en 2002, cuando Alemán fue llevado a juicio por corrupción, en un proceso que investigó la misma magistrada Méndez, la balanza se inclinó al sandinista.  Se renegociaron las cuotas de poder, de acuerdo con Novoa, y los liberales entregaron todo a cambio de la libertad de su líder.

“Alemán pasó de socio mayoritario a rehén de Ortega. Una parte de funcionarios liberales, con su líder en la cárcel, se pliegan  al sandinismo en busca de protección para no perder su puesto”, explicó Novoa.

La toma total del FSLN en la CSJ se dio finalmente en 2014, gracias a la mayoría sandinista en el Parlamento que nombró a los nuevos magistrados. Fueron 11 sandinistas de un total de 16. De estos actualmente quedan 12, porque tres renunciaron al cargo y uno falleció. Los funcionarios se mantenían en sus puestos hasta inicios de 2020.

Los despidos en los tribunales de Apelaciones, decididos por los magistrados sandinistas a partir de 2014, permitieron aumentar el control, reveló el exmagistrado José Antonio Barrientos. “Después de esa barrida (despidos), quedó un dos por ciento de liberales en el poder judicial contra 98 por ciento sandinistas, pero ese dos por ciento vota como aliado para conservar su trabajo”, dijo el exfuncionario.

Acariciando el poder total, el FSLN se radicalizó en las estructuras judiciales a partir de 2018 cuando se dieron las manifestaciones opositoras que fueron reprimidas por policías y paramilitares. El objetivo era controlar el descontento. En los tribunales, tampoco se tolera el disenso con el discurso oficial como muestra la historia del ex trabajador de los juzgados de Chontales, Margarito García, quien estuvo detenido durante siete meses antes de su liberación el 18 de diciembre pasado. 

“Los que hemos salido (de la cárcel) no tenemos miedo”

Antes de que lo trasladaran a su casa por decisión del Ministerio de Gobernación, que le dio el beneficio de convivencia familiar,  García, quien laboró en los juzgados de Chontales, estuvo encarcelado y, desde prisión, se arriesgó a contar su historia a CONNECTAS.  

García dijo que su pecado fue negarse a afiliarse al partido y criticar en un espacio público al Ejército cuando Estados Unidos sancionó al general Julio César Avilés por negarse a desarmar a los paramilitares que ejecutaron la represión con la Policía. 

El ex funcionario tiene 47 años, de los cuales 18 trabajó para el poder judicial. Nunca tuvo un llamado de atención. Sin embargo, enfrentó un proceso por ocultación y destrucción de documentos judiciales, lo que él considera fue una trampa de sus superiores. 

“Deseo grandemente que mis hermanos que todavía están en la cárcel salgan porque (ellos) no se merecen ser reos políticos. Los que hemos salido (de la cárcel) no tenemos miedo”, dijo García posterior a su liberación.

La presión que enfrentan los trabajadores del poder judicial no se limitan a los expuestos por García. También se expresan  en “invitaciones” a actividades partidarias, capacitaciones y a algunos les piden hasta enviar fotografías para demostrar que participan en actividades del FSLN. Esas labores de monitoreo político son las menos públicas de las injerencias.

El ex magistrado Rafael Solís denunció durante su carta de renuncia al cargo en enero de 2019 que en Nicaragua se dio la instalación de una dictadura con características de “monarquía”.

“Sustituyendo ustedes (Ortega y Murillo) en sus decisiones  a todo el poder judicial en su conjunto incluyendo a nuestros propios jueces, a quienes defiendo porque no tenían más alternativa que obedecer las órdenes emanadas de El Carmen (residencia presidencial) y de la Fiscalía de lo contrario serían destituidos de sus cargos”,  dijo Solís.

Uno de los puntos que el exmagistrado Solís criticó fueron los juicios políticos. El caso del comerciante Luis Enrique Cuevas ilustra el exceso de la injerencia política en la toma de decisiones judiciales. Fue condenado a tres años y seis meses de cárcel por vender banderas de Nicaragua. Como se dijo, ese símbolo nacional empezó a ser considerado subversivo por el gobierno al ser usado por la oposición en sus manifestaciones.

La tragedia de Cuevas empezó el nueve de septiembre de 2018, cuando fue a vender banderas, cintillos y vuvuzelas a la “marcha de los globos” para aprovechar la clientela. Ese día lo capturaron y le quitaron su mercadería. Su susto fue cuando lo acusaron por portación ilegal de armas.

“Allanaron mi casa y se llevaron mi moto nueva que había adquirido seis meses antes. Nunca más la volví a ver. Se la robaron como a mi mercadería que compré con un préstamo que aún debo. Se llevaron todo el dinero de la venta de ese día. Me liberaron, pero no me regresaron nada. Cuando fui a reclamar me dijeron: andás buscando que te metamos preso otra vez”, relató Cuevas en octubre pasado. 

Cuando fue excarcelado fue posible, igual que García, el ex trabajador de los juzgados en Chontales, por órdenes del Ministerio de Gobernación, pero el 28 de febrero de 2019 en medio de las negociaciones del gobierno con la oposición. Desde entonces, él ha denunciado que es objeto de asedio.

Su historia engrosa los expedientes que han sido cuestionados por la parcialidad de los jueces al sandinismo. Recientemente EE.UU. sancionó a la fiscal General Ana Julia Guido, de tendencia sandinista, por la fabricación de expedientes contra opositores. 

El ex fiscal Arnulfo López, hoy defensor de presos considerados políticos por organizaciones de derechos humanos, considera que prácticamente el país volvió a un sistema donde se aplican circulares, orientaciones y “ahora hasta los procesados son culpables desde que los capturan”.

Entre las víctimas del poder judicial se cuentan también sandinistas. En el 2019, la CSJ destituyó a Indiana Gallardo, ex juez Noveno Distrito Penal de Audiencia de Managua, por permitir que familiares de presos por motivos políticos estuvieran presentes durante una audiencia preliminar. Para justificar el despido, la Corte se valió de supuestas quejas de la Fiscalía en su contra.

En contraste con Gallardo, otros funcionarios tuvieron buena estrella por su alineamiento partidario. Otoniel Aráuz Torres era juez suplente en el Tribunal único local de San Ramón, Matagalpa, una comunidad rural del norte de Nicaragua. Pero eso no le impidió hacer parte de los grupos paramilitares que atacaron a la población durante las revueltas de 2018. 

El funcionario se armó con un minifusil automático y, según el testimonio de algunos testigos, disparó contra una manifestación ciudadana. El caso se conoció por denuncias ciudadanas, pero la respuesta de las autoridades fue no solo evitar investigarlo, sino que hoy es juez titular. 

Aunque el apoyo al FSLN sea un caso público en la historia de este juez, el de Araúz (apodado en los medios como el juez paramilitar) muestra hasta qué punto el partido de gobierno controla el sistema y cómo prioriza una justicia politizada y ‘de armas tomar’ contra los opositores.

#NicaraguaNoCalla es un impulso desde el periodismo para que fluya la información que permita comprender la realidad del país centroamericano. En un año electoral crucial, donde la participación de los ciudadanos nicaragüenses marcará la diferencia, ofrecemos desde CONNECTAS este espacio donde presentaremos contenidos que ayudan a comprender una realidad compleja y con matices.

El idilio de Daniel Ortega con el gran capital
En Nicaragua, el ejecutivo cogobernó una década con el sector empresarial bajo la figura de “diálogo y consenso”. Aunque hoy lucen enfrentados, en aspectos sustanciales el acuerdo se mantiene con los grandes empresarios

 

CONNECTAS

 

En un paraje del sur de Nicaragua, detrás de enormes portones de madera corrediza, se esconde Guacalito de la Isla, un mega complejo turístico ubicado en una de las costas más bellas del pacífico nicaragüense “Costa Esmeralda”, un paraíso donde se hospedó el actor estadounidense Morgan Freeman.

Una villa completa dentro de Guacalito tiene un valor aproximado de dos millones de dólares, según información de la empresa. En las 675 hectáreas de esta playa privada existen 600 terrenos, entre ellos villas, condominios y apartamentos, que rondan entre 350.000 dólares y 3.5 millones de dólares. Es un negocio de 1.000 millones de dólares que, por la Ley 306, de incentivos turísticos aplicada por el gobierno de Daniel Ortega, está exonerado de Impuestos por transmisión de Bienes Inmuebles (IBI), es decir, por las transacciones de compra y venta de propiedades.

Sin embargo,  ni el gerente inmobiliario de Guacalito de la Isla, ni  el vocero del Grupo Pellas, Ariel Granera, aceptaron una entrevista para hablar del tema, aunque se trate de parte de los beneficios fiscales que han acompañado a los grandes empresarios en los años de “diálogo y consenso” como el gobierno llamó la relación con el sector privado.

En Nicaragua las exoneraciones significaron entre 2010 y 2014 privilegios por el orden de 1.100 millones de dólares, equivalentes al 9,3 por ciento de toda la riqueza que generó el país en ese mismo período, según las cifras más actuales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), reveladas en 2015 por el experto tributario Julio Francisco Báez.

Un vistazo a una residencia en el vecindario Verdemar, en el proyecto Guacalito de la Isla, el proyecto turístico emblemático de la familia Pellas.Foto\ Tomada de la página de Guacalito Nicaragua.

Un vistazo a una residencia en el vecindario Verdemar, en el proyecto Guacalito de la Isla, el proyecto turístico emblemático de la familia Pellas.Foto\ Tomada de la página de Guacalito Nicaragua.

«Las exoneraciones deben tener vida efímera. No pueden ser eternas. Porque se trata de que incentiven, no que pasen incentivando todo el tiempo», dijo Báez para esta investigación del especial #NicaraguaNoCalla, publicado por la plataforma latinoamericana de periodismo CONNECTAS.   

Con tasas anuales de crecimiento del cinco por ciento del PIB hasta 2017 en Nicaragua, muy superior al promedio regional, el modelo de cogobierno empresarial ganó rápidamente adeptos tanto entre los funcionarios como entre los hombres de negocios, mientras crecieron las críticas desde la sociedad civil por la deriva autoritaria del gobernante.

Los empresarios vieron aumentada su incidencia en políticas públicas, con el nombramiento de 43 de ellos en las directivas de instituciones del Estado y además lograron consensuar con el ejecutivo al menos 124 de 326 leyes antes de su aprobación por la mayoría sandinista parlamentaria entre 2008 y 2018, es decir el 40 %.

La vida en el sector privado se caracterizó por la ausencia de protestas de los sindicatos, controlados por el gobierno, y, cuando tocaba hablar de aumentos de salarios, fueron mínimos. La administración Ortega propició oportunidades de negocios con el flujo de la cooperación venezolana y los ejecutivos empresariales fueron los primeros en respaldar los cambios a la Constitución, que instauraron la reelección continua.

El hotel Mukul, en el proyecto Guacalito de la Isla. Foto\Tomada de la página de Guacalito Nicaragua.

El hotel Mukul, en el proyecto Guacalito de la Isla. Foto\Tomada de la página de Guacalito Nicaragua.

 

Cuando inauguraron Guacalito de la Isla, el 13 de enero de 2013, con una inversión de 250 millones de dólares, Pellas llamó a la inversión extranjera, luego de “dar el ejemplo”. Ese ambiente de cordialidad lo mantuvieron también en privado con las otras familias ricas del país. El cuatro de septiembre de 2013, la familia presidencial recibió a varios de ellos, José Antonio Baltodano, Juan Bautista Sacasa, César Augusto Lacayo, Pellas y al banquero nicaragüense Ramiro Ortiz Mayorga, presidente del grupo Promerica.

Esa relación acabó en abril de 2018, cuando miles de ciudadanos salieron a las calles para pedir la renuncia de Ortega, fueron reprimidos y entonces los grandes empresarios luego pidieron elecciones adelantadas para salir de la crisis. Pellas dijo al diario local La Prensa que el modelo que tanto había defendido “se agotó”. 

La crisis de derechos humanos, causada por la represión, dejó 328 asesinados, daños al sector turismo—los ingresos cayeron de 900 millones a 515  millones de dólares entre 2017 y 2019—. El Estado acosó fiscalmente a decenas de empresas pequeñas y a Piero Coen, propietario de las operaciones de Western Union, quien apoyó  a los opositores.

La intención de que la situación del gobierno con los empresarios regrese a como estaban antes de la crisis sigue siendo una propuesta estatal. El principal asesor económico de Ortega, Bayardo Arce, anunció en el Canal VosTV, propiedad de Pellas, la voluntad estatal de sentarse este año con los sectores empresariales para revisar la reforma tributaria de la que se han quejado algunos presidentes de cámaras, mientras el sector privado aseguró el 20 de enero de 2020 que no habrá conversaciones en lo económico, mientras no se resuelva lo institucional. En cualquiera de los casos, el tema de las grandes exoneraciones sigue intacto.

El empresario Carlos Pellas durante la presentación del hotel Mukul en 2013. Crédito: CONNECTAS

El empresario Carlos Pellas durante la presentación del hotel Mukul en 2013. Crédito: CONNECTAS

El auge de la banca

Desde que Ortega se sentó en la silla presidencial, los índices de rentabilidad anuales eran de 15.4 por ciento, mientras que en 2016, en pleno funcionamiento del diálogo de consenso con los empresarios, este porcentaje llegó hasta 27.8 por ciento.

Ninguno de los países de la región ha tenido este tipo de rendimiento en los últimos 13 años. El que más cerca estuvo fue Guatemala con 20.6 por ciento en 2016. A pesar de la crisis de 2018, la rentabilidad de los bancos nicaragüenses fue una de las tres mejores.

En el período 2008 y 2012, el Banco de la Producción (Banpro), propiedad de Ortiz, pasó de tener activos de 1.003 millones de dólares a 1.496 millones de dólares, convirtiéndose en el más poderoso de Nicaragua. 

En un mensaje dirigido a sus accionistas, el empresario resumió su éxito por “la prudente administración de riesgos”. El gerente del grupo, Luis Rivas, no comentó nada para este reportaje.

Las operaciones bursátiles son otro indicativo con el cual se puede medir la estabilidad financiera. El gerente de la Bolsa de Valores de Nicaragua, Gerardo Argüello, dijo que en 2017 se transaron 1.500 millones de dólares. Sin embargo, a raíz de la crisis de 2018, con todo y que ofrecen los rendimientos más elevados de toda la región centroamericana, las transacciones bajaron hasta 250 millones de dólares. “La plata es bien cobarde”, dijo.

La rentabilidad de las mineras

A pesar de la crisis, la minería registra exportaciones de 408 millones de dólares en oro hasta agosto 2020, una cifra récord en los últimos 10 años en ese sector en Nicaragua. Según Báez, se debe a las ventajas fiscales que reciben las empresas. La exención del pago de impuestos a los inmuebles dentro del perímetro de concesión y tasa de cero por ciento aplicable a las exportaciones en general convierte el aporte tributario en “irrisorio”.

Omar Vega, un ingeniero que ocupa el cargo de gerente país de la trasnacional Calibre Mining, dueña de la concesión de Mina El Limón, ubicada en el occidente del país, defendió el aporte de su compañía como algo más que pago de impuestos.

“Calibre genera un poco más de tres mil empleos dignos de manera directa e indirecta. Nuestras operaciones también aportan a la dinamización de la economía local en los municipios donde tenemos presencia y aportan con inversión social en proyectos específicamente de educación, salud y medios de vida”, dijo.

En 2015, en Mina El Limón hubo enfrentamientos entre policías y trabajadores, que provocaron la muerte de un oficial, porque los mineros pedían más beneficios que se negaban a otorgarles.

“Ahora tenemos el apoyo del gobierno: para que el personal no salga a hacer huelga, ellos (operadores del Frente Sandinista) buscan cómo resolverlos”, dijo Luis Ramos, secretario del sindicato Pedro Roque Blandón, el más grande, con 350 afiliados de los 550 trabajadores de la minera.

Carlos Urrutia, secretario del Sindicato Independiente de Trabajadores Mineros (SITRAM), dice que los trabajadores tienen el convenio colectivo mejor pagado de toda Nicaragua, ya que reciben salarios que promedian 1.400 dólares.

La alianza entre públicos y privados es similar a la que tuvieron los empresarios con Anastasio Somoza García, quien gobernó entre 1937 y 1956, según el sociólogo e historiador Oscar René Vargas, un sistema de gobierno guiado bajo la lógica de las tres p desde el punto de vista del ejecutivo: “plata para los aliados, palo para los indecisos y plomo para los enemigos”.  

En abril de 2018, la hegemonía de Ortega entró en crisis y con ello varios de sus antiguos aliados. El experto tributario Báez dice que “los empresarios actualmente tienen una nostalgia de que revivan los intereses que tenían con el gobierno, y que, por la crisis, están moribundos o por morir”. 

Si le interesa saber más de este cogobierno en Nicaragua ingrese al especial acá

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CONNECTAS Ene 23, 2021 | Actualizado hace 3 años
La impunidad viaja en patrulla en Nicaragua
Los engranajes del sistema de justicia evitan investigar los abusos de derechos humanos cometidos por la Policía del país centroamericano. Los autores del crimen contra una familia en 2015 hoy están libres, participan de la represión del Estado  y son condecorados por el ejecutivo

CONNECTAS

 

En una pared del hogar de la familia Reyes Ramírez sobresale un collage con fotos de los hermanos José Efraín y Aura Marina, y su tía Katherine Anielka Ramírez Delgadillo. Los tres fueron asesinados por agentes antinarcóticos la noche del 11 de julio de 2015. La imagen es el recuerdo más visible en la sala-comedor de la vivienda. “Ella (Aura Marina) traía ese vestido el día de su muerte”, recuerda Yelka Nohemi Ramírez, madre y hermana de los asesinados.

La imagen muestra al niño de saco y corbata; a la niña con un traje blanco; y a la tía con un vestido oscuro. El día de su asesinato, José Efraín tenía 11 años; Aura Marina, 12 años; y Katherine, 22 años.

La madre cuenta sin problemas detalles de la imagen, pero no quiere hablar de lo ocurrido la noche del asesinato. “Ya dije todo lo que podía decir”, se excusa. Yelka tampoco quiere referirse a lo que ha pasado años después de la masacre con los oficiales que participaron en la matanza.

 

Aura Marina Reyes Ramírez. \Cortesía familia 

José Efraín Reyes Ramírez. \Cortesía familia 

Según los registros oficiales, los culpables fueron 14 oficiales. Nueve fueron acusados y condenados, pero ocho de ellos siguen activos en la institución, uno en la vida civil, pese a que la sentencia estableció penas de cárcel que oscilaron entre dos y 11 años, dependiendo del nivel de responsabilidad establecido por la Fiscalía.

El jefe del operativo, el entonces capitán Zacarías Salgado, tenía una condena que finalizaría en 2026. Sin embargo, esta investigación realizada por CONNECTAS parte del especial #NicaraguaNoCalla, encontró que sigue en la Policía, y fue ascendido y condecorado por el presidente Daniel Ortega.

El abogado de los familiares, Carlos Alemán, confirmó que, cinco años después de ocurrido el crimen, el caso está pendiente de que se resuelva en el Tribunal de Apelaciones, un impasse legal que no impidió que los ocho oficiales activos recibieran promociones por el presidente Daniel Ortega.

De acuerdo con un acuerdo presidencial, publicado en la gaceta diario oficial en 2018, fueron condecorados con la Medalla al Valor “Sub Comisionado Juan Ramón Tórrez Espinoza”, por sus “acciones heroicas a riesgo de sus vidas” y por la “protección de las personas, familias y comunidades”. 

El director de la Policía (centro), acompañado del jefe de Operaciones Especiales (de negro) y el jefe de la Dirección de Auxilio Judicial. Foto\Tomada de la Policía Nacional

El caso más destacable para los organismos de derechos humanos internacionales fue el del capitán Salgado, que fue ascendido a comisionado en su calidad de segundo jefe de las Tropas de Intervención Rápida (Tapir), un grupo élite dentro de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía, señalado de abusos a derechos humanos. 

Es decir, Salgado, un experto francotirador, fue promovido dos rangos por encima del que tenía cuando ocurrió el crimen, lo que contrasta con la propia ley nicaragüense, que establece una permanencia mínima de cinco años en el cargo cuando se trata de capitán y otros cinco en el grado siguiente. Según eso, el jefe policial solo podría haber sido ascendido al rango de comisionado hasta el año 2025.

 

El comisionado Zacarías Salgado fue condecorado en 2018.  Actualmente es segundo jefe de la tropa de intervención rápida. Foto\Tomada de la Policía Nacional

El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), conformado por la Organización de Estados Americanos para investigar los abusos cometidos en 2018, interpretó el caso de Salgado como un mensaje de apoyo a la actuación policial, lo que contrasta con que hasta ahora no se ha informado sobre “la existencia de investigaciones internas para esclarecer responsabilidades”.

Para el abogado de derechos humanos, Gonzalo Carrión, esto solo pudo ser posible por actuación conjunta de la Policía, la Fiscalía y los jueces —parcializados al FSLN— para fomentar la impunidad. “Ellos simplifican (todo el proceso) como se hacen volados (favores) entre ellos, la forma en que capturan, la forma en que investigan y la forma en que acusan y la forma en que condenan” determina el resultado del juicio, explicó.

Subrayó que el caso fue el ensayo de la impunidad policial que vendría después con lo ocurrido en la represión contra opositores en 2018 cuando, pese a los informes documentados de la OEA, no se ha investigado a nadie por las denuncias de abusos.

Oficialmente la masacre fue explicada como un error. De acuerdo al expediente judicial del caso, la Dirección Antinarcóticos de la Policía Nacional recibió la información de que en el sector de las Cuatro Esquinas, Las Jaguitas, pasaría “un importante cargamento de droga”, para lo cual los delincuentes usarían un vehículo liviano, color blanco, y una motocicleta, como avanzada.

La familia Reyes Ramírez venía de un culto evangélico en el sector de Villa Libertad y, para acortar el camino hacia su vivienda, Milton Antonio Reyes, padre de las víctimas, tomó un atajo por el sector de las Cuatro Esquinas. Ellos viajaban en un vehículo Toyota Corolla, color blanco.

El camino, en ese entonces, era de tierra, estrecho y oscuro, lo que dificultó la visibilidad de los viajeros. Además de Milton y las tres víctimas mortales, en el carro venían Yelka Nohemi; Milton Ezequiel Reyes Ramírez; de cuatro años; Axel Antonio Reyes Ramírez, de 14 años; y Miriam Natasha Guzmán Ramírez, de cinco años. Los dos últimos resultaron heridos de bala.

De acuerdo a los documentos judiciales, el capitán Salgado “por imprudencia” no acató los protocolos policiales para el corte de caminos como la instalación de señales lumínicas para detener a los transeúntes como conos naranjas, bastones, chalecos o guantes fluorescentes, que permitan reconocer que se trata de policías. Sin embargo, todos los oficiales vestían “ropa oscura, cubiertos sus rostros con pasamontañas, y sin señal identificativa alguna”. 

El expediente agrega que los agentes se posicionaron en los costados del camino, divididos en tres grupos, en un tramo de 800 metros. La familia desembocó en ese sector a eso de las ocho de la noche. Salgado “en una acción disfuncional, negligente y sin control de la situación” saltó al camino, por delante del vehículo, y le hizo una señal de alto para que detuvieran su marcha, describe el sumario judicial.

“Los ocupantes del vehículo creen que se trata de un robo, continúan y aceleran su marcha. Los agentes creen que el capitán ha sido arrollado y reaccionan con disparos al vehículo, lo que sucede a lo largo del tramo”, reseña el documento. En total fueron 38 balazos. El vehículo se detuvo porque chocó con una camioneta gris.

El 22 de julio de 2015, la Fiscalía presentó la acusación contra nueve de los 14 oficiales, por los delitos de homicidio imprudente, lesiones imprudentes, exposición de personas al peligro y daños. La causa fue radicada en el Juzgado Cuarto Local Penal de Managua, a cargo de la jueza Alia Dominga Ampié, una judicial vinculada al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Un día después se llevó a cabo la audiencia inicial, donde los acusados admitieron los delitos y evitaron la realización de un juicio oral y público. 

Tras las confesiones, la Defensoría Pública —a cargo de la defensa de los oficiales— solicitó a la jueza que no siguiera con el juicio y valorara la admisión de hechos como un “acto a favor” de los acusados. La jueza Ampié accedió a la petición de la defensa y tomó como atenuante para imponer penas mínimas que los acusados no tenían antecedentes y la propia confesión del crimen.

La jueza leyó la sentencia el jueves 30 de agosto de 2015, sin la presencia de los familiares de las víctimas. CONNECTAS solicitó un comentario a la oficina de Relaciones Públicas de la Policía Nacional en Managua, pero no respondieron.

Si le interesa conocer más información de este caso, ingrese a este enlace

#NicaraguaNoCalla es un impulso desde el periodismo para que fluya la información que permita comprender la realidad del país centroamericano. En un año electoral crucial, donde la participación de los ciudadanos nicaragüenses marcará la diferencia, ofrecemos desde CONNECTAS este espacio donde presentaremos contenidos que ayudan a comprender una realidad compleja y con matices.

 

CONNECTAS Ene 21, 2021 | Actualizado hace 3 años
La sombra de Daniel Ortega
Runrunes se suma a la red de medios que publica #NicaraguaNoCalla, serie de reportajes coordinada por Connectas que  ayuda a comprender la compleja realidad del país centroamericano en un año electoral crucial para los nicaragüenses y frente a un contexto de censura y restricciones a la libertad de expresión
Pocas personas hablan de él en Nicaragua, a pesar de que ha sido la mano derecha del mandatario durante décadas. Su nombre cobró relevancia con las sanciones impuestas por la comunidad internacional que persiguen la corrupción y las violaciones a los Derechos Humanos en el país. Este es Néstor Moncada Lau, un poderoso ex policía formado en inteligencia, cuyas decisiones se mantienen ocultas

 

En el primer círculo de poder en Nicaragua, al lado de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se ubica Néstor Moncada Lau. Sus 40 años de lealtad le han valido el cargo de asesor de seguridad nacional en un aparato de inteligencia militar al que pertenecen antiguos guerrilleros y jóvenes guiados por igual en su fidelidad al caudillo y al partido.

Moncada es conocido como “Chema” desde la revolución sandinista. Ha contado con mucho más poder que el reconocido oficialmente en el país y fuera de sus fronteras. Para todo fin práctico es como un fantasma. No figura en comparecencias públicas y su presencia pública es casi nula. Pese a su relevancia en varios hechos públicos de alto impacto en su país, poco se conoce de él, no existen reseñas, e incluso su fotos públicas son escasas. Este perfil, realizado por la plataforma latinoamericana de periodismo CONNECTAS en el marco del especial #NicaraguaNoCalla es de las pocas publicaciones periodísticas que han buscado arrojar luz sobre este sombrío personaje.

Sin embargo, en los últimos dos años, su nombre ha sido mencionado como una de las personas clave que participó de las graves violaciones a los derechos humanos de los nicaragüenses que se intensificaron en abril del 2018. Es por eso que su nombre aparece en las listas de sancionados de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Suiza, y del Reino Unido. 

Esta es la fotografía más conocida de Néstor Moncada Lau, un hombre de pocas imágenes públicas. A lo largo de su carrera, se le ha señalado por su supuesta participación en actos terroristas, también en corrupción y crímenes. Foto\Cortesía La Prensa

Moncada desembolsó pagos para contrarrestar manifestantes en nombre de Ortega y Murillo y, a través de sus diversas funciones de inteligencia, trabajó para sobornar y chantajear a personas para obtener su apoyo o evitar que se opusieran al gobierno de Ortega. Además, se ha involucrado en actos de corrupción a favor de Ortega y Murillo. En al menos un caso, trabajó con el presidente para encubrir la conducta sexual de Ortega con una menor”, se lee en la nota de prensa del Departamento del Tesoro cuando la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) explicó porqué lo sancionó en noviembre de 2018 junto a Rosario Murillo, Vicepresidenta y esposa de Ortega.

Si bien las sanciones internacionales no son resultado de un juicio, son decisiones tomadas sobre fuentes calificadas y privilegiadas de los países. Que en el caso de Néstor Moncada Lau haya coincidencia de varios países sobre el tema, deja un poco débil el argumento de respuesta del Gobierno de Nicaragua que se refirió a las medidas como una “continuidad histórica de la injerencia y la política intervencionista de la potencia imperial norteamericana contra Nicaragua”.

Para los opositores como el exdiputado Eliseo Núnez, Moncada Lau es el que “controla el día a día de la represión” que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sólo en los hechos del 2018 cobró la vida de 328 personas. En ese trabajo Moncada respondería directamente a la familia presidencial y atendería las tareas encomendadas por ellos. Nicaragua es hoy en día un país, en el que se reportan asedios  de patrullas policiales en las casas de opositores, permanecen en las cárceles al menos 100 presos considerados como políticos por las Organizaciones de la Sociedad Civil, y donde las madres de las víctimas asesinadas siguen pidiendo justicia.

El entorno familiar de Moncada Lau también hace parte de la compleja fotografía de este poderoso y enigmático personaje. Se conoce que su hermano Óscar es el director de Aduanas en Managua y uno de sus hijos, Ernesto David, es inspector general de la Dirección de Migración y Extranjería.  Pero dentro de su seno familiar también tiene detractores. Álvaro Moncada, otro de sus hermanos, es un hostil contradictor y en sus redes sociales lo ha calificado como “sicario”. 

Tras las sanciones de Estados Unidos, impuestas a Néstor Moncada, en las redes sociales circularon estas fotografías de él con su familia. Foto\Redes sociales

Formado en Cuba

Desde niño el asesor conoció lo que era el burocratismo y el poder de las armas en el régimen de la familia Somoza, por el trabajo de su padre. El asesor es hijo de un oficial administrativo de la Guardia Nacional, Oscar Moncada Aráuz, quien se casó con Elsa Lau. Tuvieron ocho hijos. Él es el mayor.

Se crió en el barrio popular de Altragracia en Managua, donde algunos vecinos consultados para este reportaje lo recuerdan poco, más bien como alguien alejado de todos desde hace años, a quien nadie se le acerca ni para pedirle un favor. 

¿En qué momento acumuló tanto poder este personaje? ¿Cómo se conoció con Ortega y Murillo? Quienes lo tratan no señalan un momento preciso de este encuentro que acabó en una relación de lealtad, mediada por sus intereses personales y los de la familia presidencial. 

No desarrolló una militancia destacada dentro del Frente Sandinista. Un exfuncionario del extinto Ministerio del Interior describe su rol como modesto. Su momento más visible ocurrió cuando se dio el asesinato de Jorge Salazar, un destacado empresario, vicepresidente de la principal patronal del país, el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) en los ochenta. Fue el embajador estadounidense Lawrence Pezullo, quien denunció la participación del asesor y lo llamó el “infiltrado” en un memorándum enviado al Departamento de Estado, en el cual dijo que ese joven desconocido era el número tres de la antigua Seguridad del Estado sandinista. 

El asesor del presidente Daniel Ortega, Néstor Moncada Lau, es quien dirige en las sombras a la Policía, según fuentes del partido de gobierno, quien dicen que “Chema” es temido a todos los niveles. Foto\Tomada de las redes sociales

La mención de Moncada Lau en el crimen y la denuncia de los familiares de Salazar no lo llevó a ninguna sanción penal. Tras esta situación lo enviaron a Cuba, donde recibió entrenamiento de “inteligencia y contrainteligencia” durante dos años. Al regresar a Nicaragua, fue ubicado en la Policía Sandinista. El asesor llegó a ocupar la segunda jefatura de la Dirección de Investigaciones Económicas, en la cual se investigaban los casos de corrupción y falsificación de moneda. Alcanzó el rango de subcomandante. En 1992, la jefatura de la Policía decidió su retiro tras años de servicio en los cuales no es fácil ubicar en qué tipo de formación y curso policial participó.

Sobre su perfil como agente de inteligencia, un alto cargo militar bajo condición de anonimato, sostiene que tiene una “mentalidad tenebrosa”  y sabe mover los mecanismos de la represión, intimidación y extorsión del gobierno. 

Más fuentes consultadas no aceptaron hablar sobre él. Su nombre se pronuncia prácticamente entre murmullos. Para la elaboración de este perfil periodístico, CONNECTAS hizo 23 solicitudes de entrevistas, entre políticos, activistas de derechos humanos, militares en retiro, funcionarios y ex funcionarios de gobierno, académicos en Nicaragua, pero ninguno  opinó sobre el poderoso funcionario. 

Sexo, sangre y lealtad

La trayectoria de Moncada Lau, es también un repaso de la historia poco conocida del afianzamiento del actual poder presidencial. Su lealtad con Ortega la ha sostenido en el tiempo, pasando por momentos duros como el día que el caudillo sandinista aceptó la derrota electoral de 1990, aunque prometió que gobernaría “desde abajo”. Los años de la transición democrática tras la guerra civil en los años ochenta se caracterizaron porque el FSLN paralizó el país, a través de huelgas indefinidas y protestas en búsqueda de réditos políticos. En esos años convulsos, igual se mantuvo firme con el caudillo.

Las sombras que persiguen a Moncada Lau son múltiples. En 1995 hubo una docena de atentados con explosivos a iglesias católicas, y en su momento las hipótesis que presentaban observadores en los medios locales generaban sospechas de cual sería su rol. Dos años después, como lo relata La Prensa  Moncada Lau fue capturado “en el costado sur del antiguo estadio nacional de béisbol, con dos tacos de tipo TNT que tenía ocultos debajo de uno de los asientos del vehículo en que se transportaba”. El lugar era cercano a la sede de campaña de Arnoldo Alemán que un día después se posesionaría como nuevo Presidente. Por este hecho Moncada Lau fue sentenciado a 18 meses de prisión en un juicio que dejó muchas inquietudes en el público según lo han reseñado medios especializados. 

El periodista Carlos Guadamuz, un antiguo amigo de Daniel Ortega que se enemistó con él, fue candidato a la Alcaldía de Managua en el año 2000. Cuatro años después sería asesinado por un exagente de la Seguridad del Estado nicaragüense en los años ochenta, William Hurtado.

En el marco de otro crimen, el del periodista Carlos Guadamuz, también salió a relucir el nombre de Moncada, sin que aún haya claridad de la relevancia de su mención asociada con los hechos. Pero quizás el sello de máxima lealtad de Moncada Lau con Ortega vino por cuenta de unos denuncias según las cuales se habría prestado para encubrir el abuso sexual que el actual mandatario habría tenido de una menor en 2005.

Según reporta el diario Las Américas en 2015, Elvia Junieth Flores tenía 15 años cuando Ortega se le acercó después de conocerla en un acto de campaña electoral, pues junto a su hermana eran de la Juventud Sandinista. Él mandó a buscarla, le pidió su número y después conoció a la familia de la víctima, formada por conocidos militantes sandinistas en el norte del país, a quienes invitó a la Secretaría del FSLN.  Durante tres años, los parientes de ella mantuvieron relaciones cordiales con el caudillo sandinista y, según denunció la familia, fruto de esa relación hubo una hija de Flores y Ortega. Para evitar el escándalo Moncada Lau reconoció legalmente a la menor.  

CONNECTAS intentó conversar con ella para este reportaje sobre el asesor, pero no respondió a la solicitud.

El poderoso secretario de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Néstor Moncada Lau, en otras de las escasas imágenes que hay sobre su trayectoria. Foto\Cortesía La Prensa

Varios años después de conocer a Flores quedaría en evidencia el nivel de compromiso de Moncada Lau en sus acciones como ficha clave en la inteligencia. Corría 2011 y se le asignó a Moncada investigar un sistema ilegal de recaudación de fondos. En el informe presentado vinculó a su antiguo jefe en la Seguridad del Estado, el excoronel Lenín Cerna, entonces de confianza de la dupla Ortega Murillo. La denuncia marcó la ruptura que llevó al retiro del militar de las estructuras del FSLN, y a Moncada Lau a sellar su posición en un lugar privilegiado, empoderado a la sombra de la familia presidencial, participando incluso en negocios como Difuso, una productora de contenido asociada a un hijo del mandatario, beneficiada con contratos estatales, donde tiene el 40 por ciento de las acciones, según información fiscal.

Buscando superar el laberinto impuesto por el secretismo nicaragüense se buscó contrastar los hechos expuestos con Moncada por varías vías. La prensa extranjera identifica a Idania Castillo, actual directora de la Cinemateca Nacional de Nicaragua y ex esposa de uno de los hijos de Ortega, como el canal de comunicación con la Presidencia. Se envió a través de ella un cuestionario. No tuvo respuesta. 

Localmente se buscó llegar al despacho del asesor para radicar el mismo cuestionario y buscar una entrevista. Lo más cerca que se pudo llegar fue a unos 300 metros donde luego de una larga espera un comisionado, que no se identificó recibió con desdén la comunicación. No quiso firmar el recibido de la solicitud. “Tengan la plena seguridad que se la entregaremos», dijo. Sonrió, cruzó la calle y se ubicó entonces detrás de un retén ubicado en la residencia de Ortega, donde está la oficina de su secretario privado.

Las inmediaciones de la residencia presidencial de Daniel Ortega están rodeadas de barricadas y miembros de la Policía. Foto\Cortesía La Prensa