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Las barbudos del diablo, Asdrúbal Aguiar

 

En mi precedente columna – La mano de Dios – señalo como vertebral que “Venezuela no tendrá siglo XXI sin redescubrir su auténtico ethos. Uno que le hable y nos hable de civilidad en el espacio de lo compartido, como patrimonio intelectual de lo venezolano”, consistente con el ideario liberal de nuestros verdaderos padres fundadores.

Ahora agrego que, en esa empresa de grave enmienda histórica pendiente, ajena a las reescrituras, no pueden entremeterse los barbudos del diablo; ello, si se entiende que los barriales que le dan forma a nuestra actual tragedia tienen una causa mediata de la que somos culpables todos, a menos que optemos por negar a nuestros mayores o creernos, en lo personal, ínsulas de un desierto sin historia.

Una foto de 1959 que tropiezo en las redes es reveladora. De un avión de Cubana de Aviación, posado en el aeropuerto de Maiquetía, se bajan Fidel Castro y la camada de guerrilleros que le acompañan, entre otros, Celia Sánchez, Pedro Miret, Paco Cabrera, Violeta Casals, Luis Orlando Rodríguez. Multitudes de venezolanos los cercan y celebran. Repiten el asombro y la exaltación que hacen presa de nuestros antepasados ante la llegada de Cristóbal Colón a las costas de Paria, al Paraíso Terrenal.

El presidente de la Junta de Gobierno, Contralmirante Wolfgang Larrazábal – reseña María Fernanda Muñoz teniendo como fuente los archivos de la embajada de la isla en Caracas – antes le ha hecho un obsequio de armamentos y pertrechos al visitante “ilustre”. Esta vez el jefe del Apostadero Naval de La Guaira le entrega como homenaje un rifle FAL. Allí se encuentran las representaciones de AD y de URD, encabezadas por Luis B. Prieto Figueroa y Jóvito Villalba.

Hace 60 años, pues, precedido de los discursos laudatorios y encendidos de Gustavo Machado por el partido comunista, del mismo Jóvito, y de los dirigentes adecos José González Navarro y Jesús Ramón Carmona, un Castro exultante deja su huella cancerígena sobre el cuerpo de nuestra balbuceante democracia civil. Desde la Plaza O’leary, en Caracas, nos traza un catecismo. Hugo Chávez Frías lo perifonea más tarde, en la hora apropiada, como último eslabón de una larga cadena. Es apenas un ingenioso muñeco de ventrílocuo.

“De Venezuela solo hemos recibido favores. De nosotros nada han recibido los venezolanos…; hicieron llegar el bolívar hasta la Sierra Maestra, divulgaron por toda la América las trasmisiones de Radio Rebelde, nos abrieron las páginas de sus periódicos y algunas cosas más (¿?) recibimos de Venezuela”, confiesa el recién bajado de la Sierra Maestra.

Su mira sobre nuestras Fuerzas Armadas y la envidia de nuestra economía petrolera destacan en él desde esa hora germinal. Su despropósito lo deja colar, como ejemplaridad y para quienes le oyen sin ánimo crítico: “Se decía que era imposible una revolución contra el ejército, que las revoluciones podían hacerse con el ejército o sin el ejército, pero nunca contra el ejército, e hicimos una revolución contra el ejército. Se decía que, si no había una crisis económica, si no había hambre, no era posible una revolución y, sin embargo, se hizo la Revolución”.

Miguel Ángel Bastenier dirá bien que “El fantasma de Bolívar es siempre el espectro más fácilmente conjurable en la memoria del pueblo venezolano”. Castro, desde antes, sabe cómo usarlo y exprimirlo, anhelante ya, en aquél 23 de enero de 1959, de expandir su épica destructora hacia América Latina, tal y como lo denuncia Rómulo Betancourt en 1964.

“Los hijos de Bolívar tienen que ser los primeros seguidores de las ideas de Bolívar. Y que el sentimiento bolivariano está despierto en Venezuela lo demuestra este hecho, esta preocupación por las libertades de Cuba, esta extraordinaria preocupación por Cuba. ¿Qué es eso, sino un sentimiento bolivariano? … ¿Y por qué no hacer con relación a otros pueblos lo que se hace con relación a Cuba?”, pregunta este Almirante descubridor redivivo a quienes le miran pasmados, embelesados, y se apretujan en medio de los edificios de El Silencio caraqueño.

Cuando el citado Bastenier, desde El País de España, editorializa en 1989 sobre “La coronación de Carlos Andrés Pérez” lo hace, transcurridos 30 años desde el memorable discurso de Castro, para destacar los hechos protuberantes, a saber, “la apabullante figura del líder cubano” y el constatar que “lo más visible de la opinión venezolana se le ha entregado hipnotizada”.

“Yo no pretendo trazarle pautas a este pueblo, …” dice éste a los venezolanos para despedir su maratónica perorata a un año de la caída de Marcos Pérez Jiménez y para justificar, zorrunamente, su mefistofélico providencialismo: “Yo no he hecho más que hablarles a ustedes como les he hablado a mis compatriotas [pues] llevo dentro de mí toda esa fe que las multitudes son capaces de inyectarles a los hombres. Ojalá que … puedan ser entendidas [estas palabras mías] en todo su hondo sentido, …,”.

Castro, al término, presenciando la toma de posesión de CAP en el Teresa Carreño no hace sino celebrar el momento de madurez de su accionar germinal. Tanto que, transcurridos los 25 días abre las puertas del infierno y su primera llamarada se engulle a varios centenares de inocentes, durante El Caracazo. Lo demás es cosa sabida, realidad sufrida hasta el despellejamiento, por ausencia de memoria.  

 

@asdrubalaguiar

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Los Runrunes de Bocaranda de hoy 04.09.2018: MEDIO: Ilusiones falsas
MEDIO
OTRO ENGAÑO ROJO: 

Viendo el éxito de los médicos venezolanos graduados en las Facultades de Medicina de las universidades reconocidas como la UCV, LUZ, ULA,UC y UCOLA al conseguir trabajo de inmediato y llegar hasta altos cargos en las escuelas médicas de Chile o ganándose premios por su desempeño en Estados Unidos y Gran Bretaña, no se le ocurrió mejor idea a los “médicos comunitarios aupados por Chávez y Fidel” que presentarse en países como Perú y Ecuador con su “experiencia y credenciales rojos rojitos”. Bajo engaño les prometieron Fidel y Hugo que serían “exportables dada su preparación”. La ilusión de verse graduados en cadena nacional con Chávez, Maduro y los jefes cubanos no les permitió ver la pobreza de su preparación, donde ni siquiera abrieron un cadáver, sino que vieron solamente videos de operaciones. Ya en Perú, donde un grupo de estudiantes locales habían viajado al “curso de medicina integral” dictado en Caracas, se tenía conocimiento de la mediocridad e ignorancia de dichos “médicos graduados”. Inculcar la ideología marxista era la principal razón para los cubanos. En Lima a los estudiantes peruanos se les hizo un examen para revalidar los conceptos teóricos y todos fueron reprobados. Pues a ese país se presentaron los primeros migrantes venezolanos que creyeron serían aceptados ante lo que habían leído en los medios y redes. Ni un chequeo general a un paciente supieron hacer. Desde la explicación de los órganos del cuerpo hasta la escritura de los récipes sufrieron desaprobación absoluta. Ilusiones falsas que repartió y sembró el caudillo de la mano de Cuba. En ningún país llenan los requisitos. Lo grave es que la mayoría sabía que estaban siendo estafados por la “robolución” pero entre la ideologización y las prebendas se hacían los locos.

El 23 de enero, camino de libertad, germen de la tiranía, por Asdrúbal Aguiar

@asdrubalaguiar

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HURGO EN LAS REDES SOBRE EL 23 DE ENERO DE 1958, fecha en la que abandona el poder el dictador venezolano, General de División Marcos Pérez Jiménez y cuando asume el gobierno de una Junta Militar que preside el Contralmirante Wolfgang Larrazábal y componen los Corones Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate; recompuesta 24 horas después al protestarse la presencia de los dos últimos, estrechamente vinculados a la satrapía e ingresando a la misma dos civiles, Eugenio Mendoza y Blas Lamberti.

No encuentro el texto del discurso que lee esa mañana a través de la televisión – en blanco y negro – Larrazábal, cuya imagen se me graba y signa mi primer tropiezo con el hecho político. Friso los 9 años.

La prensa atribuye el derrocamiento a la jornada cívica del 21 de enero y la acción de las Fuerzas Armadas, si bien el desenlace lo pavimentan otras circunstancias cuyos efectos acelera el fraude electoral – plebiscito – del 15 de diciembre de 1957. Merman los ingresos fiscales petroleros y falta dinero para pagarle a los empresarios vinculados a la dictadura y, de suyo, a la clase trabajadora. Ha lugar a la ruptura del liderazgo dentro de las Fuerzas Armadas de Pérez Jiménez por su empeño continuista, quien da de baja a muchos de sus compañeros.

El alzamiento militar del 1° de enero, a pesar de su fracaso, mineraliza en el imaginario la expectativa del cambio. Deja a su paso numerosos muertos, heridos y prisioneros. Es el inmediato detonante, que no sosiegan los dos cambios de gabinete realizados intempestivamente por el dictador antes de huir hacia República Dominicana.

Los titulares de los periódicos marcan el sesgo: la obra de la insurgencia popular ó la obra del malestar en los cuarteles. En El Nacional se lee “Derrocada la tiranía”, mientras El Universal titula “Depuesto el régimen de Marcos Pérez Jiménez”. Desde el interior se aprecia mejor la confluencia de sucesos y el objeto que se alcanza: “Liberada Venezuela”, “El tirano Pérez Jiménez huyo cobardemente en avión”, dice El Impulso de Barquisimeto.

De modo telegráfico El Universal resume los particulares del mensaje al país leído a las 6 de la mañana del 23 de enero: La Junta asume el mando a las dos de la mañana; se propone mantener el orden, la tranquilidad y la armonía entre todos los sectores del país; ordena liberar a los presos políticos, militares y civiles, comenzando con los detenidos del alzamiento del día primero; anula los retiros militares ocurridos desde el día 31 de diciembre; convocará oportunamente a elecciones libres; da libertad de prensa, radio y televisión; y anuncia continuar las buenas relaciones internacionales del país. En horas de la tarde tiene lugar el nombramiento de ministros, entre civiles y militares.

Me llama la atención no encontrar digitalizada la obra Mensajes presidenciales: 1830-1973 de Antonio Arellano Moreno, que recoge lo dicho por Larrazábal. Navegando, como se dice, lo que sí me tropiezo a cada instante  son los discurso de Fidel Castro en Caracas, del 23 de enero del año siguiente.

Ha venido a celebrar el aniversario del derrocamiento de la dictadura. Es recibido multitudinariamente por venezolanos en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, a donde aterriza en un avión de Cubana de Aviación pagado por sus anfitriones de Caracas.

“De Venezuela solo hemos recibido favores (APLAUSOS)”, afirma. “De nosotros nada han recibido los venezolanos y, en cambio, nos alentaron durante la lucha con su simpatía y con su cariño; hicieron llegar el bolívar hasta la Sierra Maestra (APLAUSOS), divulgaron por toda la América las trasmisiones de Radio Rebelde, nos abrieron las páginas de sus periódicos y algunas cosas más recibimos de Venezuela (APLAUSOS)”.

Observo, así, devaluada nuestra memoria sobre lo propio y a propósito de ese día crucial para nuestras libertades. Me contento con revisar la página de El Universal de dicha fecha, que salva lo sustantivo del pensamiento de Contralmirante: “Las Fuerzas Armadas se creen en el deber de advertir a todos los venezolanos que el destino común de la democracia orgánica que necesitamos debe fundamentarse sobre la base de una identificación de la colectividad entre sí y con estos principios fundamentales: libertad dentro de la Ley, unidad dentro del honor, generosidad dentro de la Justicia… conducir[á] el país en esta contingencia por un camino de dignidad, respeto y consideración cabal de los derechos que integran la dignidad de la persona humana”.

Hace casi 60 años Castro, ya entremetido, busca fijarle otro camino a los venezolanos que hace mella para nuestra tragedia, la de ahora, y en toda la región: “Y al respaldarnos de esta forma apoteósica con que han respaldado hoy a la causa de Cuba, ¿qué es eso si no seguir las ideas de Bolívar? ¿Y por qué no hacer con relación a otros pueblos lo que se hace con relación a Cuba?”.

Su trampa dialéctica juega a la doblez zorruna – calcada en el narco-régimen genocida de Nicolás Maduro – y con el cinismo desembozado de criminal: “¿Es que está mal que se arrastre a un esbirro? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). No, no está mal; pero nosotros le dijimos al pueblo: no arrastren a nadie para que los eternos detractores de las revoluciones no tengan pretexto para atacarla, … basándose en los hechos que ocurren inmediatamente después del triunfo, y uno de los argumentos que usan son los saqueos y los hombres arrastrados por las calles (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES)”.

 

Los Runrunes de Bocaranda de hoy 14.08.2018: MEDIO: Párrafos reveladores
MEDIO
QUIEN BIEN LOS CONOCE: 
Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y hoy es consultor para la resolución de conflictos internacionales. De su artículo reciente en “El País” de Madrid extraigo estos párrafos reveladores: “La tragedia venezolana no tiene precedentes en Latinoamérica. Algunos consideran que Venezuela puede convertirse en otra Cuba, pero lo más probable es que Cuba acabe pronto convertida en otra Venezuela. Estamos frente a la repetición del efecto dominó que derrumbó a los regímenes del campo socialista en Europa Oriental, cuando hizo implosión la economía soviética. Las relaciones económicas entre estos Gobiernos funcionaban bajo lo que se conocía como Consejo Económico de Ayuda Mutua (CAME). Fidel Castro copió el CAME y se inventó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) para salvar su régimen con el petróleo venezolano. La implosión económica de Venezuela ha desatado un efecto dominó que pone en jaque a los regímenes de Nicaragua y Cuba y a toda la extrema izquierda continental. Las economías de los ocho regímenes de Europa del Este y Cuba sobrevivían por el subsidio petrolero y económico soviético. Cuando este terminó, los países comunistas europeos colapsaron a pesar de contar con poderosas fuerzas armadas, policías y servicios de inteligencia. Cuba perdió el 85% de su intercambio comercial, su PIB cayó un 36%, la producción agrícola se redujo a la mitad y los cubanos debieron sobrevivir con la mitad del petróleo que consumían. Castro decidió “resistir” con lo que llamó “periodo especial” para evitar que la hambruna terminara en estallido social. En esas circunstancias apareció el subsidio petrolero venezolano que salvó al socialismo cubano del colapso. El dinero venezolano, a través de ALBA, construyó una extensa defensa geopolítica, financió a Unasur, a los países del Caribe y a Gobiernos y grupos de izquierda en Nicaragua, Ecuador, El Salvador, Honduras, Chile, Argentina, Bolivia y España. Pero, como era previsible, la economía venezolana terminó en un desastre, resultado de haber expropiado más de 700 empresas y cerrado otras 500.000 por efecto de los controles que impuso al mercado. El chavismo destruyó la planta productiva y perdió a la clase empresarial, gerencial y tecnocrática del país. Este desastre terminó alcanzando al petróleo, con la paradoja de que ahora que los precios subieron, la producción se ha derrumbado porque Pdvsa quebró al quedarse sin gerentes y técnicos. El chavismo asesinó a la gallina de los huevos de oro, los subsidios al izquierdismo se acabaron y lo que estamos viendo ahora son los efectos. Más de 3.000 millones de dólares venezolanos parieron la autocracia nicaragüense, pero, cuando el subsidio terminó, el Gobierno intentó un ajuste estructural y estalló el actual conflicto. En mayo de este año Venezuela ¡compró petróleo extranjero! para seguir sosteniendo al régimen cubano”. Paradójicamente ahora la consigna para la economía cubana no es socialismo o muerte, sino capitalismo o muerte, los jóvenes cubanos no resistirán otra hambruna. Sin el subsidio venezolano, la crisis cubana está a las puertas y la débil autocracia nicaragüense flotará sin recuperarse hasta quedarse sin reservas para pagar la represión. El mayor beneficio del fin de las dictaduras de izquierda será para la izquierda democrática …”
El dominó venezolano, por Joaquín Villalobos

 

La tragedia venezolana no tiene precedentes en Latinoamérica. Algunos consideran que Venezuela puede convertirse en otra Cuba, pero lo más probable es que Cuba acabe pronto convertida en otra Venezuela. Estamos frente a la repetición del efecto dominó que derrumbó a los regímenes del campo socialista en Europa Oriental, cuando hizo implosión la economía soviética. Las relaciones económicas entre estos Gobiernos funcionaban bajo lo que se conocía como Consejo Económico de Ayuda Mutua (CAME). Fidel Castro copió el CAME y se inventó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) para salvar su régimen con el petróleo venezolano. La implosión económica de Venezuela ha desatado un efecto dominó que pone en jaque a los regímenes de Nicaragua y Cuba y a toda la extrema izquierda continental.

Las economías de los ocho regímenes de Europa del Este y Cuba sobrevivían por el subsidio petrolero y económico soviético. Cuando este terminó, los países comunistas europeos colapsaron a pesar de contar con poderosas fuerzas armadas, policías y servicios de inteligencia. Cuba perdió el 85% de su intercambio comercial, su PIB cayó un 36%, la producción agrícola se redujo a la mitad y los cubanos debieron sobrevivir con la mitad del petróleo que consumían. Castro decidió “resistir” con lo que llamó “periodo especial” para evitar que la hambruna terminara en estallido social. En esas circunstancias apareció el subsidio petrolero venezolano que salvó al socialismo cubano del colapso. El dinero venezolano, a través de ALBA, construyó una extensa defensa geopolítica, financió a Unasur, a los países del Caribe y a Gobiernos y grupos de izquierda en Nicaragua, Ecuador, El Salvador, Honduras, Chile, Argentina, Bolivia y España.

Pero, como era previsible, la economía venezolana terminó en un desastre, resultado de haber expropiado más de 700 empresas y cerrado otras 500.000 por efecto de los controles que impuso al mercado. El chavismo destruyó la planta productiva y perdió a la clase empresarial, gerencial y tecnocrática del país. Este desastre terminó alcanzando al petróleo, con la paradoja de que ahora que los precios subieron, la producción se ha derrumbado porque Pdvsa quebró al quedarse sin gerentes y técnicos. El chavismo asesinó a la gallina de los huevos de oro, los subsidios al izquierdismo se acabaron y lo que estamos viendo ahora son los efectos. Más de 3.000 millones de dólares venezolanos parieron la autocracia nicaragüense, pero, cuando el subsidio terminó, el Gobierno intentó un ajuste estructural y estalló el actual conflicto. En mayo de este año Venezuela ¡compró petróleo extranjero! para seguir sosteniendo al régimen cubano.

La economía global está totalmente regida por relaciones capitalistas. La idea de que Rusia y China pueden ser la salvación es un sueño. Rusia es un país pobre con una economía del tamaño de la de España, pero con tres veces más población, y China es un país rico, pero, como todo rico, mide riesgos, invierte para sacar ganancias y si presta cobra con intereses. En la economía mundial, ahora nadie regala nada; Hugo Chávez fue el último Santa Claus y eso se acabó. No hay quien subsidie ni a Venezuela, ni a Cuba ni a Nicaragua. Quizás encuentren apoyos diplomáticos, pero lo que necesitan para no derrumbarse es dinero regalado no diplomacia compasiva.

La consigna para la economía cubana no es socialismo o muerte, sino capitalismo o muerte

Nada va a cambiar a favor, la única esperanza sería que se recuperara la economía venezolana y eso es imposible. El despilfarro y la corrupción hicieron quebrar a Pdvsa, ALBA y Unasur. Hay miles de millones de dólares perdidos y robados. Venezuela está en bancarrota y vive en un caos. Maduro se ha enfrentado a más de 5.000 protestas en lo que va de 2018, los venezolanos sufren hiperinflación, una criminalidad feroz, escases de comida, medicinas, gasolina y dinero circulante; los servicios de transporte, energía y agua están colapsados. En medio de un severo aislamiento internacional la cohesión del bloque de poder se acabó, Maduro está reprimiendo al propio chavismo, a los funcionarios de Pdvsa y a los militares, los tres pilares fundamentales de su poder. Este conflicto está dejando despidos, capturas, torturas, muertos y hasta un confuso atentado contra Maduro.

La brutal represión en Nicaragua acabó la confianza que había generado en el mercado y abrió un camino sin retorno que está arrasando con la débil economía del país. El Gobierno ha regresado a las expropiaciones poniendo terror al mercado y se estima que 215.000 empleos se han perdido; ya no habrá crecimiento, sino más pobreza, más crisis social, más emigración, más descontento, y un irreversible y creciente rechazo al régimen. En Cuba apenas empiezan a hablar de propiedad privada con cambios lentos y torpes hacia una economía de mercado. El régimen teme que el surgimiento de una clase empresarial rompa el balance de poder y tiene razón. En la Unión Soviética las primeras reformas obligaron a más reformas que terminaron derrumbando el sistema. La lección fue que no se podía reformar lo que es irreformable. Paradójicamente ahora la consigna para la economía cubana no es socialismo o muerte, sino capitalismo o muerte, los jóvenes cubanos no resistirán otra hambruna. Sin el subsidio venezolano, la crisis cubana está a las puertas y la débil autocracia nicaragüense flotará sin recuperarse hasta quedarse sin reservas para pagar la represión.

El mayor beneficio del fin de las dictaduras de izquierda será para la izquierda democrática

La defensa estratégica de Cuba ha sido alentar conflictos en su periferia para evitar presión directa sobre su régimen. Por eso apoyó siempre revueltas en todo el continente. Los conflictos en Venezuela y Nicaragua son ahora la defensa de Cuba, ha puesto a otros a matar y destruir mientras su régimen intenta reformarse. La salvaje represión que sufren y la compleja lucha que libran los opositores venezolanos y nicaragüenses no es casual. No se enfrentan a un Gobierno, sino a tres, y con ellos a toda la extrema izquierda. El destino de la dictadura cubana y de toda la mitología revolucionaria izquierdista está en juego. Los opositores sufren dificultades en el presente, pero los Gobiernos a los que enfrentan no tienen futuro. Son regímenes históricamente agotados, luchando por sobrevivir, pueden matar, apresar, torturar y ser en extremo cínicos, pero eso no resuelve los problemas económicos, sociales y políticos que padecen ni los libera del aislamiento internacional.

No hay una lucha entre izquierda y derecha, sino entre democracia y dictadura, en la que el mayor beneficio del fin de las dictaduras de izquierda será para la izquierda democrática que durante décadas ha pagado los costos del miedo y sufrido el chantaje de ser llamados traidores si se atrevían a cuestionar a Cuba. La izquierda democrática debe luchar con los pies en la tierra y asumir sin pena y sin miedo la democracia, el mercado y el deseo de superación individual que mueve a todos los seres humanos. No tiene sentido luchar por ideales y terminar defendiendo a muerte privilegios personales. No hay razones ni morales ni políticas, ni prácticas para defender algo que, además de no funcionar, genera matanzas, hambrunas y dictaduras.

 

 

* Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales.

La noche no será eterna, por Asdrúbal Aguiar

 

Releo con fruición el libro póstumo de Oswaldo Payá, Premio Sajarov, quien ofrenda su misma vida misma para trazar caminos de reencuentro a sus compatriotas, los cubanos, víctimas de la satrapía que lo asesina. Lo celebro como venezolano, aún más, por su compromiso con la democracia profunda, por entender que la patria y lo patrio o son todos o no es nada.

Otea vías para la lucha. Previene peligros. Fija puntos de esperanza. Trabaja sobre la realidad y destaca la obligación de modelarla sobre principios. Revisa la historia de lo ocurrido en Cuba, desbrozándola de clichés e hipotecas emocionales: “No puedo conciliar la imagen que ofrece el gobierno sobre lo que era Cuba antes de la revolución con el hecho de que, entonces, hubiese algo más de seis millones de personas vivas en este país”, dice. Y se pregunta, ¿dónde vivían, pues sólo unos pocos tenían casa?; ¿cómo no se murieron todos de enfermedades si la atención médica era sólo para los que pagaban?; ¿cómo se vestían, pues casi todos debían andar con harapos excepto los ricos?

Estuve en el bautizo de su libro La noche no será eterna, a pedido de Rosa María, su hija, y de Ofelia Acevedo, su viuda. Leo líneas del texto, como esta: “Antes y después del triunfo de la revolución hubo de todo: sueños, amor, heroísmo, pasión, entusiasmo, odio, envidia, pero una vez logrado el triunfo, mucho miedo y total ausencia de libertad”.

“El régimen totalitario… encontró la fórmula impúdicamente aplicada de dos países, dos Cubas y un solo sistema. Una Cuba llena de miseria y limitaciones y sin oportunidades… para la mayoría y otra, cada vez más cínicamente exhibida, de una minoría con todo el poder y todos los privilegios, que ahora ya se asoma como los nuevos capitalistas, sin control ni conocimiento de la ciudadanía”. No por azar, señala el autor, la Cuba de los Castro – y la Venezuela de Nicolás Maduro, agrego yo – avanza hacia el “híbrido de lo peor del capitalismo y la ausencia de derechos civiles y políticos del comunismo”.

El régimen de La Habana está seguro de que, aunque la Constitución lo permita, no habrá ciudadanos, no necesariamente disidentes, “con la fuerza espiritual suficiente para desafiar al tótem del terror”, capaces de saltar “más allá de la pecera” – es la metáfora de Paya, que evoca el mito platónico de la caverna – en la que han convertido a todo país.

“Solamente la fe, los ideales de libertad y la defensa de los derechos de su pueblo sostienen a los que con autenticidad y valor abrazan esta lucha pacífica por la liberación, disidentes u opositores”, comenta. Dos preocupaciones le asaltan. Una, que “la cultura del miedo, la pobreza y la desinformación producen la desesperanza y … generan la mentalidad de sobrevivir”; otra, que los jerarcas del poder “no hacen el cambio en profundidad, le hacen trampa al pueblo y se toman la mayor ventaja, siguiendo la tradición de la corrupción… mientras hacen una reconversión de sus privilegios del estilo comunista al capitalista”.

Empero, señala premisas para el hacer:

a) La estrategia es la de los derechos, como vía y meta. Ser protagonistas en el reclamo de ellos y hacerlo de forma creciente, mientras no se definan cambios que garanticen transformaciones.

b)La unidad en tal lucha debe darse dentro de una diversidad de estilos, vocaciones y orientaciones tácticas que la enriquezcan y fortalezcan el pluralismo. El “bloque” como idea jamás logra sus propósitos, por los protagonismos y rivalidades intestinas.

c)La transición como objetivo, para ser auténtica debe ser controlada por los ciudadanos y transparente e impedir la prórroga del Estado mafia.

d)Corresponde a los ciudadanos “forjar un proyecto de nación en la nueva etapa de la historia”. Han de ser escuchados y tener voz propia, “porque muchos políticos de diferentes tendencias pretenden encarnar la voluntad” de ellos y decidir por ellos: “Este es el gran peligro” – precisa Payá – que, en el momento del cambio, el país “renazca con una grave malformación congénita”.

e) No habrá elecciones libres y competitivas sin abrogación de las leyes que las impiden.

f) A la Diáspora cabe protegerla, evitando se vincule a un “cambio fraude” que la haga “participe de su propia opresión”. Se trata de “desterrados a los que el régimen les niega los derechos”, por lo que su inserción en la lucha ha de hacerse en el marco del reclamo por los derechos.  

g) “La esperanza está ahora en la nueva generación” y “transición no significa desintegración ni caos”. Debe realizarse “con toda inteligencia y sentido de justicia para no castigar más a la víctima que es el pueblo”.

h) Debe quedar claro que en la transición lo que “hay que desmontar hasta la raíz es el orden totalitario”. No se trata de un cambio de rostros.

 

El autor de La noche no será eterna, en suma, predica que “aunque comprendamos la existencia en que estamos envueltos, un paso reconciliador y liberador es que los cubanos estamos dejando de señalarnos como culpables o enemigos los unos a los otros”.

Algunos, en efecto, los menos, insisten en los culpables, les basta, sea para diluir culpas propias, sea por cultivar el “gattopardismo”. No creen en salidas transformadoras, para que la noche le de paso al amanecer.

correoaustral@gmail.com

 

Con furia al pasado, pero recordando, por Armando Martini Pietri

 

Enfrentamos una tiranía inútil e incompetente, vacía por dentro, en abandono, anticuada y rancia; que ha llevado a Venezuela hacia una situación desastrosa nunca experimentada en nuestra historia. Tienen razón los antagonistas en oponerse al estilo y acciones de Maduro, con la obediencia dócil y complicidad fiel de funcionarios militares y civiles que llevan la ejecución de un programa que, aunque con nefastos resultados para la ciudadanía, no es improvisación.

Para entender un poco observemos con atención lo sucedido en los últimos años, porque estamos chapoteando en lodos de arenas movedizas que empezaron a sumarse desde entonces, e incluso antes.

Error garrafal es pensar que el fallecido Hugo Chávez, y el heredero, son simples golpistas con suerte. Aquél estilo dicharachero del difunto que poco a poco fue recuperando su vestimenta militar, caudillo impulsivo, original, y los aparentes alardes, de quien ahora manda porque lo nombró sucesor, no son casualidades. Formas de expresarse sí, albures nunca. Es una tontería creer que Chávez se hizo fidelista y por consecuencia comunista, aquél fatídico día cuando todavía sin mando, fue recibido con honores por Fidel y luego conducido a una estruendosa aclamación en la Universidad de La Habana. Estaba calculado y premeditado.

No existen dudas sobre la veneración del comandante venezolano hacia el dictador cubano, pero tuvo iniciativas propias le gustasen o no a Castro. El revolucionario isleño no inventó al insurrecto, entendió cuando tuvo que hacerlo, era la oportunidad en su aspiración a las riquezas venezolanas. Pensar en la formación de la amplia conspiración y en un programa a desarrollar, para asegurarse el petróleo y en lo político la llamada “patria grande”, transformación de Latinoamérica en un comunismo con Fidel a la cabeza, aunque sus pupilos se sentían, cada uno en lo suyo, regentes.

En Venezuela Chávez, Argentina los Kirchner, Brasil “Lula” Da Silva, Bolivia Evo Morales, Uruguay José “Pepe” Mujica, Chile Michelle Bachelet, Ecuador Rafael Correa, y muchos otros, con formas diferentes de pensar y actuar, pero fidelistas de corazón, admiración y pensamiento. Entendían cercano el sueño la patria grande, estaban claros en el peso específico de sus naciones.

Chávez dejó con audacia y picardía que trasnochados pro-castristas endógenos y La Habana lo entendieran como uno de ellos, pero siempre actuó para ser él. Se convenció que mejor era el poder a través de elecciones democráticas y no mediante la subversión. Esa fue su carrera, trayectoria y logro. La corrupción y sus dificultades vinieron después. Fue instruido en los principios comunistas, desde tiempos barinenses, cultivó con entusiasmo la poesía emocional y los cantares llaneros, se apasionó con aquella “Venezuela Heroica”, obra del escritor venezolano Eduardo Blanco, que narra en forma romántica las batallas más importantes de la Independencia de Venezuela. Aspiró y se propuso conquistar el poder, pero sobre una base primordialmente militar: golpe, nuevo Gobierno integrado por una Junta cívico-militar y el absoluto control de una fuerza armada filtrada. Después vendría la anulación de los poderes públicos, Asamblea Constituyente todopoderosa, elecciones y, con ayuda de especialistas electorales sumisos y comprometidos, resultar cómoda y constitucionalmente electo.

Reforma de la Constitución, reelección indefinida, en lo económico programación social creada y ejecutada por el Estado. Todo eso y más se hizo, la situación de protestas, el vacío de poder para algunos, golpe de estado para otros en 2002; huelga petrolera de técnicos y profesionales en 2003, fueron sólo accidentes en el camino.

Lo astuto y malicioso de Chávez, infiltrado como otros jóvenes marxistas en el sector militar, fue seguir las instrucciones de acallar su orientación comunista, incluso negarla y sumar voluntades sembrando la idea de tomar el poder para frenar la corrupción y desigualdad, promover la inclusión y otorgar los beneficios del petróleo al pueblo, según un tergiversado pensamiento bolivariano, adueñándose de la frase inventada por Heinz Dieterich “socialismo del siglo XXI”, término que adquirió difusión mundial cuando fue mencionado en un discurso del presidente Chávez, en el Foro Social Mundial -2005- y que sirvió para cubrir cualquier sospecha extremista.

Adolescentes liceístas adoctrinados que a posterior serian chavistas, fueron conducidos a la Academia Militar. Ya dentro y de forma clandestina, prosiguió el adoctrinamiento. Sus mentores civiles, comunistas y exguerrilleros fidelistas, fueron escuchados, pero mantenidos a distancia, sin que sospecharan que no eran controladores de los moceríos castrenses.

Maduro fue ubicado al lado de Chávez, ficha castrista poco original, pero adoctrinado. No llegó al sindicato del Metro porque estuviera buscando trabajo, fue puesto ahí, para desarrollar labores políticas. No fue obra de la casualidad sino el desarrollo de un plan para infiltrar el entorno social elaborado por comunistas.

Chávez no fue el típico político. Practicaba béisbol, entonaba y canturreaba temas llaneros, recitaba, habilidad natural que, sumada a la oratoria y su capacidad de expositor y animador, lo hicieron protagonista desde sus tiempos en la Escuela Militar. Además, ayudaron contradicciones y errores entre el Presidente Pérez y sus altos jefes militares, el fracasado golpe del 4F y su “por ahora”, lo proyectó como nuevo caudillo, adicional al creciente y evidente desprestigio de los partidos políticos. Su candidatura electoral fue una clara victoria.

Lo que no pudieron pronosticar Fidel ni otros gestores del chavismo, fue la muerte prematura con el planteamiento socialista iniciado, pero no profundizado. Maduro un emergente propuesto por los Castro, siempre fue su ficha, limitado y gris, pero fiel y obediente.

El gran error de Chávez, que insiste porfiado Maduro en cometer, fue seleccionar sus funcionarios sólo por subordinación y observancia absoluta sin considerar el conocimiento. Hoy ese socialismo del siglo XXI está roído por la incompetencia y corrupción.

El régimen se sostiene sobre fuerza y represión, ha cumplido con la sed insaciable de petróleo y recursos para Cuba, pero han sido tan poco eficientes que lograron un milagro: desvalijaron y arruinaron una de las más importantes industrias petroleras del mundo y saquearon un país rico.

Continúan los programas -migajas y dadivas- sociales, pero faltan recursos. Han caído en la peor trampa de la economía, la hiperinflación. Y claramente no saben qué hacer. Aquellas arenas de engaño e hipocresía y comunismo disimulado se les ha convertido en fango pestilente en el cual se hunden sin posibilidad ni remedio.

@ArmandoMartini

MEDIO
LOS EGOS:
Si perdemos el territorio se cumplirá el deseo de Fidel inoculado a Chávez en aquella reunión de Caricom en La Habana y de la que tanto he venido insistiendo con los años. Castro tenía una deuda con la Guyana de Chedi Jagan tras haber servido como territorio de reaprovisionamiento de los aviones y de descanso a sus tropas en la guerra de Angola. Chávez quería el apoyo de Caricom para llegar al Consejo de Seguridad. Pasan los años y el tal apoyo de esos países no es ya tal. Hasta votaron contra Maduro en la OEA y en el Grupo de Lima. No sirvió para nada doblegarnos ante Cuba para beneficiarlos. Y hoy en la zona en reclamación están EXXON y la china CNOOC unidas explotándola bajo la mixta Stabroek. Recordemos cuando un oficial al mando de una patrullera de la Armada venezolana se trajo detenida a la tripulación de un barco de exploración petrolera de Anadarko Petroleum en 2013. Fue preso en vez de ascendido …